Septenios - clinica dr Santos

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medicina integrativa / biológica
Revista Integral
Septenio
Dr. Santos Martín
Las etapas evolutivas de la persona
El hombre no es un ser que se presente en la tierra y ya esté concluido, todo lo contrario, el
papel tiempo juega en él un papel fundamental que le permitirá su evolución. Gracias a la
percepción de acontecimientos externos y su proceso de interiorización y procesamiento de
los mismos, el hombre puede incrementar su conciencia.
El ritmo de los 7 años no es un algo que se pueda valorar desde el aspecto científico, pero
una detallada observación de la vida nos lleva a percibir que, aproximadamente cada
septenio presenta unos cambios en la persona. El 7 es un número importante en los ciclos
cósmicos y tiene su representación en los días de la semana o en diferentes ritmos biológicos
de la misma manera que el número 12 tiene un significado en el desarrollo del cuerpo físico.
En la evolución de cualquier persona podemos diferenciar tres fases:
1- Hasta los 21 años donde fundamentalmente se recibe del mundo. Es la fase de “hacerse
persona”.
2- Hasta los 42 años en donde se produce un equilibrio entre el tomar y dar. Es una fase de
lucha para “ser persona”
3- Este último periodo en donde principalmente se da. Aquí “nos realizamos como
personas”.
0-7 años: “El mundo está bien”
En esta etapa hay que alcanzar una sentimiento moral del mundo. Es la fase de formación
del cuerpo físico que concluye con la segunda dentición, que representa la última capacidad
de formación de un órgano por parte del ser y la conclusión de la formación de la materia
blanca cerebral. Desde ese momento ya no hay diferencias anatómicas con el cerebro del
adulto. El cuerpo, formado a través de la herencia y la influencia del medio ambiente,
percibido por medio de sus sentidos que actúan de manera directa en el cuerpo físico será el
que formará el fundamento a través del cual el ser se expresará durante es resto de su vida.
El cuerpo será el instrumento del alma. De ahí la importancia de los primero años de vida.
Las enfermedades infantiles le ayudarán a penetrar su cuerpo con fuerzas propias y no sólo
con las heredadas y con ello conformar realmente su ser.
En esta fase el niño es un ser que fundamentalmente imita. Su cabeza enorme en proporción
al cuerpo y donde están los órganos de los sentidos, es de donde parten los impulsos que le
permiten comenzar a erguirse hacia el año y a los tres empezar a decir YO.
De manera genérica podemos encontrar dos tipos de niños: los de cabeza grande,
caracterizados por una frente prominente, extremidades frías y cortas, cabeza sudorosa.
Suelen tener un desarrollo mas lento y son introvertidos. Se hacen su mundo interior en el
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cual se encuentran bien y por ello precisan muy poco del mundo exterior, del cual también
huyen ya que no lo entienden por lo concreto que es y lo poco artístico. Podríamos decir que
ellos ven “detrás” de las cosas, solo que luego no saben bien como llevar eso que perciben a
la vida cotidiana. Básicamente se trata de los niños flemáticos / sanguíneos.
Los niños de cabeza pequeña tienen unas largas extremidades y son como adultos en
pequeño que es lo que más los caracteriza. Extrovertidos y poco concentrados ya que todo lo
de su entorno les llama la atención y por ello tienen generalmente una gran falta de
imaginación lo que les lleva a no saber jugar solos por la falta de fantasía. Al estar más
orientados a lo material carecen de sentido artístico. Son más los tipos melancólicos /
coléricos.
Esta es una fase donde el niño admite todo lo que le llega, devora mundo pero desde la
familia, como elemento de confianza ilimitada. Bien y mal se mezclan de manera
permanente. Imita y aprende la convivencia.
7-14 años: “El mundo es hermoso”
Con esta etapa logramos un sentimiento estético de la vida. Todas las fuerzas que estaban
actuando para modelar el cuerpo físico se empiezan a quedar libres a favor de la actividad
mental y se inicia una nueva actividad . El niño ya puede acudir a la escuela a aprender
como actividad intelectual. Como elemento preciso para la vida intelectual esta la
imaginación, que nos permite formarnos juicios sobre las cosas. Así como el cuerpo físico
tiene en la célula su forma de expresión mantenidas por la alimentación y la respiración, son
las representaciones mentales del mundo las que dan expresión a esta fase. Las diferentes y
múltiples representaciones del mundo van dando lugar a un complejo de imágenes. El olvidar
es como el proceso del dormir y el recordar como el despertar. Estas imágenes son llevadas
hasta el interior de nuestro ser – hasta nuestros órganos- para poder ser “elaboradas” y así
poder aprender a entender.
Esta fase es la adecuada para poder limar el carácter de las personas y hacia el final de los
10 años será cuando el carácter definitivo se manifieste, si bien aún no es maduro y se
expresa de manera extrema entre simpatía-antipatía, alegría – tristeza, actividad – apatía.
La imitación ya no es lo más importante. La autoridad es un elemento fundamental en la vida
del adolescente. ¡Tantas fuerzas libres precisan de una dirección ya que las nuevas
posibilidades de percepción del mundo se abren de par en par!. En esta etapa el niño se
caracteriza sobre todo por un sentimiento de soledad. Tiene muchos amigos pero ese
sentimiento no se lo puede quitar de encima ya que no puede asimilar todo. Sin una
autoridad clara, que lo oriente, el niño se pierde. Esta autoridad ya no puede venir sólo de
casa; la escuela es otro lugar fundamental para la práctica del respeto a la autoridad.
Esta etapa termina en la pubertad en donde se van conformando la vida de los
sentimientos.
14-21 años. “ El mundo es real”
Su última finalidad es la de alcanzar un sentimiento de verdad que nos permita ejercer una
crítica sana. Arranca con la pubertad en la que el joven comienza a situarse de una manera
muy crítica frente al mundo, mientras se pierde en todo tipo de abstracciones y reaccionando
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de manera emocional y apasionada. La simpatía - antipatía de la etapa anterior se sustituye
por gana – desgana, desintegrarse en las emociones o fijarse en lo racional. C.G. Jung
hablaba de esta etapa como una fase dualista (desdoblamiento de uno mismo). De esta
manera se va preparando a la separación con la familia.
Entre hombre y mujer se presentan diferencias. El chico se hace más material y esto se
percibe por todas las maneras de juego y actividades, mientras que en las chicas predomina
más un interés sexual. El hombre encuentra en ellas un reflejo de lo divino (madre) y las
mujeres al padre en lo terrenal. ¡Comienzan los amores!
La pubertad trae consigo la maduración de la persona que le permite situarse en la tierra de
manera diferente con la maduración sexual. Cada uno de los sexos representa aquello que al
otro le falta y de ahí surge la atracción como acto de complementación y la posibilidad de
usar las fuerzas de creación para formar “otro ser”. Una expresión de la maduración se
produce con la disminución de una octava en la voz del muchacho y un tono más alto en la
mujer.
Esta etapa es la propia del “movimiento”. Al principio todo el ser se mueve. Pero luego serán
sólo partes más concretas: los óvulos, los espermas. El mundo de las emociones con grandes
desplazamientos, sobre todo en lo sexual, que gracias a los procesos de conciencia permite al
hombre responder a estos estímulos desde una posición “humanizada” (controlada) y no
“animalizada”. En esta etapa se debería aprender, después de una fase en donde se
descubre la sexualidad como algo primero relacionado con uno mismo para luego evolucionar
hacia una relación donde el placer no se busca usando del otro sino todo lo contrario, en el
dar. Si esto no se logra la sexualidad no deja de ser una autosatisfacción, acto muy lejano al
amor y propio del egoísmo.
En esta fase de la vida las fantasías juegan un papel importante. No se trata solo de los
pensamientos sobre conceptos, sino ideas de futuro que se unen de manera inequívoca a los
sentimientos de simpatía. Este sentimiento, cada vez mas refinado alcanza su máxima
expresión en el amor por los otros y a través de esto superar el sentimiento de soledad y así
puede madurar el Eros después de la pubertad. Todo esto ya permite tener personas
mayores de edad, es decir, responsables de sus actos..
21-28 años:
La pregunta central de esta época es ¿quién soy yo? ¿qué quiero yo? ¿qué soy capaz de
hacer? Con todo ello en estos años se debe de lograr las respuestas al YO y así lograr un
fundamento para el desarrollo de la personalidad. Al llegar a esta etapa el mundo que era
percibido a través del hogar, el colegio o universidad y la pandilla, toma una nueva
dimensión. Se empieza a estar libre frente al mundo para tomar decisiones y
responsabilidades: comienza la autoeducación. Las reacciones no son ya sólo desde la
simpatía–antipatía o gana–desgana . El sentido de responsabilidad se hace presente a través
de la manera que la persona desea estar en el mundo. Ha nacido el “uno mismo” (selbst) de
donde partirán todos los impulsos del desarrollo.
La persona se mueve en dos direcciones: por un lado hacia si mismo, buscando ser el centro
de su psiquismo y por otro hacia el exterior con la realización de tareas que lo llevan más
lejos en su desarrollo. Es lo que en la antigüedad se denominaba “Genius”. Pero a pesar de
todo aún hay un grado importante de inmadurez lo que le lleva a la inseguridad, más aún si
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tenemos en cuenta que desea probar todo. Se establece una lucha entre los roles aprendidos
de la familia y las experiencias que hemos ido adquiriendo. Se trata de llegar a ser lo que
Jung denominaba “persona”. Esto nos acompañará ya el resto de nuestra vida.
Aparecen los grupos con los que se intenta hacer proyectos a nivel profesional o en el tiempo
libre. En el trabajo es una fase de cambios en donde queremos ver “resultados”. Cuando
estos se producen, al realizar una tarea con la que nos sentimos felices, llegamos a la noche
con una felicidad. Por el contrario, realizar un trabajo de 8 horas con una actividad que no
nos gusta nos lleva a la TV o al bar para ahogar nuestra frustración frente un cubata. ¡Llenar
vacíos!.
Las dependencias con el trabajo, los amigos, el compañero/a etc. son grandes. Con nuestra
pareja se suele buscar aquello que compensa nuestros déficits y con ello el peligro de una
relación de dependencia. En el trabajo, si no es uno que realicemos con motivación,
generamos la dependencia de lo económico.
El entusiasmo de esta época nos hace creer que podemos modificar todo gracias a la fuerza
de que disponemos y esto incluso nos hace creer que podemos modificar al otro: que el
marido que bebe deje de hacerlo o que la esposa que no deja de ser aún hija se haga
madura. Si el entusiasmo no tiene una base real y se trabaja en la solución de problemas y
se dirige nuestra atención a ideales reales, el final de esta etapa suele ser la depresión por la
sensación de fracaso.
Si bien todas las fases son precisas para poder establecer las bases de la persona, ésta lo es
particularmente ya que dependerá mucho de cómo la desarrollemos para que se pueda
realizar de manera satisfactoria el futuro de la persona ya que aquí descubrimos como
experimento el sentimiento profundo del yo frente al mundo y con ello me sitúo yo frente al
mismo.
28 – 35 años
La pregunta fundamental de esta época es ¿cómo esta ordenado el mundo y donde me sitúo
yo en ese mundo?. Para esto la necesidad de la autoeducación. Nuestro cuerpo es penetrado
de manera intensa por nuestra personalidad. Esto nos da fuerzas para realizar nuestros
proyectos exteriores, lo que significa dedicarse al mundo y con ello alcanzar éxitos
profesionales, sociales etc.. Esto es más manifiesto en el hombre ya que la mujer, si ha
tenido hijos, pasa un tiempo mayor dedicada a ellos. Es una época en donde hay un egoísmo
que sólo se supera gracias al amor, tolerancia y comprensión hacia los otros. Pensamiento y
sentimiento en armónico trabajo conjunto permite que esto se produzca. El hombre, que
funciona más desde los parámetros del pensar y desear tiene que desarrollar el aspecto
femenino: el ánima (Jung). La mujer, más marcada por el sentimiento, debe potenciar
justamente los aspectos masculinos (ánimus). Sólo así pueden entenderse ambas partes.
Las dependencias con la familia, trabajo etc. deben de ser cada vez menores al encontrar el
lugar que se desea, esto posibilita el desarrollo del amor convirtiendo a la pareja en
camaradas que respetan la individualidad del otro.
En esta fase debe de lograrse un equilibrio entre idealismo y materialismo para entrar con
salud en la siguiente fase.
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35-42 años
Época gloriosa en las personas con los máximos en fuerza y capacidad. Uno no quiere sólo
hacer cosas sino que las cosas deben de tener un sentido. Si el desarrollo ha sido correcto,
es el momento en el que las personas pueden realizar los proyectos que han ido madurando
y se presentan nuevos caminos que, gracias a la seguridad y madurez alcanzadas en las
etapas anteriores, pueden realizarse, permitiendo el desarrollo de la persona. Uno de los
aspectos más negativos de estos años reside en la posibilidad de generar conductas déspotas
o egoístas, aspectos contra los que hay que luchar permanentemente en esta fase y
fundamentalmente a través de la tolerancia y un espíritu abierto frente a los otros.
Las cosas que las personas van recibiendo del mundo ya no tienen necesidad de pasar a
formar parte de la persona, gracias a esto, aquello que se recibe en esta etapa puede
devolverse al mismo una vez que ha pasado por nuestra conciencia y lo impregnamos de
nuestro propio ser. Esto nos permite ser cada vez más libres frente el futuro. Es la fase que
Rudolf Steiner denomina “alma consciente”
La observación del mundo es más clara y la critica menos mordaz, esto puede conducir al
sujeto hacia una vida rutinaria. La manera de luchar contra esto es la de convertir la critica
que haríamos hacia el exterior en critica interna y con ello descubrir nuestras limitaciones y
capacidades reales.
E. Fromm define esta etapa como la de “ser y tener” ya que es ésta en la que la persona
comienza a valorar el precio que ha pagado (el contacto consigo mismo y con su familia, sus
valores e ilusiones etc.) por todo lo que ha logrado a nivel social (trabajo, casa, éxitos
profesionales etc..) y le lleva en mas de una ocasión a conflictos internos importantes. Junto
a esto se presenta un nuevo factor: comienza el deterioro del cuerpo que nos lleva al
pensamiento de la muerte: “el ángel de la muerte” ya no está a nuestras espaldas sino que
se sitúa frente a nosotros, esto, si se aprecia bien, nos permite abrir nuestra conciencia de
manera importante y lo que es más importante: diferenciar lo que es secundario de lo
esencial. Cuando el miedo nos invade en esta fase, se tiende a huir en un trabajo excesivo,
en las drogas o en un materialismo que nos lleva a poseer más para … nada.
42 – 63 años
En esto tres septenios se produce una plenitud en la que comenzamos a ver los frutos de
nuestro trabajo que se ofrecen a los otros. Es el tiempo en donde nuestra conciencia puede
alcanzar su máximo esplendor.
Hasta los 49
Comienza una fase de disminución orgánica con pérdida de la masa muscular (muchos
hombres intentan contrarrestar este efecto con la práctica de fitness y paralelamente aparece
una fase de mayor interés sexual ya que esta es un producto de la conciencia que se
desarrolla más. En la mujer suelen presentarse los miomas en lugar del incremento de la
sexualidad. Pero en ambos casos no se trata nada mas que de la transformación de fuerzas.
En este tiempo aparecen nuevas aficiones que hasta ese momento estaban ocultas como
fruto de esa creciente creatividad. En sentido negativo aparece junto a un incremento del
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trabajo, fruto de una inseguridad de perder posición en el trabajo, una tendencia a no
comunicar sus conocimientos a los jóvenes que vienen detrás. Poder y status pueden
convertirse en una trampa. Cuando en el hombre su ánima no se desarrolla de manera
correcta comienza a buscar, por ejemplo, nuevas parejas con la argumentación de que su
pareja no le aporta lo que él necesita. La fuerza sexual de que dispone le hace creer más aún
en ello. La mujer por el contrario comienza a vivir el vacío de una casa, en donde los hijos se
han ido marchando, con grandes problemas. Si existen nietos pueden convertirse éstos en
una trampa ya que vuelve a recobrar el rol de madre en lugar de hacer algo para ella misma.
Si la mujer esta profesionalmente activa, los problemas no son muy diferentes a los del
hombre. Es una etapa peligrosa que, bien llevada, nos conduce a una sabiduría, pero para
ello hay que desarrollar la virtud de la paciencia y saber mirar. No se puede enseñar a los
jóvenes sin tener en cuenta que ellos deben de hacer sus propias experiencias.
De los 49 a los 56
Se presenta lo que B Lievegoed denomina como la “etapa moral”. Ya no se trata sólo de un
encuentro con nuestro destino, vamos más lejos y empezamos a ver los destinos de otras
personas, es el lenguaje del corazón. Pero aquí podemos experimentar grandes desilusiones
ya que con frecuencia podemos encontrar los frutos de nuestro abandono en la familia y se
nos presenta una gran soledad ya que los puentes entre nosotros y nuestros seres, en teoría
queridos, se han hecho muy débiles y los malos entendidos no dejan de presentarse. La
mujer pasa una época particularmente compleja con la menopausia que exige el cuidado y
cariño por parte del compañero.
Hasta los 63
Se presenta una nueva fase, la introversión. En algunas culturas se denomina la etapa
mística. Es un momento polar al de los primeros 7 años en los que todos nuestros sentidos
se abren al mundo. Aquí los sentidos se cierran al mundo exterior: perdida de oído, vista,
movimiento, etc. y debemos de hacer algo para cuidarlos de manera consciente. Pero a la
vez, se enciende una luz en nuestro interior que nos permite tener un contacto mucho más
íntimo con el mundo espiritual. Los niños tienen un sentido natural al querer tanto a los
abuelos y es precisamente la capacidad de estos de percibir esta luz.
En este tiempo debemos de confrontarnos a cambios importantes como el hecho de que
cada vez se cuenta menos con nosotros en las decisiones y por otro lado empiezan las
enfermedades escleróticas. Aquí dejan de tener importancia las cuestiones económicas y
suelen ser momentos en que se hace testamento como comienzo del desprendimiento. Es
una fase de la vida en la que las personas necesitan más ayuda de la que por lo general
creemos y con frecuencia esta ayuda no llega de los hijos, ocupados en su propio desarrollo.
La soledad puede hacerse presente llegando a ahogar a la persona y en el hombre con la
andropausia puede complicar este momento aún mas. Sólo el hecho de haber desarrollado
un mundo propio y el conocimiento de nuestra posición, nos permite pasarla sin grandes
problemas
Hasta los 70
Se abre una fase en donde después de una cierta mejoría en todos nuestros males físicos
nos abrimos otra vez al mundo para sorprendernos de la naturaleza, nuestro medio y sobre
todo de los nietos que van a permitir que se desarrolle un profundo sentimiento de
agradecimiento. Paciencia y autoeducación marcan este periodo.
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El que suele ser ya el último periodo de nuestra vida, suele tener una íntima relación con lo
acontecido en la etapa hasta los 14 años. Es un periodo donde debería predominar la
tranquilidad y el deseo de ofrecerse a los que nos necesitan, tanto en la familia como a otros.
Esto se logra a través de la quietud y la compasión. Es la preparación a la muerte que ya se
presiente y acepta. Si hemos vivido y completado nuestras épocas, llegaremos al final con el
sosiego de haber realizado nuestra tarea y el fin no es mas que un paso más que se acepta
con dignidad y serenidad. La tarea se ha completado y como titulaba Neruda en un libro,
podemos decir: “¡Confieso que he vivido!”
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