I No todos los Borbones lo son Una familia de moral distraída El

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I
No todos los Borbones lo son
Una familia de moral distraída
El primer Borbón de la España contemporánea fue Fernando VII, conocido popularmente como
«el Rey felón», y del que Don Juan Carlos de Borbón y Borbón es heredero dinástico y
familiar. La trayectoria de Fernando VII ha dejado mucho que desear. No fue precisamente un
Rey ejemplar. Conspiró y traicionó a su padre,Carlos IV. Traicionó repetidamente a su país,
mediante golpes militares, aboliendo la Constitución, la famosa «Pepa», de 1812. Ello no
impidió que cuando llegaron los días difíciles, proclamara que «marchemos todos francamente
y yo el primero, por la senda constitucional », pero cuando escampó la tormenta, fusilase a los
disidentes y restableciese su poder dictatorial absoluto.
Durante la Guerra de la Independencia, Fernando VII dio muestras en Valençay de las más
repugnantes de las conductas. Mientras los españoles se batían a muerte en los campos de batalla
contra el invasor francés, felicitaba a Napoleón por sus victorias en el suelo español. De una
forma voluntaria y espontánea pidió al emperador francés ser acep tado como hijo adoptivo. Esto
último era solicitado en los mismos días en que los ejércitos franceses culminaban la ocupación
de Andalucía y un puñado de españoles acorralados en Cádiz estaban organizando la apertura de
las Cortes y se disponían a derramar hasta su última gota de sangre por el retorno del que creían
su leal y valiente Rey.
El cinismo, la doblez y la cobardía del «Rey deseado » todavía daría, en el futuro, innumerables
muestras de su peculiar agradecimiento al pueblo español con las más abyectas raicioneras de las
conductas. Para muestra un botón. Mientras ocurría todo esto, Fernando le escribía a Napoleón
lo siguiente: «El placer que he tenido viendo en los papeles públicos las victorias con que la
providencia corona nuevamente la augusta frente de V.MM.I. y R., el grande interés que
tomamos, mi hermano, mi tío y yo en la satisfacción de V.MM.I. y R., nos estimulan a felicitarle
con el respeto, el amor, la sinceridad y el reconocimiento que vivimos bajo la protección
de .MM.I. .»».
Por si hubiera alguna duda, el propio Fernando declaraba: «Mi gran deseo es ser hijo adoptivo
de V.MM. el Emperador, nuestro augusto soberano. Yo me creo digno de esta adopción, que
sería, verdaderamente la felicidad de mi vida, dado mi amor y mi perfecta adhesión a la sagrada
persona de V.MM.I. y R., y mi sumisión y entera obediencia a sus pensamientos y a sus
órdenes». Por si hubiera alguna duda, Izquierdo publica en su libro la fotocopia del texto
original escrito en francés, en el que se muestra la caligrafía indiscutible de Fernando VII. todo
un ejemplo de patriotismo.
Las Cortes de Cádiz aprobaron en 1812 la primera Constitución liberal, en la que se decretaba la
desamortización de los bienes eclesiásticos, se suprimía la Inquisición, se proclamaba la libertad
de imprenta, la soberanía nacional, las libertades fundamentales, la división de poderes, la
abolición de las jurisdicciones de señorío, cámara elegida por dos años mediante sufragio
indirecto y con obligación de votar los presupuestos, ley onstitucional limitando sus poderes
absolutos y reorganización uniforme de los municipios y las provincias.
Era el triunfo del ideal burgués.
Fernando II, l «Rey Felón »
En 1814 Fernando VII regresa de Valençay y de la mano del Ejército y de la Iglesia da un golpe
de Estado y anula la Constitución, todas sus reformas y se retorna al sistema absolutista. Los
pocos liberales que escaparon a la consiguiente escabechina y no pasaron al exilio, se lanzaron
en brazos de las sectas masónicas y empezaron a trabajarjunto a los militares. La primera
sublevación contra Fernando VII la protagonizó Espoz y Mina ese mismo año de 1814 en
Navarra. La segunda, en 1815, Juan Díaz Porlier. En 1816 se produjo la intentona denominada
«conspiración del triángulo». El siguiente en alzarse fue el general Lacy en Cataluña en 1817.
Valencia lo intentó un año más tarde. Pero todas ellas acabaron en prisiones y ajusticiamientos.
El triunfo de la revolución no llegaría hasta 1820, en que se inauguraría el Trienio
Constitucional. Había triunfado en dos tiempos: sublevación de Riego en Andalucía y del
general Enrique O'Donnell en Ocaña. Fernando VII, entonces, se vio obligado a jurar la
Consustitución, pronunciando la famosa y ya citada frase de «marchemos todos francamente y
yo el primero o, por la senda constitucional ».
Pero no duraría demasiado esta situación. Como se dice popularmente, poco dura la alegría en
casa del pobre. Fernando VII retornaría a su natural inclinación: al poder absoluto y a las
ejecuciones de turno. En efecto, el 1 de octubre de 1823 y a resguardo de las tropas francesas
de los denominados «Cien Mil Hijos de San Luis », Fernando VII firma un decreto en el que
declara «nulos y sin ningún valor todos los actos del gobierno llamado constitucional ».Y vuelta
empezar. El péndulo fernandino cambia otra vez de posición. Corrupción, represiones violentas y
exilio es la tónica cotidiana de todo el reinado del llamado Rey felón».La última década
fernandina tiene dos aspectos importantes de cara al futuro: la sublevación realista de 1825,
que culminó en la guerra de los «malcontents » o agraviados y, lo que es más grave todavía: el
planteamiento del problema sucesorio, que culminaría en guerra civil generalizada en 1833 a la
muerte de Fernando VII y el inicio de la primera contienda carlista.
El Problema sucesorio
El problema sucesorio consistía en que al no tener Fernando VII descendencia masculina directa,
la Corona pasaba legalmente a su hermano Don Carlos María Isidro de Borbón. Pero Fernando
se saltó a la torera todas las leyes monárquicas habituales y designó a su hija Isabel como titular
de la Corona. Don Carlos no acepta esta nueva cacicada y estalla la guerra civil. Incluso después
de muerto, Fernando VII legó al país tres largas guerras civiles que teñirían de sangre el suelo
español, desde 1833 hasta 1876. El Ejército y la Iglesia apoyaron y reconocieron a Isabel II. En
su minoría de edad, el país se gobernó bajo la regencia de Doña María Cristina. Doña Isabel,
tatarabuela de Don Juan Carlos de Borbón, fue declarada mayor de edad el 8 de noviembre de
1843. Tenía trece años y un mes. A los dos días, presta en el Senado juramento a la Constitución
y a las leyes. Ya es oficialmente Reina de España. Los historiadores la bautizaron como la Reina
de los tristes destinos. Protagonizaría una época de continuas intrigas palaciegas, aventuras de
alcoba, trasiego de generales, políticos corruptos y golpes de Estado. Los historiadores han
bautizado esto tiempos como «la era de los pronunciamientos ».
El Antecedente de María Cristina de Borbón-Sicilia Su madre, la Reina regente Doña María
Cristina de Borbón-Sicilia había dedicado sus esfuerzos a legalizar, tres meses después de
fallecer Fernando VII, su matrimonio morganático con Fernando Muñoz, un bello guardia de
«corps », hijo de una estanquera de Tarancón y a quien la regente le confirió el título de duque de
Riánsares. A cambio, el hijo de la estanquera le dio un montón de hijos. La agudeza castiza
cantó: «Clamaban los liberales, que la Reina no paría, ¡y ha parido más Muñoces que liberales
había! ».Muñoz fue bautizado popularmente con el remoquete de Fernando VIII.
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