TEMA 10. DAVID HUME. (1711-76) 1-Marco histórico. Nace y muere

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TEMA 10. DAVID HUME. (1711-76)
1-Marco histórico.
Nace y muere en Edimburgo. Trabajó como abogado pero por poco tiempo, pues su gran
pasión era la filosofía, la literatura y la historia. Eventualmente ejerció otros cargos
profesionales como secretario del general St Clair, y subsecretario de la Embajada Británica en
París. Durante esta estancia en París (1763-69) entró en contacto con los ilustrados franceses, y
de vuelta traerá consigo a Rousseau. También fue bibliotecario de la Facultad de Derecho de
Edimburgo (Colegio de Abogados).
Sus intentos de obtener una cátedra universitaria fracasaron.
Sus obras más importantes fueron: Tratado sobre la naturaleza humana, Investigación sobre el
conocimiento humano, Investigación sobre los principios de la moral, Discursos políticos,
Diálogos sobre religión natural y diversos libros dedicados a la historia de Inglaterra. Su
autobiografía, publicada póstumamente (1777) fue editada por su amigo Adam Smith.
Desde el punto de vista político la vida de Hume transcurre bajo el reinado de la reina Ana
Estuardo y de Jorge I, II y III de Hannover. Gran Bretaña (Reino Unido de Inglaterra y Escocia
desde 1707) es, durante todo este tiempo, una monarquía parlamentaria, en contraste con las
monarquías absolutas del continente.
El parlamento británico estaba dividido en dos partidos: tories (conservadores) y whigs
(liberales). Hume estuvo más inclinado a los tories.
Durante la vida de Hume tendría lugar la participación de Gran Bretaña en la Guerra de
Sucesión española, así como la Guerra de la oreja de Jenkins, contra España. Además, Hume
viviría los conflictos que los partidarios de los Estuardo provocarían para derrocar a la dinastía
de los Hannover (Revueltas de los quince y de los cuarenta y cinco).
Desde el punto de vista internacional es de destacar que durante la segunda mitad del siglo
XVIII los reyes de las monarquías absolutas del continente son déspotas pero ilustrados: Carlos
III en España, José I en Portugal, María Teresa de Austria, Maximiliano de Baviera y Catalina
de Rusia, etc.
2-Marco socio-cultural. (lo hacéis vosotros)
3-Marco filosófico.
El marco de ideas filosóficas en el que reflexiona Hume está constituido por lo siguiente:
La ciencia de Newton. Es un objetivo fundamental en Hume hacer una ciencia de la naturaleza
humana tomando como modelo el método utilizado por Newton, en el que destaca el papel de la
observación, la experimentación y la inducción.
El racionalismo, en cuanto movimiento enfrentado al cual transcurre la filosofía empirista. La
negación de las ideas innatas, así como el rechazo al ideal deductivo de la ciencia natural
construido por la razón, son comunes a los empiristas.
El empirismo. Es la corriente dentro de la cual se ubica a Hume, al que se considera uno de los
más grandes empiristas clásicos. Autores como F. Bacon, Hobbes*, Locke* y Berkeley*,
integran esta corriente, fundamentalmente anglosajona y crítica con la metafísica especulativa.
La Ilustración. Se trata de una corriente espiritual presente en todas las actividades humanas:
pensamiento, cultura, vida social y política, etc. La Ilustración, cuya máxima brillantez y poder
de irradiación tendrán lugar en Francia, se origina históricamente en Inglaterra (Enlightenment).
En este reino tendrá un carácter fundamentalmente epistemológico, moral y de conocimiento e
investigación crítica sobre la religión. El espíritu de tolerancia y libertad, así como la crítica a la
superstición y el fanatismo, el respaldo a una razón ligada a la experiencia, y la confianza en la
naturaleza humana auxiliada por la filosofía, son ideas ilustradas presentes en Hume.
*Hobbes (libro)
*Locke (1632-1704). Destaca por su filosofía epistemológica y también por su reflexión moral
y política.
En cuanto a su epistemología decimos lo siguiente: negó las ideas innatas, defendió que la
mente era un papel en blanco, se ocupó del origen psicológico de nuestras ideas, y enseñó que la
experiencia es el origen y el límite de nuestro conocimiento.
Llama ideas a todos los contenidos de la mente. Las ideas pueden ser simples (de la experiencia
externa o sensación y de la experiencia interna o reflexión) y complejas. Son ideas complejas las
de sustancias, relaciones y modos. En cuanto a la idea de sustancia sostiene Locke que se trata
sólo de una suposición y que es incognoscible para nosotros. En cuanto a una realidad distinta a
las ideas sostuvo que: del mundo externo tenemos certeza sensitiva (es causa de nuestras
sensaciones); en cuanto a Dios tenemos certeza demostrativa (es causa de nuestra existencia);
del propio yo tenemos certeza intuitiva.
*Berkeley (1685-1753). Irlandés, empirista e idealista. El ser de la mente es percibir, y el ser de
las cosas es ser percibidas (esse est percipi)
4-El pensamiento de Hume.
4-1. El conocimiento.
Para Hume todas las ciencias guardan relación con la naturaleza humana. Por eso él se dispone a
elaborar una ciencia del hombre que sea además fundamento de las demás ciencias. Esta ciencia
del hombre tendrá que hacerse de acuerdo con el método experimental, es decir, combinando
observación (que en esta ciencia permitirá la introspección) e inducción. Con esto pretende
Hume aplicar en el conocimiento del hombre el mismo método que había utilizado Newton en
el conocimiento del mundo natural.
Hume va a desarrollar esta ciencia del hombre fundamentalmente en dos ámbitos, en el
epistemológico y el moral.
Por lo que hace al ámbito epistemológico decimos lo siguiente: Hume llama percepciones a
todos los contenidos de la mente. Las percepciones las divide luego en impresiones y en ideas.
Las impresiones son originales y más vivas y detalladas que las ideas, siendo estas copias
menos detalladas y menos vivaces. Es una impresión, por ejemplo, la percepción que tengo de
una manzana mientras la aprecio por los sentidos, y es una idea, por ejemplo, la percepción que
tengo de esa misma manzana cuando la recuerdo.
Las impresiones pueden ser simples o complejas. Hume llama simples a las impresiones de un
color, un sabor, y cosas semejantes. Una impresión compleja sería la percepción de la manzana,
o la percepción de París, por ejemplo. Del mismo modo, hay ideas simples, cuando copian una
impresión simple, y complejas, cuando copian una impresión compleja, o cuando surgen de
combinar ideas precedentes.
Además, las impresiones pueden ser de la sensación (tanto de los sentidos externos: un color,
una manzana, París… como de los sentidos internos: un dolor, el hambre, etc.) o de la reflexión
(estas se originan a partir de ideas. Por ejemplo, la idea de París, produce en mí impresiones de,
por ejemplo, amor, aprecio, apego, etc.). Por tanto, las impresiones son sensaciones, pasiones,
emociones, etc.
También podemos distinguir entre ideas que copian impresiones de la sensación e ideas que
copian impresiones de la reflexión.
Consecuencias de todo lo anterior son: toda idea debe derivar de alguna impresión para que
tenga propiamente significado, y no hay ideas innatas, pues todas deben su aparición en la
mente en cuanto copias de impresiones.
En relación a las ideas Hume hace también la distinción entre ideas de la memoria e ideas de la
imaginación. Las primeras conservan el orden temporal de las impresiones y son más vivaces,
mientras que las de la imaginación son menos vivaces y no conservan el orden temporal de las
impresiones en que se basan. La imaginación pasa de una idea a otra por las leyes de asociación:
semejanza, contigüidad espacio-temporal y causalidad. Así, la idea del cuadro de Velázquez
sobre la crucifixión de Cristo me puede llevar a otras ideas relacionadas con ello, como la
tortura u otros cuadros semejantes, o me puede hacer pensar en su autor por la relación de
causalidad, o me puede hacer pensar, por contigüidad, en el recinto del museo donde se halla
ubicado el cuadro.
Hume hace otra distinción, importantísima, en relación a los tipos de juicio en los que se
expresa el conocimiento: relaciones de ideas y cuestiones de hecho.
Las relaciones de ideas, es decir, los juicios de las matemáticas y de la lógica, establecen juicios
necesarios pero no existenciales, y su verdad no puede discutirse salvo cayendo en
contradicción. Así, “2+3 son 5” es verdadero aunque no existan cosas que contar. O las
propiedades que establecemos sobre los rectángulos son verdaderas aunque no exista ningún
rectángulo en el mundo.
Por su parte, los juicios que enuncian cuestiones de hecho, es decir, los que pretenden hablar
acerca de la realidad, resultan meramente contingentes, pues su negación no implica
contradicción alguna. Así, que haya o no seres vivos es una cuestión meramente de hecho, y su
verdad depende simplemente dela experiencia, no de la lógica.
Podemos aceptar la verdad segura de las cuestiones de hecho que hablan de un hecho presente,
incluso aceptar la verdad segura de las cuestiones de hecho pasadas de las que conservamos
memoria, pero, ¿con qué garantías podemos saber algo de las cuestiones de hecho que aún no
han ocurrido, es decir, qué podemos saber de los hecho futuros? Según Hume, nuestro saber
acerca de los hechos futuros está basado en la relación de causalidad, y dado que sobre la
causalidad se asienta también la previsión que de la realidad futura hacen las ciencias que
hablan de la realidad, conviene analizar la naturaleza y alcance de esta relación de causalidad.
Análisis y crítica de la causalidad. Se trata de uno de los principales elementos de la filosofía de
Hume. Como ya hemos dicho, según el filósofo escocés, nuestro conocimiento de hechos
futuros se basa en la causalidad. Así, que el agua se calentará al poner el recipiente en la llama
es un conocimiento de una cuestión de hecho futura basado en la relación causal que dice que la
llama causa el calor en el recipiente y calienta así el agua.
¿En qué consiste realmente esa relación? Hume piensa que lo que tradicionalmente se ha
entendido por causalidad es una conexión necesaria entre los sucesos, de modo que por
inspección del primero podríamos anticipar que ocurriría el segundo con seguridad. Ahora bien,
¿se da realmente esa relación de necesidad entre los sucesos, es decir, tenemos experiencia, o en
términos de Hume, impresión de esa relación de necesidad entre uno y otro suceso? Según el
análisis de Hume, lo único que cabe encontrar en eso que llamamos sucesos relacionados por la
causalidad es la experiencia de su sucesión y contigüidad, y esto es lo único que una y otra vez
podemos encontrar, pero de ningún modo tenemos la impresión de un tercer elemento que una
esos dos sucesos. Lo que ocurre es que la repetida experiencia de esa sucesión y contigüidad,
genera en mi mente una costumbre o hábito, costumbre por la que luego pensaré esos dos
sucesos como unidos, de manera que la experiencia del primero me llevará naturalmente a
esperar que ocurra el segundo.
Se trata entonces de que el hábito o costumbre genera en mi mente una creencia que me permite
esperar que ocurra lo que ha ocurrido hasta ahora. De modo que la pretendida necesidad no es
sino hábito y propensión o creencia, pero de ningún modo es una idea que reproduzca impresión
alguna.
De este modo, la única descripción adecuada de la causalidad es la que la presenta como una
creencia derivada del hábito basado en la sucesión y contigüidad constante.
La creencia en que los hechos futuros seguirán siendo semejantes a los hechos pasados es útil
para la vida, y la seguridad que otorga esta creencia es suficiente para la ciencia natural. Ahora
bien, ésta descansa en la experiencia repetida y en la propensión natural, pero no en la
necesidad.
Además, ha de quedar claro que esta legitimidad que tiene el principio de causalidad como
creencia, se limita sólo a relacionar impresiones, de modo que no puede justificarse en él la
relación entre impresiones y aquello de lo que nunca hayamos tenido impresión.
4-2. La realidad.
En relación a las realidades fundamentales de la tradición metafísica: yo, mundo y Dios, veamos
la posición de Hume.
Comenzaremos exponiendo su crítica a la noción de sustancia como sustrato de accidentes.
Según Hume, no hay impresión alguna de una realidad semejante, pues las impresiones son
sensaciones, pasiones, o emociones, y ninguna de estas tres cosas parece que ha sido lo que
tradicionalmente se ha querido designar con el término de sustancia. De modo que por sustancia
no podemos entender más que una colección de cualidades (impresiones simples) que se dan
juntas y que reciben un nombre para recordar mejor esa colección.
En cuanto a la noción de substancia en general, como esencia universal que puede ser pensada,
dice Hume que no puede ser más que una idea particular a la que se añade un nombre con el que
cabe recordar mejor la serie de individuos que se asemejan, y que permite ser usada de modo
general.
En cuanto al mundo exterior dice Hume que, considerar nuestras impresiones como si fueran
efectos causados por una realidad externa es establecer una relación ilegítima, pues el principio
de causalidad sólo tiene legitimidad para relacionar impresiones entre sí, pero no puede
relacionar impresiones con algo de lo que nunca se haya tenido impresión.
En cuanto a Dios, Hume defiende lo que sigue: no hay impresión alguna de Dios, y por lo tanto
su idea no está justificada, de modo que ningún argumento basado en la idea de Dios puede
demostrar su existencia.
En cuanto a los argumentos a posteriori basados en la causalidad, Hume replica diciendo que la
legitimidad del principio de causalidad se limita a relacionar impresiones, y dado que de Dios
no hay impresión, no cabe hacer del mundo un efecto de Dios.
En cuanto al origen de la religión Hume sostuvo que se fundaba en los temores del hombre y en
el beneficio que la idea de un poder inteligente puede tener. Señaló además que la religión podía
tener un mal efecto en la moralidad, pues promovía la virtud por un interés ajeno a la virtud
misma.
Personalmente fue arreligioso, aunque fue educado en el calvinismo. No creyó en la revelación,
y prefería el politeísmo al monoteísmo por ser más tolerante. Cabe considerarlo como agnóstico
mejor que como ateo.
Hume también será crítico en relación a la idea de yo. La idea de yo como copia de una
impresión en la que aparezca una substancialidad permanente del sujeto no existe, pues esa
impresión permanente no existe. Sólo existe una sucesión de percepciones parecidas
conservadas por la memoria, de la que surge la ficción de la identidad personal.
*Escepticismo y fenomenismo. Desde el punto de vista filosófico no cabe pues decir que
conocemos que hay un yo, ni una realidad externa a las percepciones, ni un Dios. Como no
podemos saber que las hay, la filosofía de Hume se declara escéptica en relación a la posibilidad
de saber que tales entidades existen, es decir, sostiene que no sabemos si las hay. No obstante
tampoco dice dogmáticamente que no las haya.
Además, la filosofía de Hume reduce la realidad a fenómenos en sucesión, pues propiamente
sólo se conoce que hay percepciones en la mente que se suceden unas a otras, sin que se sepa
qué las causa ni quién las tiene.
4-3. La ética.
La reflexión moral de Hume se encuentra principalmente en sus obras “Tratado de la naturaleza
humana” e “Investigación sobre los principios de la moral”.
Hume se encuentra ,en esta parte de su filosofía, ubicado en la línea de autores como
Shaftesbury (1671-1713) y Hutcheson (1694-1746), que defendieron el papel principal del
sentimiento en la moral.
Hume sostiene que la razón no puede determinar nuestro comportamiento, y siendo, sin
embargo, verdad que la moral sí determina nuestro comportamiento, concluye que de la razón
no dependen nuestras apreciaciones morales.
La razón produce juicios que establecen relaciones entre ideas o refieren a cuestiones de hecho,
pero las apreciaciones morales no son de ninguno de estos dos tipos. Las apreciaciones morales
no son semejantes a los juicios de la matemática ni de la lógica, además de que en estas dos
ciencias no se encuentra prescripción alguna que exija la acción.
Por otro lado, en las cuestiones de hecho que la razón descubre no se halla de ningún modo ni la
virtud ni el vicio, pues todo lo que podemos describir como presente en un suceso de los que
llamamos morales se limita a acciones, movimientos, accidentes, voliciones, etc., sin que jamás
aparezcan el bien y el mal como tales.
Por otro lado, de la descripción detallada de una cuestión de hecho sería injustificado formular
una prescripción que mandara un deber. Es lo que se conoce como falacia naturalista. Es decir,
Hume señala la falacia de extraer el deber ser de lo que es, y con esto critica una gran parte de
éticas precedentes.
Según Hume, la moralidad, la virtud y el vicio, el bien y el mal, no dependen pues de la razón ni
de los hechos, sino más bien del sentimiento. Es cuando volvemos los ojos a lo que ocurre en
nuestro interior cuando presenciamos un suceso moral, cuando descubrimos la moral como
sentimiento de agrado o desagrado, aprobación o rechazo. La razón queda entonces al servicio
de la pasión (sentimiento) y virtud y vicio pueden ser entendidos como hechos, pero interiores.
Dado que la naturaleza humana es tal que nos hace sentir simpatía y compasión por la
humanidad, nos agrada lo que es útil a la mayoría, y nos desagrada lo que es perjudicial para la
mayoría, de modo que el sentimiento moral es desde el punto de vista particular, desinteresado.
La filosofía moral de Hume se encuentra, de este modo, en el camino de las éticas emotivistas y
utilitaristas.
4-4. Sociedad y política.
La teoría política de Hume está basada en el análisis de los hechos, con el correspondiente
rechazo de hipótesis filosóficas y de toda explicación que no sea congruente con los hechos, y
encuentra en la noción de utilidad, en el sentimiento de interés o de ventaja, el fundamento
explicativo de la vida social y de la comprensión de sus instituciones y de las leyes por las que
se regula.
El carácter empírico de su filosofía política es lo que le permite, precisamente, considerarla
como una ciencia, llegando a incluirla, en ocasiones, en el grupo de la física y la química. Hume
está convencido de que analizando adecuadamente la experiencia, se pueden extraer
conocimientos generales y seguros sobre la sociedad, semejantes a los que nos ofrecen las
ciencias empíricas.
El carácter empírico y científico que confiere a la filosofía política le aleja de consideraciones
descriptivas acerca de lo que debe ser la sociedad futura, (del tipo de las realizadas por Platón y
Tomás Moro, por ejemplo, sobre la sociedad ideal), así como de toda consideración basada en
"principios" eternos y abstractos, a partir de los que explicar y/o justificar la legitimidad de
ciertas formas de poder, o los fundamentos de las formas de gobierno.
La filosofía política, dado su carácter de ciencia empírica, no versa sobre el "deber ser", ni
puede deducir de supuestos "principios" filosóficos conocimiento deductivo alguno sobre la
realidad social. Si Hume reflexiona sobre lo que podría mejorar esta o aquella forma de
organización social, lo hace exclusivamente desde el análisis de las ventajas y la utilidad que
podrían reportar determinadas medidas (como la reforma de la constitución).
Las teorías políticas del contrato o pacto social suponían una existencia previa a la existencia
social del ser humano, a la que dieron en llamar "estado natural o de naturaleza". En dicho
estado de naturaleza cada cual sobrevivía utilizando sus propios recursos, de forma individual,
sin ningún tipo de existencia social, por lo tanto, de relación comunitaria con los demás. La
sociedad surgiría merced a un contrato o pacto establecido por los individuos mediante el que
abandonaban el estado de naturaleza y se integraban en la comunidad, comprometiéndose a
renunciar a su propio poder y a acatar las normas sociales.
Hume, por el contrario, considera que la existencia de un estado de naturaleza no es más que
una ficción filosófica, que no tuvo nunca lugar ni puede tener realidad alguna. La "sociedad" no
puede deslindarse de la vida del ser humano, al haber un deseo natural que empuja a unirse a los
seres de ambos sexos y a mantenerse unidos para criar a sus descendientes. La familia
constituye el núcleo básico de la sociedad, que se va ampliando al constatar los beneficios que
derivan de tal asociación natural. La sociedad no se genera, pues, gracias a la reflexión que los
seres humanos, en el supuesto estado de naturaleza, realizan sobre su situación y las ventajas de
asociarse, sino que es el resultado de un deseo natural (apetito sexual) de unión que se plasma
inicialmente en la familia.
Eso no quiere decir, sin embargo, que las instituciones sociales y el estado deriven su
legitimidad de la naturaleza de la sociedad, que sean lo que son "por naturaleza", sino que
derivan su legitimidad de una convención. La base de tal convención radica en la utilidad que
las instituciones reportan a la sociedad, al margen de la cual no tendrían sentido. En ningún caso
se puede decir que forman parte "por naturaleza" de la sociedad. Es tan posible la existencia de
una sociedad sin gobierno coactivo, como lo es lo contrario. De hecho, la sociedad sin gobierno
es el estado "más natural" de los seres humanos, (Tratado, 3, 2, 8), lo que puede comprobarse
empíricamente en las tribus de América.
Sólo el aumento de las riquezas y de las posesiones individuales puede explicar el porqué se
constituye un gobierno: en base a la utilidad que reporta la defensa de la propiedad privada y la
consiguiente administración de la "justicia". No hay contrato alguno que fundamente la
legitimidad del gobierno, sino sólo la utilidad que se "siente" que aporta la existencia de tal
gobierno. En consecuencia, la obediencia o la sumisión al gobierno establecido no tiene otro
fundamento que la utilidad que reporta, cesando la obligación de obediencia cuando
desaparezca el beneficio o interés de la misma
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