UNA MENTE SINIESTRA TRAS BAMBALINA. Problemática del autor intelectual en el delito de Homicidio por Mandato Por: Prof. Dr. ELVIS JORGE ALCALDE MUÑOZ1 SUMARIO: 1.- Introducción y problemática. 2.- El delito de Homicidio por Mandato. 2.1- Concepto. 2.2- Análisis dogmático del delito de Homicidio por Mandato. 3.- Autoría y Participación en el delito de Homicidio por Mandato. 3.1- Ideas básicas. 3.2- El problema del Mandante. 4.Análisis de Teorías. 4.1- El Mandante como Autor directo. 4.2- El Mandante como Autor mediato. 4.3- El Mandante como coautor. 4.4- El Mandante como partícipe. 5.Reflexiones finales. Referencias Bibliográficas. 1.- INTRODUCCIÓN Y PROBLEMÁTICA. La tarea de calificar a un individuo como autor o partícipe de un crimen ha causado cierta polémica entre los tratadistas del campo jurídico penal, debido a la existencia de múltiples formas de consumar un hecho delictivo, y con mayor razón si el crimen en cuestión es el Homicidio, ya que se afecta un bien jurídico de suma trascendencia para la persona como lo es la vida humana. Desde tiempos lejanos, la historia religiosa nos narra la forma en que Caín mató a su hermano Abel, pero no menos sorprendente es el relato épico por 1 Doctor en Derecho y Ciencia Política por la Universidad Nacional Mayor de San Marcos. Magíster en Derecho con mención en Ciencias Penales por la misma casa de estudios. Abogado por la Universidad Nacional Federico Villarreal. Actualmente se desempeña como Asesor legal y Docente universitario en Derecho Penal. 1 el cual Aquiles victimó a sus enemigos en enfrentamientos públicos, duelos o batallas. El asesinato del emperador Julio César a manos de sus enemigos políticos conmocionó el mundo romano, y en tiempos más recientes la muerte sorpresiva del presidente de los Estados Unidos John F. Kennedy son motivos de investigaciones criminológicas de interés. En cualquier caso el asesinato constituye un hecho que desde tiempos remotos ha ido marcando la evolución humana, y que nos es relatada por historiadores, literatos, cronistas y criminólogos. Sin embargo con el pasar de las épocas, las formas de acabar con la vida de una persona han ido variando de manera considerable. Existen asesinatos violentos, con insidia, ferocidad, hasta genocidios como el ocurrido durante la segunda guerra mundial. En este sentido, si bien es cierto el hombre tiene grandes dosis de bondad, también puedo reconocer en él tanta maldad como imaginación, y usa este ingenio para cumplir sus objetivos, y en ciertos casos consumar un delito con grandes señales de perfección, asegurando su impunidad. No es extraño saber que los jefes de organizaciones criminales ya no aprietan el gatillo de un arma en ningún caso, sino que utilizan a otras personas dentro de su estructura para asesinar a los llamados “elementos indeseables” de su organización, generalmente por venganza. Esto es lo que tradicionalmente conocemos como ajuste de cuentas. En estos casos el mando-dirigente de donde sale la orden delictiva se le denomina autor mediato por dominio de organización 2, ya que estos aparatos criminales son de gran tamaño, rígidos y verticales, con muchos estamentos por donde pasa la orden criminal. Incluso, el jefe de la organización en la gran mayoría de casos ni siquiera se entera quien ejecutó su directiva, ya que sólo se interesa por el resultado. En el presente artículo, nos interesa tocar una modalidad criminal de asegurar el delito un tanto parecida a la previamente citada, pero con ciertas 2 Vid. ROXIN, Claus. Conferencia - La Autoría Mediata por Dominio en la Organización - dictada entre el 6 y el 7 de noviembre 2002 en la Universidad de Lusíada de Lisboa (Portugal). Publicada en “Problemas Actuales de Dogmática Penal”, Lima, 2004, pp. 223 – 226 (Traducción del Dr. Manuel A. Abanto Vásquez). 2 particularidades. Se trata del Homicidio por mandato o recompensa, en la que no hay de por medio una organización criminal, donde no hay un sistema de engranaje, no hay jerarquías (verticalidad), por el contrario el número de intervinientes en el hecho es reducido, y la relación es horizontal - directa entre autor intelectual y ejecutante. En el delito de Homicidio por mandato básicamente intervienen 3 actores: 1) El Autor intelectual (a quien en adelante llamaremos mandante), 2) El ejecutor (sicario), y 3) La víctima u objetivo. Ya sabemos que el ejecutor va a recibir una penalidad como autor del delito de Homicidio calificado (por mandato, recompensa o lucro), pero es importante tomar una posición sobre el tipo de calificación que le corresponde al mandante, ¿Dónde queda encasillado el mandante?, ¿A título de qué responde?, ¿Acaso es autor propiamente dicho, autor mediato, partícipe o se trata de coautoría?. Para efectos de calificación y de pena a aplicar analizaremos dogmáticamente a que rubro pertenece el mandante por su accionar especial, oculto, y detrás del ejecutor. 2.- EL DELITO DE HOMICIDIO POR MANDATO. 2.1- CONCEPTO. Como ha ocurrido siempre, en la mayoría de ordenamientos jurídicos penales, el asesinato u homicidio con circunstancias agravantes recibe un mayor reproche y valoración negativa por parte de la comunidad hacia el autor y su hecho delictivo, precisamente por la forma particular en que se lleva a cabo este crimen. El delito de Homicidio por mandato tiene esa peculiaridad del acuerdo previo, de la conspiración y trama oculta. A este delito también se le conoce como Homicidio por lucro, precio o recompensa, y básicamente supone la existencia de un entendimiento, un acuerdo previo entre el mandante del homicidio y el ejecutor. Así también el mandato (orden) debe ser claro, expreso y por lo general oneroso (existencia de un beneficio concreto). 3 En cuanto al precio, concordamos con Bramont-Arias Torres en que es suficiente con el acuerdo de un precio o beneficio, no siendo necesario que el sicario haya recibido la cantidad íntegra ni una parte de lo estipulado. 3 Por lo general, en este tipo de modalidad delictiva el mandante es cercano a la víctima, ya sea por una relación amorosa, familiar o simplemente una amistad previa. Lo cierto es que conoce los movimientos, itinerario, costumbres y características significativas de la víctima. Información desde luego que es otorgada al sicario. 2.2- ANÁLISIS DOGMÁTICO DEL DELITO DE HOMICIDIO POR MANDATO. Los homicidios con agravantes, v.gr. la existencia de mandato, ferocidad, alevosía, placer, etc. siempre reviste un mayor grito de justicia por parte de la sociedad. En virtud a ello, en el artículo 108 del Código Penal peruano de 1991 bajo una perspectiva de otorgar un mayor ámbito de protección al bien jurídico vida humana independiente4 se procede a reprimir severamente al homicidio calificado – asesinato. Así, el homicidio por mandato se señala explícitamente en el inciso 1 del artículo 108 al señalar: “Será reprimido con pena privativa de libertad no menor de quince años, al que mata a otro, concurriendo cualquiera de las circunstancias siguientes: 1. Por ferocidad, por lucro o por placer; El tipo penal al señalar “el que mata a otro…. por lucro….” hace alusión al Homicidio por mandato, en el fundamento de que un individuo cuando contrata o acuerda con un sicario para que mate a un tercero, definitivamente este ejecutor va a solicitar algún beneficio v.gr. dinero en 3 Al respecto, Vid. BRAMONT-ARIAS TORRES, Luis A. “Manual de Derecho Penal – Parte Especial”, Lima, 1996, p. 53. 4 Al respecto, BRAMONT-ARIAS TORRES señala: “Ante diversidad de opiniones, se considera más acertado el criterio de la percepción visual como límite mínimo de la vida humana independiente, entendiéndose por tal, la posibilidad de apreciar en la fase de alumbramiento del parto a la persona una vez comienza a salir del claustro materno. En conclusión, toda esta diferenciación es sumamente importante por lo siguiente: cuando se acabe con una vida humana independiente estaremos ante un delito de homicidio, parricidio, asesinato, infanticidio u homicidio por piedad, según corresponda; y cuando se acabe con una vida humana dependiente, estaremos ante un delito de aborto. Estos criterios sirven para marcar cuándo estamos ante un delito de aborto y cuándo ante un delito contra la vida humana independiente.” BRAMONT-ARIAS TORRES, Luis A. Ibid, p. 41. 4 efectivo, bienes o una posición ventajosa para él. Para este caso, nuestra legislación ha tomado la denominación jurídica de Homicidio por lucro para referirse al Homicidio por mandato. En esta misma línea, el desvalor del homicidio por mandato se da por 2 hechos significativos: primero: la actuación alevosa del mandante de ocultarse tras un telón, y enviar un mensajero de la muerte a eliminar al objetivo, y en segundo término: el acuerdo previo entre ambos personajes, este tinglado que se arma para planear el crimen y que prácticamente en todos los casos existe una promesa de beneficio real para el sicario. Con respecto al sicario, Villavicencio Terreros señala lo siguiente: “Uno de los motivos más bajos e innobles que puede albergar un hombre para segar la vida de otro es la codicia, o el deseo de lucro; aquélla no radica solamente en el deseo de obtener dinero o bienes con el hecho, sino en el deseo de sacar provecho desmedido.”5 Así también el delito de homicidio por mandato constituye un delito de resultado instantáneo, ya que la infracción se consuma en el instante en que el sicario mata a la víctima, no antes, porque si no sería una mera tentativa. De otro lado, en cuanto a la tipicidad objetiva, tanto los sujetos activos como el pasivo (víctima) pueden ser cualquier persona, ya que finalmente el comportamiento consiste en quitar la vida a una persona. Esta modalidad delictiva se comete básicamente por acción, aunque también podría admitirse en ciertos casos la omisión impropia v.gr. si el mandante llega a un acuerdo con un médico que trata a la víctima en cuidados intensivos, y finalmente el galeno deja de lado su posición de garante frente a su paciente (víctima), no aplicándole la medicina que pudo seguir manteniéndole con vida. El bien jurídico protegido indudablemente es la vida humana independiente, es decir aquella vida que ya ha comenzado a salir del vientre materno. En el homicidio por mandato se requiere necesariamente el dolo, es decir conciencia y voluntad de realizar el delito. 5 VILLAVICENCIO TERREROS, Felipe. “Delitos de Homicidio”, Lima, 1991, p. 52. 5 3.- AUTORÍA Y PARTICIPACIÓN EN EL DELITO DE HOMICIDIO POR MANDATO. 3.1- IDEAS BÁSICAS. Imaginemos el siguiente acontecimiento: Juan y Pedro están desesperados debido a que van a ser desalojados de su habitación por adeudar una suma de dinero considerable por concepto de alquiler y por vencimiento de contrato. María, propietaria del edificio, ya ha tomado la decisión de demandar civilmente la restitución del inmueble a los precitados inquilinos. Juan y Pedro en su afán de evitar a toda costa la inminente demanda deciden asesinar a María, y para ello contactan a 3 amigos: Rolo, Pacho, y Lucho. El día del crimen, Juan y Pedro citan a María en su habitación supuestamente para pagarle los meses de alquiler adeudados, sin embargo en un descuido, Juan golpea fuertemente la cabeza de María, y acto seguido Pedro la acuchilla a la altura del hígado. Como resultado María fallece minutos después. De inmediato Rolo y Pacho envuelven el cuerpo de la víctima con una sabana, y la cargan hasta la puerta del edificio. Enseguida con mucho cuidado sacan el cuerpo hasta la vereda de la calle principal. Aquí se encuentra Lucho al volante de una camioneta. Entre los 5 amigos suben el cuerpo de la occisa a la parte posterior del vehículo, y Lucho finalmente los conduce hasta un descampado donde entierran el cuerpo sin vida de María. Lo precitado describe la secuencia detallada de un crimen en la que intervienen varios agentes desde el comienzo de la ejecución hasta el agotamiento del delito. En estos casos es necesario determinar quienes tienen responsabilidad de autor (dominando el hecho), y quienes sólo ayudaron al autor lo que en buena cuenta constituiría participación en un hecho ajeno. Importante distinción ya que en la práctica la pena también difiere considerablemente. De ahí que tenemos el siguiente esquema: 6 INMEDIATO O DIRECTO INTERVINIENTES EN UN HECHO AUTOR MEDIATO O INDIRECTO COAUTORÍA DELICTIVO PRINCIPAL CÓMPLICE PARTÍCIPES SECUNDARIO INSTIGADOR Analizando el esquema precedente, el autor del delito es aquél que tiene una intervención determinante en la ejecución y resultado del evento, dominando en todo momento los acontecimientos. Así también como lo señala Bramont-Arias Torres “los términos autor y sujeto activo no deben confundirse, el primero implica la idea de responsabilidad criminal por el hecho, el segundo sólo implica que el sujeto ha realizado la acción típica.” 6 Anotación importante porque en muchas ocasiones el sujeto activo no tiene responsabilidad penal de autor porque su accionar típico tuvo v.gr. una causa de justificación como lo es la legítima defensa. De otro lado, los partícipes auxilian o colaboran en el hecho del autor, ya que sólo prestan la ayuda que según sea de importancia o no se determinará su calidad de cómplice primario o secundario y la penalidad respectiva. El Instigador también es una modalidad de partícipe, aunque su incursión es básicamente antes de la ejecución, como sembrador de la idea criminal. Hay que precisar que la autoría a que se refiere el artículo 23 del Código penal peruano puede ser dolosa o culposa, a diferencia de los partícipes (participación) que sólo intervienen dolosamente y se verifica cuando existe autoría dolosa. Asimismo no debemos confundir dominio del hecho con dolo, ya que ésta es una figura subjetiva mucho más amplia que aquella. El dolo puede estar presente tanto en autores como en partícipes, mientras que el dominio del 6 BRAMONT-ARIAS TORRES, Luis Miguel. “Manual de Derecho Penal - Parte General”, Lima, 2005, p. 397. 7 hecho necesariamente sólo se presenta en los autores o coautores como elemento principal y determinante en la comisión de un evento delictivo. 7 En lo personal, abrazo esta postura ya que me inclino por la teoría del dominio del hecho en la autoría. 3.2- EL PROBLEMA DEL MANDANTE. No existe problema en la calificación del sicario porque ejecuta directamente el hecho, y finalmente es catalogado como autor de Homicidio calificado por lucho, pero distinta es la situación del mandante. Esta persona actúa escondida, sin aparecer físicamente en la escena del crimen, lo que por supuesto ofrece una mayor dosis de impunidad, y de ser el caso barajar una coartada eficaz. En consecuencia, nos preguntamos lo siguiente: ¿Tiene el mandante la misma responsabilidad penal que el ejecutor del delito. Qué calificación penal le corresponde al mandante?, y ¿Qué penalidad le corresponde?. 4.- ANÁLISIS DE TEORÍAS. 4.1- EL MANDANTE COMO AUTOR DIRECTO. La autoría directa es una categoría ligada sin lugar a dudas a la ejecución inmediata o comisión de primera mano, por lo que se requiere que el autor realice el hecho materialmente, encontrarse en el lugar de los acontecimientos (escena del crimen) para la ejecución del delito.8 Sin embargo la característica del mandate es distinta, constituye un aporte intelectual en el hecho, un aporte que dicho sea de paso es decisivo y determinante que no deja lugar a duda de que sin él no se podría realizar el delito. El mandante, pues, no se encuentra en el lugar del delito ya que precisamente su función es enviar a otro a realizar el “trabajo” por él. Como vemos el mandante ofrece un aporte netamente psicológico trascendente, es por ello que no podría ser considerado autor directo del crimen. 7 Al respecto Vid. ZAFFARONI, Eugenio Raúl. “Teoría del Delito”, Buenos Aires, 1973, p. 636. En este sentido, de manera extensa Vid. STRATENWERTH, Gunter. “Derecho Penal – Parte General, I El Hecho Punible”, Madrid, 1982, pp. 222-227 (Traducción de Gladys Romero). 8 8 4.2- EL MANDANTE COMO AUTOR MEDIATO. El autor mediato es aquél que no realiza directa y personalmente el delito, sino que se sirve de otra persona (instrumento) que es no responsable. Como lo señala Cobo Del Rosal y Vives Anton “La naturaleza de autoría que caracteriza la conducta del autor mediato aparece con claridad en aquellas hipótesis en que el instrumento, si bien lleva a cabo el sustrato material del tipo, no realiza el injusto típico; en tales casos no puede haber sino un autor, que es el autor mediato.”9 Básicamente el instrumento no va a tener responsabilidad por el hecho, porque el instrumento puede obrar por fuerza física irresistible producida por el autor mediato v.gr. Juan le da un fuerte empellón a Pedro, y consigue que éste con su humanidad rompa un jarrón costoso de una tienda de cristalería, siendo desde luego el ánimo de Juan el de perjudicar dolosamente el negocio del propietario. La violencia ejercida sobre Pedro elimina el concepto jurídico penal de acción, debiendo tomarse a Pedro como un simple instrumento que no va a ser finalmente responsable. Aquí, el responsable penal y autor mediato es Juan. El instrumento puede actuar por error que ha sido producido por el autor mediato v.gr. aquel miembro policial que recibe una queja de un pasajero de microbús y hace que este policía detenga al chofer por supuestamente correr a excesiva velocidad y agresión verbal cuando no era cierta la infracción. En este caso el policía vendría a ser el instrumento. El instrumento puede ser también un incapaz, tanto por ser menor de edad como una persona con mayoría de edad pero demente (inimputable). El instrumento también puede obrar coaccionado, o amenazado seriamente, es decir no va a existir libertad al momento de su accionar. Por el contrario, el mandante acuerda con el ejecutor la forma y circunstancias de cómo este último va a llevar a cabo el crimen. Aquí el 9 COBO DEL ROSAL, M. y VIVES ANTON, T.S. “Derecho Penal – Parte General”, Valencia, 1990, p. 574. 9 ejecutor tiene plena conciencia, voluntad y libertad de lo que va a hacer, por lo que va a ser responsable a título de autor directo por el hecho. Entonces, técnicamente, el ejecutor (sicario) no es un instrumento (no responsable), sino un autor propiamente dicho, y aquí radica la gran diferencia entre la figura del mandante-ejecutor y autoría mediata. Otro detalle importante es que el autor mediato tiene un dominio de la voluntad sobre el instrumento, precisamente porque éste incurre en error, está coaccionado, es menor de edad, es demente, etc, mientras que el mandante ejerce un dominio funcional en el hecho, es decir éste tiene un aporte material en la fase preparatoria y psíquico (hasta la misma ejecución del acto) de suma importancia y decisivo. En consecuencia, desde mi punto de vista el mandante tampoco puede ser calificado como autor mediato. 4.3- EL MANDANTE COMO COAUTOR. La coautoría es una categoría que refiere la división de funciones de índole trascendental en la comisión del delito. Precisamente coautor quiere decir más de un autor, y todos ellos deben verificar un aporte de importancia y de dominio del hecho para que se produzca el resultado criminal. En la coautoría se requiere básicamente de dos elementos: a) La decisión común (previo acuerdo de voluntades), y b) La realización en común del hecho.10 De esta manera, se requiere que antes del evento criminal los coautores se hayan puesto de acuerdo en la forma y detalles de cómo van a perpetrar el delito. Y, después los coautores tienen que ejecutarlo en conjunto, obrando con ánimus auctoris, es decir, con una voluntad de realización del delito, dominando el hecho. Comúnmente se puede pensar que el mandante como organizador del evento criminal, su participación se verifica solamente en la fase de preparación del delito más no materialmente durante su ejecución y por ello su responsabilidad sería menor, sin embargo el aporte que hace al hecho es 10 En este sentido, Vid. STRATENWERTH, Gunter. Op. cit., p. 248. 10 de trascendencia no sólo en la fase preparatoria sino aún después en la fase ejecutiva ya que su influencia psíquica va a estar presente en el autor material. Esto es así, porque el mandante va a estar pendiente de los acontecimientos en la fase ejecutiva. Es muy común el monitoreo que hace vía telefónica porque urge saber si se llevó a cabo y con éxito el delito, eliminando al objetivo. De esta manera el mandante actualiza su dominio del hecho en la etapa ejecutiva con la presión psicológica que ejerce en el sicario, y como lo señala Jescheck lo correcto es dar cabida dentro de la coautoría tanto a la ejecución de propia mano de algún acto típico, como el tomar, parte importante y decisiva en el plan global de ejecución, pues basta esto para compartir la realización del hecho.11 Así también Muñoz Conde señala textualmente lo siguiente “la figura de la coautoría, se adopta mejor que otras categorías de autoría y participación a algunas formas de realización del delito, en las que el cerebro o principal responsable no está presente en la ejecución. La coautoría, también reconocida ahora expresamente en el art. 28 del Código penal español, es la realización conjunta de un delito por varias personas que colaboran consciente y voluntariamente. Tradicionalmente se exige dos requisitos: un acuerdo de voluntades y la intervención de todos los coautores en la ejecución del delito. Para mi juicio, dentro de la coautoría debe distinguirse entre coautoría ejecutiva, total o parcial, y coautoría en la que alguno de los coautores, a veces los más importantes, no están presentes en la ejecución del delito. Si el fundamento de la coautoría es el llamado dominio funcional del hecho, lo importante no es ya solamente la intervención en la ejecución del delito, sino el control o dominio del hecho que un individuo tenga, aunque no esté presente en su ejecución.”12 11 En este sentido, Vid. JESCHECK, Hans-Heinrich. “Tratado de Derecho Penal – Parte General”, Barcelona, 1981, pp. 944, 945 y 952 (Traducción de S. Mir Puig y F. Muñoz Conde). 12 MUÑOZ CONDE, Francisco. “Derecho Penal – Parte General”, Valencia, 1993, p. 390. // En este sentido, algunas jurisprudencias en: ROJAS VARGAS, Fidel. “Jurisprudencia Penal y Procesal Penal”, Lima, 2002, p. 406 – 410. 11 En esta línea comentando a Roxin, Ezaine Chávez señala lo siguiente: “La coautoría se trata de un co-dominio funcional del hecho, o dicho en términos de ROXIN, se trata de un dominio funcional del hecho en el sentido de que cada uno de los coautores tiene en sus manos el dominio del hecho a través de una parte que le corresponde en la división del trabajo. Tal es el caso del organizador del plan delictivo que se reserva una parte no ejecutiva en la realización efectiva del hecho, y es calificado como coautor si manifiesta su labor de dirección y organización del hecho.”13 En nuestra opinión, el mandante sí tendría un co-dominio funcional del hecho conjuntamente con el ejecutor material, y se circunscribe tanto en la etapa preparatoria y también en la etapa ejecutiva con su control y presencia mental. 4.4- EL MANDANTE COMO PARTÍCIPE. La característica de los cómplices (primario o secundario) es que colaboran en un hecho delictivo ajeno. Si bien es cierto en ellos hay dolo, no conllevan en sí ánimus auctoris por lo que solo son meros colaboradores a fin de que se lleve a cabo el delito. Algunos tratadistas ubican al mandante como cómplice primario debido a que existe una colaboración importante en el hecho de otro, y no está presente físicamente en el teatro de operaciones. Sin embargo, no soy de ese criterio en virtud de que el cómplice no actúa como autor, no domina el hecho en sí, sino que colabora, mientras que el mandante tiene un rol esencial que lo hace intervenir con total dominio funcional del hecho. El mandante da la información, proporciona los detalles de la víctima (objetivo), brinda las características físicas, lugar de domicilio, aficiones, situaciones de vulnerabilidad, elabora el clima propicio, y además tiene el poder de detener la ejecución del delito con una señal o llamada telefónica al ejecutor, y por último le va a pedir cuentas a éste por la culminación del “trabajo” para efectos de cancelar el precio o beneficio prometido. 13 EZAINE CHAVEZ, Amado. “El Proceso Ejecutivo del Delito, Autoría y Participación”, Lima, 1997, p. 226. 12 En consecuencia, en mi opinión, la intervención del mandante es de trascendencia y con total dominio funcional del evento delictivo. Así también se ha esbozado la tesis de que el mandante es instigador, calificación que ha sido recogida por no pocos tratadistas. Instigación en buena cuenta es básicamente hacer surgir la idea en el autor de cometer el delito, no tomando parte en el dominio del hecho mismo. Como dice Jescheck “el inductor solamente posee voluntad de partícipe y no de autor. La inducción es siempre una influencia espiritual al autor mediante conexión, no bastando para la estimación de inducción el procuramiento de una ocasión favorable que pueda suponer una tentación para el autor”14 La instigación es un medio psíquico indirecto que consiste en sembrar en otro la idea delictiva, pero que el instigante no tenga el dominio de los acontecimientos, porque sino ya caería en el acuerdo con el autor, en el contubernio, lo cual traspasaría los linderos de la instigación para pasar a tener dominio funcional del hecho (ánimus auctoris), y se convertiría en coautor. En cambio el mandante, definitivamente no está colaborando en un acto ajeno, en realidad el hecho es suyo, existe en él un ánimus auctoris que lo hace ser el protagonista clave del crimen. Otro detalle importante lo constituye el medio del cual se sirve el instigador para hacer surgir la idea delictiva, y que los doctrinarios asumen diversas fórmulas, como lo señala Ezaine Chávez “Por nuestra parte creemos que las formas que puede asumir la instigación son muy variadas desde las promesas de recompensas, pago, presiones psíquicas, cruzar apuestas, riesgos y conjuros, burlarse de los escrúpulos de a gente, etc.”15, es decir cualquier tipo de condicionamiento que decida finalmente al instigado a cometer el delito. Posiciones que respetamos, pero no comparto en su totalidad, ya que la naturaleza misma de la instigación es sembrar la idea criminal, sin 14 15 JESCHECK, Hans-Heinrich. Op. cit., p. 957. EZAINE CHAVEZ, Amado. Op. cit., p. 238. 13 condicionamiento explícito, NO PACTAR por dinero o promesa de pago la comisión de un delito, porque sino ya se estaría hablando de un instigador con ánimus auctoris lo que no sería técnicamente aceptable. En definitiva, la naturaleza jurídica de un partícipe es distinta a la del autor o coautor, es por ello que en la práctica judicial es raro que reciban a misma penalidad. La intervención del mandante es de trascendencia ya que organiza, es el que propicia todo el escenario, que si bien no ejecuta materialmente, tiene el dónde, el cómo y el cuándo se va a realizar el delito, precisamente por el monitoreo del hecho y que lo hace en todo instante. 5.- REFLEXIONES FINALES. A continuación expresaremos algunas reflexiones finales: PRIMERO: SOBRE LA CONCEPCIÓN MODERNA DE AUTORÍA: Debo expresar mi aprobación a la diferenciación que se hace en gran parte de la doctrina entre autoría y participación en un delito, ya que separa a los agentes que intervienen con mayor intensidad de otros que lo hacen en menor grado en el ilícito, y así permite la aplicación de una pena más justa según el grado de intervención. En cuanto a la definición de autoría, es importante acoger una visión más permisiva, ya que en el mundo moderno de hoy, con la informática y el internet, los delincuentes actúan encubiertos, no dan la cara abiertamente para cometer sus crímenes, v.gr. los casos de pederastia, hurtos y estafas informáticos, y el mismo delito analizado en el presente artículo. Por ello el autor tiene que ser aquel que siempre domina el hecho delictivo con tal intensidad que es su hecho, aunque no lo haya ejecutado muscularmente. SEGUNDO: SOBRE LA CALIFICACIÓN DEL MANDANTE: En definitiva, el mandante constituye coautor de Homicidio por mandato conjuntamente con el sicario, ya que interviene decisivamente en la fase preparatoria, armando el esquema del crimen, organizando detalles, contratando al sicario, dándole información sobre la víctima, pagándole o prometiendo un 14 pago por el “trabajo”. Y en la fase ejecutiva el mandante si bien no está físicamente en el escenario del crimen, sí actualiza su dominio funcional del hecho con la presencia mental sobre el ejecutor ya que en cualquier momento con una llamada telefónica puede hacer que éste abandone o acelere el asesinato (monitoreo del hecho). Y, finalmente, después del hecho, el mandante va a exigir cuentas al sicario sobre los detalles y el cumplimiento del encargo. TERCERO: SOBRE LA EQUIPARACIÓN DE PENAS: Soy de la opinión que en ningún caso el instigador y el cómplice primario deben tener la misma penalidad que los autores o coautores de un delito, sin embargo nuestra legislación penal toma ese criterio de equiparación. Por lo demás es saludable que los Tribunales de Justicia apliquen penas disimiles, tomando en cuenta un criterio de graduación en la intensidad de la intervención en el hecho. Lo importante claro está es hacer la delimitación de la actuación de los agentes en el hecho de la forma más precisa. CUARTO: SOBRE LA DENOMINACIÓN DE “HOMICIDIO POR LUCRO”: Nuestro Código penal actual para referirse al Homicidio por mandato hace referencia al “Homicidio por Lucro”, sin embargo el lucro hace alusión a un móvil de ganancia económica básicamente, y puede darse el caso en que el encargo no tenga en el sicario una motivación lucrativa, sino v.gr. sólo la venganza. Por lo general es lucrativo, pero puede haber excepciones como la precitada. En virtud a ello creo conveniente que la denominación más correcta sería Homicidio por mandato o encargo. QUINTO: SICARIATO VÍA INTERNET: Hoy en día los delincuentes sicarios se anuncian vía internet, a fin de ofrecer sus servicios a determinados precios. Para ello en muchos casos dan su correo electrónico o números de teléfono para que sean contactados. Sin embargo la legislación penal en la gran mayoría de países de la región ha sido tomada por sorpresa sobre las 15 tentativas y delitos que se cometen por la web. Precisamente este medio de comunicación permite que el potencial delincuente permanezca oculto mientras maquina sus ilícitos. Por ello es necesario que las legislaciones penales aborden los temas de delitos informáticos con más detalle. Asimismo urge una política social de prevención en cuanto al uso de las modernas tecnologías y su aplicación oportuna y moderada. 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Madrid – España, 1996. 5.- CASTILLO ALVA, José Luis. “El Homicidio”, Gaceta Jurídica S.A., Lima – Perú, 2000. 6.- COBO DEL ROSAL, M. y VIVES ANTÓN, T.S. “Derecho Penal – Parte General”, Editorial Tirant lo Blanch, 3era edición corregida y actualizada, Valencia – España, 1990. 16 7.- EZAINE CHAVEZ, Amado. “El Proceso Ejecutivo del Delito, Autoría y Participación”, Ediciones Jurídicas Lambayecanas – Editora FECAT E.I.R.L., Lima – Perú, 1997. 8.- GÓMEZ BENÍTEZ, José Manuel. “Teoría Jurídica del Delito. 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Muñoz Conde – Directores del Dpto. de Derecho Penal de la Universidad de Barcelona y de Cádiz respectivamente). 11.- MUÑOZ CONDE, Francisco. “Derecho Penal – Parte General”, Tirant lo Blanch, Valencia – España, 1993. 12.- PEÑA CABRERA, Raúl. “Tratado de Derecho Penal – Estudio Programático de la Parte General”, Editora Jurídica Grijley E.I.R.L., 2da edición, Lima – Perú, 1995. 13.- QUINTERO OLIVARES, Gonzalo. “Derecho Penal – Parte General”, reimpresión de la 2da edición, Editorial Marcial Pons, Madrid – España, 1992. 14.- ROJAS VARGAS, Fidel. “Jurisprudencia Penal y Procesal Penal (1999 – 2000). Jurisprudencia Penal: 17 Parte General y Parte Especial/Jurisprudencia Procesal Penal”, IDEMSA Importadora y Distribuidora Editorial Moreno S.A., Lima – Perú, 2002. 15.- ROXIN, Claus. Conferencia - La Autoría Mediata por Dominio en la Organización - dictada entre el 6 y el 7 de noviembre 2002 en la Universidad de Lusíada de Lisboa (Portugal). Publicada en “Problemas Actuales de Dogmática Penal”, ARA Editores E.I.R.L., Lima - Perú, 2004 (Traducción del Dr. Manuel A. Abanto Vásquez – Universidad Nacional Mayor de San Marcos). 16.- STRATENWERTH, Gunter. “Derecho Penal – Parte General, I El Hecho Punible”, EDERSA Editoriales de Derecho Reunidas S.A., Madrid España, 1982 (Título Original en alemán: Strafrecht, Allgemeiner Teil I Die Straftat., 2da edición, 1976; Traducción de Gladys Romero – Profesora de la Universidad Complutense de Madrid). 17.- VILLAVICENCIO TERREROS, Felipe. “Delitos de Homicidio”, GIOS Editores, Lima – Perú, 1991. 18.- ZAFFARONI, Eugenio. “Criminología”, Editorial Temis, Bogotá – Colombia, 1988. 19.- ZAFFARONI, Eugenio. “Teoría del Delito”, EDIAR S.A. Editora Comercial Industrial y Financiera, Buenos Aires – Argentina, 1973. 18