INFORME NÚM. 340 INTERPRETACIÓN DEL ARTÍCULO 82.3 DEL ESTATUTO DE LOS TRABAJADORES EN RELACIÓN CON EL ARTÍCULO 32 (PÁRRAFOS 2º Y 3º) DEL ESTATUTO BÁSICO DEL EMPLEADO PÚBLICO Elaborado a instancia de parte por los profesores María Emilia Casas Baamonde y Juan Carlos García Quiñones en el marco del convenio de asesoramiento UGT y UCM. Marzo 2014 1 INTERPRETACIÓN DEL ARTÍCULO 82.3 DEL ESTATUTO DE LOS TRABAJADORES EN RELACIÓN CON EL ARTÍCULO 32 (PÁRRAFOS 2º Y 3º) DEL ESTATUTO BÁSICO DEL EMPLEADO PÚBLICO SUMARIO: 1. Objeto de la consulta 2. Interpretación del artículo 82.3 del Estatuto de los Trabajadores en conexión con el artículo 32 (párrafos 2º y 3º) del Estatuto Básico del Empleado Público 2.1. Desde una caracterización general negociación colectiva dentro del sector público 2.2. A partir del análisis Estatuto de los Trabajadores del artículo de la 82.3 del 2.3. A partir del análisis del artículo 32 (párrafos 2º y 3º) del Estatuto Básico del Empleado Público 3. Conclusiones 1. OBJETO DE LA CONSULTA El presente Informe tiene como objeto resolver el problema jurídico que se plantea respecto al personal laboral de las Administraciones Públicas, según la definición de las mismas que contiene el artículo 3.2 del Real Decreto-Legislativo 3/2011,de 14 de noviembre, por el que se aprueba el texto refundido de la Ley de Contratos del Sector Público, una vez que al personal del resto del Sector Público, conforme refiere el artículo 3.1 del Texto legal citado, no le resulta de aplicación el Estatuto Básico del Empleado Público (en adelante EBEP). Como se sabe, el artículo 82.3 del ET regula, con carácter general, la inaplicación de determinadas materias del convenio colectivo en el supuesto de que concurran circunstancias de carácter económico, organizativo, técnico o de producción, y así queden acreditadas, a cuyos efectos establece un determinado procedimiento de consultas con la representación legal de los trabajadores. Precepto cuya redacción actual, según dispone el apartado cinco del artículo 9 de la Ley 1/2014, de 28 de febrero, para la protección de los trabajadores a tiempo parcial y otras medidas urgentes en el orden económico y 2 social (BOE siguiente: 1 marzo, vigencia 2 marzo 2014), es la “3. Los Convenios colectivos regulados por esta ley obligan a todos los empresarios y trabajadores incluidos dentro de su ámbito de aplicación y durante todo el tiempo de su vigencia. Sin perjuicio de lo anterior, cuando concurran causas económicas, técnicas, organizativas o de producción, por acuerdo entre la empresa y los representantes de los trabajadores legitimados para negociar un convenio colectivo conforme a lo previsto en el artículo 87.1, se podrá proceder, previo desarrollo de un período de consultas en los términos del artículo 41.4, a inaplicar en la empresa las condiciones de trabajo previstas en el convenio colectivo aplicable, sea este de sector o de empresa, que afecten a las siguientes materias: a) Jornada de trabajo. b) Horario y la distribución del tiempo de trabajo. c) Régimen de trabajo a turnos. d) Sistema de remuneración y cuantía salarial. e) Sistema de trabajo y rendimiento. f) Funciones, cuando excedan de los límites que para la movilidad funcional prevé el artículo 39 de esta ley. g) Mejoras voluntarias de la acción protectora de la Seguridad Social. Se entiende que concurren causas económicas cuando de los resultados de la empresa se desprenda una situación económica negativa, en casos tales como la existencia de pérdidas actuales o previstas, o la disminución persistente de su nivel de ingresos ordinarios o ventas. En todo caso, se entenderá que la disminución es persistente si durante dos trimestres consecutivos el nivel de ingresos ordinarios o ventas de cada trimestre es inferior al registrado en el mismo trimestre del año anterior. Se entiende que concurren causas técnicas cuando se produzcan cambios, entre otros, en el ámbito de los medios o instrumentos de producción; causas organizativas cuando se produzcan cambios, entre otros, en el ámbito de los sistemas y métodos de trabajo del personal o en el modo de organizar la producción, y causas productivas cuando se produzcan cambios, entre otros, en la demanda de los productos o servicios que la empresa pretende colocar en el mercado. La intervención como interlocutores ante la dirección de la empresa en el procedimiento de consultas corresponderá a los 3 sujetos indicados en el artículo 41.4, en el orden y condiciones señalados en el mismo. Cuando el período de consultas finalice con acuerdo se presumirá que concurren las causas justificativas a que alude el párrafo segundo, y sólo podrá ser impugnado ante la jurisdicción social por la existencia de fraude, dolo, coacción o abuso de derecho en su conclusión. El acuerdo deberá determinar con exactitud las nuevas condiciones de trabajo aplicables en la empresa y su duración, que no podrá prolongarse más allá del momento en que resulte aplicable un nuevo convenio en dicha empresa. El acuerdo de inaplicación no podrá dar lugar al incumplimiento de las obligaciones establecidas en convenio relativas a la eliminación de las discriminaciones por razones de género o de las que estuvieran previstas, en su caso, en el Plan de Igualdad aplicable en la empresa. Asimismo, el acuerdo deberá ser notificado a la comisión paritaria del convenio colectivo. En caso de desacuerdo durante el período de consultas cualquiera de las partes podrá someter la discrepancia a la comisión del convenio, que dispondrá de un plazo máximo de siete días para pronunciarse, a contar desde que la discrepancia le fuera planteada. Cuando no se hubiera solicitado la intervención de la comisión o ésta no hubiera alcanzado un acuerdo, las partes deberán recurrir a los procedimientos que se hayan establecido en los acuerdos interprofesionales de ámbito estatal o autonómico, previstos en el artículo 83 de la presente ley, para solventar de manera efectiva las discrepancias surgidas en la negociación de los acuerdos a que se refiere este apartado, incluido el compromiso previo de someter las discrepancias a un arbitraje vinculante, en cuyo caso el laudo arbitral tendrá la misma eficacia que los acuerdos en período de consultas y sólo será recurrible conforme al procedimiento y en base a los motivos establecidos en el artículo 91. Cuando el período de consultas finalice sin acuerdo y no fueran aplicables los procedimientos a los que se refiere el párrafo anterior o estos no hubieran solucionado la discrepancia, cualquiera de las partes podrá someter la solución de la misma a la Comisión Consultiva Nacional de Convenios Colectivos cuando la inaplicación de las condiciones de trabajo afectase a centros de trabajo de la empresa situados en el territorio de más de una comunidad autónoma, o a los órganos correspondientes de las comunidades autónomas en los demás casos. La decisión de estos órganos, que podrá ser adoptada en su propio seno o por un árbitro designado al efecto por ellos mismos con las debidas garantías para asegurar su imparcialidad, habrá de dictarse en plazo no superior a veinticinco días a contar desde la fecha del sometimiento del conflicto ante dichos órganos. Tal decisión tendrá la eficacia de los acuerdos alcanzados en período de consultas y sólo será recurrible conforme al procedimiento y en base a los motivos establecidos en el artículo 91. El resultado de los procedimientos a que se refieren los párrafos anteriores que haya finalizado con la inaplicación de condiciones de trabajo deberá ser comunicado a la autoridad 4 laboral a los solos efectos de depósito”. Por su parte, el artículo 32 del Estatuto Básico del Empleado Público, bajo la rúbrica de “Negociación colectiva, representación y participación del personal laboral”, refiere literalmente en sus párrafos 2º y 3º cómo: “… Se garantiza el cumplimiento de los convenios colectivos y acuerdos que afecten al personal laboral, salvo cuando excepcionalmente y por causa grave de interés público derivada de una alteración sustancial de las circunstancias económicas, los órganos de gobierno de las Administraciones Públicas suspendan o modifiquen el cumplimiento de Convenios Colectivos o acuerdos ya firmados en la medida estrictamente necesaria para salvaguardar el interés público. En este supuesto, las Administraciones Públicas deberán informar a las Organizaciones Sindicales de las causas de la suspensión o modificación.” A partir del tenor literal de los preceptos transcritos, los solicitantes del presente Informe refieren una serie de interrogantes: - Acerca de la aplicación en régimen de concurrencia de ambos preceptos, de manera que cuando la causa del descuelgue sea económica resulte de aplicación el artículo 32 del EBEP, mientras que si es organizativa, técnica o de producción, sería de aplicación el artículo 82.3 del ET. - Sobre la posibilidad de verificar una aplicación en régimen de alternancia de ambos preceptos, de tal forma que al personal laboral le resulta de aplicación en su totalidad el artículo 82.3 del ET, mientras que cuando concurran las causas excepcionales de interés general, sería de aplicación el artículo 32 del EBEP. - O finalmente, si cabría colegir que lo previsto en el artículo 32 del EBEP resulta determinante para excluir la regulación que contiene el artículo 82.3 del ET, de modo que el único supuesto de inaplicación de un convenio para el personal laboral sería el que regula la primera de las normas citadas (artículo 32 del EBEP). Opción, solicitantes esta última, por del Informe, la la que se decantan los FSP-UGT, apelando a la 5 especificidad que establece el Estatuto Básico del Empleado Público sobre la materia controvertida (garantizando el cumplimiento de los convenios, salvo para ese supuesto concreto), de igual forma que se señala también la relación “especial” que configura el Estatuto Básico del Empleado Público con respecto al personal laboral de las Administraciones Públicas. 2. INTERPRETACIÓN DEL ARTÍCULO 82.3 DEL ESTATUTO DE LOS TRABAJADORES EN CONEXIÓN CON EL ARTÍCULO 32 (PÁRRAFOS 2º Y 3º) DEL ESTATUTO BÁSICO DEL EMPLEADO PÚBLICO En relación con los interrogantes planteados sobre el personal laboral de las Administraciones Públicas, a partir de la interpretación conjunta del artículo 82.3 del ET y el artículo 32, párrafos 2º y 3º, del EBEP, lo adelantamos ya, la respuesta que defendemos se corresponde, efectivamente, con los términos expuestos en la última de las opciones enumeradas por los solicitantes del Informe. Esto es, lo previsto en los párrafos 2º y 3º del artículo 32 del EBEP determina la exclusión de lo dispuesto en el artículo 82.3 del ET, de tal forma que el único supuesto de inaplicación de un Convenio para el personal laboral de las Administraciones Públicas sería el que contempla el citado artículo 32 del EBEP. Solución que supone descartar, por tanto, el resto de interpretaciones que se señalan en el escrito de solicitud de este Informe. Primero, en alusión a la posible aplicación conjunta de ambos preceptos –artículo 32 del EBEP y artículo 82.3 del ET-, de manera que cuando la causa del descuelgue sea económica se aplicaría el artículo 32 del EBEP, mientras que cuando fuera organizativa, técnica o de producción correspondería aplicar el artículo 82.3 del ET. Y en segundo lugar, sobre la posibilidad de validar asimismo una aplicación de ambos preceptos bajo una modalidad distinta a la prevista en la hipótesis precedente, según la cual al personal laboral le resultaría aplicable en su totalidad el artículo 82.3 del ET, si bien cuando concurrieran las causas excepcionales de interés general, sería de aplicación del artículo 32 del EBEP. Las razones para la desestimación de estas dos últimas interpretaciones citadas, reproduciendo básicamente las distintas opciones que refiere el escrito de solicitud del Informe, se explican a sensu contario por los argumentos jurídicos que entendemos confieren validez a la solución que defendemos, en línea también con la opción que sostienen asimismo los proponentes del Informe, en el sentido de que lo dispuesto en el artículo 32 del EBEP debe interpretarse 6 en clave alternativa y excluyente frente a lo previsto en el artículo 82.3 del ET, de suerte que el único supuesto de inaplicación de un Convenio para el personal laboral de las Administraciones Públicas sería el que contempla el primero de los preceptos citados (artículo 32 del EBEP). Los argumentos que sustentan semejante resultado, en orden a esa aplicación preferencial y excluyente del artículo 32 del EBEP, en detrimento de lo dispuesto en el artículo 82.3 del ET, pueden sistematizarse a partir de una caracterización general de los rasgos que cualifican la negociación colectiva dentro del sector público, con extensión también al personal laboral de las Administraciones Públicas; la inadecuación para la Administración Pública de los objetivos principales que persigue el legislador con ocasión de la reforma laboral a través de la Ley 3/2012, de 6 de julio, de medidas urgentes para la reforma del mercado laboral; o la existencia de mecanismos específicos en la Administración Pública como la posibilidad de disponer modificaciones presupuestarias, la fijación de topes legales con efectos a los convenios colectivos vigentes, o la propia instauración de un procedimiento general de inaplicación del convenio colectivo en los términos que señalan los párrafos 2º y 3º del artículo 32 del EBEP –argumento, este último, que constituye el motivo central de nuestro Informe-. Para afrontar, acto seguido, el análisis específico de los preceptos concernidos, esto es, el artículo 82.3 del ET y el artículo 32 –párrafos 2º y 3º- del EBEP. Argumentos, todos, que desarrollamos en los epígrafes que siguen a continuación. 2.1. Desde una caracterización general de la negociación colectiva dentro del sector público Con carácter general, como ha significado la doctrina, la mayor presencia de la negociación colectiva dentro del sector público, aunque parta de los principios generales de la negociación colectiva laboral, resulta materialmente imposible que se traduzca en una traslación mecánica y sin matices de la legislación laboral común, de manera que es justamente la intervención de la Administración, en su calidad de sujeto empleador y como parte negociadora, quien impone las especialidades notables que rodean a esta negociación colectiva. Se explica así que tanto los acuerdos y pactos celebrados para los funcionarios, como incluso los convenios colectivos firmados para el personal laboral al servicio de la Administración Pública, aparezcan sometidos a 7 especialidades significativas, derivación en muchos casos de los propios imperativos constitucionales (CRUZ VILLALÓN). En la misma línea, se ha señalado también la existencia de un cierto proceso de “funcionarización” cuando menos en el sistema negocial del personal laboral de la Administración, mientras que el correlativo proceso de “laboralización” de la negociación funcionarial se enfrenta con especialidades o peculiaridades que impiden una identificación plena con la que es propia del sector privado. Afirmaciones sustanciadas con invocación de una serie de elementos comunes que, de un lado, marcan la convergencia para el conjunto del personal –funcionarial o laboral- al servicio de la Administración Pública, al mismo tiempo que condicionan los puntos de desencuentro con la negociación colectiva desarrollada entre el personal laboral del sector privado. Elementos que entroncan con la existencia de unos principios constitucionales comunes (artículos 14, 35.1, 40 y 103.3 de la CE); el principio de legalidad administrativa; el carácter reglado de la actuación administrativa; la uniformidad de condiciones en la organización del trabajo; los procesos de ósmosis institucional; las prácticas de negociación unitaria; la centralización de decisiones; la tendencia a la sindicalización unitaria; o la limitación de los procedimientos de resolución de conflictos colectivos; (CRUZ VILLALÓN). Todavía bajo esa caracterización general, se han sistematizado asimismo elementos que corroboran la inadecuación, respecto de la Administración Pública, de los objetivos básicos perseguidos por el legislador con la reforma laboral a través de la Ley 3/2012, de 6 de julio, de medidas urgentes para la reforma del mercado laboral, como corroboran, en materia de negociación colectiva, cuestiones como la preferencia aplicativa absoluta del convenio colectivo de empresa (artículo 84.2 del ET); el descuelgue de condiciones pactadas (artículo 82.3 del ET); la modificación sustancial de condiciones de trabajo (artículo 41 del ET); o la pérdida de ultraactividad del convenio colectivo (artículo 86.3 del ET). De igual modo que la falta de adecuación de las reglas novedosas de la reforma laboral de 2012, en relación con el personal laboral de las Administraciones Públicas, se corresponde por lo demás con la existencia de mecanismos específicos en la Administración Pública, medidas que tienden a ser comunes tanto para funcionarios públicos como para contratados laborales, en alusión a materias concretas como la posibilidad de disponer modificaciones presupuestarias; la fijación de topes legales con efectos sobre los convenios vigentes; o, en lo que constituye el 8 objeto específico de nuestro Informe, la instauración de un procedimiento general de inaplicación del convenio colectivo en los términos que contempla la redacción vigente del artículo 32 –párrafos 2º y 3º- del EBEP. 2.2. A partir del análisis del artículo 82.3 del Estatuto de los Trabajadores Con carácter más específico, centrado el análisis ya respecto a la posibilidad de inaplicación del convenio colectivo de referencia para ese ámbito de aplicación, en los términos que refiere el artículo 82.3 del ET, con buen criterio se ha descartado el juego práctico de semejante figura en relación con el personal al servicio de las Administraciones Públicas, con base en los argumentos siguientes: a) Significando cómo el supuesto por excelencia del descuelgue se verifica ante un escenario de convenio colectivo sectorial respecto del cual pretende descolgarse una empresa específica que se enfrenta a una coyuntura particular de dificultad económica, técnica, organizativa o de producción. De modo que, en un ámbito donde prácticamente no existen convenios sectoriales, la institución carecería, las más de las ocasiones, de funcionalidad práctica. Afirmación ésta que no desmentiría tampoco la hipótesis del denominado “autodescuelgue” que contempla la nueva regulación, advertido que la renegociación del convenio vigente ha estado siempre abierta en nuestro sistema negocial, incluso ante tempus, por mucho que no existiera el deber de negociar. b) Sobre la base de que la definición de las causas justificativas, más allá de la formalidad legal, evidencia cómo las mismas se conciben y están previstas para ser aplicadas al sector privado de las relaciones laborales, con difícil adaptación al ámbito de la Administración Pública. En efecto, la definición legal de las mismas corrobora la proyección de su lógica aplicativa sobre entidades incluidas en el ámbito de la concurrencia mercantil y especialmente respecto de aquéllas orientadas hacia el lucro económico. Caracterización que no concurre en el caso bien singular de las Administraciones Públicas, por más que su actuación aparezca presidida por criterios de eficiencia económica y de austeridad en el gasto. A estos efectos, se ha señalado como ejemplo significativo la adaptación por parte del legislador de la definición normativa de las causas justificativas de los despidos colectivos al ámbito de las Administraciones y entidades públicas (Disposición Adicional 20ª del ET), 9 mientras que, por el contrario, no se ha efectuado una operación similar respecto del procedimiento de descuelgue de condiciones pactadas en convenio colectivo. Silencio significativo, máxime considerando esa lógica comparativa, que corroboraría la ausencia de una previsión legal en orden a extender la aplicación del artículo 82.3 del ET respecto del personal laboral de las Administraciones Públicas. c) La invocación a que los trámites procedimentales previstos para habilitar el mecanismo de descuelgue en la legislación laboral, según lo dispuesto en el precepto de referencia -artículo 82.3 del ET-, no son los más idóneos para dar respuesta a las pretensiones que pudieran manifestar las Administraciones Públicas a estos efectos. Primero, porque la vía de la solución a través de los procedimientos autónomos de resolución de conflictos laborales, en alusión a la mediación y al arbitraje, no acaban de extenderse en el ámbito del personal laboral, por más que comiencen a vislumbrarse mecanismos de apertura a los mismos. En segundo lugar, con la referencia específica del arbitraje obligatorio resuelto directa o indirectamente por la Comisión Consultiva Nacional de Convenios Colectivos o del órgano correspondiente de las Comunidades Autónomas, tampoco resulta fácilmente aplicable en la práctica para el personal laboral de las Administraciones Públicas. En este sentido, se ha señalado cómo la aplicación de la fórmula de la Comisión Consultiva u organismo autonómico correspondiente, en el supuesto que analizamos, provoca el contrasentido de dar participación a las organizaciones empresariales privadas en un conflicto para el que carecen de la representación legítima de actuación, al mismo tiempo que el fuerte protagonismo de la Administración Pública en la resolución de la discrepancia entre las partes la convierte en “juez y parte” que la aleja de la actuación conforme a la toma en consideración de los intereses generales de la comunidad (CRUZ VILLALÓN). 2.3. A partir del análisis del artículo 32 (párrafos 2º y 3º) del Estatuto Básico del Empleado Público Como se ha tenido ocasión de señalar en epígrafes anteriores, el artículo 32 del EBEP, según la redacción dada por el Real Decreto-Ley 20/2012, de 13 de julio, de medidas para garantizar la estabilidad presupuestaria y de fomento de la competitividad, refiere en su párrafo segundo que “Se garantiza el cumplimiento de los convenios colectivos y acuerdos que afecten al personal laboral, salvo cuando excepcionalmente y por causa grave de interés público 10 derivada de una alteración sustancial de las circunstancias económicas, los órganos de gobierno de las Administraciones Públicas suspendan o modifiquen el cumplimiento de Convenios Colectivos o acuerdos ya firmados en la medida estrictamente necesaria para salvaguardar el interés público”; para continuar afirmando, en su párrafo tercero, cómo “En este supuesto, las Administraciones Públicas deberán informar a las Organizaciones Sindicales de las causas de la suspensión o modificación”. Previsión, ésta, que ha sido definida por algún autor como el último hito en ese proceso creciente de establecimiento de reglas diferenciadas en el régimen de la negociación para el personal laboral, como resulta ahora con la implementación de un procedimiento general de inaplicación de lo pactado en los convenios colectivos para el personal laboral al servicio de las Administraciones Públicas. Mecanismo ya existente, por lo demás, en el ámbito de la negociación colectiva dirigida a los funcionarios públicos (CRUZ VILLALÓN). Lo que hace la redacción renovada del párrafo 2º del artículo 32 del EBEP, en los términos que se han descrito, es trasladar bajo un mimetismo casi completo la fórmula funcionarial hacia el ámbito del personal laboral. Nos encontramos, por tanto, como se deduce de los términos que expresa la vigente redacción legal, ante un procedimiento específico de descuelgue de condiciones de trabajo para el conjunto del sector público, en paralelo para funcionarios y personal laboral, que debe conceptuarse, en lo que se refiere específicamente al personal laboral, como un mecanismo alternativo y excluyente respecto del descuelgue propio del Estatuto de los Trabajadores. Separación que se justifica en base a determinadas diferencias cualificadas. Por ejemplo, en relación con el procedimiento de descuelgue, una vez que el artículo 32 del EBEP se remite a la decisión unilateral de la Administración Pública como poder público, por contraposición con lo previsto en el artículo 82.3 del ET, sometido a un mecanismo de arbitraje, primero voluntario y después obligatorio, por más que confluya en este último caso un fuerte poder decisorio por parte de la autoridad laboral. Del mismo modo, la fórmula que propone el artículo 32 del EBEP, en relación con sus efectos, se asimila igualmente a lo que se ha venido haciendo con ocasión de las últimas reformas en alusión a dos mecanismos específicos, como son las modificaciones presupuestarias y 11 el establecimiento de límites o topes a la negociación colectiva para el personal laboral, con un resultado parecido en orden a la automática inaplicación o modificación de lo pactado en convenio colectivo. Sea como fuere, la doctrina ha sistematizado los rasgos específicos que caracterizan el procedimiento general de inaplicación del convenio colectivo, conforme a la redacción actual del artículo 32 –párrafos 2º y 3º- del EBEP: a)En primer lugar, respecto del instrumento normativo y, por derivación, el sujeto legitimado para adoptar la medida suspensiva o modificativa del convenio colectivo. En el supuesto que examinamos, se trata de una Ley que habilita de forma genérica al poder ejecutivo para que por vía de acuerdo específico adopte la medida suspensiva o modificativa. Concretamente, se faculta para la adopción de semejante medida a “los órganos de gobierno de las Administraciones Públicas”. Medida que puede ser adoptada, como se ha puntualizado, no solo por la Administración central y la autonómica, sino también por la local. De igual modo que, desde una perspectiva formal, se ha subrayado cómo semejante regla no debe atenerse a los requisitos institucionales impuestos a la aprobación de las leyes, sino exclusivamente a los contemplados en la propia norma reguladora del mecanismo de descuelgue (CRUZ VILLALÓN). b) En segundo lugar, se precisa con relativa exactitud el tipo de entidades que pueden verse afectadas, y con ello, el tipo de convenios colectivos que pueden ser objeto de suspensión o modificación. Advertido que la norma se refiere, específicamente, a los convenios colectivos y acuerdos que afecten al “personal laboral”. Expresión que la propia norma vincula de forma estricta al personal que “presta servicios retribuidos por las Administraciones Públicas”, conforme señala el artículo 11.1 del EBEP. Previsión que se ha interpretado, en lo que nos afecta, en el sentido de que el procedimiento de descuelgue en el supuesto que analizamos solo puede extenderse al personal laboral al servicio de las Administraciones Públicas, excluyendo de su aplicación, por tanto, aquellas entidades que no se encuentran dentro del ámbito de aplicación del EBEP, sin abarcar de esta forma a las empresas públicas que no tienen la consideración de entidades de Derecho Público (CRUZ VILLALÓN). Criterio que refrendaría asimismo, de manera indirecta, la exclusión del artículo 82.3 del ET para el supuesto controvertido que está en la base de nuestro Informe, una vez que incide 12 precisamente en esa vinculación del artículo 32 del EBEP con el personal laboral de las Administraciones Públicas. c) En tercer lugar, la norma exige precisas circunstancias de excepcionalidad para justificar la adopción de una medida de tanta envergadura, como es la inaplicación del convenio colectivo, con lo que ello conlleva de excepción a la eficacia vinculante de los convenios colectivos, de manera que son estas situaciones extraordinarias las que justifican desde la perspectiva constitucional la mencionada excepción a la eficacia convencional. Si nos atenemos a la propia literalidad del precepto, la medida inaplicativa tan solo podrá adoptarse “excepcionalmente y por causa grave de interés público derivada de una alteración sustancial de las circunstancias económicas”. Previsión que no puede interpretarse como una mera declaración irrelevante, facultando una libre apreciación de su concurrencia por parte del órgano que la adopta, con lo que ello supondría en términos de una plena discrecionalidad en la decisión inaplicativa. Bien al contrario, como se ha señalado con acierto, no se trata de un puro acto de decisión política, resultando obligatorio por el contrario que el acuerdo administrativo de inaplicación justifique expresamente y demuestre fehacientemente la concurrencia de esa situación de excepcionalidad, una vez que nos encontramos ante un acto jurídico reglado cuyo control de legalidad está atribuido a los Tribunales de Justicia, tanto por lo que se refiere a los requisitos de procedimiento como de causa justificativa. En concreto, debe existir una relación de conexión causal, objetiva y demostrable, en una triple dimensión: entre las circunstancias justificativas de la medida con el ámbito en la que se adoptan las mismas (estatal, autonómico o local); el contenido e intensidad de las medidas; así como del alcance temporal de las mismas (CRUZ VILLALÓN). No es menos cierto que al precepto de referencia – artículo 32 del EBEP- se le ha achacado una cierta imprecisión en relación con el contenido convencional objeto de inaplicación. Imprecisión que debe integrarse mediante una interpretación finalista de la norma, de manera que la exclusión del cumplimiento del convenio solo puede afectar a contenidos vinculados a las causas excepcionales que justifican la medida y, al propio tiempo, en tanto que tales medidas sirvan para paliar la situación negativa en la que se encuentra la Administración Pública derivada de esa precisa alteración de las circunstancias económicas. 13 Afirmación que ha sido interpretada en términos restrictivos, de modo que únicamente podrían ser afectados por la medida de descuelgue aquellos contenidos negociales que tengan una conexión directa con costes económicos en materia de personal. Lo cual no significa, necesariamente, que solo pueda ser objeto de inaplicación lo relativo a retribuciones y percepciones extrasalariales, una vez que otras condiciones de trabajo presentan también una afectación inmediata a los costes de personal globalmente considerados de la Administración Pública como parte empleadora. Si bien, desde la perspectiva opuesta, tampoco puede presumirse que todo pacto en convenio colectivo puede ser objeto de inaplicación por esta vía, una vez que, en último extremo, siempre cabría encontrar una consecuencia económica en la práctica totalidad de los compromisos asumidos a través del convenio colectivo de que se trate (CRUZ VILLALÓN). De la misma forma que también la causa debe conectar igualmente con la duración de la medida, en esta ocasión, con un fuerte paralelismo a lo que constituye el mecanismo de descuelgue que regula el artículo 82.3 del ET. Coyunturalidad inherente al efecto temporal de la inaplicación del convenio colectivo, implícita por lo demás en el término “suspendan” con el que se califica por la norma de aplicación –artículo 32 del EBEP- la decisión de la Administración Pública. Y coyunturalidad que habría de hacerse extensiva, asimismo, al término alternativo de “modifiquen” que incluye el propio artículo 32 del EBEP, por más que no lo disponga expresamente la norma, debiendo interpretarse por tanto que la modificación de lo pactado en convenio colectivo ha de tener en cualquier caso un alcance temporal. Una temporalidad que debe, además, precisarse con exactitud en el acto administrativo por medio del cual se acuerda la inaplicación del convenio, con indicación precisa de duración de la misma, cuyo límite máximo habría de coincidir en cualquier caso con la vigencia prevista para el convenio colectivo. Una vez que, de afectar pro futuro a la renegociación del convenio, deberían adoptarse medidas adicionales y posteriores que constataran la pervivencia de las causas justificativas determinante en su momento de la medida inaplicativa. Carácter temporal de la medida que constituye asimismo un elemento diferencial frente a otros mecanismos dispuestos también específicamente en el ámbito de la Administración Pública, como el relativo a la fijación de límites o topes máximos a la negociación colectiva, una vez que semejantes restricciones a la negociación colectiva podrían presentarse como estructurales o permanentes, bien que con respeto al contenido esencial del derecho constitucional a 14 la negociación colectiva, así como a la objetividad y proporcionalidad de la diferencia de régimen jurídico respecto de los asalariados del sector privado. Para finalizar, el párrafo 3º del artículo 32 del EBEP dice poco respecto de la tramitación del acuerdo de la Administración de inaplicación convencional, limitándose a exigir que la Administración proceda a informar a las organizaciones sindicales acerca de las causas de la suspensión o modificación. De igual forma que tampoco resulta fácil deducir de la norma el momento en que se debe producir dicha información, en relación por ejemplo a si debe ser inexcusablemente antes de la adopción de la decisión o una vez acordada la misma. En la misma línea, también, se ha llamado la atención sobre la imprecisión del precepto en relación con las organizaciones sindicales a las que debe informar, así como sobre el deber de entrar en contacto independiente con cada una de ellas o bien de forma conjunta a través de la pertinente convocatoria de la comisión paritaria del convenio colectivo o de la comisión negociadora que firmó el convenio colectivo de que se trate. Lagunas que han sido interpretadas como la validación implícita por la norma de las distintas posibilidades enumeradas. Por más que tampoco se especifican las consecuencias jurídicas derivadas de un posible incumplimiento del deber informativo que refiere la norma de referencia –artículo 32 del EBEP-; si bien, en este extremo, se ha señalado la dificultad para derivar la ilicitud del acuerdo inaplicativo como consecuencia de un deber tan débil como el de mera información, advertido que el elemento clave está en la concurrencia de las causas justificativas de la medida inaplicativa. A estos efectos, se echa en falta la exigencia por la norma de un trámite de consulta preceptivo pero no vinculante a las organizaciones sindicales más representativas, con carácter previo a la adopción de la medida inaplicativa (CRUZ VILLALÓN). En definitiva, considerando todos los elementos examinados en relación con la materia que constituye el objeto de nuestro Informe, a partir de ese análisis sistematizado, por su orden, desde una caracterización general de la negociación colectiva en el sector público, completada con el estudio individualizado de los dos preceptos concernidos (artículo 82.3 del ET y 32 –párrafos 2º y 3º- del EBEP), nos reafirmamos en la conclusión expresada en el primer epígrafe, de manera que el artículo 32, párrafos 2º y 3º, del EBEP regularía con carácter exclusivo y excluyente –con desestimación por tanto de lo previsto en el artículo 82.3 del ET- el régimen del 15 descuelgue para con el Administraciones Públicas. personal laboral de las Y ello, con independencia del escepticismo que han manifestado de manera abierta algunos autores, específicamente, acerca de los interrogantes que contiene el párrafo 2º del artículo 32 del EBEP, según su redacción vigente con ocasión del Real Decreto-Ley 20/2012, de 13 de julio, de medidas para garantizar la estabilidad presupuestaria y de fomento de la competitividad; interrogantes que alcanzan también una dimensión constitucional (FERNÁNDEZ DOMÍNGUEZ; RODRÍGUEZ FERNÁNDEZ). 3. CONCLUSIONES 1) En relación con los interrogantes planteados sobre el personal laboral de las Administraciones Públicas, a partir de la interpretación conjunta del artículo 82.3 del ET y el artículo 32, párrafos 2º y 3º, del EBEP, la respuesta que defendemos es que lo previsto en este último precepto determina la exclusión de lo dispuesto en el artículo 82.3 del ET, de tal forma que el único supuesto de inaplicación de un Convenio para el personal laboral de las Administraciones Públicas sería el que contempla el citado artículo 32 del EBEP. 2) Semejante solución supone descartar el resto de interpretaciones que se señalan en el escrito de solicitud de este Informe; primero, en alusión a la posible aplicación conjunta de ambos preceptos –artículo 32 del EBEP y artículo 82.3 del ET-, de manera que cuando la causa del descuelgue sea económica se aplicaría el artículo 32 del EBEP, mientras que cuando fuera organizativa, técnica o de producción correspondería aplicar el artículo 82.3 del ET; y en segundo lugar, sobre la posibilidad de validar asimismo una aplicación de ambos preceptos bajo una modalidad distinta a la prevista en la hipótesis precedente, según la cual al personal laboral le resultaría aplicable en su totalidad el artículo 82.3 del ET, si bien cuando concurrieran las causas excepcionales de interés general, sería de aplicación del artículo 32 del EBEP. 3) Los argumentos que sustentan semejante resultado, en orden a esa aplicación preferencial y excluyente del artículo 32 del EBEP, en detrimento de lo dispuesto en el artículo 82.3 del ET, pueden sistematizarse a partir de una caracterización general de los rasgos que cualifican la negociación colectiva dentro del sector público, con extensión también al personal laboral de las Administraciones Públicas; la inadecuación para la Administración Pública de los objetivos principales que 16 persigue el legislador con ocasión de la reforma laboral a través de la Ley 3/2012, de 6 de julio, de medidas urgentes para la reforma del mercado laboral; o la existencia de mecanismos específicos en la Administración Pública como la posibilidad de disponer modificaciones presupuestarias, la fijación de topes legales con efectos a los convenios colectivos vigentes, o la propia instauración de un procedimiento general de inaplicación del convenio colectivo en los términos que señalan los párrafos 2º y 3º del artículo 32 del EBEP –argumento, este último, que constituye el motivo central de nuestro Informe-. 4) Con carácter más específico, desde el análisis del artículo 82.3 del ET, debe descartarse el juego práctico de semejante figura en relación con el personal al servicio de las Administraciones Públicas. 5) El supuesto por excelencia del descuelgue que regula el artículo 82.3 del ET se verifica ante un escenario de convenio colectivo sectorial respecto del cual pretende descolgarse una empresa específica que se enfrenta a una coyuntura particular de dificultad económica, técnica, organizativa o de producción. De modo que, en un ámbito donde prácticamente no existen convenios sectoriales, la institución carecería, las más de las ocasiones, de funcionalidad práctica. 6) Respecto a la definición de las causas justificativas, más allá de la formalidad legal, la redacción de la norma evidencia cómo las mismas se conciben y están previstas para ser aplicadas al sector privado de las relaciones laborales, con difícil adaptación al ámbito de la Administración Pública. 7) Los trámites procedimentales previstos para habilitar el mecanismo de descuelgue en la legislación laboral, según lo dispuesto en el precepto de referencia artículo 82.3 del ET-, no son los más idóneos para dar respuesta a las pretensiones que pudieran manifestar las Administraciones Públicas a estos efectos. 8) Por su parte, el artículo 32, párrafo 2º, en su redacción actual con ocasión del Real Decreto-Ley 20/2012, de 13 de julio, de medidas para garantizar la estabilidad presupuestaria y de fomento de la competitividad, instaura un procedimiento específico de descuelgue de condiciones de trabajo para el conjunto del sector público, en paralelo para funcionarios y personal laboral, que debe conceptuarse, en lo que se refiere específicamente al personal laboral, como un mecanismo alternativo y excluyente respecto del descuelgue propio del Estatuto de los Trabajadores. 17 9) Separación que se justifica en base a determinadas diferencias cualificadas. Por ejemplo, en relación con el procedimiento de descuelgue, una vez que el artículo 32 del EBEP se remite a la decisión unilateral de la Administración Pública como poder público, por contraposición con lo previsto en el artículo 82.3 del ET, sometido a un mecanismo de arbitraje, primero voluntario y después obligatorio, por más que confluya en este último caso un fuerte poder decisorio por parte de la autoridad laboral. 10) Respecto del instrumento normativo y, por derivación, el sujeto legitimado para adoptar la medida suspensiva o modificativa del convenio colectivo. En el supuesto que examinamos, se trata de una Ley que habilita de forma genérica al poder ejecutivo para que por vía de acuerdo específico adopte la medida suspensiva o modificativa. Concretamente, se faculta para la adopción de semejante medida a “los órganos de gobierno de las Administraciones Públicas”. 11) Se precisa con relativa exactitud el tipo de entidades que pueden verse afectadas, y con ello, el tipo de convenios colectivos que pueden ser objeto de suspensión o modificación. Advertido que la norma se refiere, específicamente, a los convenios colectivos y acuerdos que afecten al “personal laboral”. Expresión que la propia norma vincula de forma estricta al personal que “presta servicios retribuidos por las Administraciones Públicas”, conforme señala el artículo 11.1 del EBEP. 12) La norma exige precisas circunstancias de excepcionalidad para justificar la adopción de una medida de tanta envergadura, como es la inaplicación del convenio colectivo, con lo que ello conlleva de excepción a la eficacia vinculante de los convenios colectivos, de manera que son estas situaciones extraordinarias las que justifican desde la perspectiva constitucional la mencionada excepción a la eficacia convencional. Si nos atenemos a la propia literalidad del precepto, la medida inaplicativa tan solo podrá adoptarse “excepcionalmente y por causa grave de interés público derivada de una alteración sustancial de las circunstancias económicas”. 13) De la misma forma que también la causa debe conectar igualmente con la duración de la medida. Coyunturalidad inherente al efecto temporal de la inaplicación del convenio colectivo, implícita por lo demás en el término “suspendan” con el que se califica por la norma de aplicación –artículo 32 del EBEP- la decisión de la Administración Pública. Y coyunturalidad que habría de hacerse extensiva, asimismo, al término alternativo de 18 “modifiquen” que incluye el propio artículo 32 del EBEP, por más que no lo disponga expresamente la norma, debiendo interpretarse por tanto que la modificación de lo pactado en convenio colectivo ha de tener en cualquier caso un alcance temporal. 14)Para finalizar, el párrafo 3º del artículo 32 del EBEP dice poco respecto de la tramitación del acuerdo de la Administración de inaplicación convencional, limitándose a exigir que la Administración proceda a informar a las organizaciones sindicales acerca de las causas de la suspensión o modificación. De igual forma que tampoco resulta fácil deducir de la norma el momento en que se debe producir dicha información, en relación por ejemplo a si debe ser inexcusablemente antes de la adopción de la decisión o una vez acordada la misma. 15) En definitiva, considerando todos los elementos examinados en relación con la materia que constituye el objeto de nuestro Informe, a partir de ese análisis sistematizado, por su orden, desde una caracterización general de la negociación colectiva en el sector público, completada con el estudio individualizado de los dos preceptos concernidos (artículo 82.3 del ET y 32 –párrafos 2º y 3º- del EBEP), nos reafirmamos en la conclusión expresada, de manera que el artículo 32, párrafos 2º y 3º, del EBEP regularía con carácter exclusivo y excluyente –con desestimación por tanto de lo previsto en el artículo 82.3 del ET- el régimen del descuelgue para con el personal laboral de las Administraciones Públicas. 19