Técnica de exploración de la glándula iroides

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Técnica de exploración de la glándula iroides
Se realiza con el paciente sentado o de pie, con el tórax desnudo y con buena iluminación.
Inspección
Se inicia con la inspección de los planos anterior, posterior y laterales del cuello, incluida la
región sub mandibular, donde puede adverirse, en algunos casos un pequeño nódulo en
línea media, correspondiente a restos embrionarios del conducto irogloso.
La inspección del cuello por delante permite observar la región de la glándula iroides,
cuyo istmo se sitúa por delante del carílago cricoides, a nivel del segundo o tercer anillo
traqueal. Es importante comprobar la posición de la tráquea, central o lateralizada,
colocando un dedo en el hueco supraesternal, recordando que su posición normal está en
la línea media y que puede resultar desplazada hacia uno u otro lado por masas cervicales
o intratorácicas. Deberá observarse la simetría o asimetría correspondiente a la proyección
de los lóbulos de la glándula iroides, pues la asimetría en la simple inspección puede
indicar la presencia de nódulo.
La visualización de los planos laterales del cuello permiirá veriicar la existencia de
adenopaías u otras masas que pudieran hallarse relacionadas con una patología iroidea.
La inspección se completará con la observación del relleno venoso, modiicado, en
ocasiones, por bocios cervicotorácicos voluminosos que ocluyen parcialmente el estrecho
superior del tórax, provocando ingurgitación yugular que se agrava después de la
elevación de ambos miembros superiores (signo de Pemberton). Debe registrarse,
además, la presencia de laidos arteriales visibles, que podrían corresponder a una
hiperfunción iroidea. Antes de pasar a la palpación de la glándula, se observa lo que
ocurre cuando el sujeto deglute, dada la importancia semiológica que se atribuye al
ascenso de los nódulos iroideos y formaciones relacionadas con la laringe durante la
deglución.
Palpación
La palpación de esta glándula se inicia deslizando el pulpejo de los dedos sobre la
supericie cutánea que corresponde al lugar donde está ubicada la glándula, destacando
cualquier anormalidad o sobreelevación, así como la sensibilidad que se produce al
arrastrar la piel sobre ambos lóbulos. La palpación puede realizarse de diferentes maneras.
En una de ellas, el médico se sitúa detrás del paciente y abraza el cuello por delante,
reconociendo la topograía laríngea de arriba hacia abajo, es decir el carílago iroides o
“nuez de Adán”, y por debajo el carílago cricoides. Para ello, el observador empleará los
dedos índices y mayores de ambas manos, reconociendo los límites de la glándula, la
supericie del istmo y de ambos lóbulos, su consistencia, movilidad, sensibilidad y la
existencia de frémitos (maniobra De Quervain). Veriicará, además, el ascenso de las
estructuras relacionadas con la iroides y la laringe, solicitando al paciente que degluta.
El observador podrá situarse, también, por delante del paciente y emplear los dedos de
ambas manos ideniicando los mismos elementos semiológicos referidos previamente y,
además, podrá hacer una ligera presión y desplazamiento de la tráquea sobre un lóbulo
iroideo hacia el lado opuesto con el objeto de poner de relieve una formación (nódulo)
adverida en el lóbulo opuesto (maniobra de Lahey).
No se debe olvidar tomar la laringe con una mano y desplazarla con suavidad en ambos
senidos laterales, percibiendo el roce retrotraqueal, que desaparece cuando una
prolongación de la glándula iroides u otro tejido se exiende por detrás de la tráquea.
La detección de alguna anomalía obliga a deinir su ubicación, tamaño, supericie,
consistencia, luctuación, movilidad o ijeza, sensibilidad, estremecimientos y laidos y
adenopaía asociadas.
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