PREVENCIÓN Cómo empieza el Alzheimer La incidencia del Alzheimer crece en una sociedad cada vez más envejecida. Ante el temor a padecerlo conviene conocer algunas cuestiones básicas sobre la enfermedad y su diagnóstico. guien que no ves desde hace tiempo y otra es estar delante de tu yerno y no recordar su nombre». Asentí con la cabeza mientras la mujer continuaba explicándome sus fallos y preocupaciones. Miré de reojo su ficha: setenta años. Aparentaba muchos menos. Da gusto comprobar cómo se está ganando tiempo al tiempo, pensé mientras caía en la cuenta de la necesidad de interrumpirla para concretar su historia clínica si quería llegar a alguna conclusión sobre sus problemas de memoria. El miedo a padecer la enfermedad de Alzheimer. La entendía perfectamente. Había sufrido muy de cerca el deterioro progresivo de las funciones superiores de su madre. Había vivido frente al espejo de una despedida lenta y caótica, día tras día, año tras año. Se trata de una experiencia dura, aunque también enri- CÓMO SE DIAGNOSTICA UNA DEMENCIA Resulta imprescindible obtener una historia clínica del paciente. Para ello son necesarias la anamnesis (la información proporcionada por el propio paciente durante la entrevista clínica), su exploración física y una exploración neurológica. También resulta imprescindible una exploración neuropsicológica que incluya test abreviados de la actividad mental superior, de las actividades cotidianas y de las conductuales, así como un TAC/RNM craneal y una analítica de suero. Asimismo, puede ser necesaria una exploración neuropsicológica amplia. Además de todas estas pruebas, se considera conveniente realizar un SPECT/PET cerebral. Opcionalmente, se puede practicar una punción lumbar. quecedora si uno es capaz de afrontarla desde el conocimiento. UN MENSAJE TRANQUILIZADOR Era esencial tranquilizarla. La ansiedad que trasmitía dificultaba la recolección de información para realizar el diagnóstico, y, sobre todo, hacía complicada la exploración. Preocupada con su memoria, estaba hecha un manojo de nervios, y así era difícil que mantuviera la concentración necesaria para responder a las preguntas encaminadas a explorar su memoria. Si una persona no presta atención, si no se concentra en lo que está haciendo, simplemente no registrará dicha información. Aprovechando una pausa, tomé el timón y empecé lanzando un mensaje esperanzador: «Al contrario de lo que le ocurre a usted, las personas que están iniciando esta enfermedad no suelen ser conscientes de sus problemas de memoria. Por lo general, son sus familiares quienes se preocupan e insisten hasta que consiguen traerlas al médico, tal como ocurrió con su madre». En verdad, en ocasiones, el paciente sí reconoce su deterioro. No obstante, al ser lo menos habitual, me pareció un comentario apropiado como arma tranquilizadora. Poco convencida, la mujer siguió con sus temores: «Se hereda, ¿verdad que el Alzheimer se hereda?» Un poco de teoría le podía ser de utilidad, pensé entonces, y pasé a resumirle los conocimientos de que se dispone GETTY IMAGES E stoy muy preocupada con mi memoria, doctora. Mi madre tiene la enfermedad de Alzheimer y temo sufrirla yo también. Ahora ya ni siquiera nos reconoce pero, al principio, le ocurría más o menos lo que me está comenzando a suceder a mí: olvidaba recados, citas, se pasaba el día buscando las llaves, las gafas… Tenía los típicos despistes que se suelen atribuir a la edad. Y cuando nos dimos cuenta…». Con la sala de espera llena, me concentré en escucharla. Mezclaba los fallos de memoria de su madre con los suyos. Se expresaba con excelente fluidez a pesar de que refería problemas de anomia o dificultad para encontrar la palabra adecuada: nombres de personas, libros, películas. «Mejor no me pregunte por nada que tenga nombre, doctora. Una cosa es olvidar cómo se llama al- PREVENCIÓN UNAS PROTEÍNAS ANÓMALAS Queda mucho por saber sobre las causas del Alzheimer pero ya se sabe que hay unas proteínas anómalas implicadas. Difícilmente pudo imaginar el médico alemán Alois Alzheimer la enorme repercusión que tendría su nombre cuando en 1906 describió esta enfermedad analizando el cerebro de una mujer de 51 años fallecida con una demencia. Día a día se avanza en el conocimiento de esta causa de deterioro mental progresivo que amenaza con ser una auténtica plaga dada su elevada prevalencia con la edad y el progresivo envejecimiento de las sociedades modernas. Frenar la evolución. Pero, si bien el Alzheimer es una enfermedad degenerativa de origen aún desconocido, se sabe ya que las lesiones microscópicas descritas por Alzheimer están constituidas por unas proteínas anómalas reconocidas. Existen múltiples investigaciones en marcha para tratar de actuar sobre ellas. Encontrar fármacos que estimulen a las neuronas para que se desarrollen es otro de los objetivos trazados. Queda mucho por andar, si bien desde hace años ya se dispone de tratamientos que enlentecen de modo significativo el proceso evolutivo de esta enfermedad. Se trata de fármacos que aumentan los niveles de un neurotransmisor cuya deficiencia participa en la pérdida de memoria: la acetilcolina. Diagnosticar cuanto antes. Entre otras razones, la existencia de este tratamiento eficaz aumenta la necesidad de consultar al médico cuando uno nota que va perdiendo memoria. De modo muy variable según las personas, a partir de cierta edad el cerebro rinde algo más lento y le cuesta más retener las cosas. Es normal, pero la balanza a lo largo del día debe ser claramente positiva a favor del recuerdo. De otro modo, puede significar que algo ocurre más allá del proceso de envejecimiento. La prevalencia de la enfermedad se incrementa con la edad: afecta al 5% de los mayores de 65 años y llega a alcanzar al 25% de los mayores de 80 años. actualmente sobre esta enfermedad, comenzando por responder a su pregunta. GENES Y OTROS FACTORES Al igual que ocurre con otras patologías degenerativas del cerebro, existe cierta predisposición genética a padecer la enfermedad de Alzheimer, si bien no se hereda por la alteración de un único gen sino que hay varios implicados. Esto no significa que la persona que los posea vaya a desarrollar la enfermedad. Y viceversa: no poseerlos no excluye la posibilidad de presentarla. En parte, ello se debe a que, además del componente genético, los factores ambientales son básicos para que la enfermedad se manifieste. Resumiendo, no debemos preocuparnos en exceso si nuestros padres la presentan, en especial si la desarrollan en edades tardías, cuando la enfermedad es muy frecuente. La prevalencia se va incrementando con la edad y afecta al 5% de las personas de más de 65 años hasta alcanzar al 25% de la población de más de 80 años. «Frecuente con la edad, antecedentes familiares… ¡Pues lo que me espera!». No lograba tranquilizar a mi paciente con estas explicaciones. Opté por pasar a explorarla y ver si le fallaba la memoria de modo significativo. La enfermedad de Alzheimer es la causa más frecuente de demencia. La demencia se define como un deterioro progresivo de al menos tres funciones superiores que evoluciona durante al menos seis meses. Memoria, lenguaje y orientación son algunas de las actividades mentales que deben ser exploradas a fondo. No obstante, mediante unos test abreviados el médico puede hacerse de entrada una idea global de la situación. Peseta, caballo, manzana. Le pedí que se aprendiera estas tres palabras indicándole que más tarde se las preguntaría. Continué con la exploración. Al cabo de unos minutos, volvimos a las tres palabras. ¿Las recordaba? Recordó las tres con algún titubeo. Como había sospechado, sus fallos se encontraban en las pruebas relacionadas con la capacidad de atención. De todos modos, le aconsejé realizarse un test neuropsicológico exhaustivo para evaluar las distintos tipos de memoria y el resto de funciones mentales superiores. Asimismo le solicité una resonancia craneal y unos análisis para descartar causas secundarias de sus quejas de memoria. Se trata de un protocolo necesario, pues la enfermedad de Alzheimer es la causa más frecuente de demencia pero no la única. Antes de llegar a dicho diagnóstico, deben excluirse causas de origen metabólico, como el hipotiroidismo o el hipertiroidismo, e intracraneales, como las lesiones vasculares, los tumores y otras etiologías, que pueden ocasionar un cuadro clínico de demencia superponible a la enfermedad de Alzheimer. En ocasiones, los trastornos cognitivos son consecuencia de un déficit de vitamina B12 o ácido fólico, o se derivan de un consumo excesivo de alcohol o fármacos, o por la intoxicación de metales. Pueden tener que ver también con un traumatismo craneal, o con enfermedades desmielinizantes o psiquiátricas. PRUEBAS DIAGNÓSTICAS En algunos casos, el diagnóstico de la enfermedad de Alzheimer plantea dudas. En sus fases iniciales, a veces cuesta distinguirlo de los problemas de memoria asociados a la edad. No obstante, una exploración adecuada, junto con determinadas pruebas funcionales del cerebro como la tomografía por emisión de positrones (PET), además del seguimiento a lo largo de los meses, lleva al correcto diagnóstico con el consiguiente inicio del tratamiento apropiado. El test abreviado más universal para la exploración de la demencia, conocido como Mimimental test, tiene en cuenta la orientación temporal del paciente (se le pregunta por la fecha del día, por ejemplo), la orientación espacial (se le pregunta dónde está), la fijación de los recuerdos inmediatos (se le nombran tres palabras y luego se le pide que las repita), la aten- GETTY IMAGES ción y el cálculo (se le presenta un problema matemático o se le pide que deletree una palabra al revés), el recuerdo diferido (se le pregunta por las tres palabras mencionadas anteriormente) y el lenguaje (se le pregunta cómo se llaman las cosas, se le pide que ejecute una orden, que escriba, que lea). la aparición de los primeros síntomas del Alzheimer. Es importante asimismo diagnosticarla a tiempo. El diagnóstico es duro, de consecuencias conocidas aunque variables en el modo de presentación y duración (de dos a veinte años según los casos). A medida que avanza la enfermedad, el grado de dependencia de la ESTIMULAR EL CEREBRO persona va aumentando, hasta que neEs importante controlar los factores de cesita un cuidador las veinticuatro horiesgo vascular: la hipertensión, la diaras del día. Eso implica, además, unos betes, el colesterol, el tabaco, el alcorecursos económicos. Mi paciente lo eshol. Para ello es bueno andar todos los taba viviendo con su madre desde hadías y evitar el sobrepeso siguiendo una cía tiempo: ya no era capaz de vestirse dieta sana. Además, resulta vital manni de comer sola, no reconocía ni a sus tenerse intelectualmente achijos ni nietos… Era lógico, tivo. La motivación es un pues, que temiera padecer motor de juventud. Dicen ella también la enfermedad. que la vejez comienza cuanCon las peticiones de las ALZHEIMER. VIVIR do el pasado se vuelve prepruebas en la mano, la paCUANDO DOS Y DOS YA NO SON sente. Aprender, crear, imaciente se resistía a dar por fiCUATRO ginar, no solo sigue siendo nalizada la visita: «Pero ¿tenM. Boada y L. Tárraga posible en edades avanzadas dré o no Alzheimer?». Le resViena Edicions sino que se convierte en un pondí que cuando viera las EL CEREBRO arma para no perder facultapruebas podría informarle AL DESCUBIERTO des. Así se estimula al cerecon más detalle de su estado. Isabel Güell Ed. Kairós bro para retrasar al máximo «Mi primera impresión –con- tinué– es que sus fallos de memoria pueden atribuirse a los propios de la edad aunque más acusados por problemas de atención en relación a cierta ansiedad reactiva. Lo confirmaremos con los test neuropsicológicos. Le puedo adelantar que no parece estar empezando ninguna demencia y que, por tanto, no tiene la enfermedad de Alzheimer». Para no agobiarla con predicciones inciertas evité agregar: «Con el tiempo, quién sabe, pero es preferible ser optimista ¿no cree?». Insinuó una tenue sonrisa mientras se levantaba: «Gracias, doctora, me voy más tranquila». La temida enfermedad de Alzheimer. Confiemos en que los colosales esfuerzos en investigación conduzcan a la aparición en los próximos años de nuevos fármacos para combatir y no solo frenar el progreso de esta enfermedad. Mientras tanto, enfrentémonos a ella a base de intentar retrasarla en su evolución: consultando a tiempo al especialista, estimulando nuestro cerebro, manteniéndolo activo. ! DRA. ISABEL GÜELL (neuróloga) www.isabelguell.com