La doctrina respice polum ("Mirar hacia el norte") en la prácti

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La doctrina respice polum ("Mirar hacia el norte") en la práctica de las relaciones
internacionales de Colombia durante el siglo XX
Bermúdez Torres, César
[email protected]
Augusto∗
-
Universidad
de
Antioquia,
Colombia,
Resumen:

Finalizada la guerra de los Mil Días (1899-1902), Colombia empezó el siglo XX con una
pérdida geoestratégica en 1903: la separación de la provincia de Panamá, que afectó las
relaciones, tradicionalmente muy buenas, entre Colombia y Estados Unidos, país que estaba
interesado en la construcción del canal interoceánico por Panamá.
Tras la separación, Colombia perdió su estratégica condición geopolítica de zona de
posible tránsito interoceánico, así como su presencia en Centroamérica y el Caribe.
Después de algunos años de distanciamiento con Washington, el gobierno colombiano se
conformó con la firma, en 1914, del tratado Urrutia-Thompson, mediante el cual Estados
Unidos "compensaba" a Colombia por la pérdida de Panamá.
Posterior a la ratificación del Tratado Urrutia-Thompson el gobierno de Estados
Unidos buscó mejorar las relaciones con Colombia. Para ello, combinó misiones
económicas y diplomáticas que fueron desplazando la influencia que habían mantenido los
ingleses en el país entre 1880 y 1930, lo cual mejoró las relaciones
colomboestadounidenses.
El primer propósito es analizar históricamente la doctrina respice polum ("Mirar
hacia el norte"), acuñada durante la presidencia del conservador Marco Fidel Suárez (19181921), valorando la repercusión de la misma en las demás relaciones internacionales de
Colombia a lo largo del siglo XX; doctrina según la cual Colombia debía orientar su
política exterior hacia Estados Unidos: “El norte de nuestra política exterior debe estar allá,
en esa poderosa nación, que más que ninguna otra ejerce decisiva atracción respecto de los
pueblos de América”.
El propósito final es mostrar cómo esta doctrina hizo que durante gran parte del
siglo XX Colombia presentara un "perfil bajo" (calificativo del teórico austriaco Gerhard
Drekonja Kornat) en cuanto a la relaciones con la comunidad internacional, tendencia que
sólo empezó a modificarse parcialmente a finales de los años sesentas cuando se postuló la
doctrina respice similia ("Mirar a tus semejantes").
Integrante de los grupos de investigación Comunicación, Periodismo y Sociedad (Facultad de
Comunicaciones) e Historia Contemporánea (Departamento de Historia), ambos grupos adscritos a la
Universidad de Antioquia, Colombia.
2
I.
Panamá, una pérdida determinante a comienzos del siglo XX
En 1903, después de finalizar la Guerra de los Mil Días con la firma de la paz de Wisconsin
(el 21 de noviembre de 1902), Panamá había quedado en la ruina 1; al terminar la guerra el
departamento (que pertenecía a Colombia) estaba devastado por el conflicto. Por otra
parte, los panameños se sentían abandonados por el Gobierno Nacional, razón por la cual
tomó fuerza la idea separatista.
1. Vapor Wisconsin: Presencia estadounidense, 1902
Vapor Wisconsin, perteneciente a la Armada de los Estados Unidos, sede del acuerdo para finalizar
la Guerra de los Mil Días (Revista Credencial Historia, No. 173. Bogotá, mayo 2004).
Las guerras civiles colombianas del siglo XIX implicaron costos que trascendieron lo
doméstico, y el caso de la separación de Panamá es el principal ejemplo de ello. No se
pueden desconocer otros factores que, sumados a una floja administración política
colombiana, posibilitaron la separación definitiva de Panamá el 3 de noviembre de 1903.
Entre ellos, deben mencionarse los distintos intereses que rodeaban la zona del canal. La
posición estratégica convirtió a Panamá en una “zona de importancia internacional”.
Otro factor importante para mencionar fue el expansionismo estadounidense. Los
Estados Unidos presionaron y capitalizaron el descontento general panameño. Además, se
debe agregar que la prensa panameña daba cuenta del descontento de parte de la población
por la situación que se vivía allí. Esto pudo haber obedecido al mal tratamiento que le daba
el Gobierno Nacional a los intereses panameños. Es decir, la idea de que aquella porción
dejase de pertenecer a Colombia ya se consideraba en el Istmo2.
1
Cera Sánchez, Emilio. “1903 en la prensa panameña y los infaustos años precedentes”, en: Revista
Universidad Nacional de Colombia, No. 43. Medellín, Universidad Nacional de Colombia, Noviembre 2002,
p. 69.
2
Con respecto a Panamá, es importante aclarar que se había anexado a Colombia por su propia voluntad en el
año 1821, al considerar conveniente tal alianza, pues Simón Bolívar había construido una gran nación
integrada por la Nueva Granada, Venezuela y Ecuador. De manera que Panamá no siempre formó parte del
3
Desde el punto de vista diplomático, durante los últimos años del siglo XIX y los
primeros del siglo XX existió una tensión entre Colombia y Estados Unidos; con frecuencia
el Gobierno estadounidense presionó en lo referente a la construcción del Canal. Así lo
registraba El Comercio de Medellín en 1902: “Si dentro de un año no se ha logrado un
tratado aceptable entre este gobierno y el de Colombia, el gobierno americano volverá a
Nicaragua a ver qué puede hacer allá”3.
Para la negociación del tratado, los gobiernos nombraron representantes
plenipotenciarios: el presidente de Colombia nombró a Tomás Herrán y el presidente de los
Estados Unidos a John Hay, secretario de Estado4. El 17 de marzo de 1903 el Senado
norteamericano aprobó el tratado Herrán-Hay5. Este tratado constaba de 28 artículos en los
cuales se estipulaban concesiones, derechos y privilegios para que los Estados Unidos
dispusieran del Canal y el ferrocarril de Panamá. Conviene resaltar el artículo II:
“Los Estados Unidos tendrán derecho exclusivo durante el término de cien años,
prorrogables a la exclusiva y absoluta opción de los Estados Unidos, por períodos de igual
duración, mientras así lo deseen para excavar construir, conservar, explotar, dirigir y
proteger el dicho canal marítimo, con o sin esclusas del Atlántico al Pacífico, a través del
territorio colombiano, y el dicho canal tendrá la suficiente profundidad y capacidad para los
buques de mayor tonelaje y calado que se usan hoy en el comercio, o que puedan
razonablemente anticiparse; también tendrá los mismos derechos para construir, conservar,
explotar, dirigir y proteger el ferrocarril de Panamá y los ferrocarriles, telégrafos, teléfonos,
canales, diques, represas, depósitos de agua y demás obras auxiliares que sean necesarias y
convenientes para la construcción, conservación, protección y explotación del Canal y de
los ferrocarriles”6.
El escritor José María Vargas Vila en su libro Los césares de la decadencia7, al referirse a
este episodio de la historia colombiana, afirmaba que José Manuel Marroquín con el tratado
se había comprometido a ceder por entero la soberanía de Colombia sobre el Istmo de
Panamá8.
En los meses siguientes se presentaron varias situaciones que polarizaron los ánimos
en Panamá contra Colombia; entre ellas, el maltrato a la prensa liberal del Istmo.
Seguidamente, el día 12 de agosto de 1903 el Congreso Colombiano negó el tratado
Herrán-Hay, después de intensos y enconados debates9. En cuanto a la negociación, Vargas
territorio que hoy recibe el nombre de República de Colombia. Al respecto, véase: Emilio Cera Sánchez,
“1903 en la prensa panameña y los infaustos años precedentes”, en: Revista Universidad Nacional de
Colombia, No. 43. Medellín, Universidad Nacional de Colombia, Noviembre 2002, p. 71.
3
El Comercio, No. 13. Medellín, 11 de septiembre de 1902.
4
“Convención”, en: El Comercio, No. 59. Medellín, 18 de marzo de 1903, p. 2.
5
Los gobiernos de Estados Unidos y Colombia -a través de John Hay y Tomás Herrán, respectivamenteconvinieron un tratado sobre la construcción de un Canal Interoceánico entre el Atlántico y el Pacífico. Véase:
“Convención”, en: El Comercio, No. 59. Medellín, 18 de marzo de 1903, p. 2.
6
“Convención”, en: El Comercio, No. 59. Medellín, 18 de marzo de 1903, p. 2.
7
Libro en donde Vargas Vila atacó a los dictadores hispanoamericanos que se inclinaron ante el imperialismo
estadounidense, y a quienes llamó “Césares de la decadencia”. Véase: José María Vargas Vila, Los césares
de la decadencia. México D. F., Obras completas de J. M. Vargas Vila, [s. f.], 163 p.
8
Entre los autores que resaltaron el grado de responsabilidad que tuvo la administración Marroquín en la
separación de Panamá se encuentra Vargas Vila quien, refiriéndose a su gobierno, anotó que éste vendió su
patria después de haber asesinado la libertad; además, calificó la venta del Canal de Panamá como un “acto
infame”. Véase: Vargas Vila, Los césares de la decadencia…, pp. 63-64.
9
Cera Sánchez, “1903 en la prensa panameña y los infaustos años precedentes”…, p. 70.
4
Vila afirmaba que aunque el Congreso Colombiano no aprobó el Tratado Hay-Herrán, el
cual cedía por entero la soberanía de Colombia, “Marroquín entregó el Istmo”10.
En vista de que el Congreso colombiano no aprobaba el tratado, la prensa de
Medellín da cuenta de algunas alternativas que tenía el Gobierno estadounidense para
resolver la cuestión del canal interoceánico. La primera, hacer caso omiso al gobierno
colombiano, procediendo a construir el canal conforme al Tratado del año 1846 celebrado
con la Nueva Granada (Colombia), declarando la guerra a Colombia si se opusiera y
creando en Panamá, el gobierno independiente de Panamá11. Es decir, Estados Unidos
tendría que hacer una guerra corta y poco costosa con lo que aseguraría el arreglo sobre el
asunto del canal. La segunda alternativa era que ante la imposibilidad de construir el canal
por Panamá, se retomara la idea de construir el canal por Nicaragua. Y la última alternativa
era “demorar la grande obra hasta que algo sobrevenga capaz de dar luz a Colombia, para
entonces negociar otro tratado”12.
La primera y la tercera eran las opciones más apetecidas por los Estados Unidos,
pues todo parece indicar que ese gobierno estaba convencido que el único camino para
construir el Canal era el de Panamá.
Para que se diera la separación, tuvieron que enlazarse muchos factores. Otro
aspecto que se sumó para motivar la secesión fue el sentimiento separatista que compartían
algunos panameños, y que se fortificó después de muchas circunstancias adversas
atribuibles al Gobierno de Colombia de aquella época, entre ellas la mala administración de
José Manuel Marroquín, en cuanto a la defensa de los intereses nacionales. Además
tuvieron responsabilidad los representantes de la Nación, es decir, quienes estaban en el
Congreso. En un artículo de prensa se resaltaba la necesidad de que en el Congreso
Colombiano los representantes se comprometieran con los problemas que aquejaban al país
una vez terminada la Guerra de los Mil Días:
“Se observa una absoluta indiferencia por la suerte del país. Los hombres competentes no
quieren tomarse el trabajo de estudiar y resolver los problemas públicos; el individualismo
egoísta se impone por donde quiera; [...] nada les importa la suerte de la nación”13.
La injerencia en los asuntos de los países del área del continente americano le proporcionó
a Estados Unidos su consolidación como potencia regional. El expansionismo
estadounidense fue un determinante para la separación de Panamá, en los años previos al
desencadenamiento de la Primera Guerra Mundial. El Canal de Panamá era vital para dar
cumplimiento a los intereses geopolíticos y económicos de la potencia que se estaba
consolidando desde mediados del siglo XIX; en otras palabras, se le daba continuidad a la
doctrina Monroe, postulada por los gobiernos estadounidenses desde el año 182314.
10
Vargas Vila, Los césares de la decadencia…, p. 74.
“Canal de Panamá”, en: El Comercio, No. 114. Medellín, 25 de septiembre de 1903. pp. 1-2.
12
“Canal de Panamá”, en: El Comercio, No. 114. Medellín, 25 de septiembre de 1903. pp. 1-2.
13
“La quietud de los Representantes de Antioquia”, en: El Comercio, No. 87. Medellín, 20 de junio de 1903,
p. 2.
14
El 2 de diciembre de 1823, el presidente de los Estados Unidos James Monroe expuso en su mensaje al
Congreso la famosa doctrina de “América para los Americanos”, conocida como “Doctrina Monroe”,
declaración que había sido redactada por John Quince Adams, su sucesor como sexto presidente (1824-1828),
véase: Augusto Calle Henao, La integración en América Latina: Vigencia del pensamiento de Andrés Bello.
Bogotá: Editorial Guadalupe, 1995, p. 103.
11
5
Fundamentado en esta doctrina, Estados Unidos tuvo una gran expansión por el
continente americano. Su carácter de potencia en la región lo confirmó tras el apoyo dado a
los panameños para su separación en 1903. Desde mediados del siglo XIX Estados Unidos
se había propuesto consolidar su presencia en Centroamérica y el Caribe.
La construcción de un canal interoceánico era vital para que los Estados Unidos
dieran cumplimiento a sus intereses geopolíticos y económicos como potencia; de manera
tal que tras la guerra entre Estados Unidos y España en 1898 (en la cual triunfó EE. UU.) y
la independencia de Panamá, sumando la consiguiente construcción del canal por parte de
la emergente potencia, se ponía fin al conflicto entre ésta y los poderes europeos, el cual se
originaba en la competencia por ejercer la supremacía en el Caribe15.
Los Estados Unidos sí necesitaban el canal para ensanchar su política de expansión
comercial, y contaba con el apoyo de Inglaterra y Francia16. Es claro que era necesaria la
construcción de un Canal para que los Estados Unidos lograran acrecentar su poderío
comercial, militar y naval17. A comienzos del siglo XX, el gobierno estadounidense estaba
ocupado en la tarea de hacer ver a toda nación fuerte que era capaz de defender y mantener
sus derechos18.
Vale anotar que para la época, después del intento fallido de los franceses, no existía
una nación o empresa privada capaz de construir un canal por Panamá, diferente a los
Estados Unidos. Asimismo, el canal era una “necesidad universal”; las demás naciones se
mostraban más interesadas en su construcción que la misma Colombia, y por ello de nuevo
se debe insistir en el insuficiente manejo de los intereses nacionales por parte del gobierno
colombiano. Con respecto a si los tratados lesionarían o no la soberanía colombiana, los
demás países -necesitando también el canal- se mostraban indiferentes o adversos a los
intereses de Colombia19.
Es decir, si bien Estados Unidos para la época ya tenía condiciones de potencia en el
área americana, es indudable que la administración Marroquín facilitó las cosas otorgándole
privilegios en las negociaciones. Por otro lado, aunque la separación venía afinándose
desde mediados del siglo XIX, fue durante el periodo de Marroquín que se dieron las
condiciones para esta gran pérdida que, en cierto modo, determinaría el rumbo en la historia
de las relaciones internacionales de Colombia, suceso que a la vez fue la consecuencia más
trágica de la Guerra de las Mil Días.
Colombia empezó el siglo XX con la pérdida de la “joya” que le daba algún peso
geográfico y geopolítico en el ámbito continental, pues Panamá optó por la separación.
Tras este hecho Estados Unidos asumió el control de una zona estratégica que contribuyó
para su consolidación como potencia regional y (posteriormente) mundial.
En 1903 Colombia perdió su estratégica condición geopolítica de zona de posible
tránsito entre los dos océanos, así como su presencia en Centroamérica y el Caribe. Sin
15
Cepeda Ulloa, Fernando y Rodrigo Pardo García-Peña. “La política exterior colombiana, 1930-1946”, en:
Nueva Historia de Colombia, Vol. 3. Bogotá, Planeta Colombiana Editorial, 1989, p. 9.
16
“Canal de Panamá: Nueva solución a la cuestión Canal de Panamá”, en: El Comercio, No. 94. Medellín, 11
de julio de 1903, p. 2.
17
Así lo destacaba el presidente estadounidense Teodoro Roosevelt en un discurso sobre la conveniencia del
Canal. Véase: “Discurso de Roosevelt, lo que dice sobre el Canal de Panamá”, en: El Comercio, No. 103.
Medellín, 13 de agosto de 1903, p. 4.
18
“Discurso de Roosevelt, lo que dice sobre el Canal de Panamá”, en: El Comercio, No. 103. Medellín, 13 de
agosto de 1903, p. 4.
19
“Canal de Panamá: Nueva solución a la cuestión Canal de Panamá”, en: El Comercio, No. 94. Medellín, 11
de julio de 1903, p. 2.
6
embargo, a diferencia de lo que aconteció en México ante una pérdida territorial similar,
este suceso no despertó en Colombia una actitud de afirmación nacional. En los años
siguientes, la élite gubernamental se mostraría más interesada en obtener una reparación
económica puntual y en establecer una relación especial con la potencia emergente, que en
asumir una defensa de los derechos de la nación que pudiera garantizarle mejor la
protección de sus intereses en el largo plazo20.
Todavía en la segunda década del siglo XX, este acontecimiento seguía pesando a la
hora de manejar las relaciones internacionales por parte del gobierno colombiano. La
separación de Panamá afectó las relaciones, tradicionalmente muy buenas, entre Colombia
y Estados Unidos. Sin embargo, después de unos años de distanciamiento con Washington,
el gobierno colombiano se conformó con la firma, en 1914, del tratado Urrutia-Thompson,
mediante el cual Estados Unidos "compensaba" a Colombia por la pérdida de Panamá.
Después de la ratificación del Tratado Urrutia-Thompson el gobierno de Estados Unidos
buscó mejorar las relaciones con Colombia. Para ello, combinó misiones económicas y
diplomáticas que fueron desplazando la influencia que habían mantenido los ingleses en el
país entre 1880 y 193021.
Estados Unidos recurrió, también, a instrumentos diplomáticos como el
reconocimiento, en 1930, del tratado Bárcenas-Esguerra, firmado dos años antes entre
Colombia y Nicaragua para resolver problemas sobre la Mosquitia y las islas de San Andrés
y Providencia. Por su parte, los gobiernos colombianos asumieron una posición de
subordinación incondicional a Estados Unidos, país que ya se perfilaba como nueva
potencia regional22.
Los Estados Unidos, que sí veían con claridad la importancia del istmo de Panamá y
especialmente la necesidad de abrir un canal para solucionar en cualquier momento la
colocación de su flota completa en uno de los dos mares, para atender a un ataque o defensa
en dirección al occidente -Asia- y al oriente -Europa-, hicieron cuanto estuvo a su alcance
para que se formara de Panamá una república independiente que permitiera abrir el canal y
tener allí una zona que fuera a "perpetuidad territorio americano", ayudaron a la revolución
y abrieron el canal. Conviene resaltar que para la Primera Guerra Mundial, en 1914,
lograron que Colombia reconociera a Panamá como país independiente y le dieron en
cambio una indemnización en dólares en compensación de los perjuicios que pudiera haber
recibido por aquella desmembración23.
Tan pronto se inauguró el Canal de Panamá (en 1914), los intereses de seguridad
propugnados por los Estados Unidos pasaron de la fase expansionista a la fase de
consolidación, puesto que ya habían alcanzado el límite externo de su anhelada expansión
en el Caribe. Para las repúblicas isleñas del Caribe y para unas regiones de Centroamérica,
esto vino a significar la diplomacia del Dólar, la intervención, la ocupación militar. Entre
tanto, anticipándose a la política de la buena vecindad, para Colombia se reservó, sin
embargo, una diplomacia de lineamientos un poco más suaves, ya que el país había dejado
de tener importancia geoestratégica como zona de tránsito, por haber perdido a Panamá24.
20
Restrepo, Luis Alberto. “La política exterior de Colombia: La estrella polar está de vuelta”, en: Colombia,
cambio de siglo: Balances y perspectivas. Bogotá, Planeta Colombiana Editorial, 2000, p. 146.
21
Restrepo, “La política exterior de Colombia: La estrella polar está de vuelta”…, p. 146.
22
Restrepo, “La política exterior de Colombia: La estrella polar está de vuelta”…, pp. 146-147.
23
Londoño, Julio. Geopolítica de Suramérica. Bogotá, Imprenta y publicaciones de las Fuerzas Militares,
1977, p. 76.
7
En tales lineamientos diplomáticos se daba prelación a la reconciliación con
Colombia, tanto más cuanto que la amistad con Colombia ofrecía a Washington la
oportunidad de abrir la puerta de entrada a Sudamérica. Después de la apertura del Canal
de Panamá y deseosos de aproximarse a este objetivo, los Estados Unidos ofrecieron
persuasiones misioneras, diplomáticas y económicas. El Ministro de Relaciones Exteriores
William Jennings Bryan, puso, entre 1913 y 1915, la base fundamental para la
reconciliación con Colombia. En 1914 se redactó el proyecto del Tratado UrrutiaThompson, incluyéndose, en la llamada “versión primitiva”, el reclamo que había
manifestado Colombia, de modo que en el artículo 1 figuraba, incluso, un “sincero
sentimiento” por el menoscabo sufrido en las antaño cordiales relaciones25.
No obstante, William Jennings Brayn no logró que el Congreso estadounidense
aceptara esta versión original. Además, los ataques chauvinistas dilataron, hasta
1921/1922, la aprobación de una versión más atenuada, la cual Colombia aceptó tras las
mortificantes discusiones que precedieron a esta decisión26.
Desde 1914, fecha del Tratado Urrutia-Thompson (que apenas fue ratificado en
1921-1922), los Estados Unidos trataron de ganarse metódicamente a Colombia como
aliado firme en la zona norte de Sudamérica, obteniendo un éxito contundente basado en
algunas acciones reparadoras: Entre los actos de reconciliación de los Estados Unidos con
Colombia estuvo el relacionado con la zona marítima en litigio, la cual debería apaciguarse
contractualmente, favoreciendo a Colombia. Una Nicaragua ocupada por los Estados
Unidos firmó con Colombia el Tratado Bárcenas Meneses-Esguerra el 24 de marzo de
1928, con miras a una clara delimitación de fronteras. El Tratado decía:
"La República de Colombia reconoce la soberanía y pleno dominio de la República de
Nicaragua sobre la Costa de Mosquitos comprendida entre el Cabo de Gracias a Dios y el
río San Juan, y sobre las Islas Mangle Grande y Mangle Chico, en el Océano Atlántico
(Great Corn Island, y Little Corn Island), y la República de Nicaragua reconoce la soberanía
y pleno dominio de la República de Colombia sobre las islas de San Andrés, Providencia,
Santa Catalina y todas las demás islas, islotes y cayos que hacen parte de dicho
Archipiélago de San Andrés.
No se consideran incluidos en este Tratado los Cayos de Roncador, Quitasueño y Serrana;
el dominio de los cuales está en litigio entre Colombia y los Estados Unidos de América"27.
Unos días después, el 10 de abril de 1928, se inició lo que Gerhard Drekonja Kornat llamó
el último capítulo reparador de Washington en favor a Bogotá, con la discusión contractual
entre los Estados Unidos y Colombia, en torno al status jurídico, los derechos de pesca y la
ayuda a la navegación en los Cayos Roncador, Serrana y Quitasueño, congelándose, de
momento, el status quo (para desembocar en una reglamentación definitiva en 1972)28.
24
Drekonja Kornat, Gerhard. “Formulando la política exterior colombiana”, en: Retos de la política exterior
colombiana. Bogotá, Fondo Editorial Cerec, 1983, p. 69.
25
Drekonja Kornat, Gerhard. “Formulando la política exterior colombiana”…, pp. 69-70.
26
Drekonja Kornat, “Formulando la política exterior colombiana”…, p. 70.
27
Citado en: Drekonja Kornat, Gerhard. “El diferendo entre Colombia y Nicaragua”, en: Retos de la política
exterior colombiana. Bogotá, Fondo Editorial Cerec, 1983, pp. 111-112.
28
Drekonja Kornat, “El diferendo entre Colombia y Nicaragua”…, pp. 111-112.
8
II.
La doctrina respice polum (“Mirar hacia el norte”): Colombia, la
costumbre de mirar hacia el norte y su repercusión en la práctica de las
relaciones internacionales
El propósito de este apartado es mostrar cómo la doctrina respice polum hizo que durante
gran parte del siglo XX Colombia presentara un "perfil bajo" (calificativo del teórico
austriaco Gerhard Drekonja Kornat) en cuanto a la relaciones con los demás países de la
comunidad internacional, tendencia que sólo empezó a modificarse parcialmente a finales
de los años sesentas cuando se postuló la doctrina respice similia ("Mirar a tus
semejantes").
Desde una perspectiva tradicional, Colombia si ha tenido una política exterior, en
donde su ministerio de Relaciones Exteriores de Bogotá ha cumplido las tareas relacionadas
con el problema del territorio nacional y con la correspondiente delimitación de fronteras
con los países vecinos29. Las características de la política exterior colombiana fueron
durante gran parte del siglo XX las siguientes: Juridicidad estricta, desarrollo y
perfeccionamiento del Derecho Internacional, del derecho de Asilo, del Derecho del Mar,
acentuamiento de la actuación colectiva en las organizaciones regionales y globales,
defensa del principio de la no-intervención, de la solución pacífica de litigios
internacionales, y de la cooperación internacional30. Principios que, como resalta Drekonja
Kornat, pueden tener importancia cuando se trata de defender una posición dentro de un
sistema en el cual el estatus-quo está equilibrado, pero que tales principios apenas son
instrumentos suficientes para acometer la defensa de los intereses nacionales durante la fase
de transición del antiguo orden al Nuevo Orden Económico Mundial, dado que a pesar de
toda la interdependencia que puede haber en este último, su estructura no se va a regir en lo
más mínimo, por la utilización prudente del poder negociador de las periferias31.
Tras la firma en 1914 del tratado Urrutia-Thompson, mediante el cual Estados
Unidos compensaba a Colombia, entonces se restauraron las relaciones colomboestadounidenses. A la serie de sucesos antes descritos posterior a la separación de Panamá,
se agrega que durante la presidencia del conservador Marco Fidel Suárez (1918-1921) se
acuñó la política de más larga tradición en la historia de las relaciones internacionales de
Colombia, denominada la doctrina respice polum (“Mirar hacia el norte”), doctrina que sin
duda repercutió en las relaciones de Colombia con los demás países durante gran parte del
siglo XX. La doctrina decía que Colombia debía orientar su política exterior hacia Estados
Unidos: “El norte de nuestra política exterior debe estar allá, en esa poderosa nación, que
más que ninguna otra ejerce decisiva atracción respecto de los pueblos de América”.
Marco Fidel Suárez, presidente de la República de 1918 a 192132 realizó en aquella
época una labor decisiva, primero, en calidad de miembro de la Comisión Asesora del
Ministerio de Relaciones Exteriores y después como canciller del presidente José Vicente
Concha (de 1914 a 1917), habiendo sido uno de los signatarios de la “versión primitiva” del
Tratado Urrutia-Thompson.
29
Drekonja Kornat, “Formulando la política exterior colombiana”…, p. 65.
Drekonja Kornat, “Formulando la política exterior colombiana”…, p. 66.
31
Drekonja Kornat, “Formulando la política exterior colombiana”…, pp. 66-67.
32
Suárez renunció a la presidencia en 1921. Como presidente de Colombia trabajó a favor de la aceptación del
Tratado Urrutia-Thompson. Uno de los motivos que provocó su renuncia irrevocable a la presidencia de la
República fue su deseo de facilitar la ratificación del Tratado. Al respecto, véase: David Bushnell, Eduardo
Santos y la política del Buen Vecino, 1938-1942. Bogotá, El Áncora Editores, 1984, p. 13.
30
9
Desde entonces Colombia se guía por la “Estrella del Norte”. El pago de 25
millones de Dólares-Oro como indemnización por la separación de Panamá le abrió a
Colombia la influencia económica estadounidense; el capital estadounidense desplazó
progresivamente las inversiones británicas; la Comisión Kemmerer le proporcionó a
Colombia no sólo una estructura administrativa y financiera moderna, sino que hizo que el
Estado suramericano se orientara por el Dólar33.
Marco Fidel Suárez argumentaba que era más sensato propender hacia una relación
viable con la joven superpotencia del Norte, en vista de que el poderío imperial de los
Estados Unidos no permitiría recuperar a Panamá. Suárez acuñó el término respice polum
para calificar con él la forma en que Colombia se orientaba por la “Estrella del Norte”; tal
invitación aparece reiteradamente en sus escritos, en especial en algunos pasajes de la serie
Sueños de Luciano Pulgar”34.
Según el investigador Drekonja Kornat el respice polum cimentó la más importante
de las tradiciones de la política exterior colombiana. Así surgió la lealtad incondicional de
Colombia frente a Washington en los años veinte en base al Tratado Urrutia-Thompson y
con algunos actos reparadores por parte de los EE.UU. Esta tradición mantuvo sus
elementos constitutivos hasta finales de la década del sesenta, claro está que a costa de
haber renunciado a una política exterior propia y autónoma con la cual se explica también
el low-profile de Colombia35. No obstante, al cabo de muy poco tiempo se vio también que
el peculiar nexo con los Estados Unidos conducía a una limitación de la soberanía
colombiana.
Colombia recogió también las mieses de otros actos reparadores brindados por
Estados Unidos: La Misión Asesora del Profesor Edwin Walter Kemmerer de la
Universidad de Princeton familiarizó a Colombia, en 1923, con el fenómeno de la
Cooperación técnica y la política de desarrollo, y condujo a una profunda reorganización
del sistema bancario y financiero; los fondos provenientes de los actos reparadores
originaron la primera “danza de los millones”; la disputa de Colombia y Nicaragua por el
Archipiélago de San Andrés desembocó en el Tratado de 1928 que vio la luz del día en
términos altamente favorables para Colombia36.
De manera que con el acercamiento a Washington, Colombia se desligó de la
influencia británica durante un agitado período de crecimiento, comprendido entre los años
de 1923 y 1930 para incurrir en una relación especial de interacción con los EE.UU.,
contando en forma creciente con la presencia de capital estadounidense en los sectores
minero, petrolero y bananero, que se convirtieron así en enclaves modernizantes37.
33
Drekonja Kornat, “El diferendo entre Colombia y Nicaragua”…, pp. 110-111.
Vale la pena citar un apartado: “[…] me atreví a decir que Colombia debía abrazar como lema o cifra de su
conducta internacional la frase “miremos al polo”, referente a los Estados Unidos, cuyas relaciones tienen que
ser para nosotros las primeras y unas de las más atendidas, por motivos evidentes” (Sueños de Luciano
Pulgar, Tomo III, p. 248). Para ampliar al respecto, véase: Marco Fidel Suárez, Sueños de Luciano Pulgar.
Bogotá, Editorial ABC, 1954 (en especial ver los tomos II, III y VIII).
35
Al respecto, Germán Cavelier, patriarca de la historia diplomática colombiana, señalaba: “Termina así un
capítulo de las relaciones con los Estados Unidos, el más amargo por cierto, y de ahí en adelante Colombia
cae definitivamente en su órbita de influencia, con lo cual su política internacional pierde independencia cada
día” (citado por Gerhard Drekonja, tomado de: Germán Cavelier. La política internacional de Colombia, Vol.
3. Bogotá, Editorial Iqueima, p. 103.)
36
Drekonja Kornat, “Formulando la política exterior colombiana”…, p. 72.
37
Drekonja Kornat, “Formulando la política exterior colombiana”…, p. 72.
34
10
Los presidentes sucesores de Marco Fidel Suárez, los también conservadores Pedro
Nel Ospina (1922-1926) y Miguel Abadía Méndez (1926-1930), consideraron que
Colombia debía simplemente asegurar la satisfacción de sus intereses económicos
inmediatos, como la obtención de precios favorables para el café, la ampliación del
comercio exterior y la consecución de créditos para la financiación de la modernización del
país. La idea de supeditar la acción externa a objetivos económicos y contentarse con la
llamada “danza de los millones” y la “prosperidad al debe”, mostraría sus efectos perversos
a lo largo del siglo, y en particular en la crisis de los años treinta38.
Se esperaba un cambio en la política exterior colombiana una vez terminada la
hegemonía conservadora (1886-1930). Sin embargo, no fue así. Tras la depresión
económica mundial de los años treinta se fortalecieron las ataduras de Colombia con la
nación del Norte. El presidente liberal Enrique Olaya Herrera (1930-1934), el primero de
este partido desde 1886, fue el presidente que mayor simpatía demostró por los Estados
Unidos hasta ese momento de la historia colombiana39. Olaya Herrera, quien fue canciller
en el momento de la ratificación del tratado Urrutia-Thompson, renunció también a
movilizar los recursos del país para construir márgenes de maniobra propios. Con la
esperanza de atraer capital estadounidense, hizo concesiones excesivas a banqueros y
empresarios estadounidenses, en contra de la oposición doméstica y de los intereses de
distintos sectores internos. Además, incrementó imprudentemente la deuda externa. En
vez de hacer frente común con algunos países latinoamericanos que declararon la moratoria
en el pago de sus deudas, el gobierno colombiano se empeñó en pagar puntualmente las
suyas. Cuando los vecinos declararon la moratoria total en 1935, ya Colombia se había
puesto al día40.
Continuando con la subordinación fundamental hacia los Estados Unidos, los
siguientes gobiernos liberales se esforzaron por diversificar las relaciones del país y
adoptaron algunas decisiones más independientes. Con el lema “Colombia para los
colombianos”, el presidente Alfonso López Pumarejo (1934-1938) criticó el estilo pro
norteamericano del anterior mandatario, expresado en particular en la entrega del petróleo,
aunque sus afirmaciones no tuvieran como consecuencia la anulación o denuncia de los
contratos petroleros. López fustigó la diplomacia colombiana, cuyas fórmulas no eran más
que “deseos humildes de protectorado”. Y agregaba: “lo importante de nuestro ministerio
de relaciones exteriores fue, por muchos años, no incomodar a nadie en el mundo [...]
observar el ambiente, callar y guardar compostura”41. Sin embargo, la cancillería tampoco
trazó una política exterior sistemática y de largo alcance, más independiente de Estados
Unidos. En consonancia con el pragmatismo del pasado, quedó más bien casi reducida a la
condición de un ministerio de comercio exterior.
En términos generales, durante los años treinta, el liberalismo colombiano abandonó
su nacionalismo económico y se dejó domesticar por los Estados Unidos, desembocando
así en el principio dual de la libre empresa y la solidaridad hemisférica bajo la hegemonía
de Washington. El caso de Eduardo Santos como dueño de el periódico El Tiempo y como
presidente (1938-1942) es uno de los ejemplos más ilustrativos de esta conversión
política”42.
38
Restrepo, “La política exterior de Colombia: La estrella polar está de vuelta”…, p. 147.
Drekonja Kornat, “Formulando la política exterior colombiana”…, p. 73.
40
Restrepo, “La política exterior de Colombia: La estrella polar está de vuelta”…, pp. 147-148.
41
Restrepo, “La política exterior de Colombia: La estrella polar está de vuelta”…, p. 148.
39
11
La política de la “Buena Vecindad” propagada por Roosevelt logró fortalecer la
estrecha amistad entre Estados Unidos y Colombia, gracias a la actitud del liberalismo
colombiano. La administración de Eduardo Santos extendió la política exterior colombiana
a todo el continente. Así lo comprueban el conjunto de iniciativas que Colombia encabezó
en la VIII Conferencia Panamericana, instalada en diciembre de 1938 en Lima, y en las tres
reuniones de consulta convocadas por Estados Unidos realizadas en septiembre de 1939 en
Panamá, en julio de 1940 en La Habana y en enero de 1942 en Río de Janeiro. No obstante,
este liderazgo fue ejercido en el marco panamericano fijado por Washington43. Para aquel
entonces se impuso en el continente la idea de que la defensa de Estados Unidos implicaba
una “solidaridad americana” y conllevaba un derecho de Washington a la injerencia en el
manejo de los asuntos internos de cada país.
En ese marco panamericano, el gobierno colombiano firmó acuerdos militares con
Estados Unidos a cambio de concesiones económicas. Con el fin de reforzar aún más los
nexos con esa nación -que ya por entonces se había convertido en el principal mercado para
los productos colombianos, en el mayor proveedor de bienes de capital y en la fuente casi
única de crédito e inversión para el país-, Santos le otorgó prioridad al pago de las
obligaciones causadas por la deuda externa, temporalmente suspendidas por su antecesor.
Aunque, no faltaron en su gobierno algunas decisiones que apuntaron a una mayor
independencia frente a Washington, entre éstas el haberse sumado a la iniciativa de crear un
convenio latinoamericano de productores de café que ayudara al mantenimiento de los
precios44.
Seguiría pesando durante las décadas siguientes la doctrina que fijaba la mirada
hacia los Estados Unidos. En palabras de Gerhard Drekonja Kornat:
“la máxima del ‘respice polum’ le dio así a Colombia una consistencia extraordinaria en
materia de política exterior y le ahorro al país riesgos y gastos, pero de ahí se derivó el
curioso perfil bajo que ha bloqueado la maximización de los intereses nacionales en el
ámbito internacional”45.
En el contexto de la Segunda Guerra Mundial el presidente López Pumarejo (1942-1945)
propició una política de cooperación latinoamericana. Las relaciones se inscribieron en un
marco más multilateral, aunque seguían estando marcadas por el sello estadounidense. Se
conformaron grupos de concertación contra los “países del eje” y se conformó el “sistema
de defensa regional”. El gobierno colombiano participó en la conferencia de México y
posteriormente en la de San Francisco que dio origen a la Organización de Naciones Unidas
42
Drekonja Kornat, “Formulando la política exterior colombiana”, en: Retos de la política exterior
colombiana…, p. 73. Para ampliar sobre el período presidencial de Eduardo Santos y su política exterior,
véase: David Bushnell. Eduardo Santos y la política del Buen Vecino, 1938-1942. Bogotá, El Áncora
Editores, 1984, 184 p.
43
El “panamericanismo” al estilo estadounidense se sustentaba en la “Doctrina Monroe” postulada en 1823; al
proclamarse “América para los americanos” se sentaron las bases que dieron soporte (aunque de forma
irregular, pues no fue una sólida integración) hasta 1948 a la propuesta de “panamericanismo” al estilo
hegemónico. Véase el subtítulo “La integración a la luz del concepto ‘Panamericanismo’: Desde 1890 hasta
la primera mitad del siglo XX”, parte de la ponencia de César Augusto Bermúdez Torres titulada: “Proyectos
de integración en América Latina durante el siglo XX: El Mercosur en los albores del siglo XXI”, en:
Memorias del “53º Congreso Internacional de Americanistas, Ciudad de México, Congreso Internacional
de Americanistas, 2009, pp. 2-10.
44
Restrepo, “La política exterior de Colombia: La estrella polar está de vuelta”…, p. 149.
45
Drekonja Kornat, “Formulando la política exterior colombiana”…, p. 77.
12
(ONU), así como en la conferencia de Bretton Woods, de la que surgió el sistema
financiero internacional. Posteriormente, el siguiente mandatario Alberto LLeras Camargo
(1945-1946) le dio continuidad a la política centrada en el panamericanismo y el
fortalecimiento de las políticas económicas con Estados Unidos.
Después de dieciséis años de hegemonía liberal, Mariano Ospina Pérez (1946-1950)
le devolvió el poder al partido conservador. Su gobierno se enmarcó en el comienzo de la
Guerra Fría. La doctrina Truman impuso el anticomunismo y el inaplazable alineamiento
con uno de los dos bloques en conflicto como eje de la política exterior de Occidente. En
abril de 1948 en Bogotá se instaló la IX Conferencia Panamericana, en donde se asumió
con mucho dinamismo el alineamiento con Estados Unidos46. La firma del TIAR en Río de
Janeiro le quitó el margen de maniobra a Colombia, dado que se acordaba una alianza
militar hemisférica con Estados Unidos, y con ello se ratificó una amplia subordinación de
Colombia a la potencia de la región americana47.
El sucesor de Ospina fue el conservador Laureano Gómez (1950-1953). Aunque en
los años treinta había criticado el estilo pro norteamericano de Suárez y el liberalismo,
Gómez mantuvo las alianzas con Estados Unidos destinadas a contener la “amenaza
comunista”. En 1951, involucró a Colombia en la “fuerza multilateral de pacificación”, que
participó al lado del ejército norteamericano en la guerra de Corea, siendo Colombia el
único país latinoamericano que intervino en el conflicto. Además, fue miembro activo de
todas las alianzas occidentales que participaron en la contención del comunismo
internacional48.
En 1953 en Colombia se promovió un golpe militar. Una vez en el poder el general
Gustavo Rojas Pinilla (1953-1957), se conservaron los mismos lineamientos de política
exterior49. Desde mayo de 1957 asumió una Junta Militar que gobernó hasta la realización
en 1958 de un plebiscito que dio origen al “Frente Nacional” (1958-1974). En palabras de
Luis Alberto Restrepo el acuerdo bipartidista implantó un consenso en la política exterior,
asumió los postulados anticomunistas de la Guerra fría y demostró una compleja
dependencia de Estados Unidos50.
El primer presidente del acuerdo bipartidista Alberto Lleras Camargo (1958-1962)
definió de la siguiente manera la orientación de la política exterior colombiana:
46
El ex presidente colombiano Alberto LLeras Camargo ejerció un protagonismo en la redacción del tratado
panamericano y ejerció la primera secretaría de la Organización de Estados Americanos (OEA), cargo que
ocupó desde 1948 hasta 1954.
47
Vale decir que era una actitud pronorteamericana y anticomunista que se sustentaba en la situación interna,
pues la experiencia del 9 de abril de 1948, con el asesinato del líder liberal Jorge Eliécer Gaitán (el conocido
Bogotazo), había generado un temor desproporcionadamente agudo ante el fantasma de las movilizaciones
sociales y populares. Amplios segmentos de las clases dominantes consideraron que aquella eclosión de
masas no era sino la manifestación de una conjura revolucionaria alimentada por el comunismo internacional.
El resultado sería la vinculación interna-externa que agigantaba el espectro de un “comunismo amenazante”,
al cual se debía combatir en lo internacional y en lo doméstico. Rodrigo Pardo y Juan G. Tokatlián, Política
exterior colombiana: ¿De la subordinación a la autonomía? Bogotá, Tercer Mundo Editores/Ediciones
Uniandes, 1988, pp. 100-101.
48
Pardo y Tokatlián, Política exterior colombiana: ¿De la subordinación a la autonomía?..., p. 99.
49
El general envió en 1956 un contingente militar a la fuerza de emergencia de las Naciones Unidas
desplegada en el canal de Suez. Véase: Luis Alberto Restrepo, “La política exterior de Colombia: La estrella
polar está de vuelta”, en: Colombia, cambio de siglo: Balances y perspectivas…, p. 151.
50
Restrepo, “La política exterior de Colombia: La estrella polar está de vuelta”…, p. 151.
13
“Estados Unidos tiene la doble condición de ser nuestro más grande y poderoso vecino y la
primera potencia económica, científica y militar de los tiempos modernos. Nos movemos en
la misma órbita y con ellos compartimos –nosotros en la pequeña proporción que
corresponde a nuestras reducidas y limitadas capacidades- la defensa de la civilización
occidental”51.
Las élites gobernantes aplicaron la mayoría de las políticas norteamericanas inspiradas en la
Guerra Fría, en particular las relacionadas con Cuba. LLeras Camargo desempeñó un papel
fundamental en la expulsión de Cuba de la OEA. Vale agregar que en el marcó de la
Alianza para el Progreso, creada en 1961, el gobierno colombiano desarrolló programas de
contrainsurgencia, como el llamado Plan LASO (Latin American Security Operation).
Entre 1967 y 1974 Colombia recibió más ayuda de la Agencia Internacional para el
Desarrollo (AID) que ningún otro país de la región, y entre 1949-1974 se convirtió en el
segundo mayor receptor de asistencia militar norteamericana, después de Brasil52.
El segundo gobernante del Frente Nacional Guillermo León Valencia (1962-1966),
mantuvo en su gobierno al país dentro de la órbita estadounidense, y paradójicamente
aunque en los foros multilaterales de carácter más general como la ONU y el Grupo de los
77 (G-77) Colombia defendía posiciones tercermundistas, en las instancias de carácter
regional ejercía un gran activismo a favor de las políticas estadounidenses de la Guerra
Fría53. Además al Fondo Monetario Internacional (FMI), el Banco Mundial y la AID se le
concedió una gran influencia en la política económica nacional.
III.
La doctrina respice similia (mirar a tus semejantes): intermitente desde
finales de los años sesentas
Cuando se realiza un análisis de la política exterior colombiana, debe llegarse a la
conclusión que Colombia debería ser una potencia regional con un poder negociador
comparable al de México, Argentina, Venezuela (para los años setentas y ochentas) o
comparable al de Argentina, Brasil y México (en los comienzos del siglo XXI), dado los
elementos de poderío potencia con que cuenta nuestro país. Lo anterior, sin desconocer que
Colombia sí ha tenido una destacada participación internacional, sobre todo en el ámbito de
los convenios de integración.
Desde la segunda década del siglo XX, el ex presidente Marco Fidel Suárez insistió
en la necesidad de enfatizar en una buena relación con Estados Unidos, pese a los eventos
que dieron origen a la separación de Panamá en 1903; según Suárez, era necesario dada la
imperiosa obligación de reconocer que Colombia requería de Estados Unidos, en
inversiones, comercio, desarrollo de la infraestructura de comunicaciones y transportes.
Dicho imperativo fue formulado con la expresión latina respice polum, que con el tiempo,
se convertiría en uno de los principios activos de la política exterior de Colombia54.
51
Restrepo, “La política exterior de Colombia: La estrella polar está de vuelta”…, pp. 151-152.
Restrepo, “La política exterior de Colombia: La estrella polar está de vuelta”…, p. 152.
53
Restrepo, “La política exterior de Colombia: La estrella polar está de vuelta”…, p. 152.
54
Cardona Cardona, Diego. “La política exterior de la administración Pastrana (1998-2002): Hacia una
evaluación preliminar”, en: Colombia Internacional, No. 53. Bogotá, Centro de Estudios Internacionales,
Universidad de los Andes, septiembre-diciembre de 2001, p. 54.
52
14
Algunas décadas después, al final de los años sesentas del siglo XX, el futuro
presidente Alfonso López Michelsen, siendo ministro de Relaciones Exteriores del
presidente Lleras Restrepo, formuló un principio diferente, que correspondía esta vez con
las realidades de su tiempo y con la necesidad de tener relaciones multilaterales. De
acuerdo con su visión, el mundo se había diversificado y existían ahora nuevos e
importantes actores en el escenario internacional. Por tanto, era necesario priorizar las
relaciones con los países semejantes, y no solo con un actor privilegiado. Este principio
recibió el nombre de respice similia (mira a tus semejantes)55.
Colombia no ha sido indiferente a las grandes corrientes que ha experimentado
Latinoamérica. En los años cincuentas Colombia se comprometió con el Cepalismo, al
emprender la industrialización mediante la política de sustitución de importaciones. A
partir de la segunda mitad de la década de los sesentas, los responsables de la política
exterior colombiana empezaron a revisar las nociones que habían predominado desde la
segunda posguerra mundial. Ello obedeció a la influencia de las tesis estructuralistas de la
CEPAL y, posteriormente, al auge de escritos enfocados desde la perspectiva de la
interdependencia56.
Los años sesentas y setentas trajeron notables cambios internacionales; entre ellos la
transnacionalización de la economía, el incremento del número e influencia de los agentes
privados en el sistema mundial y un mayor pluralismo político. La distensión entre Estados
Unidos y la Unión Soviética le abrió un espacio al surgimiento de potencias medias.
Asimismo, algunos países latinoamericanos hicieron más complejas sus economías y
adquirieron una mayor importancia en la “solidaridad hemisférica”, lo cual les brindó un
margen de maniobra más amplio en relación con Estados Unidos y empezaron a disminuir
la dependencia ideológica y política con este país en la formulación de la política exterior.
No se puede negar que desde el gobierno de Carlos Lleras Restrepo (1966-1970),
Colombia ha intentado desarrollar una política exterior autónoma, diversificando e
intensificando a su vez sus relaciones. Lleras Restrepo puso en práctica la integración
regional y la promoción de las exportaciones. Abrió relaciones con otros Estados del
mundo y tomó iniciativas en instancias multilaterales como la Organización de Naciones
Unidas (ONU) y el grupo de países No Alineados (NOAL)57. Colombia diversificó sus
relaciones económicas y diplomáticas e incrementó su participación en los organismos
multilaterales.
Durante su gobierno, la apertura al exterior tuvo un acento económico: Colombia
formó parte de los diversos intentos regionales de promoción de organismos como el Banco
Interamericano de Desarrollo (BID) y la Asociación Latinoamericana de Libre Comercio
(ALALC) y de las propuestas integracionistas de los años sesentas que condujeron a la
formación del Pacto Andino. Cierta autonomía demostró el gobierno cuando en 1966
rechazó la recomendación que hiciera el FMI de devaluar aceleradamente el peso
colombiano”58. Aunque, Colombia fue el único país latinoamericano que pidió su ingreso
al Acuerdo General sobre las Tarifas Aduaneras y el Comercio (GATT), lo que
efectivamente realizó en 1968 (con entrada definitiva protocolizada en Suiza en junio de
55
Cardona Cardona, “La política exterior de la administración Pastrana (1998-2002)…, p. 54.
Pardo y Tokatlián, Política exterior colombiana: ¿De la subordinación a la autonomía?..., p. 103.
57
Gilhodes, Pierre. “La política exterior de Colombia” [Traducción de Yolanda González Pacciotti], en:
Blanquer, Jean-Michel y Cristian Gros (compiladores), Las dos Colombias. Bogotá, Grupo Editorial Norma,
2002, p. 164.
58
Restrepo, “La política exterior de Colombia: La estrella polar está de vuelta”…, p. 153.
56
15
1979, por el presidente Turbay Ayala). En ese gobierno Colombia participó por primera
vez en las reuniones del Movimiento de Países No Alineados. Se reanudaron las relaciones
con la URSS. El canciller Alfonso López Michelsen acuñó el término respice similia, para
caracterizar la nueva orientación diplomática de Colombia.
Durante el gobierno de Misael Pastrana Borrero (1970-1974) Colombia renunció a
la presencia de los consejeros de la Universidad de Harvard en las oficinas de Planeación
Nacional; inició un acercamiento a Cuba; también se acercó al gobierno de Salvador
Allende en Chile y tras el golpe de Pinochet, el canciller Alfredo Vásquez Carrizosa
defendió a los exiliados y les otorgó el derecho al asilo”59. Al concluir el Frente Nacional
en el año 1974, Colombia contaba con unas mejores condiciones internas y externas para su
acción internacional60.
El liberal Alfonso López Michelsen (1974-1978) buscó diversificar las relaciones de
Colombia y lograr así una mayor autonomía frente a los polos económicos mundiales,
tratando de superar el alineamiento global con Estados Unidos. Fortaleció sus relaciones
con los países vecinos y buscó delimitar las áreas marinas y submarinas con los países
fronterizos (Panamá, Costa Rica, Haití, República Dominicana y Ecuador)61. Colombia
restableció relaciones con Cuba. Además, López reforzó la participación de Colombia en
los No Alineados. Vale anotar que se presentó un incidente en torno al tema de la
marihuana, ya que las posiciones adoptadas por el presidente López Michelsen no habían
sido bien recibidas en Washington.
Colombia adquirió en papel destacado en la política exterior multilateral, y ese aire
abarcó los primeros meses del gobierno de Julio César Turbay Ayala. La presidencia del
liberal Turbay Ayala (1978-1982) interrumpió transitoriamente los renovados esfuerzos de
Colombia por lograr una mayor independencia en su política exterior y detuvo la
prometedora fase de apertura, dado el ambiente internacional de agudización de la crisis
centroamericana y de la tensión Este-Oeste y, también, dado el aumento de la violencia
interna derivada de la guerrilla, del narcotráfico y de algunos sectores de las instituciones
estatales.
En un primer momento de su administración Turbay, Colombia asistió a la
conferencia de los No Alineados en calidad de observador en La Habana62. Se integró con
sus vecinos en la reunión del Pacto Andino en mayo de 1979. Pero a partir del segundo año
de gobierno, Turbay retornó a la introversión de otras épocas, basada en una estrecha
lealtad hacia los Estados Unidos63. Desde allí se retomó el modelo clásico como orientador
de las decisiones que se tomaron a partir del segundo año de su mandato. Al respecto, el
mismo presidente Turbay Ayala consideraba: “Es una verdad indiscutible […] que nos
movemos en la órbita en la que los Estados Unidos, la primera superpotencia mundial de
59
Restrepo, “La política exterior de Colombia: La estrella polar está de vuelta”…, p. 154.
América Latina comenzó a buscar una mayor libertad de acción que le permitiera desarrollar una
“autonomía periférica”.
61
González Arana, Roberto. “La política exterior de Colombia a finales del siglo XX: Primera
aproximación”, en: Investigación y Desarrollo, Vol. 12, No. 2. Barranquilla, Universidad del Norte,
diciembre de 2004, p. 265.
62
Por primera vez Colombia asistía como observador a una reunión cumbre del Movimiento de los Países No
Alineados, la cual se reunió en La Habana en septiembre de 1979. Ver: González Arana, Roberto. “La política
exterior de Colombia a finales del siglo XX: Primera aproximación”, en: Investigación y Desarrollo…, p.
266.
63
Restrepo, “La política exterior de Colombia: La estrella polar está de vuelta”…, p. 156.
60
16
Occidente, ejerce su mayor influencia”64. El retorno a la lealtad con Estados Unidos tiene
su explicación en el contexto del continente: se revivían las épocas de Guerra Fría; habían
profundas grietas en el Pacto Andino; y el 4 de febrero de 1980, el gobierno sandinista
presentaba el “Libro Blanco”, en el que reclamaba para sí el archipiélago de San Andrés y
Providencia. Por otra parte, el tráfico de sustancias psicoactivas comenzaba a convertirse
en un elemento de desestabilización del país y a transformarse en fuente de conflicto
abierto con la administración de Estados Unidos. Con el nuevo entorno continental y
nacional, Colombia asumió un notable activismo subordinado a Estados Unidos.
Con el apoyo de los Estados Unidos, el gobierno colombiano presentó a finales de
1979 y comienzos de 1980 su candidatura al Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas
con el fin de impedir la elección de Cuba, que por entonces ocupaba la presidencia de los
países No Alineados65. La delegación Colombiana obligó repetir las votaciones muchas
veces, y al final postuló a México como candidato de compromiso para salir del
inconveniente. Otro hecho sobresaliente fue que en 1981, el gobierno rompió relaciones
diplomáticas con La Habana y se retiró parcialmente de los No Alineados.
En julio de 1981, Washington reconoció la soberanía colombiana sobre los cayos de
Roncador, Serrana y Quitasueño mediante la ratificación por parte del Senado
estadounidense del tratado Vásquez-Saccio, ratificación que había sido postergada desde
1972 debido al lobby ejercido por Somoza, quien reclamaba para Nicaragua ese territorio
insular66. Simultáneamente, Turbay se comprometió a enviar tropas al Sinaí.
Para evitar roces con la administración de Estados Unidos, el gobierno de Turbay
negó su solidaridad a la Argentina en el conflicto de las Malvinas al abstenerse en la
votación decisiva de la Conferencia de Cancilleres en el seno de la Organización de Estados
Americanos, OEA, con lo que Colombia quedó aislada de las corrientes latinoamericanas
en política exterior y terminó en un profundo aislamiento frente a la comunidad
latinoamericana67.
El presidente Belisario Betancur Cuartas (1982-1986) le dio un nuevo giro a la
política exterior colombiana, al menos durante los primeros dos años de su mandato.
Betancur buscó una diplomacia multilateral que en 1983 facilitó la base del Grupo de
Contadora (Colombia fue actor clave del grupo desde marzo de 1983 para la búsqueda de
una paz negociada en Centroamérica, con lo cual el país adquirió un reconocido liderazgo
en el ámbito regional); lanzó por primera vez un inusitado proceso de diálogo con la
guerrilla colombiana, ligado a una audaz política exterior en apoyo a las soluciones
negociaciones de los conflictos centroamericanos.
Promovió la coordinación
latinoamericana, la vinculación de Colombia al movimiento de países No Alineados
(Colombia entró como miembro pleno en marzo de 1983) y promovió una solidaridad
europea que hiciera posible las negociaciones de paz.
Las relaciones con Cuba también fueron una parte esencial de su política exterior,
sobre todo pensando en la necesidad de gestionar acuerdos y entablar un diálogo y cese de
hostilidades con los grupos armados de Colombia.
De manera que era una política internacional diferenciada de la tradicional
subordinación de Colombia a Estados Unidos y una franca ruptura al alineamiento
64
Cepeda Ulloa, Fernando y Rodrigo Pardo García-Peña. “La política exterior colombiana, 1974-1986”, en:
Nueva Historia de Colombia, Vol. 3. Bogotá, Planeta Colombiana Editorial, 1989, p. 68.
65
Drekonja Kornat, “Formulando la política exterior colombiana”…, p. 86.
66
Restrepo, “La política exterior de Colombia: La estrella polar está de vuelta”…, p. 157.
67
Drekonja Kornat, “Formulando la política exterior colombiana”…, p. 91.
17
automático de su predecesor. Betancur retomaba la doctrina respice similia, aquella
propuesta originaria de apertura a las relaciones de finales de los años sesentas.
No obstante, en los últimos años de su gobierno se presentó de nuevo un
acercamiento a la administración del presidente Reagan debido a factores internos
relacionados con el narcotráfico y el fracaso del proceso de paz 68. Aunque en la primera
parte del gobierno Belisario Betancur se negó a aplicar el tratado de extradición, hechos
trágicos lo indujeron a cambiar de posición: El 1 de mayo de 1984, los narcotraficantes
asesinaron a su ministro de Justicia, Rodrigo Lara Bonilla, quien había denunciado su
presencia en la política y ordenado la destrucción de un gran laboratorio de procesamiento
de cocaína. En respuesta, el presidente Betancur decretó las primeras extradiciones69.
En lo económico, se relegaron a un segundo plano las originales propuestas y el
multilateralismo para pensar en negociar de manera bilateral un acuerdo de monitoría con
el Fondo Monetario Internacional. Después de la visita del presidente Betancur a Estados
Unidos en 1985, las reacciones internas no se hicieron esperar: se criticaron severamente
los compromisos que había adquirido Betancur con el FMI, dado que comprometían la
autonomía económica del país70.
La administración de Virgilio Barco Vargas (1986-1990) puso énfasis en la
diplomacia económica y limitó las discrepancias con otras naciones, y en especial con
Estados Unidos, a temas específicos. Procuró diversificar y extender las relaciones
económicas y diplomáticas del país a nuevas regiones del mundo, sobre todo a Europa del
este y a Asia. Se descentroamericanizó la política internacional para abrir nuevas fuentes
hacia el Pacífico71: creó en 1988 el Consejo Colombiano de Cooperación en el Pacífico.
Además, tuvo especial cuidado en el discurso con los Estados Unidos, buscando
diseñar una política exterior pragmática que le restara importancia a la postura global frente
al polo y que rechazara la necesidad de tener una coherencia, en términos de alineamientos
en todas sus posiciones internacionales72. Barco atenuó la beligerancia frente a las
instituciones internacionales de crédito, con un manejo conservador de la economía73.
Desde 1987 se concretó el propósito de diversificar las relaciones internacionales de
país en aras de universalizar sus vínculos globales. Siguiendo estas líneas se establecieron
relaciones diplomáticas con 27 países africanos, 10 naciones asiáticas y cuatro estados de
Oceanía74.
También pretendió ejercer protagonismo en los ámbitos multilaterales
internacionales: mantuvo la presencia del país en el grupo de los No Alineados. El país fue
elegido por quinta vez y casi por unanimidad como miembro no permanente del Consejo de
68
González Arana, “La política exterior de Colombia a finales del siglo XX…, p. 272.
Restrepo, “La política exterior de Colombia: La estrella polar está de vuelta”…, p. 161.
70
González Arana, “La política exterior de Colombia a finales del siglo XX…, p. 272.
71
Barco Vargas consideraba que “el orden político centrado en el Océano Atlántico, heredero de la Segunda
Guerra Mundial, ha dejado de ser el dominante”. Según el mandatario liberal era fundamental que Colombia
mirara hacia la Cuenca de Pacífico con el propósito de diversificar y modernizar su inserción internacional.
Véase: Rodrigo Pardo y Juan G. Tokatlián, Política exterior colombiana: ¿De la subordinación a la
autonomía?..., p. 109.
72
Pardo y Tokatlián, Política exterior colombiana: ¿De la subordinación a la autonomía?..., p. 109.
73
González Arana, “La política exterior de Colombia a finales del siglo XX…, p. 109.
74
González Arana, “La política exterior de Colombia a finales del siglo XX…, pp. 274-275.
69
18
Seguridad de las Naciones Unidas75. Buscó mantener el no alineamiento, el interés por la
unidad latinoamericana y la preocupación por el reintegro cubano a la OEA76.
Sin embargo, se debe resaltar que trágicos acontecimientos motivaron a Barco a
retornar a una progresiva subordinación de Colombia a Estados Unidos. En 1989, ante el
terrorismo desatado por los llamados “extraditables” en respuesta a la aplicación de la
medida de extradición y tras el asesinato del candidato presidencial Luis Carlos Galán,
Barco terminó asumiendo de lleno la “guerra contra las drogas” invocada por Washington77.
El investigador Luis Alberto Restrepo señalaba (en el año 2000) que el problema de
las drogas hizo retornar a Colombia a la órbita de influencia de Washington; este retorno
caracterizaría a los gobiernos siguientes a partir del año 1990. Los noventas comenzaron
con un convulsionado contexto mundial: la caída del Muro de Berlín y de la Unión
Soviética, y la desaparición del mundo socialista. En Occidente se hablaba del triunfó
definitivo de la democracia y el mercado, de la globalización, la apertura de las economías
y los procesos de integración. Entre las nuevas amenazas ahora se encontraban el
narcotráfico, la violación de los derechos humanos y el deterioro del medio ambiente.
El gobierno de César Gaviria Trujillo (1990-1994) adoptó una política de apertura
económica de choque a partir de 1992. La política del presidente Gaviria tuvo como
consecuencia un aumento de los intercambios comerciales directos con los Estados Unidos
y de los indirectos a través de las filiales de multinacionales estadounidenses radicadas en
México y Venezuela78. Abrió la economía nacional al comercio exterior y concentró sus
esfuerzos en tratar de vincular a Colombia al Tratado de Libre Comercio de América del
Norte (NAFTA), con lo cual el Pacto Andino pasó a un segundo plano.
Los esfuerzos hechos por Washington durante los años ochenta, en colaboración
con el FMI y el Banco Mundial, para lograr una modificación económica colombiana,
dieron finalmente sus frutos en los años noventa79.
Gaviria profundizó también sus relaciones con Asia. En 1993, Colombia ingresó al
Consejo de Cooperación Económica del Pacífico (PECC). También, tuvo una activa
presencia en los ámbitos multilaterales. En 1991, Colombia asumió la secretaría pro
tempore del Grupo de Río; presidió en 1993 el G-77; al final del gobierno se obtuvo para
Colombia la presidencia del Movimiento de los Países No Alineados.
Durante el periodo de Ernesto Samper Pizano (1994-1998), se trató de implantar
una política de múltiples direcciones que tendiera a normalizar las relaciones con los
Estados Unidos. Colombia trató de atenuar el tono dramático de las dificultades no
prestándose al juego de la “narcotización” de dichas relaciones. La intensidad del debate
interno que amenazaba la estabilidad del régimen, la intervención de los Estados Unidos,
las acusaciones de unos y otros en cuanto al papel del dinero de las drogas en las elecciones
de 1994, hicieron difícil este esfuerzo.
Como consecuencia, Colombia trató de reanudar el diálogo, explorar y aprovechar
otros contactos posibles con el resto del mundo. Por ello, estrechó los lazos con Europa,
con la Unión Europea y con otros países del continente80.
75
Restrepo, “La política exterior de Colombia: La estrella polar está de vuelta”…, p. 161.
González Arana, “La política exterior de Colombia a finales del siglo XX…, p. 276.
77
Restrepo, “La política exterior de Colombia: La estrella polar está de vuelta”…, p. 163.
78
Gilhodes, “La política exterior de Colombia”…, p. 168.
79
Gilhodes, “La política exterior de Colombia”…, p. 168.
80
Gilhodes, “La política exterior de Colombia”…, p. 170.
76
19
El gobierno de Ernesto Samper tuvo desde sus inicios tropiezos por el escándalo
suscitado alrededor de los fondos para su campaña lo que daría lugar al famoso Proceso
8.000 y a unas tormentosas relaciones con los Estados Unidos.
A lo que se llegó fue a un buen nivel de entendimiento entre el Ejército y la policía
colombiana con la administración estadounidense y una muy difícil relación entre los
gobiernos, tanto que al presidente Samper le quitaron la visa de ingreso a Estados Unidos81.
A comienzos de 1996, el presidente Bill Clinton rehusó certificar como aceptable el
comportamiento del gobierno de Ernesto Samper en materia del manejo de las drogas.
Washington criticó la política colombiana de relaciones e intercambios con Cuba y el hecho
de asumir Colombia la presidencia de los No Alineados (Colombia fue sede de la reunión
de 1995 y asumió la presidencia, sucediendo a Indonesia)82.
La administración de Andrés Pastrana Arango (1998-2002) tuvo como eje central la
búsqueda de la paz (“diplomacia por la paz”) con los grupos alzados en armas,
involucrando a Estados Unidos y a la comunidad internacional en dicha tarea. Otro punto
central en esta administración fue la creación e implementación del llamado Plan
Colombia83. Según el investigador de relaciones internacionales Diego Cardona Cardona:
“la administración Pastrana Arango puede clasificarse dentro de la tendencia réspice polum.
Naturalmente el llamado réspice polum ha tenido motivaciones y expresiones diferentes
según la época: fue fruto de la resignación en el periodo Suárez; implicó un acercamiento
en la búsqueda de la modernización política en Olaya y Santos; produjo el mayor
acercamiento que el gobierno colombiano haya tenido con los Estados Unidos en su
historia, en el período Lleras Camargo; fue un instrumento de la Guerra Fría en el período
Turbay Ayala; y corresponde en la actual administración [refiriéndose a la de Andrés
Pastrana] a una necesidad de reactivar las relaciones bilaterales, bloqueadas al más alto
nivel durante el cuatrienio de Ernesto Samper. También es una respuesta al hecho de que el
gobierno colombiano no haya podido manejar, por sí mismo, los altos niveles de conflicto y
narcotráfico existentes en el país”84.
El propio interés de los Estados Unidos con las drogas convertidas en "la amenaza número
uno a la seguridad nacional", por lo menos hasta el 11 de septiembre de 2001, se
encontraba en concordancia con la visión de los recientes gobiernos de Colombia85.
Este nuevo respice polum durante la administración Pastrana Arango ha tenido
varias implicaciones. Se ha dado un evidente acercamiento colombo-estadounidense,
manifestado en el apoyo en la lucha contra las drogas e indirectamente en las diversas
ayudas en relación con el conflicto interno. También se puede hablar de la normalización
de las relaciones entre los dos países, las cuales se habían visto entorpecidas durante el
cuatrienio anterior. La política del gobierno de Estados Unidos cambió y de manera muy
importante hacia el de Colombia, con la transición de Samper Pizano a Pastrana Arango en
agosto de 1998. Entre los logros que se le destaca a la administración Pastrana se encuentra
81
González Arana, “La política exterior de Colombia a finales del siglo XX…, p. 279.
Gilhodes, “La política exterior de Colombia”…, p. 167.
83
Iniciativa que obedecía a los intereses estratégicos entre el gobierno estadounidense de Hill Clinton y el
presidente colombiano Andrés Pastrana.
84
Cardona Cardona, “La política exterior de la administración Pastrana (1998-2002)…, pp. 54-55.
85
Cardona Cardona, “La política exterior de la administración Pastrana (1998-2002)…, p. 55.
82
20
el haber logrado durante tres años, que el gobierno de Estados Unidos aceptara el tema de
la paz como una prioridad de primera línea, pese a las relaciones entre drogas y conflicto86.
La realidad político-diplomática muestra que nunca antes había existido una mayor
insistencia en que la cooperación a todo nivel, en especial con Estados Unidos y Europa, se
dé dentro del marco del conflicto interno colombiano, vinculado en muchos aspectos
(incluida su virulencia), al tema de las drogas como fuente de financiación importante de
grupos alzados en armas, ya sean guerrilleros o de los llamados grupos de paramilitares o
autodefensas87. A partir de la década de los años ochentas en la agenda de las relaciones
exteriores de Colombia ha sido determinante el tema del narcotráfico.
Estudios resientes de la investigadora Arlene B. Tickner han desarrollado la tesis
según la cual la internacionalización del conflicto interno de Colombia se ha realizado a
través de un esquema denominado “intervención por invitación”, por medio del cual los
gobiernos de Andrés Pastrana Arango y Álvaro Uribe Vélez han intensificado la asociación
colombiana con Estados Unidos y han solicitado la injerencia de ese país en asuntos
domésticos relacionados con la lucha antidrogas y contrainsurgente88.
El ligamiento a Estados Unidos en condiciones de asimetría, ha tenido
inconvenientes. En efecto, en temas como política, comercio e inversiones y lo relacionado
con fuentes de cooperación internacional, es ideal que un país diversifique sus socios, lo
cual no se opone a que exista alguno más importante que otro. Lo preocupante es que por
ejemplo, en 1997 se dirigía a Estados Unidos el 37% de las exportaciones colombianas; la
cifra para el año 2000 fue del 50%. El socio siguiente es Venezuela, con un monto cuatro
veces menor. Y en cuanto a las importaciones, para el año 2000, Estados Unidos
representaba el 48.5%, también con sumas ascendentes. Este incremento, importante para
algunos sectores de la economía se ha efectuado a costa de otros mercados, pues el
comercio con Europa fue proporcionalmente inferior, con Asia descendió en este periodo y
el intercambio con África fue casi inexistente89.
Las relaciones con las instancias del Estado y el gobierno de Estados Unidos, se
normalizaron a partir de finales de 1998. Cumplida esta tarea el tema pendiente consiste en
ganar en diversificación de la política exterior y en tener un mayor margen de “autonomía
relativa”. Muy seguramente, el camino sea la asociación más estrecha en el futuro con
países de importancia mediana, tales como los de Europa Occidental, Canadá, Brasil,
México, China e India, entre los más importantes90.
86
Cardona Cardona, “La política exterior de la administración Pastrana (1998-2002)…, p. 55.
Cardona Cardona, “La política exterior de la administración Pastrana (1998-2002)…, p. 56.
88
Tickner, Arlene B. “Intervención por invitación: Claves de la política exterior colombiana y de sus
debilidades principales”, en: Colombia Internacional, No. 65. Bogotá, Centro de Estudios Internacionales,
Universidad de los Andes, enero-junio de 2007, pp. 90-111.
89
Cardona Cardona, “La política exterior de la administración Pastrana (1998-2002)…, p. 56.
90
Cardona Cardona, “La política exterior de la administración Pastrana (1998-2002)…, p. 57.
87
21
Consideraciones finales:
La historia de las relaciones internacionales de Colombia durante el siglo XX ha hablado de
dos grandes tendencias generales en la política exterior colombiana: la doctrina respice
polum y la respice similia. Siguiendo este razonamiento, se pueden calificar como grandes
representantes del respice polum, o de una tendencia semejante, al gobierno conservador de
Marco Fidel Suárez, y a las administraciones liberales de Enrique Olaya Herrera (19301934), Eduardo Santos (1938-1942), Alberto Lleras Camargo (1958-1962), Julio César
Turbay (1978-1982) y Virgilio Barco Vargas (en especial al final de su período
presidencial). Por otra parte, se destacan como más cercanas al respice similia las
administraciones de los liberales Carlos Lleras Restrepo (1966-1970), Alfonso López
Michelsen (1974-1978), y Ernesto Samper Pizano (1994-1998); así como la del
conservador Belisario Betancur Cuartas (1982-1986)”91. Y adoptando una nueva categoría,
a raíz de la guerra contra las drogas a comienzos los años noventas y la posterior
internacionalización del conflicto armado colombiano, están las administraciones que
retornaron a la órbita de influencia de Estados, en especial, la administración de Andrés
Pastrana Arango (1998-2002).
Durante gran parte del siglo XX las relaciones con Estados Unidos fueron el centro
de la política exterior colombiana: Primer socio comercial ligado a Colombia por acuerdos
bilaterales comerciales, militares, de policía, de justicia y multilaterales. Además de dos
serios vínculos a organizaciones regionales, de ya larga tradición: el Tratado
Interamericano de Asistencia Recíproca (TIAR) desde 1947, y la Organización de Estados
Americanos (OEA) desde 194892. En el ámbito regional, la relación creciente con Estados
Unidos gracias al nuevo orden mundial de la segunda posguerra que los Estados Unidos
introdujo en América Latina y después en otros continentes93.
Como tendencia histórica de la política exterior colombiana, la cercanía a los
Estados Unidos es, sin duda, una de las más sobresalientes. Desde la pérdida de Panamá,
Colombia ha buscado satisfacer sus objetivos diplomáticos principalmente por medio de la
asociación con el país del norte. La convicción generalizada de las élites políticas y
económicas de que la proximidad era deseable como estrategia para defender los intereses
nacionales dio lugar a la consolidación de la doctrina del respice polum94. A pesar de la
existencia de otra conducta en política exterior denominada respice similia por su énfasis
en el fortalecimiento de las relaciones latinoamericanas como mecanismo de
autonomización, esta nunca alteró sino parcial y esporádicamente la alineación colombiana
con Estados Unidos. Así, además de ser un receptor entusiasta de las decisiones políticas
estadounidenses, las interacciones de Colombia con el resto del mundo han estado
fuertemente mediadas por sus vínculos con Washington95.
91
Cardona Cardona, “La política exterior de la administración Pastrana (1998-2002)…, p. 54.
Gilhodes, “La política exterior de Colombia”…, p. 166.
93
Lleras Camargo fue uno de los representantes de aquella élite política latinoamericana que, según Drekonja
Kornat, se insertó voluntariamente en lo que el argentino Félix Peña llamó “dependencia consentida”. Véase:
Gerhard Drekonja Kornat, “Formulando la política exterior colombiana”, en: Retos de la política exterior
colombiana…, pp. 74-75.
94
“En Colombia la permanencia de élites semioligárquicas se ha manifestado en la conservación de
concepciones y valores que resaltan la vinculación con el polo modernizante”, Rodrigo Pardo y Juan G.
Tokatlián, Política exterior colombiana: ¿De la subordinación a la autonomía?..., p. 98.
95
Tickner, “Intervención por invitación: Claves de la política exterior colombiana…, pp. 91-92.
92
22
La marcada influencia de Estados Unidos sobre Colombia ha determinado los
lineamientos de las políticas económicas, sociales y de seguridad del país, y con ello un
cierto número de políticas de Estado y ocasionaron que las decisiones en materia de política
internacional estuvieran sujetas a los lineamientos de la “estrella polar del Norte”. Frente a
este enunciado se debe agregar de manera crítica que si bien es evidente la dependencia
estructural de muchos países del continente (como es el caso de Colombia) con relación a
Estados Unidos, esto no supone una subordinación automática o una postura incondicional
de alineamiento a la política exterior estadounidense. Prueba de ello, en el caso de las
relaciones interamericanas, es que puede ser factible que aún cuando un país del continente
tenga unos sólidos vínculos económicos con Estados Unidos -como tradicionalmente los ha
tenido por ejemplo México96-, pese a ello decía, puedan darse momentos de posturas
distantes o marcados desacuerdos97.
No obstante, se debe resaltar que en diversos momentos durante las décadas de los
años sesenta, ochenta y noventa del siglo XX diferentes gobiernos asumieron posiciones de
“relativa” autonomía ante Estados Unidos, pese a una larga historia de alineamiento a sus
intereses.
Durante la administración Pastrana cerrando el siglo XX, de nuevo la relación con
Estados Unidos se convirtió en el eje de la política exterior, dando pie a una especie de
retorno, claro está con unas nuevas motivaciones, a la doctrina respice polum. Se
experimentó un alineamiento del gobierno de Andrés Pastrana (1998-2002) como resultado
de la “diplomacia por la paz” y más aún, del Plan Colombia y los distintos esfuerzos por
internacionalizar el conflicto interno colombiano. La ruptura del proceso de paz con las
FARC en febrero 2002 suscitó un nuevo discurso colombiano, de carácter antiterrorista,
articulado a la lucha global de Estados Unidos contra este fenómeno. De manera que la
estrategia de asociación a Estados Unidos que ha caracterizado la diplomacia colombiana
constituye una política de Estado que no ha sufrido sino leves modificaciones durante más
de un siglo.
Ahora bien, sin olvidar la influencia que tiene Estados Unidos en contextos como el
colombiano (sin olvidar sus actitudes imperiales alrededor del mundo), no se pueden
tampoco desconocer las formas en que los gobiernos de Pastrana Arango y Uribe Vélez
(2002-2006) han propiciado un mayor involucramiento estadounidense en los asuntos
internos del país. Esta tesis de la investigadora Tickner expone que en Colombia, ejemplo
singular de la “intervención por invitación” en América Latina, el mismo gobierno ha
liderado una estrategia de intensa asociación con la potencia y ha tenido como objetivo
principal la injerencia de Estados Unidos en la crisis interna del país en lo relacionado a la
guerra contra las drogas y la insurgencia98.
96
País que se ha caracterizado por mantener en distintos momentos de su historia en el siglo XX una política
exterior bastante progresista e independiente; uno de esos casos fue su negativa a romper relaciones
diplomáticas con Cuba durante los años sesenta.
97
González Arana, “La política exterior de Colombia a finales del siglo XX…, p. 264.
98
Tickner, “Intervención por invitación: Claves de la política exterior colombiana…, p. 92.
23
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