RELATO DE UN NÁUFRAGO DESCRIPCIÓN DE LOS PERSONAJES Personajes principales

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RELATO DE UN NÁUFRAGO
DESCRIPCIÓN DE LOS PERSONAJES
Personajes principales
• Luis Alejandro Velasco: joven de escasos 20 años, marinero. Es un personaje fuerte, sensible, por lo
que muchas veces se juzga a si mismo. Valiente, con ganas de vivir, aunque muchas veces mas que en
una convicción se volvió un instinto. Impulsivo en muchos momentos impulsivo (pues, ¿quién no se
convierte en impulsivo cuando se debate entre la vida y la muerte?). Buen compañero y amigo. Con
una fortaleza interna difícil de encontrar en una persona común. Idealista, y hasta cierto punto
fantasioso.
• Pondría también como importantes personajes al A.R.C. Caldas, buque militar en el que viajaban, y en
el que transcurre la primera parte de la historia, y al Mar, causante de la ruptura del equilibrio en la
historia, lo que provoca el desarrollo principal de esta crónica y casi único compañero en su viaje.
Personajes secundarios:
• Luis Rengifo: Amaba el mar, buen marido, con buen humor, sereno, culto, serio y estudioso. Dormía
en la litera de abajo del personaje principal, por lo que pasaban largos ratos charlando.
• Mary Adress: novia que conoció durante su estancia Mobile, Alabama. Joven sencilla, sonriente y
amorosa.
• Ramón Herrera: compañero de Luis Alejandro, marinero segundo, decido a abandonar la marina al
finalizar este viaje. Siempre estaba feliz, positivo, imitador de cantantes de moda, aun que de
temperamento fuerte.
• Miguel Ortega: cabo primero, artillero. Ahorrador, sereno, gran amante de su familia. Sensible.
Durante el viaje se distinguió principalmente en el viaje por estar en un estado casi agonizante, debido
a los mareos.
• Jaime Martínez Diego: segundo oficial de operaciones, único oficial muerto. Introvertido, tranquilo,
callado.
• Elías Sabogal: jefe de maquinistas, pequeño y muy sociable y platicador. Tenía un hijo recién nacido,
por lo que su felicidad de regresar era mayor a la de ningún otro tripulante
• Julio Amador Caraballo: suboficial primero. Alto, muy gallardo. Sentimentalmente fuerte.
• Eduardo Castillo: almacenista bogotano; soltero.
• Muchacha negra: joven mulata, desconfiada. Es la primera en ver a Luis Alejandro después de 10
días.
• Dámaso Imítela: hombre que rescata a Luis Alejandro en tierra. Precavido, inteligente.
• Tiburones: compañeros aterrorizantes diarios en la travesía, puntuales a las cinco de la tarde. Alertas,
pacientes, agresivos.
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Personajes incidentales
• Diego Velásquez
• Marinero norteamericano.
• Familia de Luis Alejandro Velasco
• Hombres y mujeres mulatos
• Gaviotas y pez verde de casi medio metro
• Massey Nasser
• Fakir
• Doctor Humberto Gómez
• Reportero
AMBIENTE FÍSICO Y PSICOLÓGICO
Ambiente Físico
La mañana es un enemigo más, el sol, el cansancio, la espera y la búsqueda infinita se distinguen en el.
Las noches son obscuras, tenebrosas y sombrías. El mar cuenta un importante papel en cualquier momento; al
estar rodeado de el se convierte en un compañero inseparable y enemigo acechante.
Es un relato muy contrastante, refleja gran luminosidad en el día, pero un oscuridad terrible en las noches, tal
y como el personaje lo debe haber vivido.
Ambiente Psicológico
Hace revivir un ambiente desgastante. Cada segundo de lectura, cada capítulo aun que sean solamente unas
hojas, se sienten como días enteros.
Las noches son aterradoras, los días, al principio, son esperanza, un anhelo por al fin ver un punto en el
horizonte llamado tierra.
Durante todo el texto vive el personaje (y a la vez el lector) días de desgaste, cansancio infinito, lucha por su
existencia, descargas de adrenalina, dolor por las llagas al contacto con la sal , por la soledad, por el hambre y
la sed; pero sobre todo, una gran sensación de angustia al no saber que podría pasar en solamente un minuto o
dos.
TIEMPO HISTÓRICO
La historia comienza el día 22 de febrero de 1955, cuando se anuncia que zarparán el 24 de regreso a
Colombia. El 9 de marzo llega a la playa, dos días después a San Juan de Urabá. Cuenta también los impactos
posteriores a su viaje, condecoraciones, la forma en la que consiguió su pequeña fortuna de diez mil pesos,
hasta su vida y sentimientos diarios en el momento de acabar sus narración.
RESUMEN
García Márquez nos narra en este libro una historia real, sucedida en febrero de 1955.
La nave Caldas, de la Marina de Guerra de Colombia, zarpó desde Morbile, EUA, hacia Cartagena.
Durante su estancia de ocho meses en Morbile, los tripulantes del A.R.C. Caldas salían con sus novias y
asistían a un bar llamado Joe Palooka.
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Luis Alejandro Velasco, marino de la nave, tenía un romance con una chica Mary Adress, quienes salían al
cine y a tomar helados cada vez que el tripulante tenía franquicia.
El día de partir llegó, el 24 de febrero a la madrugada zarparon. Los marinos llevaban regalos para sus
familias: neveras, estufas, radios y televisiones, claro, todo esto sin el debido permiso.
No era el mejor tiempo para navegar sobre el Golfo de México, por lo que cierto temor invadía a Luis
Alejando, lo que le hizo llegar a la decisión de que este sería su último viaje como marino.
El 27 de febrero en la noche el Caldas se agitó como nunca. Un temor invadía a los tripulantes por lo que la
orden de pasarse todos a babor no sorprendió a ningún marino, pero si los atemorizó aun más.
En la madrugada Luis Alejandro tomó su guardia en cubierta, junto con otros cinco hombres. La orden
anterior volvió a repetirse; desde la cubierta la percepción era temible, las olas rompían sobre las neveras,
lavadoras y estufas, por lo que para Luis Alejandro, y su compañero, Ramón Herrera, fue necesario ajustarse
entre los objetos. Todo fue normal durante el día, pero por la noche, cerca de las once y media, el buque
comenzó a inclinarse peligrosamente, de pronto, una ola enorme tronó sobre cubierta, y los marineros que ahí
se encontraban quedaron empapados. No se dio la orden de soltar la carga, solamente se dio el mandato de
usar salvavidas . Tronó una nueva ola mayor que la anterior, pero los marinos no corrieron con la misma
suerte. Casi sin darse cuenta, Luis Alejandro se encontraba ya dentro del mar, sumergido, asfixiándose,
intentando sostenerse de la nada, un poco confundido hasta oír el grito de Julio Amador Caballero, quién le
decía que tomara un salvavidas. Luis Alejandro logró ver dos barcas aparejadas, no muy lejos de el. Logró
subirse a una de ellas, pero para sus compañeros fue imposible, por muy poco.
El marino Velásquez pensó que si el había logrado salvarse, seguramente sus compañeros también, pero no
era así. Al principio pensó que regresarían por el en dos o tres horas, pero el tiempo seguía avanzando sin
encontrarse con nada mas que cielo y mar, sin saber la dirección exacta hacia la que avanzaba. La noche llegó
y con ella un gran frío y aire, pero sobre todo, un temor hacia lo desconocido. De pronto comenzó a amanecer,
imaginándose como se encontrarían sus compañeros se sintió triste y angustiado. El medio día se acercó y
logró divisar un punto negó en el horizonte; seguro que sería un helicóptero a su rescate, comenzó a agitar sui
camisa vigorosamente, pero parecieron no verlo debido a la altura. Tiempo después logró ver un nuevo
helicóptero, volando a una altura adecuada y justo sobre su balsa, pero el piloto tampoco lo advirtió.
Ese día se dio cuenta de una terrible sorpresa: los tiburones. Esos voraces animales se reunían junto a la balsa
a partir de las cinco de la tarde, pacientes en la búsqueda de alimento.
Otro problema surgió, la sed aumentaba cada vez más, y con el cansancio que lo aquejaba, las alucinaciones
del marinero Jaime Manjarrés comenzaron.
Al siguiente día decidió comenzar a marcar con una llave cada uno de las jornadas transcurridas, pues la
confusión comenzaba crecer. Satisfizo al fin su sed con un poco de agua de mar, que aun que no calmo, le
ayudó a refrescarse. Las alucinaciones continuaron al llegar la noche, pero se convertían ya en un hecho
habitual.
A la mañana siguiente se encontró con un presagio de tierra próxima: siete gaviotas. Una de ellas lo acompañó
por un largo tiempo; el hambre comenzaba a ser insoportable, por lo que decidió cazar a esa pequeña ave; al
tomarla, y torcer su cuello, recuerdos vinieron a el, pero el apetito era mayor a cualquier cuestión de valores.
Al intentar desprender sus plumas, la gaviota se deshizo, provocando aborrecimiento en el marino, por lo que
la arrojó hacia los tiburones, arrepentido por su acto voraz.
Esa noche el mar estaba mas picado que los otros días, y la luna apareció por primera vez, no así su ya
compañero en la soledad, Jaime Manjarrés.
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La sexta mañana fue el amanecer mas que de un hombre, de un muerto; el cansancio y el hambre eran ya
insoportables. Pensando en que comer, sus zapatos vinieron a la mente, pero fue imposible. Recordó dos
tarjetas que llevaba en el bolsillo, y comenzó a masticarlas, lo que calmó un poco su sed y hambre. Intentó
cazar algún pez, pero le fue imposible hacerlo
únicamente con las manos; no fue hasta que un pez verde de casi medio metro, huyendo de los tiburones cayó
en su balsa; tras una pelea con este, logró darle muerte, intentando encontrar partes blandas para devorarlo,
pero con solo dos mordidas su hambre fue saciada. Decidió a guardar el tan preciado alimento, lo envolvió y
sumergió dentro de la canasta de la balsa, pero un tiburón tomo la ración, enfurecido, Luis Alejandro decidió
pelear con el ladrón, pero lo único que logró fue acabar con un remo casi totalmente deshecho.
Esa noche estuvo mas picada que ninguna otra, la pequeña barcaza se movía como nunca antes; al llegar una
gran ola, Luis Alejandro calló hacia el mar, logrando con un gran esfuerzo sujetarse de nuevo a la balsa. Tras
tremendo susto, decidió amarrarse firmemente al mástil con su cinturón, pero la siguiente ola le dio una vuelta
de campana, quedando sumergido en el mar; logró desatar la hebilla y salir casi por suerte a la superficie, y
prontamente subir a la barcaza. Logro dormir, pero con la gran preocupación de volverse a volcar.
A la mañana siguiente advirtió el marinero una nueva señal, el cambio del color del agua, por lo que su
seguridad de encontrarse cerca de tierra aumentó. Decidió permanecer la noche en vela, pendiente hacia
cualquiera indicación de tierra. Pero esta señal no llegó en toda la noche.
Al siguiente día se encontraba perdiendo las esperanzas de tierra, sabiendo que su familia lo pensaba ya
muerto , y en momento en que el dolor ya no se percibe. Solo regresó a la realidad al observar a una
gigantesca tortuga, lo que le recordó los peligros ante los que se encontraba. En medio de todas esas
confusiones, de esa hambre y sed que lo aquejaban sin remordimientos, encontró atorada en el centro de la
balsa una extraña raíz, la tomó y casi deglutió completamente. Esa noche fue la mas dura de todas, realmente
se estaba muriendo internamente, al saber que era el último día de velación para su familia, y físicamente, no
pudiendo aguantar ya el dolor, el hambre y la sed que seguían persiguiéndolo minuto a minuto así como los
recuerdos de aquella noche del 28 de febrero.
Comenzó a amanecer casi sin darse cuenta, pues su estado era cada vez más deplorable. Desesperado por el
dolor de rodilla decidió cambiar de posición, entonces, fue cuando vio claramente el objeto tan ansiado: la
tierra. Casi sin pensarlo se encontró nadando desesperadamente por casi veinte minutos. Por fin, estaba en la
costa, recostado en la playa, al centro de un gran silencio. Encontró algunas huellas de hombre y animales, así
como cocos. Intentó abrir desesperadamente la fruta, pero le fue imposible. Permaneció
recostado, hasta que pudo divisar a una mujer mulata. No sabiendo Luis Alejandro el lugar en el que se
encontraba, comenzó a hablarle en inglés a la muchacha, pero esta temerosa, huyó del moribundo. Permaneció
en el mismo estado, pero cada vez con una mas grande desesperación, fue entonces cuando un hombre blanco
se acercó junto con un escuálido perro y un burro. El marino le imploró ayuda al hombre y explicó
rápidamente su historia. El individuo actuó precavidamente, y le explicó que se encontraba en Colombia, el
lugar menos imaginado para Luis Alejandro.
El varón prometió regresar prontamente por el, y así sucedió en no mas de quince minutos. Fue llevado a su
casa, en la que le dieron agua hervida con canela; la mayor desesperación del marino era el no poder contar su
historia, además, no podía comer nada. Tiempo después fue trasladado a Mulatos para ser visto por un doctor;
en este lugar, la muchedumbre se reunió para observar al tan extraño enfermo, como si fuese un espectáculo.
Un poco más repuesto, se encontraba ya en condiciones de ser transportado por una avioneta hacia Cartagena.
Ya en el hospital militar, su historia continuaba siendo casi un misterio para la gente, pero hábilmente un
reportero logró escabullirse disfrazado de psiquiatra, para lograr así saber un poco más de la historia de ahora
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héroe.
Pero Luis Alejandro se sigue preguntando por que lo llaman así: héroe. Ha logrado juntar ya una pequeña
fortuna, por medio de anuncios de su reloj siempre preciso y sus resistentes zapatos de caucho. Además, el
Presidente de Colombia le impuso una condecoración, y lo transfirieron al grado de cadete. Pero ni por todo
esto, Luis Alejandro Velasco volvería vivir lo que sintió durante estos diez días.
OPINIÓN PERSONAL
Durante todo este libro se vive un a fuerte tensión y angustia, transmitida por el autor haciéndonos vivir cada
momento de la aventura del marinero casi como si estuviéramos ahí.
Al estar platicado en una forma continua, como un diario, nos acerca mucho más al personaje y sus actos.
Es impactante como en algunos momentos, uno puede ver perfectamente lo narrado, imaginarse a Luis
Alejando Velasco nadando, luchando contra los tiburones, alucinando y podría describir miles de reacciones
infinitas que provocó en mi.
Nos enseña en este relato, una moraleja difícil de olvidar, un anhelo de vivir superior a cualquiera antes
escuchado. La fortaleza que sale de un hombre, sin siquiera saber que la tenía.
La soledad que vivió Luis Alejandro durante estos días es lo que me hace más difícil poder comprender como
logro la sobre vivencia. Si la situación hubiese sido otra, con más compañeros en su naufragio, un motivo
continuo por el cuál vivir, pues realmente nunca habla de eso, sobrevive únicamente por instinto en muchas
ocasiones, más que por una motivación interna, lo que complica la credibilidad. Aun que realmente el motivo
de vivir es ya lo suficientemente grande para subsistir.
Se transmiten sensaciones casi imposibles de explicar, lo que hacen que el lector y el texto realmente
interactúen. Más pareciera el estar viviendo los momentos, y no leyendo un libro.
Es un cuento (como todos los de su género), en los que el clímax es permanente durante todo el libro, por lo
que requiere mucha más atención que un texto común
Es un gran trabajo este texto, por la dificultad de recontar hechos que escritos por cualquier otra persona
podrían llegar a parecer demasiado impactantes, casi podría llegar a considerarse una completa farsa. Pero la
forma en la que García Márquez nos explica los días vividos por este marino, hacen parecer hechos mágicos,
más no por eso ficticios.
Es por todo esto, que ha llagado a ser una lectura obligada para las generaciones de periodistas
latinoamericanos, y por que no, para jóvenes y adultos de todo el mundo.
OPINIÓN SOBRE EL FINAL
Es difícil hacer un juicio sobre este, ya que al ser una historia verídica se complican los cambios que pudieran
hacerse.
Pienso que es un acierto del autor (claro, que pudiera debatirle yo a García Márquez) el terminar adentrándose
un poco más en el personaje, no mirando más solo una historia, sin a un hombre. No al héroe, si no a Luis
Alejandro como persona, sus sentimientos, sus dudas, su propia percepción sobre lo que vivió, lo que nos
acerca más al protagonista y su historia, pero bajando la curva de emociones provocadas.
Gracias, neta gracias a cada una de ustedes. Bueno, pero muy muy especialmente:
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A Almita por enseñarme lo que es la amistad verdadera y ayudarme a enseñársela,por mostrarme la fortaleza
que alguien puede tener.
A Re por hacerme descubrir lo increible que puede ser una persona, por las ganas de conocernos, por
ayudarme a sonreir en todo momento.
A Dani por esas pláticas, esas cositas confiadas, por el apoyo constante.
A Lu por saberme escuchar, por enseñarme tantas veces lo que significa el perdon, por estar ahí para platicar
como me escribió un día:de todo y de nada a la vez...
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