803417. . Tercera Sala. Sexta Época. Semanario Judicial de la Federación. Volumen LXXIV, Cuarta Parte, Pág. 22. LETRA DE CAMBIO. REQUISITOS QUE DEBE LLENAR LA ACEPTACION CUANDO EL GIRADO NO SABE O NO PUEDE FIRMAR. La letra de cambio es un documento esencialmente formal. La doctrina está de acuerdo en que todo acto que por ley o por estatuto está sujeto a ciertas formalidades para ser válido, no lo es en faltando alguna de ellas y este es el caso de la letra de cambio. Es cierto que se han procurado reducir al mínimo los casos de nulidad y se han establecido reglas para suplir algunos de los requisitos no declarados, pero en la legislación mexicana, la letra de cambio continúa siendo un título esencialmente formal. Así se deduce del texto del artículo 14, en relación con los artículos 76 y 77 de la Ley General de Títulos y Operaciones de Crédito. Por otra parte, la aceptación de una letra de cambio tiene para el girado una gran trascendencia porque no se le considerará obligado cambiario sino hasta el momento en que acepta. Antes de este acto, su relación con el girador es de carácter civil o mercantil, pero no cambiaria; puede estar obligado en términos de derecho civil o mercantil con el librador a aceptar la letra, pero no es todavía un obligado cambiario sino hasta el momento en que por la aceptación se convierte, ya en términos de derecho cambiario, en el obligado principal del documento. Ahora bien, la aceptación es el acto en que el librado declara con su firma que admite el mandato que se impone en la letra de pagarla a su vencimiento. El artículo 97 de ese cuerpo de leyes establece claramente como requisito esencial de la aceptación, la firma del girado. La misma ley no aclara, como en el caso del girador, que debe hacerse cuando el aceptante no sabe o no puede firmar, pero es evidente que, dada la importancia del acto de la aceptación, debe aplicarse, por analogía, lo dispuesto en el artículo 86 del ordenamiento que se viene consultando, respecto a la firma del girador. Si en un caso, el documento mercantil que el ejecutante presenta como base de su demanda carece de uno de los requisitos esenciales que debe llenar para que tenga fuerza ejecutiva en contra de la liberada, como es su firma o, en defecto de ésta, la firma de otra persona que lo haga a ruego de la interesada, certificándolo así un corredor público titulado, un notario o cualquiera otro funcionario que tenga fe pública, dicho documento no tiene fuerza ejecutiva, y no puede servir de base a un procedimiento ejecutivo mercantil. No obsta a lo anterior el contenido del artículo 1404 del Código de Comercio, ni la tesis de la Suprema Corte de Justicia que establece que si el deudor no se opone a la ejecución y no alega excepciones, el Juez sólo puede fallar sobre los derechos controvertidos, sosteniendo la procedencia de la vía ejecutiva, porque tanto aquel precepto como esta tesis presuponen la existencia de un título ejecutivo. Por otro lado, la falta de uno de los requisitos que la ley exige en el documento para que éste traiga aparejada ejecución, tiene como corolario la improcedencia de la acción ejercitada, en virtud de que deja inexistente la relación jurídica sustancial en que la acción se apoya, lo cual debe el Juez tomar en cuenta aunque no haya sido invocado por la demandada, porque no podría dar vida jurídica a una relación que carece de ella por disposición de la ley. Amparo directo 683/662. Tomasita C. de Montañez. 22 de agosto de 1963. Unanimidad de cuatro votos. Ponente: Mariano Azuela. -1-