El poder del Tiempo - MediaServer Filología

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El poder del Tiempo
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Jorge de Montemayor (h. 1520 – 1561)
Soneto
Del tiempo se haría larga historia,
considerando bien su movimiento;
el tiempo da tristeza y da contento,
abre la puerta y cierra a cualquier gloria.
El tiempo quita y pone en la memoria
amor y desamor, gloria e tormento;
el tiempo abaja y alza el pensamiento,
y al que es vencido ayer, da hoy vitoria.
Si el tiempo enoja hoy, mañana aplace,
finge su vía incierta y presurosa,
e lo que hizo ayer, hoy es deshecho.
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En toda parte el tiempo hace y deshace,
y nunca veo que en mí deshizo cosa:
mas, ¿cómo deshará donde no ha hecho?
Jorge de Montemayor, Poesía completa, ed. de Juan Bautista Avalle-Arce, con la colaboración de
Emilio Blanco, Madrid, Fundación José Antonio de Castro, 1996, p. 542 [Grafías modernizadas].
1
Julio Íñiguez de Medrano / Julián de Medrano
A la misma Majestad de la Reina su señora
Soneto
Con tiempo pasa el año, más la hora;
con tiempo pasa el reino y la riqueza,
con tiempo, fama, ingenio y fortaleza;
con tiempo lo hermoso se desdora.
Con tiempo el prado verde se desflora;
con tiempo muda el árbol su corteza;
con tiempo pasan guerras y crueza;
con tiempo va el dolor a donde mora.
Con tiempo tras la Aurora, noche escura;
con tiempo el que cantaba presto llora.
Fuerza, gloria y valor todo perece,
pero la voluntad sincera y pura
de servir a mi reina y mi señora,
en despecho del tiempo siempre crece.
Julián de Medrano, La silva curiosa, París, Nicolas Chesneau, 1583, p. 130.
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Anónimos y atribuciones varias
Pondérase una crueldad
Con el tiempo el villano a la melena
obliga al toro, que la frente enriza;
con el tiempo el halcón la pluma eriza,
y vuela y caza y vuelve a mano ajena.
Con el tiempo el león, aunque inhumano,
se inclina y juega con el leonero;
con el tiempo el halcón, aunque muy fiero,
en viendo el cazador le va a la mano;
Con el tiempo se rinde a la cadena
el oso y el león, que atemoriza;
y con el tiempo la agua llovediza
vuelve una piedra como blanda arena.
con el tiempo también se van a llano
las peñas, que en rompellas son de acero,
y el toro al labrador como un cordero
se prosta [sic] con el tiempo sin alano.
Y con el tiempo yo mover no puedo
un oso, un toro, león, halcón o piedra,
donde se ve que su crueldad los vence;
Sola Isabel no quiere, ni ella puede,
con el tiempo ablandarse con mi lloro,
por más que llore yo y el tiempo ruede.
y pues con tiempo, aunque sin tiempo quedo,
desasido del muro como yedra
mi vida acabe y mi dolor comience.
¿Qué te aprovecha, di, ser como un oro,
si tu crueldad y dureza excede
la del león, halcón, peñas y toro?
Varios enigmas y versos, Ms. 2244 BNE, f. 84r-84v.
Parnaso Español, 4, Ms. 3915 BNE, f. 11r.
Soneto
Soneto al Tiempo, de Covarrubias
Con tiempo el año, el día, el mes, la hora,
con tiempo reino, imperio y fortaleza,
con tiempo fama, ingenio y gallardía,
con tiempo la hermosura se desdora.
El tiempo el duro mármol va ablandando,
el tiempo va la guerra feneciendo,
el tiempo va la nieve deshaciendo,
el tiempo las riquezas va gastando.
Con tiempo el verde prado se desflora,
con tiempo el árbol muda la corteza,
con tiempo pasan guerras y crueza,
con tiempo va el dolor de donde mora.
El tiempo va la fuerza aniquilando,
el tiempo la verdad va consumiendo,
el tiempo hasta el sol va escureciendo,
el tiempo los dolores va quitando.
Con tiempo el bello claro se escuresce,
con tiempo el fuerte tiempo siempre estanca,
con tiempo el mar tranquilo se embravece.
El tiempo, que da al árbol verde hoja
y le adorna de alegre vestidura,
él mismo de su pompa le despoja.
Con tiempo el agua es vuelta en nieve fría [sic]
con tiempo el sol se eclipsa y no paresce,
mas no con tiempo amor de mí se arranca.
El tiempo, que da mal y desventura,
ser della medicina se le antoja:
amor solo en mi pecho siempre dura.
Parnaso Español, 4, Ms. 3915 BNE, fols. 8v-9r.
[Cancionero de la segunda mitad del siglo XVI], Ms.
3968 BNE, fols. 167v-168r.
3
Soneto de Navarro
Soneto
Con tiempo pasa el año, mes y hora;
con tiempo pasa el mando y la riqueza,
con tiempo, fama y honra y fortaleza;
con tiempo la belleza se desdora.
Con el tiempo se pasan meses, días;
con el tiempo se acaba la riqueza,
con el tiempo, la fama y fortaleza,
con el tiempo, gentiles gallardías,
Con tiempo, el que es alegre, gime y llora;
con tiempo pierde el árbol la corteza;
con tiempo quita el bien Naturaleza;
con tiempo, el que es servido a otro honora.
con el tiempo, las fiestas y alegrías,
con el tiempo, el dolor y la tristeza,
con el tiempo, del tiempo el aspereza,
con el tiempo, desdenes, demasías.
Con tiempo no da luz la blanca luna;
con tiempo es duro hielo el agua clara;
con tiempo, el cielo de color se esmalta.
Con el tiempo se pierde el tiempo bueno;
con el tiempo se muda la fortuna;
con el tiempo, en el mar viene bonanza.
Con tiempo, en mar tranquilo hay gran fortuna;
con tiempo deja el sol su curso y para,
y en sí mismo, el Amor con tiempo falta.
Con el tiempo se hace el malo bueno,
con el tiempo su luz pierde la luna,
mas no hará en mi amor tiempo mudanza.
Flores de baria poesía, ed. de Margarita Peña, México,
UNAM, 1980, pp. 429-430 [Grafías modernizadas].
Flores de baria poesía, ed. Margarita Peña, México,
UNAM, 1980, p. 431 [Grafías modernizadas].
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Pedro Liñán de Riaza († 1607)
[Versión A]
Del tiempo infinito
la imagen anciana
contempla Riselo
y aquesto le canta:
– Oye mis endechas,
inventor de usanzas,
que todo lo crías
y todo lo acabas.
De tus alas libres
pinceles se sacan
para el desengaño,
que es pintor de faltas.
Tu guadaña afilas
entre las pizarras
de nuestros descuidos
y de tus mudanzas,
y luego con ella
tan sin duelo talas
árboles humildes
como altivas palmas.
Fugitivas sombras
de prisa señalan
las noches que olvidas,
los días que gastas.
A la muerte entregas
las desdichas largas
cuando el curso tuyo
no puede estorbarlas.
Por los males nuestros
vagaroso pasas,
por el bien apenas
el aire te alcanza.
Del indio remoto
margaritas caras
ciñeran tus sienes,
lucieran tus alas.
Los metales ricos
te dieran medallas,
los pobres comunes,
[Versión B]
Del tiempo infinito
la imagen anciana
contempla Riselo
y aquesto le canta:
– Oye mis endechas,
inventor de usanzas,
que lo crías todo
y todo lo acabas.
De tus alas libres
pinceles se sacan
para el desengaño,
que es pintor de faltas.
Tu guadaña afilas
entre las pizarras
de nuestros descuidos
y de tus mudanzas,
y luego con ella
tan sin duelo talas
árboles humildes
como altivas palmas.
A la muerte guías
las desdichas largas
cuando el curso tuyo
no puede estorbarlas.
Por los males niños
vagaroso pasas,
por el bien apenas
los aires te alcanzan.
Los metales ricos
te ofrecen medallas,
los pobres comunes,
disformes estatuas.
El copioso cuerno
de nuestra abundancia
(honor de la tierra,
virtud de las aguas),
tu mano le colma,
tu gusto le guarda,
tu enojo le niega,
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eternas estatuas.
En tus aras vieras
las nunca halladas
preñeces ocultas
y partos de Arabia.
El colmado cuerno
de sus abundancias
(favor de la tierra,
tesoro del agua)
venerablemente
Amaltea sacra
por mí le vertiera
en tus nobles canas,
con tal que la industria
le diese a mi alma
soltura en mi pecho,
prisión en quien ama,
poderosas fuerzas
que de mi esperanza
los efectos rijan
y estorben las causas,
memorias alegres,
desvíos sin ansias,
escarmientos firmes,
firmezas quebradas.
Para el pensamiento
no te pido nada,
que yo le castigo
si no me regala.
No será posible,
Tiempo, que me valgas;
duros son mis yerros
más que tu guadaña.
Si la vida sobra,
si la muerte falta,
si penas consuelan,
si consuelos cansan,
que me otorgues quiero
tus horas menguadas
y que de mi vida
volando te vayas.
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tu paz le derrama
por las plumas nobles
de tus fuertes alas.
Por el bien que aumentas,
por el mal que atajas,
que antes que yo muera,
le des a mi alma
soltura en mi pecho,
prisión en quien ama,
cuerdos pensamientos,
breves esperanzas,
efectos posibles
de imposibles causas.
Mas, ¡ay!, que no espero,
Tiempo, que me valgas;
duros son mis yerros
más que tu guadaña.
La vida me sobra,
la muerte me falta,
penas me consuelan,
glorias me maltratan.
Vuela fugitivo,
que muchos te aguardan,
y de hoy más no escuches
a quien penas canta.
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Pedro Liñán de Riaza, Poesías, ed. de Julian F. Randolph, Barcelona, Puvill, 1982, pp. 251255.
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Luis Martín de la Plaza (1577-1625)
Soneto
Decrépito, si alado dios, nacido
de un parto con el sol, con las estrellas,
y al rapto movimiento dél y dellas
perpetuamente sin cansarte asido,
con tácito poder, con pie atrevido,
cuantos ya levantaste imperios huellas,
y, en profunda región de olvido, sellas
memorias que burlaban del olvido.
Tú, pues, Tiempo, cancela una enemiga
memoria que me aflige; a tu victoria
añada triunfo y acreciente palma.
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Mas en vano mi ruego te fatiga,
que, vinculada al alma, esta memoria
ha de vivir cuanto viviere el alma.
Luis Martín de la Plaza, Poesías completas, ed. de Jesús M. Morata Pérez, Málaga,
Diputación Provincial de Málaga, 1995, p. 91.
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Lope de Vega (1562-1635)
Soneto
Si gasta el mar la endurecida roca
con el curso del agua tierna y blanda,
si el español que entre los indios anda,
con largo trato a su amistad provoca;
si al ruego el áspid la fiereza apoca,
si el fuego al hierro la dureza ablanda,
no yerra Amor cuando esperarle manda
un imposible a mi esperanza loca.
Que el tiempo que las rocas enternece,
indios, áspides, hierros, bien podría
sirviendo, amando, cuanto Amor concede.
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Por más que mi desdicha os endurece,
señora, enterneceros algún día,
que un inmortal amor todo lo puede.
Lope de Vega, Rimas humanas y otros versos, ed. de Antonio Carreño, Barcelona, Crítica,
1998, p. 158.
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Lope de Vega (1562-1635)
Al cabo de los años mil,
vuelven las aguas por do suelen ir.
Humildes se hacen,
altos se reprueban,
unos se renuevan
y otros se deshacen;
como mueren nacen,
porque con vivir,
al cabo de los años mil
vuelven las aguas por do suelen ir.
Otra vez se ve
lo que no se espera,
lo que ya no era
vuelve a lo que fue;
nadie triste esté,
que si da en sufrir,
al cabo de los años mil
vuelven las aguas por do suelen ir.
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Lope de Vega, Rimas humanas y otros versos, ed. de Antonio Carreño, Barcelona, Crítica,
1998, p. 825.
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Pedro Soto de Rojas (1584-1658)
Todo se muda, su desdicha no
Múdase el tiempo, y con mudarse muda
la planta, el animal, el ave, el pece;
estrecha a Anfitr[it]e y a Anfitrite crece,
orna a Cibeles y a Cibel desnuda.
Hace que humilde a tanto imperio acuda
Caucaso erguido, que inmortal parece;
cual sombra todo vana desfallece
a su cuchilla incontrastable aguda.
Este mundo inferior es de una instable
forma imperfecta, y cuanto en él se cría
imita a su principio variable.
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Sólo es constante la desdicha mía,
que, como nace de mi amor durable,
no se puede mudar como solía.
Pedro Soto de Rojas, Desengaño de amor en ruinas, ed. facs. de Aurora Egido, Málaga, Caja
de Ahorros de Ronda / Real Academia Española, 1991, f. 15v-16r [Grafías y puntuación
modernizadas].
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Pedro Soto de Rojas (1584-1658)
Deprecación al tiempo
Si quiebras, tiempo, los peñascos duros,
si aceros comes, si metales bebes,
si firmes montes con tus fuerzas mueves
y a brazos rindes invencibles muros;
si los anfiteatros mal seguros
están al golpe de tus filos breves;
si Troyas das al viento en polvos leves,
y Cartagos al suelo en llantos puros;
muda aquel pecho que a mi llanto ha sido
duro peñasco. Alcanza tú la gloria
de un triunfo a los mortales prohibido,
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goza la pompa de tan gran vitoria:
pues tienes tanta fuerza y tanto olvido,
muda aquel pecho o vence mi memoria.
Pedro Soto de Rojas, Desengaño de amor en ruinas, ed. facs. de Aurora Egido, Málaga, Caja
de Ahorros de Ronda / Real Academia Española, 1991, f. 42r-42v [Grafías y puntuación
modernizadas].
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Miguel de Barrios (1630 – después de 1683)
A un verdadero amigo, por quien no sosiega
con el temor que tiene de perderlo
Ejemplo VIII
Más que los astros cuando se oscurece
con las nocturnas sombras el semblante
del hemisferio, la amistad constante
en la adversa fortuna resplandece.
Por el tiempo se muda y desvanece
el basto monte, el árbol arrogante,
y entre olas fieras de ímpetu inconstante
solo el amigo firme permanece.
De mi benigna estrella ya no aguardo
sino que me conserve en tu amor cuerdo,
tesoro de la dicha que acobardo.
Aunque en mi pecho conservarlo acuerdo,
no puedo persuadirme a que lo guardo,
porque siempre imagino que lo pierdo.
Miguel de Barrios, Coro de las musas, Bruselas, Baltazar Vivien, 1672, p. 377.
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