LOS FUNDAMENTOS DE LA ORACION “La cenicienta de la iglesia es la oración. Esta criada del Señor es despreciada y desechada porque no se adorna con las joyas del intelectualismo, ni las brillantes sedas de la filosofía, ni con la impresionante tiara de la psicología. Lleva los delantales de honesta sinceridad y humildad. No teme arrodillarse”. Leonardo Ravenhill “Nuestra oración, sin embargo, necesita ser engendrada y perseguida con una energía incansable, una persistencia imperturbable y un valor que nunca desfallezca”. E. M. Bounds La oración tiene que ver con el hombre entero, la oración abarca todo su ser del hombre, mente, alma y cuerpo. Es necesario que sea el hombre entero que ora. Así como la naturaleza entera del hombre entra en la oración de la misma manera su ser entero se beneficia de la oración. Todos los hombres se benefician de la oración. El hombre entero debe ser ofrecido a Dios al orar. Los mayores resultados los obtienen los que se entregan a Dios con todo su ser, con toda su alma y cuerpo postrado ante la presencia del Señor, esta es la condición de la oración triunfante. La clase de oración que rinde frutos copiosos. Los hombres de otros tiempos que obtenían mayores resultados de la oración, que lograban realizar cosas de gran importancia a través de Dios, eran aquellos que se habían dado íntegramente a Dios en su oración. Dios quiere y necesita todo lo que hay en el hombre para poder contestar sus oraciones. Dios debe tener un hombre abierto y Sincero a través del cual ejecutar sus propósitos y planes para bendecir al mismo hombre. Dios no acepta hombres de doble ánimo. Ni los pusilánimes y vacilantes. No pueden hacer el tipo de oración que es necesaria aquellos hombres cuya lealtad oscila entre Dios y el mundo. La santidad es su totalidad, y por tanto Dios necesita hombres santos, hombres abiertos, transparentes y verdaderos para su servicio y para la obra de oración. “y el Dios de paz os santifique enteramente; y ruego a Dios que todo vuestro espíritu, alma y cuerpo sean preservado sin tacha para la venida de nuestro señor Jesucristo”. Estos son los hombres que Dios quiere como caudillos para las huestes de su iglesia. El hombre es trino y uno, y, sin embargo, no es una trinidad ni una dualidad cuando ora, sino una unidad. El hombre es uno en todo lo fundamental, alma espíritu y cuerpo, cuando el hombre integro se postra y se rinde en oración. El hombre entero debe orar. El hombre entero, vida, corazón, temperamento, mente. Cada uno y todos se juntan en el ejercicio de la oración. La duda, la doblez de ánimo, la división de las afecciones, todas ellas son ajenas a la verdadera comunión de la oración. La integridad moral y espiritual, así como el carácter y la conducta sin mancha más blancos que la nieve y la lana, son potencias poderosas sin estorbo en la vida del hombre, y son lo más hermoso para la hora y las luchas de la oración. ¿Por qué a muchos se les dificulta orar? Al analizar este razonamiento nos encontramos que pueden ser varios los obstáculos que puede tener una persona para no hacerlo pero el principal de ellos es La falta de disciplina. En la vida nada se consigue ni se tiene éxito si no se tiene una disciplina constante, la oración de la misma manera requiere de una constancia y entrega total. El avance en el mundo de alguien que trabaja y lucha es evidente cuando este tiene un progreso en las cosas que realiza, tanto en lo material como en lo espiritual. La lectura de la biblia, la asistencia a la iglesia o la participación en algún ministerio no hace al hombre espiritual, donde se ganan o se pierden las batallas es en la oración. Muchos hombres pueden tener fama y ser reconocidos en el mundo pero no en el infierno. Un hombre espiritual es temido por Satanás porque que sabe que con el siempre lleva las de perder. Entonces se necesita al hombre entero para orar, hasta que todas las tormentas que agitan nuestra alma son acalladas hasta conseguir la calma, hasta que los vientos y las olas cesan bajo la benéfica mano de Dios. Se necesita todo el hombre para orar hasta que la opresión del mismo infierno sea quebrantada y nuestros enemigos destruidos, hasta que los tiranos crueles y los gobiernos injustos cambien su naturaleza y sus vidas, así; como su forma de gobernar o dejen de gobernar. Se necesitan hombres espirituales con celo de Dios y amantes de las cosas santas y de la santidad de Dios. Los hombres espirituales producen gente espiritual, se necesita hombres piadosos para que se entreguen enteramente a la oración con tal intensidad y profundidad que sientan que en ello se les va la vida. La oración llega muy lejos en su influencia y en los efectos de su gracia. Es un asunto profundo que se refiere a Dios y a sus planes y propósitos porque está en juego el destino eterno de la humanidad. La biblia dice; “Y Cristo en los días de su carne, habiendo ofrecido ruegos y suplicas, con gran clamor y lagrimas al que le podía librar de la muerte, fue oído a causa de su piedad” (Hebreos 5:7) David brainerd escribió en su diario “Dios me permitió agonizar en oración hasta que estaba sudando, aunque estaba a la sombre y en un lugar fresco” El hijo de Dios en Getsemaní estaba agonizando en oración, que puso en acción todo su ser, “cuando llego a aquel lugar, les dijo: Orad que no entréis en tentación. Y él se aparto de ellos a una distancia como de un tiro de piedra; y puesto de rodilla, oraba diciendo: padre, si quieres aparta de mí esta copa; pero no se haga mi voluntad, sino la tuya. Y se le apareció un ángel del cielo para fortalecerle. Y estando en agonía, oraba más intensamente; y era su sudor como grandes gotas de sangre engrumecidas que caían sobre la tierra” (Lucas 22:40-44). Para ti; ¿qué tan importante es la oración?, la intensidad con que lo hagas determinara tu entrega y vida espiritual, hoy puedes tener un cambio de perspectiva, Dios está buscando hombres y mujeres dispuestos a una entrega total, tal vez nunca sabremos el alcance de nuestra oración hasta aquel día cuando el Señor nos muestre sus efectos alcanzados. Pero así como naaman, impresionante general leproso se tuvo que bajar del caballo y despojarse de sus ropas, humillarse y entrar al rio para poder ser limpio de su lepra, es lo mismo que el Señor espera de hombres que estén dispuestos a descubrirse delante de su presencia para ser limpiados y santificados, para que así, podamos llevar a cabo sus propósitos. Que Dios te bendiga.