Hoja de Vida Coautoras Autora 1 Nombre(s) y apellido(s): Marisabel

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Hoja de Vida Coautoras
Autora 1
Nombre(s) y apellido(s): Marisabel Osorno Cardona
Título académico más reciente: Trabajadora Social – Universidad de Antioquia
Afiliación institucional y cargo actual: Trabajadora Social Comfama
Estudios en curso: Especialización tecnológica en Gerencia de proyectos
(actualmente)
Publicaciones en revistas indexadas internacionalmente: Ninguna
Dirección electrónica: [email protected]
Identificación: 43.993.080
Autora 2
Nombre(s) y apellido(s) July Andrea Restrepo Ríos
Título académico más reciente: Trabajadora Social – Universidad de Antioquia
Afiliación institucional y cargo actual: Trabajadora Social Hospital Pablo
Tobón Uribe
Estudios en curso: Ninguno
Publicaciones en revistas indexadas internacionalmente: Ninguna
Dirección electrónica: [email protected], [email protected]
Identificación: 1.039.446.334
Autora 3
Nombre(s) y apellido(s): Zuly Maure Sánchez Muñetón
Título académico más reciente. Trabajadora Social - Universidad de Antioquia
Afiliación institucional y cargo actual. Analista Social Empresa de Apuestas
GANA
1
Estudios en curso: Ninguno
Publicaciones en revistas indexadas internacionalmente: Ninguna
Dirección electrónica. [email protected]
Identificación. 43.916.573
Autora 4
Nombre(s) y apellido(s) Yenny Marcela Torres Cardona
Título académico más reciente: Trabajadora Social – Universidad de Antioquia
Afiliación institucional y cargo actual: Profesional Jurídica, Unidad de
Derechos Humano, Gobernación de Antioquia.
Estudios en curso: Ninguno
Publicaciones en revistas indexadas internacionalmente: Ninguna
Dirección electrónica: [email protected]
Identificación: 1.020.403.043
2
SOCIALIZACIÓN DE HOMBRES Y MUJERES EN GRUPOS
ARMADOS: LA CONSTRUCCIÓN DE UN ARMA DE GUERRA*
“SOCIALIZATION OF MEN AND WOMEN IN ARMED GROUPS:
BUILDING A WAR WEAPON”
Marisabel Osorno Cardona**
July Andrea Restrepo Ríos***
Zuly Maure Sánchez Muñetón****
Marcela Torres Cardona*****
Resumen
Este artículo está construido en dos partes una primera que nos habla de los
procesos de socialización al interior de los grupos armados; es decir, la manera
cómo son formados hombres y mujeres para la guerra, haciendo un paralelo
entre los roles que son cumplidos por cada uno de los géneros y además se hace
**
Trabajadora Social de la Universidad de Antioquia, Medellín Colombia,
[email protected]
***
Trabajadora Social de la Universidad de Antioquia, Medellín-Colombia,
[email protected]
****
Trabajadora Social de la Universidad de Antioquia, Medellín-Colombia,
[email protected]
*****
Trabajadora Social de la Universidad de Antioquia, Medellín-Colombia,
[email protected]
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una descripción de lo que son las normas y las relaciones de poder al interior de
estas instituciones.
En segundo lugar el artículo se acerca al tema de diversidad sexual en las
instituciones totales asuntos de misoginia y homofobia como prácticas
cotidianas y de guerra al interior de los grupos armados, aquí se describe la
masculinidad hegemónica como único modelo a seguir en la formación de
figuras guerreras tanto para hombres como para mujeres.
Palabras claves: Socialización, conflicto armado, masculinidad, feminidad,
relaciones de poder.
Summary
This article is built in two parts the first who speaks of the processes
socialization into armed groups, it means, the way men are formed
and women for war, drawing a parallel between the roles that are fulfilled by
each
gender and also a description of what the rules are and the power relations
within these institutions.
Second, the article approaches the issue of sexual diversity in total institutions
misogyny and homophobia issues as war and everyday practices within the
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armed groups here described hegemonic masculinity as the only model in the
formation of warrior figures for both men and women.
Keywords: Socialization, armed conflict, masculinity, femininity, power
relations.
Introducción
Involucrar el componente de género en el análisis del conflicto implica
no sólo el abordaje de los impactos y las respuestas diferenciales de cada
uno de los géneros, sino también una mirada a la forma como en el
ordenamiento social se estructuran las relaciones entre los géneros y los
mecanismos de ejercicio del poder que estas comportan, las cuales
posibilitan la reproducción cultural y, simultáneamente, la resistencia a
ordenamientos inequitativos que limitan el despliegue de las
potencialidades de los actores sociales y de sus organizaciones.
(Cifuentes 2009, 138)
Este artículo es una extensión de la investigación “Los imaginarios de
mi masculinidad: acercamiento a la construcción de masculinidad de hombres
excombatientes”, esta vez se quiere hacer un énfasis especial en dos aspectos
presentes de manera permanente en los grupos armados: los procesos de
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socialización para la guerra a hombres y mujeres por un lado y por el otro la
misoginia y la homofobia como formas de suprimir todo aquello que no se
parece o acerca a lo masculino intentado responder someramente a los
siguientes cuestionamientos: ¿Cómo conciben los actores armados la feminidad
y la masculinidad? ¿Cómo usan ciertas representaciones de la feminidad y la
masculinidad para regular las sociedades bajo su dominio? ¿Qué papeles
desempeñan hombres y mujeres en la organización? ¿Cuentan hombres y
mujeres con los mismos recursos, capacidades, destrezas para resistir? Hombres
y mujeres, ¿resisten de la misma manera o existen diferencias marcadas por el
género?
1. Roles en el Conflicto Armado
La socialización la comprendemos como el proceso que determina la
formación, el ser, el quehacer y la identidad de la persona socializada, desde
Berger y Luckman este “proceso es valorado en dos etapas (…) la socialización
primaria es la primera por la que el individuo atraviesa la niñez (…) la
socialización secundaria es cualquier proceso posterior que induce al individuo
ya socializado a nuevos sectores del mundo objetivo de su sociedad
(…)”.(1987,166)
Para efectos del presente artículo nos detendremos en la segunda
etapa,puesto que la socialización secundaria comprende un proceso que para las
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y los sujetos se determina a través de unas aristas propias del contexto y del
interés específico de cada institución.
La socialización es entonces un proceso moldeador de figuras y mentes,
que propician la identidad de la persona socializada, al hablar de una institución
armada no se debe dejar de lado esta concepción puesto que “la socialización
secundaria es la internalización de "submundos" institucionales o basados sobre
instituciones.”(Berger, Lukcmann, 1987, 174).Y es a través de este proceso que
se promueven ciertos roles y se estructuran a través de unos requerimientos
propios del interés institucional.
Con lo anterior consideramos que la socialización en una organización
armada requiere de una formación propia para un contexto militar, el lenguaje y
las acciones se encaminan hacia un adiestramiento que fomenta la generación o
el fortalecimiento de unos roles claramente definidos para la construcción de
combatientes. (…)La socialización secundaria requiere la adquisición de
vocabularios específicos de "roles" (…) ((Berger, Lukcmann, 1987, 175).Se
crea un moldeamiento psicológico y una construcción de un cuerpo, los cuales
evidencian similitudes en diferentes grupos armados propios del contexto
militar colombiano.
Por tanto las instituciones totales en Colombia como Fuerzas Armadas
Revolucionario de Colombia (FARC), las Autodefensas Unidas de Colombia
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(AUC) y del grupo armado legal Servicio militar obligatorio(SMO) han
cumplido un papel de gran importancia en los procesos de socialización
secundaria de estos sujetos. Es uno de esos “submundos” institucionales, en los
que las y los soldados han adquirido papeles específicos, establecidos en el
proceso de socialización que viven allí, y en los cuales les han sido inculcados
actitudes, valores y principios “propios” para “hombres” en un contexto de
guerra, a través de la reproducción de una ideología militarista, de
entrenamientos físicos y moldeamientos psicológicos, mediante el
establecimiento contundente de relaciones de poder y jerarquías, asuntos claves
para mantener el ritmo de la guerra con sujetos formados para el combate
permanente.
Figura guerrera, estructuración de la masculinidad en el modelo
patriarcal como figura del triunfo
El entrenamiento es una constante reproducción de la masculinidad en el
modelo patriarcal como fundamento para la formación en la guerra, y esto se
funda así porque “las fuerzas armadas se rigen bajo el modelo de códigos y
roles del patriarcado, en donde predomina un sistema de relaciones en torno al
autoritarismo y las jerarquías.” (Castañeda, 2005, 60) situación no muy ajena a
los modelos de las organizaciones armadas ilegales. (Osorno et al. 2011)
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Puesto que el fin último de las organizaciones armadas (legales o
ilegales), ha de ser mantener la supremacía sea a través de la soberanía legítima,
la lucha por ideologías, el poder o el narcotráfico, entre otros. Es claro que
todos han de propender por esa figura única que histórica y culturalmente ha
proporcionado la idea del “triunfo” y esta es la figura viril, como lo manifiesta
Bourdieu“(…) la virilidad, entendida como capacidad reproductora, sexual y
social, pero también como aptitud para el combate y para el ejercicio de la
violencia (…)” (2000, 68).
Esta concepción de la virilidad al interior de las instituciones consolida
unos roles específicos para hombres al igual que para mujeres, es por eso que
dentro de las organizaciones armadas legales e ilegales que operan en
Colombia, las relaciones de poder y las jerarquías allí instauradas, dejan claro
una relación de género, basadas en unos roles, donde en ciertos momentos se
hace manifiesto el poder y para otros u otras se manifiesta la sumisión y plena
obediencia.
Las relaciones de poder se contienen, circulan y se transforman en los
saberes, los discursos, en las prácticas sociales de las instituciones, en su
normatividad y en su identidad como componentes de las relaciones sociales
establecidas entre unos y otros, es por eso que “(…) el género involucra el
conjunto de saberes, discursos, prácticas sociales y relaciones de poder que dan
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contenido específico a las relaciones e influyen en nuestra conducta. El
concepto se relaciona con el cuerpo sexuado, con la sexualidad y con las
diferencias (físicas, socioeconómicas, culturales y políticas) entre los sexos
histórica y contextualmente establecidas (Cifuentes, 2009,133)
En el sistema militarista y particularmente en las instituciones militares
“la ideología militar se sustenta en un conjunto de valores basados en las
jerarquías y autoritarismo, lo que implica la distribución de roles y funciones
correspondiente con los estereotipos de género tradicional”(Castañeda, 2005,
58), pues todo lo que se haga dentro de la organización militar tiene que pasar
por la aprobación del superior, quien es el que toma las decisiones que
concierne a sus combatientes, incluso sobre sus vidas emocionales y personales.
Lo que más llama la atención en este proceso estructurador de
personalidades a través de las relaciones de poder es cómo hombres y mujeres
asumen como propio, y por estas personas dicho, “natural del ser hombre” en
una organización armada, es decir, hay una aceptación de un rol propio para el
contexto de guerra, en donde para los hombres se reafirma una masculinidad
hegemónica (en ciertos casos castrante de emociones) y para las mujeres se
reafirma una figura derivada de la virilidad, en donde ésta demuestra
“verraquera”, fuerza y que está a la altura del hombre, tarea inacabada pues el
hombre jamás podrá estar a la altura de la mujer. Situación vivenciada en
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cualquier variados contextos de guerra, Elise Barth en Eritrea logró identificar
que las mujeres participantes en las luchas armadas más que evidenciar nuevos
roles daban cuenta de que sus actuaciones eran las de hombres y como tal se
referenciaban. (Barth, 2005, 19)
Para hombres y mujeres combatientes en cada organización armada y
de acuerdo a su normatividad, se crea un espacio de construcción de cualidades
que encaje en el contexto de conflicto, donde cada quien desde sus
particularidades tanto de hombres como mujeres terminan inmersos hacia un
mismo objetivo y es ser fuerte y poderoso frente a la guerra.
Al hombre por sus cualidades de fuerza y resistencia se le exige
conservar la figura de “varón”, él cual tiene como virtud el poder yla fuerza
anulando así cualquier pensamiento de debilidad, es por eso que durante el
contexto en el que se desenvuelve no hay tiempo de quejarse o expresar
cualquier otra cosa que muestre debilidad, jamás se admitirá que llore o que
manifieste no tener la fortaleza para continuar, puesto que el entrenamiento está
diseñado para forjar “hombres” y como tal debe comportarse, por tanto la
dureza, la fuerza, la valentía y la responsabilidad allí serán cualidades que
estarán siempre presente durante su formación guerrera.
El entrenamiento basado en los lineamientos de la concepción patriarcal
y militarista de la masculinidad, se manifiesta como una estrategia de guerra en
11
donde se da todo por demostrar constantemente que se tiene poder, resistencia,
en donde pareciera que el “privilegio” masculino permite victorias y triunfos.
Sin embargo, al momento de poner en escena las necesidades de los hombres y
no de la guerra se hace evidente que, “el privilegio masculino no deja de ser una
trampa y encuentra su contrapartida en la tensión y la contención permanentes,
a veces llevadas al absurdo, que impone en cada hombre el deber de afirmar en
cualquier circunstancia su virilidad.” (Bourdieu, 2000, 68)
Por otro lado, el cuerpo de las mujeres en el conflicto se disciplina, pasa
a estar sujeto a las decisiones jerárquicas del grupo y se convierte en espacio
donde se libran ciertas luchas por el predominio militar. El cuerpo se convierte
allí en un ámbito fundamental de ejercicio del poder y del mantenimiento de las
relaciones de género que sustentan en este espacio.
La mujer que hace parte del conflicto armado como combatiente,
durante su preparación no puede pensar como mujer, su mente y su acción debe
estar sujeta al pensamiento masculino, pues la mujer está en la obligación de
demostrar que es tan fuerte como para estar a nivel de un hombre en la guerra,
puespara este contexto, sirve siempre y cuando demuestre calidad y cualidades
del ser masculino en la denominación del sistema patriarcal instaurado en la
instituciones totales.
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Es por eso que las diversas formas de militarizar el cuerpo de las
mujeres y su realidad simbólica son coherentes con el patriarcado, a
través del cual se ostenta la supremacía del poder militar, máxima
expresión del poder masculino, del poder del “héroe” que conquista,
domina y reafirma el triunfo del guerrero. (Mujer y conflicto armado,
2010, 22)
El entrenamiento proporciona herramientas para la guerra, dichas
herramientas están establecidas por una consolidación de una figura triunfal, la
figura viril, “(…) la virilidad, entendida como capacidad reproductora, sexual y
social, pero también como aptitud para el combate y para el ejercicio de la
violencia (…)” (Bourdieu, 2000, 68). Así, la mujer no tiene una figura viril,
pero sí, una derivada de la “verraquera” la cual anclada a la virilidad, en este
contexto da victorias y supremacía.
En el contexto de guerra, el cuerpo de las mujeres se ubica como un
territorio en el cual se desarrolla el poder de la cultura patriarcal, las relaciones
de poder allí marcan al sujeto y lo someten a la negación, por tanto será fuerza
útil cuando es productivo y subordinado en la guerra.
2. Hegemonía de la Institución Heterosexual: la supresión de lo que no es
“masculino”
a. Diversidad Sexual en los Ejércitos
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La homofobia no es odio a la homosexualidad y a los homosexuales, la
homofobia es el temor, es la ansiedad, el miedo al homoerotismo, al
deseo y el placer erótico con personas del mismo sexo (…) La
homofobia es una práctica institucionalizada que consiste en violentar la
vida de los demás en violentar nuestra capacidad y potencialidades
humanas. Tenemos miedo a nuestros semejantes, esa es la raíz más
profunda y personal de la homofobia (Núñez 1999, 121)
Culturalmente se han establecido unos parámetros que determinan el
deber ser del ejercicio de la sexualidad tanto para hombres como para mujeres,
todo comportamiento que este fuera de estos parámetros es calificado de
impropio, inmoral, antinatural, inaceptable. En ese sentido se espera de una
mujer que sea femenina, dócil, esposa, madre y que su objeto de deseo esté
vinculado directamente con una persona del sexo opuesto, y de un hombre que
sea un macho, capaz de conquistar un número incalculable de mujeres y que su
objeto de deseo no se desvié en ningún momento. (Osorno et al. 2011)
Cuando un hombre y una mujer al interior de una institución que
participa del conflicto armado bien sea ejército, paramilitares o guerrilla no
asume estos parámetros se genera un rechazo colectivo por parte de estas
instituciones que siguen considerando que el mundo es heterosexual y no
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homosexual, es lo que se llama el heterosexismo o la “hegemonía de la
institución heterosexual” que,
(…) constituye una situación política en la que la heterosexualidad es
presentada y percibida como natural, moral, práctica y superior a
cualquier otra opción no heterosexual. Esta institución produce
comportamientos específicos que se traducen en una forma de ejercer la
sexualidad, muchas veces influida por el miedo y la culpa, lo que se
traduce en una situación permanente de violencia. (Cruz 2011)
En la guerra aunque cueste creerlo a las alturas de nuestra época, se ha
construido de manera histórica una visión vertical y absolutamente
determinante sobre la sexualidad de los hombres y las mujeres que participan
de ella.
Los integrantes efectivos hombres o mujeres comparten la visión del
“heterosexismo”; así, la identidad sexual de hombres gay y mujeres lesbianas se
convierte en una situación desafiante para ellos y la institución, dado que sus
formas de ser hombres y mujeres no se acomodan al sistema patriarcal razón
por la cual son estigmatizados, menospreciados y más aún puestos en una
categoría inferior a la que pueden ocupar mujeres y niños en la jerarquía de un
ejército ilegal. (Osorno et al. 2011)
15
El interés de los grupos armados que participan de la guerra es mantener
el orden “natural” de las cosas, el orden socialmente aprobado que ubica a
hombres y mujeres en papeles separados pero fundamentales para el
sostenimiento del sistema patriarcal que validan y refuerzan dentro de sus
instituciones y que castra toda posibilidad de relaciones homoeróticas entre
hombres o entre mujeres.
En grupos armados como la guerrilla o los paramilitares se incluye a
esta minoría dentro de las listas negras, hombres y mujeres cuya identidad
sexual es diferente son objetivos claves a la hora de hacer lo que en Colombia
se reconoce como limpiezas sociales “homicidio de pequeños delincuentes,
prostitutas y otras personas consideradas bajo su lógica socialmente
indeseables” (Amnistía Internacional, 2004)
Claro está que cada grupo tiene una estrategia distinta para “suprimir” lo
que es estorboso a la heterosexualidad, todo lo que amenaza, pone en riesgo o
en “ridículo”; así mientras los grupos paramilitares utilizan las “limpiezas
sociales” los grupos guerrilleros utilizan el de “ajusticiar” pero básicamente lo
que hacen es lo mismo, negar lo diverso, lo diferente, lo que es distinto, otras
formas de sentir y de ver el mundo de la sexualidad.
La homosexualidad es vista principalmente por grupos armados ilegales
como peligrosa, cuyos actos son reprochables, se maneja la idea de que es una
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condición “anormal” o patológica que puede contagiarse como si se tratase de
un virus, por ello se hace limpieza social, porque entre ellos existe miedo,
temor colectivo a la propagación de la homosexualidad y más la inserción de la
misma al interior de sus filas.
El paramilitarismo colombiano construyó la concepción de que los
hombres homosexuales son seres sin valor, corruptores de menores, por lo que
imponen normas que buscan mantener la heterosexualidad negando la
diversidad sexual,
“Los rígidos estereotipos de género, que exacerban la violencia contra
las mujeres en Colombia, también han puesto en el punto de mira de
paramilitares y guerrilla a lesbianas, hombres gay y personas que se considera
que sufren VIH/Sida” (Amnistía Internacional, 2004)
En cuanto a los grupos guerrilleros, el imaginario existente frente a esta
población no varía mucho con respecto a la visión de los grupos paramilitares,
las personas con identidad sexual diferente son vistas como hombres y mujeres
que actúan inadecuadamente, que tienen una debilidad y por ello constituyen un
mal ejemplo para la sociedad, por lo que entre el 2002 y el 2006, cerca de 397
personas, al año, fueron desaparecidas o asesinadas por las guerrillas.
(Comisión Colombiana de Juristas 2007)
17
La insurgencia de derecha o izquierda impone normas de conducta en la
población civil con una buena carga homofóbica,
(…) los grupos armados compiten por demostrar quién puede eliminar
más eficazmente a los considerados “indeseables” o “raros”. El hecho
que tanto las guerrillas como los paramilitares hayan puesto en el punto
de mira a los mismos sectores, como las trabajadoras sexuales o los
homosexuales, en su intento de ganar “legitimidad” ante la población, es
señal de que la discriminación contra estos sectores está muy arraigada
en Colombia. (Amnistía Internacional 2004)
b. La traición del patriarcado
La percepción que se tiene de la homosexualidad masculina en el
conflicto armado está llena de prejuicios al ser considerada una masculinidad
subordinada, (Osorno et al. 2011)
La homosexualidad masculina es más castigada, provoca rupturas y es
problemática en el orden social patriarcal. El lesbianismo hasta hace
poco permanecía no sólo en el silencio sino en la invisibilidad y
negación absoluta; (…) La homosexualidad masculina por el contrario,
más señalada, vigilada y sancionada, se ubica quizá en el lugar más
degradante de la escala social, ocupa un lugar más devaluado que las
mujeres, representa a los traidores del patriarcado. (Cruz 2011)
18
En el sistema patriarcal, los hombres tienen en común su condición de
privilegio y de poder; sin embargo, entre ellos también existen jerarquías, los
que dominan y quienes son dominados, los hombres heterosexuales son quienes
ostentan mayor poder, esto “(...) ubica las masculinidades homosexuales en la
parte más baja de una jerarquía de género entre los hombres” (Connell, s.f, 11)
se constituyen en traidores del patriarcado porque habiendo nacido hombres y
por tanto en condiciones de privilegio se feminizan convirtiendo a otro hombre
en su objeto de deseo. (Osorno et al. 2011)
Las relaciones de poder de la sociedad se vuelven un principio
constitutivo de las dinámicas de la personalidad al ser adoptadas como
proyectos personales, sea reconocido así o no. Lo que se produce a nivel
social es un proyecto colectivo de opresión. (Connell, 1987, 215).
Con las mujeres es distinto, porque la cultura no controla ni inhibe las
expresiones afectivas entre mujeres, como sí lo hace con los hombres; a las
mujeres no se les prohíbe el beso, el abrazo, la cercanía; a los hombres sí.
Aunque las mujeres lesbianas son vistas por estos grupos en su interior como
impostoras por pretender ocupar con otra mujer el lugar que por “derecho” le
corresponde a un hombre como heredero del patriarcado y se les cuestiona su
rol de género e incluso puede llegar a cuestionárseles que se vean masculinas o
19
varoniles tal parece que su lesbianismo se hace más tolerable que la condición
de hombre homosexual al interior de un grupo armado.
c. Misoginia: terror por lo femenino
El machismo, la misoginia y la homofobia están estrechamente vinculados
todos son la expresión de formas de dominio masculino patriarcal, tanto la
homofobia como la misoginia muestran un desprecio y descalificación por lo
que no se identifica como la imagen que se tiene de lo masculino y junto con el
machismo son la evidencia del sexismo que en nuestra cultura puede debelarse
sutil e imperceptiblemente, o de manera explícita, contundente e innegable.
(Osorno et al. 2011)
(…) la homofobia y la misoginia son producto de una forma de
organización de los sujetos, de sus identidades de género, sobretodo de
un modelo dominante de masculinidad basado en la represión y
menosprecio de las dimensiones placenteras y afectivas, amorosas, y en
el privilegio de valores como la fuerza, la invulnerabilidad, la
autosuficiencia emotiva, la racionalidad; y de una red institucional que
la normaliza y apoya. (Núñez 2007, 7-8)
La misoginia se entiende como “la actitud de odio, aversión y desprecio
de los hombres hacia las mujeres” (Bosch, 1999, 9) esta es visible cuando a
través de “la sobre-valoración de los hombres y lo masculino se interioriza y
20
subvalora a las mujeres y a lo femenino.” (Merentes, 2008) en ella se
invisibiliza a las mujeres y se justifica todo tipo de agresiones físicas,
sicológicas y morales.
En los grupos armados hablar bajo, despacio o con voz leve es hablar
como una mujer, ser una gallina, un niña, todo aquello que se acerca a lo
femenino es despreciable, un insulto y evitarlo es una forma de reafirmar la
masculinidad.
En cuanto a las de mujeres al interior de los grupos armados se les niega
su condición de mujeres en la guerra obviando su condición física, biológica y e
incluso comportamental, obligándolas a convertirse y ser como hombres es un
acto fehaciente de la supresión de lo femenino por tanto se evidencia la
presencia de la misoginia.
Ya sea en su capacidad tradicional y tal vez estereotípica como esposas
y madres, o en sus roles como agresoras y simpatizantes de un conflicto,
las mujeres continúan experimentando discriminación, debido a las
desiguales estructuras de poder que rigen sus relaciones con los
hombres. (El Jack, 2003)
En las instituciones totales, lo único permitido es aquello que parece o
se ve “masculino”, el adjetivo de “femenino” causa terror en las filas, es la
vergüenza, el desprestigio en una organización de “varones” en la que hasta las
21
mujeres lo son, a ellas se les adoctrina igual que a los hombres, compiten y
combaten igual, aunque a la mujer, además de combatir le corresponden otras
funciones clasificadas en lo femenino como labores de la cocina, enfermería e
incluso servicios sexuales para los hombres de las filas, lo que implica que las
mujeres cumplan ambos roles femenino-masculino siempre que las necesidades
de estos grupos lo ameriten, por lo que podemos decir que para el combate se le
es “suprimida”, negada su condición de mujeres, sin embargo para aquellas
labores no dignas de un combatiente como la cocina, el cuidado de heridos,
entre otras.
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soldados en sociedades postconflicto: Un estudio comparativo en
África.Cuadernos INER, 68.
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Merentes, J. R. (2008). Relación entre Machismo, Misoginia y
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http://www.insurrectasypunto.org/index.php?option=com_content&view=articl
e&id=2:relacion-entre-machismo-misoginia-y-homofobia&catid=3:notas&Itemid=3
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