Sexo y temperamento en tres sociedades primitivas

Anuncio
Sexo y temperamento
en tres sociedades primitivas
- Margaret Mead -
Arapesh
Datos generales: habitan un territorio en forma de cuña en Nueva Guinea que se extiende
desde la costa hasta las llanuras de la cuenca del Sepik, al oeste. No tienen organización política y
su actitud es maternal, previsora y orientada desde el yo individual hacia las necesidades de la
próxima generación, tanto para hombres como para mujeres. Se organizan en aldeas o grupos de
aldeas, cada una de las cuales pertenece teóricamente a una familia de la misma línea paterna,
con un nombre para distinguirse y unas tierras para la horticultura y la caza. Rechazan la avaricia,
la propiedad privada y la jerarquización política, su modo de vida está basado en la cooperación y
la falta de individualismo. A nivel global consideran que “la gente pertenece a la tierra, no la
tierra a la gente” y no practican la guerra, aunque sí existen conflictos entre aldeas por causas
concretas. Practican la poliginia y la patrilocalidad.
Diferencias según el tipo de poblado:
costeros
montañeros
plains
Utilizan ropa. Los
hombres se arreglan
el pelo con un largo
nudo a la psique que
parte de la frente y
pasa a través de un
anillo
de
tejido
compacto.
Habitan
casas
grandes construidas
sobre pilares y se
agrupan en grandes
aldeas.
Algunos hombres se cubren con un taparrabos
de tela de corteza en forma de tanga, las
mujeres llevan delantales de paja colgados
alrededor de sus muslos y ajustados con
cinturones, y otros van desnudos. Los hombres
se arreglan el pelo al estilo de la playa, excepto si
se dedican principalmente a la caza, que llevan
los cabellos cortos.
Viven en caseríos frágiles de 3 o 4 familias,
dispersos o formando agrupaciones de 10 o 12
casas (el poblado más grande es Alitoa, formado
por 24 casas resididas por 87 personas, pero sólo
3 familias de forma fija), algunas construidas
sobre pilares y otras directamente sobre el suelo.
La tierra es árida y estéril, el sagú escaso y debe
ser plantado, pues no crece de forma silvestre
como en los pantanos de la playa,
ocasionalmente se pescan camarones en los
arroyos y se cazan varias especies de canguros,
zarigüeyas y casuarios, pero los animales
escasean. Los cerdos domesticados son flacos y
están mal alimentados, y los cultivos son
inestables, dan problemas y se encuentran lejos
del poblado.
Todos los lujos, refinamientos, canciones,
recetas, danzas, etc los importan poco a poco de
los pueblos de la playa, para lo cual se organiza
un largo período preliminar durante el cual todo
el pueblo ahorra, generación tras generación,
para adquirirlos (no individualmente sino en
conjunto, para que toda la aldea pueda
disfrutarlas). Ej: croquetas blancas de coco,
delantales de paja, etc.
Los hombres andan desnudos y
las mujeres no se cubren hasta
después del matrimonio, que
pasan a hacerlo con delantales
diminutos.
Tienen alimentos en
abundancia,
crían
cerdos, pescan en las
lagunas donde crece
el sagú y éstos y sus
huertos
se
encuentran a corta
distancia del pueblo.
Compran
gran
cantidad de canastas,
vasijas, adornos y
formas de danza de
las canoas de otras
tribus que realizan el
comercio costero.
Buscan sus innovaciones en la
aldea vecina abelam. Ej: el
estilo de los templos, altos y
triangulares de entre 20 y 25
metros sobre una plaza
cuadrada en los pueblos
grandes.
Son delgados, de cabeza pequeña y cabelleras
ralas.
Emplean
arco
y
flechas.
Exportan
piedras para hachas,
arcos,
flechas,
canastas y adornos
de concha, además
de los artículos para
la danza.
Emplean arco y flechas. Comercializan con
cerdos, tabaco, plumas, vasijas, sacos de red y
anillos de concha (equivalente a la moneda
arapesh). A estos trueques se les denomina
“intercambio voluntario de regalos” y al acto de
partir para tal fin “ir en busca de anillos”.
Construyen canoas,
odian
la
arena,
debido a lo cual
construyen refugios y
esteras de hojas de
palma para sentarse.
Se sientan habitualmente en el barro. El terreno,
escarpado, se divide en “buen lugar” (la tierra
llana donde se asienta el pueblo) y “mal lugar”
(la áspera y abrupta que se utiliza para los
cerdos, las letrinas y las chozas para las mujeres
que menstrúan y dan a luz). En el centro de la
población y a veces en dos centros se encuentra
el agehu, que es el lugar de las festividades y
ceremonias, y centro de la vida social en general.
Alrededor de éste se encuentran algunas piedras
que se asocian con los antepasados.
Son
denominados
“pueblos madres”
La madre lleva a
niños
en
cabestrillo
corteza bajo uno
sus pechos.
los
un
de
de
Son rechonchos, más pesados,
de cabeza enorme y barba
espesa que usan como un fleco
bajo sus mentones bien
afeitados y poderosos.
Emplean lanzas de lucha,
practican
la
hechicería,
dependen de su cosecha de
tabaco y de la manufactura de
anillos de concha y almeja
gigante que cambian con los
abelam por sacos de red, dagas
de casuario grabadas, lanzas,
máscaras y atavíos de danza.
Los
hechiceros
están
capacitados para causar a su
víctima enfermedad y muerte
por medio de un poco de su
“suciedad”
(trozos
de
alimentos, cigarrillos a medio
fumar, fluidos corporales, etc) o
incluso sin necesidad de ésta,
para causar desastres menores.
Cuando alguien muere o sufre
una desgracia, se les culpa a
estos brujos.
Son denominados “pueblos hijas”. Ambos (pueblos madres e hijas) se comunican a
través de tres sendas principales: camino del dugong, camino de la víbora y camino
del sol poniente. El trueque de productos y danzas se realiza a lo largo de estos
caminos.
Utilizan ambos métodos, según la salud del La madre lleva al niño
pequeño.
suspendido sobre su cabeza en
un pequeño saco especial de
red.
Deidades, ritos y supersticiones:
Marsalai: ser sobrenatural con forma de lagarto o serpiente coloreada, o como un animal más
grande, que habita en un pozo, arenas movedizas o cascada situado en los terrenos de cada
arapesh para la horticultura y la caza. En su morada viven los espíritus de los muertos del clan,
incluyendo sus esposas originarias de otras familias. Le disgustan las mujeres que menstrúan, las
encintas y los hombres que van directamente después de haber tenido contacto con sus esposas.
Estas transgresiones se castigan con enfermedad y muerte para la mujer o niño que está por
nacer, a menos que se le aplaque ofreciéndole el colmillo de un cerdo, una vaina vacía de betel,
un recipiente que contenga sagú y una hoja de taro, acompañados de una mímica apropiada.
Sobre estos objetos se posará un pájaro o mariposa (una de las almas del antepasado) para
absorber el espíritu de lo ofrecido.
Cuando un hombre va al lugar heredado ha de presentarse y anunciar su grado de parentesco,
suyo y de sus acompañantes. Si no se toman estas precauciones un huracán volteará la casa del
que cometió el descuido o un derrumbe destruirá su huerta (viento, lluvia y derrumbes son
enviados por los marsalais)
Tamberán: monstruo sobrenatural, patrono del culto de los hombres. Es llamado cuando una
aldea toma las flautas sagradas para dirigirse a la casa de un hombre que se llama visto envuelto
en una situación deshonrosa.
Ceremonias:
Rito de iniciación masculino: la llegada del tamberan, llevada a cabo cada 6 o 7 años: la gente se
reúne en una de las poblaciones más grandes, mujeres y niños traen grandes cargas de leña y los
hombres pasan una semana cazando. Cuando llega, mujeres, niños y otros animales escapan por
la ladera de la montaña. Escondidos en los bosques oyen el sonido de flautas y gongs, que son la
voz y los pasos del tamberan; y finalmente un griterío de los hombres anunciándoles que el
tamberan ha sido encerrado y pueden volver a la aldea (en otros pueblos esta figura ficticia es
utilizada para provocar terror e intimidación entre mujeres y niños, pero los arapesh de las
montañas no están de acuerdo con este uso del rito, que según ellos “ayuda a hacer crecer a los
niños y cuidar a las mujeres”. Si alguna mujer descubre el secreto, tan sólo le hacen jurar que no
dirá nada, mientras que otros pueblos la matan. El motivo por el cual las excluyen, según los
arapesh, es la creencia de que esos ritos y el arte en general no son seguros para las mujeres, y su
inclusión pondría en peligro el orden del universo). Tras esto al grupo de iniciados (o bien a uno
solo, si es heredero de un hombre importante o primogénito de una gran familia) se les lleva a
una cabaña, alejándolos de mujeres y niños, para someterse a la ceremonia de “ser tragados por
el tamberan/casuario” que durará tres meses. Se les practica una incisión y durante ese periodo
no deben tocar ciertos alimentos, se les da una comida de sacrificio preparada con sangre de
ancianos y se les muestran varias cosas: objetos extraordinarios por una parte, como máscaras,
grabados y representaciones, y la revelación de que el tamberan no existe y son los hombres los
que hacen todas las cosas atribuidas a éste. El casuario por el que se dice que van a ser tragados
no es más que un hombre de un clan determinado disfrazado con sus huesos y plumas. También
se les somete a una ceremonia de adivinación para saber si han mantenido relaciones sexuales
durante el tiempo en que lo tenían prohibido, lo cual impediría su crecimiento. Si así lo ha hecho,
se le obligará a mascar un trozo de nuez de areca que haya estado en contacto con la vulva de la
mujer con la que se haya acostado. Y entre ceremonias, alguna amonestación, canciones y
banquetes pasan los tres meses de reclusión. Tras esto su infancia habrá terminado.
Rito de iniciación femenino: El rito de iniciación tiene lugar cuando le llega su primera
menstruación: vienen los hermanos de la niña (o en caso de no tener, sus primos) y le construyen
una choza menstrual, le quitan sus ropas y abalorios; si son nuevos se regalan, si no, se
destruyen, para romper así con todo lazo que una a la niña con su pasado (infancia) y le dan otros
nuevos. Cada día le frotan todo el cuerpo con ortigas y se introduce una enrollada en forma de
tubo por la vulva, para asegurar que sus pechos sean grandes y fuertes. Debe sentarse con las
piernas estiradas y no comer ni beber durante 5 o 6 días. Al tercer día sale de la cabaña para que
el hermano de su marido le haga cortes decorativos en hombros y glúteos, que durarán 3 o 4
años (su función, durante ese lapso, es dar a conocer a los extraños si la niña es ya núbil). La
privación de alimentos la hará fuerte, pero si se debilita mucho y no lo aguanta se adelantará la
ceremonia. Finalmente, las mujeres adornan a la muchacha y el joven esposo prepara una sopa,
ambos suben al agehu, el marido se sitúa frente a ella colocando el dedo gordo de su pie sobre el
mismo de ella, ésta se sienta y él le da de comer la sopa que le ha preparado. Después se sientan
en medio del agehu, los hermanos colocan los regalos formando un círculo a su alrededor y luego
rodean con antorchas a la muchacha. Ella no podrá comer carne y beber otros alimentos durante
un mes, y su marido durante una semana. De ahí en adelante irá sin ceremonia a la choza
menstrual, y en algún momento, tras algunos meses o un par de años, consumarán el matrimonio.
Economía: el hombre pasa la gran parte de su tiempo trabajando en realizar los proyectos de otros,
y sólo rara y tímidamente alguien intenta sugerir un plan propio. No se trabaja en compañía por una
necesidad de ayuda física, sino porque el pueblo prefiere hacerlo en grupos pequeños y alegres. El
ideal de la comida consiste en que cada uno consuma lo que otro obtuvo de sus cultivos y de su caza.
Agricultura: cultivan huertas de taro y plátano y sembrados de ñame. Cada matrimonio cerca un
pedazo de terreno en la parte que ha heredado y lo cultiva junto con un grupo de parientes
(entre 3 y 6 hombres, 1 o 2 esposas y a veces una hija crecida), que luego duermen en un refugio
pequeño e inadecuado; lo mismo pasa con la plantación de cocoteros, que muchas veces no se
plantan en su propia tierra. Los invitados son convidados por el anfitrión y al final el fruto se
reparte. Nunca se siembran dos huertas al mismo tiempo, por lo que no hay épocas de hambre. Si
alguien tiene una cosecha de ñame considerablemente mayor que la del vecino, se lleva a cabo
un abûllû (fiesta especial en la cual se pinta el ñame, se muestra como trofeos y finalmente se
distribuye entre parientes y vecinos), de forma que la buena suerte o buen cuidado que un
hombre le da a su huerta no redunda en su beneficio.
Caza: lo hacen junto con un compañero, a menudo hermano, primo o cuñado. el hombre que ve
primero al animal perseguido, lo reclama; y por educación no se deben divisar animales más a
menudo que los otros, pues quien hace esto es abandonado por el grupo. El hombre que
consume lo que él mismo caza (aunque sólo fuera un pajarillo) es considerado el más bajo de la
comunidad.
Construcción de casas: el material se toma de una o varias casas en ruinas, y nunca se construye
solo a menos que no haya ayudado a otros en ese trabajo.
División sexual del trabajo:
Mujeres: soportan cargas más pesadas (a menudo de 30kg sobre sus frentes, y a veces también
con un niño que amamantan) por la creencia de que la cabeza de las mujeres es más dura y
resistente. Su trabajo es cocinar la comida de todos los días, traer leña para el fuego y agua,
arrancar las malas hierbas, plantar, sembrar y cosechar las huertas. Hacer adornos y cuidar los
niños es trabajo de ambos, aunque la mujer pasa más tiempo con éstos últimos. Tras una gran
fiesta, los hombres hacen una pequeña fiesta familiar cocinando para las mujeres que trabajaron
duramente acarreando leña y comida; sin embargo muchas veces aderezan los platos con
alimentos que no pueden comer.
Los arapesh dicen que las mujeres son de dos clases:
las que se parecen a los murciélagos pequeños y gentiles, escondidas en los agujeros de los
árboles alimentando y vigilando a sus crías (el ideal femenino arapesh) y las que se parecen a los
grandes murciélagos, que alimentan a las crías con un solo pecho y permanecen fuera de casa
(como las mujeres plains, que consideran celosas, rapaces, insaciables y muy celosas; de vez en
cuando alguna huye con los arapesh en busca de un marido dócil y una vida más amable y,
cuando se instalan, monopolizan la atención del marido alejando a su anterior esposa).
Hombres: se le da más autoridad, no por subyugar a la mujer, sino porque consideran que la
autoridad es un mal necesario que alguien debe soportar: el hombre concibe la responsabilidad,
el mando, la figuración social y la arrogancia como deberes onerosos que se ve forzado a cumplir
y de los que se desentiende alegremente en la madurez, cuando su hijo mayor alcanza la
pubertad. Su trabajo es cocinar para las ceremonias, transportar cerdos y troncos pesados,
construir casas, cubrir los cercos de las huertas, despejar y cercar las tierras, esculpir, cazar,
cultivar el ñame y hacer la limpieza inicial, poda y cerco en lo relativo a los huertos.
Sistema de normas:
Toma de decisiones: para decidir un asunto importante referente a un conjunto de aldeas o una
en particular, por ejemplo, si un joven encuentra en su huerto un cerdo perteneciente a una
población lejana, éste recurrirá a su hermano mayor. Si él no encuentra ninguna objeción para
matar al animal, irán a aconsejarse con parientes varones y mayores, hasta consultar finalmente
a uno de los más ancianos y respetados de la comunidad. Si el anciano da su consentimiento se
matará y comerá al cerdo y ninguna persona mayor podrá censurar al joven, pues todo el pueblo
le apoyará.
Conflictos: no existe la guerra como expediciones para el pillaje, conquista, asesinato o logro de la
gloria, ni el sentimiento de que para ser valiente y varonil es necesario matar, y tampoco hay
condecoración ni distinción de ninguna clase para el valiente; pero sí existen los conflictos entre
aldeas, casi siempre por causa de las mujeres o robo de ganado, que llevan consigo un
sentimiento de venganza. Los choques entre aldeas comienzan con conversaciones coléricas: los
que se sienten ofendidos van hacia la aldea del enemigo, armados, pero no dispuestos para la
lucha, los ofensores pueden excusarse o justificar su conducta, y si los que protestan lo hacen
más por formalidad que por enojo real, el encuentro terminará con unas cuantas palabras
desagradables. Alternativamente puede pasarse del reproche al insulto, hasta que el más
irritable arroja su lanza, entonces la persona más irritable del grupo opuesto devuelve la lanza al
que la arrojó anteriormente, y así continúan, tirándose las lanzas por turno (el que salga en
defensa del herido a por el agresor), tratando de herir levemente sin matar, hasta que alguno
resulta malherido y cesa el altercado. Después se hace la paz con un intercambio de anillos entre
los hombres que se han herido. En el caso de que alguien muriera, si el que lo mató es un
pariente cercano, no cabe duda de que fue una muerte accidental y debida a la hechicería: los
demás le dan el pésame, y él puede llevar luto con toda sinceridad, como lo hacen los demás; en
el caso de que fuera un pariente lejano deberá huir a otra comunidad, pues no se puede rechazar
la posibilidad de que fuera un intento criminal. No habrá enemistad entre los dos grupos pero se
tratará de subvencionar la hechicería de los plains contra él.
Cuando un joven muere, los arapesh evitan encontrar al responsable y tomar venganza dentro
de su propia comunidad: pagan a un plain para que mate con la hechicería a otro hombre joven
de algún pueblo lejano, para poder vengar al espíritu y desterrar así el odio de su comunidad.
Multas y castigos: tras las luchas, cada hombre herido deberá pagar una multa, indemnizando a
los hermanos de su madre y sus hijos por su propia sangre derramada. El hermano de la madre es
el encargado de exigir estas sanciones, que se extienden a los accidentados en la caza (que
deberán pagar por su torpeza) y los que se ven envueltos en situaciones vergonzosas (siendo
reñidos públicamente por sus esposas o dejando que otros oigan cómo le insulta un pariente
joven, etc). De estos, son los últimos los más reprobados: la aldea puede unirse, instigada por los
hermanos de la madre, para irrumpir en la noche en la casa del “ofensor”. Cubrirán el suelo de
basura y hojas y se irán después de derribar una palma de areca o algo por el estilo. Si el hombre
ha perdido el aprecio de su comunidad, si ha negado ayuda, se ha dado a la hechicería o tiene mal
genio, voltearán su chimenea, significando con esto que pueden prescindir de su presencia (al
menos por un mes). La víctima, avergonzada, huye a casa de parientes lejanos y no vuelve hasta
que consigue un cerdo para agasajar a su comunidad y así borrar la ofensa. De esta forma los
arapesh reprenden a los individuos que provocan y sufren la violencia, en vez de a los
propiamente violentos que la ejecutan, contra los que la sociedad carece de recursos. Sienten por
él una mezcla de temor y asombro: cuando un individuo está malhumorado, amenaza con irse y
provocar destrozos, sus parientes lo aplacan dándole lo que le pide y rogándole que no se vaya.
Cuando un hombre considera que su mujer no sabe alimentar a los cerdos (lo cual constituye una
de las mayores glorias a las que una mujer puede aspirar) o aún peor, enferma o muere, ata a una
lanza un trozo de ñame o taro con la que atraviesa la corteza donde se colocaban los alimentos
del cerdo: así todos sabrán lo que el marido piensa del asunto sin necesidad de discutirlo con su
esposa, y ella, si se muestra malhumorada, será con la situación impersonal en sí, y no con el
marido.
Cuando dos parientes se enfadan, el más enfurecido ata un nudo mnemotécnico de hojas de
crotón y lo cuelga en su propia puerta, lo cual significa que nunca volverá a comer con esos
parientes. Para arreglar esa situación la persona que ató el nudo debe matar un cerdo. También
puede pasar entre buanyins, si consideran su relación intolerable, y le ponen fin colocando una
escudilla de madera grabada en el agehu; pero todas estas formas de romper relaciones no son
comunes.
Cuando dos personas se enfadan, es común que el que se sienta ofendido recoja suciedad del
otro para entregársela a los plains.
Consideración del incesto: no lo consideran asqueroso por el hecho en sí, sino simplemente un
acto estúpido, egoísta y antisocial, ya que lo que desea la comunidad es aumentar lo máximo
posible su círculo de amistades y parientes, y al apropiarte de tu madre o hermana, no
conseguirás nuevos cuñados, suegros o amistades.
Organización social: los hombres mejor dotados son impulsados a llevar, contra su voluntad
(nadie quiere ser el líder), la responsabilidad y directiva para que cada tres o cuatro años se organice
un gran ceremonial preliminar a la adquisición de nuevas danzas o obsequios de la playa. Estos
líderes son llamados “grandes hombres”, los cuales tienen el deber de hacer planes, iniciar
intercambios, pavonearse, darse importancia, hablar a gritos y jactarse de lo que han hecho en el
pasado y harán. Durante los primeros años de la adolescencia los jóvenes son divididos en tres
grupos para llegar a ser o no algún día “grandes hombres”: “aquéllos cuyos oídos y gargantas están
abiertos” (los integrados plenamente en la cultura y dotados de elocuencia), “aquéllos cuyos oídos
están abiertos y las gargantas cerradas” (hombres útiles y calmos pero callados y tímidos) y un
tercer grupo integrado por las clases menos aprovechables: “aquellos cuyos oídos están cerrados y
las gargantas abiertas” y “aquellos cuyos oídos y gargantas están cerrados”. A los muchachos “cuyos
oídos y gargantas están abiertos” se les asigna un buanyin o “socio para el intercambio” en su
temprana adolescencia, cuya relación consiste en un entrenamiento para lograr la firmeza que un
“gran hombre” debe poseer, considerada indeseable en un arapesh común: su deber es insultarse y
humillarse oralmente cada vez que se encuentran, y competir públicamente entre ellos por ver
quién es capaz de ofrecerle al otro un regalo mayor. Los “grandes hombres” pueden retirarse una
vez que su hijo mayor alcanza la pubertad.
Sexo:
Consideración del sexo: no deriva de un sentimiento distinto del que se tiene por una hermana o
hija, sino que es la expresión completa y final de ese sentimiento. No se la considera como la
respuesta espontánea del ser humano a un estímulo sexual interno, ya que no conciben que
pueda existir el interés sexual fuera del lazo matrimonial. Es peligroso llevarlo a cabo mezclando
el “calor” masculino (contacto con lo sobrenatural) con el “frío” femenino (rechazo de lo
sobrenatural), por lo que no consideran correcto el sexo espontáneo y casual, y así advierten los
padres a sus hijos. En caso de verse seducidos por una mujer que acaban de conocer,
considerarán que ella lo hizo para hechizarlos, como enemiga. Deben deshacerse del “frío” y
“calor” antes de una relación sexual (incluso dentro del matrimonio) de forma ritual (sangría
ritual, etc). Cuando un hombre y una mujer se inician sexualmente fuera del matrimonio, no se
cree que el motivo fuera un impulso sexual, sino que se hizo por hechicería o bien porque el
hombre deseaba unirse a la mujer casada con otro (si lo está). Tampoco se insiste en la
satisfacción derivada de las relaciones sexuales: se refieren a sus preferencias con términos de
comodidad y facilidad, no habilidad, y ninguno de los dos sexos reconoce experimentar el
orgasmo. Ambos sexos se consideran impotentes frente a la seducción, por lo que también se
desconoce toda diferencia temperamental en la relación sexual.
Cuando una prometida se acerca a la pubertad los suegros acentúan la vigilancia sobre ésta, ya
que se considera que si se inicia sexualmente detendrá su crecimiento, será pequeña y enclenque
y sus pechos no crecerán. Ha de esperar, al menos, a dos años después de la primera
menstruación, para que sus pechos estén listos para caer cuando el primer contacto sexual afloje
los cordones que atan los senos a la vulva; si la vena (himen) se rompe antes, sus senos nunca se
desarrollarán (el canon de belleza arapesh son las mujeres con pechos grandes y caídos).
Poliginia: el ideal es la pareja monógama, pero a veces la poliginia llega como parte de una
herencia: es el deber de cuidar a la viuda e hijos de su hermano cuando muera, y no un privilegio
o forma de manifestar su superioridad sobre otros hombres. Asimismo, les resulta conveniente
contar con dos esposas para compartir la labor, aunque consideran que la esposa verdadera y
que tiene prioridad es la primera, por ser la que creció con él, y la segunda debe asumir un papel
maternal propio de una mujer cuya vida ha terminado y vive ahora para sus hijos.
Procreación: Los arapesh llaman juego a aquella actividad sexual en la que se desconoce si ha
provocado la fecundación, y trabajo a aquella dirigida conscientemente a hacer un niño. La tarea
se considera tanto del padre como de la madre (el bebé es el producto del semen paterno y
sangre materna combinados a partes iguales), y han de mantenerse relaciones sexuales
frecuentes al principio para asegurar la concepción.
Gestación: cuando los senos de la mujer muestran la característica hinchazón y decoloración del
embarazo se dice que el niño está terminado y es un huevo perfecto que ha de descansar en el
útero materno. A partir de ese momento se prohíbe todo contacto sexual, no sólo entre los
padres sino también con otras esposas, para que el niño pueda dormir tranquilo. La mujer ha de
estar tan pasiva como le sea posible y tomar ciertas precauciones, como no comer pandi-cokku,
rana, anguila, sagú ni cocos de un árbol considerado tabú por el tamberán, que ocasionarán sus
respectivas complicaciones en el parto. Además, si desea que su hijo sea varón, no deberá cortar
nada por la mitad, ya que eso produciría una niña.
Parto: el verbo “dar a luz” se utiliza indistintamente para la mujer y el hombre. Sin embargo, el
padre no puede presenciarlo, debido a las creencias de que las funciones fisiológicas de la mujer
son de naturaleza antagónica con las mágicas funciones de obtención de alimentos de los
hombres. La sangre del parto, como la de la menstruación, es peligrosa, por lo que el recién
nacido ha de ser alejado de la población. Mientras el niño nace, el padre espera a una distancia
que le permita oír, hasta que se determina el sexo y la comadrona se lo dice a gritos. A esto, él
contesta “lávalo” o “no lo laves”, según se vaya a criar a no: si es una niña y ya hay varias en la
familia se la deja morir en el recipiente de corteza en que tiene lugar el parto, sin cortarle el
cordón umbilical ni lavarla, pues se cree que si la crían perderán todas las oportunidades de
volver a tener un hijo varón, que prefieren por el hecho de que se quedan con sus padres;
también se practica el infanticidio cuando la familia ya es demasiado numerosa y/o escasean los
alimentos, o en caso de que el padre haya muerto. Una vez lavado al/la niñx y colocado su
cordón umbilical y la placenta en lo alto de un árbol, madre e hijo se dirigen a la aldea, en el “mal
lugar”, donde se cobijan en una casa pequeña donde también vivirán con el padre.
Educación:
Bebés: Tras el parto, padre, madre e hijx se alojan en una pequeña casa en el “mal lugar”, y
durante los primeros días no deberán fumar ni beber agua, y realizar pequeños ritos mágicos de
vez en cuando. Finalmente volverán a su casa tras un mes de aislamiento, donde celebrarán una
fiesta que los libre del tabú que pesa sobre ellos. Cuando el bebé ríe por primera vez en la cara
del padre se le da un nombre, el de un miembro del clan paterno. Los padres deberán dormir
juntos con el niño y no mantener relaciones sexuales (ni entre ellos ni con otras parejas) hasta
que el/la niñx cumpla un año. La madre lo amamantará hasta los 3 o 4 años. Durante los
primeros meses el niño está siempre cerca de alguien que lo atienda, colgado o agarrado a su
madre mientras cocina o teje, durmiendo con ella y su padre o dejado a cargo de este último o
algún familiar cuando la madre se ausenta. Un niño que llora es una tragedia que se debe evitar a
toda costa, por lo que siempre le dan lo que pide. Les enseñan a tener una actitud confiada hacia
todo y todos, sin grandes distinciones (no se tiene un trato diferente con el tío, prima, abuelo,
hermana o vecina) más que el mundo está dividido en dos grupos: los parientes (todos los
miembros de su localidad y aldeas vecinas) y los extraños, enemigos o waribin (plains,
hechiceros), de los que se les previene desde temprana edad.
Niñxs: El entretenimiento favorito de lxs niñxs arapesh es jugar con sus labios. Hasta los 4 o 5
años niños y niñas andan desnudos, no se les insta a tener pudor ni un trato diferente según el
sexo del otro y tampoco se les censura en sus juegos con los otros niños. Nadie muestra
demasiado interés en que el niño crezca rápidamente o adquiera habilidades especiales. Si un
niño tropieza lo levantan y lo acarician, por lo que crece con una sensación de seguridad
emocional debida al cuidado que otros le prodigan, y no a su propio dominio del medio
ambiente (los adultos no poseen técnicas bien definidas y a menudo construyen y crean casas y
objetos sin ningún cuidado, toscos e imperfectos, ya que ni sus ojos ni sus manos han sido
disciplinados). Lxs niñxs pueden jugar entre ellxs siempre que no se peleen: a la menor señal de
disputa intervendrá un adulto, que separará al agresor o a ambos y los sostendrán, dejando que
patee, grite, ruede por el barro, rompa cosas, etc. (no se trata de controlar la emoción, sino de
expresarla sin causar daño a nadie) Las manifestaciones de enojo de las niñas se reprimen más
temprano, ya que sus madres les tejen polleras de paja o sacos de red para las cabezas que no
deben romper ni derramar el contenido (además, se las incita a no especular, ser más pasivas y
seguir los pasos de su madre, limitándose a guardar tiernamente su función reproductora). Por
otra parte, a partir de los 4 o 5 años el niño suele adoptar como referente a su padre, que no
puede cargar con él tanto como su madre y, como resultado, hace que se sienta rechazado y
abandonado, arrojándolos a una segunda enajenación de afecto (la primera era cuando su madre
los dejaba para ir a la huerta. Las niñas, por el contrario, tienen como referente a su madre y
trabajan con su familia desde temprano, por lo que no pasan por ello; sin embargo si no tienen
hermanos varones es frecuente que sean más irascibles, pues serán tratadas como ellos).
Además, también cuenta con los “grandes hombres” como referentes, en los cuales se considera
apropiado simular enojo y desafío en sus palabras. Sin embargo no existe ningún juego que
estimule la agresividad o competencia, ni tampoco se enseña a los niños a tener “espíritu
deportivo” para aguantar los golpes: desde pequeños aprenden a formar parte de la escena
general y preferir, a cualquier actividad infantil, una actitud pasiva. Tampoco se les educa
acentuando la diferencia entre “mío” y “tuyo” (ya que “todo es de todos”) sino simplemente se
les induce a ser cuidadoso con los objetos de otros. Los alimentos se dividen simbólicamente en
dos mitades iguales: una para niñxs y ancianxs y otra para adultos.
Adolescentes: cuando aparecen los primeros signos de pubertad se les ponen ciertas
restricciones durante un año: no masturbarse, beber agua fría y evitar ciertos alimentos. Nadie
le castiga si no cumple esas normas, ya que el perjuicio será para él/ella (no crecerá altx y fuerte),
sin embargo aprende de los mayores cómo usar de forma disciplinaria las ortigas y sangrías en
caso de incidir.
A los 6 o 7 años las niñas son prometidas a un joven 6 años mayor, y dejadas en la casa de la
familia de su prometido por sus padres (cuando alguno tiene algún defecto físico los padres
pueden mantenerlos apartados hasta que la niña llegue a la adolescencia; sí, cuando llega,
descubre que es sordo, tonto, enfermo, etc puede rechazarlo –los niños con tiña, por ejemplo,
rara vez se casan y son repudiados por la sociedad; suelen volverse hechiceros), donde llevarán
una vida muy parecida a la de hasta entonces: dormirán con sus suegros, trabajarán con la madre
política y le acompañarán los parientes femeninos. El marido adolescente se ocupa de trabajar el
ñame, sagú e ir de caza para alimentar a su esposa, encargándose así de su crecimiento. Es por
esto por lo que consideran que los maridos tienen autoridad con su esposa de forma análoga a la
autoridad de los padres sobre sus hijos: porque ellos han colaborado en su crecimiento y se han
hecho responsables de ellas, al ser mayores y sensatos. Los factores que mueven a los padres
(pues son estos los que escogen esposa para sus hijos) a escoger una u otra niña para sus hijos
son, por una parte, lo grande que sea su familia y lo lejos que se encuentre su aldea (si es cercana
los lazos con la aldea podrán ser más fuertes, pero si es lejana aumentará el círculo de amistades
con la generación futura y la novia podrá aportar nuevas habilidades del pueblo del que venga,
aunque por otra parte se siente recelo por las personas extranjeras), y por otra que cuente con
ciertos atributos: tenga la piel limpia (libre de erupciones, úlceras tropicales, tiñas o infecciones),
cuente con parientes valiosos (buenos cazadores, hortelanos, sensatos y poco belicosos) y sea
hospitalaria, activa y asuma las responsabilidades domésticas. Los padres de la niña buscan los
mismos atributos en el joven. Si los padres calculan mal la edad de la joven y ésta madura antes
que su prometido, se recurre a la magia para frenar el crecimiento de la niña hasta igualarlo al del
joven, o bien, en la mayoría de los casos (ya que no confían en la magia), se modifican los
esponsales, entregando a la muchacha al hermano mayor. No resulta duro el cambio para la niña,
ya que la relación que se tiene con el prometido no dista mucho de la que mantiene con el
hermano u otro hombre de la familia.
Si la niña/mujer es maltratada o el matrimonio disgusta a los parientes sólo se puede ayudar a la
esposa a escapar fingiendo un secuestro: los parientes le hablarán de algún otro hombre que esté
buscando esposa y será raptada cuando salga a buscar leña, sola o con un niño, fingiendo que
opone resistencia. Las peleas que sobrevienen a estos acontecimientos son disputas entre la
comunidad a la cual pertenece la mujer desde su matrimonio y la de donde ha sido raptada,
habitualmente comenzadas por un pariente del antiguo marido (hermano de la madre).
No se practica el luto: cuando un hombre muere la viuda se casa con otro hombre, normalmente
dentro del grupo patrilineal de su esposo, a menos que ésta no quiera, no haya nadie que desee
casarse con ella, etc. en cuyo caso volverá con los suyos. El primer hijo de la segunda unión
pertenecerá de igual forma al clan del primer marido y del segundo (en caso de ser de otro clan).
Mundugumor
Datos generales: habitan un territorio dividido en dos partes iguales por el río Yuat, al que temen y
sólo cruzan cuando es absolutamente necesario. El pueblo está formado por algunos miles de
individuos divididos en dos grupos: los que viven en las cuatro apretadas aldeas habitadas a ambas
márgenes del Yuat y los que viven en las dos aldeas del oeste.
Practican el canibalismo, en otro tiempo tabú entre los que hablaran la lengua mundugumor,
pero hoy en día, debido a la división ejercida por el Yuat, permitida entre personas pertenecientes
a las diferentes márgenes del río. Debido a esto la gente practica la endogamia, casándose sólo
dentro de su respectivo grupo de aldeas. Recorren el campo para buscar enemigos a los que
tender una celada y establecer relaciones comerciales. Son políginos y practican la patrilocalidad.
Viven en un estado de mutua desconfianza e incomodidad. No tienen una plaza en el centro de la
aldea ni una casa para las reuniones masculinas: los hombres sólo se sientan juntos durante las
raras ceremonias para las cuales deben trabajar en equipo; sólo las mujeres se reúnen en grupos
para charlar. Cada hombre aspira a vivir solo rodeado por una empalizada que reúne una casa
para cada esposa o dos esposas (a ser posible 9 o 10: cuantas más esposas más prestigio), una
para sus hijos, otra para almacenar los gongs hendidos, colgar el tabaco y recibir las visitas, y otra
para él.
Ceremonias: se practica el culto de las flautas de los espíritus del agua, el culto de las flautas de los
espíritus de la manigua y los cultos de diversas máscaras importadas. En ocasiones un “gran
hombre” (rico y con muchas esposas) ofrece una fiesta de iniciación, para lo cual construye una gran
casa donde serán llevados los niños. Este rito no simboliza la admisión de lxs niñxs de una
determinada edad en la comunidad de los adultos, ya que es independiente del período del
desarrollo (suele hacerse entre los 12 y 20 años) e incluso muchos hombres y mujeres nunca llegan
a iniciarse. Se conserva como un sistema por parte de los iniciados de despreciar y excluir a los no
iniciados.
A las niñas se les da a elegir si quieren o no iniciarse, como un privilegio concedido en la medida
en que se muestran agresivas y exigentes. Consiste simplemente en desfilar para observar los
objetos sagrados y después de eso son instruidas con respecto a las comidas tabú impuestas por
ese privilegio. A los niños se les impone como una pena de la que no pueden escapar, y son
golpeados y escarificados con los objetos sagrados.
Muerte: el muerto debe ser quemado lentamente y los que llevan el luto deben permanecer en
la casa cerrada y con postigos hasta que la descomposición tenga lugar. No obstante, debido al
alto coste de los ritos funerarios, muchos hombres son enterrados sin ceremonias.
Economía: intercambian tabaco, nuez de areca y cocos a cambio de adornos de conchilla, piedras
para hacha, arcos, flechas, magia para la caza, cacerolas, canastillas, mosquiteros, pantallas,
danzas, flautas sagradas y una figura con forma de serpiente (peleva), peligrosa para la mujer, que
utilizan sumergiéndola en los canales de pesca de las vecinas. Detestan a estos pueblos, pero tratan
de no exterminarlos para poder seguir obteniendo de ellos las manufacturas. Debido a que tienen
una superabundancia de tierras y recursos no existe, a menudo, gran competencia u hostilidad entre
ellos en términos económicos más que la lucha por las mujeres. Si un hombre desea demostrar sus
grandes riquezas ofrecerá una fiesta del ñame a algún ex enemigo con la que lo avergonzará si no es
capaz de corresponder. Los hombres que llevan a cabo todas las ceremonias y, sobretodo, las fiestas
de la victoria (tras una exitosa partida de caza), son conocidos como los “verdaderos hombres
malos”, ladrones, arrogantes, con numerosas esposas, traidores y valientes, son los héroes de la
comunidad. Existen dos o tres en cada comunidad de 200 o 300 personas; entretanto, los hombres
menos importantes pelean entre ellos y desvían su lealtad de un poderoso “gran hombre” a otro.
Cacerías: habitualmente de un centenar de hombres contra una pequeña familia. Para las
bastas expediciones a menudo se canjean niños como rehenes, que viven en alguna aldea
enemiga aprendiendo su lengua y caminos secretos para informar a su pueblo.
División sexual del trabajo:
Mujeres: trabajan en sus jardines, curan el tabaco y pescan en la manigua. Solamente las mujeres
nacidas con el cordón umbilical alrededor del cuello pueden tejer las pequeñas cestas en forma
de vaso que utilizan para pescar. Lo hacen cuando desean, y nadie que no haya nacido así puede
aspirar a más que ser una torpe aprendiz (lo mismo con los hombres).
Al contrario que en la sociedad arapesh, se las considera plenamente responsables de sus
acciones y no como personas necesitadas de protección o guía: en los muchos matrimonios entre
jóvenes, dado que a menudo la niña es mayor que el niño será ella la que domine la relación
durante los primeros años, siendo más agresiva y madura.
Hombres: se dedican a la caza de cabezas y espectáculos teatrales, hacen huertas de ñame y
cortan el sagú para trabajarlo. Los hombres nacidos con el cordón umbilical alrededor del cuello
están destinados a ser artistas: esculpen escudos y lanzas y pintan dibujos y construyen figuras
en los grandes triángulos de corteza, que son usados para ciertas fiestas.
Organización social:
Ropes: Se basan en la creencia de que todo posible contacto con el mismo sexo sólo puede
realizarse a través del sexo opuesto. Tienen así una organización social especial denominada
rope: los hombres se establecen con sus hijas, los hijos de sus hijas, las hijas de los hijos de sus
hijas, etc. Las mujeres con sus hijos, las hijas de sus hijos, los hijos de las hijas de sus hijos, etc.
De esta forma toda propiedad, a excepción de la tierra, será heredada a través del padre por las
hijas. Hermanos y hermanas no pertenecen al mismo rope (los primeros están ligados a la madre
y las segundas al padre). Entre hermanos existe una gran rivalidad y hostilidad, se avergüenzan
de sentarse juntos y los menores sólo se dirigen a los mayores en caso de necesidad y mostrando
un gran respeto. Entre hermanas el único contacto permitido es el de pelear y ofenderse entre sí
públicamente. Las familias están divididas en tres categorías de personas: aquellas con las cuales
se bromea violentamente (el hermano de la madre, la hermana del padre y su hermana para los
niños, al revés para las niñas), aquellas a las cuales se evita con vergüenza (como un hermano o
cuñado del mismo sexo) y aquellas a las que se trata con variables matices de intimidad.
Matrimonio: existen tres formas de establecerlo:
Normalmente se utiliza una hermana (por la que existe una rivalidad entre hermanos, padres e
hijos), con la cual se paga una esposa. También se pueden cambiar por flautas sagradas en caso
de no tener hermanas. Los hermanos pelean entre sí para reforzar las pretensiones sobre sus
hermanas, y a menudo un hermano mayor (especialmente si el padre ha muerto) puede canjear a
todas sus hermanas por esposas, dejando a sus hermanos sin recursos. También puede hacerlo el
padre, aunque en teoría no está permitido casarse con alguien de otra generación. La madre
desea verse desembarazada de su hija para tener una nuera que viva en su casa y esté bajo su
dominio, por lo que insta a sus hijos a vigilar a sus hermanas; y el padre detesta a su hijo en la
medida en que el crecimiento de éste es señal de su declinación.
Otra forma son los matrimonios arreglados entre niñxs por sus padres, normalmente rechazados
por ambos. Si la niña está cerca de la adolescencia se la envía casi de inmediato y sin ceremonias
a casa del prometido, para así desentenderse en caso de una fuga. Normalmente el marido es
más joven que ella y la evitará a la vez que la vigilará para que no la engañe. Asimismo sus
hermanos mayores y el padre intentarán burlársela. Si ella prefiriera a un miembro de la familia
en lugar de otro su elección es decisiva; si por el contrario no quiere a ninguno no tendrá nada
que hacer a menos que encuentre un amante con quien fugarse. Una vez casados los padres
instarán a los jóvenes para que mantengan relaciones sexuales, para disminuir así las
posibilidades de fuga: los juntarán por las noches en una misma canasta, y si se pelean nadie los
protegerá. Si el joven huye con algún pariente negándose a tener nada que ver con la chica
perderá el derecho a que su familia le dé una esposa; si lo hace ella será fugándose con un
amante. Sin embargo normalmente permanecen juntos al menos durante algunos años.
También existen los matrimonios por elección, cuando una muchacha trata de persuadir a su
amante para que se fugue con ella. Entonces ella dirá a su padre que ha elegido a determinado
amante y, si está soltera y él entrega a cambio una hermana, el asunto se arreglará
pacíficamente y ella irá a la casa de su amante sin muchas ceremonias. Si la muchacha está
comprometida o su amante no tiene hermanas para cambiar habrá una pelea: se establece un
día para la huida y el amante recluta a todos los parientes varones que le sea posible. La joven
escapará hasta el lugar convenido perseguida por sus parientes y tendrá lugar la batalla.
Sexo:
Consideración del sexo: las relaciones amorosas están caracterizadas por la pasión más que por
el cariño o romance, y suelen realizarse en secreto, ya que en lo concerniente a este tema la
gente se divierte haciendo el comentario más ofensivo que la víctima pueda soportar sin tener
que recurrir a la violencia física o el suicidio. A menudo la única relación que establecen antes de
mantener relaciones sexuales son una breve conversación apurada o una cita murmurada al
cruzarse en el camino. Asimismo estos rápidos encuentros sexuales son violentos y salvajes,
buscando la máxima excitación en un mínimo de tiempo, y lxs jóvenes son aconsejados por sus
mayores para aprender a excusarse cuando los otros noten su desaparición y/o sus ropas,
adornos, flechas o canasta rotas. Una joven puede mantener varias aventuras antes de casarse,
pero si la descubren toda la comunidad sabrá que ha dejado de ser virgen, y su precio será
menor (sólo podrá cambiarse por otra muchacha que también haya perdido la virginidad); si
quien lo descubre es su marido tras casarse con ella, no dirá nada, ya que será entonces su
propia reputación la que esté en juego.
Embarazo y nacimiento de un bebé: los hijos no unen a los padres, sino que son un factor de
separación: cuando una mujer comunica a su marido que está encinta la noticia es recibida con
disgusto. Él la maltratará maldiciendo sus anticonceptivos mágicos y se sentirá molesto por tener
que llevar a cabo ciertos tabúes, incluido el no volver a mantener contacto sexual con la esposa,
pues eso podría dar lugar a gemelos (paradójicamente muy habituales entre los nacimientos
mundugumor). Además también suele acusarla de infidelidad, para desentenderse del asunto.
Cada vez que llega a concebir habrá herido a su marido comenzado su decadencia como esposa.
Antes de que nazca se discute si debe o no vivir según su sexo: la madre prefiere un niño, que
pertenecerá a su rope, y el padre una niña. Al ser éstas más valiosas por poder cambiarse por
esposas para sus hermanos o padre, a menudo se practica el infanticidio masculino. Si se da a luz
a mellizos a menudo se suelen decantar por uno de los dos y matar al otro o, si son dos niñas,
darla en adopción (práctica muy común entre los mundugumor, debido a la aversión que sienten
por la preñez y el parto).
Educación:
Bebés: cuando las mujeres van de un lado a otro llevan a los bebés en una canasta portátil sobre
sus frentes de tejido trenzado, muy apretado y áspero. Sin embargo, normalmente prefieren
dejarlos en casa colgados de la pared sobre estas canastas. Sólo se les da el pecho cuando la
madre cree que tiene necesidad real de comida y nunca para consolarlos, suspendidos
incómodamente de pie y por poco tiempo. Tan pronto como el niño camina se lo deja a su aire,
siempre y cuando no vague lejos por miedo a que se ahogue en el río. Los niños son destetados a
medida que las madres consiguen rechazarlos progresivamente, ignorándolos o abofeteándolos.
Niñxs: a las niñas desde los pocos meses se las recarga de adornos y viste con polleras de paja.
Los niños andan desnudos hasta los 7 u 8 años, que se les pone un taparrabos. Las primeras
lecciones que se les enseña son a no defecar dentro de la casa, no alejarse más allá de la vista de
su madre, no pedir comida en casa de otra esposa de su padre, no pedir cariño a su madre, no
llorar y no solicitar atención de nadie. Además también aprenden desde pequeños que se debe
estar alegre sólo en las ocasiones debidas y con respecto a determinadas personas (hay que
cuidar que no se halle cerca ninguna de las personas con respecto a las cuales tal conducta
pudiera ser incorrecta). A la hora de jugar nunca se forman grupos mixtos: los chicos juegan con
otros en grupos relacionados por el parentesco, bien formando partidos o uniéndose para realizar
actividades prohibidas, como robar, cazar o escapar de casa; las niñas no se agrupan. Un niño de
7 años puede despreciar a sus padres y abandonarlos y éstos no los perseguirán; sin embargo a
una niña cuando se acerca a la adolescencia se la vigila muy cuidadosamente, lo cual la enfurece,
pues han aprendido desde niños a enojarse y luchar ante toda limitación de su libertad. A los
niños, un tiempo antes de llegar a la adolescencia, se les invita a matar a un cautivo para una
fiesta caníbal, no como un honor o privilegio, sino porque el hacerlo los adultos sería visto como
vergonzoso por otros pueblos.
Jóvenes: el crecimiento no es un proceso ordenado: las experiencias que pueden haber sufrido
unxs u otrxs niñxs pueden ser radicalmente opuestas ya que nadie se preocupa por proteger,
disciplinar o educar al joven. El trabajo habitual de un niño consiste en ayudar a su madre o
algún pariente mayor a buscar leña, cazar palomas, talar troncos y recolectar fruta. Las niñas o
bien han sido casadas y viven en casa de sus suegras o bien continúan en la casa del padre.
Desviaciones del ideal mundugumor: los hombres y mujeres dóciles, afectuosos y maternales
son desestimados; sin embargo es gracias a ellxs que se conservan ciertas reglas transmitiéndolas a
la próxima generación, apaciguando así una sociedad profundamente caótica.
Por otra parte, los hombres y mujeres con personalidades tan aberrantes y violentas que exceden el
ideal de sociedad no suelen durar mucho: los hombres así suelen estar en continuo conflicto con sus
semejantes hasta que acaban siendo asesinados a traición por un miembro de su propia tribu; las
mujeres violentas y que buscan insaciablemente nuevos amantes pueden ser entregadas a otras
tribus para ser violadas públicamente.
Tchambuli
Datos generales: habitan en torno a un lago en el curso del Sepik, sobre un terreno pantanoso con
algunas colinas pequeñas y abruptas en el extremo sur. Constituyen una pequeña tribu de 500
personas, agrupadas en tres pueblos que limitan con los montes Tachambuli. Su organización
sociosexual se muestra contradictoria: es patrilineal y patrilocal, estructurado en clanes según la
línea paterna, cada uno de los cuales construye su propia casa de ceremonias; sin embargo, en la
práctica son las mujeres las que tienen el papel dominante. Tienen unas 15 casas de ceremonias (o
casas de los hombres) de unos 9 a 12 metros de largo, erguidas sobre pilares, entre las cuales salen
caminos de unos 50 o 100 metros por la ladera de las colinas hasta las casas de las mujeres, entre los
árboles. Éstas son más largas, bajas y sólidas que las de los hombres, hechas para habitar, y dentro
de las cuales conviven de 2 a 4 familias.
Ceremonias: una muerte o la escarificación de unx niñx requieren una fiesta. Se considera
necesario que cada niño tchambuli mate en su infancia a una víctima, la cual se compra en otra
tribu (generalmente infantes o niños, bien bastardos, huérfanos o criminales) ya que a los tchambuli
no les gusta la lucha ni cacería de cabezas. Para esto el niño utiliza la lanza de mano sostenida y
ayudado por su padre. Al final se quema el cuerpo y la cabeza es reconstruida en arcilla, pintada y
colocada en la casa ceremonial, como trofeo.
El baile de mwai: consiste en un grupo de mujeres bailando alrededor de cada conjunto de
hombres enmascarados, formados por dos con máscaras masculinas (los hombres más viejos)
portando lanzas, y dos con femeninas (los más jóvenes y frívolos) portando escobas, cubiertos
completamente con hojas, flores, conchillas, etc. dejando sólo al descubierto las piernas. Cuando
no hay máscaras sobre la pista de baile las mujeres juegan entre ellas simulando relaciones
sexuales. Cuando aparecen las figuras enmascaradas, incluyen en sus juegos a las máscaras
femeninas, pero no a las masculinas. Generalmente las mujeres más viejas y graves bailan con
ellas, pero sólo por las femeninas sienten un deseo sexual agresivo y muestran iniciativa. Estas
ceremonias suelen acabar días antes de lo previsto debido a que suelen difundirse rumores de
nuevas relaciones amorosas que asustan a los viejos.
Economía: en los días de mercado parten grupos de canoas para intercambiar pescado y monedas
de conchilla por sagú y caña de azúcar. La moneda corriente del mercado es una concha de caracol
verde llamada talibum; sin embargo éstas son consideradas joyas, por lo que no intercambian dinero
por comida, sino que hacen un trueque por joyas. Casi siempre hay mucha comida, ya que la gente
no depende de una cosecha sino del pescado que capturan las mujeres y el sagú que compran y
almacenan en grandes cantidades (algunos hombres se dedican a cultivar ocasionalmente el ñame o
el taro); sin embargo en ocasiones sí padecen hambre.
División sexual del trabajo:
Mujeres: las mujeres trabajan siempre en grupos, se muestran seguras, sensatas, fuertes,
sonrientes y solidarias entre ellas; hacia los hombres se muestran igualmente amables,
tolerantes y afectuosas. No visten adornos y llevan las cabezas afeitadas. Se dedican a la pesca y
el tejido de los mosquiteros, y reúnen nenúfares, lotos y enredaderas para festejar a los
parientes. Su interés en relación al arte se reduce a participar en las fiestas o encuentros
culturales, pintar un poco sus canastas y capuchas trenzadas e intervenir en los coros danzantes.
Los hombres dependen de la pesca de las mujeres para comer e intercambiarlo en el mercado a
cambio de sagú, taro y nuez de areca; además, los mosquiteros representan la manufactura más
importante, cuya demanda es tan grande que los interesados los encargan antes de que estén
terminados. Las mujeres también se encargan de las transacciones en kinas y talibum, aunque
permiten a los hombres hacer las compras, pero sólo con su aprobación podrán gastar las
monedas. Ellos reciben la propiedad real de las mujeres, valiéndose de pucheros y palabras
suaves, que posteriormente utilizan para mostrar aprecio hacia un pariente o colmar sus
sentimientos heridos, como resultado de los constantes conflictos y malentendidos entre ellos.
Además también son ellas las que suelen tomar la iniciativa en la actividad sexual, como se
representa en el baile de mwai.
Hombres: viven principalmente para el arte: la danza, escultura, trenzado, pintura, etc. Han de
trabajar en ello para asegurar el éxito en las representaciones, costeadas por el trabajo de las
mujeres. También fabrican garfios, tejen máscaras, construyen canoas, etc. Visten numerosos
adornos y cabelleras largas y rizadas. Están principalmente interesados en el papel que deben
representar en su sociedad, en la elaboración de sus vestidos y el reconocimiento y valoración
de su actuación por parte de los otros. Sus relaciones con los otros hombres son delicadas y
difíciles, se sientan con desconfianza aun entre su propio clan, nerviosos y sensibles, y a menudo
hay peleas y malos entendidos. Sólo llega a tener relaciones sólidas y seguras con las mujeres.
Organización social: la sociedad se organiza en clanes según la línea paterna, cada uno de los
cuales construye su casa ceremonial y, normalmente, todos sus miembros pertenecen al grupo del
Sol o de la Madre. Cada hombre pertenece, además, a otros grupos, donde desempeña un papel
especial.
Matrimonio: se casan entre primos, por lo que cuando una muchacha se casa (normalmente a los
10 u 11 años) se envía a vivir a la casa de la hermana de su padre (tía paterna) que se convierte en
su suegra. Si el padre de un muchacho está vivo contribuirá en un 10 o 20% al precio de la novia, y
su clan con el resto. Si un hombre tiene dos esposas generalmente provienen del mismo clan y son
hermanas. Cuando el clan no puede darle una niña algo más joven al muchacho, se casará con una
algo mayor; como resultado ella madurará antes y quizás se enfrasque en alguna relación amorosa
con algún pariente mayor. Para prevenirlo, los hermanos de la madre se burlarán públicamente del
muchacho por no satisfacer sexualmente a su esposa, previniéndolo de los inconvenientes que
resultarán si no lo hace, y éste cede avergonzado.
Cuando una mujer enviuda, especialmente si es una muchacha joven, se espera a que ella indique su
elección de un nuevo marido durmiendo con él para que éste pague por ella, ya que consideran que
son demasiado activas y sexuales como para permanecer tranquilas hasta que se hallan arreglado
un nuevo casamiento, como debería hacerlo un hombre. Las oportunidades de la poliginia radican
en el atractivo del muchacho.
Educación:
Bebés: las madres los cuidan cariñosa y descuidadamente. Nunca lo dejan solo, siempre se ve
rodeado de 8 o 10 mujeres, atentas a sus necesidades, trabajando y riendo.
Niñxs/adolescentes: hasta los 6 o 7 años niños y niñas son tratados del mismo modo. Al llegar a
esa edad a las niñas se las educa para los trabajos manuales, y el niño comienza a vislumbrar la
vida ceremonial de los hombres, aunque éste, a diferencia de la niña, no recibe ninguna
educación adecuada para el desempeño de su futuro papel. Entre los 8 y 12 años es escarificado:
su tío paterno tatúa sus espaldas con dibujos. Nadie lo calmará ni intentará detener sus lloros.
Tras esto sigue un largo período de reclusión: se le untará el cuerpo con arcilla blanca, la cual le
lavan y vuelven a cubrir cada 4 días, y no podrá volver a la casa de las mujeres excepto en la
noche, para dormir. Luego de una semana o dos se le da al niño un lavado ritual con el que se
pone fin a su periodo de reclusión. Las mujeres siguen siendo el grupo del que depende para su
alimentación y afecto y, de hecho, no hay diferencias entre las mujeres de su propio clan: a todas
llama como a su madre, aiyai. Durante un periodo de entre 3 a 4 años será relegado casi al
margen de su sociedad: demasiado crecido para las mujeres y demasiado joven para los hombres;
esto los marcará en el futuro, volviéndolos susceptibles y emocionalmente inestables.
Cristina Martínez Alonso, 1ºB
Documentos relacionados
Descargar