La partida del Carbonero y el Espailla al finalizar la Guerra Civil.

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REVISTA VELEZANA. Vélez Rubio (Almería). Nº 26, 2007, p. 83-94
LA PARTIDA DEL CARBONERO Y EL
ESPAILLA AL FINALIZAR
LA GUERRA CIVIL
Eusebio RODÍGUEZ PADILLA
Doctor en Historia
Concluidas oficialmente las operaciones militares de la Guerra Civil (18-VII-1936 a 1-IV-1939), algunas
personas que habían luchado o simpatizaban con el bando derrotado deciden “echarse al monte” y seguir
combatiendo, a su manera y con los precarios medios de que disponían, contra el régimen de Franco. Para
unos fueron “guerrilleros”, “maquis” o “luchadores por la libertad”; para otros, “facinerosos”, “bandoleros” o,
simplemente, ”delincuentes comunes”. En realidad, tanto por la ideología como por la organización interna de
las partidas como por las acciones emprendidas, resulta complicado y, en ocasiones, controvertido distinguir
dónde está el límite entre ambas concepciones contrapuestas. Sea como fuere, en el norte de las provincias
de Almería y Granada destacan sobremanera dos nombres: Antonio Machón Jiménez el Carbonero y Melchor
Alonso Mellado el Espailla. Especialmente del primero ha perdurado en el imaginario colectivo, incluso en la
literatura oral popular, una memoria fresca hasta nuestros días. Muchas personas mayores conocen, a grandes rasgos, algunas de las andanzas del célebre bandolero y se han llegado a componer algunos romances
sobre su agitada vida y violentas acometidas. A partir de la documentación elaborada por las autoridades
del momento (Sumarias militares, atestados, declaraciones de testigos, informes de la Guardia Civil, etc),
intentaremos ofrecer una panorámica de las principales actuaciones de ambos perseguidos por las fuerzas
del orden y la justicia franquista entre mayo de 1940 y noviembre del 41.
EL CARBONERO. ACTUACIÓN DURANTE LA
GUERRA
ntonio Manchón Jiménez1, alias el
Carbonero, era natural de Nerpio
(Albacete), había nacido en 1911,
hijo de Eduardo y Gregoria. Nada
sabemos de su vida de infancia
y juventud, pero al iniciarse la
sublevación de julio de 1936, se
encontraba trabajando en Anglés
(Gerona), donde se alistó como
miliciano voluntario a la CNT, desempeñando sus
funciones en Cataluña. Sin embargo, a causa de la
enfermedad de su mujer, y al “manifestarle el médico
que debía trasladarla a otra región”, el comité Anglés
le autorizó para marcharse a Zurgena (Almería) con
la obligación de encargarse de la organización de la
CNT en la citada localidad. Llegó vestido de miliciano
y armado de pistola, por lo que rápidamente recibió
el apodo del Miliciano. Para montar la CNT utilizó una
casa desocupada propiedad de Agustín Egea Jiménez,
quien, al parecer, la cedió por miedo. Posteriormente fue
concejal y primer teniente de alcalde del Ayuntamiento
de Zurgena, así como Delegado de Abastos. Requisó
lanas de varios pueblos (Chirivel, Vélez Rubio, Huéscar,
A
Dibujo realizado por la el Carbonero o el Espailla, donde se retratan así mismos amenazantes y cargados de armas. (Expediente en
Juzgado Togado Territorial de Almería).
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RODRÍGUEZ PADILLA, Eusebio
Galera, Baza, Cúllar, Orce y otros), almacenada luego
en el cuartel de la Guardia Civil y la iglesia local para
se revendidas en Almería con destino a ejército “rojo”.
Se dice, igualmente, que fue el promotor y organizador
de que los elementos de derechas fuesen obligados a
derribar los altares del templo, siendo vigilados por un
prepotente Machón a lomos de caballería y provisto de
pistola y rifle.
Durante su estancia al frente del sindicato de la CNT
en la población de Zurgena se le atribuyeron diferentes
hechos por los que fue procesado al finalizar la contienda
militar: realizar listas de personas de derechas para trabajar en la destrucción de la iglesia del pueblo; intervenir
en la muerte de cinco sacerdotes de Zurgena; y haber
intervenido en detenciones y muertes en Albox.
En relación con el asesinato de los sacerdotes,
varios testigos presenciales señalaron que “...en la
mañana del primero de septiembre de 1936, y en unión
de otros milicianos, se personó en Zurgena cercando
la casa en que habitaba el sacerdote Antonio Lorca...
manifestando que iban a por dicho sacerdote para llevarlo a Almería...”2. El Carbonero siempre negó estas
acusaciones y propuso testigos a su favor, pero éstos
no corroboran su coartada.
Su implicación en las muertes de Albox la conocemos por la declaración de un imputado en otra
sumaria: la instruida contra Francisco Alfonso Salas El
Puntas, quien, al serle preguntado si había intervenido
en la muerte de José Ramón Masegosa Mora, Ginés
Torres García y Francisco Rodríguez, y qué personas le
acompañaban, alegó “que él no había cometido ningún
asesinato en las personas citadas, que únicamente
ordenó de palabra, en unión del alcalde Juan Pablo
Mármol del Águila, que fueran conducidos dichos señores a Almería, se lo dijo a Vicente Oller Campos el
Balbino, Andrés Simón Asensio el Santos y otro apodado
Menchón, vecino de Zurgena, en un coche, lo que efectuaron asesinándoles en el camino, en las proximidades
del puente de Antas”3. Al igual que la anterior, nuestro
protagonista siempre lo negó.
Después de un tiempo en la localidad de Zurgena,
Antonio Manchón Jiménez fue enviado al frente, donde
llegó a alcanzar la graduación de Teniente y destinado
al Batallón Disciplinario nº 3 del ejército republicano. Al
producirse el derrumbamiento del frente de Andalucía,
cruzó las líneas enemigas por Órgiva, donde fue detenido (como la mayoría del ejército derrotado) y enviado
al castillo de Cuevas de Almanzora para ser procesado
por los hechos anteriormente señalados.
EL ESPAILLA: DETENCIÓN EN MADRID Y
TRASLADO A CUEVAS
Natural de Cuevas de Vera y casi de la misma edad
que A. Manchón, durante la guerra (según su propia
confesión en el diario personal) le dio tres tiros al cura
Francisco Flores en la Ballabona. Al concluir el conflicto
armado se hallaba en Madrid, donde hizo amistad con
un jefe de Falange y un policía, trabajaba en un hotel,
vivía con una mujer y en las fiestas nocturnas “nos
divertíamos lo indecible”. Reconocido por un paisano,
fue detenido (24-VIII-1939) e interrogado en la comisaría y en la Dirección General de Seguridad. De nada
le valieron las influencias de sus amigos. Lo encierran
en Yeserías durante siete mes y, posteriormente, en el
penal de Torrijos. Maltratados y apaleados, una noche
pensaron los presos que los iban a fusilar, se apenaron
y lloraron muchos de miedo, si embargo él les dijo: “No
os apuraréis, algunos quedarán para vengar nuestra
muerte”.
En abril del 40 es conducido a su pueblo (vía
Linares-Almería), donde temía lo peor. Relata con
minuciosidad el traslado hasta la cárcel de Almería
(Ingenio), los tratos humillantes de la Guardia Civil,
a la que odiaba con toda su alma: el frío, la miseria,
el hambre (comían un cazo de agua con cáscaras de
haba), los paseos por los pueblos (Linares), la notificación de la condena, las fugaces encuentros con
su familiares, etc. En ocasiones no contiene su rabia,
por ejemplo, con motivo de los palos que recibió de
un oficial en la prisión, dice: “cuando vi quién era, un
odio feroz me entró dentro del corazón hacia aquel
hombre que sin motivo me pegó palos”. Sentimiento
parecido al que experimenta cuando una señora lo
insultó en coche de línea. A su llegada a Cuevas,
nuevamente se encuentra con su familia (hermana y
madre) y es paseado por el pueblo. En el calabozo
conoció al Carbonero.
Nuevamente en el juzgado, donde es llamado a
declarar, vuelve a ser ofendido “por un fascista” e intenta
ser intimidado por su madre para que informe sobre
otros acusados, pero (siempre según propio testimonio)
él no se arrugó, no delató a sus compañeros y, añade
“que como sentía un ideal que tenía que luchar por él”,
y que para vivir así (encarcelado) más cuenta le traía un
morir, que él no era un cobarde para denunciar a nadie.
Cuando sale del interrogatorio “la sed de venganza me
ahogaba” y más cuando vi a compañeros y familiares
llorando. Aquella misma noche Manchón y él se pusieron
trabajar en la huida.
Curiosamente, el padre del Carbonero, Eduardo Manchón López, declara que “el verdadero nombre de su hijo es el de Manchón Martínez, y que la
confusión es debida a que cuando… fue al servicio militar lo alistaron con el nombre de Manchón Jiménez y desde entonces ha usado este nombre
y así lo tiene en su documentación”. Sumaria 2.060/41, pag. 28.
2
Declaración de Isabel Navarro Rodríguez, Dolores Meca Florencio, hermana de Pedro Meca Florencio, uno de los sacerdotes asesinados. Sumaria
30.882/39.
3
Declaración de Francisco Alfonso Salas. Sumarias 30.882/39 y 610/41.
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LA PARTIDA DEL CARBONERO Y EL ESPAILLA AL FINALIZAR LA GUERRA CIVIL
pero les faltaban dos metros para llegar a lo alto del muro.
Antonio se subió en la cabeza de Melchor y, con la ayuda
de sus brazos y agarrado a una piedra saliente del muro,
logro subir a lo alto del muro exterior del castillo, ayudando
después a su compañero. Encaramados a lo más alto,
extendieron la cuerda por la pared exterior, comprobando
que le faltaban diez metros. Esta fatalidad les obligó a
volver al calabozo y posponer la fuga.
En el tercer intento, con el fin de ganar metros de
cuerda, cortaron una cadena del calabozo. Hicieron la
misma operación que la noche anterior, tardando en escalar el muro quince minutos. En un ángulo de la muralla
probaron la cuerda, “pero nos faltaba todavía un poco,
pero en un techo que estaba roto, pudimos bajar a una
habitación con una ventana que daba a la calle...”.
Torre del homenaje del castillo de Cuevas de donde se fugaron
el Carbonero y el Espailla en mayo de 1940. (Foto por gentileza de
Enrique Fernández Bolea).
LA FUGA DE LA PRISIÓN DE CUEVAS DE
ALMANZORA. 4 de mayo de 1940
En la prisión de Cuevas de Almanzora, Antonio
Manchón Jiménez y Melchor Alonso Mellado compartían celda y la misma determinación de escapar de la
prisión. Basándonos en la sumaria abierta contra ambos
procesados y en el diario personal que Melchor Alonso
redactó posteriormente, trataremos de reconstruir brevemente el arriesgado y trabajoso plan de fuga4.
El primer intento se hizo a propuesta de Manchón
Jiménez, que quiso que se mirara la posibilidad de escapar
por una chimenea que había en el calabozo: “probé a ver
cómo estaba aquello, lo que yo pensaba, era imposible”.
Esa misma noche planearon romper por debajo de los
cimientos del calabozo para acceder a la habitación
contigua. No hubo tiempo y dejaron la fuga para el día
siguiente. Al llegar la noche, rompieron el primer muro5
saliendo a un patio: “aquella noche vimos por dónde
teníamos que saltar el muro del castillo y nos fuimos otra
vez al calabozo y tapamos con la misma tierra el trabajo
que hacíamos...”.
A la noche siguiente hicieron una cuerda con las mantas. Para ocultar el ruido del desgarro y trenzado, Melchor
cantaba, mientras su compañero rasgaba las telas, con
las que consiguieron hacer una cuerda, y se prepararon
para la fuga. Recorrieron el mismo camino del día anterior
hasta llegar al muro del castillo, treparon a unas piedras,
Cuando hubieron bajado a esa habitación, pudieron
ver que la ventana que daba a la plaza de la Condesa de
la Algaida, estaba cerrada con una reja, pero “nosotros
no nos afligimos, con un pedazo de hierro nos pusimos
a romper un muro pegado a un agujero de los que tiene
la reja de la ventana...”. Lo que hicieron con el menor
ruido posible, porque debajo de donde estaban trabajando había un ventero y los centinelas de la guarnición
se encontraban en el patio6. Procediendo con todo el
sigilo que pudieron, “y con miles de sufrimientos y con
las manos ensangrentadas, a las cinco y media de la
mañana conseguimos nuestros propósitos”.
El primero que salió fue Melchor, como conocedor
del terreno, después Antonio. A los cinco minutos, cuando ya se encontraban alejados de la prisión, Manchón
le estrechó la mano y le dijo “juntos hemos escapado a
vida o muerte, seguiremos juntos hasta que no cambie
el régimen”. Melchor le prometió lo mismo y cogieron
el camino que daba a la sierra. Hacia las siete de la
mañana estaban en la Sierra de la Ballabona.
En la celda donde habían estado encarcelados dejó
Antonio Manchón una carta en la que declaraba su inocencia sobre los ocho asesinatos que se le imputaban;
aseguraba que no le volverían a coger, que se dirigiría
a Francia con los suyos y amenazaba con “que pronto
triunfará y volverá a desquitarse de lo que ha sufrido”.
FUGITIVOS EN LA SIERRA. EN BUSCA DE LOS
PADRES DEL CARBONERO EN VÉLEZ
La ajetreada y penosa vida como huidos en el campo, así como los primeros intentos de vida delictiva, los
conocemos igualmente gracias al citado diario de Mel-
Sumaria 610/41. Diario personal de Melchor Alonso Mellado.
Declaración del Alférez Comandante Militar de Cuevas, José Muñoz Soria: “los citados reclusos, valiéndose de herramientas de que disponían, hicieron
un agujero en el calabozo, en el que se encontraban aislados e incomunicados, por el que pudieron deslizarse al exterior del mismo atravesando
a un segundo calabozo... abriendo otro nuevo boquete en la pared que limita con un patio interior...en el calabozo fueron hallados, un punzón de
hierro de medio metro de largo, dos limas largas, dos limas cortas, un martillo...”
6
El destacamento de seguridad de la prisión lo componían: un alférez, tres sargentos, seis cabos y 44 soldados. En la prisión había de guardia aquella
noche: un sargento, tres cabos y doce soldados.
4
5
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RODRÍGUEZ PADILLA, Eusebio
chor el Espailla, al que seguiremos cronológicamente
para situar sus movimientos, relaciones y actividades.
De la sierra de Ballabona se dirigieron a la de Almagro. Con la larga caminata llegó el cansancio para ambos, pero mucho más para Antonio, que había pasado
siete meses en un calabozo sin hacer ningún ejercicio.
Melchor le animaba y le convencía para que siguiera
andando, pero el cansancio y la sed iban haciendo mella.
En el camino encontraron un pastor que les dio un vaso
de leche y, más tarde, un cortijo donde bebieron agua y
se repusieron del cansancio. Después se dirigieron a un
cortijo de un amigo de Manchón, Agustín Ortega León7,
donde llegaron a las nueve de la noche. Al verlos llegar,
el dueño de la casa exclamó “¡ya estáis salvados!”, los
abrazó y los alojó en un cortijo abandonado cercano a
su casa, hasta que se marcharon en el mes de octubre
de 1940.
El amigo de Manchón estaba contento con la presencia de los huidos en su casa, pero no así su mujer y
su hijo, que les molestaba la ociosidad de Manchón. Para
conformarlos, Melchor Alonso se encargaba de las faenas
de la casa: “yo era la mujer de la casa, porque la barría, la
fregaba y le hacía las camas y la comida”. Sin embargo, por
lo molesto de la situación en la casa, a los 28 días decidieron ir a los montes de Vélez Rubio, a casa de los padres
de Manchón, que estaban trabajando el carbón y donde
tenía escondido un fusil. A las diez de la noche salieron
de la casa iniciando la marcha ayudados por un plano del
camino. Caminaron hasta la noche en que llegaron a la
choza donde residían sus padres en la sierra.
El relato es estremecedor por las penalidades sufridas. ”Salimos a las 10 de la noche con un plano del
camino que debíamos seguir, pero a la hora de ir andando
nos equivocamos. Nuestro propósito era pasar por Vélez
Rubio y Vélez Blanco antes de que fuese de día, pero no
pudimos por la pérdida del camino. A las diez del día habíamos pasado los veleces [sic] y encontramos un arroyo
de agua en que nos pusimos a beber y a descansar. Llegó
un señor con una burra y mi compañero le preguntó dónde
estaba la Cueva de Ambrosio. El señor cogió sospecha
de nosotros y nos dijo que no éramos segadores ni trabajadores porque íbamos bien vestidos y muy blancos. Al
marcharse aquel señor nosotros salimos también como
alma que lleva el diablo porque pensamos que iría a dar
parte. Antes de que salieran fuerzas detenernos nos
metimos en los montes. Empezamos a subir a la sierra8 a
toda prisa que podíamos, pero el cansancio y la sed que
teníamos nos hacía fracasar. Con muchas penas pudimos
conseguir llegar a todo lo alto de la sierra. A cinco minutos
de ir andando nos encontramos con un pozo de agua.
Saciamos nuestra sed, pero la debilidad y el hambre nos
acometió, pero más cansancio, que llevábamos diez y seis
horas andando y poco acostumbrados a ello. Llegamos
a un pinar, nos acostamos un par de horas. Enseguida
salimos otra vez caminando lo mismo, pero nuestros pies
no nos dejaban. Haciendo esfuerzos sobrehumanos seguíamos nuestro camino. Damos vista a unos cortijos. Mi
compañero fue a preguntar por el camino, pero en vista
de que se detenía fui yo y mi compañero estaba diciendo
que éramos dos hombres que íbamos a por ganado, pero
de esta conversación nos metieron en política. Estaba un
nieto del dueño de la casa picando cebada. Le pregunto yo
qué era aquello, y me contesta el viejo que para comer, y
también me dijo que no puede vivir con esta gente, porque
mire usted que teniendo trigo no podamos disponer de
él, mientras no nos dan la orden. Salimos de aquel cortijo
muertos de cansancio y de hambre. A las dos horas de
ir andando íbamos muertos. Mi compañero iba más que
yo, porque íbamos descalzos. Rompimos una toalla para
liarnos los pies porque las sangre nos brotaba. Con mucha
pena llegamos a un cortijo para preguntar por el camino. Mi
compañero le pidió una poca de agua y la buena señora
le dijo que no tenía, y era cierto que no tenía. Salimos otra
vez, pero cuando traspusimos del cortijo, mi compañero
me dijo, yo no puedo más, vamos a descansar aquí un
poco. Nos acostamos y nos quedamos dormidos como
troncos. A las dos horas salimos otra vez saltando la sierra
y preguntamos por una cortijada por aquí poco más o
menos. Llegamos a la cortijada y mi compañero ya sabía
dónde nos encontrábamos. Pasamos la cortijada y nos
encontramos con un niño llenando agua. Mi compañero
le preguntó que de dónde era. Cuando el niño le contestó,
mi compañero conocía a su familia, entonces le preguntó
por unos carboneros que estaban haciendo carbón. El
muchacho más o menos nos guió. Llegamos a otro cortijo que era familia del niño y preguntamos otra vez. Nos
dijo el camino, pero como se hizo de noche perdimos el
camino otra vez. Nos metimos en el bosque sin parar de
andar y lloviendo.Ya medio muertos, nos paramos porque
pensamos que cerca estarían sus padres. Empezamos a
dar voces, pero nadie nos respondía. Mi compañero bajó
un barranco y por fin pudimos dar con una choza que
tenían sus padres. Yo estaba suspirando, pero al poco
me llamó mi compañero y por la voz fui guiado porque
no sabía nada. Así puede dar con la choza. Pues cuando
llegué vi los cielos abiertos porque yo creía que aquella
misma noche me moría”.
Apremiados porque la comida estaba muy escasa
en la casa de sus padres y no querían provocarles
penalidades, decidieron volver a la casa del amigo a la
El dueño de la casa se llamaba Agustín Ortega León, quien, junto con sus hijos Cristóbal y José Ortega Fernández, fueron detenidos por haber colaborado
con los huidos el 7-I-1941. José Ortega Fernández conoció a Antonio Manchón en la cárcel de Cuevas de Almanzora, donde también se encontraba
recluido, teniendo noticias de su fuga al producirse ésta, y volvió a encontrárselo cuando fue libertado en el mes de julio de 1940, cuando acudió al
domicilio familiar: “al llegar al domicilio de sus padres se encontró con un hombre ajeno a la familia, que aquel era el Espailla”. Agustín Ortega
León fue condenado por los hechos relatados a la pena de quince años; su hijo José, a la de doce años y un día; Cristóbal fue absuelto.
8
Por la información que aporta el Espailla (pasados los véleces y Cueva de Ambrosio) no está claro si se trata de la Sierra de María o de la de las
Estancias.
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LA PARTIDA DEL CARBONERO Y EL ESPAILLA AL FINALIZAR LA GUERRA CIVIL
mañana siguiente con las armas de que disponían: un
fusil, una pistola del 6,35 y un revolver Smith del 9, y
el hermano del Carbonero con dos burras y una torta
de cebada de lo menos un kilo, quien les deja en la
vega de Vélez Blanco y ellos continúan hasta la casa
del amigo.
afirmativamente y se retiraron a una chavola de piedra,
donde aguardaron su oportunidad durante tres días.
Cuando vieron que por la rambla venían varios arrieros,
les salieron al encuentro, dieron el alto y le sustrajeron
las carteras, obteniendo entre los seis arrieros unas
500 pesetas.
Emprendieron la marcha con dirección al campo
de Huércal Overa, donde a los dos días “salimos a
la carretera de Pulpí para robar a un azafranero, nos
pusimos uno a un lado y otro de la carretera, pero el
azafranero pasó y nosotros no le dijimos nada, ni le robamos, porque nuestro corazón no nos dejaba”. Después
se refugiaron en casa de Manchón en Zurgena, donde
permanecieron durante tres días. A las 7 de la mañana
entraron el Ayuntamiento de Zurgena, pero no pudieron
abrir la puerta y tuvieron que huir de nuevo, esta vez a
Cuevas de Almanzora y, de allí, a la sierra de Almagro,
en la que se alimentaban de higos y almendras.
Cuando tenían el dinero, Melchor Alonso le dijo a
Antonio Manchón que “éstos eran unos desgraciados
y nosotros hemos de robar a los ricos para socorrer al
que haga falta”, a lo que asintió Manchón, por lo que
decidieron dirigirse a Matián y vigilar la casa de uno
de los afectos al Movimiento: un tal Vigueras, que se
había dedicado a “pelar” a las mujeres de significación
republicana.
Ese mismo día se fueron al cerro de la Limera,
donde encontraron un pastor que les dijo que la familia
de Melchor Alonso “estaba en la cárcel por que su hijo
se escapó del castillo, por eso han metido a su padre
y a su madre”. Aquella misma noche salieron para El
Contador, decididos a robar, porque sin dinero no podían
seguir viviendo. Apostados en las cercanías de Oria,
decidieron robar a los gallineros que venían de Albox.
Se metieron en una mina que dominaba la rambla y
vieron pasar a los gallineros y a otras personas, “pero
nos faltaba valor para robar... vimos a un hombre, que
mi compañero dijo que era gallinero y le queríamos robar, pero nos dio lástima y decidimos ir a los montes de
Vélez Rubio, con los padres de mi compañero, porque
no servíamos para robar”.
BURLANDO EL CERCO E INICIANDO LA
ACTIVIDAD DELICTIVA
Al oscurecer llegó el hermano de Manchón de
doce años corriendo y avisando que venía la Guardia Civil. Salieron corriendo hacia la choza, donde
cogieron las armas, pero, cuando iban a salir, “nos
dimos cuenta de que estaban rodeados; con serenidad pasamos por medio de los centinelas y salimos
del cerco que nos tenían”. A unos treinta metros se
pararon a escuchar: “desde las diez de la noche, que
salimos del cerco, estuvimos escuchando hasta las
una, en que oímos al jefe de la fuerza dar la orden
de aproximación a las chozas y fuego al que intente
salir, no sabían que los dos pájaros que defendían su
vida estaban detrás de ellos”. Escucharon cómo preguntaron a un hermano de Manchón por el paradero
de los huidos, “al tiempo que le daban una bofetada,
entonces nos fuimos y es cuando decidimos robar...”.
Después de caminar durante la noche llegaron al
Contador, donde se aprovisionaron de comestibles y
se fueron a Matián (Granada).
En Matián preguntaron a un amigo de Antonio
Manchón si los arrieros tenían dinero, a lo que contestó
Tras varios días de observación, le salieron al
encuentro al Vigueras “y le dijimos que nos tenía que
dar mil pesetas... nos dijo que tenía que ir al cortijo a
buscarlas...”; a lo que accedieron. Desde la posición
dominante que ocupaban los huidos vieron que de la
vivienda salía gente para dar parte a la Guardia Civil,
entonces Manchón hizo dos disparos al aire para que no
saliera nadie y Melchor Alonso escribió una nota para
la Guardia Civil, en la que decía: “fuimos a trabajar y no
nos dejaron, nosotros necesitamos dinero para comer
y nos lo tienen que dar los señoritos, que son los que
tienen la culpa de que estemos nosotros así, ¡Viva la
República!, ¡Viva España!, y para que sepan ustedes
quienes somos firmamos, Antonio Manchón y Melchor
Alonso”. Dejaron la nota en lo alto del cerro de Los Vigueras de Matián, para cuando llegase la Guardia Civil,
y se marcharon del lugar.
ASALTOS A CAMINANTES Y
ENFRENTAMIENTOS CON LA GUARDIA CIVIL
Decididos a emplearse en la actividad “guerrillera”
para poder subsistir, lo hicieron en repetidas ocasiones,
que conocemos a través de las declaraciones de las
víctimas, los atestados de la Guardia Civil y las incoaciones de causas por el Juzgado Especial de Atracos de
Almería.
Generalmente se trató de asaltos a viajeros y caminantes que se dirigían a sus trabajos en el campo,
iban o venían de un lugar a otro, sobre todo al mercado, realizar negocios o de visita a pueblos vecinos, a
comprar ganado, lana, etc. Circunstancias en que las
víctimas podían llevar dinero en cantidad suficiente para
cometer el atraco.
El aspecto de Antonio y Melchor, dada su ajetreada
vida en el campo, debía amedrentar a los sorprendidos
viandantes. Al primero se le describe de estatura regular, más bien alta (entre 1,70 a 1,80 cm), muy moreno,
con cejas grandes, espesas, juntas y muy pobladas;
le faltaba medio dedo de una mano, e iba con pelliza
oscura, botas y, en ocasiones, embozado en una manta
(“no se veían más que los ojos”), o en capote militar
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RODRÍGUEZ PADILLA, Eusebio
deteriorado “de los utilizados por los rojos”. Por su parte,
al Espailla, con su boina, cazadora de tela, alpargatas,
también le decían el Rubio, por su aspecto pelirrojo “…,
mejor, rojo”.
La técnica era siempre la misma: armados hasta
los dientes con fusiles, pistolas, bayoneta, tercerola,
bombas al cinto o de mano y/o mosquetón, sorprendían
a los incautos caminantes y viajeros, generalmente a
última hora de la tarde o de madrugada, saliéndoles al
paso en rincones apartados, nunca en casco urbano o
lugares muy poblados, y, profiriendo amenazas e intimidándoles con los armas, les exigían documentación
y la entrega de dinero o cualquier bien que llevaran
consigo (ovejas, mulos, tijeras de marcar ganado, etc).
En ocasiones, invitándoles a fumar, les interrogaban
acerca de tal o cual persona o de las posiciones de la
Guardia Civil; a algunos incluso les obligaban a desprenderse de pantalones y otras prendas de vestir para
intercambiarlas con sus ajados vestidos, y obligaban a
las víctimas a permanecer sin moverse hasta pasado
un tiempo. Conseguido el botín, se daban rápidamente
a la huida.
Citamos tres ejemplos que pueden ser ilustrativos
de los golpes que protagonizaba la cuadrilla del Carbonero y el Espailla:
El 25 de noviembre de 1940, a las seis de la mañana, se produjo un segundo secuestro del hijo del
dueño del cortijo de la Bermeja (Cúllar-Baza), llamado
Vicente Sánchez Galera, “amenazándole a la familia,
de que de no entregar a las 12 horas del día siguiente
10.000 pesetas, le darían muerte a su hijo...” Sobre las
cuatro de la tarde, la Guardia Civil se personó en el
lugar del secuestro “enfrentándose a los emboscados
y entablando tiroteo con ellos, consiguiendo rescatar al
secuestrado, no pudiendo dar alcance a los huidos por
haberse dado a la fuga e internándose en la maleza
del monte”.
El 30 de abril de 1941, sobre el mediodía, seis
personas montadas en burro y una séptima caminando
pasaban cerca de la cortijada de Aspilla (Chirivel) vieron
bajar un hombre del cerro, armado con un fusil y una
pistola. Cuando estuvo cerca les ordenó que se pararan,
corriendo el cerrojo del arma. En ese momento todos
empezaron a lamentarse y decirle que eran pobres
jornaleros que lo necesitaban “y a fuerza de súplicas,
para que cada uno le diera 25 pesetas, después 20
duros, y últimamente diez duros, como quería el sujeto, quedando en resumen en las 25 pesetas, que el
declarante propuso, haciendo la colecta entre todos a
la cantidad estipulada”.
El 9 de julio del 41, Francisco López Segovia y
Adolfo Soto Pardo, que se dirigían al campo de Baza a
comprar lana, pasaban por lugar conocido por rambla de
la Vega de Oria, le quitaron tres latas de kilo de mermelada, la comida de su compañero y una de las burras. La
burra que se llevaron El Carbonero y El Espailla apareció
88
Texto y dibujos del Espailla y el Carbonero a modo de bando “revolucionario”. (Expediente en Juzgado Togado Territorial de Almería).
en el anejo de Contador, “pintada todo el cuerpo con
pintura negra y roja, y con letreros del Carbonero y el
Espailla y de la CNT y del PC...” y, entre los aparejos,
una carta dirigida a la Guardia Civil.
Comprobada su naturaleza, resulta más que discutible encuadrar las acciones de la cuadrilla del Carbonero
como de lucha armada para derrocar al régimen de
Franco. De acuerdo con las denuncias y testimonios de
sus contemporáneos, sólo en contadas ocasiones, su
pasado “republicano” les inducía a amedrentar (incluso
mofarse) de las víctimas diciéndoles que ellos eran
“rojos malos”, que robaban sólo a los ricos, que irían
contra determinados alcaldes pedáneos, o, incluso,
que fueran al puesto de la Guardia Civil para que les
devolvieran el dinero robado. Bravuconerías, chulerías y
sarcasmos que están más cerca de individuos fuera de
la ley, en continua persecución, quienes, viviendo casi
como alimañas, para subsistir en las duras condiciones,
además del apoyo puntual que les prestaban determinados familiares o conocidos de los cortijos, se veían en la
necesidad de asaltar frecuentemente para abastecerse
de bienes o dinero con el que poder obtener favores,
víveres y otros medios de subsistencia.
LA REACCIÓN DEL CARBONERO ANTE LA
DETENCIÓN DE SU FAMILIA
En abril del 41 la actividad “guerrillera” ya era notoria
y ponía en evidencia la poca efectividad de las fuerzas
destinadas a la persecución de huidos en la provincia
de Almería. Por este motivo, y sospechando pudiera
LA PARTIDA DEL CARBONERO Y EL ESPAILLA AL FINALIZAR LA GUERRA CIVIL
ACTUACIONES QUE LES IMPUTARON ENTRE SEPTIEMBRE Y DICIEMBRE DEL 40
Fecha
Lugar
Víctima
Botín
51 pts y el traje de su hijo
113 pts, una manta, una cesta de comida,
tabaco y una navaja
Secuestrado, robo de pistola y exigencia
de 5.000 pts
15-IX
Huércal Overa
Pedro Fuentes Sánchez, Jarras
28-IX
Cuerda de Vertientes
David Masegosa Galera
X
Cortijo de la
Bermeja (Cúllar)
Vicente Sánchez Galera
25-XI
Vicente Sánchez Galera
26-XI
Boca de Oria
28-XI
La Chinica de la
rambla de Albox
22-XII
Lomicas de García
(Saltador)
27-XII
Terrera de Alcaina
Onofre Sánchez Guirado y José Carreño
García,
Alfonso Martínez Pérez, Adolfo Soto Pardo,
Francisco López Segovia y Francisco
Navarro Avellaneda
Bautista Parra Ballesta y Juan Ballesta
Sánchez
Alfonso Martínez Pérez, Adolfo Soto Parra,
Alfonso Martínez y Adolfo Soto
2º secuestro, exigiendo por el rescate a
sus padres 10.000 pts
225 pesetas
500 pts
1.575 pts
200 pts
ACTUACIONES QUE LES IMPUTARON ENTRE ENERO Y JULIO DEL 41
Fecha
1-I
5-I
9-II
Lugar
Barranco de Limera
(Arboleas)
Puente de Limpias,
Albox
Cuesta de la
Burraca de Vélez
Rubio
III
Rambla de Cabreras
4-III
Las Curvas (Chirivel)
4-III
El Chaparral
(Chirivel)
Los Vicarios (Vélez
Rubio)
29-III
20-IV
30-IV
Atochado de
Anselmo (Oria)
Cerca de la fuente
Orgalla
Barranco de Las
Minas
La Aspilla (Chirivel)
29-V
Villares (Albox)
4-VI
9-VII
Las Minas
Rambla de la Vega
de Oria,
22-IV
28-IV
Víctima
Juan de Haro Silvestre, Pedro Martínez
Jiménez y Juan Fernández Segura
Venancio Martínez Navarro
Botín
490 pts
La llave del cortijo y una manta
Diego Valera Guerrero, Juan Parra Valera,
vecinos de Úrcal; José Parra Sánchez y
Francisco Guerrero Campos, vecinos de
Huércal Overa
José Martínez Martínez y Agustín Artero
Blázquez
Andrés Reche Martínez, José Cuevas
Navarro
Juan López González, Juan López Hellín y
Alfonso Artero García
Juan Gázquez Gázquez
1.004 pts
Damián Granados García
150 pesetas
Pedro y Miguel Parra Parra
395 pesetas
Luis Teruel Quiles
285 pts
Luis García Carmona, Francisco Quiles
Carmona, Juan Ruiz Montalvo, Juan Oller
Navarro, Francisco Alfonso Martínez, Juan
Ramos Caparrós y Antonio el Presbítero.
Roque Sánchez Marchán Tartala, en
compañía de su vecino Patricio García
Sánchez, Enrique Martínez Bervel Pintao,
425 pesetas, Patricio Sánchez García, Juan
Pérez López, 90 pesetas, Bernardo Jiménez,
Miguel González Fernández Calallo y Luis
García García.
Luis Teruel Quiles
Francisco López Segovia y Adolfo Soto Pardo
25 pts a cada uno
250 pts
475 pts y la merienda
705 pesetas en géneros de telas, un pan
y una manta
1.455 pesetas, americana y dos
pantalones, bufanda y guantes
1.015 pts
67 duros
Tres latas de kilo de mermelada, la
comida de su compañero y una de las
burras
89
RODRÍGUEZ PADILLA, Eusebio
Zona aproximada donde actuaron principalmente la banda de el Carbonero y el Espailla entre mayo de 1940 y noviembre del 41.
tener relación con sus familiares, el día 25 “se montaron
servicios de apostadero en los parajes de la Alfoquía
y Cucador (Zurgena), al objeto de poder sorprender y
procurar la aprensión de los fugitivos atracadores Melchor Alonso Mellado y Antonio Manchón Jiménez, en
los domicilios de los familiares de este último, que les
sirven de refugio”.
Aunque se esperó la llegada de los huidos por parte
de la Guardia Civil, no obtuvieron los resultados pretendidos, por lo que se procedió a registrar los domicilios
de la esposa de Antonio Manchón y la de sus suegros.
En esta última encontraron un refugio subterráneo construido en los corrales con capacidad para tres personas.
Después detuvieron a los suegros (Francisco García
Lorca Boletas y Jerónima Pardo Pomedio), la esposa
(Catalina García Pardo) y las cuñadas (Jerónima y Juliana) del Carbonero.
Antonio y Melchor habían abandonado el escondite
familiar y, al parecer, por causa de una diferencia, se
separaron ambos, rompiendo así una amistad que se
había forjado en los duros momentos de la prisión de
Cuevas de Almanzora.
Enterado el Carbonero de la detención y maltrato
de su familia, el 12 de abril escribió una serie de cartas
dirigidas a diferentes autoridades de la comarca para
exigir la puesta en libertad de sus familiares:
En Campaña.
Sr. Alcalde Presidente del Ayuntamiento de Zurgena
90
El que suscribe, capitán del Ejército Rojo, Antonio Manchón
Jiménez, alías El Carbonero, enterado de que ha sido detenida
mi compañera y suegro, por el solo motivo de haber estado en
el cortijo de mi suegro, le participo que, si lo tiene a bien, sean
puestos en libertad en el plazo de 48 horas, de lo contrario aténgase a las consecuencias.
Tenga en cuenta el camarada alcalde que se encuentra El
Miliciano al mando y sin control del Gobierno, hasta que no venga
su camarada Negrín, que vendrá en un día no muy lejano, y me
dejó permiso para hacer todo cuanto mejor me parezca, y así lo
haré. Hasta la presente no habéis conocido al Miliciano, pero lo
vais a saber.
Sin otra cosa, se despide este vuestro enemigo con un
saludo revolucionario.
Viva la República
Viva España
Vivan los Revolucionarios
Viva la CNT
Recuerdos a mi amigo Pinilla
Mayo 12, del año de 1941.
Otra misiva estaba dirigida a la Guardia Civil de
Contador, anejo de Zurgena.
Sierra de Almagrera, 30 de mayo de 1941.
Enemigo Carretero, Guardia Civil de Contador, Salud y
República.
Me he enterado lo canalla que eres. Te trato de ‘tu’ porque no
te mereces otra cosa. Yo trato a todo el mundo de usted, cuando se
lo merece, pero tú eres un verdadero gorila y tengo la seguridad
de que no tienes padre reconocido, ni conoces a tu madre.
LA PARTIDA DEL CARBONERO Y EL ESPAILLA AL FINALIZAR LA GUERRA CIVIL
Nota amenazante de El Carbonero enviada a unos paisanos. (Expediente en Juzgado Togado Territorial de Almería).
Según la memoria popular, aún se pueden ver los impactos de
bala en la puerta del cortijo de Lorrán (o Los Ram), en Chirivel, tras
la refriega sufrida el 15 de septiembre del 41. (Foto Modesto García
Jiménez).
Me he enterado de que le ha pegado a mi hermano y siempre
estas molestando a mi familia. Al tío Carbonero lo conoces, más
vas a conocer a su hijo.
Tú eres muy valiente, que te crees tu eso, pero lo que eres
es muy cobarde, porque no eres capaz, no eres capaz nada más
que de cobardías. Además me he enterado que te has llevado
una montura de casa de mi padre, que era mía, que no la había
robado. Te has enterado, mejor te enteras dentro de unos días. Te
tengo que sacar una montura de tu cuerpo, como no la devuelvas;
y de tu pellejo tengo que hacer correajes para las sandalias de
Negrín.
Tu guíate de los consejos de los canallas de los señoritos
de Contador, que vas bien. Que sepas que soy muy honrado,
[más] que los que a ti te aconsejan. Y que sepas que no te he
querido matar, pero te he tenido a 50 metros: el día 30 de abril que
subisteis y os parasteis en la puerta del corral de Benito Tortosa
y estuvisteis tirando pica..., y encerrasteis a tres señoritas que
subieron de casa de la dehesa... y yo me encontraba por encima
de dicho corral. Con esto te demuestro que no te he querido matar,
así que sigue metiéndote con mi familia.
El Carbonero, que te enteres”.
en la mano y sin control de nadie y que nadie me impide que haga
lo que me da la gana. Sin otra cosa, se despide su enemigo en
espera será atendida mi petición.
Antonio Manchón “El Miliciano” o “El Carbonero”, como
quieran entender.
Viva la República y Viva Negrín y los capitanes del Ejército
Rojo. Salud”.
Evidentemente, la carta dirigida al alcalde de Zurgena no
produjo los efectos solicitados, así que vuelve a escribir otra
fechada en Baza el 5 de julio:
Presidente alcalde de Zurgena. Salud y República.
Enemigo alcalde, el que suscribe, capitán del Ejército Rojo,
Antonio Manchón Jiménez “El Miliciano”.
Hago saber que me he enterado que ha sido detenida mi
mujer y la familia de mi mujer. Hago saber que a partir de esta fecha
en el plazo de 48 horas serán [deberán ser] puestas en libertad,
de lo contrario, aténgase a las consecuencias, su vida depende
de la libertad de ellas. Tenga en cuenta de que hasta aquí no me
he querido meter con nadie de Zurgena, porque no molestaran a
mi familia. Pero ya que ustedes me culpan como criminal, sépanlo,
tengan en cuenta que pronto lo seré, y que sepa el alcalde de
Zurgena que mi familia come de lo que yo robo. Por encima de
la Guardia Civil y por encima de usted, y por encima de Franco
y la madre que parió a Franco y a todo el que lo rodea. Tened en
cuenta que me encuentro condenado a muerte y con las armas
LA PERSECUCIÓN DE LA PARTIDA POR LA
GUARDIA CIVIL. Septiembre-Noviembre de 1941
Vigilancia de los colaboradores y soborno de
delatores
Como primera medida para la aprensión del Carbonero fueron desplazados de su lugar de residencia todos
aquellos que eran sospechosos de estar colaborando con
la partida, entre ellos, a José Martínez Fuentes, que vivía
en un cortijo ubicado al pié de la Sierra de Almagro. Una
segunda medida fue la publicación de una orden de busca
y captura por los jueces de Huércal Overa (Miguel Montoya
Carrique), Cantoria, Zurgena, Albox, y Chirivel, que son
remitidos a los Puestos de sus demarcaciones.
Las autoridades franquistas eran conscientes de
que, para acabar con la banda del Carbonero, era preciso aislar a los fugitivos, cortándoles el posible favor de la
población y cómplices de sus actividades. De este modo,
en febrero del 41 se detiene en Vélez Rubio a Blas García Lajara porque se le vio conversando y fumando con
el delincuente e hizo de trasmisor de una orden expresa
del Carbonero en la que, como siempre, amenazaba
con “romper las camisas“ de los alcaldes pedáneos de
Fuente Grande (Antonio Manchón Vivanco) y Tonosa
(Juan Oliver Burló) “porque habían metido mucha gente
en la cárcel”. Se acusa a Blas García de que difundió
este alarmante mensaje “en la noche del domingo, en el
cortijo de La Burraca, donde se hallaban de baile, infundiendo el terror entre los concurrentes y demás vecinos
de los anejos”. Encarcelado y juzgado, finalmente fue
sobreseído el caso por falta de pruebas que justificaran
el delito de complicidad con los bandoleros.
91
RODRÍGUEZ PADILLA, Eusebio
Por su parte, el jefe de la Comandancia de la
Guardia Civil de Almería utilizó los servicios de dos
vecinos de Chirivel, que se encontraban escondidos
en el campo, por temer las represalias de la Guardia
Civil si se presentaban a las autoridades de Almería:
M.S.S. Molineto y P.F.V. Estando detenida la madre
de éste último, M.V.R., acusada de colaborar con la
banda del Carbonero y el Espailla, se le conminó a
ponerse en contacto con su hijo (escondido junto con
Miguel), “con la promesa que le hizo la fuerza de que
aliviara su situación en lo posible, así como la de su
hijo, si le decía a la misma el paradero de éste, así
como que le encargara se pusiese a disposición de
la fuerza para conseguir la captura del Carbonero
y su cuadrilla de forajidos; dicha M.V. participó a la
fuerza de esta Comandancia que su hijo, P.F.V., se
encontraba en el sitio conocido por ‘la Cenaca’, del
término de Chirivel”9.
Sea como fuere, a estos colaboradores propiciatorios se les ofreció la posibilidad de “reivindicarse ante
la fuerza del Cuerpo y ante la España Nacional, a fin
de poder vivir honrada y tranquilamente”, se les instó a
tomar contacto con la partida, servir de enlace con la
fuerza “y aprovechar la primera oportunidad para conseguir la captura o muerte de toda la banda”. Conformes
con ello, establecieron contacto en los últimos días del
mes de agosto de 1941.
La refriega en el cortijo de Lorrán (Oria), 15IX-41
Así las cosas, en la noche del 14 al 15 de septiembre se presentaron todos los componentes de la
partida, incluso los infiltrados, en el anejo de Contador
(Chirivel), en una taberna donde se encontraban los
vecinos de la misma Jesús Martínez Burgos y Antonio
Martínez Bautista, a los que obligaron a ir con ellos
hasta la casa de Jesús Martínez, que registraron y se
apoderaron de 2.000 pesetas. Y continuando con los
secuestrados hasta el cortijo Lorrán (Oria), que era
propiedad de Bartolomé Martínez Cruz, donde llegaron
a las 6 de la mañana del 15. Permanecieron durante
todo el día, ocupando la parte alta de la casa cortijo,
amarrando a las ventanas que daban al campo a los
secuestrados.
Al atardecer, el propietario de la vivienda salió con
el pretexto de ir a hacer un encargo a otro cortijo próximo, y a una distancia de unos 1.500 metros encontró
a un grupo de Guardias Civiles del puesto de Oria, a
los que puso en antecedentes de lo que sucedía en su
cortijo, marchando luego a dar conocimiento al puesto
para pedir refuerzos.
9
El cadáver del Veneno, integrante de la cuadrilla de el Carbonero,
tras ser abatido en el cortijo de Lorrán y trasladado a Chirivel. (Foto
del Registro Civil. Gentileza de Modesto García Jiménez).
La unidad de la Guardia Civil se dirigió, con la mayor presteza, al cortijo citado de Lorrán, estableciendo
puestos de vigilancia alrededor del mismo y en espera
de grupos de refuerzo, que llegaron de los puestos de
Oria y Chirivel, completar el cerco al mismo. El asalto
se empezó con tiro de fusilería. La partida guerrillera, al
apercibirse del ataque, colocó delante de las ventanas
atados a los secuestrados y apagando toda luz en el
interior del cortijo. En estos momentos, los enlaces de
la Guardia Civil procedieron a desatar a los secuestrados, “proveyéndoles al mismo tiempo de armas para
esperar el momento oportuno, en que la fuerza se lanzara al asalto y agredir también desde el interior a los
cuatro bandidos”. Así, P.F.V. armó a Antonio Martínez
con la escopeta que le habían quitado al mismo con
anterioridad.
El asalto se verificó haciendo fuego intenso de
fusilería sobre la vivienda que servía de refugio a la
partida, “y lanzándose por los guardias algunas bombas de mano, y como al mismo tiempo los enlaces y
secuestrados agredieron a los bandidos protegiendo el
asalto, éste se culminó con pleno éxito, consiguiéndose
la muerte del llamado Espailla y de los dos individuos
desconocidos, que resultaron ser de Albox, uno de ellos,
posteriormente identificado llamado Antonio Carmona
Marín Jibao, habiéndose llegado a averiguar que el otro
forajido se apodaba Veneno. También se detuvieron a
otros dos componentes de la partida, “Vicente Fernández Centeno, y el hijo de Frasquito el Guarda, hermano
de la Catalina, donde se estaba celebrando la juerga”.
En el encuentro murió el guardia civil Emilio Leytón
Gómez, que, “...en el momento en que se disponía a
María Venteo Reche, no obstante, fue condenada por su colaboración con la partida a tres años de prisión. Más tarde, cumpliendo condena alegó la
colaboración de su hijo con las fuerzas de la Guardia Civil para solicitar su puesta en libertad, en la instancia, de fecha 16 de marzo de 1942, hace
constar “...para ello ruega se tenga en cuenta el hecho realizado por su hijo llamado Pedro Fernández Venteo, que con posterioridad a la detención
de la recurrente sirvió de enlace a la Guardia Civil que perseguían a la citada banda y como consecuencia de su actividad en el desempeño de la
misión que le fue encomendada, dieron muerte el 15 de septiembre del año anterior [1941] a tres forajidos que formaban parte de la referida banda
y posteriormente al Carbonero, por cuyo motivo mi citado hijo fue felicitado en la orden de la Región”. Sumaria 2.060/41, pag. 201.
92
LA PARTIDA DEL CARBONERO Y EL ESPAILLA AL FINALIZAR LA GUERRA CIVIL
“encargada de hacer las compras que le encargaban
el Carbonero y el Espailla cuando se refugiaban en la
casa del referido Fausto”; Francisco García Pedrosa,
con residencia en el cortijo Almidonados; Victoriano
Sas Pérez, de Albox, dueño de un cortijo lindante al del
referido Fausto; Martín Bervel López, con residencia
en el barrio La Aljambra; Ezequiel Sánchez Montoya,
detenido en Tabernas; Dolores Sánchez Reche la Pasionaria, domiciliada en Fuente del Mojón, detenida en
Cuevas del Almanzora; José Gil Fernández, de Fines;
José Parra García el Tuerto, apresado en la Parata
(Huércal Overa).
El día 25, sobre las 7 de la tarde, fue visto el Carbonero en las proximidades del Ventorrillo de la Magra
(Chirivel), marchando por la rambla de Pino Blanco, con
dirección a la barriada de Matián, término de Cúllar-Baza
(Granada). La Guardia Civil de Chirivel tuvo noticias
de la presencia del Carbonero y sus acompañantes
en el Ventorrillo de la Magra en la noche del 25 al 26.
Se personaron a las primeras horas del 26, sin llegar
a detenerle.
El cadáver del Jibao, integrante de la cuadrilla de el Carbonero, tras
ser abatido en el cortijo de Lorrán y trasladado a Chirivel. (Foto del
Registro Civil. Gentileza de Modesto García Jiménez).
arrojar una bomba de mano por una de las ventanas de
dicho cortijo...”, recibió un tiro en el pecho, disparado
por el Espailla. En la confusión de la noche cerrada y
la refriega, el Carbonero consiguió romper el cerco y
evadirse.
Estrechando el cerco y detención de colaboradores
El perseguido se dirigió al cortijo de Juan Carrión
Martínez el Barbero, también del término de Oria, en la
que tenía un refugio para los casos de suprema emergencia. La Guardia Civil tuvo noticias de la existencia
de este lugar seguro, personándose en el mismo el 19
de septiembre e interrogando a Juan Carrión Martínez;
pero, una vez más, ya se había marchado el Carbonero, que se dirige ahora al cortijo de José Ayora Simón,
donde también se personaría la Guardia Civil a las 8
de la tarde del 21, procediendo a la detención de sus
moradores.
La detención de Juan Carrión Martínez puso al
descubierto la red de personas que, por diferentes
motivos, daban cobertura a la partida del Carbonero,
siendo todos ellos detenidos: Fausto Martínez Carrión
y su esposa Isabel Agüero Conchillo, vecinos del barrio de Aljambra de Albox; María Granero Navarro la
Pioja, con residencia en la Cuerda de los Leonardos,
Poco a poco se iba desmoronando su infraestructura. Apresados sus colaboradores, le quedaban
menos sitios seguros y los recursos se iban agotando,
por lo que tenía que delatar su posición al procurarse
fondos. Esto fue lo que ocurrió el 8 de octubre, cuando
el Carbonero se situó en el cortijo Los Conzos, del
término de Cúllar Baza, que estaba deshabitado y
que era paso de estraperlistas, desvalijando de sus
carteras a cuantos con dirección a Orce y Huéscar
pasaron ese día, que en total debieron ser unos once
o doce. Una de las personas atracadas, Juan Carrillo
García, de Albox, se personó en la barriada del Margen a las 11 de la noche, en donde puso el hecho en
conocimiento del alcalde pedáneo y, por conducto de
éste, se hizo llegar la noticia al comandante de puesto
de Cúllar Baza. También denunciaron el atraco en el
puesto de Albox, los vecinos de dicha localidad: Pedro
Sáez Chacón, Fidel Martínez Expósito, Trinidad García Carrillo y Juan Navarro Caparrós. Al día siguiente
(9), a las 2 de la madrugada, El Carbonero abandona
el cortijo Los Conzos con dirección indefinida.
Una vez más, la Guardia Civil recurre a los “informadores” locales: el pastor José Martínez Bujaldón,
conocido por José Cayetano, natural de Oria, que vivía
en una cueva en el río Baza, pone en conocimiento
de las fuerzas de seguridad “que el Carbonero, ya se
había marchado, llevándose la querida...”. La Guardia
Civil permaneció en dicha cueva en espera de que
volviese hasta el día 28, fecha en la que, en unión
del detenido Ángel Fernández Venteo, se trasladaron
al paraje del Pinar de Campo Cámara, “a casa de un
amigo del Carbonero, llamado Miguel Azor Carrión”.
De nuevo, la Guardia Civil llegaba cuando Antonio
Manchón ya se había marchado, pero, al contrario de
otras ocasiones, las informaciones les iban llegando
sistemática y rápidamente, con lo que la persecución
no permitía el reposo del huido.
93
RODRÍGUEZ PADILLA, Eusebio
La conocida cueva de la Majada de los Masegosas (Cúllar) y hueco
de la chimenea por donde fue introducida la bomba que acabó con la
vida del Carbonero y de Isabel Navarro Sánchez. (Fotos por gentileza
de Javier Castillo Fernández).
El desenlace final: cueva de la Majada de los
Masegosas, 7-XI-41
Al mediodía del día 7 de noviembre, una patrulla
volante de la Guardia Civil dedicada a la persecución
de huidos rojos, acompañados por un paisano que les
servía de enlace, Miguel Sánchez Sola, se presentaron en la Majada de los Masegosas, enclavada en la
rambla de la Hinojera (Cúllar Baza). En una cueva de
ese lugar se refugiaba Antonio Manchón Jiménez El
Carbonero. Se montó un servicio alrededor de dicha
cueva, “situándose el sargento en el ángulo que forma
la pared del corral; el guardia Ortiz, sobre la pared de
la fachada, junto a la puerta principal; y los guardias
Palacín y Barrios y el enlace, en los alrededores de la
cueva convenientemente distribuidos”.
Cercada la cueva, el sargento realizó unos disparos de pistola hacia una ventana. Al momento acudió
a esa ventana Antonio Manchón y comenzó a disparar
con su fusil a la fuerza situada al frente de la misma,
sin apercibirse de que en la fachada había un guardia
civil que, por indicación del sargento jefe de la fuerza,
lanzó una bomba de mano al interior de la cueva, “la
cual cayó en la cocina y terminó fulminantemente con
el forajido, que se halló muerto próximo a la ventana y
junto al mismo un mosquetón, correaje con cartuchos
y varias vainas en el suelo”. Como consecuencia de la
explosión de la bomba de mano resultó también herida
la joven que le acompañaba llamada Isabel Navarro
Sánchez, que contaba 18 años de edad, la que falleció
al ser conducida a Cúllar-Baza.
En este momento termina trágicamente la violenta
actividad del controvertido “guerrillero” y comienza a
gestarse, de boca en boca, la popularidad del célebre
“bandolero”.
DOCUMENTACIÓN
La información para elaborar el presente trabajo ha sido extraída de los siguientes archivos:
Juzgado Togado Militar Territorial nº 23 de Almería
Sumarias 2.060/41; 30.882/39; 610/41 (Diario personal de Melchor Alonso Mellado, El Espailla); 612/41; 5.706/40; 610/45; 1.191/41; 1.414/41;
2.060/41.
Archivo Gobierno Civil de Almería.
Carta de Antonio Manchón a alcalde de Zurgena; Informe del primer jefe de la Comandancia de la Guardia Civil de Almería; Informe de la Comandancia
de la Guardia Civil a Gobernador Civil de Almería; Atestados de la Guardia Civil de Albox al Gobernador Civil de Almería (31-X-1941 y 12-XI1941).
94
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