30 | VIAJES TENDENCIAS | LATERCERA | Sábado 6 de septiembre de 2014 RR En las orillas del canal hay ciclovías siempre concurridas. Además, como en el distrito 10 se prohíbe el tráfico de autos los domingos y festivos, la zona se llena de peatones y ciclistas. C UALQUIERA sea el barrio de moda o el emblema turístico de la capital francesa, la escena más recurrente e inevitable con la que se topan los parisinos es la de una avalancha de turistas intentando capturar su mejor selfie. Y cómo no, si Francia es el país que recibe el mayor número de turistas (84,7 millones en 2013). Pero hay zonas en que este fenómeno es menos común. Es lo que pasa en el alejado distrito 10 de París y en torno al mítico canal Saint Martin, donde el panorama suele ser completamente diferente al de los grandes puntos turísticos. Aquí la mayoría de los bares y restaurantes no tienen wifi y, más bien, son los bobos (burgueses & bohemios, una especie de hipsters en versión francesa) quienes inundan sus rincones y develan la esencia del parisino que ronda entre 20 y 40 años. El canal se construyó entre 1805 y 1825 por orden de Napoleón Bonaparte, con el propósito de modernizar la ciudad y abastecerla de agua potable. Hoy continúa abierto a la navegación casi todo el año (exactamente 363 días), siendo de uso exclusivo para barcos de recreación y turismo, entre los cuales destacan los city tour a través del río Sena. En sus 2,5 kilómetros de canal expuesto a la vía pública -los otros dos son subterráneos-, suelen reunirse jóvenes universitarios, artistas y bohemios, para disfrutar de sus espacios, entre románticas pasarelas o bajo las ramas de centenarios castaños. El florecimiento y la fama del barrio nacen con la llegada del trío de tiendas Antoine et Lili, las que, desde que abrieron sus puertas en 1997, han ido pintando sus paredes de intensos amarillos, verdes y fucsias que han cautivado a las apasio- Canal Saint Martin, el refugio de los parisinos Situado al noreste de París y en torno a un trazado construido por orden de Napoléon Bonaparte se esconde un auténtico barrio francés repleto de librerías, bistrós, ateliers y, sobre todo, mucho parisino. POR: Sofía Bustamante L. nadas por la moda alternativa. Los tres locales conviven en la calle 95 Quai de Valmay, ofreciendo moda femenina, diseño infantil y también decoración kitsch para el hogar, con adornos que sus propios dueños consiguen hasta ahora en el mundo entero. Su éxito ha sido tal que a la fecha ya existen 30 coloridas Antoine et Lili repartidas por todo Francia. Pero tras la apertura de esta firma hippie-chic, otros habitantes del distrito también se motivaron para abrir nuevas tiendas, restaurantes y centros culturales, sumando más alternativas para el ocio. Uno de esos emprendimientos ha sido el Point Ephémere, el cual pasó de ser una abandonada tienda de artículos de construcción a convertirse en uno de los refugios culturales más efervescentes de la ciudad. Hoy alberga más de diez salas de arte, danza y música donde se imparten talleres y se realizan eventos musicales a cargo de bandas de hip-hop, pop, rock y música electrónica. Claro que es en esta época de verano cuando más vibran sus salas y sobre todo, renacen sus terrazas al aire libre, gracias al buen tiempo y la tranquilidad que convida el barrio. Se ubica en la calle Quai de Valmay 200. Gastronomía, très bon! De las principales tradiciones parisinas, una de las que vale la pena nunca olvidar es su gastronomía. Es que desde el desayuno hasta la cena el desfile de productos y recetas que suelen aparecer en sus mesas son un verdadero deleite al paladar y en eso, Saint Martin, no se queda atrás. Por eso la primera recomendación del día es comenzar por sus populares boulangeries (panaderías), donde se pueden descubrir y degustar las mejores baguettes, croissant, pain au chocolat y otras exquisiteces. Entre todas las pequeñas panaderías de Saint Martin, la que más destaca es Du Pan et des Idées, un verdadero templo de las masas a cargo de Christophe Vasseur, su dueño y chef. Él es considerado como un artista más del barrio, ya que prepara especialidades para vegetarianos, orgánicos y también para los más tradicionales. Se le encuentra en la calle 34 Yves Toudic. Más tarde, cuando llega la hora del dejeuner (almuerzo) el restaurante Le Dauphin, un verdadero ícono de los espacios vintage, ofrece un menú vanguardista de pequeños platos franceses que cambian todos los días. Sólo las tapas de origen español están siempre en la carta, pues es una de las especialidades de su chef vasco-francés, Iñaki Aspitarte. Llaman la atención sus paredes y barra en forma de “U”, ambas de mármol blanco. Lo mejor son sus accesibles precios con menús a partir de 15 euros, algo que se agradece cuando se pasea por una de las capitales más caras del mundo. Se ubica en la Avenue de Parmentier 131. Otro referente de la buena mesa francesa son sus vinos y champagne, por eso irse de copas por sus bares es casi una obligación. La Verre Volé, si bien por su decoración puede parecer un simple local al estilo de los años 50, ofrece buenas catas de vino y es uno de los pocos locales donde es posible degustar exclusivos vinos de productores franceses y a precios que bordean los siete euros en la mayoría de sus botellas. Se encuentra en la rue 67 Lancry. ¿Y para llegar a Saint Martin? La respuesta más obvia podría ser a través del canal. La opción más recurrente es llegar a través de su antiguo metro en las estaciones Jacques Bonsergent, Gare de l’est y Château-Landon, las cuales nos dejan prácticamente en la puerta de entrada al canal. Bonus track: la Villette Una vez que el trayecto de casi dos kilómetros de canal subterráneo surca la Place de Stalingrand, su nuevo nombre pasa a ser de Bassin de la Villette y una vez que sale a la luz pública su ancho aumenta hasta 70 metros. Gracias a este espacio más amplio es que muchos de los panoramas ocurren en el agua, de hecho es aquí donde la popular playa artificial de París gana espacio entre junio y agosto, a través de piscinas artificiales, kayak y, por supuesto, su arena fina y clara alrededor del canal. Cuando termina la temporada de playa, es turno de los “peniches”, antiguos barcos convertidos en salas de cine y restaurantes donde se realizan diversos shows artísticos. Pero además del canal y las actividades a su alrededor, la Villette convida al parque urbano más grande de París. El proyecto nació durante el gobierno de François Miterrand, quien llamó a un concurso internacional a fin de transformar un antiguo matadero y mercado de ganado en un complejo de recreaciones. Entre sus 55 hectáreas construidas abundan los “folies”, que son edificios rojos que albergan cafeterías, salas de teatro y cine. Es el noreste de París, el secreto mejor guardado de los veinteañeros y treintañeros de la capital francesa.T