L A B IB LIA Y E L D ER EC HO P EN AL O DE L A J U S TIC IA D E DIO S MIGUEL PIZARRO GUERRERO Catedrático de Derecho penal UNIVERSIDAD INCA GARCILASO DE LA V EGA [email protected] 1. INTRODUCCIÓN 2. DERECHO PENAL JUDAICO 3. ESTUDIO DESDE EL PUNTO DE VISTA DE LA DOGMÁTICA PENAL DE LOS LIBROS DE LA BIBLIA DEL ANTIGUO TESTAMENTO A. B. C. D. E. F. G. H. El Pecado Original Caín y Abel Noé Sodoma y Gomorra Los Diez Mandamientos Las Leyes Especiales De Dios Levítico Los Números 4. COLOFÓN 1. INTRODUCCIÓN En el presente estudio se examinarán ocho pasajes bíblicos desde la óptica de la dogmática jurídico penal, para así mostrarnos a todos un libro que, mirado más allá de los ojos de un creyente, es uno de los primeros intentos humanos de entender la justicia. Se ha querido ver en la Biblia un conjunto de preceptos más cercanos a la venganza, como es el caso de la Ley del Talión, pero sólo en éste se mostrará que, precisamente, constituye un peldaño de la evolución del pensamiento punitivo, que constituye el tránsito de punir el mero resultado hasta llegar a un derecho más subjetivo y personal. Para ello, se citarán textualmente algunos pasajes bíblicos que nos permitirán conocer la llamada justicia divina, y convertir lo que ante nuestros ojos es tan conocido en algo nuevo. La Biblia, como conjunto de escritos que el judaísmo y el cristianismo consideran de un valor religioso superior, es vista religiosamente como las revelaciones de Dios ante los hombres. La palabra Biblia se deriva del plural griego biblión, que significa “los libros”, de ahí que podamos entender también a la Biblia como una pequeña biblioteca. Los cristianos reconocen en ella dos grandes secciones, Antiguo y Nuevo testamento. El antiguo o viejo testamento es un conjunto de libros que están llenos de actos de legislación, entre los que destaca la conocida Ley mosaica, que para ambas religiones resulta siendo la ley que el mismo Dios le entrego a Moisés. Pero, el antiguo testamento es también la narración de la conflictiva relación entre Dios y su pueblo escogido, y donde la promesa del reino divino será la consecuencia del cumplimiento a las leyes y los mandamientos, que recompensarán o castigarán en función de esa consecuencia. En suma, el Antiguo testamento trata de las relaciones entre Dios y el hombre desde la perspectiva del pueblo de Abraham y Moisés. Desde ese punto de vista, narra la acción de Dios en la historia humana que se observa particularmente en la vida de un pueblo -que así mismo se llama elegido-, y que a manera de la historia de cada hombre, deberá ser puesto a prueba, padecer y sufrir para alcanzar la salvación. Es sobre el antiguo testamento que desarrollaremos el presente estudio. No debe suponerse que consideremos de menor valía el llamado nuevo testamento, sino que en los últimos evangelios lo que se anuncia es “la justicia del cielo”, con expresiones como: “mi reino no es de este mundo”, “amarse los unos a los otros” y otras parábolas que describen lo que sería aquel reino (“el reino de Dios es como una semilla de mostaza que un hombre plantó en su campo. La semilla de mostaza es más pequeña que cualquier otra, pero al crecer se hace más grande que las demás plantas del jardín, hasta el punto de convertirse en un árbol lo suficientemente grande para que los pájaros acudan a él y anidan entre sus ramas”). Con todo ello los evangelistas parecen referirnos que en el mundo terrenal existen “derechos y pretensiones”, pero en el cielo lo esencial es el amor. Entonces, el valor fundamental en el nuevo testamento es el mensaje de amor por encima del cumplimiento de las leyes (tómese sólo como caso el de la mujer adultera, y la excepción al cumplimiento de la pena). Jesús de Nazaret y su predica hicieron crujir los cimientos del judaísmo, más al proclamarse hijo de Dios y convertirse en el hacedor de una nueva ley; por ello, en el alfa y omega de los hombres no se (le trata como ejecutor de la ley) trata de cumplir la ley, sino precisamente como impugnador de la misma. En la presente exposición, por tanto, al referirnos a la justicia de Dios nos referimos a aquella justicia que se encuentra traducida en las leyes de Moisés, aquélla que sólo se entiende desde las revelaciones a sus mensajeros (los profetas), aquélla que nos señala que el castigo se deriva como consecuencia de la negación de Dios y de su obra, y aquélla cuyos ejecutores jurídicos de su tiempo fueron los jueces, reyes y sacerdotes. 2. DERECHO PENAL JUDAICO Las investigaciones históricas han descubierto que en las “primeras etapas del desarrollo de las sociedades humanas no existió un derecho penal como lo entendemos HOY, sino mas bien un conjunto de prohibiciones de hechos que se consideraban lesivos de la integridad del individuo o del grupo, u ofensivos de la divinidad y ante los cuales se reaccionaba con violencia. Los conceptos de delito y pecado se confundían; el derecho no se había independizado aun de la moral por eso el infractor debía expiar su falta con un castigo cruento .Y tanto los delitos como los castigos eran impuestos arbitrariamente por la autoridad (militar, religiosa o política) sin procedimiento preestablecido” (REYES ECHANDÍA, Alfonso. Derecho penal. Pág.12). Los primeros códigos conteniendo leyes penales fueron el de Hammurabi (2250 años a.C.); el de Manú, en la India; y, precisamente, las leyes de Moisés (1200 años a.C.). A grandes rasgos la Ley mosaica tenía las siguientes características: - En relación a las penas, la pena capital o de muerte era las más conocida y utilizada para múltiples conductas prohibidas, y se aplicó de diversas formas: el fuego, horca, lapidación, espada, ahogamiento, muerte por rueda, descuartizamiento, fieras, flechas, martillo con espinas, pisoteo de bestias, despeñamiento, etc. - También conocieron otras penas como la de prisión, excomunión, privación de sepultura y multa. En algunos casos considerados no graves se permitió la composición (acuerdo conciliatorio), la que requería la completa reparación del daño y un sacrificio religioso; combinaban penas de carácter infamante y discriminatorias como la privación de sepultura y excomunión con otras penas, que hoy se encuentran en los Códigos penales como la de multa y la composición de la litis con un acuerdo conciliatorio, que obligaba a la reparación civil. - Se reconoció además el asilo, que podía amparar a los autores de homicidio culposo y para tal efecto se señalaban “ciudades de asilo”. El culpable debía permanecer allí hasta la muerte del pontífice que reinaba al tiempo de la comisión del hecho. - Es importante destacar que la Biblia diferencia el dolo de la culpa, expresando: “el que hiera a alguien y lo mate será condenado a muerte. Pero si no lo hizo a propósito, sino que de Dios estaba que muriera, yo te diré después a qué lugar podrá ir a refugiars e. Pero al que se enoje con su prójimo y lo mate a sangre fría, lo buscarás aunque se refugie en mi altar y lo condenaras a muerte” (éxodo 21.12). - La atenuantes por riña, y caso fortuito también existieron “si dos hombres se pelean y llegan a lastimar a una mujer embarazada, haciéndola abortar, pero sin poner en peligro su vida, el culpable deberá pagar de multa lo que el marido de la mujer exija, según la decisión de los jueces” (éxodo 21.22). Como hemos visto en esta descripción es un Derecho penal instrumento del control social, funcional a su realidad. 3. ESTUDIO DESDE EL PUNTO DE VISTA DE LA DOGMÁTICA PENAL DE LOS LIBROS DE LA BIBLIA DEL ANTIGUO TESTAMENTO A. El Pecado Original El pecado original fue estudiado por Günther Jakobs en su libro “La imputación objetiva en Derecho penal”, y nos parece que su estudio resulta fundamental para entender esta piedra principal del edificio ideológico bíblico. La historia cuenta que después de creado el ser humano y promulgada la primera norma de Dios con el contenido - los penalistas diríamos una vez establecido el supuesto de hecho- : “Puedes comer del fruto de todos los árboles del jardín, menos del árbol del bien y del mal. No comas del fruto de ese árbol porque si lo comes ciertamente morirás” (Génesis 2.16), ésta única norma fue quebrantada (capítulo 3 del Génesis). Cuando Dios le pidió explicaciones a Adán, éste declaró, en una mezcla de relato y esbozando su defensa, “la mujer que me diste por compañera me dio de ese fruto, y yo lo comí”. Esta declaración probablemente sea algo más que una mera narración de lo que había sucedido, pues supone la referencia que, desde la perspectiva de Adán, todo lo acontecido tenía una apariencia inocua: primero, porque la persona responsable que le dio el fruto fue Eva, la mujer que había sido hecha a imagen y semejanza del propio Dios, para que sea una ayuda adecuada, y, por lo tanto, fue Dios quien inició el proceso causal. En segundo lugar, porque Eva era una persona que le había sido entregada, de modo que Dios debía aceptar que la realidad había surgido como un hecho que él mismo había propiciado. Jakobs apunta que el creador no reconoció un principio fundamental de la teoría de la imputación objetiva, el llamado principio de confianza; diríamos, desde nuestra perspectiva, que no asumió su propia responsabilidad por colocar a Eva al lado del hombre, quien también se defendió aduciendo haber sido instrumentada, en una especie de inducción al delito, por una animal que hablaba (“la serpiente me engaño y por eso comí del fruto.” Génesis 3.13). Dios decidió, como sabemos, que todos los hombres debían responder plenamente de lo ocurrido, y por todas las consecuencias se derivaran de este hecho; el resultado fue que quienes no participamos en el acontecimiento ilícito terminamos pagando por ese hecho punible, a título de herencia criminal -por decirlo de alguna forma-, tal y como los nietos de un criminal, aún seguimos pagando lo que hizo nuestro abuelo. Sin embargo, si pretendemos analizar la defensa de Adán diremos que no puede eximirse de su responsabilidad, trasladándosela a Eva, ni ésta puede, a su vez, atribuírsela a la serpiente, pues según se infiere del relato Bíblico, fue el Maligno quien utilizó un simple instrumento en autoría mediata, convirtiéndose, por tanto, en un luciferino autor impune. Pese a todo lo expuesto, el juzgamiento de Dios de no aceptar las excusas de Adán es, desde la perspectiva penal, acertada por dos razones, en primer término porque el argumento de Adán sobre el principio de confianza nos recuerda que, conforme a este principio, “con carácter general no se responde por la falta cuidado ajeno, sino que el derecho autoriza a confiar en que los otros cumplirán sus deberes de cuidado” (STRATENWERTH. Derecho penal, citado por CHOCLAN. Pág. 112), por lo tanto, no se trataba de una relación entre seres terrenales, sino entre Dios y Adán; y, en segundo lugar, y lo más importante, que nadie puede dejar que otros administren el cumplimiento de los deberes que a uno le competen, es decir, a Adán se le debe responsabilizar del incumplimiento una de las advertencias de Dios, de no comer del árbol del bien y del mal, por ser un deber propio de Adán y del que tenía pleno conocimiento. En consecuencia es plenamente responsable pues poseía un deber especial que incumplió. En el caso de Eva el tema aparece más claro, se resuelve por la instrumentalización de un sujeto, por un inductor quien domina el hecho (teoría del dominio del hecho). Además, como lo señala la Biblia, habría que analizar la intención de Eva, y según el relato “la mujer vio que el fruto del árbol era hermoso, y le dieron ganas de comerlo y de llegar a tener entendimiento.” (Génesis 3.6). Es así que podemos afirmar que el castigo a Adán resulta apropiado, por haber sido el garante y haber omitido el cumplimiento de su deber, así, desde el punto de vista de la culpabilidad en sentido de pecado, la justicia de Dios es acertada ; en el caso de Eva se advierte que, actuando en error por inducción, se le hace extensiva una responsabilidad, ya que se trata de un ser que como autor mediato tenía el dominio del hecho. Sin embargo, desde la dogmática jurídico-penal no se les puede atribuir responsabilidad, porque los acontecimientos no se configuran en un espacio habitual entre iguales, sino entre Dios y los hombres. Tal vez desde esta perspectiva jurídica, y aunque el juzgador termine siendo juzgado, Dios debe admitir que su confianza en el hombre terminó siendo burlada, pero no por el mismo hombre, sino por su propia omisión del deber de vigilancia, cuando de los hechos concretos resulta probable la lesión del deber de cuidado por parte del otro. B. Caín y Abel Estudiar el fratricidio padecido por Abel por parte de su hermano Caín, nos puede mostrar la naturaleza de la justicia Divina. Como conocemos relato de los hechos del caso comienza por una debilidad humana, la ENVIDIA, pero en parte provocada por Dios que mostró aparentemente mayor preferencia por un Abel ganadero que por Caín agricultor, “paso el tiempo y un día Caín llevo al Señor una ofrenda del producto de su cosecha. También Abel llevó al Señor las primeras y mejores crías de sus ovejas. El Señor miró con agrado a Abel y a su ofrenda, pero no miró así a Caín ni a su ofrenda, por lo que Caín se enojó muchísimo y puso muy mala cara” (Génesis, 4.3-6). La envidia provoco el ODIO en Caín y a pesar del conocimiento de Dios de ese sentimiento (porque el todo lo sabe), solo le advierte al futuro fratricida, con consejos que no detienen la consumación de su idea delictiva, Dios le habla a Caín en estos términos, “Si hicieras lo bueno, podrías levantar la cara; pero como no lo haces, el pecado esta esperando el momento de dominarte. Sin embargo tu puedes dominarlo a él” (Génesis 4; 6,7). El posterior asesinato de Abel por parte de su hermano Caín se comete con múltiples agravantes: ensañamiento (ser muerto por una quijada de burro), alevosía, por traición de la confianza y por el parentesco ya conocido. Es en esta situación post-delictiva, donde se aprecia la justicia de Dios, primero el juzgador busca la confesión de Caín, le pregunta “¿Dónde está tu hermano Abel?, seguidamente busca las motivaciones. ¿Por qué has hecho esto? La responsabilidad de Caín es manifiesta, y evidente el dolo y Caín no podría alegar desconocimiento de lo injusto de su comportamiento (que se le exculpe por un error de prohibición). Pues el hombre ya sabe que es matar. Dios no podía dejar sin castigo, y sin pena este hecho, “la sangre de tu hermano, que has derramado en la tierra, me pide a gritos que yo haga justicia” (Génesis 4; 10). La condena fue terrible, pero no es la muerte física, sino la muerte en vida, como era en ese tiempo el destierro, e implícitamente de obligarlo a convertirse en ganadero, “aunque trabajes la tierra, no volverá a darte frutos. Andarás vagando por el mundo sin poder descansar jamás. (Génesis 4; 11,12). En una apelación tácita a ese fallo Caín le pide a Dios, clemencia en razón de que fuera de sus tierras, cualquiera lo puede matar. Dios resuelve “Si alguien te mata, será castigado siete veces y le puso una señal en la frente”. Así Dios le dio garantías humanistas para cumplir su pena. C. Noé En este caso, apreciaremos a un Dios, que al advertir que su obra el hombre se ha corrompido, y se siente defraudado de ella, “el señor vio que era demasiada la maldad del hombre en la tierra y que esté siempre estaba pensando en hacer lo malo y le peso haber hecho al hombre. Con mucho dolor dijo: “voy a borrar de la tierra al hombre que he creado, y también a todos los animales domésticos y a los que se arrastran y a las aves, ¡me pesa haberlos hecho.” (génesis 6; 5-7) Asume Dios en este relato bíblico diremos una concepción pesimista del hombre, hasta el punto de arrepentirse de haberlo hecho, y a la manera de Hobbes podía haber dicho “Homo homini Lupus”, el hombre es el lobo del hombre. Dios se identifica con una concepción diríamos Lombrosiana, implícitamente todos o la mayoría de los hombres son criminales natos. Y Dios como narra la Biblia obro con extremada severidad, mandando una inundación sobre la tierra que acabo con todo lo conocido (Génesis 6) y destruyendo a los animales que como seres sin autoconciencia no pueden haber participado de la maldad del hombre. D. Sodoma y Gomorra Sodoma y Gomorra es la expresión por excelencia de la justicia divina implacable y sin contemplaciones, contra la corrupción o en otros términos diremos contra los que violen la moral y las buenas costumbres establecidas. El patriarca Abraham que va a tener una posición privilegiada de interlocutor con el mismo Dios le pregunta inquisitivamente ante la decisión de Dios, de destruir a estas ciudades “¿ Vas a destruir a los inocentes junto con los culpables?. Tal vez haya cincuenta personas inocentes en la ciudad. A pesar de eso ¿destruirás la ciudad y no la perdonaras por esos cincuenta? ¡No es posible que hagas eso de matar al inocente junto con el culpable como si los dos hubieran cometido los mismos pecados! ¡No hagas eso! Tu que eres el Juez supremo de todo el mundo ¿no harás justicia? (Génesis 18; 23,25). Lo primero que suscitan estas palabras es decir: ¡que excelente alegato! , no hizo más que recordarle a Dios su naturaleza justa, ante la pregunta, ¿porque los inocentes han de ser castigados?. Abraham inicia hasta donde sabemos la única negociación con el mismo Dios, así se trata de encontrar justos a cambia de salvar a las ciudades condenadas; después de una puja y regateo, Dios acepta que si Abraham encontraba diez justos se salvarían las ciudades. Pero como a continuación se narra, Dios se adelanta y manda unos ángeles para la ciudad de Sodoma y es en esa circunstancias que los confunden con hombres y los quieren para someterlos y hacerles sufrir el acto sexual (sodomizar, palabra que precisamente proviene de Sodoma) pero los ángeles son ayudados por el bueno de Lot que los trata de proteger entregando a sus propias hijas, y estos al final los salvan. Y bajo la autoridad de Dios destruyen las ciudades “corruptas”, “el Señor hizo llover fuego y azufre sobre Sodoma y Gomorra, las destruyo junto con todos los que vivían en ellas y acabo con todo lo que crecía en aquel valle” (Génesis 19.24). ¿Donde quedo el trato con Abraham?, ¿Dios es un contratante poco confiable?. “Al día siguiente por la mañana Abraham fue al lugar donde había estado hablando con el Señor, miro hacia Sodoma y Gomorra y por todo el valle, y vio que de toda la región subía humo, como si fuera un horno. Así fue como Dios destruyo las ciudades del valle donde Lot vivía, pero se acordó de Abraham y sacó a Lot del lugar de la destrucción” (Génesis 19; 27-29) Las interrogantes que planteamos son las siguientes, parece que el trato con Abraham no se cumplió, pero tomo en cuenta el salvar a los justos, o es que Dios de antemano sabía que no había ni diez justos. Finalmente detrás de esta destrucción no se encontrara la idea del acabar con la maldad y la delincuencia, no estará detrás de este relato la búsqueda de una solución final a aquellos problemas que siempre han preocupado a la humanidad. E. Los Diez Mandamientos Si estudiamos con detenimiento el capitulo de la Biblia sobre los diez mandamientos encontraremos varios detalles sumamente interesantes, aparte de los primeros mandamientos que se refieren a Dios y su relación con los hombres, sobre la exclusividad de ama rlo y adorarlo a el solamente, del día del reposo, los siguientes mandamientos son significativos para distinguir el plano de las normas religiosas con las normas morales. Por ejemplo el honrar a los padres, no cometer adulterio; los otros como no matar, no robar, no decir mentiras en perjuicio de tu prójimo y el ultimo sobre no desear la mujer ajena, que en su versión exacta es “no codicies la casa de tu prójimo: no codicies su mujer, ni su esclavo o su esclava, ni su buey, ni su asno, ni nada que le pertenezca” (Éxodo 20; 17). El decálogo sirve de base para la justicia de Moisés el que se desarrolla posteriormente en leyes especiales, lo que no hace más que reconocer que no son normas jurídicas solo preceptos morales o religiosos. Merece atención el mandamiento no mataras Fernando Savater nos recuerda “el rabino Sacca amplía el tema: “la traducción exacta del mandamiento es no asesinaras. Obviamente el matar no está prohibido en la Biblia de una forma total. Uno puede defenderse cuando lo atacan, reaccionar y matar a su opositor antes que éste lo mate a uno” (Fernando Savater. Los Diez mandamientos en el Siglo XXI. Pag. 90). Es decir nos habla de la legitima defensa. F. Las Leyes Especiales De Dios Leyes contra Acciones Violentas (Éxodo 21; 12,27): Es en esta parte de la Biblia donde vamos a encontrar la configuración de delitos contra la vida, el cuerpo y la salud. Leyendo con detenimiento podemos desterrar la equivoca idea sobre la ley del talión, y descubrir que esta tiene mas un sentido metafórico que retribucionista en el sentido absoluto. Se establece clara diferencia entre el homicidio doloso, del culposo, así “el que hiera a alguien y lo mate, será condenado a muerte. Pero si no lo hizo a propósito, sino que de Dios estaba que muriera, yo te diré después a que lugar podrá ir a refugiarse. Pero al que se enoje con su prójimo y lo mate con sangre fría, lo buscaras aunque se refugie en mi altar y lo condenaras a muerte”. Es decir lo importante para salvarse de la pena de muerte era determinar que fue en su forma imprudente, obra del plan divino y que fue sin intención, es decir sin Dolo. En otro condiciona la pena a la dañosidad social y además proporcional a la lesividad del bien jurídico, “en caso de peleas, si un hombre hiere a otro de una pedrada o de un puñetazo y lo hace caer en cama , pero no lo mata, el que hirió será declarado inocente solo si el herido se levanta y puede salir a la calle con ayuda de un bastón, pero tendrá que pagarle las curaciones y el tiempo perdido”, e inclusive obliga al pago de una indemnización, que llamaríamos hoy por como consecuencia ex delicto, el daño emergente y el lucro cesante. En el repaso del texto integro de la famosa ley del talión, tenemos: “si dos hombres se pelean y llegan a lastimar a una mujer embarazada, haciéndola abortar, pero sin poner en peligro su vida, el culpable deberá pagar de multa lo que el marido de la mujer exija, según la decisión de los jueces. Pero si la vida de la mujer es puesta en peligro, se exigirá vida por vida, ojo por ojo, diente por diente, mano por mano, pie por pie, quemadura por quemadura, herida por herida, golpe por golpe”. La famosa ley del talión entonces no es más que una metáfora de la proporcionalidad de la pena y no tiene nada que ver con la venganza en la interpretación común que se tiene. La pena se tiene como proporcional, aunque es verdad decirlo se encuentra todavía en su forma rudimentaria esta idea de la pena proporcional, “el principio de proporcionalidad no tiene ninguna base física o puramente material, como se entendía antes, de manera rudimentaria, a la idea de justicia. En aquellos tiempos la proporcionalidad era fijada según la clase del daño y la gravedad del mismo, lo cual obligaba a sufrir un castigo fisico semejante, ya sea imponiendo un daño igual (ojo por, diente por diente) o invitaba a castigar el lugar del cuerpo donde se pecó (al violador se lo castraba, al que hería se le cortaba la mano). Sólo con el transcurso del tiempo y gracias al influjo en parte de las ideas cristianas y a las corrientes iluministas de la Revolución Francesa se logró depurar al principio de proporcionalidad del signo aflictivo material del que se hallaba teñido, obteniendose una tardía, pero necesaria compatibilidad entre éste y el principio de humanidad” (Castillo Alva, Principios de Derecho penal. pag. 280). Es mas se amarra la entidad de la pena no es decisión de los particulares sino decisión exclusiva de los jueces, lo que un poco de un modelo de venganza. Leyes en caso de accidentes (Éxodo, 21; 28,36) Ahora vamos a analizar la concepción de justicia desde el punto de vista de la responsabilidad, exponiendo el supuesto de hecho de la Biblia de que en caso un buey matara a un hombre, solo se le matara al buey a pedradas, pero si el tuviera la costumbre de embestir, se le matara también al dueño, por saberlo y no hacer nada. Es decir impone una obligación de cuidado debido. Esta ley nos puede parecer sumamente severa, pero la Biblia nos sorprende a continuación con un complemento sumamente moderno, la llamada conversión de la pena, ¡de la pena de muerte a la de multa!. La Biblia abolicionista. El delito en el caso mencionado queda reparado con el pago de la multa que le impongan los jueces, otra oportunidad para distinguir los delitos dolosos y de los culposos. Leyes para reparar daños (Éxodo 22; 1,15) En este capítulo se presentan figuras penales interesantes para se analizadas: “Si un ladrón es sorprendido en el momento de su robo y se le hiere y muere, su muerte no se considerara un asesinato. Pero si ya es de día, su muerte si se considerara un asesinato”. Agravante por la nocturnidad en el robo y exculpante por legítima defensa, limitada a que sea de noche. “El que robe tendrá que pagar el precio de lo que haya robado, pero si no tiene dinero, el mismo será vendido para pagar lo robado”. Reparación civil y caída a la esclavitud para pagarla. Si partimos de la función motivadora de la norma penal que como señala Muñoz Conde es una función de comunicación y participación que culmina en el proceso de socialización del individuo, veamos esta norma como funcional a su sistema esclavista. “Si alguien le confía a otra persona dinero o cosas de valor y a esa persona se los roban de su propia casa, el ladrón tendrá que pagar el doble, si es que lo encuentran, pe ro si no lo encuentran, entonces el dueño de la casa será llevado ante Dios para ver si no ha echado mano de lo que el otro le confío”. Nos encontramos con una figura legal equiparable a la apropiación ilícita y penalización doble por simulación. Leyes morales y religiosas (Éxodo 22; 16,31) La religión y la moral como sabemos nacieron juntas con el derecho, fue una conquista de la modernidad, su separación. En los pueblos semitas y en ese momento de la historia de la humanidad se era inflexible y severos contra practicas y actos que atentaran contra su concepción de la moral y de la religión, como para hacernos recordar que quienes gobernaban eran los sacerdotes y Reyes profetas. Ejemplos de ello son: “No dejes con vida a ninguna hechicera”. “Nunca ofendas a Dios, ni maldigas al que gobierna a tu pueblo” “El que se entregue a actos sexuales con un animal, será condenado a muerte”. El castigo a la hechicería podríamos interpretarlo como un castigo a la amenaza de competencia a los sacerdotes y lo otro es una astucia para identificar al gobierno con Dios. De las referencias a la zoofilia debió ser una práctica muy extendida para referirse a ella y penalizarla con tanta severidad. Leyes para hacer justicia (Éxodo 23; 1,9) En este libro se refiere a los delitos contra la administración de justicia, y por tanto al comportamiento de los jueces. “No des informes falsos, ni te hagas cómplice del malvado, para ser testigo en favor de una injusticia”. “No desconozcas al pobre sus derechos en un asunto legal” “Apártate de las acusaciones falsas y no condenes a muerte al hombre inocente y sin culpa, porque yo no declarare inocente al culpable” “No aceptes soborno, porque el soborno vuelve ciegos a los hombres y hace que los inocentes pierdan el caso”. Ante la contundencia de tales preceptos solo queda decir, cuantos errores judiciales e injusticias se hubieran evitado si algunos de nuestros jueces tuvieran presentes estos preceptos de la Biblia. G. Levítico El levítico significa “perteneciente o relativo a los levitas”. Los levitas o miembros de la tribu de Levi, eran los encargados como sacerdotes o como auxiliares, de los servicios religiosos y del cuidado del templo. En este libro encontramos figuras delictivas referentes a la persona en relación con Dios y la moral. Por ejemplo: “Cuando alguien peque y resulte culpable de fraude ante el Señor por haber engañado a su prójimo en algo que este le había confiado o prestado o por robarle o quitarle algo a la fuerza o por negar haber encontrado un objeto perdido o por hacer un juramento falso, será culpable de ese pecado” (LEVITICO,6) . Varias figuras penales: apropiación ilícita común y apropiación de objeto perdido, robo y falsa declaración en proceso. En este libro se encuentran castigos severos relativos a la moral sexual: “Si alguien comete adulterio con la mujer de su prójimo, se condenara a muerte al hombre y a la mujer y serán responsables de su propia muerte” (levítico, 20; 10). “Si alguien se acuesta con un hombre como si se acostara con una mujer, se condenara a muerte a los dos y serán responsables de su propia muerte, pues cometieron acto infame” ( levítico, 20; 13). “Si un hombre se entrega a actos sexuales con un animal, será condenado a muerte. También se deberá matar al animal” (levítico, 20; 15). “Si alguien se acuesta con una mujer en periodo de menstruación y tiene relaciones sexuales con ella pone al descubierto la fuente de menstruación de la mujer, y ella misma la ha descubierto; por lo tanto los dos deberán ser eliminados de entre su pueblo” (levítico, 20; 18). H. Los Números Este libro es llamado los números por las cifras de un censo del pueblo hebreo. En este ultima libro analizado podemos apreciar proceso de pruebas penales, tomaremos como ejemplo la prueba en el caso de la infidelidad: “El marido presuntamente engañado lleva a su mujer frente al sacerdote y ofrece una ofrenda de dos kilos de cebada para descubrir el pecado. Luego el sacerdote hará una bebida con polvo del templo y lo combinara con agua de maldición (¡). Y entonces le tomara juramento a la mujer “si no has tenido relaciones con otro hombre ni le has sido infiel a tu marido, ni has cometido con otro hombre un acto que te haga impura que no te pase nada al beber esta agua amarga que trae maldición. Pero si le has sido infiel a tu marido, si has tenido relaciones con otro hombre y has cometido así un acto que te hace impura, que el Señor te convierta en ejemplo de maldición ante el pueblo y haga que el vientre se te hinche y que la criatura se malogre”(números 5; 19,22). La precariedad de estos medios de probanza nos exime de comentarios sobre la veracidad de la probanza, solo cabe un comentario, las mujeres de estomago fuerte, se salvaron de condena y fueron felices. 4. COLOFÓN Al realizar una interpretación de diversos pasajes bíblicos desde el punto de vista del derecho penal moderno. No cometemos un vicio de enfoque, en tanto no juzgamos desde la temporalidad presente los hechos del pasado, sino todo lo contrario inclusive hemos reconocido lo funcional a su sistema legal de algunos preceptos contenidos en la Biblia. Creo que el cometido estará más que cumplido si alguno de los lectores u oyentes se ha sentido de nuevo motivado a leer la Biblia porque por encima de todo es el libro que más tiempo nos ha acompañado, y a ver quizás el derecho penal y el derecho en general como una labor de creación interpretativa. Solo queda decir que inevitablemente esta conferencia no estaría completa si no concluyera con el difícil tema de Dios y su realidad. No pretendo dar un punto de vista completo en ese sentido, quisiera si destacar algunas ideas. Albert Einsten se preguntaba si “Dios tuvo alguna posibilidad de elegir al crear el universo ”. Y el genio de la física pura Stephen Hawking dentro de esa línea de comprender el origen del universo, desarrollado en su libro Historia del tiempo, llega a una conclusión provisional, como todo científico, de la existencia de un universo sin un borde espacial, sin principio ni final en el tiempo, y sin un lugar para un creador. Pero para quienes creemos, nosotros los creyentes, diremos que “no hay quien no haya buscado a Dios alguna vez en su vida”, el filosofo árabe Averroes nos diría que un creyente ingenuo afirmaría que “Dios esta en el cielo”, pero “un observador agudo, sabiendo que Dios no puede ser representado en el espacio como una entidad física, diría. “Dios esta en todas partes y no solamente en el cielo”. La naturaleza de Dios solamente es espiritual. Y que por lo tanto Dios no esta sino en Si mismo. O más precisamente que el espacio y la materia están en Dios. Sin embargo creo que la razón muestra sus límites, tiene que ser comprendido Dios desde la orilla de los sentimientos, téngase presente que desde Maurice Merly Pont en su fenomenológia de la percepción había señalado como una forma de conocimiento, a los sentimientos. Desde esa perspectiva San Pablo señalara “el amor jamás dejara de existir. Un día los hombres dejarán de profetizar y ya no hablaran en lenguas, ni serán necesarios los conocimientos. Porque los conocimientos y la profecía son cosas imperfectas que llegaran a su fin” (Corintios. 13.8). Porque tres cosas son permanentes: la fe, la esperanza y el amor; pero la más importante de las tres es el amor (Corintios 13.13). El poeta Gibran en su libro “El jardín del profeta” narra que alguien en medio de un grupo de personas, inquiere y le pregunta: Maestro, hemos oído hablar mucho de Dios ¿que dices tú de Dios, y quien es El en verdad? Gibran contesta a través de su personaje: “Piensa ahora , amado mío, en un corazón que contenga a todos los corazones, en un amor que rodee todos los amores, en un espíritu que contenga a todos los espíritus, en una voz que envuelva a todas las voces y en un silencio mas profundo e intemporal que todos los silencios. Trata ahora de percibir en tu interior una belleza más extraordinaria que todas las bellezas, una canción mas vasta que todas las canciones de los mares y de los bosques una majestad (…). Pero a pesar de ello acota al final que “seria mas prudente no hablar tanto de Dios a Quien no podemos comprender y pensar mas en nosotros, a quienes si podemos comprender. Aun así quiero que sepan que somos en flor, y a veces en fruto”. Por ello estén dedicadas estas ultimas palabras de la presente disertación, a aquellos seres que aman a pesar de los cardos y las espinas, a aquellos que creen por encima de sus dudas, aquellos que se atreven a amar por encima de las prohibiciones humanas, aquellos que no temen ofender a los hombres, sino a Dios, y profesan una fe en que el Derecho es parte de la historia del hombre de buscar justicia, una justicia ya no de Dios sino de los hombres, por ello tan llena de imperfecciones pero más humana y más real. En alguna cárcel del Perú, hay un hombre que espera esa justicia, que todos anhelamos encontrar. BIBLIOGRAFÍA GAARDER, Jostein. El mundo de Sofía. Editorial PATRIA-SIRUELA. México, 1995. GIBRAN KHALIL, Gibran. El Profeta. Edición POPULAR. Lima, 2000. HAWKING, Stephen W. Historia del tiempo. Editorial CRÍTICA. Bogotá, 1988. JAKOBS, Günther. La imputación objetiva en el Derecho penal. Editorial GRIJLEY. Lima, 1998. REYES ECHANDÍA, Alfonso. Derecho penal. LA BIBLIA. Versión popular. 2° edición. Editorial SOCIEDADES BÍBLICAS UNIDAS, 1979. LA BIBLIA. Versión Latinoamericana. ZAFFARONI, Eugenio Raúl. Tratado de Derecho penal. Tomo I. Editorial EDIAR. Buenos Aires.