De Àngel Guimerà a Leni Riefenstahl : el extraño caso - E

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De Àngel Guimerà a Leni Riefenstahl : el
extraño caso de "Tiefland"
Autor(en):
Quintana, Àngel
Objekttyp:
Article
Zeitschrift:
Versants : revue suisse des littératures romanes = Rivista svizzera
delle letterature romanze = Revista suiza de literaturas románicas
Band (Jahr): 42 (2002)
PDF erstellt am:
24.11.2016
Persistenter Link: http://doi.org/10.5169/seals-268105
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DE ANGEL GUIMERA A LENI RIEFENSTAHL:
EL EXTRAÑO CASO DE TIEFLAND
El
del
nazismo, se estrenaba en la ciudad alemana de Stuttgart, la última
película de Leni Riefenstahl, Tiefland. La proyección apenas tuvo
éxito. El público se mostró poco interesado por un melodrama rural
que reivindicaba la búsqueda de la pureza perdida en algún espacio
de la tiena alta como alternativa a esa tiena baja que conompía los
más nobles ideales. Tiefland representaba el retomo a las pantallas de
una cineasta cuya existencia continuaba comprometida. Los aparato¬
sos desfiles en Nuremberg bajo la omnipresencia del Führer de El
triunfo de la voluntad (Triumph des Willens, 1935) aún no se habían
bonado de la memoria de los espectadores alemanes y Leni Riefen¬
stahl continuaba siendo la cineasta del nazismo. Para los espectadores
alemanes, Tiefland era la adaptación de una vieja ópera del olvidado
compositor Eugen D'Albert y nadie cuestionó cuál era el origen real
del drama: la obra Terra Baixa del dramaturgo catalán Angel
Guimerà. En España, Tiefland nunca llegó a estrenarse. En los años
cincuenta, en pleno período de ligera apertura internacional del
franquismo, la resunección del fantasma nazi de Leni Riefenstahl no
era oportuna. Unos años después, en Catalunya, cuando la cultura del
catalanismo pudo recuperar la figura de Ángel Guimerà como figura
clave para la creación de un teatro nacional catalán, nadie se
preocupó por el impacto internacional que a principios de siglo tuvo
la obra. En los círculos literarios, el cine continuaba situándose bajo
sospecha y, a diferencia de la letra escrita, no era objeto digno de
estudio. Esta despreocupación generó una cierta ignorancia respecto
al destino de Terra Baixa, como drama inspirador de la última
película de la cineasta favorita de Hitler. Años después, cuando algún
investigador ha querido resucitar el tema, ha sido silenciado y
11 de septiembre de 1954, nueve años después de la caída
162
ANGEL QUINTANA
Tiefland continúa ignorada en los circuitos culturales catalanes,
incluso en su Filmoteca1.
Tiefland de Leni Riefenstahl es una película clave por su condición
de cmce cultural, de obra nacida fuera de tiempo. En el interior de la
película podemos encontrar el reflejo de algunas de las tensiones de
la historia europea del siglo XX. Si nos centramos única-mente en la
película, comprobaremos que su proceso de gestación fue largo el
proyecto empezó a prepararse en 1934 y finalizó veinte años después
y estuvo marcado por la ascensión y caída del nazismo. Como
propuesta ideológica y como propuesta estética, Tiefland pone de
relieve la apoteosis y la decadencia de una deter-minada concepción
idealista del arte, de la que el drama alemán fue un elemento clave.
También nos permite observar las tensiones existentes entre los
elementos míticos de la cultura nacionalista alemana el völkisch
y la pretendida modernidad tecnológica que emergió de un nazismo
que se debatió entre los valores ancestrales y la modernización de sus
ciudades. El debate político y estético puede encontrar fácilmente su
extensión más allá de Alemania, sobre todo si tenemos en cuenta que
en Terra Baixa de Ángel Guimerà, estrenada en 1896, emergen algu¬
nos de los discursos mítico-simbó-licos de la Renaixença catalana, del
proceso de recuperación cultural y artístico del nacionalismo catalán,
los cuales fácilmente se proyec-tan en los modelos creados en la
Alemania de finales del siglo XIX. ¿Por qué estos elementos míticos
de la Renaixença generaron la atracción de una cineasta formada en
la estética idealista que fue una de las grandes partícipes de los
postulados artísticos del nazismo? Finalmente, si tenemos en cuenta
que, entre Tiefland de Leni Riefenstahl y Terra Baixa de Ángel
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Una prueba evidente del olvido es que en las Actas del coloquio celebrado con
motivo del centenario de Ángel Guimerà, en ningún momento se hace referencia
a la película de Leni Riefenstahl. Sí que se hace referencia, en cambio, a la ópera
de Eugen D'Albert, Tiefland (cfr. Josep M. Domingo - Miquel M. Gibert ed.,
Actes del colloqui sobre Angel Guimerà i el Teatre Català al segle XLX,
Tarragona, Diputado de Tarragona, 2000).
DE ANGEL GUIMERA A LENI RIEFENSTAHL
163
Guimerà, existe una adaptación operística de Eugen D'Albert,
estrenada en Praga en 1903, nos hallaremos frente a un interesante
problema de intertextualidad y de traducción, que va más allá del
clásico debate entre cine y literatura, sobre la fidelidad o infidelidad
de la adaptación, para plantear de qué forma los elementos del drama
teatral acceden hacia un territorio más pulsional como la ópera y
pueden llegar a convertir su construcción mimètica en una construc¬
ción más novelesca cuando se acercan a un medio de reproducción
técnica como el cine. La relación teatro, ópera y cine nos lleva hacia
una apasionante discusión sobre los géneros dramáticos y la función
del cinematógrafo como contenedor de las tensiones entre diferentes
medios de expresión.
LA
OBSESIÓN DE LENI RlEFENSTAHL
El proyecto Tiefland nació oficialmente
-
veinte años
antes de su estreno cuando se constituyó la productora Terra Film,
para adaptar el drama de Ángel Guimerà que había sido popularizado
en Alemania a partir de la ópera de Eugen D'Albert2. La productora
encargó a Riefenstahl el rodaje de la película. El cine alemán ya
había llevado al cine el drama de Guimerà en 1922, con el título de
Tiefland bajo la dirección de Adolph E. Licho. La adaptación había
tomado como elemento dramático los personajes de la ópera, redu¬
ciendo lo esencial de la trama en sesenta minutos. Leni Riefenstahl,
por el contrario, pretendía hacer una obra con vocación artística en
la que la imagen idealizada de la realidad y los Leitmotiv operísticos
propusieran la construcción de un mundo. La directora empezó a
trabajar en el proyecto cuando recibió el encargo de preparar el rodaje
de Triumph des Willens. Leni Riefenstahl convenció al director
Walter Ruttman para que empezara a colaborar en Triumph des
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en 1934
Según certifica Renata Berg-Pan en un libro monográfico, Leni Riefenstahl había
visto representada en Berlín la ópera Tiefland de Eugen D'Albert y la había
marcado profundamente (Renata Berg-Pan, Leni Riefenstahl, Boston, Twayne
Publishers, 1989, p. 167).
164
ANGEL QUINTANA
Willens, trabajando con materiales de archivo en una aproximación
a la historia del partido nazi. Mientras, efectuó un primer viaje a
España para buscar localizaciones, pero durante el viaje le fue
notificado que el presupuesto sólo permitía rodar en estudio y no en
paisajes naturales. Por otra parte, las antiguas filiaciones protocomunistas y vanguardistas de Ruttman le impidieron involucrarse a
fondo en la película sobre el partido, por lo que Leni Riefenstahl
decidió aparcar por primera vez Tieflaruf.
En 1940, cuando reanudó con más presupuesto la producción, el
Ministerio de Propaganda alemán presidido por Goebbels le desa¬
consejó que rodase en España, debido a la tensa situación de
posguena. Leni construyó un poblado español en Mittenwald, ima
zona de los Alpes cercana a Baviera. Durante la primera etapa del
rodaje alpino se produjo una polémica con las autoridades nazis. Para
poder disponer de figurantes de aspecto meridional, reclutò gitanos
del campo de trabajo de Leopoldskren, cerca de Salzburgo. El Reich
no acogió con agrado la decisión porque utilizaba gente de raza no
aria. Con los años, la utilización de prisioneros se ha convertido en
una acción inmoral que ha perseguido a la cineasta durante su
existencia4. En 1942, Leni Riefenstahl rodó algunas escenas en los
estudios Babelsberg de Berlín. Debido a una repentina enfermedad,
la cineasta fue substituida, durante algunos días, por G. W. Pabst
quien, tal como constata Charles Ford, dirigió algunas escenas
Audrey Salkeld, A portrait of Leni Riefenstahl, Londres, Jonathan Cape, 1996,
pp. 129-130.
El cineasta Ray Müller certifica en el documental Leni Riefenstahl. Die Macht
der Bilder (1993) que la cineasta utilizó gitanos de los campos de concentración,
hecho que es negado enérgicamente por la directora. El texto de la entrevista que
integra el documental está publicado en el libro de Sandrine Vemet y Klaus
Gerke, Leni Riefenstahl. Le pouvoir des images, Paris, Éditions K. Films, 1995,
pp. 85-86. En el libro de memorias, la directora también niega este hecho
afirmando que los gitanos fueron contratados en un campamento cerca de
Estrasburgo, sin especificar de qué tipo de campamento se trataba (cfr. Leni
Riefenstahl, Memorias, Barcelona, Lumen, 1991, p. 251). El tema también inspiró
uno de los episodios de la película de Femando Trueba, La niña de tus ojos.
DE ANGEL GUIMERA A LENI RIEFENSTAHL
165
interpretadas por los actores Maria Köppenhöfer y Aribet Wäscher5.
Leni Riefenstahl tuvo que abandonar los estudios de la UFA porque
el Ministerio de Propaganda decidió que durante los últimos años de
la guena se filmasen otras obras que reflejaran directamente los
intereses ideológicos del régimen. En 1944, después de conocer la
noticia de la muerte de su padre y de su hermano en el frente, Leni
finalizó el rodaje en Praga, en los estudios Banandov, momento que
coincidió con la entrada de las tropas alemanas a Berlín. Antes de
que el rodaje de Tiefland fuera interrumpido la directora estuvo en
España en 1945, donde rodó algunas imágenes con una Arriflex, pero
las autoridades francesas le incautaron el material6.
Debido a la mina financiera de la productora Riefenstahl Film, que
asumió el proyecto de forma personalizada, el negativo fue secues¬
trado, algunas tomas se perdieron, y la cineasta pudo montar, gracias
a la ayuda financiera ofrecida por la sociedad Plessner Films en 1951,
una película diferente de la que había previsto inicialmente. El trabajo
de sonorización se realizó en estudio y los músicos Herbert Windt y
Giuseppe Becce este último, responsable de las partituras originales
para el acompañaniento musical de algunas películas de Murnau
reciclaron los Leitmotiv de la ópera de Eugen D'Albert. Los proble¬
mas burocráticos provocados por el secuestro del negativo y los
problemas financieros retardaron el estreno en Stuttgart en septiembre
de 1954. Los problemas financieros
convirtieron
y políticos
Tiefland en una obsesión para su directora. Leni Riefenstahl quería
convertir la película en la afirmación de su concepción del arte
cinematográfico, en la obra que le permitiera construir una imagen
alejada de la política, de su filiación con los postulados del nazismo.
¿Sin embargo, era Tiefland un drama tan alejado de la política?
¿Cuáles eran sus implicaciones ideológicas?
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Charles Ford, Leni Riefenstahl, Paris, La Table Ronde, 1978, p. 122.
Estos datos fueron confirmados por la propia cineasta en una entrevista publicada
en Archivos (cfr. Esteve Riambau-Mirito Torreiro, "Soy una persona extremada¬
mente liberal. Entrevista con Leni Riefenstahl", Archivos de la Filmoteca, n" 12,
abril-junio 1993, pp. 48-55).
ANGEL QUINTANA
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Tiefland y el nacionalismo alemán
Tiefland no es una película que haya despertado demasiadas
pasiones, ni controversias. Las monografías sobre la cineasta la
asocian con las películas de montaña los Bergfilms que protagonizó
bajo la dirección de Arnold Franck y, como la prolongación de su
primer largometraje, la película de montaña Das Blaue Licht (1932).
Frente a las películas de afirmación nazi, como Triumph des Willens
y Olimpia, los Bergfilms aparecen como la afirmación de una serie
de elementos protonazis, como la comunión mística entre el hombre
su tiena
y el paisaje
y la lucha heroica contra los elementos.
Factor que ha sido vertebrado a partir del famoso texto de Susan
Sontag, Fascinating Fascism donde considera que las películas de
montaña ideadas por Franck, como vehículo para Riefenstahl, son una
antología de sentimientos protonazis7 y sobre todo gracias a la obra
de Siegfried Kracauer, De Caligari a Hitler, donde afirma que el
crecimiento de las tendencias nazis durante el período prehitleriano
estuvo acompañada de una evolución específica de los Bergfilms de
Arnold Franck, protagonizadas por Leni Riefenstahl8. Ni Sontag, ni
Kracauer matizan cuáles son los orígenes de la mitología de montaña,
factor que ha provocado que en algunas monografías figuren como un
fenómeno cinematográfico autónomo, nuevo en la cultura alemana.
Sin embargo, las películas de Arnold Franck no hacían más que
proyectar en el cinematógrafo los fundamentos de una tradición
cultural surgida en Alemania durante el siglo XIX, de la que Tiefland
también debía formar parte.
Durante el siglo XIX, en el momento de la construcción de los
diferentes nacionalismos europeos y de la unificación nacional
alemana, se recurrió a la edificación de diferentes estructuras
-
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7
8
-
Susan Sontag, "Fascinating Fascism", en Bill Nichols (ed.), Movies and Methods,
Los Angeles, University of California Press, 1975.
Siegfried Kracauer, De Caligari a Hitler, Barcelona, Paidós, 1989, p. 240 (From
Caligari to Hitler. A Psychological History of German Film, Princeton University
Press, 1947).
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simbólicas que debían ponerse de manifiesto tanto en la arquitectura
y la pintura, como en la literatura o el drama. En la cultura popular
alemana del XIX, uno de los elementos claves de la construcción
nacionalista fue el establecimiento de las bases culturales de la
llamada tradición völkisch, en cuyo interior se encuentra el concepto
de Volk, cuyo significado literal es pueblo, entendido desde una
perspectiva mítica estrechamente relacionada con la idea de raza. El
concepto de Volk parte de la conciencia mítica de la idea de nación,
establecida mediante la recuperación de los valores legendarios y las
tradiciones ancestrales. El principal enemigo de la cultura mítica es
la civilización moderna porque introduce el caos y destruye la
tradición. Frente a las diferentes formas de progreso perpetradas en
el siglo XIX, la cultura völkisch posee un carácter antiprogresista,
antiurbano y antiindustrial, ya que sus fundamentos se encuentran en
la relación establecida entre el pueblo y la tiena símbolo material
de la nación -, entre el hombre y el paisaje. El hombre puro, que es
visto como el ideal de la raza, debe mantenerse en un estadio mítico,
situarse en contacto con la naturaleza y alejado del mundo del
comercio. Este hombre puro también debe desconfiar de los extran¬
jeros, de los seres de otras razas, ya que pueden destruir la fuerza de
la nación. En sus memorias, Albert Speer, arquitecto y ministro de
armamento de Hitler, recuerda la importancia que estos principios
tuvieron en su formación, heredados de su profesor Heinrich
Tessenow, quien consideraba que el auténtico arte debía nacer del
pueblo y no de su internacionalización. También odiaba el carácter
caótico y corruptor de la gran ciudad porque era una mezcla confusa
de lo viejo y lo nuevo, por lo que anulaba el auténtico pensamiento:
el pensamiento de la forma rural9.
La cultura völkisch, que encuentra motivos de inspiración estética
en el romanticismo alemán, no debe considerarse, simplemente, como
una cultura protonazi. Tal como ha indicado Leonardo Quaresima, el
völkisch "posee unas líneas de evolución específicas y autónomas, y
-
Albert Speer, Memorias, Barcelona, El Acantilado, 2001, p. 36.
ANGEL QUINTANA
168
atraviesa casi un siglo de la vida cultural y política alemana. Es cierto
que en ella podemos encontrar las bases del nacionalsocialismo, pero
su historia no puede ser reescrita de forma unidireccional a partir de
su especificación extrema"10. La cultura nazi heredará algunos
elementos de dicha cultura, pero introducirá otros elementos para
configurar un pensamiento y una estética, en la que también se ponen
en tensión algunos problemas inherentes a la modernidad. El nazismo
no puede odiar la gran ciudad, debe buscar un urbanismo grandilo¬
cuente que ponga la gran ciudad en la órbita de la tradición imperial,
tampoco puede odiar la industrialización porque se convirtió en uno
de los grandes fenómenos de su cultura. Como en todos los totali¬
tarismos del siglo XX, en el interior del nazismo existe una tensión
entre los límites de la racionalidad
que se proyecta en el arte a
partir de valores de carácter neoclásico y los principios naciona¬
listas que invocan un tiempo inmortalizado, heredero de las tradi¬
ciones y del conocimiento de carácter mítico.
La cultura völkisch encuentra su proyección estética en las bases
de una determinada cultura idealista del arte, que empezó su
proyección en el periodo romántico, en la construcción del drama
banoco en el que el héroe trágico y la acción trágica se opondrían
al destino trágico11
y en la sistematización posterior de la teoría
idealista del drama expuesta por Hegel, en su Estética12. En
oposición a la idea aristotélica de tragedia, el drama idealista se
caracteriza por otorgar más importancia al personaje que a la trama,
su elemento fundamental es la reivindicación de la voluntad del héroe
y el estudio de los límites de dicha voluntad. La tragedia idealista no
debe compadecerse del sufrimiento de sus personajes, ya que el héroe
debe sufrir su propia caída, a partir de la cual debe acabar impo¬
niéndose. Los actos del héroe marcan el sentido de la tragedia y las
la
contingencias extemas, de las que éste no es responsable
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Leonardo Quaresima, Leni Riefenstahl, Florencia, La Nuova Italia, 1985, p. 37.
Walter Benjamin, Origine du drame baroque allemand, Paris, Flammarion, 1985,
p. 257.
G.W.F. Hegel, Estética I, Barcelona, Península, pp. 139-230.
DE ANGEL GUIMERA A LENI RIEFENSTAHL
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enfermedad, el azar -, poseen una importancia secundaria. El drama
parte de una situación inicial que pone al héroe en compromiso y lo
conduce a afrontar su propio destino. Para Hegel, los principales
conflictos son los del espíritu, ya que ayudan a definir la identidad
del héroe. En Tiefland de Leni Riefenstahl, el personaje central del
drama es Pedro, un pastor que vive en un estadio de paz espiritual.
Una circunstancia extema
la boda pactada con Marta
pone al
personaje en una situación de compromiso y lo aboca hacia una caída
inemediable; durante su caída descubrirá las trampas de lo real frente
al mundo idealizado donde se ha protegido. La fuerza espiritual
exterior ayudará a Pedro a imponerse contra el mal, a convertirse en
héroe y a poder volver al espacio de la pureza perdido. Los ideales
y la fuerza interior son los que hacen actuar al personaje y permiten
que se imponga su voluntad.
-
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Terra Baixa y
el nacionalismo catalán
¿De qué modo estos elementos propios de la cultura völkisch
alemana pueden encontrar su conespondencia con los elementos
míticos de la obra original de Ángel Guimerà? Para contestar dicha
pregunta es preciso constatar dos temas importantes: la forma como
Terra Baixa puede considerarse como la proyección, en unos
momentos cercanos al inicio del modernismo, de algunas de las
tensiones claves de la Renaixença catalana y otra, el modo cómo a
partir del estreno de la obra, el 28 de noviembre de 1894, esta tuvo
una rápida proyección internacional debido a que reflejaba la
influencia que en las diferentes culturas europeas tenían los postu¬
lados idealistas.
Terra Baixa sitúa su acción en un tiempo indefinido, en un espacio
geográfico más o menos inconcreto el Pirineo catalán -, marcado
por la contraposición entre la tierra alta y la tierra bajcP. En la
tierra baja, Sebastià, propietario rural en plena decadencia económica
-
Ángel Guimerà, Teatre, Barcelona, Edicions 62/La Caixa, 1979.
ANGEL QUINTANA
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y moral, está obligado a casarse con una rica heredera para salvar sus
tienas. Este matrimonio de conveniencia no es fácil de realizar:
Sebastià posee una amante, Marta, encargada del molino, a la que
desea y a la que no está dispuesto a renunciar. Sebastià decide casar
a Marta para alejarla de toda sospecha. El candidato para convertirse
en marido es Manelic transformado en Pedro, en la película -, un
pastor que vive en los Pirineos, solo con su rebaño. Es ingenuo,
simple, sensible, justo y esencialmente bueno. Está más enamorado
de la idea de mujer que de la mujer real. Su obsesión por la mujer
idealizada lo lleva a aceptar la oferta de su amo, por lo que decide
bajar a la tierra baja para casarse con Marta. El drama de Guimerà
ananca cuando los campesinos de la hacienda de Sebastià comentan
la boda de Marta con Manelic, a quien contemplan como un salvaje.
Marta por su parte vive una situación límite entre la aversión a la
boda y la imposibilidad de tomar ninguna decisión drástica. Marta es
presentada como un personaje sin voluntad, que se deja conducir
pasivamente al altar. Para Manelic la bajada a la terra baixa
representa el descubrimiento del mal y de la realidad. Frente a la
mirada limpia de Manelic, la tierra baja se manifiesta como el
espacio de las bajas pasiones, la hipocresía, el engaño, la insolidaridad y la mezquindad. El momento de la revelación se produce
durante la noche de boda. Manelic cuenta su experiencia en la
montaña estableciendo un paralelismo entre la figura del lobo y su
amo Sebastià -, toma conciencia de la maldad y decide volver a las
montañas. Al oír a Manelic, Marta comprende la existencia de otra
realidad, reconoce la bondad natural y encuentra en el pastor una
posibilidad de redención. Marta consigue superar su incapacidad de
actuación y asciende hacia la montaña. Cuando se encuentra frente a
Sebastià le recuerda el poder que tiene sobre ella
como amo y
amante y se rebela. El retomo de Manelic a las montañas representa
un segundo nacimiento ya que toma conciencia de la maldad y de la
revuelta individual, deliberada y heroica. El desenlace final del drama
Manelic y el lobo Sebastià.
es la lucha entre el hombre
Terra Baixa se configuró como una especie de depósito mítico de
un determinado pensamiento nacionalista que empezó a gestarse en
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DE ANGEL GUIMERA A LENI RIEFENSTAHL
171
Catalunya alrededor de 1874, cuando las propuestas teóricas y
estéticas de los intelectuales conservadores se impusieron como
materiales para la construcción de una cultura burguesa catalana, que
acabó desertando de algunos de los postulados de esa modernidad
burguesa que ellos mismos representaban, en beneficio de las
construcciones míticas propias de los nacionalismos europeos de
ascendencia romántica. La defensa del historicismo, del catalán como
lengua culta, la recreación de un mundo rural idealizado fueron los
componentes de unas bases que intentaron asentar el orden, la
jerarquía, la disciplina y espiritualismo como los valores básicos que
era preciso oponer a un presente marcado por la tensión entre el
campo y la ciudad14.
El juego de dicotomías que presenta la obra de Guimerà
individuo/masa, ideal/realidad, yo/naturaleza, espíritu/materia-queda
perfectamente representado en la oposición simbólica entre la tierra
alta y la tierra baja. Esta dicotomía simbólica constituye un aspecto
relevante del pensamiento de finales del XIX, profundamente
centrado en una concepción dualista del mundo y del individuo. Las
teorías sobre la voluntad, la ética de la autonealización, el indi¬
vidualismo y la confianza en sí mismo self reliance de R. W.
Emerson se encuentran en la base de la creación de Manelic. El
ascenso hacia las montañas es un acto de rebelión, una rebelión de la
propia voluntad para la construcción de la identidad. La tierra alta es
el espacio del individuo libre, con voluntad, consciente del lugar que
ocupa en el mundo. Es el espacio del individuo que, determinado por
la Naturaleza como materia, ha conseguido por su propia voluntad ir
hacia el espíritu. La tierra alta es un espacio vedado a la multitud, es
el espacio del ideal por excelencia, al que sólo pueden acceder las
individualidades privilegiadas que destacan de la masa amorfa de la
tierra baja, el espacio de la realidad. Dicha tierra baja es un reflejo
de la vida campesina, un tipo de vida y, consecuentemente, de valores
que, desde la creación del estado liberal y el advenimiento del
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14
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Manel Risques (dir.), Historia de la Catalunya Contemporània, Barcelona, Pòrtic,
1999, p. 143.
172
ANGEL QUINTANA
romanticismo, había funcionado como símbolo de la bondad, de la
esencialidad, de la fuerza de la raza, estrechamente relacionada a la
tiena, y que en la Europa de fin de siglo aparece fatalmente perver¬
tido por el materialismo de la civilización moderna. La creación de
la ciudad tentacular, uno de los grandes temas de la literatura
finisecular, es la representación simbólica del caos. En cambio, la
montaña es el símbolo de la pureza, de una pureza que ya no es la
pureza inmediata que ofrece el contacto con la tiena, que determina
la idea de raza, sino de una pureza mítica, casi abstracta. Una pureza
que se opone al advenimiento de la civilización y, consecuentemente,
de la modernidad.
LA PROYECCIÓN DEL DRAMA
En el drama de Guimerà, la búsqueda de dicha pureza se sitúa más
allá de una simple lectura catalanista, ya que propone la construcción
mítica de la identidad. Por esto, no fue extraño que la obra de
Guimerà fuera objeto de múltiples traducciones
al francés, al
italiano, al alemán y al inglés15 y de diferentes versiones teatrales,
fílmicas y operísticas. Las diferentes reelaboraciones que se realizaron
del drama se caracterizaron por su tendencia a españolizar la obra,
tanto en el ámbito musical, como en la construcción del espacio
representativo. Así, por ejemplo, en un estudio sobre Leni Riefen¬
stahl, se constata que, en el momento de plantearse la adaptación de
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15
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Terra Baixa aparece representada en Londres, por primera vez en 1903, con el
título de The Wolf. En 1910, se representa en Londres la versión inglesa de
Tiefland, con el libreto de Rudolph Lothar, traducido por M.H. Elkin. En 1915,
aparece en Norteamérica una traducción de Wallace Gillpatrick de la obra con el
título de Martha of the low lands. Esta versión fue realizada un año después de
que Terra Baixa fuera adaptada al cine, en Hollywood, con el título de Martha
of the low lands, bajo la dirección de J. Searle Dawley, interpretada por Bertha
Kallick y Wellington A. Place. Anteriormente, en 1913, ya había sido llevada al
cine en Argentina, en una película dirigida por Mario Gallo. Entre las versiones
insólitas de Terra Baixa, existe la adaptación dirigida en Japón, por Kenji
Mizoguchi en 1924 titulada Jin Kyo (El mundo de aquí abajo).
DE ANGEL GUIMERA A LENI RIEFENSTAHL
173
la ópera en 1934, el relato debía ubicarse en "España durante la época
de Goya", con virtiendo un determinado referente pictórico en modelo
iconográfico y en representación de una determinada idea de
españolidad16.
La versión operística más popular fue estrenada en Praga el 15 de
noviembre de 1903. Su título es Tiefland y estaba compuesta por
Eugen D'Albert, músico de origen escocés que llevó a cabo su
cañera en Alemania, y partía de un libreto de Rudolph Lothar17.
Dicha versión incorpora algunos momentos musicales de inspiración
española sobre todo la utilización de las castañuelas en una danza
que cieña el final del segundo acto de la ópera
y transforma
algunos nombres propios Manelic se convierte en Pedro y Sebastià
se italianiza en Sebastiano -. La incorporación de motivos andaluces/
españoles era un factor ineludible en la Europa de principios de siglo,
sobre todo si tenemos en cuenta que el éxito de Carmen de Bizet
estableció las líneas maestras del tópico europeista de la españolada.
Las castañuelas y ciertos ritmos flamencos son algunas de las marcas
de exotismo presentes en el interior de una ópera, cuya principal
fuente de inspiración musical eran los grandes motivos sinfónicos de
la ópera de Wagner. Los motivos musicales principales de la ópera
son una serie de Leitmotiv que remiten hacia las acciones principales
del drama: el mundo de la montaña es representado por una serie de
modelos melódicos estereotipados que se repiten, mientras el mundo
de la tierra baja se encuentra reforzado por una serie de disonancias
instrumentales en el uso de los instmmentos de metal.
La ópera de Eugen D'Albert está considerada como la única
contribución alemana al verismo, factor que se pone en evidencia con
la italianización de algunos nombres y el hecho de que se trata de
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Audrey Salkeld, A portrait of Leni Riefenstahl, p. 126.
En la correspondencia de Àngel Guimerà se certifica la existencia de otra ópera
de Francis Le Borne, titulada La catalanne. En una carta, Guimerà pide a Le
Borne que utilice las melodías de las canciones populares del Pirineo y que no
introduzca música andaluza, ni que españolice con tópicos el marco referencial.
La ópera de Le Bonne es contemporánea a la pieza de Eugen D'Albert.
174
ANGEL QUINTANA
una ópera que marca la crisis de los elementos post-románticos del
drama wagneriano. En un libro sobre el verismo en la ópera, Manfred
Keller considera que "al describir un mundo donde los valores
morales constituyen los puntos fuertes de una intriga se rompía con
el estilo post-romántico que privilegiaba los aspectos feéricos y
épicos"18. Teniendo en cuenta el carácter simbólico del drama y su
adscripción musical a los procedimientos sinfónicos wagnerianos,
resulta difícil contemplar Tiefland como una ópera verista. Los
pastores y campesinos substituyen a los semidioses de la épica
wagneriana pero el substrato mitológico continua existiendo. La
función de la ópera verista fue la de substituir, en un entorno más
próximo a la realidad, el universo clásico del pathos operístico, el
cual se pone de manifiesto en el interior de un drama en el que las
pasiones pueden convertirse en sentimientos abstractos. En la ópera,
la idea del pathos aparece como un dolor que tiene por motivo un
sufrimiento y una desgracia exterior. Este pathos se pone de
manifiesto mediante el afecto. En el transcurso de la ópera el dolor
rige la pasión de los personajes y marca su lirismo, que acaba
proyectándose hacia una liberación del pathos, mediante la destruc¬
ción del mal, representado por la figura simbólica del lobo. El
sufrimiento de los personajes no es un sufrimiento anclado en
la realidad, sino que posee una proyección mítica de carácter
wagneriano. De hecho, Tiefland fue representada por primera vez en
el Gran Teatro del Liceo el 18 de enero de 1910, en plena euforia
wagneriana19.
Si comparamos la estmctura dramática del libreto de Rudolph
Lothar con la obra de Guimerà comprobaremos que, además de las
exigencias de concentración dramática propias de la ópera, existe un
Manfred Keller, Naturalisme, vérisme et réalisme dans l'opéra, Paris,
J.
Urin,
1984, p. 255.
La ópera Tiefland se llegó a representar 12 veces en el Liceo, todas a principios
de siglo. Eugen D'Albert también compuso la ópera Liebesketten (Cadenas de
amor, 1912), inspirada en la obra teatral de Ángel Guimerà, La filia del mar y
trasladada al universo de los pescadores bretones.
DE ANGEL GUIMERA A LENI RIEFENSTAHL
175
desplazamiento del punto de vista hacia la figura de Pedro/Manelic.
El protagonista absoluto es el héroe puro que vive en la tierra alta,
un espacio que en la obra teatral de Guimerà había estado vedado al
espectador y que en la ópera es mostrado durante el transcurso de un
prólogo que preside el primer acto. Dicho prólogo presenta el
universo de Pedro/Manelic como un paradisíaco mundo de soledad,
donde puede llegar a sobrevivir el héroe incontaminado: "Hace tres
meses que no he visto otro hombre. La última vez que vi a alguien
fue hace seis meses"
canta Pedro al inicio de la ópera. Este
personaje solitario es capaz de idealizar, desde su refugio, una
determinada imagen de la mujer, que acabará concretada en Marta.
Al inicio de la ópera, después de que Manelic sueñe con la mujer
ideal, ésta efectúa su aparición. Marta ha realizado un ascenso a la
tierra alta, durante el que conocerá a Pedro/Manelic. En el prólogo
también adquiere gran fuerza dramática la figura simbólica del lobo,
vista como la proyección de la lucha que Pedro emprende contra el
mal, reencamado en la figura de Sebastià.
En la versión cinematográfica de Leni Riefenstahl, la figura del
lobo ocupa un lugar destacado en un prólogo de gran fisicidad, que
se hace eco de la dimensión operística y en el que los Leitmotiv
musicales de la ópera sirven para resaltar el territorio mítico sobre el
que la película sentará sus bases. Uno de los cambios significativos
de la versión operística respecto a la teatral reside en la identi¬
ficación, absoluta y sin matices, del pastor protagonista con el héroe
puro que lucha por el triunfo de su voluntad. El personaje femenino
no actúa, porque sólo existe en el espíritu, como ideal del héroe.
-
LA INTERTEXTUALIDAD CINEMATOGRÁFICA
Leni Riefenstahl adaptó en Tiefland la ópera de D'Albert en la que
la cultura völkisch.
La revisión de la película demuestra que, más allá de la ópera,
Riefenstahl introdujo algunos motivos dramáticos, inexistentes en el
libreto operístico, que demuestran que la cineasta conocía el texto de
Ángel Guimerà. En una entrevista realizada en Barcelona en 1991,
se proyectaron algunos elementos claves de
176
ANGEL QUINTANA
reconoció su deuda con el ascendente teatral: "En la adaptación
utilicé algunos aspectos de la ópera, pero principalmente adapté el
texto de Guimerà. Mi película no es una ópera, sino una traducción
en imágenes de aquello que en la ópera se cantaba"20.
Las declaraciones de la cineasta nos plantean una serie de
interesantes problemas acerca de la intertextualidad de la película y
la forma cómo transforma el pathos dramático, llevado hacia la
abstracción en la ópera, en un elemento nanativo. Para comprender
este juego de traducciones intertextuales, puede ser útil comparar el
proceso establecido entre Guimerà/D' Albert/Riefenstahl, con el juego
presente en Othelo de Orson Welles con Shakespeare y Verdi. En un
estudio sobre la obra de Welles, Youssef Ishaghpour establece una
diferencia esencial entre el mundo de la ópera constmido como la
creación de un artificioso mundo del mito donde predomina la
exigencia absoluta de la pasión y su fatalidad destructora como
contraposición a la tragedia teatral en la que domina el destino
trágico, que propone un camino de emancipación del individuo del
entorno mítico. El paso del teatro a la ópera representa un despla¬
zamiento del drama de lo inteligible a lo expresivo. Aunque onto¬
lògicamente el cine, como reproducción del mundo, guarda pocos
elementos de relación con la ópera, es evidente que a partir de la
constitución del cine clásico como universo de la imagen, de la
ficción y de los afectos ha utilizado el sentido de fatalidad y dolor
propios de la ópera21.
La concepción del arte cinematográfico como construcción, como
espacio de síntesis de las diferentes artes que se transforma en un
factor propicio para la encarnación del mito, se pone de manifiesto
en Tiefland, donde el drama idealista ha sido suplantado por la
proyección de los afectos propios de la ópera. Lo importante es
buscar elementos expresivos a partir de los materiales propios del
20
21
Esteve Riambau-Mirito Torreiro, "Soy una persona extremadamente liberal",
p. 51.
Youssef Ishaghpour, Orson Welles Cinéaste. Une caméra visible, III: Les films
de la période nomade, Paris, Éditions de la Différence, 2001, pp. 132-136.
DE ANGEL GUIMERA A LENI RIEFENSTAHL
177
cinematògrafo. La diferencia esencial con la ópera reside en que la
fuerza pulsional no se pone de manifiesto mediante el uso trascen¬
dente de la música y el canto, sino mediante la fuerza de las
imágenes, mediante la construcción de un aura que las inealiza y les
permite trascender el mundo real que les ha servido de material. El
deseo de Leni Riefenstahl de utilizar el cine como arte puesto de
manifiesto en todas sus intervenciones y textos se proyecta, según
los cánones de la teoría formativa de los años veinte, en la fotogenia
y el montaje. A lo largo de Tiefland existe un cuidado trabajo de
claroscuros fotográficos, que buscan la plasticidad fotogénica de la
imagen, su aura expresiva. A diferencia de los documentales de Leni
Riefenstahl Triumph des Willens y Olimpia -, el montaje adquiere
la plenitud de sentido como elemento de contrapunto, que permite
aislar y subrayar la expresividad de las imágenes.
El trabajo de traducción llevado a cabo por la cineasta, a partir de
los diferentes intertextos que intervienen en la película, se centró en
el paso de la constmcción afectiva propia de la ópera hacia una
construcción novelesca, en la que la fuerza de lo nanado nunca
diluyera la fuerza de lo representado. El problema básico residía en
la forma cómo la película podía dilatar la concentración de la ópera
y hacer visibles el tiempo anterior al drama. Mientras la ópera
concentra el drama de Guimerà, la película de Riefenstahl, lo
expande: existen más espacios, más personajes y una dilatación de la
temporalidad. La cineasta acaba dando forma material a las situa¬
ciones preexistentes las causas que provocan el drama -, creando
una nanatividad cinematográfica.
Si comparamos la película de Leni Riefenstahl con el texto teatral
y el libreto operístico, la primera cosa que sorprende es la multi¬
plicidad de personajes que entran en acción, fruto de la proyección
del drama más allá de sus efectos, a la búsqueda de sus causas.
Muchos personajes que en el drama teatral son citados, en la película
adquieren una materialidad. Así, por ejemplo, en la obra de Guimerà
sabemos que Sebastià quiere casarse con una rica heredera, pero
dicho personaje no tiene nombre, sólo funciona como causa para dar
consistencia al drama. En la película de Riefenstahl dicho personaje
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ANGEL QUINTANA
178
Amelia, hija del marqués de Huesca. Leni Riefenstahl nos muestra
al personaje y incluso construye la escena de la boda entre Amelia y
Sebastià. El segundo elemento clave de la película es la dilatación de
los hechos nanativos, los cuales no son explicados por personajes
secundarios las mujeres que actúan como coro en la pieza teatral
sino representados cronológicamente. La película muestra el momento
en que Marta, hija de unos gitanos, llega a la población de la tierra
baja y nos indica con todo detalle el instante en que seduce por
primera vez a Sebastiano. Para dar más relieve a la dimensión épica
de la película y acentuar el carácter perverso de la tierra baja y del
personaje de Sebastià, la directora construye un conflicto en tomo al
problema del control del agua para el regadío de la tierra baja
Sebastiano niega su agua a los campesinos pero posee un surtidor en
su castillo y busca una proyección colectiva a la revuelta del héroe.
el lobo -, lo hace para
Cuando Pedro se bate contra Sebastiano
redimirse, pero también para salvar al pueblo esclavizado de la tierra
baja. Leni Riefenstahl convierte el héroe en caudillo.
A pesar de otorgar una dimensión colectiva a la figura del héroe,
Leni Riefenstahl no focaliza el relato como en el libreto operístico
alrededor del personaje masculino, sino que, a partir de la figura
del nanador omnisciente cruza el devenir de Pedro con el de Marta.
Los dos personajes se rebelan, toman conciencia y avanzan al unísono
hacia la pureza. El idealista Pedro debe descender de la tierra alta
para realizar un proceso iniciático que lo lleva a enfrentarse con la
realidad, descubriendo sus trampas para poder combatir con el mal y
finalmente liberar al pueblo. La gitana Marta debe abandonar el
mundo del placer y la carnalidad para iniciar su propio camino hacia
la redención, hacia la gloria del espíritu. La voluntad es el motor que
incita a los dos personajes a la revuelta.
Leni Riefenstahl muestra las contradicciones del espíritu, sumido
al mundo de la materialidad y establece un interesante juego de
epifanías, a partir de la función que ejerce la mirada de los perso¬
najes. Dos escenas son claramente ilustrativas de dicho proceso. La
primera escena tiene como elemento determinante la representación
del cuerpo mediante la danza. Pedro y Sebastiano ven por primera
es
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DE ANGEL GUIMERA A LENI RIEFENSTAHL
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vez a Marta personaje interpretado por la propia Leni Riefenstahl
bailando una danza española. El conflicto básico se desanolla entre
el cuerpo y la mirada. La danza alimenta el deseo libidinoso de los
campesinos de una posada castellana, despierta un fuerte anebato
pasional a Sebastiano y sirve para que Pedro pueda construir su ideal
abstracto de mujer pura. El deseo lleva al cuerpo hacia la destrucción
el sexo acaba encenando y pervertiendo a Marta en la tierra
baja -, mientras que la mirada idealista puede llevar al personaje
hacia la purificación espiritual. La danza es un proceso catártico, en
el que el cuerpo se muestra en toda su esencia. El problema funda¬
mental reside en la proyección de la mirada de los personajes sobre
dicho cuerpo. La otra escena claramente epifánica es el momento de
la boda. Pedro observa a su esposa con ilusión e inocencia: ha
conseguido dar forma a su ideal. Un gmpo de grotescos campesinos
observa la escena con maliciosa sonrisa. La mirada de la realidad
pervierte los ideales, pero actúa como terapia para destruir la
inocencia, que para Leni Riefenstahl constituye siempre un freno para
poder conseguir lo absoluto.
En la obra teatral de Guimerà y la ópera de Eugen D'Albert, el
paisaje es un elemento fundamental que condiciona el drama. En la
representación, dicho paisaje actúa como una proyección, basado en
unas formas materiales. Leni Riefenstahl concretiza dicho paisaje, le
otorga una entidad simbólica y realiza un interesante trabajo con una
serie de elementos iconográficos que buscan su apoyo expresivo en
las referencias pictóricas. En la constmcción icònica, Leni Riefenstahl
establece una dicotomía entre dos tipos básicos de referentes: la
pintura española del siglo XVIII y las pinturas románticas alemanas.
Dicho juego de referentes le permite marcar las distancias básicas
entre el paisaje de la tierra baja y el paisaje de la tierra alta.
Tanto en las diferentes entrevistas como en su autobiografía, Leni
Riefenstahl destaca la búsqueda de una plasticidad y el papel que
jugó en la constmcción iconográfica la pintura de Goya. El paisaje de
la tierra baja es un paisaje castellano árido y latifundista, en cuyo
epicentro se halla la silueta grandilocuente de un castillo. Los
campesinos buscan desesperadamente agua para regar las tienas y
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ANGEL QUINTANA
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para poder dar de beber a sus toros de lidia. La tiena árida es un
espacio sin vida, dominado por el vicio, la pasión y las pulsiones
naturales. Lo español realizado a partir de su imagen más tópica
es contemplado como el universo de la pasión y del instinto. Las
montañas, en cambio, son un espacio paradisíaco del que desaparecen
todos los referentes españoles, donde el hombre está en harmonía con
la naturaleza, la luz y el cielo. La tierra alta se constituye como lugar
de las esencias. Iconográficamente, Leni Riefenstahl contrapone la
silueta humana con lo absoluto, certificando las influencias de la
pintura de Caspar Friederich que tal como constata Eric Rentschier,
en un estudio sobre el cine nazi marcaron la representación de la
montaña en el primer largometraje de la cineasta, Das Blaue Licht12.
Mientras la tiena árida es el espacio de la realidad, la montaña es el
espacio de los ideales.
La mezcla de elementos provenientes de la pintura española y de
la pintura romántica alemana parece situar Tiefland en una especie de
no man's land, en el que las cuestiones identitarias no aparecen
condicionadas a ninguna cultura territorial específica. Sin embargo,
este mestizaje entre lo español y lo alemán acaba desplazando la
película hacia su verdadera esencia, su reflejo abstracto de una serie
de preocupaciones que coinciden en un movimiento histórico surgido
en el XIX y proyectado en el siglo XX hacia una determinada
concepción de la ideología y de la estética. El problema que plantea
Tiefland es sobre todo la cuestión del nacionalismo léase nacio¬
nalismo alemán, catalán o español y la certificación de que éste no
se basa en esencias eternas sino en una serie de construcciones.
Guimerà en Terra Baixa recurrió a los parámetros ideológicos del
völkisch alemán para acabar estableciendo un espacio teatral y
dramático de cuyo interior surgieran algunos de los símbolos
esenciales en la constmcción del impulso nacionalista: el apego a la
tiena, el miedo a la civilización, la proyección de los ideales en los
espacios de pureza y la fuerza de la voluntad como camino hacia la
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22
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Eric Rentschier, The Ministry of Illusion. Nazi cinema and its afterlife, Cam¬
bridge, Ma, Harvard University Press, 1996, p. 32.
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181
autonealización. Leni Riefenstahl recuperò, a partir de la ópera de
Eugen D'Albert, todos estos elementos, que ya habían estado
presentes en sus anteriores películas, para realizar otro de sus cantos
a la pureza, a la constmcción de un mundo nacional no contaminado
situado en una esfera ideal, hacia el que debían proyectarse los deseos
humanos. Es evidente que, entre los postulados de Guimerà en la
Catalunya finisecular y los de Leni Riefenstahl en la Alemania nazi
había un camino, el camino que separa el nacionalismo democrático
del nacionalismo fascista, pero también es evidente que los resortes
míticos puestos en juego anunciaban una peligrosa pendiente. Esta
misma pendiente provocó que Leni Riefenstahl, una vez acabada
Tiefland, mirara hacia atrás y observara cómo su paraíso perdido se
había metamorfoseado en un paisaje desolado marcado por el honor
y la barbarie.
Angel Quintana
Universität de Girona
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