LA VANGUARDIA La guerra europea Alemania y Austria contra Francia, Rusia ¿Inglaterra Resumen del día res clonde ocurrieron memorables sucesos, me invadía el alma. Y la recentísima acEl texto de la nota que el gobierno de tualidad de los que se desarrollaron en esos los Estados Unidos ha dirigido recien- campos que yo atravesaba, aumentaban totemente á In laterra es de términos davía mi impulso emocional. muy mesurados y basa su rec'amaclón Nuestro guía iba mostrándonos detallaacerca de las presas 6 retenciones de cargamentos norteamericanos en que damente los innumerables restos de aquela prueba de que van dirigidas á pafs llos días trágicos. Las tierras sombrías y enemigo debe producirse en el acto de fangosas de, la llanura, estaban materialla visita á que tienen derecho los beli- mente sembradas de cartuchos, quemados y gerantes, puro que no deben ser reteni- de cascos de granada, húmedos ya y endos por simples sospechas» causando mohecidos. Los extravagantes coleccionisperjuicios al comercio neutral. tas de objetos macabros, podrían llenar allí En Londres no ha causado dicha no- con mil ejemplares diversos sus arcas y vita violencia alguna, antes al contrario, trinas. Y á cada paso, solicitados por el la prensa celebra su tono correcto y aviso inteligente del guía, mi compañero y elogia á los Estados Unidos. yo veíamos los restos podMdos de árboles El ministro de Holanda en Washing- tronchados, completamente segados, por la ton ha manifestado que el gobierno de metralla como por el corte monstruoso de su pais ha formulado también á Ing a» una hoz gigantesca y divisábamos, espartérra una reclamación análoga á la cidas sobre la tierra obscura, profundas sinorteamericana respecto á la deten- mas abiertas en un instante por la exploción de buques neutrales, por sospe- sión de las granadas alemanas de grueso calibre. chas de contrabando de guerra. queo. Los soldados alemanes comenzaron por destrozar las puertas de la tienda que estaban cerradas. M. Simón, el propietario, protestó airadamente y, según cuentan, cogió un palo y asestó un garrotazo á un soldado prusiano. M. Simón fue preso y fusilado en el acto, contra las mismas paredes de su casa. «Este fue el signo de la destrucción general. Los soldados alemanes llenaron en un instante la calle, de la República y, sin decir palabra, comenzaron á romper jos cristales de las ventanas, arrojando al interior de las casas bombas incendiarias. Yo mismo he visto algunos de esos artefactos. Página 19.—Viernes 1 de Waero de 1915 que al oirlo á sus espaldas el soñoliento jamelgo de Mr. Barnell ha dado un salte tan brusco y extraordinario de espanto, que en menos de un «sí» ha derribado indefectiblemente á su caballero sobre el húmedo suelo.. Yo no he podido acudir en auxilio del desventurado corresponsal, porque me estaba cayendo del caballo de tanto reirme. Pero el guía ha corrido á levantarle á toda prisa y, sin decir palabra ni averiguar la causa del extraño accidente, Mr. Barnett ha subido otra vez á caballo, rígido y silencioso. A las cuatro de la tarde hemos llegado á Creil. Y después de despedir al guía y á sus flacos y asustadizos rocines, Mr. Barnett y yo, envueltos en las sombras del crepúsculo, hemos ido recorriendo la población. Una cuarta parte de los edificios está reducida á escombros. Como en Senlis lacalle de la República, la de Gambetta en Creil se halla completamente arruinada, desde las orillas del Oise hasta más allá de la estación del ferrocarril, hacia los barrios pobres que rodean la carretera de Noent-les-Vierges. Según me dijo una vieja mujer á quien he preguntado,.en Creil los alemanes fusilaron también á' algunos de sus habitantes. A las cinco menos cuarto y en plena obscuridad, Mr. Barnett y yo nos hemos despedido de aquellos tristes y atormentados lugares y, tomando el tren que bajaba de Roye, hemos vuelto á París. Al llegar á la estación del Norte, Mr. Barnett me ha dado su mano y después de indicarme su domicilio y de rogarme que fuera á visitarle, se ha despedido rápidamente y ha desaparecido en el interior de un auto de alquiler. Al encontrarme yo solo y de nuevo en París, la escasa animación de la ¡capital me ha parecido alegre y bulliciosa en extremo, comparada con la horrible soledad de los campos y aldeas del Oise. Y me ha parecido que cuanto acababa de ver no era más que una imaginación atormentada y terrible, provocada por la compañía de ese misterioso personaje, de Mr. Barnett, alto, escuálido, enigmático v fascinador, •como una moderna reencarnación en forma de corresponsal del Chicago Express, del alma astuta y maligna del viejo Meflstófele. Son á manera de pequeñas redomas de cristal, líenas de ácidos explosivos. Al romperse en el suelo, se produce un estallido instantáneo y aparece en seguida una llamarada enorme, que es imposible extinuir. Al mismo tiempo que comenzaba el saqueo de la calle de la República, las fuerzas alemanas asaltaban la Prefectura, se amparaban de las bombas de incendios y las destruían. Los habitantes de las casas asaltadas, locos de terror, corrían despavoridos por las calles, gritando y llorando. Aquella noche, toda la villa apareció iluminada por las hogueras de los incendios. «Algunas casas de la población, como el Hotel du Nord y el Hotel de la Gare, no fueron destruidas hasta más tarde, después que los alemanes so hubieron aprove•hadb de sus provisiones. «Durante los días que el enemigo permaneció en Senlis, fueron fusilados sesenAl dar la vuelta á un: recodo del cami- ta de sus habitantes. M. Oden, el alcalde La última nota alemana acusa una situación casi estacionada por com- no, nuestro guía se ha parado de: pronto del pueblo, fue llevado preso á Chernant, pleto en el frente oriental. En algu- ante. un ligero montículo de tierra, pare* donde estaba el Estado Mayor prusiano, nos puntos los alemanes han tomado cido á esos pequeños terraplenes, llamados —allí mismo, en ese pueblo que se ve desla ofensiva, pero la situación no se ha hormigueros, que hacen losv campesinos al de aquí,—y después de ser condenado á modificado. llegar el otoño y antes de la siembra, para muerte, fue fusilado y enterrado cabeza destruir las orugas que amenazan comerse abajo, con los pies al aire». Según la nota oficial francesa la jor- las nuevas semillas. Mr. Barnett y yo heEl guía se ha callado de pronto. Un nada del día 3 0 fue tranquila del mar al mos parado nuestros cansados jamelgos, y temblor convulsivo agitaba sus labios, ruAisne. En la Champaña hemos tomado entonces el guía nos ha preguntado, señados y enérgicos. M. Barnett me ha mirado algunas trincheras enemigas como también entre el Mosa y el Mótela, y en lando con la mano aquel montón de tie- sonriéndose y me ha dicho en tono casi burlón: otros puntes hemos rechazado varios rra: —Ya estará usted satisfecho. Porfinha contra ataques enemigos, obteniendo —¿Saben ustedes -qué es esto? pequeñas ventajas. Mi compañero y yo nos hemos mirado podido usted proporcionarse los datos que ansiaba. En cambio, ¿á qué no sabe usted El Regente de Serbia en agradeci- mutuamente. ¿Sería el resto de una trin- decirme, aproximadamente, cuántos millochera? El guía, al.ver nuestra perplejidad, miento ai valor y lealtad de las tropas nes de francos representan las pérdidas de la Nueva Serbia ha extendido á estas ha respondido al momento, quitándose con materiales de Senlis? gesto simple y respetuoso el ancho somprovincias t a i beneficios de la ConstiGAZIEL El guía ha respondido en mi lugar, brero que llevaba puesto:; tución. con ingenuidad y llaneza: —Esto es una tumba. Aquí están ente—El dinero es lo de menos, señor. Lo Los turcos han retirado una parte rrados en un mismo montón, soldados DE LA GUERRA considerable de sus fuerzas de la fron- franceses, ingleses y alemanes. Todo el que importa son esas sesenta víctimas ino^tera de la Tracia, para aumentarlas campo está lleno de tumbas parecidas. centes de que yo he hablado. que combaten oontra los rusos en el Por toda réplica el corresponsal del Y con un gesto lento y mesurado, el Gáucaso. guía iba señalando á nuestra muda admi- Chicago Express se ha levantado, y con su ración, innumerables montículos.que apa- gesto fácil y extraordinario á la vez, alNo sé cuando fue: solo sé guie ocurrió en los recían esparcidos por la soledad del cam- zando tan sólo la pierna, ha montado de campas de una pequeña nación de héroes, po. Mr. Barnett, tétrico, alto y silencioso improviso sobre su pobre jamelgo que an- donde las mujeres engrasan las armas que. como un espectro, se ha quitado con un daba paciendo. Y como si Mr. Barnett fue- ponen en las manos de sus esposos, donde las hacen jurar venganza á sus hijos angesto instintivo su sombrero á cuadros. Yo ra nuestro jefe y aquella su señal, nos pu- madres te las ruinas humeantes de sus hogares; en he descubierto también mi cabeza al aire simos todos otra vez en camino. campos devastados, de húmeda tierra Es verdaderamente notable la extraña unos frío y húmedo que flotaba en el campo. envuelta por espeso cejo que se •extiende sobre LAS RIBERAS DEL OISE Y el guía, hurgando suavemente con la sijgestión efue Mr. Barnett infundía con ella, como un inmenso sudario. Hacía largas horas que en ellos se sostepunta de un palo la tierra fangosa del mon- sus gestos y palabras. Cuando él se ha leCreil, M de diciembre. tón, nos ha hecho ver, confusos y deste- vantado, yo estaba todavía mondando un nía terrible batalla: los cañones no cesaban A ambos lados de la (jarretera que va ñidos por la humedad y los días—sola- pedazo dé queso de Brie y tenía á mi lado de vomitar fuego y el incendio iluminaba con de Senlis á Nanteuil-le-Haudoin, se extien- mente los días!—pedazos grises y azulados hasta un cuarto del vina más claro y gusr- tragúeos resplandores la vasta campiña: la acde una inmensa y dilatada llanura, salpi- de uniformes guerreros, que habían sido toso de Graves. Con todo, me he leVanta- ción parecía indecisa, cuando de pronto uno de combatientes empezó á debilitarse, viéncada por las masas cenicientas de pequeñas enterrados con los cuerpos muertos bajo do sin protesta alguna y, llamando al guía los sus fuerzas. aldeas, atravesada por las líneas tortuosas aquel triste y solitario monumento. Yo he para que me ayudara, puesto que después doseEncomprometí'd¡as tan crítica s'i'tuia.eión y para salivar «>1 de caminos desiertos, húmeda, encharcada mirado con atención á todos lados: ni una de comer no me sentí con ánimo para peligro ordenóse á un regimiento, cuya bany sombría, con algunos árboles desnudos y simple leyenda, ni el nombre escueto de asaltar emoo un tigre á mi flácido potro, dera se cubrió de gloria en cien batallas, que tristes, elevándose solitariamente entre las los héroes caídos, ni un leve recuerdo, ni suavemente y como llevado en andas he acudiese en auxilio de los que iban á ser vendos grandes planicies de la tierra y del una cruz sacrosanta coronando la tumba!... montado en la silla. Y, á la buena de Dios, cidos. Hizolo así aquel cuerpo formado por escogidos y avanzó iiesuelltamente cielo. Al mediodía hemos abandonado la ca- sin tomar las riendas y con las piernas hombres contra el enemigo. Pero de pronto, cuando haEn primavera, cuando los campos cla- rretera nacional, para retroceder por un colgando, el queso en una mano y la bo- bía salivado unos cien metros escasamente, ros reverdecen bajo la tierna y renovada estrecho sendero que, por la selva de Ha- tella en la otra, he ido dejando que mi los solidados se detuvieron: mucihos, muchísitransparencia del cielo, estas anchas llanu- latte, debía llevarnos hasta Creil. Y des- cabalgadura siguiese á su antojo el rastro mos caían barridos por el fuego: una confusión enorme se produjo y al cabo de unos insras, que se extienden á la orilla derecha pués de andar como una media hora, nos de su compañera que iba delante. Al atravesar Chamant, el guía nos ha tantes las fuerzas que quedaban del regimiendel Otee, aparecen cubiertas de un manto hemos parado en las cercanías de Chato jamás vencido retrocedieron... La batalla aterciopelado de verdura frondosa. En los niant, sobre un pradecillo cubierto de cés- mostrado, á, la entrada del pueblo, el lu- se íiabía perdido. días ardientes del verano, las aguas crista- ped amarillento y raquítico. Allí hemos sa- gar donde fue fusilado é ignominiosamente Ai.' día siguiente en el ca.mpomento del ejérlinas de mil arroyuelos mansos corren y cado nuestras provisiones, y tendiendo en sepulto el cuerpo del pobre alcalde de Sense dilataban con rozagante rumor, bajo las el suelo unas mantas que el guía llevaba á lis. Y después de mirar un momento la cito á quien la fortuna fue con-tra-ria, obserun movimiento inusitado. Fuerzas de tosombras densas del follaje donde cantan las propósito/ nos hemos sentado á comer en si- Casa Consistorial de la villa donde los ale- vóse das las armas acudían á una amplia espionalencio, constreñidos y absortos por la magmanes establecieran su Estado Mayor, por aves. Llegado el otoño con sus cielos áureos da: en ella varios generafas de ailta graduale Plessis-Gharnant, Aumont y le Plessis-1 ción, mudos y silenciosos presenciaban el lley sus noches fragantes, húmedas y estrella- na y lúgubre visión de los campos. das, estas vastas llanuras se visten de un Nuestros pobres jamelgos comían tam- Pommeraie, hemos emprendido el camino gar de las tropas que iban colocándose como cobrizo y tostado ropaje, y las voces pro- bién, vagando lentamente por la frescura de Creil. si fuesen á ser revistadas: por úilitimo llega <J íbamos atravesando la selva de Halan- regimiento que había sido vencido e¡! día anfundas de los cuernos de caza resuenan al del prado. La tarde avanzaba y el cielo iba amanecer, perdidas en la lejanía, hacia las impregnándose de una densa y glacial,hu- te, en medio de un profundo y pavoroso si- terior, ocupando el centro ded cuadro que ias formaban. selvas vecinas de Halatte y d'Ermehonvi- medad que obscurecía poco¡ á poco el am- lencio, envueltos entre la torpe y cenicien- fuerzas Entonces fueron sorteados cien hombres del lle. Pero durante los días breves y riguro- biente. Mr. Barnett comía sin hablar pala- ta vaguedad de la niebla, y custodiados mismo y á medida que un. capitán leía el nomsos de invierno, estas tierras aparecen des- bra y se entregaba á continuas libaciones, por los altos árboles desnudos y negros, bre que correspondía aJ. número sacado ú& nudas y desiertas, empapadas de niebla, con gesto largo é inspirado. Yo he dicho al cuyos troncos verdeaban con manchas de una bolsa, un soffldMdo sa;lía de la línea para cubiertas de lívidas y cenagosas lagunas, guía si habitaba en Senis. Y al respon- fresco y rociado musgo. Yo iba comiendo .colocarse delante del regimiento á unos cien sobrecogidas por un vasto y misterioso si- derme que sí, y al demandarle entonces los últimos restos del queso, y en estas es- pasos de Ja bandera, después de hacer entrega lencio, negras y aletargadas bajo la luz de que me diera detalles sobre la entrada en taba cuando he sentido de súbito que me de sus armas. Cuando los cien hombres estuvieron corroclos soles fugaces. la villa de las fuerzas alemanas, el buen asaltaba el alma una indomable y desenca- tamente formados en líneas de diez, un oficial denada tempestad de risa, al darme cuenPor estos marchitos campos de melan- hombre me ha respondido diciendo: les ordenó <jue avanzaran de frente. Hicíéronlo ta de la extraña quietud que guardábamos v colía, hemos ido avanzando lentamente ~ E s imposible formarse una idea de dirigiéndose hacia la línea de fuego eney al ver ante mí, la figura escuálida así, miga: a.! cabo de umos minutos algunos de al salir de Senlis, montados de la manera lo que fueron para los que vivimos en Sen- todos de Mr. Barnett, meciéndose munidamente ellos cayeron: los restantes siguieron avanestrambótica y casi humillante que ya he lis aquellos días memorables. Durante los referido, y acompañados del guía que Mr. primeros de septiembre, el ejército aliado sobre la espina dorsal de su flaco caballo. zando, con paso firme é igual, hasta que ano creído de pronto que lograría contener tras otro todos fueron derribados par los disBarnett tomara en el Hotel dn Grand Cerf. que venía del Norte, continuó su repliegue He la risa, y me he puesto á beber en la mis- paros del enemigo. Mas una vez repuesto de mi aturdi- hacia París, perseguido por la invasión ma botella para apagar con la frescura del Cuando él último hombre fue muerto, las miento inicial, viendo que mi cabalgadu- alemana. Los. combates librados en estos líquido el ardor de hilaridad que me que- fuerzas que habían presenciado aquella terrira seguía mansamente, su paso ladeado sin mismos campos fueron sobremanera encar- maba por dentro. ble escena desfilaron ante Ja bandera del Rey propasarse en modo alguno, no he podido nizados. Los alemanés bajaban en granmuerto. Las músicas dejaban oír una mar¡Jamás lo hubiera hecho! Porque, en cha y los cornetas lanzabam ail espacio sus menos que alabar en el secreto de mi alma des masas desde Compiegne, arrollando tola excursión organizada por el corresponsal do lo que encontraban á su paso. Pero an- mitad de mi bebida, cuando tenía yo am- notas agudas, en tanto que los sondados de todel Chicago Express. Estábamos atravesan- tes de entrar en Senlis, en el trozo de tie- bos brazos en alto y Ja botella aplicada das las armias saludaban, aquella bandera, que si había quedado manchaxla el día anterior do una extensión de tierra, cuyo recuerdo rra que va desde esta población hasta fuertemente á ínis labios, me ha sobreco- aoaba.ba dé lavarse con la ¡sangre de aquellos quedará eternamente grabado en los ana- Nanteuil-le-Haudouin y , Crépy*en-Valois, gido una racha de risa tan grande, que to- cien hombres qine -avanzaron- desarmados, sin les de la guerra actual. Durante el segundo los alemanes sufrieron considerables.pér- do el líquido que tenía en mi cuerpo ha vaciil.nr ha¡cia é\ fuego enemigo, para, hacer y el tercer día del último septiembre, es- didas. Yo creo- "Ue esta resistencia fue la vuelto á salir expulsado con furia por ofrenda de una vida que horas antes habían tos campos fueron teatro de la lucha gigan- causa de la saña increíble con que los ale- cuantas aberturas ha hallado en mi rostro. regateado á su patria... No sé, repi-to, cuando ocwrrW este terrible Y lo peor ha sido que, yo no sé porqué tesca entablada entre las fuerzas alemanas manes entraron en 'Senlis. »A1 llegar los alemanes, se produjo en rara combinación musical, mi botella se ha episodio. Solo sé que se desarrolló en Jos camque marchaban sobre París, y las tropas una nación ée héroes, donde las mafranco-inglesas que iban retirándose len- el pueblo una confusión espantosa. ¿Ha vis llenado por modo tan sonoro del Viento re- pos de hacen jurnr venganza ñ srt-? hijos ante la» tamente, abandonando el terreno palmo á to usted á la entradadel faubourg Saint tozón que me brotaba del cuerpo, que co- dres mo trompa mágica é improvisada ha des- ruinas humeantes de sus hogares. palmo. Esa sensación profunda é indefini- Martin una tienda de tabaco completarnen J. M. DE S. üedido una voz ó rugido tan fuerte y feroz, ble crae nos penetra á la vista de los luga- te destruida? Pues por allí FANTASÍAS Por los campos de batalla