Día 19

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Dia
19
“También les digo lo siguiente: si dos de ustedes se ponen de acuerdo aquí en la tierra con
respecto a cualquier cosa que pidan, mi Padre que está en el cielo la hará. Pues donde se
reúnen dos o tres en mi nombre, yo estoy allí entre ellos.”
Mateo 18:19-20 (ntv)
Se necesitan dos
La misionera noruega María Monsen había alcanzado un punto en su vida donde llegó a cuestionar el poder de
la oración. Ella deseaba ver el río de Dios inundar una China espiritualmente seca, pero no veía la manera de
que fuera una realidad. Pero un día se enteró que la fuente del poderoso Río Yang-Tsé comenzó con unas
diminutas gotas de lluvia que se “juntaron” en lo alto de las montañas. De este modo, María buscó a un
compañero de oración que se uniera a ella en reclamar la promesa de Jesús “… que si dos de vosotros se
pusieren de acuerdo en la tierra acerca de cualquier cosa que pidieren, les será hecho por mi Padre que esta
en los cielos” (Mateo 18:19). Cuándo ella finalmente encontró a alguien exclamó, “El despertar ha comenzado,
dos de nosotros estamos de acuerdo!” Las gotas de lluvia del avivamiento se estaban uniendo.
Pronto, aproximadamente 40 Cristianos se reunían en una ciudad en China del Norte para orar cuatro veces
por día, comenzando al amanecer. Cuando el avivamiento vino, nacieron de nuevo más personas en ese año
que en ningún otro año anterior en China del Norte. Un misionero estimó que 3,000 personas vinieron a Cristo
en su ciudad. La gente, incluso pastores y misioneros, experimentaron una vida cristiana más profunda que
nunca antes. Un espíritu de oración fue derramado en la iglesia, y muchas veces las reuniones de oración
duraban dos o tres horas. Incluso las oraciones de niños llevaron a sus padres y profesores a la salvación. En
1932, después de varios años de que las personas se mantuvieron juntas en oración, el avivamiento vino a
China del Norte ... todo aquello sucedió porque cristianos se unieron a buscar el gran propósito de Jesús!
Dios quiere que nosotros nos asociemos el uno con el otro, porque la conexión en la oración es poderosa y
bíblica. En Eclesiastés, leemos “dos es mejor que uno” “y una cuerda de tres hilos no se rompe rápidamente.”
Él nos creó para vivir con otros, y desea que nos asociemos con otros Cristianos para ponernos de acuerdo y
orar por que la presencia y el poder de Dios ocupen nuestra vida, familias y lugar de trabajo.
Cuando busques un compañero de oración, busca a alguien que tenga un carácter cristiano fuerte y esté
envuelto en una iglesia local. Tu tienes que buscar a una persona que también esté buscando a Dios y que
trata de parecerse a El. Esto te dará un fundamento de confianza, y así podrán comenzar a compartir
oraciones confidenciales el uno con el otro.
Cuando Jesús estuvo en la tierra, Sus discípulos eran Sus compañeros de oración. Cada discípulo fue elegido
por Jesús mediante la oración para estar a Su lado y trabajar juntos. Muchas veces Jesús oraba con sus
discípulos. Lucas 9:28 dice, “Tomó a Pedro, a Juan y a Jacobo, y subió al monte a orar.” Y tal como Jesús y sus
discípulos, Dios desea que nosotros tengamos a gente en nuestra vida que nos acompañe en oración … gente
que ore, crea, ria y llore con nosotros. Filipenses 2:1–2 dice, “Por tanto, si hay alguna consolación en Cristo, si
algún consuelo de amor, si alguna comunión del Espíritu, si algún afecto entrañable, si alguna misericordia,
completad mi gozo, sintiendo lo mismo, teniendo el mismo amor, unánimes, sintiendo una misma cosa.”
Dios busca aquellos que se unen y oran a través de lo mundano, lo agitado y lo trágico. Al asociarnos con El y
con otros, levantemos su nombre y busquemos su voluntad!
Hay un poder inusual en la oración colectiva. Dios ha planificado que su pueblo se una para
orar, no sólo por compañerismo, nutrición espiritual y crecimiento, sino también para llevar a
cabo Sus propósitos divinos y alcanzar Sus metas elegidas.
Wesley L. Duewell
Oración:
Padre, gracias por invitarnos a estar contigo en oración para traer Tu voluntad del cielo a la tierra. Muéstrenos
a aquellos que tu has designado a acompañarnos en oración. Muéstrame como ser una persona que sea digna
de asociarse con otros. En el nombre de Jesús, Amén.
Acción:
! Pídele al Señor que te muestre quien el tiene designado como tu compañero de oración.
! Examina tu propio corazón antes de acompañar a otra persona.
! Permanezcan unidos el uno con el otro y establezcan tiempos regulares para reunirse y orar juntos por
necesidades de cada uno.
Para estudiar más:
Eclesiastés 4:9–12
Ezequiel 22:30
Hechos 2:1–3
Santiago 5:16
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