TEMA I. LAS RELACIONES INTERPERSONALES

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TEMA I. LAS RELACIONES INTERPERSONALES
En los últimos años los psicólogos sociales han empezado a centrarse en el amor y en las
relaciones íntimas (Hatfield y Rapson, 1993) y también en la representación cognitiva de las
relaciones sociales. Dada la importancia que la mayoría de gente otorga a la familia, la
amistad, el amor y al matrimonio, podría parecer una meta decisiva de los científicos de la
conducta para aprender tanto como sea posible sobre el éxito y el fracaso personal.
Las primeras relaciones interdependientes: Interacciones familiares y amigos íntimos
versus soledad
El elemento común en todas las relaciones íntimas es la interdependencia, una asociación
interpersonal en la que dos personas influyen en la vida del otro de forma consistente y
recíproca, enfocan sus pensamientos y emociones sobre el otro, y se implican regularmente en
actividades conjuntas. Esta interdependencia tiene lugar a través de grupos de edad y entre
individuos que representan relaciones bastante distintas.
Para los estudiantes (Berscheid, Zinder y Omoto, 1989), la única persona en el mundo a la
que se sienten realmente próximas es el novio o la novia, un amigo o un familiar.
Parientes cercanos: todo empieza en la familia
Estilo de apego: la experiencia del niño con su madre. La naturaleza de las relaciones
interpersonales de cada persona se establece en la interacción entre el niño y su primera
cuidadora, normalmente la madre.
Bowlby (1982) propuso que el modo en que una madre interacciona con su hijo tiene como
resultado uno de los tres principales tipos de estilo de apego: o bien seguro o bien uno de los
dos estilos inseguros, evasivo y ambivalente basado en si el niño se siente seguro o inseguro
en esta relación. En realidad, el niño aprende a confiar y amar a otra persona, a desconfiar y
evitar, o una mezcla de los dos.
El estilo de apego se refiere a las diferencias temperamentales causadas por la respuesta
afectiva del niño a estas tempranas interacciones; pero se reconoce que también es posible una
interacción recíproca, es decir, que las diferencias interiores del temperamento del niño
pueden en parte influir en cómo la madre responde a su descendencia.
Hay evidencias de que el apego seguro está asociado a características como el afecto positivo,
la empatía, una autoestima elevada y a interacciones nada conflictivas con los iguales y con
adultos. Los niños inseguros evitadores son hostiles y distantes en las relaciones sociales, y se
resisten a buscar ayuda de adultos cuando se presentan problemas. Los niños inseguros
ambivalentes tienen una tendencia tanto a depender de los adultos como a enfadarse con ellos,
así como a no estar de acuerdo, no mostrar entusiasmo y a ser insociables.
Hazan y Shaver (1990) establecieron una hipótesis: cuando un adulto entra en una relación,
el estilo de apego formado en su infancia determina la naturaleza de esa relación. De estos tres
estilos de apego, sólo los individuos seguros parecían capaces de formar unas relaciones
largas y duraderas, comprometidas y satisfactorias. Debido a que a un adulto con relaciones
íntimas le es posible cambiar su apego personal, el estilo de apego de un niño no significa que
el futuro interpersonal de la persona sea imborrable como una grabación en piedra.
Otros aspectos de las relaciones entre padres e hijos. Aunque los estudios sobre el apego
subrayan la importancia de las interacciones madre-hijo en la infancia, cómo los padres tratan
con los niños más mayores y los adolescentes también son factores decisivos en el desarrollo
del aprendizaje sobre las relaciones. Las consecuencias comportamentales de las técnicas
específicas para criar niños incluyen la delincuencia y la agresión entre aquellos quienes sus
padres son o bien severos, o bien excesivamente indulgentes o inconsistentes.
Cuando los niños se acercan a la adolescencia, los padres suelen ser aprensivos porque temen
ser rechazados por los jóvenes rebeldes. Según Flannery y cols. (1993), cuanto más
físicamente maduros eran los jóvenes menos positivos y más negativos fueron los afectos
expresados por padres e hijos durante sus interacciones, y más conflictiva era la relación.
Parece que al llegar la pubertad, la típica relación padre-hijo llega a ser menos agradable.
Sin embargo, la mayoría de adolescentes presentan sentimientos muy positivos sobre sus
padres, pese a tener menos sentimientos íntimos y menos dependencia que en la niñez. Un
adolescente a quien le agradan sus padres y quien además es una buena persona que
corresponde con amor, es feliz y está satisfecho con la relación, tiene una elevada autoestima.
Relaciones entre hermanos. La gran mayoría de niños (sobre el 80%) crecen en familia al
menos con un hermano y las interacciones de hermano proporcionan un modo de aprender y
de practicar habilidades interpersonales. Hermanos y hermanas experimentan muy a menudo
una mezcla de sentimientos, incluyendo afecto, rivalidad y hostilidad. Su cada hermano tiene
una relación afectuosa con sus padres, lo más probable es que entre hermanos exista una
relación cariñosa.
Los hermanos tratan de ser lo más íntimo posible en la infancia, pero empiezan a crecer
separados en la adolescencia y en la joven adultez. Al llegar a la mediana edad, la enorme
mayoría vuelve a establecer relaciones positivas.
Como en las relaciones paternofiliales, el modo en que una persona se relaciona con sus
hermanos también parece influir en las interacciones con aquellos de fuera de la familia.
Amistades íntimas: relaciones fuera de la familia
Ya desde la infancia, la mayoría de nosotros establece una amistad fortuita con otras personas
de la misma edad que comparten intereses comunes, y también establecemos una amistad
íntima con una sola persona. Una amistad íntima, en comparación con una casual y fortuita,
implica pasar más tiempo juntos, interaccionar en una mayor variedad de situaciones, excluir
a otros de la relación y proporcionar un apoyo emocional mutuo. Un amigo fortuito, casual, es
alguien con quien <<es divertido estar con él>>, mientras que un amigo íntimo es apreciado
por otras cualidades como generosidad, sensibilidad y honestidad.
Amistades de la infancia. El elemento esencial en la amistad de niños parece ser el deseo de
compartir actividades en que disfrutan. Estas interacciones sociales pueden empezar tan
temprano como a la edad de uno o dos años y permanecer estable a lo largo del tiempo.
Existe un gran parecido entre adolescentes y adultos, los amigos de la infancia se ayudan el
uno al otro, son autoreveladores, y expresan una confianza mutua. Con la edad, el
comportamiento de los amigos cambia algo; por ejemplo, los niños paulatinamente adquieren
normas sociales apropiadas, y los amigos de tercer grado dividen las recompensas más a
partes iguales que los amigos de primer grado.
El estilo de apego influye en cómo los niños interaccionan y, en consecuencia, influye en las
relaciones de la infancia. Entre los 4 y 5 años, las parejas de amigos están formadas por dos
niños seguros que interaccionan más positivamente que las parejas en las que un niño es
seguro y el otro es inseguro. Además, los niños inseguros y evitadores tienden a ser hostiles y
agresivos, y los niños sumamente agresivos tienden a ser rechazados por los iguales.
Se han desarrollado diversas medidas para valorar la calidad de la amistad entre niños,
preadolescentes y adolescentes. Estas medidas tienden a subrayar elementos como franqueza,
agrado mutuo, exclusividad, compartir, disfrutar de las actividades comunes, confianza, pasar
tiempo juntos y ayuda mutua.
En las amistades de preadolescentes también se ha hallado la continua importancia del estilo
de apego. Una conclusión es que la gente joven con una historia de apego seguro tienen unas
habilidades sociales mejores que aquellos con historias inseguras (Shulman, Elicker y
Stroufe,1994). El estilo de apego está claramente relacionado con diferencias en las conductas
de amistad de los preadolescentes.
Amistades íntimas entre adolescentes y entre adultos. En la adolescencia y en la edad
adulta joven, las amistades tienden a ser más íntimas que en la infancia, y las mujeres afirman
tener más amigos íntimos que los hombres. Estar implicado en una amistad íntima casi
siempre tiene efectos positivos sobre los dos individuos que forman la pareja. Los amigos
íntimos interactúa con frecuencia, y cada vez son más exactos al describir las características
del otro y al inferir lo que la otra está pensando y sintiendo. Cuando las amistades íntimas se
ven interrumpidas por eventos como la graduación escolar, esto supone una amenaza
emocional a la cual los amigos deben adaptarse. Como resultado, los graduados más mayores
presentaron un compromiso emocional más intenso en sus contactos con amigos íntimos.
Entre amigos del mismo género o del contrario, una <<relación íntima>> significa que los dos
individuos son libres para dedicarse a conductas de autorevelación, expresar sus emociones,
dar apoyo y recibirlo, experimentar confianza, dedicarse al contacto físico, y generalmente
relajarse con el otro.
Bartholomew y sus asociados han propuesto cuatro patrones de apego, basados en dos
dismensiones fundamentales: evaluación de uno mismo positiva versus negativa y evaluación
de los demás positiva versus negativa. Estas dos dimensiones evaluativas consisten en el
sentido de autovalía de una persona y la percepción de otras personas como fiables o poco
fiables.
Una persona con una autoimagen positiva tiende a asumir que los demás responderán
positivamente; el individuo espera ser querido y tratado bien y por esta razón normalmente se
debe sentir cómodo con las relaciones íntimas. Una autoimagen negativa está asociada con la
expectativa de que los demás le rechazan y, por tanto, las relaciones íntimas tienden a
despertar sentimientos de ansiedad, inadecuación y dependencia. Es posible caer en el
extremo positivo o negativo de cada dimensión, así que son posibles cuatro patrones de apego
básicos. Dos de los patrones son muy claros: aquellos que son autopositivos y heteropositivos
(seguros) buscan intimidad con los demás, mientras que aquellos autonegativos y
heteronegativos (evitador o temeroso) evitan el rechazo evitando la intimidad. Las relaciones
también son potencialmente amenazadoras para aquellos que poseen uno de los otros dos
patrones. Implican un conflicto emocional, y representan dos aspectos de lo que anteriormente
hemos etiquetado como estilo de apego ambivalente. Una persona preocupada tienen una
autovisión negativa junto con la opinión de que otras personas serán amafas y aceptadas;
como resultado, el individuo busca intimidad en las relaciones pero experimenta una gran
angustia cuando sus necesidades no son satisfechas. Los individuos rechazados evita la
intimidad sincera porque esperan lo peor de los demás, pero mantienen una autoimagen
positiva, subrayan su independencia y perciben el mundo a través de unas gafas egocéntricas.
Soledad y aislamiento: la vida sin una relación íntima
Aunque la mayoría de la gente otorga una gran importancia al establecimiento de relaciones,
muchas personas tienen dificultades para alcanzar esa meta. El resultado probablemente se la
soledad, el sentimiento que una persona tiene cuando la cantidad y calidad de relaciones
deseadas es superior a la cantidad y calidad de las relaciones reales. Sin embargo, cabe señalar
que muchas personas prefieren la soledad; pueden estar solos pero no asilados.
Pero, ¿qué es el asilamiento? El individuo solitario es probable que sienta que le dan de lado
y que no tenga mucho en común con los demás. Además del sentimiento de que son
relativamente distintos, cuanta mayor soledad y aislamiento, menor el la confianza en los
demás. Una persona que se siente sola tiende a pasar su tiempo libre en actividades solitarias,
tiene muy pocas citas y sólo tiene amigos casuales o conocidos más que un amigo íntimo.
La soledad está asociada con emociones negativas tales como la depresión, la ansiedad, la
infelicidad, la insatisfacción y la timidez.
¿Por qué algunas personas son solitarias? Duggan y Brennan trazan el problema de los
patrones de apego de Bartholomew, señalando que tantos los individuos <<rechazadores>>
como los <<temerosos>> vacilan para llegar a implicarse en relaciones.
Otros proponen que la soledad empieza en la infancia; si un niño fracasa en el desarrollo de
las técnicas sociales apropiadas, por cualquier motivo, él o ella sencillamente no conoce cómo
interaccionar con otros niños con éxito. A menos que se haga algo para cambiar el
comportamiento inapropiado, las dificultades interpersonales normalmente continuarán de la
infancia a la adolescencia y en la edad adulta, no desaparecen.
Debido a que en la adolescencia las relaciones entre iguales llegan a ser cruciales, cuando la
gente joven empieza a distanciarse de sus padres y de su familia, es el momento en el que con
más probabilidad puede desarrollarse una fobia social. Es un debilitante trastorno de ansiedad
en el cual las situaciones sociales llegan a ser lo suficientemente espantosas como para que la
personas las evite totalmente como un modo de protegerse a así misma del apuro y la
humillación.
Un adolescente socialmente hábil es simpático, posee una elevada autoestima, rara vez
reacciona enfadado, y entabla conversación fácilmente. Un individuo sin habilidades sociales
tenderá a ser tímido, a tener una baja autoestima y a ser autoconsciente cuando interacciona
con un desconocido.
Cuando se observa a estudiantes en interacción con un igual, un individuo sin habilidades
sociales por lo general es insensible a la otra persona, se refiere principalmente a sí mismo,
falla en el seguimiento de lo que la otra persona dice, no hace preguntas que indiquen el
interés por el interés por el interlocutor, y malinterpreta las intenciones sexuales de la otra
persona. Este estilo interpersonal aleja a los amigos potenciales; además, ser rechazado
confirma las expectativas de la persona sobre fracaso interpersonal así como su pesimismo, la
depresión y la creencia de que la vida es incontrolable. Estas reacciones aumentan el
problema, en el que las emociones negativas y las perspectivas pesimistas aumentan la
inadaptabilidad social de la persona.
La gente que carece de habilidades sociales suele ser muy consciente de sus problemas
interpersonales. Lagston y Cantor estudiaron durante diversos meses los éxitos y fracasos
interpersonales de estudiantes. Los investigadores hallaron que los estudiantes con éxito
social percibían las tareas interpersonales de forma distinta a como lo hacían aquellos que
fracasaban. Las personas sin habilidades sociales desarrollan una estrategia social reservada y
cautelosa, intentando evitar el riesgo de ser rechazados. Por el contrario, un estudiante con
éxito social es más probable que perciba una situación social nueva como un reto interesante y
como una oportunidad de hacer nuevos amigos.
¿Qué puede hacerse para reducir la soledad? La mayoría de investigadores coinciden en
que es necesario algún tipo de intervención para ayudar al individuo solitario. Sin esta
intervención, la soledad puede motivar una renuncia a las fantasías de cumplimientos de
deseos, una implicación masiva en el trabajo, o un alivio del sufrimiento mediante el alcohol y
otras drogas.
Entre las técnicas de intervención de mayor éxito se encuentran la terapia cognitiva y el
entrenamiento en habilidades.
Las cogniciones típicas de las personas solitarias y de las que no lo son normalmente difieren.
Para una persona solitaria, el autoesquema acostumbra a ser bastante negativo, lo cual tiene
como resultado una atención selectiva a las relaciones interpersonales. Como resultado, el
autoconcepto negativo de la persona se confirma repetidamente en su negatividad.
Además de los cambios en las cogniciones desadaptativas, también son necesarios cambios
conductuales. La soledad está característicamente asociada con las habilidades sociales y con
preocupaciones sobre no tenerlas. En ocasiones es necesario instruir a estas personas en
acciones muy específicas, con lo cual la persona puede ponerse a prueba y <<ensayar>> antes
de intentarlo en situaciones reales. Una vez una persona solitaria y aislada aprende a pensar de
una forma nueva sobre las situaciones sociales, exactamente aprende cómo interactuar mejor
con otras personas; y si cambia su estilo interpersonal, es posible que el resultado sean una
serie de experiencias de éxito y la consecuente eliminación del aislamiento y la soledad.
Desde hace una década, quienes sufren de ansiedad social o una fobia social extremas también
están siendo tratados con drogas como los betabloqueantes y otros medicamentos utilizados
en la hipertensión y en la depresión. La ventaja de esta aproximación farmacológica es que
induce rápidamente cambios de conducta, y los fármacos son más eficientes en cuanto a la
relación coste-beneficio que la terapia cognitiva o el entrenamiento en habilidades sociales.
Sus inconvenientes incluyen los efectos secundarios y la necesidad de que la persona continúe
con el tratamiento para evitar volver al estado emocional pretratamiento. Es posible que la
medicación sea mucho más útil cuando el problema es grave y cuando las drogas se utilizan
junto a terapia conductual o cognitiva.
Relaciones románticas, amor e intimidad física
Relaciones románticas
Una de las características que definen las relaciones románticas o de noviazgo es cierto grado
de intimidad física. Los rápidos cambios culturales durante diversas décadas pasadas han
hecho más difícil conocer exactamente qué se entiende por términos como <<salir juntos>>,
<<quedar>>, <<ir en serio>>, <<vivir juntos>> y <<llegar a comprometerse>>; pero cada
uno de ellos sugiere atracción romántica, posibles sentimientos de amor, una fuerte
probabilidad de interés sexual y el matrimonio como algo que puede suceder en cualquier
fecha futura.
Similitudes entre relaciones románticas y amistades íntimas. El estilo de apego es un
aspecto importante de la conducta interpersonal. Un estudio de cuatro meses sobre las
relaciones heterosexuales entre universitarios canadienses, Keelan, Dion y Dion hallaron que
aquellos con un estilo de apego seguro expresaban una satisfacción y compromiso mayor con
la relación confiaban más en la pareja que los estudiantes cuyos estilos de apego eran
evitadores o ambivalentes. Entre los estudiantes que tenían relaciones románticas, también
existe una tendencia débil pero significativa de ser atraído por alguien con un estilo de apego
parecido al propio.
Diferencias entre relaciones románticas y amistades íntimas. Algunos aspectos de una
relación romántica difieren de los de otras relaciones. Entre amigos, compañeros de
habitación, e incluso parejas casadas, se prefiere a la pareja que puede validar el autoconcepto
de uno mismo. Esto significa normalmente estar con alguien que nos conoce lo suficiente para
comprender nuestras mejores y peores características. Sin embargo, quedar con alguien es
diferente. Al menos al principio de una relación como ésta, las dos personas no están
comprometidas y no buscan autovalidación. Más bien, lo que buscan es la aceptación y
necesitan gustar y satisfacer su necesidad de gustar, y ante todo esperan todo tipo de piropos y
elogios. Tanteamos modelos potencialmente aceptables, pero nuestros juicios a menudo no
son realistas, debido a que se busca un freedback positivo sin complicaciones.
La agenda oculta de la motivación sexual también es diferente en las relaciones románticas
que en otros tipos de relación. Simpson y Gangestad han descubierto que la gente difiere en
cuanto a si su motivación principal en la búsqueda de una pareja romántica es el sexo o la
intimidad. Esta diferencia cae a lo largo de una dimensión de personalidad denominada
sociosexualidad. En un extremo están los individuos que tienen una orientación sexual libre y
están dispuestos a dedicarse a interacciones sexuales con otras personas en ausencia de todo
tipo de intimidad, compromiso o vinculación emocional. En el otro extremo están las
personas con una orientación sexual restringida que creen que una relación sexual debe
basarse en la intimidad, el compromiso y en un vínculo emocional. Además, la
sociosexualidad restrictiva está asociada con un estilo de apego seguro.
La orientación sexual no restrictiva es más característica de hombres que de mujeres, pero ni
un género ni otro puede ser limitado o libre. La orientación sociosexual no está relacionada
con el impulso sexual, la satisfacción sexual o la culpa sexual, pero sí que está relacionada
con el tipo de compañero que la persona encuentra atractivo.
Además de la sexualidad, quedar con alguien puede implicar otro tipo de interacción que es
poco común en la amistad: uno de los miembros de la pareja puede llegar a abusar físicamente
del otro. Muchas de las personas que sufren abusos en sus citas siguen sus relaciones con un
hombre violento hasta que algo las convence de que paren de aguantarlo. Una mujer deja de
salir con una pareja que la maltrata cuando empieza a definir la relación como enfermiza y sin
posibilidades de mejora, o cuando reevalúa lo que ocurre y decide tomar el control de su
propia vida, o cuando tiene una experiencia que percibe como <<la gota que colma el vaso>>.
¿Me quieres? y ¿qué significa eso?
Existen datos que apoyan la hipótesis de que la mayoría perciben el amor como una
experiencia muy común. La amistad entre un hombre y una mujer se redefine como una
relación amorosa cuando las dos personas empiezan a percibirse como posibles parejas
sexuales.
El amor pasional no es como la amistad. Aron y sus colegas señalaron que mucha gente
dice que <<se ha enamorado>>, pero nunca nadie que <<se ha amistado>>. El amor
apasionado (una reacción emocional intensa y con frecuencia poco realista hacia una posible
pareja amorosa) parece tener lugar repentinamente y principalmente depende de indicadores
observables específicos proporcionados por la otra persona, así como de las creencias y
expectativas que uno tiene sobre el amor. McClelland sugiere que una persona puede hablar
(y escribir) sobre el amor o la amistad como un proceso lógico cuando utiliza el hemisferio
izquierdo, pero la frecuentemente irracional experiencia de enamoramiento sólo tiene lugar
cuando la persona usa el hemisferio derecho.
Es posible que la persona que amas ni siquiera te ame; el amor no correspondido se refiere a
esta corriente de cariño y afecto unilateral. Tanto el que ama como aquel que no lo hace siente
angustia y dolor; uno es rechazado y sufre una pérdida de autoestima, mientras que el otro se
siente culpable por hacer daño al que sería amante.
¿Por qué y cómo se enamora la gente? Cuando la gente declara estar enamorada, tienden a
referirse al amor pasional; pero el amor también tiene otras formas diversas. Normalmente, el
amor pasional empieza como algo imprevisto, arrollador, una reacción de absorción total de la
otra persona, algo que se siente como si junto a tu control existiera una casualidad
impredecible; es lo que se dice estar <<perdidamente enamorado>>.
El amor apasionado parece ser una mezcla de atracción sexual, activación fisiológica, deseo
de intimidad física, una intensa necesidad de ser amado tal como se ama, y el temor constante
de que la relación se rompa.
El amor apasionado puede despertarse sin avisar, literalmente: el amor a primera vista. Algo
sorprendente: una emoción como el amor también puede ser activada por lo que estés
haciendo. Cuando a los dos desconocidos del sexo opuesto sencillamente se les pide que
miren fijamente a los ojos de la otra persona durante dos minutos expresan posteriormente
sentimientos cariñosos hacia la otra persona. Los actos físicos como mirar fijamente y chocar
las manos con un desconocido del sexo opuesto es más posible que tengan un efecto positivo
en quienes creen firmemente en ideales románticos: amor a primera vista, el amor lo vence
todo y el amores la base principal para las relaciones.
Cada vez más psicólogos, antropólogos y otros estudiosos creen que el amor es un fenómeno
universal, aunque su significado concreto puede variar notablemente de una cultura a otra en
diferentes épocas. Una razón por la que el amor se encuentra en todos los lugares del mundo
puede estar basada en su asociación con el estilo de apego. Lo que cada uno de nosotros
aprende en esta interacción no se refleja únicamente en las relaciones padres-hijos, sino
también en el tipo de vínculos emocionales que tendemos a establecer durante la adolescencia
y la edad adulta con aquellas personas que nos atraen.
Una explicación completamente distinta de la presencia universal del amor pasional está
basada en una teoría evolutiva (Buss y Schmitt, 1999; Fisher, 1992). La supervivencia de
nuestra especia dependía del éxito reproductivo de hombres y mujeres (1) implicados en
relaciones sexuales y (2) invirtiendo el tiempo y los esfuerzos necesarios para alimentar y
proteger a su descendencia hasta su juventud y, a su vez, cuando fueran suficientemente
mayores buscar pareja y reproducirse. Estos dos aspectos de éxito reproductivo diferentes
pero igualmente importantes, lujuria y compromiso, son activados en los humanos mediante
una bioquímica que les lleva a buscar y a disfrutar no sólo la satisfacción sexual sino también
de los vínculos hombre-mujer y padres-hijos. Con los apegos emocionales motivados por
procesos fisiológicos secundarios, las parejas de hombres y mujeres pronto llegan a ser algo
más que sólo amantes sexuales, también se gustan y confían el uno en el otro y separan las
tareas necesarias en cazar y recoger comida versus cuidar a los niños. Los humanos que
actuaban de esta forma era más posible que traspasaran sus genes que aquellos humanos que
no estaban motivados en buscar relaciones sexuales y además establecer vínculos
interpersonales fuertes. Como resultado, hoy los humanos están genéticamente preparados
para buscar sexo, enamorarse y cuidar de sus hijos.
No hay que olvidar que la conducta humana está influida por muchos factores además de los
genéticos. Aunque el guión evolutivo puede resultar ser totalmente cierto, las influencias
culturales todavía pueden superar estas tendencias, guiarlas hacia formas más específicas, o
incluso aumentarlas, mediante las historias que se cuentan a los niños, mediante nuestras
prácticas religiosas, y por las leyes que promulgamos. En cualquier caso, Hatfield y Rapson
llegaron a la conclusión de que los grupos culturales principales en el mundo actual son más
parecidos que diferentes en sus opiniones sobre amor e intimidad.
Dado el apoyo general cultural del amor, el matrimonio y el ser padre o madre, Hatfield y
Walster propusieron que para la mayoría de individuos, el amor pasional se activa fácilmente
si están presentes tres sencillas condiciones.
En primer lugar, debes estar expuesto a imágenes y modelos románticos que te lleven a
esperar que algún día encontrarás a la persona adecuada y te enamorarás.
En segundo lugar, debes entrar en contacto con la persona apropiada para amar. Quien tú
consideres que es <<conveniente>> es más probable que esté fuertemente influido por lo que
has aprendido de tu cultura. Los psicólogos evolutistas sugieren que también estamos
marcadamente influidos por factores inconscientes que nos dirigen hacia un objetivo de amor
que sea capaz de reproducirse y de cuidar de nuestra futura descendencia. A un hombre le
atrae más una mujer más joven que él (dándole más posibilidades de ser capaz de
reproducirse), mientras que las mujeres son atraídas frecuentemente por hombres más
mayores quienes puedan ofrecer recursos materiales y el carácter que ella y su descendencia
puedan necesitar. Los psicólogos evolutivos, proponen además que se prefiere la semejanza
física porque aparejándose con alguien similar se incrementan las posibilidades de que tus
genes pasen a las generaciones futuras.
La tercera condición para experimentar amor pasional es una fuerte activación emocional. La
teorías de los dos factores de Schachter afirma que interpretamos un estado de actividad
basándonos en cualquier indicador que esté presente. Si esperas enamorarte y percibes un
objeto de amor apropiado, probablemente interpretes la activación de cualquier tipo como
indicativa de amor. Las investigaciones muestran de un modo consistente que la activación
basada en emociones tan diferentes como el miedo, la frustración y la ira, o la excitación
sexual pueden atribuirse fácilmente al <<amor>>. En conjunto, estos factores basados en la
cultura, en la genética y en las atribuciones emocionales hacen muy fácil a la mayoría de
gente experimentar con frecuencia sentimientos de amor pasional, irracionales y penetrantes.
El amor puede adoptar muchas formas. El amor pasional ocurre frecuentemente, pro es
demasiado intenso para ser mantenido indefinidamente. Las emociones basadas en el amor
son lo suficientemente frágiles como para que simplemente preguntando sobre una relación o
contestando a preguntas sobre ello, puedan cambiarse actitudes relativas a la relación. El amor
pasional puede crecer y prosperar mejor cuando nuestras fantasías no son interrumpidas por
un examen detallado y racional.
Si embargo, hay otros tipos de amor que pueden ser trabajados y duraderos. Hatfield describe
el amor de compañeros como <<el cariño que sentimos por aquellos con quienes nuestras
vidas están profundamente entrelazadas>>. El amor de compañeros representa una amistad
íntima en la cual las dos personas se atraen, tienen mucho en común, cuidan del bienestar del
otro y expresan una simpatía y respeto mutuo.
Psicología social aplicada: ¿Qué significa te quiero?
Los Hendriks señalaron que en la actualidad los matrimonios tienen lugar a una mayor edad,
las tasas de divorcio son elevadas, el SIDA y otras enfermedades de transmisión sexual son un
foco de preocupación y los roles de género están cambiando lentamente. Estos autores
sugieren que las relaciones románticas podrían estar evolucionando hacia unas bases más
realistas. En lugar de enamorarse primero y (si hay suerte) desarrollar más tarde una amistad,
tal vez en la actualidad es más probable que las parejas establezcan la amistad antes de
experimentar un sentimiento etiquetado como <<amor>>. De ser así, las relaciones
románticas podrían tener una base más sólida y ser más estables de lo que nunca antes habían
sido.
La investigación sobre los seis estilos de amor (Eros, Storge, Ludus, Manía, Pragma, Ágape)
ha proporcionado una información considerable sobre su efecto en las relaciones. A diferencia
de algunos rasgos de personalidad los estilos de amor parecen no estar relacionados con la
genética, sino que más bien están basados en efectos ambientales tales como las interacciones
padres-hijos.
Otra de las conceptualizaciones principales es el modelo triangular del amor de Sternberg.
Este modelo sugiere que, en lugar de los distintos estilos, cada relación amorosa contiene tres
componentes básicos que están presentes en grados variables en diferentes parejas. Uno de los
componentes es la intimidad, la unión que dos personas sientes y la resistencia del vínculo
que los une. El segundo componente es la pasión, basada en el romance, la atracción física y
la intimidad sexual. La decisión de compromiso es el tercer componente, que representa
factores cognitivos como la decisión de amar a la otra persona y comprometerse en el
mantenimiento de la relación. Las parejas que tengan los tres componentes tenderán a tener
relaciones duraderas.
Sexualidad prematrimonial
Patrones de conducta sexual. En el mundo occidental, antes de los años 50 en las encuestas
sobre sexo fue un descubrimiento típico el que la mayoría de hombres eran sexualmente
activos antes del matrimonio mientras que las mujeres no lo eran. Esta diferencia de género
era posible porque los hombres tenían relaciones sexuales con mujeres que eran sexualmente
activas o con prostitutas. Aunque los años 50 son percibidos como la última década de la
inocencia sexual, durante esa década el sexo prematrimonial llegó a ser una experiencia
común entre las parejas comprometidas en una relación íntima.
Los jóvenes universitarios de ambos sexos refieren que a menudo ofrecen resistencia antes las
sugerencias de actividad sexual por parte de su pareja; las razones que ambos géneros ofrecen
incluyen el mantenimiento de su imagen, bromear y jugar a un juego, intento de ganas control
en la relación y querer retardar las cosas. En las relaciones series, la sexualidad ha llegado a
ser esperada y ampliamente aceptada.
En algunos aspectos, la elección de parejas sexuales se aparece a otras elecciones
interpersonales, el 90% del total de las relaciones sexuales son parejas del mismo grupo étnico
y el 84% implica personas con los mismos antecedentes educativos (McDonald, 1995).
Se siguen encontrando algunas diferencias de género. Hombres y mujeres estudiantes difieren
en el tiempo que creen que debe transcurrir desde que conocen a la otra persona hasta que
aceptan y consienten las relaciones sexuales. Los hombres manifiestan más que las mujeres
que mantendrían un contactos sexual con alguien relativamente desconocido, mientras que las
mujeres manifiestan preferir conocer a la otra persona durante un período largo de tiempo.
Otra diferencia de género ha continuado en esta nueva era sexual; los hombres adolescentes
desean y realmente tienen más parejas sexuales que las mujeres adolescentes. Además, en una
relación continua, las mujeres quieren que sus parejas expresen más amor e intimidad,
mientras que los hombre prefieren más excitación y una actividad sexual más variada.
Muchos de estos hallazgos podrían estar basados en diferencias de género en la
sociosexualidad.
Desde las primeras investigaciones se ha señalado que la intimidad física es una característica
definitoria de las relaciones románticas. Cuanto más íntimo sea el contacto, en mayor medida
es percibido como un indicador de compromiso. En el momento en que el contacto se
convierte en algo más íntimo y la pareja pasa a las caricias y a la relación sexual, ambos
géneros perciben un mayor compromiso, pero las mujeres interpretan el contacto íntimo como
algo que comunica o indica mucho más compromiso.
¿Ha estallado la revolución sexual, o más bien ha ido hacia atrás? El mantener relaciones
sexuales no era siempre una elección deliberada; algunas veces la actividad sexual tenía lugar
por la insistencia de uno de los cónyuges o en respuesta a una opinión general en que aquellas
personas que se abstenían estaban reprimidas y generalmente aisladas. La actividad sexual era
percibida por ambos géneros como algo no aceptado para la pareja de uno; e incluso se ha
tenido a considerar que las personas muy experimentadas sexualmente no son las más idóneas
a la hora del matrimonio.
Además de estas consideraciones subjetivas, en los años 80 y 90 surgieron dos aspectos
negativos de la relación íntima, diferentes pero de igual importancia, los embarazos
indeseados y las enfermedades de transmisión sexual (ETS).
Los embarazos involuntarios, indeseados e imprudentes originaron la primera alarma. Una
gran proporción de adolescentes adultos jóvenes que mantenían relaciones sexuales fallaban
en el uso efectivo de los anticonceptivos. Como consecuencia de esto, a principio de los años
70 se declaraban cada alo en los Estados Unidos cerca de un millón de embarazos precoces, y
en otros países. Muchos de estos embarazos acababan en aborto, y los partidarios de la <<provida>> y de la <<pro-libertad de elección>> coinciden en que esto está lejos de ser asunto de
un estado ideal. En definitiva, la epidemia de embarazos en adolescentes ha llegado a ser una
fuente de angustia continua para los individuos y en general para toda la sociedad.
El segundo aspecto negativo de la nueva libertad sexual ha sido un incremento de la
incidencia de las enfermedades de transmisión sexual, empezando por infecciones curables
tales como la sífilis, la gonorrea y otras infecciones genitales, a las que pronto siguieron dos
enfermedades víricas para las cuales todavía no hay un tratamiento efectivo, tales como el
herpes genital y el virus de la inmunodeficiencia humana (VIH), el cual tiene como resultado
el síndrome de la inmunodeficiencia adquirida (SIDA).
Naturalmente, lo peor es la enfermedad que fue identificada por primera vez en 1981, el
SIDA, la cual generalmente lleva a la muerte. Una nota importante es que, por alguna razón,
el SIDA afecta más duramente a las minorías.
Los embarazos precoces y las enfermedades incurables podían tener como resultado una
disminución de la actividad sexual prematrimonial, y se han dado algunos cambios aunque no
tantos como se podía suponer. El mayor cambio de conducta (prácticas sexuales seguras y
reducción de la promiscuidad), se ha limitado a las personas con un riesgo mayor de
infecciones por VIH, homosexuales y prostitutas.
Experiencias sexuales prematrimoniales: ¿afectan al matrimonio? A pesar de las
esperanzas de aquellos que consideran el tener relaciones sexuales precoces como una
panacea y los temores de aquellos que consideran las relaciones sexuales prematrimoniales
como un signo de inmoralidad que destruirá nuestra civilización, las investigaciones indican
unas ligeras consecuencias en las posteriores relaciones. Es decir, que las parejas que se
comprometen en relaciones prematrimoniales, incluyendo aquellas que viven juntas, tienen
tantas posibilidades de contraer matrimonio como aquellas que permanecen vírgenes; y el
éxito matrimonial está relacionado con el historial sexual de los dos cónyuges. Las parejas
que deciden vivir juntas antes del matrimonio probablemente difieren de los no cohabitantes
en varias actitudes y conductas, pero tales diferencias no tienen una consecuencia posterior en
la felicidades matrimonial.
Una excepción a la generalización de que las relaciones sexuales prematrimoniales no tienen
consecuencias se da cuando un adulto abusa sexualmente de un niño; comparado con aquellos
que no habían sufrido tales experiencias, los adultos que en la infancia habían sido objeto de
abuso sexual presentaban mayor proporción de embarazos precoces, funciones interpersonales
deterioradas, disfunciones sexuales, disatisfacción sexual, abuso de sustancias, conductas
suicidas, y otras evidencias de desadaptación.
Relaciones matrimoniales: la interacción con el cónyuge y la respuesta a los problemas
Antes, durante y después del mayor apogeo de la revolución sexual el matrimonio era la
primera meta interpersonal de la mayoría de gente joven. Y a pesar de las evidencias de la
muerte, la separación y el divorcio, las familias biparentales son todavía mucho más comunes
que las familias monoparentales; más de tres cuartos de las familias americanas con hijos
están compuestas por un padre y una madre. Por otra parte, hay millones de familias mixtas
(padres casados por segunda vez con niños de otros matrimonios anteriores), familias
monoparentales, niños que han sido educados por los abuelos, etc.
El paso de una relación romántica a una relación matrimonial
Semejanza y matrimonio. Los cónyuges presentan similitudes en sus actitudes, principios,
intereses y en otros atributos. La semejanza es una característica de aquellas personas que
están casadas y nunca aumenta ni disminuye con el paso del tiempo.
Aunque la semejanza es un factor importante en nuestra elección del cónyuge, deberían
tenerse en cuenta dos factores complejos. (1) Es bastante fácil encontrar una pareja potencial
que sea más semejante a nosotros que por azar, pero prácticamente imposible encontrar una
persona que sea exactamente igual. (2) Muchos otros factores, además de la semejanza,
influyen en nuestra elección de la pareja.
Nos comprometemos en nuestras relaciones, intentando encontrar a alguien con cualidades
más positivas que negativas; pero inevitablemente nos conformamos con algo menos que
parejas perfectas. Como resultado, los atributos negativos que no parecen tener importancia al
principio pueden, posteriormente, tener un efecto negativo en el éxito matrimonial.
Relaciones entre matrimonios jóvenes. Jhonson y su colegas estudiaron parejas que
llevaban dos años de matrimonio y les pidieron que describieran en detalle qué les había
motivado a dedicarse a las tareas domésticas, a las actividades de ocio, a las interacciones, a
los conflictos y a las conversaciones. Los investigadores identificaron cuatro tipos diferentes
de matrimonios:
Los matrimonios simétricos representaban el tipo más común: ambos cónyuges trabajan fuera
de casa y mantienen opiniones parecidas o iguales sobre los roles de cada sexo. Dividen las
tareas domésticas no basándose el los tradiciones estereotipos sexuales, estas parejas suelen
tener poco tiempo libre para pasar juntos.
Un matrimonio de cada cuatro es categorizado como paralelo, una de las más típicas
relaciones marido-mujer. El marido es la principal persona en aportar ingresos económicos, el
trabajo doméstico se divide en función de los estereotipos de género y los cónyuges tienen
formas diferentes y separadas de pasar su tiempo libre, el hombre con sus amigos y la mujer
con sus familiares.
En las parejas que son diferenciadas (aproximadamente una de cada cinco) ambos trabajan,
pero el marido está más comprometido con su trabajo. Ellos dividen las tareas domésticas
según los patrones tradicionales y comparten su tiempo libre juntos con amigos y allegados.
El grupo minoritario (uno de cada diez) mantienen una relación opuesta. El marido no trabaja,
la mujer está entregada a su trabajo y las tareas domésticas no reflejan estereotipos de género.
Estas parejas tienden a ser comprensivas y el marido está más comprometido con los amigos
y los allegados que la mujer.
Las parejas de cada grupo están igualmente satisfechas con sus matrimonios. Sin embargo,
difieren en gran medida en el hecho de ser padres. Después de dos años, los matrimonios
paralelos y diferenciados están más dispuestos a tener hijos, pero sólo la mitad de parejas
opuestas y cerca de un tercio de las simétricas se convierten en padres.
Relaciones sexuales matrimoniales, paternidad y satisfacción general. Algunos estudios
sobre matrimonios indican que las relaciones sexuales son menos frecuentes con el transcurso
del tiempo, y el declive más rápido tiene lugar durante los primeros 4 años de matrimonio. Sin
embargo, las personas no casadas que viven juntas representan el grupo sexualmente más
activo.
No es sorprendente que el amor apasionado tiendan a disminuir con el paso de los años, pero
Aron y Henkemeyer hallaron que las mujeres que todavía sienten amor apasionado después
del paso de los años estaban más satisfechas con sus matrimonios que las mujeres que no han
mantenido tales sentimientos durante ese tiempo. Para hombres y mujeres, la satisfacción está
relacionada con el comportamiento que sugiere un amor de compañeros, compartir
actividades, intercambiar ideas, reír juntos y trabajar juntos en proyectos. Esto parece indicar
que el amor de compañeros es la clave para la satisfacción matrimonial, pero las mujeres son
más felices si también continúan sintiendo chispas de amor apasionado.
Con respecto a las relaciones en general y a la sexualidad específicamente, la paternidad
puede crear múltiples problemas. Quizá el conocimiento de esos problemas es un factor de
influencia en el aumento del número de mujeres que no tienen hijos. No obstante, los hombres
y mujeres que tienen hijos dicen que disfrutan de su paternidad.
Por otro lado, aunque las personas que estaban casadas refieren ser más felices y más
saludables que aquellas que estaban solteras, la diferencia no es tan grande como solía ser y
en la actualidad los hombres solteros son más felices que en el pasado, mientras que las
mujeres casadas son menos felices. Una posible explicación de estos cambios puede subyacer
en la disponibilidad de relaciones sexuales para los hombres solteros y los problemas a los
que se enfrenta la mujeres que compagina su carrera con el rol de madre.
Una tarea principal para ambos cónyuges es la descubrir la mejor forma de ajustarte a las
demandas ocasionadas por las dos carreras existentes en la familia. Comparado con las
parejas heterosexuales y gays, solamente las parejas lesbianas parecen estar más capacitadas
para compartir las tareas domésticas de manera equitativa.
Relaciones deterioradas: problemas y consecuencias del fracaso matrimonial
¿Qué sucede cuando una relación amorosa se transforma en una relación caracterizada por la
infelicidad, la insatisfacción y, a menudo, por el odio? En ocasiones, incluso una característica
de la otra persona que a priori es positiva llega a convertirse en la principal razón para sentir
antipatía.
Algunos problemas son universales en cuanto a que el tener una relación íntima implica cierto
grado de compromiso. Ninguno de los cónyuges puede hacer exactamente lo que quiere y el
conflicto entre el deseo de independencia y la necesidad de intimidad es inevitable. Hay otros
problemas que son más específicos y algunos pueden evitarse.
Problemas: generales y específicos. Debido a que ninguna pareja (incluyendo la de uno
mismo) es perfecta, los cónyuges que inicialmente creen estar hechos el uno para el otro,
inevitablemente se llegan a dar cuenta de que hay elementos negativos en la relación. Debido
a que los cónyuges sobreestiman notablemente su grado de acuerdo sobre muchos temas, a
menudo no se dan cuenta que sus puntos de vista son diferentes incluso cuando creen estar
comunicándose. Las parejas que tienen estrategias de afrontamiento del estrés semejantes
están más satisfechas con su relación que aquellas cuyas estrategias son diferentes y los
hombres tienden a creer en mayor medida que las mujeres que evitar un problema es la mejor
forma de tratarlo. Unos de los mayores problemas es la tendencia a responder a los actos o a
las palabras negativas del cónyuge de una forma igualmente negativa y destructiva.
Las diferencias individuales en características tales como la hostilidad, la actitud defensiva y
la depresión son determinantes importantes del modo en que interactúan las parejas. Aquellas
personas que tienen más capacidad para expresar sus sentimientos son más felices en sus
matrimonios. Sucede lo mismo en cuanto a los roles de género. Aquellas mujeres que se
describen a sí mismas como femeninas o expresivas es más probable que refieran satisfacción
matrimonial, al igual que los hombres que se consideran como instrumentales o expresivos.
Buss propone que muchos de los problemas afloran debido a las diferencias internas entre
hombres y mujeres. Los celos son también un problema común en las relaciones.
Presumiblemente debido a nuestra evolución histórica el hombre experimenta celos cuando su
pareja le es sexualmente infiel, mientras que en el caso de la mujer los celos aparecen en
mayor medida cuando su pareja está comprometida sentimentalmente con otra persona.
Otros problemas se originan porque las parejas van descubriendo poco a poco que son
diferentes en diversos aspectos. Otras diferencias no aparecen hasta más tarde, cuando uno de
los dos cónyuges cambia en algún aspecto.
Cuando una pareja son novios hay otras fuentes de conflictos que pueden ser irrelevantes,
pero posteriormente se llegan a convertir en aspectos fundamentales. Dos personas pueden
descubrir tardíamente que tienen diferentes puntos de vista sobre el ahorro o el gasto de
dinero, sobre cómo responder de un modo eficaz al mal comportamiento de los hijos, o sobre
cómo responder cuando un familiar mayor pude si puede instalarse en su casa.
Para algunas personas una relación a largo plazo comienza a ser incómoda simplemente
porque esa relación se ha vuelto aburrida y monótona. Las parejas casadas tienen muchas
probabilidades de seguir las mismas inalterables rutinas en su vida cotidiana y entonces
gradualmente van percibiéndose a sí mismos como cada vez más rutinarios. Si una persona
quiere variedad y emoción mientras la otra prefiere regularidad y previsibilidad, esta
diferencia de objetivos provoca estrés y cada uno de los cónyuges culpa de los problemas al
otro.
Teniendo en cuenta la importancia del afecto en las relaciones no es extraño que la
satisfacción sexual esté fuertemente asociada a la percepción que hombres y mujeres tienen
del bienestar emocional. Las emociones negativas activadas en el trabajo pueden desbordarse
y afectar la vida familiar de una persona y viceversa. Curiosamente, las madres se sienten más
positivas cuando se encuentran fuera de casa (incluso en el trabajo), mientras que los padres
dicen sentirse más felices en casa que en ningún otro lugar.
Las impresiones negativas por los conflictos y las discusiones pueden aumentar notablemente
la insatisfacción de la pareja. En lugar de intentar resolver un determinado problema, las
parejas infelices pueden simplemente expresar sus mutuas opiniones negativas, así como
culpabilizar al otro y expresar ira. Miller observa que <<muchas de las interacciones más
odiosas, mordaces y ultrajantes tienen lugar con las personas a quien decimos amar>>. Las
parejas infelices expresan menos afecto positivo y más negativo que las que se sienten
satisfechas. Entre las parejas satisfechas son más comunes las expresiones de afecto positivo
que entre las insatisfechas, incluyen apodos cariñosos como <<osito>> y <<gatita mía>>.
Aunque gran parte de la investigación sobre parejas se ha centrado en sus problemas,
deberíamos recordar que hay tantos matrimonios que triunfan como que fracasan. Un secreto
parece ser el de poner el acento en la amistad, el compromiso, la semejanza y los esfuerzos
por crear sentimientos positivos. Las parejas mayores que siguen casadas expresan más afecto
positivo que las más jóvenes y de mediana edad, quizá porque las personas a medida que
envejecen adquieren más inteligencia y madurez en cuanto a las relaciones.
El fracaso en las relaciones: cuando el descontento conlleva la disolución de la pareja.
Aunque es posible que los amigos puedan simplemente seguir dos caminos distintos, las
parejas que mantienen una relación íntima son más propensas a sentir una importante tensión
emocional y una sensación de irritación y rabia cuando la relación fracasa, en parte debido a
que han invertido mucho tiempo, han intercambiado fuertes recompensas y se han expresado
mutuamente un compromiso duradero. Hombres y mujeres difieren en el modo en que se
enfrentan al fracaso en la relación: las mujeres tienden a confiar en sus amigas, mientras que
los hombres tienden a iniciar una nueva relación tan pronto como sea posible.
Rusbult y Zembrodt señalan que cada persona reacciona a la infelicidad conyugal activa o
pasivamente. Una respuesta activa puede implicar el fin de la relación o salida, o trabajar para
mejorarla hablar o voice. Pasivamente, uno sólo puede esperar alguna mejora (lealtad), o
simplemente esperar la inevitable ruptura o abandono. Si el objetivo es mantener la relación,
las elecciones de salida y abandono claramente son las menos constructivas y la de hablar
sería la elección más constructiva. La opción de lealtad tiende a pasar desapercibida o ser
malinterpretada, las personas refieren haber reaccionado con lealtad ante los problemas de la
relación, pero no sus cónyuges.
Entre todo tipo de parejas, los hombres y mujeres con un autoestima alta reaccionan al fracaso
de una relación con la salida, mientras que una autoestima baja está relacionada con el
abandono pasivo. Es muy difícil dar marcha atrás a una relación deteriorada, pero a veces los
problemas pueden solucionarse y la pareja puede reconciliarse si (1) la vida conyugal
satisface las necesidades de cada individuo, (2) siguen comprometidos a estar juntos y (3) no
tienen otros amantes disponibles. La persona más dependiente en la relación es la menos
motivada a disolverla, incluso en reacción a abusos sexuales.
Solamente los que se engloban dentro de la categoría de apego seguro parecen ser capaces de
formar relaciones duraderas, comprometidas y satisfactorias. Según el modelo de
Bartolomew, es menos probable que se den malos tratos verbales y físicos entre aquellas
personas con un estilo de apego seguro, y es más posible para aquellos que mantienen un
estilo temeroso y mucho menos en aquellos con un estilo preocupado. Sin una relación
afectuosa, segura y consistente con los padres durante los primeros años de vida, las
relaciones futuras es muy posible que se caractericen por el sufrimiento.
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