El tiempo del fin - Biblecourses.com

Anuncio
B FE
FU AJ
EG O
O
Un sermón sobre 12.1–13:
El tiempo del fin
INTRODUCCIÓN
Cuando la gente lee la frase «al cabo del tiempo»
en 11.40, es bastante lógico que den por sentado
que se refiere al tiempo en que se acabará el mundo.
Las descripciones proféticas del capítulo 12 parecieran referirse al fin del mundo, pero bien podrían
estarse refiriendo al fin de la era veterotestamentaria. Puede que entremos en debate acerca de
cuál es el final que se contempla aquí, pero de lo
que sí podemos estar seguros es de que este capítulo
nos ayuda a entender en gran manera lo que
sucederá cuando ese final llegue.
Al estudiar el capítulo, notemos algunas verdades que caracterizaron el fin de la era veterotestamentaria, y que también caracterizarán el fin del
mundo.
EL PUEBLO DE DIOS TENDRÁ
PROTECCIÓN HASTA EL FINAL
Se nos recuerda de inmediato la verdad en el
sentido de que Dios protegerá a Su pueblo. Lo que
sea que tengamos que enfrentar cuando el final
llegue, Dios estará con Su pueblo y lo fortalecerá.
Así comienza diciendo el versículo 1: «En aquel
tiempo se levantará Miguel, el gran príncipe que
está de parte de los hijos de tu pueblo…». Ya
tuvimos un encuentro con Miguel en el libro de
Daniel. De hecho, hemos visto a dos ángeles: a
Miguel en dos ocasiones (10.13, 21), y a Gabriel
en una (9.21). Estos dos ángeles también son
mencionados por nombre en el Nuevo Testamento.
A Miguel se le llama «el gran príncipe» aquí. En
Judas 9 se le refiere como el «arcángel», lo que tal
vez indica que es el ángel de mayor estatus.
El versículo 1 parece presentar a Miguel como
el protector del pueblo de Dios. Esto pudo haberse
cumplido especialmente durante la revuelta de los
macabeos. Como mínimo, el mensaje de Daniel
debió de haberles parecido más personal a los
judíos de aquel tiempo. No hay duda de que debería
de haberles proporcionado gran aliento saber que
el arcángel de Dios estuvo allí con ellos, o que
estaría allí para ayudarles cuando lucharan por
restablecer el culto a Dios en el templo.
EL FINAL ESTARÁ PRECEDIDO
DE TRIBULACIÓN
La segunda verdad acerca del final es que este
estará precedido de tribulación. El diablo estará
siempre persiguiendo al pueblo de Dios, o les
estará dificultando la vida.
La parte que sigue del versículo 1 parece relatar
una persecución venidera: «… y será tiempo de
angustia, cual nunca fue desde que hubo gente
hasta entonces».
¿Será el «tiempo de angustia» la revuelta de los
macabeos? ¿Será un gran conflicto que ocurrirá al
fin del mundo? Es probable que sea la angustia que
caracterizó el fin de la era veterotestamentaria. No
obstante, recordemos que el diablo peleará contra
el pueblo de Dios hasta el mismo final.
DIOS REIVINDICA A LOS SUYOS
La siguiente verdad acerca del final es que Dios
reivindica a los Suyos. Él los conoce, los honra y los
ama.
Así concluye el versículo 1: «… en aquel tiempo
será libertado tu pueblo, todos los que se hallen
escritos en el libro». Examine nuevamente la frase:
«todos los que se hallen escritos en el libro».
¿Qué libro es este? Yo creo que es el libro de la vida.
Por todo el Antiguo y el Nuevo Testamento,
encontramos referencias al libro de la vida. Incluso
cuando Moisés rogó al Señor que no destruyera a
los israelitas que habían adorado al becerro de oro,
esto fue lo que dijo: «[Te ruego] que perdones
ahora su pecado, y si no, ráeme ahora de tu libro
que has escrito» (Éxodo 32.32). El Señor, por
1
supuesto, respondió: «Al que pecara contra mí, a
éste raeré yo de mi libro» (Éxodo 32.33). En Salmos
69.28, David pronunció una maldición contra sus
inicuos enemigos, diciendo: «Sean raídos del libro
de los vivientes, y no sean escritos entre los justos».
Examine ahora el Nuevo Testamento. En Lucas
10, los setenta —los que salieron como obreros de
la comisión limitada de Cristo— volvieron con
gozo porque pudieron echar fuera demonios
(vers.o 17). Nuestro Señor dijo: «… no os regocijéis
de que los espíritus se os sujetan, sino regocijaos de
que vuestros nombres están escritos en los cielos»
(vers.o 20).
En la descripción que se hace de la Jerusalén
celestial, en Apocalipsis 21, esto es lo que leemos:
«No entrará en ella ninguna cosa inmunda, o que
hace abominación y mentira, sino solamente los
que están inscritos en el libro de la vida del Cordero»
(vers.o 27). En Apocalipsis 20 se presenta la escena
del juicio. En el versículo 15 dice: «Y el que no se
halló inscrito en el libro de la vida fue lanzado al
lago de fuego». Aun en el Antiguo Testamento, por
lo tanto, hay buenos indicios de la existencia de un
libro, en el cual los nombres de los redimidos son
escritos. En mi opinión, ese es el libro al cual se
hace referencia en el versículo 1. Los nombres de
todos los que forman parte del pueblo de Dios
están escritos en el libro de la vida.
¡Qué alentador debe de ser esto para el pueblo
de Dios! Cuando pensamos en el final —el que sea
que nos llegue— podemos estar tranquilos por el
hecho de que Dios tiene los nombres de los Suyos
escritos en un libro. Él no se equivocará. Honrará,
amará y bendecirá a los que le pertenecen.
HABRÁ UNA RESURRECCIÓN
Otra verdad acerca del fin es que habrá una
resurrección. Haya sido del fin de la era veterotestamentaria, o del fin del mundo, que a Daniel se
le estaba hablando, lo cierto es que será necesaria
una resurrección.
El versículo 2 contiene lo que bien podría ser
una de las pocas referencias que se hacen en el
Antiguo Testamento a la resurrección de entre los
muertos. Puede que hallemos uno o dos versículos
en Isaías (vea 25.8; 26.19), una alusión en Job 19.25,
y una referencia en Salmos 16.8–11; pero aparte
de estas, no son muchas las que encontramos.
Examine el versículo 2: «Y muchos de los que
duermen en el polvo de la tierra serán despertados,
unos para vida eterna, y otros para vergüenza y
confusión perpetua». Es muy probable que sea una
referencia a la resurrección.
Si es una referencia al fin de la era vetero2
testamentaria, entonces significa que la causa de
Dios habría de ser resucitada de entre las cenizas
de la persecución, propiciando así un nuevo
comienzo. Si es una referencia al fin del tiempo,
entonces la resurrección de la cual se habla ocurrirá
para hacer que los justos entren en la vida eterna,
y los inicuos en el juicio eterno.
LOS JUSTOS SERÁN GALARDONADOS
Aún otra verdad que se observa en este capítulo,
es que los justos serán galardonados. Nadie que
haya hecho la voluntad de Dios quedará en el
olvido. Nadie que sirva a Dios lo hace jamás en
vano.
El versículo 3 es un buen versículo sobre ganar
almas: «Los entendidos resplandecerán como el
resplandor del firmamento; y los que enseñan la
justicia a la multitud, como las estrellas a perpetua
eternidad». ¿Qué va a suceder a los que enseñan la
justicia a la multitud? Brillarán como las estrellas a
perpetua eternidad.
Hay varios versículos en el Antiguo Testamento que recalcan la importancia de ganar a los
demás para el Señor. En Proverbios 11.30b se
encuentra otro: «el que gana almas es sabio». Por
supuesto, en el Nuevo Testamento hay varios
destacados ejemplos acerca de ganar almas.1
Note la frase: «los entendidos». Estas palabras
se estarían refiriendo a personas piadosas que han
consagrado sus vidas al servicio de Dios. En la
resurrección, resplandecerán como el resplandor
del firmamento. Yo creo que uno de los más grandes
motivos de gozo en el cielo consistirá en ver a las
almas allí, y en darse cuenta que uno tuvo que ver
en ayudarles a llegar allí.
Piense en esto. ¿Cuál cree usted que es el favor
más grande que podríamos hacerles a nuestros
amigos o a nuestros seres amados? No lo es
heredarles un millón de dólares; lo es llevar sus
almas a Jesús. A veces me pregunto, cuántas personas se van a encontrar en la otra vida con alguien
que les dirá: «Si no hubiera sido por usted, yo no
estaría aquí». Yo creo que esto nos producirá un
gozo que jamás olvidaremos.
En realidad, ninguno de nosotros podría decir
cuántas almas habrá en el cielo por causa de nuestra
influencia. Casi toda conversión es el resultado de
un esfuerzo compartido, como usted bien lo sabe.
1
Jesús fue el ejemplo por excelencia en el campo de
ganar almas. Vea, por ejemplo, Juan 4. Considere también
los ejemplos de Andrés y de Felipe, que llevaron a otros a
Cristo (Juan 1.35–49; vea Hechos 8.35–39). Ananías también
cumplió una importante «misión personal» que le encargó
el Señor cuando le enseñó a Saulo en Hechos 9.10–18.
Son pocos los que alguna vez podrán decir: «lo hice
yo solo». Sin embargo, sí creo que es una gran
satisfacción la que se siente, aun en esta vida, al
saber que participamos en ayudarle a alguien a
acercarse a Dios. Cuando otros se han desanimado,
y tal vez hayan dejado de asistir al culto tan
regularmente como deberían, o tal vez hayan
dejado de asistir del todo, podemos hablarles y
ayudarles.
Nadie podrá tener satisfacción mayor que el
darse cuenta de que participó en llevar a otros a
Cristo. Imagínese todas las cosas por las que
trabajamos tan arduamente en esta vida. Puede
que hayamos acumulado magníficas posesiones;
pero cuando el Señor venga por segunda vez, o
cuando muramos, tales posesiones materiales
habrán desaparecido. ¿Qué es lo que realmente va
a permanecer? Solamente lo que hayamos hecho
por el Señor es lo único que nos llevaremos a la
eternidad con nosotros. Recuerdo al hermano Andy
T. Ritchie que hizo la siguiente aseveración hace
mucho tiempo. No es original de él, pero es en él en
quien pienso cada vez que la oigo:
Solo una vida,
que pronto pasará;
Solo lo que se hizo por Cristo
es lo que permanecerá.
Necesitamos que se nos recuerde la importancia
de lo que hacemos en esta vida. La hermosa
aseveración del versículo 3 debería animarnos a
ganar almas para Cristo. Ayudar a alguien a llegar
a ser cristiano es la obra más grande que usted
alguna vez podría hacer.
DIOS MANEJA EL FUTURO
Aún otra verdad acerca del final es que Dios
manejará el futuro y el final. Sea que a Daniel se le
estuviera hablando acerca del fin de la era judía, o
acerca del fin del mundo, la verdad sigue siendo la
misma. Toda persona debe poner el futuro en las
manos de Dios.
El versículo 4 avanza hacia la conclusión del
libro: «Pero tú, Daniel, cierra las palabras y sella el
libro hasta el tiempo del fin. Muchos correrán de
aquí para allá, y la ciencia se aumentará». El varón
vestido de lino estaba hablando a Daniel.
¿Qué es, entonces, «el tiempo del fin»? ¿Dio él
a entender el fin de la era, una vez pasada la
revuelta de los macabeos?2 Ciertamente no estaba
hablando acerca del fin del mundo. ¿Estaba hablan12
La revuelta de los macabeos ocurrió cerca del final de
la era veterotestamentaria, dando comienzo en el 166 a. C.
do acerca de la plena revelación que se dará cuando
Cristo venga? La expresión «tiempo del fin» es una
aseveración difícil, pero es probable que se refiera
al fin de los tiempos veterotestamentarios.
Por el momento, a Daniel se le dijo que lo que
había visto quedaría reservado para el futuro. Esto
fue lo que en efecto se le dijo: «Guarda estas palabras
y séllalas». Su tarea consistía en cerciorarse de que
estas palabras no se perdieran.
Esto es lo que dice el versículo 4b: «Muchos
correrán de aquí para allá, y la ciencia se aumentará». El futuro estaría lleno de eventos. Algunos
apostatarían. Otros vendrían al Señor. La ciencia
—la que fuera a la que se refería— y el entendimiento habían de aumentar. ¿Se refería a que el
hombre tendría más revelaciones de parte de Dios?
Es difícil de saber exactamente cómo interpretar
esta aseveración.
DIOS INCLUSO TIENE DOMINIO DEL MAL
Después, leemos lo siguiente:
Y yo Daniel miré, y he aquí otros dos que
estaban en pie, el uno a este lado del río, y el
otro al otro lado del río. Y dijo uno al varón
vestido de lino, que estaba sobre las aguas del
río: ¿Cuándo será el fin de estas maravillas? Y
oí al varón vestido de lino, que estaba sobre las
aguas del río, el cual alzó su diestra y su siniestra
al cielo, y juró por el que vive por los siglos, que
será por tiempo, tiempos, y la mitad de un
tiempo. Y cuando se acabe la dispersión del
poder del pueblo santo, todas estas cosas serán
cumplidas (vers.os 5–7).
Hemos visto anteriormente la frase «tiempo,
tiempos, y la mitad de un tiempo», en relación con
períodos de persecución. ¿Cuánto tiempo sería un
«tiempo, tiempos, y la mitad de un tiempo»? Si por
«tiempos» entendemos dos tiempos, el total sería
tres tiempos y medio, que es el resultado de
sumar uno, más dos, más medio. Como vimos
anteriormente en el libro de Daniel, la frase «tres
años y medio» representa a menudo un período de
persecución. El templo fue profanado tres años y
medio por Antíoco Epífanes.
En el libro de Apocalipsis, cuando los hijos de
Dios sufrieron un período de persecución, que
probablemente fue infligida por los emperadores
romanos, la frase que simboliza tal período es «tres
años y medio», esto es, cuarenta y dos meses, o mil
doscientos sesenta días. En Apocalipsis 12.6 dice:
«Y la mujer huyó al desierto, donde tiene lugar
preparado por Dios, para que allí la sustenten por
mil doscientos sesenta días». Allí están los famosos
«mil doscientos sesenta días». En Apocalipsis 12.14,
en lugar de decir que la mujer fue sustentada
3
por mil doscientos sesenta días, dice que fue
«sustentada por un tiempo, y tiempos, y la mitad de
un tiempo». Tanto en Apocalipsis como en Daniel,
se usa frecuentemente este período de tiempo, el
cual simboliza un período de cruenta persecución.
El ángel le estaba diciendo a Daniel que sellara
el libro para el presente, porque los eventos que
había descrito sucederían en el futuro. ¿En qué
tiempo vivió Daniel? Fue llevado a Babilonia en el
606 a. C., y vivió hasta cerca del 530 a. C. —tal vez
incluso hasta el 520 a. C. Por lo tanto, él vivió unos
450 años antes de la revuelta de los macabeos.
Desde el punto de vista de Daniel, este era un
futuro que estaba lejano.
La siguiente verdad que observamos aquí es
que Dios tiene dominio de todo —incluso del mal.
Él permite que ocurra el mal, pero no le da a éste
dominio ilimitado sobre la tierra.
En el versículo 6 vemos a otra figura en la
visión de Daniel: un «varón vestido de lino, que
estaba sobre las aguas del río». Este varón «juró
por el que vive por los siglos, que será por tiempo,
tiempos, y la mitad de un tiempo. Y cuando se
acabe la dispersión del poder del pueblo santo,
todas estas cosas serán cumplidas». El pueblo santo
fue dispersado durante la invasión de Antíoco
Epífanes, pero luego se llevó a cabo la liberación de
Dios. Este pasaje bien podría estar hablando acerca
del 70 d. C., y no del 160 a. C., pero no debería haber
mucha duda en el sentido de que Daniel 9 nos lleva
a la destrucción del templo en el 70 d. C.
TENDREMOS QUE CONFIAR EN DIOS
EN LO RELACIONADO CON EL FIN
La verdad que sigue es que tenemos que confiar
en Dios en lo relacionado con el fin. No vamos a
saberlo todo. Él ha revelado algunas verdades,
pero no todas.
Esto es lo que leemos en el versículo 8: «Y yo
oí, mas no entendí. Y dije: Señor mío, ¿cuál será
el fin de estas cosas?». Esto fue lo que en efecto le
dijo el ángel a Daniel: «Esta es toda la información
que se te puede dar». El ángel solamente dijo:
«Anda, Daniel, pues estas palabras están cerradas
y selladas hasta el tiempo del fin» (vers. o 9).
Nuevamente, vemos la frase «el tiempo del fin».
Una descripción de ese tiempo se hace en los
versículos 10 y 11:
Muchos serán limpios, y emblanquecidos y
purificados; los impíos procederán impíamente,
y ninguno de los impíos entenderá, pero los
entendidos comprenderán. Y desde el tiempo
que sea quitado el continuo sacrificio hasta la
abominación desoladora, habrá mil doscientos
noventa días.
4
Anteriormente, hemos visto siempre la expresión
«mil doscientos sesenta días», pero este versículo
habla de «mil doscientos noventa días». ¿De dónde
nos llegaron estos treinta días de más esta vez? No
se nos dice.
Básicamente, a Daniel se le dijo sencillamente
que siguiera con su vida, y que estos eventos
ocurrirían más adelante. Al igual que nosotros,
Daniel solamente tuvo que esperar con paciencia.
Esto es lo que dice el versículo 12: «Bienaventurado el que espere, y llegue a mil trescientos
treinta y cinco días». Luego el ángel dijo: «… y
reposarás, y te levantarás para recibir tu heredad al fin de los días» (vers.o 13b). Daniel fue
bendecido por Dios; se le dio seguridad de que
Dios lo recibiría.
Se nos deja con esta pregunta: «¿Qué son los
mil doscientos noventa días y los mil trescientos
treinta y cinco días?». Tradicionalmente, ¿cuántos
días representan persecución? La expresión usual
es «mil doscientos sesenta días», que es lo mismo
que tres años y medio, o cuarenta y dos meses. ¿De
dónde vinieron los días de más? Yo no lo sé, y no
he encontrado a alguien que lo sepa. He encontrado
a algunos que se atreven a creer que lo saben.
Todo lo que puedo hacer es enterarlo de algunos
de los puntos de vista. Uno de estos es que «mil
doscientos sesenta» es el número de días en que
dejaron de hacerse los sacrificios en el templo.
Pasaron mil doscientos noventa días, sin embargo,
hasta que Antíoco Epífanes fue depuesto; fueron
necesarios treinta días para deshacerse de él. La
anterior es una propuesta.
Otros dicen que «mil doscientos sesenta» podría
ser el plazo de tiempo en el cual los sacrificios
cesaron. En otras palabras, el uso de «mil doscientos
noventa» fue una manera de decir: «Continúen
perseverando aun más allá del tiempo necesario»,
añadiendo treinta días adicionales, un mes más.
¿Y qué de los «mil trescientos treinta y cinco»?
Nadie acaba de saber cómo entenderlos. Puede
que, nuevamente, la idea expresada sea sencillamente seguir siendo pacientes y fieles más allá del
tiempo cuando el templo había de volverse a
dedicar. Puede que algún día se arroje alguna luz
sobre el significado de los dos números anteriores.
He leído bastante acerca de cómo interpretar los
«mil trescientos treinta y cinco», pero no he
encontrado a alguien que realmente pueda hacerlo.
Si uno trata de hacer que cada día equivalga a un
año, esto no significa nada. Es obvio que se trata de
números simbólicos. Deberíamos tener suficiente
inteligencia para decir: «Realmente no lo sé, pero
puede que algún día lo sepamos».
inequívocas, acerca de las cuales no cabe duda.
Vemos aquí verdades que deberían prepararnos
para el final, sin importar cuándo sea este.
No tenemos que preocuparnos por el final,
pues Dios protegerá a Su pueblo y los ayudará
hasta el fin del tiempo. Puede que el fin venidero
esté precedido de dificultades. Podemos esperar
que el diablo estará tratando arduamente de
alejarnos de Dios hasta el mismo final. No obstante, debemos esforzarnos por permanecer fieles. Dios tiene escrito nuestro nombre en Su libro;
Él nos conoce y nos honrará. Cuando la resurrección venga, tanto para los justos como para los
inicuos, los que confían en Dios serán galardonados.
Debemos dejar que Dios se encargue del final.
Nosotros no podemos; Él sí puede. Dios tiene
dominio incluso, a Su manera, del mal que hay
en el mundo. Sencillamente tenemos que confiar
en Él.
La pregunta importante para nosotros es
esta: «¿Estamos viviendo fielmente para Dios?».
Si lo estamos, continuemos viviendo así, porque así no tendremos que preocuparnos por el
final.
Neale Pryor
ES NECESARIA LA FIDELIDAD
La siguiente verdad consiste en que es necesaria
la fidelidad. No sabemos cuándo es que el fin
vendrá, pero esto es lo que sabemos: Debemos ser
hallados fieles cuando sea que venga.
En los anuncios que se hacen en la Biblia, a
menudo se nos da información que podemos
entender y apreciar; pero de vez en cuando, casi
pareciera como que el Señor suelta algo con el
único propósito de recordarnos que nosotros no lo
sabemos todo. El Señor le dijo a Daniel que fuera
fiel, y le explicó que los anuncios de Sus palabras se
cumplirían, pero no en el futuro cercano. Habían
de ser sellados hasta el fin.
No sabemos si el fin llegó en el 165 a. C., cuando
los sacrificios del templo fueron cesados, o en
el 70 d. C., cuando el templo fue destruido. Tal vez
todavía ha de llegar. Lo único que sabemos es lo
que Dios nos ha dicho: «y reposarás, y te levantarás
para recibir tu heredad al fin de los días» (vers.o
13b).
CONCLUSIÓN
Este capítulo también nos plantea preguntas
que no podemos responder. No obstante, del
estudio del capítulo emergen algunas verdades
Cronograma del cumplimiento de las profecías de Daniel
Imperio
Babilónico
333
a. C.
333
a. C.
Imperio
Romano
275
a. C.
200
a. C.
63
a. C.
Los romanos
toman Jerusalén.
160s —revuelta y
dominio de los
macabeos hasta
el 63 a. C.
539
a. C.
198 —comienza
dominio seléucida
168 —profanación
del templo
606/605
a. C.
322 —comienza
dominio tolomeo
IMPERIO
GRIEGO Y
PERÍODO
DE LOS
MACABEOS
Imperio
Griego
→
Alejandro Magno
comienza las conquistas
IMPERIOS
QUE
GOBERNARON
A LOS
JUDÍOS
Imperio
Medo-persa
125
a. C.
©Copyright 2004, 2006 por La Verdad para Hoy
TODOS LOS DERECHOS RESERVADOS
63
a. C.
5
Descargar