R14 b PODER LATERCERA Domingo 19 de octubre de 2014 El reservado embajador de la Santa Sede Ivo Scápolo es quien envió los antecedentes de Puga, Aldunate y Berríos al Vaticano. El nuncio está en medio del debate a la espera que explique qué o quiénes lo motivaron a poner “bajo examen” a los sacerdotes. TEXTO: Hernán López FOTOGRAFÍA: Rodrigo Saenz/AgenciaUno “ Mi enseñanza no es mía; es algo que el Papa ha dicho y tengo que transmitir a ustedes”. Es miércoles y en la eucaristía en conmemoración del V centenario del nacimiento de Santa Teresa de Jesús de Avila, el nuncio apostólico, Ivo Scápolo, repite al menos tres veces por qué está aquí: él es el representante del Papa Francisco en Chile. Es el embajador de la Santa Sede. El sacerdote italiano recuerda su rol en la parroquia del convento de las Carmelitas Descalzas, que está repleta de feligreses que -en buena parte- llegaron porque sabían de su presencia. Ivo Scápolo nació en Padua en 1953, es doctor en derecho canónico y parte del servicio diplomático del Vaticano desde 1984. Antes de Chile, el religioso ejerció como Nuncio en Bolivia, por seis años, y en Ruanda, por otros tres. En julio de 2011, el entonces Papa Benedicto XVI lo envió a Santiago. El sacerdote italiano había mantenido un bajo perfil durante su estadía en el país. Eso, hasta que Reportajes de La Tercera reveló el domingo pasado la condición de “bajo examen” en que se encuentran los sacerdotes Mariano Puga, José Aldunate y Felipe Berríos, para el Vaticano. Ello, a partir de una solicitud fundada en algunas declaraciones de los tres religiosos con un denominador en común: las críticas profundas a algunos aspectos de la Iglesia. Todos las miradas se dirigieron a Scápolo, quien fue el encargado de enviar los antecedentes a la Santa Sede para el análisis de la Congregación para la Doctrina de la Fe. El cardenal Ricardo Ezzati reconoció que fue consultado por el nuncio respecto de las declaraciones de Puga, Aldunate y Berríos, pero que en ningún caso solicitó una medida de este tipo. La aclaración del líder de la Arquidiócesis de Santiago abrió un espacio de incertidumbre sobre cuáles fueron, exactamente, los “canales y personas” -según las palabras que utilizó el nuncio para justificar su decisión- que solicitaron su intervención. Scápolo llegó al país justo en medio de las movilizaciones estudiantiles. El país no estaba tan tranquilo como pensaba o como alguno de sus cercanos al interior de la Iglesia, como el cardenal Jorge Medina -con quien el nuncio habla seguido, según quienes conocen la relación- le había descrito. En septiembre de ese año, en una de sus primeras intervenciones públicas, Scápolo participó en la misa de celebración de la Virgen del Carmen. Allí pidió para que Chile pudiese “crecer en caridad, justicia, paz y libertad, para que siempre se busque en ella el bien común y se respete la dignidad de todos”. Luego diría que el país debía lograr una “convivencia social pacífica”. Para varios religiosos, el nuncio marcó desde el inicio de su estadía su impronta, más conservadora que la de su antecesor, Giussepe Pinto. De hecho, en los seis año que ejerció como nuncio en Bolivia, Scápolo es recordado por su fuerte oposición al proyecto de ley de “derechos sexuales y reproductivos”. Sus gestiones -activas y públicas- cumplieron el objetivo y la iniciativa fracasó. Quienes lo conocen señalan que tiene una “muy buena relación” con el rector de la UC, Ignacio Sánchez, y que participa en las actividades de esa casa de estudios cada vez que es solicitado. En 2012, por ejemplo, Scápolo dictó una conferencia sobre el “derecho de manifestación del pensamiento de la Iglesia”, en la Facultad de Teología. El nuncio cerró en esa ocasión su exposición deseando retomar el estudio de la materia, que según él, en 1984 -año en que comenzó a ser parte del servicio diplomático- tuvo que dejar para cumplir con sus nuevas labores. Quienes han conversado con él lo definen como un tipo distante, a veces simpático, reservado y que demuestra ser muy inteligente. Una de esas labores es su participación en el proceso para el nombramiento de los obispos. Algunas de esas causas están hoy pendientes. Otra tarea del nuncio es conversar y conocer las inquietudes de las distintas diócesis desparramadas a lo largo del país. Fuentes del Arzobispado de Santiago afirman que Scápolo ha visitado “prácticamente todo el país”, con estadías que en ocasiones se extienden por dos o tres días y que le han permitido conversar con distintos actores locales. La descripción de su personalidad coincide entre quienes han podido dialogar con él: reservado, algo distante, simpático y muy inteligente. En su agenda, Scápolo también ha contemplado reuniones con representantes de organizaciones sociales -como la CUT o la Anef- e incluso con sectores bajo cuestionamiento, como los militares en retiro involucrados en violaciones a los derechos humanos durante el régimen. A principios de 2013, uno de esos condenados, Eduardo Iturriaga Neumann, reveló a través de una carta que Scápolo visitó, en la víspera del año nuevo, el penal Punta Peuco y que compartió con los ex uniformados que viven allí. Según el general en retiro -que cumple condena por el asesinato del ex jefe del Ejército Carlos Prats y su esposa, Sofía Cuthbert-, los ex uniformados le entregaron un manifiesto que ellos escribieron. A la visita al penal se sumó, en 2013, una serie de reservadas consultas del nuncio para saber más acerca de los presos en Pun- ta Peuco y el rol que estaba cumpliendo la Iglesia en ese lugar. Por estos días, ante las críticas por sus motivaciones para enviar los antecedentes de Puga, Aldunate y Berríos a la Santa Sede, el diplomático solo se remitió a decir que ya solicitó que “alguien explique bien cómo están las cosas”. La declaración del nuncio resultó algo ambigua para el Arzobispado. Fuentes al interior de la entidad dejan entrever cierta incomodidad ante el rol secundario que adoptó Scápolo en la polémica y que dejó el campo libre para los cuestionamientos en contra de Ezzati. En la Iglesia esperan que, esta semana, el sacerdote italiano explique el procedimiento y cierre el capítulo. Al menos, hasta que la Congregación para la Doctrina de la Fe tome una decisión.R