¿En qué se pudo haber ahorrado para hacer frente a los costos

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Artículo de opinión sobre hechos coyunturales
de la economía ecuatoriana
P
opina
|| Año 3 || Número 09 || Jueves, 21 de abril de 2016 ||
¿En qué se pudo haber ahorrado para hacer frente a los
costos provocados por el terremoto?
E
l Presidente Correa anunció en la noche de ayer un paquete de medidas de
carácter tributario para cubrir los costos
generados por el terremoto que sufrió el
país el último sábado. Esta tarde, en una
conferencia de prensa, autoridades del
equipo económico detallaron cuánto se espera recaudar por cada una de ellas. Por
el incremento, por un año, en la tasa del
IVA, que es un impuesto regresivo, de 12%
a 14% se espera recaudar $720 millones.
Por la “contribución solidaria” del equivalente a un día de sueldo para las personas
que ganan más de $1.000 mensuales (si
el sueldo es mayor a $2.000, la deducción
se hará por dos meses, y así hasta llegar a
quienes ganan más de $5.000, a quienes
se les deducirá el equivalente a un día de
trabajo por cinco meses) se espera recaudar $86 millones. Por el impuesto de 0,9%
a los patrimonios personales mayores a un
millón de dólares se espera obtener $70
millones. Y por el impuesto adicional de
3% sobre las utilidades se espera obtener
$160 millones.
Es decir, suponiendo que los cálculos
oficiales están bien, el paquete de medidas
generaría ingresos adicionales por $1.036
millones. Es evidente que, ante la magnitud de la catástrofe (días atrás, el Presidente Correa estimó, “a ojo de buen cubero”, que los daños económicos rondarían
los $3.000 millones), se necesitan abundantes recursos para encarar la atención
a los damnificados y la reconstrucción de
las zonas destruidas. Sin embargo, la pregunta que surge enseguida es: ¿después
del prolongado período de bonanza que
vivió el país, era necesario obtener esos
recursos de los ciudadanos o las empresas,
en medio de una complicada coyuntura
económica?
Cada vez que se topa el tema de los
fondos de ahorro que se eliminaron durante el boom petrolero (fondos particularmente necesarios en el caso del Ecuador, históricamente expuesto a desastres
naturales y a variaciones en los precios de
sus principales productos de exportación),
el Gobierno repite la misma respuesta: el
ahorro está dado en las obras de infraes-
tructura que se construyeron en los últimos años (o se están construyendo actualmente) y que representan un activo para el
país. Más allá del hecho de que buena parte de esas obras se financiaron con deuda
(que compromete ingresos futuros) y de
que en la actual administración 6 de cada
10 dólares de gasto correspondieron a gasto corriente, la respuesta oficial incluye un
sobrentendido más que cuestionable: que
todas esas obras son útiles para el país.
Eso, lamentablemente, no es así.
Entre las inversiones que han sido calificadas como “elefantes blancos” destaca
la Refinería del Pacífico, proyecto al que el
Gobierno, pese a su aparente inviabilidad,
se resiste a dar por perdido. Sólo con los
$1.200 millones que se han destinado hasta el momento a ese proyecto se podrían
haber cubierto los recursos que ahora se
pretende obtener con el paquete de medidas (las cuales, según ha aclarado el Gobierno, no afectarán a los damnificados).
Pero ese caso está lejos de ser el único. La
polémica “Ciudad del Conocimiento Yachay” demanda, según datos oficiales, una
inversión de $1.041 millones, monto superior al que se espera obtener con el aumento del IVA. Los cerca de $100 millones
que se gastaron en la construcción de los
aeropuertos de Santa Rosa y Tena harían
innecesaria la “contribución voluntaria” de
un día de sueldo. Los $200 millones que el
Gobierno está gastando (financiados con
deuda china) para construir la Plataforma
Financiera en la avenida Amazonas, en
Quito, superan en $40 millones a lo que
se recaudaría por el impuesto adicional a
las utilidades. Y si a esos $40 millones se
suman los $43,5 millones que costó el edificio de UNASUR, también estaría cubierto
el monto que se pretende generar con el
impuesto a los patrimonios de más de $1
millón. En otras palabras, solo el gasto en
esos proyectos es dos veces mayor que la
meta de recaudación del paquete de medidas.
En los días posteriores al terremoto
quedaron de manifiesto la enorme generosidad y disposición a colaborar de los
ciudadanos. Si en las redes sociales se
siente un rechazo a las medidas anunciadas por el Presidente Correa, no es por
falta de solidaridad (que para ser tal tiene
que ser voluntaria, no impuesta por ley),
sino porque ahora esos recursos van a ser
administrados por un Gobierno que ha
tenido un manejo de los dineros públicos
absolutamente dispendioso (además de
los ejemplos citados, podemos mencionar
los cientos de millones de dólares perdidos
en gasto corriente de ministerios coordinadores y otras entidades prescindibles y en
propaganda oficial), que no es fiscalizado adecuadamente y que, además, no da
muestras de querer asumir también una
parte del costo que se está traspasando
al sector privado. A esto se suma la duda
sobre el uso que se dará a los ingresos adicionales: ¿Irán todos a las zonas afectadas
o se usarán para cubrir una parte del enorme hueco fiscal que ya existía antes del
terremoto? (En Chile, por ejemplo, se creó
un fondo específico al que ingresaban los
recursos generados por los aumentos impositivos para cubrir una parte de los costos asociados al terremoto de 2010; otra
parte fue cubierta con fondos de ahorros.)
En una actitud prepotente, el Presidente Correa ha dicho esta tarde: “Si
quieren eliminamos la secretaría de la Felicidad, si eso pone contenta a esta oposición para que tenga un poco de alma.
¿Ah, que las sabatinas? Los 30 mil dólares
semanales de informe del presidente es lo
que quiebra al país... Se la suspendo las
sabatinas. No trabajo los sábados. Muchas
gracias”. Ni las sabatinas ni la Secretaría
del Buen Vivir han llevado, por sí solas, a
las cuentas fiscales a su crisis actual, pero
sí son una manifestación del derroche de
los fondos públicos. Si el manejo de esos
dineros hubiera sido más responsable y el
Gobierno se hubiera mostrado más previsivo (y menos desafiante) ante la posible
llegada de desastres naturales, seguramente sería menor el rechazo al paquete
de medidas anunciado por el Gobierno,
paquete que, además, estará acompañado
por la venta, en un muy mal momento, de
algunos activos estatales que fueron financiados con deuda sumamente onerosa.
El propósito de esta publicación es promover el diálogo sobre temas relevantes para la sociedad ecuatoriana.
Cualquier comentario dirigirlo a: [email protected]. Ediciones anteriores disponibles en www.cordes.org
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