Psicogeriatría Volumen 15 (1) - 18 - 1999 Percepción de relaciones sociales en la tercera edad J. C. Meléndez Moral Resumen Introducción El estudio de las relaciones sociales durante la vejez mantiene diferentes enfoques y teorías desde los que se plantean ideas muy diferentes al respecto de cómo los sujetos se adaptarán al nuevo período evolutivo. En este artículo se analizan una serie de variables y como pueden determinar el tipo de percepción de posibilidad de relaciones sociales que el sujeto mantendrá durante la jubilación. El abordaje del tema de las relaciones sociales e interpersonales en la tercera edad es acogido por mucha gente desde una perspectiva negativa. Siguiendo el modelo que la Teoría de la Desvinculación sostiene, las personas, se retiran de la sociedad por la ruptura de las relaciones sociales, por el cese de las funciones y por una reducción del compromiso con las normas y valores. La vejez así planteada, puede percibirse como una pérdida, y esa ruptura en lo que respecta a las relaciones sociales, está determinada por la conjunción de una serie de factores tales como el alejamiento de las relaciones personales establecidas en el trabajo (con la pérdida del rol laboral), la carencia afectiva percibida en cuanto a la relación con los hijos (nido vacío) (Serra, Dato y Leal, 1988), y la escasez en lo que se refiere a las relaciones con parientes y amigos que se van dejando por el camino como consecuencia de la distancia o la muerte. Así vista, la vejez, implica una transición negativa hacia la soledad y el desconcierto, de tal manera que para su adecuada adaptación las personas deberán reestructurar muchas de sus rutinas diarias y reorientar sus estructuras cognitivas y conductuales hacia patrones diferentes de comportamiento para una mejor integración y socialización en la etapa que están viviendo. Para Lehr (1980) y haciendo referencia a la teoría de la desvinculación se parte de la idea de que la persona de avanzada edad desea ciertas formas de aislamiento social y al lograrlo se siente feliz y satisfecha. Posteriormente Lehr, retomando esta misma teoría, hace referencia a la denominada Desvinculación Transitoria y señala que puede existir una alta satisfacción que vaya unida a escasos contactos sociales, lo cual aparece como una forma de reacción a determinadas situaciones de sobrecarga. Si una vez finalizada la adaptación del sujeto a la nue- Geriátrika, 1999; 15 (1): 18-22 Palabras clave: Relaciones sociales. Jubilación. Summary The studies about social relationships during old-age maintain different points of view and theories which give rise to very different ideas about how the subjects will adapt to this new evolutive period of time. The article analizes the different variables and how these can determine the posible perceptions of the social relationship during retirement. Key words: Relationships. Retirement. PROFESOR ASOCIADO. DEPARTAMENTO DE PSICOLOGÍA EVOLUTIVA Y DE LA EDUCACIÓN. UNIVERSIDAD DE VALENCIA. VALENCIA (ESPAÑA). 28 Volumen 15 (1) -19 - 1999 va situación se produce un buen ajuste, se puede observar una renovada vinculación social, por tanto, la cuestión de la desvinculación social sólo sería temporal, no extendiéndose durante toda la vejez. Desde nuestro punto de vista, aunque esta desadaptación tan sólo sea transitoria, incluso aunque incida más en los primeros momentos de la jubilación, existen ciertos problemas, como por ejemplo, los relacionados con la soledad, el sentirse solo/a, que son determinantes en la percepción que del nuevo período del ciclo vital tienen los ancianos. Según un trabajo realizado por Sáez, Meléndez y Aleixandre (1995) al preguntar a la población anciana por aquellos problemas propios de su edad y percibidos como más relevantes, se encontró que la soledad era la variable por la que más directamente se sentían afectados (59%), seguido del rechazo familiar, que obtuvo un 33%. Estos datos implican la existencia de un problema desarrollado en la población anciana y que está sujeto a una serie de variables que este artículo pretende abordar, determinando a la par cómo según una serie de variables, se van produciendo una serie de cambios en la percepción que de las relaciones sociales e tienen. Por ejemplo, lo que sí parece claro a través de los diferentes estudios, es que la desadaptación social afecta más intensamente a los hombres que a las mujeres, independientemente de que éstas sean trabajadoras regladas o no, dato posiblemente provocado por el segmento generacional que nos ocupa, dado que es en el hombre donde se operan los más altos índices de cambio al llegar el momento de la jubilación. También, existen diferencias en el tipo de apoyo social que uno y otro grupo demandan: mientras que los hombres manifiestan mayor necesidad de apoyo social, las mujeres se inclinan por un apoyo familiar más alto. En cualquier caso, tanto uno como otro son determinantes a la hora de mejorar la adaptación física y psicológica del sujeto en el nuevo período del ciclo vital, y por tanto, una base a la resolución de sus crisis evolutivas. La calidad subjetiva del apoyo social, según Duff y Hong (1982), representa un indicador más claro de la satisfacción vital que la cantidad de apoyo social. Para Porrit (1979) el apoyo de calidad es más eficaz en momentos de crisis que el de cantidad. Además la mayoría de las investigaciones han insistido en la importancia de la calidad por encima de la cantidad de apoyo. De todas formas, algunos investigadores han sugerido que, de la presencia de una red demasiado reducida, puede resultar una excesiva presión sobre las personas que proporcionan el apoyo. A este respecto, según Antonucci (1985), el efecto de un apoyo negativo es, por desgracia, claramente más fuerte (al menos estadísticamente hablando) que el efecto del apoyo positivo. Kalish (1983), expone que la tendencia de las personas mayores a convertirse en más introvertidas viene dada por dos conjuntos de causas: - una de ellas es, sencillamente, el estrés de los últimos años, siendo la introversión el resultado de la desesperación y de la depresión, - otra es, primordialmente, la consecuencia del reconocimiento de la riqueza del mundo interior, y de la reducida necesidad de responder a las demandas sociales mediante el éxito y la participación. Según Atchley (1989), la jubilación es un proceso continuo que pasa por una serie de seis etapas que nos pueden dar una idea sobre como se desarrollarán las relaciones sociales. Las etapas identificadas son: 1. Prejubilación. Se caracteriza porque el individuo se orienta hacia sí mismo, hacia la idea de jubilarse. Durante esta etapa se hipotetiza sobre cómo podrá ser la jubilación, fantaseando sobre el tema en algunas ocasiones. 2. Jubilación. Que puede conducir a tres tipos de vivencias alternativas: luna de miel, continuidad con las actividades de ocio planificadas o rutina y la de descanso. - luna de miel: el sujeto intenta realizar todo lo que había deseado antes y no podía hacer. Es un período eufórico. No lo atraviesan todos, - continuidad con las actividades de ocio planificadas o rutina: se continúa en contacto con actividades y grupos anteriores a la jubilación, variando únicamente el tiempo de dedicación, que ahora es mayor, - descanso: algunas personas entran en esta fase a partir del momento de la jubilación. Se caracteriza por una reducción temporal de la actividad, de manera opuesta a la que se produce en la luna de miel. 3. Después de la fase jubilación, algunas personas pasan por una tercera fase de desencanto y depresión, que tiene lugar cuando el sujeto percibe que sus fantasías (agradables) sobre la jubilación no se producen 4. Como continuación del desencanto o de las vivencias anteriores, se puede pasar por una etapa de reorientación en la cual se reevalúa la situación y se construyen percepciones realistas de la jubilación (ni todo es positivo, ni todo negativo). 5. En la quinta etapa, las personas desarrollan un estilo de vida rutinario que en muchos casos conduce a la satisfacción en tanto que indica que se ha logrado una estabilidad. 6. Por último, en la fase final, el rol de jubilado pierde relevancia en tanto que ya está plenamente asumido o es sustituido por otros roles (por ejemplo el de enfermo, o el de abuelo que colabora en casa, etc.). Para concluir, debemos tener en cuenta que las relaciones sociales, en su forma, pueden ser una variable que cambia de manera significativa durante el período de la tercera edad. Estas variaciones no tienen por qué ser radicales, en la medida que se 29 Volumen 15 (1) -20 - 1999 producen sobre ejes que, de alguna manera, han estado presentes a lo largo de la vida, y ello, con las consabidas adaptaciones a cada periodo vital concreto. Método En éste trabajo planteamos como objetivo examinar una serie de variables (edad, sexo, estado civil y estudios) y cómo pueden estas determinar que exista una percepción mayor de posibilidad de relaciones sociales en la jubilación y qué diferencias existen en cada una de estas. Para el desarrollo de este trabajo y posterior análisis de datos, se partió de una población de 445.989 jubilados, de la cual se tomó una muestra de 403 sujetos jubilados no institucionalizados. El factor utilizado quedó definido como "Percepción de posibilidades de relaciones sociales en la jubilación" y en él, se parte de la idea de las relaciones sociales como factor fundamental en el adecuado ajuste del individuo con respecto a su entorno. Este factor indica cómo la jubilación puede llegar a ser un momento de desarrollo social: no todo está perdido, el tiempo se puede aprovechar no sólo para comenzar nuevas relaciones, sino también para mantener aquellas que uno tiene. Además, este factor está indicando que, de algún modo, la jubilación puede ser también una etapa para desarrollar actividades con los demás. En él se parte de la idea de que una situación de cambio implica transición hacia nuevos modelos y por tanto, si partimos de un modelo en el que las relaciones sociales decrecen y aminoran aislando al sujeto de su entorno y de la sociedad en general, encontraremos a un individuo cuyo desarrollo personal, cuyo autoconcepto, autoestima y autopercepción, disminuirán; un sujeto falto de expectativas de desarrollo hacia estados personales más ajustados, y en los que se pueda seguir evolucionando como persona y como ser social. Este factor obtuvo una varianza explicada de 5.596 y está compuesto por un total de seis ítems con un alfa estandarizado de .6527 (Meléndez, 1994). Con respecto al tratamiento estadístico de los datos se utilizó el programa SPSS, realizando análisis factorial, análisis de varianza para comprobar si existen diferencias estadísticamente significativas en las variables independientes y pruebas Scheffe para determinar en qué niveles de las variables se dan estas diferencias. de 70 a 74, 114 sujetos (28,2%) y de más de 75, 164 sujetos (40,6%). En primer lugar, se realizo un análisis de varianza para determinar si existen diferencias significativas entre la edad y la percepción de posibilidades de relaciones sociales en la jubilación. Los resultados podemos observarlos en la siguiente Tabla: TABLA I Análisis de varianza de percepción de posibilidad de relaciones sociales con grupos de edad Source of Variation Sum of Squares DF Mean Square F Sig. Of F Between groups 10.737 2 5.368 15.145 .000 142.142 401 .3545 152.8787 403 Wlthin groups Total Tal y como se puede observar, existen diferencias estadísticamente significativas al .000. Posteriormente se aplicó la prueba Scheffe y a través de ésta, se determinó que los grupos de 65 a 69 y de 70 a 74 muestran diferencias estadísticamente significativas con el tercero de los grupos (más de 75), que es el que mayor posibilidad de relaciones sociales encuentra en el momento de la jubilación. Por lo que respecta a la variable sexo, 154 sujetos son hombres (38.2%) y un 61.8%, 249 sujetos son mujeres. En este caso, se aplicó una prueba "t" para determinar si existen diferencias entre los dos grupos obteniéndose los siguientes resultados: TABLA II Prueba "t" de la variable sexo Number of Cases Variable Mean Standard Desviation Hombres 154 1.9091 553 045 Mujeres 249 2.0840 .644 .041 Pooled Variance Estimate Resultados La primera de las variables analizadas, la edad, esta compuesta por tres grupos divididos de la siguiente manera: de 65 a 69, 126 sujetos (31,2%), 30 Standard Error F Value 1.36 Degrees Degrees 2-tail 2-tail of t Value of prob. prob. Freedom Freedom -2.80 402 .005 -2.90 360.84 .004 2-tail t Value prob. .039 Separate Variance Estimate Volumen 15 (1) -21 - 1999 TABLA IV Tal y como se puede comprobar en la Tabla II, existen diferencias significativas en la percepción de posibilidad de relaciones sociales en la tercera edad entre los dos grupos, siendo el grupo de mujeres el que mantiene un mayor porcentaje. Posiblemente este resultado venga a ratificar que la adaptación, en cuanto a las relaciones sociales de los hombres, parece ser más dificultosa que en el caso de las mujeres que demuestran un interés mayor por las relaciones familiares. La siguiente de las variables estudiadas ha sido el estado civil. Esta variable, está compuesta por un 52,1% (210 sujetos) son casados, un 40,9% (165 sujetos) son viudos y un 6,9% (28 sujetos) son solteros. Presentamos a continuación el análisis de varianza realizado con respecto a la percepción de posibilidades de relaciones sociales: TABLA III Analisis de varianza de percepción de posibilidad de relaciones sociales con estado civil Source of Variation Sum of Squares DF Mean Square F Sig. Of F Análisis de varianza de percepción de posibilidad relaciones sociales con nivel de estudios Source of Variation Sum of Squares DF Mean Square F Sig. Of F Between groups 4.6720 4 1.1680 3.1493 0.144 147.2384 397 .3709 151.9104 401 Wlthin groups Total En la Tabla anterior se puede comprobar cómo también en esta variable existen diferencias estadísticamente significativas. Además, al aplicar del mismo modo que en las demás variables la prueba Scheffe, se encontró que el grupo de no sabe leer ni escribir mantiene el porcentaje más alto y es estadísticamente diferente a los grupos de bachilleres y de estudios primarios. Conclusiones Between groups Wlthin groups Total 5.1752 3 1.7084 147.7535 400 .3694 152.8787 403 4.6250 .034 Tal y como se puede observar, al realizar el análisis de varianza se han encontrado diferencias significativas con una F de .034. Posteriormente, se realizó una prueba Scheffe para determinar las diferencias existentes entres los grupos que componen esta variable, encontrándose diferencias significativas entre el grupos de casados y el de viudos. Este segundo grupo es el que mayor media obtiene en cuanto a su percepción de posibilidades de relaciones sociales en el momento de la jubilación, y aunque no es significativo, la media obtenida por el grupo de solteros es muy cercana a la de los viudos. La cuarta de las variables estudiadas ha sido el nivel de estudios. Para su análisis se parte de un total de cinco grupos: no sabe leer ni escribir 7,2% (29 sujetos), menos de estudios primarios 42,1 (170 sujetos), estudios primarios 31,5 (127 sujetos), bachilleres 12,2% (49 sujetos) y universitarios 6,9% (28 sujetos). A continuación podemos observar la tabla de análisis de varianza de esta variable con la percepción de posibilidades de relaciones sociales en la jubilación: Tal y como hemos podido observar a través de los resultados obtenidos, existen diferentes variables que determinan que el sujeto perciba una mayor o menor posibilidad de relaciones sociales. En la variable edad, tal y como hemos visto, el grupo que mayor porcentaje obtiene es el de más de 75 años. Muy posiblemente siguiendo las ideas planteadas por Atchley, una vez pasados los primeros momentos en los que se produce un cierto desencanto al no ver cumplidas muchas de las expectativas esperadas, el sujeto se adapta a sus nuevas circunstancias; supera su crisis tal y como plantearía Slaikeu, y retoma unas nuevas estrategias de vida a través de una reestructuración cognitiva y del desarrollo de nuevas conductas adaptadas a sus circunstancias vitales. Dentro de estas estrategias estarían situadas las relaciones sociales. Aparece así como un elemento básico de la intervención en el cambio social de la tercera edad el ser capaces de aportar el apoyo social necesario para la adecuada superación del periodo vital. Además, debemos tener en cuenta que este apoyo social es más necesario en el caso de los hombres. Como se ha comentado al principio de este trabajo, es en este grupo en el que mayores índice de cambio se operan al llegar el momento de la jubilación, algo específico de estas generaciones y que probablemente con la modernización y equiparación de roles sociales que estamos viviendo se irá mermando. Posiblemente uno de los desencadenantes 31 Volumen 15 (1) -22 - 1999 que mayor peso específico tengan en esa baja percepción de posibilidad de relaciones sociales sea la pérdida del rol laboral, hipótesis que desde la teoría de la actividad se afirma ya que sólo el sujeto activo es un sujeto que esta satisfecho. Si durante un gran porcentaje de nuestras vidas la mayor ocupación de nuestro tiempo es el trabajo y por tanto es en él donde desarrollamos gran parte de nuestras relaciones sociales, se hace necesaria una adecuada planificación de la jubilación no en el estricto sentido económico. Dotar a los sujetos jubilados de actividades con las que realmente se sientan identificados y que no minusvaloren sus capacidades ni hagan que se asuman estereotipos negativos, se plantea como un elemento básico de la intervención en cuanto a actividades de ocio y tiempo libre. Dentro del estado civil, parece interesante que sea el grupo de viudos el que obtenga una puntuación superior. Posiblemente el grupo compuesto por casados siga manteniendo aquellas relaciones sociales establecidas por su propio rol mientras que el grupo de viudos, además de seguir manteniendo estas, se plantea que sus relaciones sociales se pueden enriquecer y crecer en éste periodo del ciclo vital. Esto de nuevo nos da una idea de que el periodo de la jubilación, aún a expensas de estar viudo, es decir, haber sufrido el acontecimiento vital más estresante que se puede vivir (Holmes y Rahe, 1967, González de Rivera y Morera, 1983 y Valdés y de Flores, 1990), puede seguir planteándose como un período de desarrollo social y personal, de crecimiento y de mejora y no como una línea en continuo declive en la que la soledad es uno de los centro vitales de su vida. Por último, en la variable estudios, tal y como se ha comentado, es el grupo de no sabe leer ni escribir el que percibe un mayor incremento en sus posibilidades de relaciones sociales frente a grupos con estudios primarios y bachiller que son los que menos posibilidades perciben en cuanto a relaciones sociales. Como conclusión final, diremos que la jubilación no tiene por qué ser un periodo en que el nivel de relaciones sociales disminuya sino que por el contrario, puede ser un momento como cualquier otro periodo evolutivo de crecimiento social. Lo que sí parece necesario es dotar a los sujetos de aquellos elementos necesarios para que ese desarrollo social se produzca y genere una serie de apoyo de calidad que mejore el ajuste psicológico de los sujetos. CORRESPONDENCIA: PROF. J. C. MELENDEZ FACUL TAD DE PSICOLOGIA UNlVERSITAT DE VALENCIA. DEPARTAMENTO DE PSICOLOGIA EVOLUTIVA y DE LA EDUCACION AVDA. BLASCO IBAÑEZ 21, 31/4 46010 VALENCIA. E-Mail: [email protected] 32 Bibliografía Antonucci, T. C.: Social support: Theoretical advances, recent findings and pressing issues. En G. Sarason y B. R. Sarason (Eds.): Social support: Theory, research, and applications. Oordrecht Países Bajos: Martinus Nijhof. 1985; (pp. 21-38). Atchley, R. C.: A continuity theory of normal aging. 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