El padre Camilo Vial y los presos políticos del `73

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El padre Camilo Vial y los presos políticos del ‘73
autor Gabriel Reyes A
viernes, 22 de julio de 2011
El pasado 16 de julio, el obispo de Temuco, padre Camilo Vial cumplió 50 años de sacerdocio. Buena ocasión para
recordar algunos episodios en los que se involucró y que nuestro colaborador Gabriel Reyes recuerda en esta nota.
En octubre de 1973, luego de pasar por el Regimiento Chacabuco y la Ex "Cuarta" Comisaría de Carabineros de
Concepción, llegué como prisionero político, al Estadio Regional de Concepción.
La mayoría de nosotros, proveníamos de hogares de trabajadores o clase media, empleados, obreros, jóvenes, viejos,
hombres, mujeres y hasta algunos niños; de las mil y una profesiones que requiere un pueblo que quiere salir de la
miseria y soñar con un mundo mejor. Intelectuales de gran prestigio, médicos, abogados, empleados públicos,
profesores, estudiantes, obreros de Huachipato, de FF CC del E, de la CCU, de la CRAV, de Tejidos Caupolicán o
Bellavista Tomé, mineros del carbón, campesinos y hasta un oficial de Carabineros que se negó a seguir órdenes de sus
superiores, formaban parte de un contingente que fácilmente superó en algún momento las mil personas privadas de
libertad por Ley de Seguridad Interior del estado.
Dirigentes de pobladores, sindicales, juveniles, de organizaciones culturales, de gremios profesionales y, ciertamente,
de los Partidos de la Unidad Popular y el MIR, sin faltar algunas excepciones de militantes de la Democracia Cristiana
debimos compartir días y meses bajo la atenta mirada militar y fusiles que nos recordaban a cada momento que no
"estábamos de vacaciones" como solían decirnos nuestros guardianes.
"La rutina comenzaba a las siete de la mañana. Normalmente un funcionario del Servicio de Prisiones pasaba
golpeando la puerta de cada celda, para levantarse, formarse, contarse afuera de la celda, y salir a recoger una taza de
café y un pan que debíamos servirnos en las graderías del Estadio. Hombres y mujeres estaban separados (por una
simple reja) pero seguían idéntico procedimiento. En cada camarín se amontonaban entre 60 y 100 personas
aproximadamente. Allí se dormía en el piso de cemento, al cual se le colocaba aserrín, lo que significaban pulgas y piojos
que afectaban física y moralmente a cada persona. En cada celda había una pequeña organización dada por los propios
detenidos, la cual permitía resolver pequeños problemas propios del hacinamiento, además de ordenar la ubicación de
cada compañero, las comisiones de aseo, las actividades artísticas y juegos que se realizaban cada noche y donde
cada persona tenía que hacer "su gracia", contar chistes, cantar, recitar, etc.. Estos Jefes o Encargados de Celdas
cumplían la función de relacionarse con los guardianes de turno, plantearle los problemas de algún detenido o del grupo
representado". (Tribuna del Bío Bío, 9/11/2002, G.Reyes)
En medio de esta rutina, tuvimos la oportunidad de conocer al Padre Camilo Vial, un sacerdote "cuarentón", amable,
simpático, culto, quién por encargo del Arzobispado de Concepción, visitaba todos los días por la tarde a los prisioneros
del Estadio Regional. Su figura alta y su traje marengo, lo hacían distinguirse fácilmente entre los cientos de personas
que compartíamos lo que, según creíamos, sería un encierro de corto plazo, pero que en mi caso se transformó en más
de un año y medio de prisión en Chile y más de 15 años de exilio en México.
Era raro ver a este curita entre militantes de izquierda, tradicionalmente "ateos" (con el favor de mi Dios) y militares
fascistas y torturadores cuidando que los comunistas-socialistas-terroristas no se escaparan del recinto deportivo
transformado en una gran prisión colmada de custodios fuertemente armados y ametralladoras colocadas
estratégicamente en distintos puntos del Estadio.
En poco tiempo conocimos la capacidad de diálogo que caracterizaba al Padre Camilo y que ya se quisieran nuestros
líderes políticos. Comprensivo, "buen verbo" y obviamente, con las convicciones propias de alguien que proviene de un
grupo de origen conservador como el Movimiento de Schöenstatt, del cual fue asesor entre los años 1972 y 1980 en las
diócesis de Concepción, Los Angeles y Chillán.
En las graderías del estadio, cada tarde se le esperaba con cierta ansiedad y aunque de las conversaciones que
sosteníamos con él, (…en los que hasta se hablaba de religión) desprendíamos que no le había gustado para nada el
gobierno del Presidente Allende.
Según nos contaban nuestros familiares, se trataba de un "padrecito" sencillo cuya casa, la de su Congregación, estaba
ubicada en calle Angol al llegar a Chacabuco, donde vivía con un pequeño grupo de sacerdotes que no eran
precisamente de origen o compromiso social proletario como si lo eran muchos de los curas con los que nos correspondió
"trabajar" durante el gobierno de Salvador Allende.
Su lugar de trabajo, "su oficina", estaba en la calle Barros Arana al llegar a Caupolicán (Concepción), es decir, en el
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edificio en que aún funciona el Arzobispado de Concepción.
Durante el día, atendía a familiares y amigos nuestros a los que les informaba de nuestra situación, los aconsejaba, les
daba una palabra de aliento y les recibía los recados orales o escritos que en más de una ocasión debió esconder entre
sus ropas sacerdotales o en la propia Biblia.
Esas conversaciones de la mañana las conocíamos en la tarde, además tenía la virtud de trasmitirnos "la sensación
ambiente" de lo que pasaba en la ciudad y en el país. Luego, la correspondencia entre los detenidos y la familia, que al
principio fue bastante clandestina, se "institucionalizó" en un acuerdo de la Iglesia, la Cruz Roja y los militares. Eso
calmaba muchos espíritus, daba -en el contexto en que estábamos- cierta tranquilidad a los "de adentro" como a "los de
afuera".
Además, el Padre Camilo, ayudaba a resolver problemas producidos por la detención repentina: sueldos, alimentación,
cuestiones judiciales, etc. Muchas veces llevó libros, comida, cigarros, etc. A más de alguno debió notificarle del
fallecimiento de un familiar, dolorosa tarea ya que esa persona no podía asistir a los funerales de su ser querido por
temor a desórdenes como ocurrió en el caso del dirigente minero Jorge Chamorro. Es difícil que alguien que haya pasado
por el Estadio Regional no recuerde al actual Obispo de Temuco.
A sus 38 años de edad cumplía a cabalidad el precepto bíblico de dar de comer al hambriento, dar de beber al sediento
y visitar a los perseguidos en la cárcel.
En enero de 1974, un grupo de 59 presos políticos del Estadio Regional fuimos trasladados al campo de prisioneros de
Chacabuco en el Norte de Chile, Como se entenderá, las posibilidades de visitas del Padre Camilo y de nuestras
familias se redujeron drásticamente. La dictadura nos imponía un duro destierro en el Desierto de Atacama.
Es probable que muchos de nosotros pensáramos que no volveríamos a ver a nuestro sacerdote, sin embargo, su
vocación solidaria y el compromiso -prácticamente personal- que había adquirido con nuestros seres queridos, lo impulsó
a programar un par de viajes a la oficina salitrera ubicada a más de 1.500 kilómetros de Concepción en los antiguos
buses de recorrido urbano: Concepción-Hualpencillo. Sin calefacción, menos un baño, sin ninguna comodidad para viajes
largos pero con alegría, el Padre Camilo en Concepción, y el Padre Pedro Campos Menchaca en el sector Coronel, Lota y
Arauco organizaron a los familiares y se las arreglaron para ir a vernos.
El financiamiento de viajes como éste no era fácil. En algún momento el curita nos relató que parte de estos recursos
provenían de familias cristianas que habían apoyado el golpe militar pero que rechazaban la violación de derechos
humanos a que era sometido nuestro país y que sin ser aceptado públicamente, ya era comentario obligado en los
salones de nuestra burguesía criolla.
Al norte de Chile se efectuaron dos viajes entre los meses de enero del 74 y mediados del año 75, en que la dictadura
había relegado a otro grupo cercano a las 40 personas de la región del Bío Bío, lo que hizo que el "Pabellón de Concepción",
tuviera una población de prisioneros políticos cercana o superior a 100 "terroristas".
Los viajeros nos cuentan que a pesar de las incomodidades de estos buses, la camaradería que surgía hacía que el
trayecto se hiciera corto, ameno y alegre. Uno de los "ex pp" (presos políticos), recuerda que Irma de Chamorro, esposa
de uno de los dirigentes mineros le ponía un toque de alegría con sus canciones españolas, sus chistes de salón que
combinaba con otros de grueso calibre, lo que acortaba la distancia hacia nuestro árido desierto. El Padre Camilo era
uno de los pasajeros de este tour de solidaridad.
Nuestras familias comentan que la red de la Iglesia Católica era impresionante, había lugares para desayunar y para
descansar previamente contactados. Eran recibidos con afecto y cariño, como seres humanos perseguidos a los que
nunca se les preguntaba de que Partido u organización eran… simplemente se les ayudaba.
Desde el Norte de Chile nos trasladaron a un grupo a Ritoque y a otro a Puchuncaví en la actual Región de Valparaíso.
Había pasado casi un año de nuestra detención sin que jamás se nos levantara algún cargo. "Ley de Seguridad Interior
del Estado". No hay otra explicación.
Aunque estábamos más al centro del país, igual eran unos 600 kilómetros, el Padre Camilo y la Iglesia seguían
preocupados de nosotros. Volvieron a reunirse, Volvieron a viajar y volvimos a ver a Camilo Vial.
Un bus viajó a Ritoque, otro a Puchuncaví. Faltaba poco -según nosotros- para salir en libertad.
Después de semanas fuimos nuevamente reubicados en la geografía nacional. Nos enviaron a la capital, a Santiago.
"Tres Alamos" fue nuestro destino. Esa decisión facilitó un poco la posibilidad de que familiares y amigos pudieran
visitarnos corriendo todos los riesgos de ser "fichados" como "enlaces" de estos "anti patriotas".
Vino después la expulsión de muchos de nosotros. Un día cualquiera nos enteramos a través de una radio en "Tres
Alamos", que seríamos expulsados a México mediante un simple Decreto. No nos podríamos despedir de Camilo y
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seguro que no lo veríamos en años.
Sin embargo "sorpresas nos da la vida, la vida nos da sorpresas". Un día cualquiera, ya en México, no sé si en 1976 o
1977, me llamó Galo Gómez Oyarzún, al día siguiente habría un desayuno en su casa …con el Padre Camilo.
Lamentablemente no pude asistir. Tal vez debí haber insistido con mi Jefe para saludar al Padre.
A ese encuentro asistieron entre otros Emilio Cisternas, Jorge Peña, el propio Galo Gómez y según cuenta unos de los
asistentes, cree que también Mario Benavente, exiliado en Venezuela pero de paso en México. Fue una mañana de
recuerdos y emociones. El Padre Camilo, quien venía de Europa, contó que por encargo de la Iglesia Católica estaba
visitando a los exiliados en distintos países para conocer su situación y reforzar el apoyo de la Iglesia donde fuera
necesario.
Uno de los asistentes nos contó que casi al finalizar la reunión, el Padre Camilo habría preguntado si "aún pensaban que
la religión era el opio de los pueblos". La respuesta fue que ese concepto marxista se había generado en otro contexto y
en otra época. Hoy era época de unidad, de búsqueda de acuerdos y nuevamente, de envío de cartas y recuerdos
para la familia en Chile.
Recién enterado de que este 16 de Julio cumplió 50 años de su ordenación sacerdotal y, con más de 30 como Obispo,
nos ha parecido un buen momento para reconocer la gran labor que Camilo Vial Risopatrón desarrolló durante los
primeros años de la dictadura de Pinochet. No me cabe duda que su compromiso cristiano con los perseguidos y su
gran sensibilidad social demostrada hasta el día de hoy, fueron determinantes a la hora de ser nombrado Obispo de la
Iglesia Católica. Leo en su biografía que su lema Episcopal es "Buen Pastor, Padre de los pobres". ¿Podría alguien dudar
de lo bien escogido que fue este lema y de la capacidad de practicarlo por parte del Padre Obispo?
Fue Director del Departamento de Servicio Social del Arzobispado de Concepción correspondiente a la Vicaría de la
Solidaridad entre 1973 y 1980; y Director del Departamento de Pastoral Familiar en Concepción entre 1978 y 1980.
Fue ordenado sacerdote el 16 de julio de 1961, en Friburgo, por don Manuel Larraín, Obispo de Talca. Ingresó al Instituto
de los Padres de Schöenstatt al momento de su fundación en 1965.
En Enero del 2004, por encargo de los ex presos políticos de Chacabuco lo visité en el Arzobispado de Temuco. Fue
una grata reunión, su memoria llena de frescos recuerdos recorrió y preguntó por muchos de nuestros compañeros y sus
familias. Fui a invitarlo la colocación de una Placa que instalamos en el Estadio Regional de Concepción y que hoy es
muda testigo de la violación de los Derechos Humanos y prisión de cientos de penquistas. Se excusó pues ya tenía
compromisos con su Diócesis.
Hace un par de años una dura enfermedad me tuvo al borde la muerte. Muchos amigos hicieron cadenas de oración por
mi salud, el Padre Camilo le escribió a mis amigos:
Queridos amigos y amigas:
Hace algunas semanas ustedes me comunicaron de la gravedad de Gabriel y de la cadena de oraciones en torno a él.
Yo me incorporé a esta petición al Dios de la misericordia y de la bondad y quisiera saber de su estado de salud.
Compartiendo mi afecto por Gabriel les saluda y bendice su
+Padre Obispo Manuel Camilo Vial, obispo de Temuco
Luego le escribí agradeciendo sus oraciones e informándole de mi recuperación, me respondió:
Querido Gabriel:
Mucho me alegré de recibir un mail directamente de tu persona. Me uno a tu acción de gracias a Dios y los a
la bondad de mantenerte entre nosotros. No importan los kilos perdidos, trata de recuperar tan sólo unos pocos pues, a
nuestra edad es mejor mantenerse esbelto, no para nuevas conquistas, pero sí para una buena salud.
Espero puedas meditar bien la bondad de Dios de darte unos años más en esta tierra, merece una meditación y la toma
de algunos propósitos. De pronto en la Palabra de Dios, la Biblia, especialmente en el Nuevo Testamento, lo encontrarás
a El
Un saludo grande a todos los que solidariamente te acompañaron, te bendice tu
+Padre Obispo Manuel Camilo
¿Podría negarme a la petición de María Eliana Vega para expresar un testimonio sobre Camilo Vial y los presos políticos
de Concepción?
FELICES 50 SOLIDARIOS AÑOS DE SACERDOCIO.
Gabriel Reyes Arriagada
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