De los libros de texto a los materiales curriculares

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De los libros de texto a los materiales curriculares:
algunos elementos para la reflexión
"Los libros de texto son vendidos en decenas de miles de escuelas y usados en las aulas por
millones de profesores y por decenas de millones de estudiantes. Durante el tiempo en que la
mayor parte de los estudiantes completan la secundaria, han estado expuestos ante 32.000
páginas en libros de texto. Casi todo su tiempo de instrucción mediante la lectura y al menos
tres cuartos de su tiempo en las clases lo han utilizado con un libro de texto." (CHALL y
CONARD, 1991, pág. I )
La presencia de algún tipo de recursos didácticos en los procesos de enseñanza-aprendizaje es
una exigencia per se, dadas las finalidades que se asignan a la escolarización. Tradicionalmente, el
instrumento pedagógico que se ha impuesto de forma generalizada en el desarrollo de las prácticas
educativas es el libro de texto. No es necesaria mucha indagación en la literatura pedagógica para
comprobar la omnipresencia de la cultura del libro de texto, un elemento que distintos autores perciben como la esencia de la escolarización. Este fenómeno lo podemos percibir de una forma muy
directa en nuestras relaciones diarias con compañeros y compañeras docentes de distintas áreas y
niveles o a través de las experiencias escolares de nuestros hijos.
Ahora bien, la hegemonía que han adquirido los libros de texto a tal efecto no tiene ya una
justificación pedagógica, sino que obedece a razones de otra índole. De hecho, el carácter
controvertido de este tipo de obras queda acreditado con las numerosas críticas de las que han sido
objeto. Algunas de ellas comienzan ya por su propia denominación -libros "de texto"-, en la que se
revela su naturaleza autoritaria, al querer reflejar la verdad indiscutible. Se ha denostado
igualmente a los manuales por su desfase con la actualidad, por su falta de conexión con la realidad
o por la distorsión que efectúan del conocimiento científico, por su afán simplificador. La pasividad
que promueven, su función uniformizadora, su carácter memorístico o el escaso estímulo que
suponen para el aprendizaje del alumnado, son otras de las críticas más usuales hacia este tipo de
medios educativos.
Sin embargo, a pesar del escaso reconocimiento con el cuentan, la intervención de los libros de
texto en la estructuración del currículum no tiende a decrecer sino que parece estar bien
consolidada, extendiéndose su predominio a nuevos ámbitos en los que tradicionalmente no se
empleaban. La reciente Reforma educativa española pudo suscitar en algunos expectativas de cambio, por el énfasis que se hacía en el discurso del curriculum abierto y flexible y de la autonomía del
profesorado y de los centros. Pero la realidad ya nos ha ido desengañando. En ese sentido, y tras
revisar las valoraciones sobre los libros de texto que han proporcionado los enseñantes
interrogados, el reciente informe dirigido por RODRIGUEZ DIÉGUEZ (1998) sentenciaba que "pese a
las actitudes que se levantaron (al inicio de la Reforma) contra el libro de texto, su aceptación
global, la toma de conciencia de que es un instrumento, hoy por hoy, insustituible, aparece
frecuentemente expresa, con todos los matices críticos y relativos que se quiera". Para los autores
del estudio, estos resultados parecen apuntar hacia el hecho de que, frente a algunas
descalificaciones en la primera etapa de la reforma, la polémica sobre el libro de texto se ha
cerrado, al menos de momento, mediante una adopción y utilización masiva. Las transcripciones de
las palabras de algunos docentes en los grupos de diagnóstico avalan este juicio, mostrando como
hay un cúmulo de circunstancias que les llevan a emplear el libro de texto:
"En nuestro centro trabajamos al principio sin libro porque no había libro de texto. Hubo una
protesta generalizada por parte de los padres y de los alumnos y el segundo año nos vimos
obligados a tener que poner libro de texto en todas las áreas."
"Yo reconozco que, bueno, es la actitud cómoda recurrir a la editorial porque te soluciona
muchísimos problemas y además que los alumnos, los propios alumnos, valoran más un libro de
texto que unas hojas ciclostilados, repartidas periódicamente y que, bueno, más pronto o más tarde
acaban perdiéndose, porque son una baraja."
"En todo caso yo pienso que siempre será mejor tener un texto, aunque no sea excelente, que no
tener ninguno. Eso está clarísimo, y cuando pasa el tiempo y todos tenemos esa experiencia, a
veces tenemos que ir al viejo texto, que sí sabemos dónde están las cosas" (¡bid., págs. 83-84)
La importancia de los libros de texto se mantiene, por tanto, en el actual sistema educativo. Es
oportuno recordar al respecto que, en el plano cuantitativo, son éstos los instrumentos de
transmisión de saber más extendidos en la sociedad, desempeñando un papel capital en la
consolidación y la difusión del conocimiento oficial, legitimando cuál es el saber socialmente válido.
Pero además, traducen a un formato práctico, dispuesto para su uso en el aula, las prescripciones
curriculares oficiales. Como mediadores entre el currículum prescrito y las prácticas docentes, los
materiales no son un mero soporte para la instrucción, no tienes sólo un valor instrumental, sino que
su papel va mucho más allá, organizando de una manera determinada el desarrollo del currículum y
el trabajo de los estudiantes y de los profesores. En este sentido, no podemos olvidar los efectos que
los libros de texto pueden suponer para el profesorado que los aplica, potenciando su descualificación con el planteamiento de un diseño curricular cerrado -completamente definido y secuenciado-,
contribuyendo así a la desprofesionalización de los educadores.
Ello no significa que no exista una valiosa tradición de innovación pedagógica alternativa a esta
cultura. Un buen número de enseñantes ha rechazado los libros de texto como instrumento
estructurador del currículum, organizando su trabajo con mayor autonomía y materiales más
diversos, a menudo de elaboración propia. Desde las experiencias históricas más acreditadas -como
las de Freinet y el movimiento cooperativo, por ejemplo-, hasta las iniciativas más recientes dirigidas
hacia el desarrollo de proyectos de trabajo en el aula, pasando por múltiples experiencias
curriculares de renovación pedagógica, hay un rico acervo de propuestas didácticas que han
prescindido del libro de texto como eje central en la organización del curriculum.
En este contexto, y por la trascendencia que tienen estos medios, cobra un mayor interés
plantearse algunos interrogantes clave sobre los materiales curriculares, reflexionando sobre su
función y su contenido o acerca de la forma en que se utilizan. En los textos que siguen en este
dossier se abordan varias de las cuestiones más relevantes en este campo.
En el artículo que abre el monográfico, Jaume Martínez Bonafé analiza el libro de texto como
tecnología, recordándonos la pervivencia de este instrumento didáctico en distintos países y
contextos históricos, a pesar de las reformas educativas y de todo el discurso crítico sobre este tipo
de materiales. El autor subraya el papel que desempeñan como mecanismo de control, como un
importante vehículo ideológico y por sus significativas repercusiones en la regulación del puesto de
trabajo de los docentes. Ton¡ Pérez aborda a continuación uno de los ámbitos menos atendidos en
este campo, el de la producción y comercialización de los libros de texto. En este trabajo se revisan
los aspectos más esenciales del tema y se proporcionan datos actualizados relevantes sobre la
evolución reciente de la edición de libros de texto en España, subrayándose la tendencia hacia la
concentración empresarial en este sector. Por su parte, Manuel Area nos ofrece unas reflexiones
sobre el sentido del libro de texto enla escuela actual, en una sociedad caracterizada por la
extraordinaria potencia que están adquiriendo las nuevas tecnologías de la información y la
comunicación. En esta contribución se analiza el desafío que los nuevos medios suponen para la
escuela -hegemonizada por los materiales impresos- y para el mismo profesorado, muy distante a
menudo de la cultura audiovisual o digital
Ante la importancia del rol que desempeñan los libros de texto en el proceso de enseñanza, la
profundización en el conocimiento dé los materiales que empleamos deviene una exigencia
ineludible. En el artículo de Artur Parcerisa se proporcionan diversos elementos de interés para
plantear una evaluación de los materiales curriculares, organizados desde cuatro perspectivas:
intenciones educativas del material, aspectos favorecedores de la construcción del aprendizaje,
sensibilidad hacia la atención a la diversidad y características formales. Y en uno de los aspectos
presentes en este tipo de análisis se centra el trabajo de Nieves Blanco: sobre la dimensión
ideológica de los libros de texto. Después de preguntarse por el significado que cabe otorgar al término ideología, en el artículo se presenta una buena panorámica con algunos de los estudios que
mejor han puesto de relieve los contenidos implícitos en los manuales escolares. A continuación, el
artículo de Roser Santolaria se hace eco de la perspectiva alternativa en la organización del
currículum, evocando una de las propuestas más acrisoladas en el ámbito de la renovación
pedagógica, la del movimiento freinetiano.
Finalmente, en la sección Tantea se incluyen algunas contribuciones mediante las que se pretende
representar proyectos alternativos al libro de texto. En el texto de José A. Antón se presentan unos
materiales didácticos para trabajar en el aula algunas de las cuestiones internacionales de mayor
actualidad. En ellos se aportan informaciones y criterios para la comprensión de estos fenómenos,
analizándolos desde la complejidad de sus múltiples dimensiones (militar, económica, cultural,
social, política...). Con esta propuesta se intenta superar estereotipos como el que asimila islam a
fanatismo, evitando las explicaciones esencialistas basadas en factores culturales inamovibles.
Fernando Ballenilla y otros autores y autoras ofrecen en el siguiente artículo sobre los grafos de
itinerarios didácticos una forma diferente de presentación de materiales curriculares. Frente a la
secuencia de aprendizaje tan lineal y estandarizada que promueven los libros de texto, aquí se
facilita una red de posibles secuencias didácticas, de manera que sea cada docente quien determine
en cada caso su itinerario de actividades, en función de sus propias ideas y de las circunstancias
específicas de su centro y aula. Por otra parte, la iniciativa de Mayte Bejarano incorpora
planteamientos novedosos para trabajar sobre la comarca de una manera activa, persiguiendo un
aprendizaje significativo y concediendo al alumnado una buena parte del protagonismo en el
desarrollo del currículum. En este proyecto para el estudio de la zona de Cabañeros se otorga una
especial consideración a dos de los ejes transversales: la educación para la igualdad de
oportunidades y la educación ambiental.
Se ha recogido aquí tan sólo un pequeño muestrario de propuestas curriculares alternativas al
libro de texto, pero en muchas de nuestras aulas, como en los centros de recursos, centros de
profesores o universidades, tenemos a nuestro alcance unidades didácticas, carpetas curriculares o
materiales muy diversos elaborados por equipos de enseñantes, movimientos de renovación
pedagógica, ONGs u otras entidades. El interés o la originalidad de sus contenidos, así como las
novedades que plantean en el terreno de la metodología constituyen poderosas razones para
lanzarnos a experimentarlos en el aula. No obstante -y dando un paso más- la candente actualidad
de la más reciente catástrofe o conflicto internacional o del último descubrimiento científico siempre
se salen del marco de los recursos educativos existentes y suponen un fuerte estímulo para afrontar,
junto a otros compañeros y compañeras, la elaboración de nuevos materiales curriculares,
preparados por nosotros mismos para emplearlos en nuestra propia aula.
Referencias bibliográficas
CHALL, J.S. y CONARD, S.S. ( 1991): Should textbooks challenge students? Nueva York:
Teachers College Press.
RODRIGUEZ DIÉGUEZ, J.L. et al. (1998): Planes de Estudio y Métodos de Enseñanza (3).
Diagnóstico del Sistema Educativo. 1997. (La escuela secundaria obligatoria). Madrid: Ministerio de
Educación y Cultura.
Joan Cantarero*
* Profesor de secundaria, actualmente en el Servicio de Formación Permanente de la Universitat de Valéncia.
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