R2 b LATERCERA Domingo 25 de septiembre de 2016 Apuntes FOTO: JUAN FARIAS Hace un año un hombre de 35 años me escribió para contarme su historia. Lo hizo porque –según él- era lo único que podía hacer, contarla por si servía de algo. La historia comenzaba en un barrio obrero de Santiago cuando él tenía 13 y fama de estudiante aplicado, un niño correcto y estudioso. En esa época llegó a la parroquia del vecindario un cura nuevo -poco más de treinta, barba cuidada, sonrisa bonachona y ojos claros de gato- que lo deslumbró con su simpatía. Le ofreció su ayuda, ser su acólito. El cura aceptó y le dio las funciones habituales del caso. La familia del chico –padre, madre, hermanos- estaba orgullosa. El sacerdote era una autoridad en la población y el prestigio que les aseguraba su cercanía, los hacía sentir reconfortados. La amistad entre el jovencito y el religioso creció, se hicieron inseparables. A nadie le parecía extraño que un hombre adulto buscara tan intensamente la compañía constante de un adolescente, tanto como para invitarlo a alojar con frecuencia a su casa y como para llevarlo de vacaciones. Me contó que la primera vez que el sacerdote lo besó fue cuando ambos regresaban de un viaje a la costa y él había cumplido 14 años. Recordaba bien el lugar, porque el cura le dijo “Aquí suelen andar niños que se prostituyen”. Se lo dijo como quien confía un conocimiento misterioso. Estacionó la camioneta en la que viajaban, una Fiorino blanca, en la berma de la carretera, estaba oscuro. El sacerdote extendió su brazo por detrás de su hombro hasta acercar la cabeza del chico a su cuerpo. “Esa noche para mi fue muy triste –recordó el hombre-. No entendía si era bueno o malo, me provocaba mucha confusión, pero era una confusión extraña, porque por una parte me provocaba algo bueno”. Trató de describirme la sensación, pero le hacían falta palabras. En adelante siempre sería así: ocurría algo – en la camioneta, en la parroquia, en el dormitorio- de lo que nunca hablaban. Como si el silencio y el secreto tuvieran un efecto mágico sobre los hechos, dilu- FOTO: AGENCIAUNO/ARCHIVO H yéndolos hasta que todo quedara en nada. Pasó el tiempo. El chico cumplió 15, cumplió 16, cumplió 17. La única vez que intentó ponerle palabras a aquello que sucedía entre el cura y él fue cuando estaba preparándose para entrar al seminario. En esa ocasión, una tarde dentro de la camioneta, le dijo al sacerdote que tal vez eso que ambos hacían era algo que debían discutir, que no era sólo amistad: el sacerdote se enfureció, le exigió que no volviera a repetirlo, que no mencionara eso con nadie, que si acaso estaba loco. Le hizo caso. “Yo me confesaba, hacía todo con él. Todas mis decisiones, todo lo que yo hacía en mi vida, pasaba por él”, me dijo, como justificando su obediencia. En jerga religiosa el cura era su “padre espiritual”, me explicó. Me reuní dos veces con aquel hombre, un tipo de semblante severo, de modales pausados y voz profunda. La segunda ocasión fue para visitar el barrio en donde creció. Me mostró la que fue su casa, la parroquia y el espacio para jóvenes que levantó junto con el cura. Esa tarde le pregunté si era posible que el sacerdote hiciera lo mismo con otros chicos antes o después de conocerlo. Me respondió que sí. Que lo hizo antes con otros y después también. Seguramente lo seguía haciendo en la actualidad. Le pregunté por qué nunca había denunciado al sacerdote, me respondió que no tenía sentido hacerlo, sólo le traería problemas, así había pasado con muchos otros, además, mal que mal su vida, su trabajo, estaba vinculado a la iglesia. Contar la verdad, en su caso, sólo significaría más sufrimiento. Ya le había ocurrido una vez, cuando le relató su experiencia a otro seminarista que con los años fue acusado y condenado por abuso sexual. Esta semana, cuando el Vaticano respondió a la justicia chilena que no enviaría la información sobre otro sacerdote, el Obispo Barros, requerida por las víctimas de sacerdote Fernando Karadima, recordé la historia de aquel hombre que hace un año me confió parte de su vida. Pensé en el poder de acceder a la conciencia ajena, pasearse por ella y controlarla; y también en la misteriosa cualidad que logra hacer del encubrimiento un culto sigiloso y extendido, un foso profundo hecho de silencios. Un despeñadero al que incluso la verdad y la justicia son arrojadas para sepultarlas en un lugar oscuro, al que la luz podría llegar sólo gracias a un milagro.R Hace unas semanas, la directiva de RN que preside el diputado Cristián Monckeberg dio a conocer a sus principales dirigentes y militantes -a través de un correo electrónico- el “Reglamento que fija procedimiento para la determinación de la candidatura presidencial de Renovación Nacional 2017”. El texto establece un cronograma y las reglas que permitirán a la colectividad elegir a la carta que los representará en las primarias de Chile Vamos. El mecanismo de primarias supuso un cambio en la designación del abanderado presidencial de RN, ya que se rebajó de dos tercios a mayoría absoluta el número de votos de consejeros generales que debe obtener un precandidato para transformarse en el abanderado oficial del partido. En el caso que ninguno de los candidatos obtenga dicho quórum, se efectuará una segunda votación entre las dos primeras mayorías. También se abrió la puerta a que un independiente busque la nominación. Hasta ahora, los senadores Francisco Chahuán y Alberto Espina han manifestado su intención de competir en la interna y convertirse en el abanderado único de RN para las primarias de 2017. El nuevo reglamento -en todo caso- abre la puerta para que el renunciado senador FOTO: ATON/ARCHIVO Los milagros RN estrena reglamento presidencial Manuel José Ossandón presente su postulación, la que debe avalar con el respaldo por escrito del 10% de los consejeros generales RN o 1.500 militantes. El 15 de septiembre RN abrirá el período interno de inscripción de precandidaturas presidenciales que competirán en marzo de 2017 en el marco de un consejo general presidencial. Defensa de Cheyre apuesta a Corte de Apelaciones El ministro en visita Mario Carroza sigue desarrollando diligencias en la indagatoria por el episodio La Serena del caso “Caravana de la Muerte”, en que está procesado como cómplice de homicidio el ex comandante en jefe del Ejército Juan Emilio Cheyre. Como la causa se tramita en el sistema antiguo, el tiempo corre a favor del instructor de la indagatoria, ya que no tiene un plazo para cerrar su investigación. Por ello, en tribunales se sostiene que la defensa de Cheyre, a cargo del abogado Jorge Bofill, apostará por pedir la revocatoria de su procesamiento en las próximas semanas, para que la Corte de Apelaciones -en caso de fallar a su favor- defina su situación judicial. El militar en retiro debió cancelar hace una semana un viaje a Colombia, donde participaría como observador del proceso de paz, tras cancelar una fianza de $ 1 millón para salir del país. Guillier pide a Tombolini bajar el perfil Una tensa conversación sostuvo hace unos días el ex diputado y ex subsecretario radical Patricio Tombolini con el grupo de asesores directos del senador Alejandro Guillier, cuya aparición en las encuestas lo han perfilado como potencial abanderado presidencial de la Nueva Mayoría. Poco antes de que Guillier apareciera en la última encuesta CEP como el político mejor evaluado por la ciudadanía, el ex subsecretario Tombolini -quien se vio involucrado en el caso coimas- había tomado un lugar clave en la definición de la agenda del hoy presidenciable, al punto que se le llegó a calificar de “factótum” de su candidatura. La exposición de Tombolini no cayó bien en el círculo íntimo de Guillier, donde se le solicitó bajar su perfil. Así, la agenda de encuentros más políticos del senador recayó en el secretario general del PR, Osvaldo Correa. FOTO: AGENCIAUNO/ARCHIVO COLUMNA DE OSCAR CONTARDO