Neurodopados para ganar el oro

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El deporte se enfrenta a un nuevo dopaje: el de las neuronas
Neurodopados para ganar el oro
La estimulación cerebral protagoniza un nuevo capítulo en la historia del
dopaje. Esta tecnología emergente en neurociencia reduce la fatiga después
de un entrenamiento, hace más rápida la reacción inmediata al pistoletazo de
salida y mejora la capacidad de aprendizaje. Ya hay kits de estimulación a la
venta en internet y hasta webs donde explican cómo construirlo uno mismo.
Núria Jar | 10 enero 2014 09:43
Hace 25 años que Ben Johnson dejó al mundo boquiabierto delante del
televisor. No solo porque ganara los 100 metros lisos en los Juegos
Olímpicos de Seúl y batiera un récord mundial, sino porque antes de cruzar la
línea de meta aún tuvo tiempo de mirar hacia atrás. Dos días después, la
Agencia Mundial Antidopaje anunció el positivo del atleta canadiense por
estanozolol, un esteroide anabolizante que promueve el desarrollo muscular.
Aquella carrera marcó un punto de inflexión en la historia del dopaje. Hoy,
fármacos y transfusiones de sangre siguen siendo los métodos más utilizados
con este fin, pero los avances en biomedicina han acelerado la innovación
también a la hora de hacer trampas.
Los laboratorios acreditados por la Agencia Mundial Antidopaje se enfrentan
a nuevos retos, como el del dopaje genético, que les obliga a detectar
variantes genéticas introducidas en los atletas para ser los mejores. Y aún
hay más triquiñuelas; por ejemplo, “con un microestimulador debajo del
muslo, un deportista podría pasar del puesto 25 en una competición a
conseguir un lugar en el podio”, dice Jordi Porta, catedrático de Instituto
Nacional de Educación Física de Cataluña (INEFC).
El próximo objetivo del dopaje es el cerebro. Las técnicas de estimulación
neuronal podrían convertirse en la nueva artimaña para aumentar la fuerza
muscular, reducir la fatiga y potenciar la concentración durante los
entrenamientos y el campeonato.
‘Neurodoping’
El psicólogo y neurocientífico cognitivo Nick J. Davis, investigador en
estimulación cerebral no invasiva de la Universidad de Swansea (Reino
Unido), es uno de los primeros en plantear las ventajas deportivas que se
conseguirían con las estimulaciones magnética transcraneal (TMS) y eléctrica
transcraneal (tDCS).
“Este tipo de estimulación cerebral ya ha mostrado que puede ayudar a
personas con problemas neurológicos; ahora falta ver cómo la utilizarían los
deportistas para mejorar”, responde a SINC el autor del artículo, publicado en
la revista Sports Medicine.
Lejos de ser ciencia ficción, “el escenario que plantea Davis es posible desde
un punto de vista tecnológico”, asegura el neurólogo Josep Valls Solé,
experto en control motor del Hospital Clínic (Barcelona).
Según Davis, estimular el córtex prefrontal puede fomentar el aprendizaje,
mientras que excitar las áreas motora y sensorial durante el ejercicio
optimizaría las reacciones rápidas.
Agujetas en el cerebro
Los tratamientos de estimulación cerebral no invasiva se han convertido en
una nueva opción para tratar a pacientes que no reaccionan a los fármacos
convencionales, con problemas que van desde la depresión a las lesiones
medulares. Aún están restringidos a la investigación y sus efectos sobre el
córtex motor son transitorios.
Grosso modo, la estimulación magnética transcraneal, TMS, es una técnica
que se utiliza para tratar depresiones, dolor crónico, trastornos de ansiedad y
enfermedad de Parkinson. Se aplica con el contacto directo de un objeto
parecido a una moneda sobre la cabeza del sujeto.
La estimulación eléctrica, tDCS, que tiene aplicaciones similares, es mucho
más asequible. Uno puede comprarse un kit en internet o aprender a
construirse uno propio siguiendo la tendencia DIY (do it yourself, hazlo tú
mismo), tal y como apunta el escritor científico neoyorquino Oliver Burkeman
en su blog en The Guardian.
Estas técnicas hacen más cortos los tiempos de respuesta y recuperación, y
también mejoran el aprendizaje, algo interesante para los deportistas que
“necesitan buenos niveles de técnica y buenas marcas”, apunta Davis.
El joven investigador Marc Elmeua cuantifica los niveles de fatiga de los
deportistas con TMS en la Universidad de Northumbria (Reino Unido). Con la
misma técnica es capaz de excitar las neuronas del córtex motor para que la
sensación de agotamiento disminuya y mejore el aprendizaje de los patrones
motrices.
“La TMS tiene un gran potencial para el dopaje en deportes que no solo
dependen de la forma física, como el tiro con arco”, cuenta Elmeua. Este
catalán predice que deportes en los que no es tan habitual el dopaje podrían
beneficiarse de estas nuevas técnicas: “En deportes de equipo, como el
fútbol o el baloncesto, los atletas resolverían igual de bien las jugadas, pero
de forma más rápida”.
Neuronas en los cuádriceps
Ocho ciclistas le bastaron a Markus Amann para demostrar el protagonismo
del cerebro en la fatiga muscular durante un rendimiento de alta intensidad.
En un experimento diseñado con doble ciego, este investigador de la Escuela
Médica de la Universidad de Wisconsin-Madison (EE UU) propuso a los
ciclistas tres carreras de cinco kilómetros. El pelotón de laboratorio pedaleó
en condiciones de placebo y bajo los efectos del fentanilo, un opiáceo con
una potencia anestesiante cien veces mayor que la morfina.
Los efectos del narcótico bloquearon la señal que el cerebro envía a los
músculos para evitar la fatiga muscular. De la misma forma y sin sustancias,
métodos de estimulación cerebral no invasiva pueden incidir en el mismo
recorrido neuronal. La excitación repetitiva de la corteza motora refuerza la
señal que el cerebro manda al músculo para que continúe trabajando y dé
más de sí en una competición.
Desde los laboratorios de control antidopaje españoles no se pronuncian
sobre la posibilidad de este nuevo escenario. Para Porta y Eulmeua, “el uso
de estas técnicas para mejorar marcas no debería estar criminalizado, entre
otras razones, porque se sabe que el rendimiento deportivo de élite no es
sano”.
También coinciden en destacar que el dopaje es un claro impulsor de la
investigación biomédica básica: “Los militares, los astronautas y los
deportistas son los que hacen avanzar la investigación porque pertenece a
sectores que mueven mucho dinero”, añade Porta.
El neurólogo Valls Solé asegura que la estimulación neuronal no deja huellas
en el cerebro: “Hay pequeños cambios metabólicos, pero ninguno que se
pueda detectar como fenómeno diferencial”, responde.
De momento, estos métodos no han conseguido unos efectos tan duraderos
como para convertirse en una nueva artimaña del dopaje. A pesar de ello, los
psicólogos pronostican que las mejoras en la cognición representan un nicho
de mercado por explotar. Como advierte Barbara Lusk, psicóloga del Collin
College de Texas (EE UU), “ahora ya son una industria de miles de millones”.
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