Traducción de Diego de los Santos Primera edición: febrero de 2014 Título original inglés: After Iris Primera edición en lengua inglesa publicada en 2013 en el Reino Unido por Faber and Faber Cubierta: Book and Look Maquetación: Adriana Martínez Fotografía de solapa: Sam Armstrong Imágenes de cubierta: In Green/Shutterstock.com Davile Kuusiene/ Shutterstock.com Vasilius/ Shutterstock.com alicedaniel/ Shutterstock.com Edición: David Sánchez Vaqué Coordinación editorial: Anna Pérez i Mir Dirección editorial: Iolanda Batallé Prats © 2013 Natasha Farrant © 2014 Diego de los Santos, por la traducción © 2014 La Galera SAU, por la edición en lengua castellana La Galera SAU Editorial Josep Pla 95. 08019 Barcelona www.lagaleraeditorial.com Impreso en Liberdúplex, S.L. Ctra. BV-2249, km 7,4 Pol. Ind. Torrentfondo 08791 Sant Llorenç d’Hortons Depósito legal: B-25.766-2013 Impreso a la UE ISBN: 978-84-246-4580-9 Cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública o transformación de esta obra queda rigurosamente prohibida y estará sometida a las sanciones establecidas por la ley. El editor faculta a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos, www.cedro.org) para que pueda autorizar la fotocopia o el escaneado de algún fragmento a las personas que estén interesadas en ello. LOS DIARIOS DE BLUEBELL GADSBY Una combinación de entradas convencionales de diario y transcripciones de cortos grabados por la autora con la cámara que le regalaron cuando cumplió trece años y que comienza a finales de verano. LONDRES DIARIO FILMADO DE BLUEBELL GADSBY ESCENA UNO (transcripción) Otro día perfecto en el paraíso DE DÍA. CASA DE LA FAMILIA GADSBY. JARDÍN. LA OPERADORA DE CÁMARA (BLUEBELL) se detiene sobre unas raídas zapatillas de lona All Star (las suyas) antes de grabar una panorámica bajando los escalones de piedra que llevan al jardín, donde FLORA (16 años, su hermana mayor) está tomando el sol en biquini. Diseminados a su alrededor están su iPod, su móvil, un bote de crema solar, una botella de agua y varias revistas. Está leyendo un libro. Panorámica a la derecha, siguiendo el sonido de unos gritos, hacia donde sus hermanos pequeños JASMINE (8 años) y TWIG (10) están jugando en el columpio bajo el platanero. Jasmine se cae. Twig chilla. Jasmine 11 se pone a dar gritos. Le sale sangre del labio partido y se mancha el vestido rosa en el que se ha hecho un desgarrón. Twig —que ya no grita— echa a correr hacia la casa. Panorámica a la izquierda, volvemos a Flora, que sube el volumen de su iPod, y luego entramos en la cocina. La imagen tiembla cuando la operadora (sigue siendo Blue) coge un paño de cocina. Volvemos a salir al jardín y vemos un primer plano de la cara ensangrentada de Jasmine. La imagen se invierte mientras la operadora aplica el paño de cocina sobre el labio de Jasmine. JASMINE ¡Agh! ¡¡Agh!! ¡¡¡Agh!!! TWIG ¡No ha sido culpa mía! ¡No ha sido culpa mía! FLORA ¿NO VEIS QUE ESTOY INTENTANDO ESCUCHAR MÚSICA? 12 Viernes 26 de agosto, por la mañana Flora oyó algo en la cocina esta mañana y no le pareció justo que la hiciésemos bajar a ella sola. —Que sea la mayor no significa que tenga que ser la primera en morir —dijo Flora. Cogimos lo que pudimos: un bate de críquet para Twig, raquetas de tenis para Jas y para mí y el remo grande que a papá le dieron en Oxford, para Flora, con los nombres de todos los miembros de la tripulación de su barca. Para ser una familia que no practica deportes, estamos muy bien equipados. Jas dijo que papá mataría a Flora si rompía el remo y Flora dijo que lo recordaría cuando asesinasen a toda su familia por no llevar un arma en condiciones. Pero al final no tuvimos que golpear al ladrón, porque cuando llegamos a la cocina resultó que era Zoran, y aunque aún no sabíamos que era él, llevaba un delantal de flores, unas sandalias y tenía una perilla que le hacía parecerse al señor Tumnus en Narnia, que todo el mundo sabe que al final era de los buenos aunque tenía sus momentos. —¿Quién eres y qué haces aquí? —preguntó Flora. —Soy vuestro nuevo canguro —contestó Zoran. —¡Un canguro! —gritó Flora—. Pero ¿por qué? Zoran le dirigió a Jas lo que papá suele llamar «una mirada cargada de significado» y ella se mordió el labio para que no viésemos los puntos que le habían dado en el hospital. 13 —Vuestra madre me llamó anoche —dijo Zoran—. Estaba preocupada. —¿Y de qué te conoce? —preguntó Flora. Todos lo miramos con curiosidad. Parecía altamente improbable que mamá conociese a alguien como Zoran. —Por vuestro padre —contestó Zoran. —Ah —dijo Flora. Y eso fue todo. Zoran no entró en detalles y nosotros tampoco le preguntamos. —Vamos a ordenar todo esto —se limitó a decir—. Luego desayunaremos. Cuando dijo aquello de ordenar y le echó un vistazo a la cocina se encorvó un poco, y entendí perfectamente el motivo. Flora tiene su habitación ordenada, pero el resto de la casa lo trata como si fuese una casa okupa. Los demás nos limitamos a okupar. —¿Es que aquí nadie lava los platos? —Zoran se quedó mirando al techo mientras lo decía, como si a Dios le importase un pimiento aquello. —Solo son los de la cena de anoche —dijo Flora. Zoran esbozó una sonrisa de complicidad mientras cogía una pila de platos. Podría haberlo avisado, pero me quedé callada. Dio un paso atrás y pisó el Aston Martin DB2/4 Competition Spider teledirigido de Twig y desapareció en un estrépito de loza rota. 14 Zoran nos anunció que tenía una contusión. Los Peques (alias Twig y Jas) se sentaron a sus pies con las piernas cruzadas y cortaron vendas de una sábana que encontraron en la lavadora y que Flora le lio alrededor de la cabeza mientras le explicaban lo del Aston Martin. —Son para los hámsteres —dijo Jas—. Tenemos tres. Blancos, con los ojos de color rosa. —Utilizamos las corbatas de papá para atarlos y luego los hacemos correr —añadió Twig—. Tenemos muchos modelos diferentes. El Spider es mío, pero no pasa nada, porque no lo has roto. —Yo tengo un Jag XK120 —dijo Jas—. A los hámsteres les encanta. En serio. —¡Mira! —Flora dejó de envolverle la cabeza e hizo que Zoran se diese la vuelta para verse en el espejo. Zoran dio un grito ahogado. Jas se puso a llorar, porque si se reía le tiraban los puntos. Twig resopló con tanta fuerza que le salió un moco de la nariz. —¡Dios mío! —gritó Zoran—. ¡Pero si parezco una momia egipcia! —¡Has dicho que tenías una contusión! —protestó Flora. Zoran parecía enfadado, pero Flora le dedicó su típica sonrisa en la que arruga la nariz, esa que le hace parecer que tiene unos diez años en lugar de dieciséis. No conozco a nadie capaz de resistirse a esa sonrisa. —Gracias por salvarme —refunfuñó Zoran. Flora se echó a reír, e inmediatamente todos hicimos lo mismo, excepto Zoran, que se reía menos que los demás. —Ojalá lo hubiese grabado —dije. 15 Todos me miraron. —¡Has hablado! —exclamó Zoran—. Ya me estaba preguntando si sabrías hablar. Se puso de pie mientras los Peques daban vueltas a su alrededor con un rollo de papel higiénico, acabando el proceso que Flora había empezado en su cabeza. Con eso también habría podido hacer una buena película, pero lo que me interesaba —y me fastidiaba haberme perdido— era la mirada que habían intercambiado Flora y él cuando ella le comentó que había tenido una contusión y él dijo que parecía una momia egipcia. Ella sonrió y él se derritió. Entonces supe que no teníamos nada que temer de él. 16 DIARIO FILMADO DE BLUEBELL GADSBY ESCENA DOS (transcripción) Madre e hija DE DÍA. EL JARDÍN DE LOS GADSBY. De nuevo el jardín, esta vez visto desde arriba a través de las ramas del platanero. MADRE, descalza pero vestida para el trabajo, está cortando una mata de lavanda con unas tijeras de podar oxidadas. Cuando ya ha cortado todos los tallos, se pone en cuclillas para meterlos en una cesta. Se lleva las manos a la cara y se le relajan los hombros al inhalar el aroma de las flores. FLORA, también descalza y con vaqueros cortos, aparece en lo alto de los escalones del porche. La cámara no alcanza a registrar el sonido, pero resulta evidente que está enfadada. Madre da un paso hacia ella, 17 se detiene para coger un tallo de la cesta y recorrerlo con el índice y el pulgar para arrancarle los pétalos, que aplasta en su mano cerrada. Vuelve a inhalar y abre la mano ante la cara. La brisa dispersa los pétalos. Madre se pone recta y se vuelve hacia su hija enfadada. Fundido en negro mientras la OPERADORA (BLUE) apaga la cámara para bajar del árbol. 18 Viernes 26 de agosto, por la tarde —Es un tío raro —dijo Flora en la cocina. —Era alumno de tu padre. Está haciendo el doctorado en literatura medieval y es un joven muy agradable —contestó mamá, que había vuelto a ponerse los zapatos, los Louboutin de tacón de aguja y suela roja que la hacen parecer más alta que Flora. Yo estaba al otro lado de la puerta, donde no podían verme. A través de la cámara, mamá parecía diminuta, pero vi que apretaba y relajaba la mano como suele hacer cuando discute con Flora. —No necesitamos niñera —gritó Flora—. ¡Tengo dieciséis años! En otros países ya estaría casada. —No es una niñera, sino un canguro. Y no estás en «otros países». Flora estaba que echaba humo, pero no dijo nada. Mamá alargó el brazo para tocarla, pero ella se apartó y mamá dejó escapar un suspiro. —Ahora que ha terminado el verano, me toca volver a viajar. Además, con vuestro padre viviendo en Warwick, claro que necesitamos un canguro. ¡Dejé a tus hermanos a tu cargo durante un día, Flora, y Jas acabó en el hospital! Zoran podrá ayudarte con los deberes cuando empiecen las clases. Tu padre dice que es muy inteligente. Y para Twig y Jas será divertido; será como si tuviesen un hermano mayor. —¿Y qué pasa con Blue? —¿Cómo que qué pasa con Blue? 19 —Eso, ¿qué pasa conmigo? —pregunté, y las dos dieron un respingo. —¡Deja de aparecer sigilosamente! —dijo Flora—. ¡Y deja de mirar a todo el mundo a través de esa cámara estúpida! —No está encendida. Y no es estúpida. —Tú también tienes deberes —dijo mamá. —Pero nunca necesito ayuda —contesté. —Eres un genio —murmuró Flora, pero mamá me sonrió. —Entonces, no será más que una presencia, querida. Una presencia feliz. Érase una vez, hace unos trece años, dos puntitos que crecieron y se convirtieron en granos, que a su vez se convirtieron en alubias y más tarde en bebés, y vivieron en el mismo saco cálido lleno de agua, donde se alimentaban a través de un largo tubo que entraba directamente en sus estómagos. A las bebés les crecieron orejas, bocas y dedos en las manos y en los pies, y vivieron acurrucadas la una junto a la otra. Los médicos les sacaban fotos y la gente decía que parecían dos guisantes en su vaina. Ya antes de que naciesen, sus padres llamaron a las bebés Iris (‘lirio’) y Bluebell (‘jacinto’): nombres primaverales para bebés primaverales, dijeron. Cuando les llegó la hora de salir del líquido, todos pensaban que Bluebell saldría antes porque era más grande, pero Iris se le adelantó y salió disparada 20 hacia el mundo exterior tan rápido que a la comadrona estuvo a punto de caérsele de las manos. Mi abuela dice que no había nada capaz de evitar que Iris hiciese las cosas deprisa, ni siquiera yo. Así nació y, diez años después, así murió. Iris lleva tres años muerta. Cuando sucedió, Flora no podía parar de llorar, pero no estoy muy segura de que ahora piense mucho en ella. Al menos, no como pienso yo. A veces sueño que seguimos durmiendo acurrucadas la una junto a la otra y, cuando despierto, estoy alargando los brazos para abrazarla. Después del funeral, la abuela se quedó con nosotros y un día dijo que a veces algunas personas no necesitan hablar con otras para saber lo que están pensando, y que Iris y yo teníamos un vínculo especial porque éramos gemelas. Dijo que cuando a los soldados les amputan alguna extremidad en la guerra aún pueden sentir el brazo, o la pierna, o el pie que les han amputado y que, para mí, haber perdido a Iris era algo así. Dijo que el recuerdo de Iris me acompañaría siempre. —Como un soldado sin pie —dijo Flora—. Blue tendrá que andar dando saltos —añadió, pero la abuela dijo que no se refería a eso ni remotamente. Poco después de morir Iris la veía por todas partes. La sentía tan cercana a mí que pensaba que nuestras sombras se habían confundido. Ahora, si estoy rodando algo de espaldas al sol y veo mi propia sombra, sigo haciendo como si fuese la suya, pero no es lo mismo. Cuando mamá se pone a hablar de hermanos mayores y presencias felices me entran ganas de gritar, porque sé que en realidad no está hablando de eso, sino de Iris y de su desdichada ausencia. 21 DIARIO FILMADO DE BLUEBELL GADSBY ESCENA TRES (transcripción) Merienda familiar en un día de fiesta DE DÍA. UN LUGAR ELEGIDO MERENDAR EN EL CAMPO. AL AZAR PARA Hay un mantel extendido bajo un roble. Pan, queso, tarrinas de hummus, aceitunas y hojas de parra. Tomates, jamón y fresas espachurradas en un táper. Una botella de vino blanco medio vacía. PADRE está tumbado boca arriba con un sombrero de paja muy gastado sobre la cara. Lleva unos chinos arrugados, una camisa de algodón sin cuello y una chaqueta de tweed con coderas de piel. MADRE está tumbada a su lado, recostada sobre los codos, viendo como JASMINE y TWIG construyen una guarida junto a la linde del bosque. FLORA está sentada con las piernas cruzadas, dándoles la espalda 22 y escuchando su iPod. A su alrededor crepita una especie de ruido blanco. Padre despierta, se quita el sombrero de encima de la cara y se incorpora. Va sin afeitar y tiene bolsas debajo de los ojos. PADRE Querida hija, ¿tienes que hacer ese ruido espantoso? Flora no le hace ni caso y mueve la cabeza al ritmo de la música. Padre se le acerca de puntillas y le saca los auriculares de los oídos. PADRE Si se llaman equipos de música personales es por algo. FLORA (chilla e intenta recuperar los auriculares) ¡Nadie los llama equipos de música personales! LA OPERADORA (BLUE) da un resoplido. Todos se vuelven para mirarla. Madre parece preocupada. Padre se frota la cara, levanta las cejas e intenta reprimir un bostezo. 23 FLORA (enfadada) ¡Apaga esa cámara! BLUE (valientemente) Es para mi diario filmado. FLORA Apágala ya o te la tiro al estanque. 24