Relaciones comerciales entre Carmona y América

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INVERSIONES INDIANAS EN CARMONA
DURANTE LA EDAD MODERNA
1.−INTRODUCCIÓN
A lo largo de la Edad Moderna se produjeron unas intensas relaciones humanas y económicas entre Carmona
y América que apenas si han sido estudiadas hasta la fecha. Efectivamente, la implicación de Carmona en
el proceso de Descubrimiento y Conquista de América resultó ser muy temprana, tanto en lo referente al
aporte humano como al material. De hecho, ya en la segunda travesÃ-a colombina sabemos que viajaron al
menos dos carmonenses, a saber: Cristóbal Sánchez y un tal Lope, mientras que en el tercero figuraba el
albañil Alfonso RodrÃ-guez.
No obstante, debemos decir que Carmona no fue nunca una localidad muy emigrante. Tradicionalmente se ha
afirmado que existÃ-an dos factores que favorecÃ-an la emigración en cada localidad, a saber: uno, la forma
de vida pastoril que implicaba un menor arraigo de la población a la tierra, y dos, la cercanÃ-a a Sevilla,
puerto y puerta de Indias. Es cierto que el primero de ellos afectaba poco a Carmona que era una localidad
eminentemente agrÃ-cola, pese a que la ganaderÃ-a tenÃ-a entonces una mayor importancia de la que tiene
en la actualidad. Sin embargo, la cercanÃ-a a Sevilla, puerto y puerta de Indias, sÃ- que pudo haber generado
unas cotas migratorias mayores. Como ya hemos dicho no fue asÃ- y la lista de pasajeros oficialmente
recogidos en los libros de la Casa de la Contratación se limitan a tan solo 207. La cifra escasa si la
comparamos con los 150.000 expedientes que se conservan en el Archivo General de Indias o de 300.000 o
400.000 que debieron cruzar el océano entre 1492 y 1824. A nuestro juicio, debió ser la riqueza de la vega
de Carmona lo que impidió que la emigración se convirtiese en un fenómeno masivo. Aunque la
propiedad estuviese en poder de las élites, en muchos casos foráneas, habÃ-a un aprovechamiento
subsidiario de las tierras del común y de las zonas montuosas. Por ejemplo, cuando a partir de 1549 se
escindió La Campana del término carmonense, las autoridades manifestaron los muchos perjuicios que se
derivarÃ-an para la población carmonense, pues, estos se beneficiaban del pasto, de la montanera y de un
extenso olivar que tenÃ-an "criado y costeado" en dicho término.
Pero entrando ya en la materia de esta comunicación diremos que en lo concerniente a las relaciones
económicas y concretamente a los capitales remitidos por estos emigrantes a su localidad natal lo
desconocemos igualmente casi todo. En primer lugar, ignoramos el impacto que causó en nuestra localidad
la demanda de cereal, aceite y vino por parte de las armadas de la Carrera de Indias. Suponemos que esta
situación, surgida a raÃ-z del Descubrimiento de América, debió provocar roturaciones de tierras,
expansión del olivar, concentraciones de la propiedad y una revolución de los precios. Todo parece indicar
que estos fenómenos se extendieron a toda Castilla durante el siglo XVI, sin embargo, escasean los trabajos
locales que verifiquen con exactitud sus consecuencias. En el caso concreto de Carmona, huelga decir que
seguimos sin disponer de un estudio concreto que analice la evolución de la propiedad de la tierra y de los
cultivos en las décadas posteriores al Descubrimiento y prácticamente durante toda la Edad Moderna.
Y en segundo lugar, no disponemos ni tan siquiera de una cifra aproximada de las inversiones indianas
realizadas en nuestra localidad durante la época colonial. Ni sabemos la suma total de los capitales indianos
arribados a Carmona ni, por supuesto, el monto global de todas las inversiones realizadas durante aquel
perÃ-odo. Tampoco disponemos de una relación completa de la forma en que se invirtió el capital arribado
del otro lado del océano. Probablemente, los dineros destinados a fundaciones se aseguraron mediante
préstamos en régimen de censos al tres por ciento. Por tanto, quede bien claro que, en el estado actual de
las investigaciones, es imposible establecer la cifra total de capitales indianos invertidos en Carmona ni, por
1
supuesto, calcular su proporción en relación al monto global de todos los caudales invertidos. No obstante,
parece claro que estas herencias y fundaciones procedentes de capitales indianos, si bien pudieron servir para
mejorar la vida de algunas personas en concreto no modificaron en absoluto las precarias condiciones de vida
de la mayor parte de los carmonenses.
En cualquier caso en este trabajo intentaremos arrojar alguna luz sobre una parte de ese flujo, es decir, el que
Carmona recibió procedente del otro lado del océano. Estudiaremos, pues, los capitales indianos
invertidos en nuestra localidad por los emigrantes carmonenses.
2.−LAS FUENTES
Nuevamente en este aspectoo debemos advertir la parcialidad de las fuentes consultadas ya que nos hemos
basado casi exclusivamente en los expedientes de bienes de Difuntos, localizados en la sección de
Contratación del Archivo General de Indias. Como es bien sabido, fue esta institución, rectora del comercio
y de la navegación indiana, la que se encargó de gestionar el inventario, subasta y repatriación de los
caudales legados por los españoles fallecidos al otro lado del océano. En los casos en los que habÃ-a de
por medio un testamento los trámites eran algo más rápidos; se pregonaba en la localidad en cuestión y,
una vez localizado al heredero, se le expedÃ-a la correspondiente carta de pago por parte de los oficiales de la
Casa de la Contratación. En cambio, si el finado no habÃ-a formalizado su testamento, la situación era
más complicada ya que se requerÃ-a una extensa información del supuesto heredero en la que quedase
perfectamente demostrado que era verdaderamente el legÃ-timo heredero.
Ni que decir tiene que serÃ-a importante cotejar los datos presentados en este trabajo con los que ofrece la
documentación local, a saber: primero, los documentos notariales del Archivo de Protocolos Histórico, pues
frecuentemente se redactaban ante escribano público las fundaciones de capellanÃ-as, las donaciones, las
cartas de poderes para el cobro de caudales, etcétera. Y segundo, la documentación eclesiástica
−parroquial y diocesana−con el fin de verificar la fundación efectiva de las capellanÃ-as dispuestas en los
testamentos, y sobre todo para comparar su monto con la totalidad de las fundadas.
Por todo lo dicho, queremos insistir que la presente comunicación no es más que una primera
aproximación a la temática, sin ánimo desde luego de ser exhaustivos.
3.−VENTURA Y DESVENTURA DE LOS CARMONENSES EN INDIAS
Evidentemente la marcha de los carmonenses a América debió tener grandes consecuencias a ambos lados
del océano. Por un lado, los nuevos territorios recibÃ-an un contingente de población joven y
emprendedora, con ganas de prosperar y de conseguir la fortuna que se les negó en sus tierras de origen. Por
el otro, para el territorio que los perdÃ-a significaba, a corto plazo, una válvula de escape para los
excedentes poblacionales, pero a la larga suponÃ-a la perpetuación en el tiempo de las precarias condiciones
de vida de su población.
Estos carmonenses que se decidieron a cruzar el océano y a instalarse a varios miles de kilómetros de su
villa natal no olvidaron sus raÃ-ces. Muchos de ellos mostraron, antes de partir, su deseo de volver pronto a
su tierra de origen cargados de riquezas, sin embargo, obviamente fueron muy pocos los que lo consiguieron.
Entre ellos, Juana de Mesa Honesta la cual estuvo en América y logró su objetivo de volver a su tierra
natal e inhumarse en la bóveda de entierro de la capilla de Nuestra Señora de las Angustias, sita en el
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monasterio de San Francisco de Carmona.
Por lo demás, podemos decir que prácticamente todos los emigrantes indianos a la hora de redactar su
última voluntad se acordaban de alguna forma de su lugar de origen, en unas ocasiones para reconocer
alguna deuda, en otras para hacer alguna fundación, o sencillamente para dejar su fortuna a sus herederos.
Asimismo, nos llama mucho la atención el gran peso que tenÃ-a el paisanaje. Efectivamente, carmonenses
que residÃ-an en áreas cercanas unos de otros solÃ-an tener frecuentes contactos entre ellos, y se valoraba la
naturaleza como un elemento vinculante. AsÃ-, por ejemplo, en la Ciudad de los Reyes −actual Lima−
solÃ-an morar con frecuencia los mercaderes carmonenses Alonso Ruiz y Antón Gutiérrez Navarrete que
mantenÃ-an una fuerte relación de amistad, basada exclusivamente en el paisanaje. Éste no solo figuró
como testigo en el codicilo de Alonso Ruiz sino que, estando presto para retornar a Sevilla, aquel le pidió
que velase por que le llegase a su hermana, MarÃ-a Caro, el caudal que le remitÃ-a. Al cabo del tiempo, y
concretamente el 6 de junio de 1617, MarÃ-a Caro dio poder al mismo mercader, y a Cristóbal de San
Miguel, para que cobrasen en su nombre el caudal remitido por su hermano.
Otra cuestión que debemos destacar es la fuerte merma que experimentaba el capital desde la muerte del
pariente en las distintas ciudades indianas hasta que era cobrado −varios años, a veces décadas,
después− por sus herederos en la PenÃ-nsula. Una vez fallecido, salvo que algún heredero quisiese
marchar a América, los bienes del finado debÃ-an ser subastados, no alcanzando nunca su valor real. Una
vez que el patrimonio se convertÃ-a en caudal lÃ-quido se debÃ-an abonar los costes del funeral asÃ- como
las misas y limosnas a las instituciones locales que el finado hubiese dispuesto en su testamento. A partir de
aquÃ- habÃ-a que pagar el transporte asÃ- como el obligatorio impuesto de la averÃ-a. Pero no acababan
aquÃ- los gastos, pues, una vez que el capital llegaba a la Casa de la Contratación, se le aplicaban
importantes tasas para pagar desde los arrieros que llevaban el dinero del buque a la Casa de la Contratación,
a los tenedores de los bienes de difuntos y al abogado que defendió los bienes.
Cuando el heredero era menor de edad la fortuna sufrÃ-a un menoscabo aún mayor ya que habÃ-a que
financiar al llamado curador de menores. AsÃ- ocurrió con MarÃ-a de Arce y Céspedes la cual, siendo
menor, heredó de su padre la nada despreciable cifra de 13.799 pesos de oro de los que sólo llegó a cobrar,
una vez alcanzada su mayorÃ-a de edad, y después de un largo pleito, 6.563 pesos de oro.
En cualquier caso, estos capitales llegados a Carmona por sorpresa desde varios miles de kilómetros de
distancia debieron crear gran desasosiego entre los vecinos. Realmente, no cuesta imaginar los corrillos
inusitados y los murmullos, envidias y regocijos que se debÃ-an producir en Carmona cada vez que se
anunciaba la llegada de caudales procedentes de las Indias. Precisamente, el 10 de mayo de 1637, se pregonó
en Carmona la llegada del capital de Juan López Muñoz, fallecido en la ciudad de Panamá, en 1631:
"José de Pablos, pregonero de esta ciudad, en la plaza pública de ella, delante de gran copia de gente que
le oÃ-a en altas y claras voces pregonó y declaró la dicha requisitoria de los señores presidente y jueces y
oficiales de Su Majestad de la Casa de la Contratación de las Indias de la ciudad de Sevilla sobre los setenta
y siete pesos que en caja de difuntos vinieron de la ciudad de Panamá por bienes de Juan Muñoz, difunto
en la dicha ciudad, vecino de ésta. Y asimismo declaró y pregonó las cláusulas del testamento del
susodicho insertas al pie de la dicha requisitoria, diciendo que cualquier persona que pudiese tener derecho a
ellos pareciese que justificándolo los dichos señores se los mandarÃ-an entregar y no hubo persona que
dijo tener derecho a ellos más que Juan Muñoz, vecino de esta ciudad...".
La suma no era gran cosa pero este dinero, llegado por sorpresa desde varios miles de kilómetros de
distancia, debió ser la envidia de muchos convecinos de la localidad.
Pero habÃ-a situaciones mucho más desagradables como la que le ocurrió al carmonense Alonso Robledo
con su hijo, el capitán Francisco Robledo Espinosa. Aquél debÃ-a estar muy orgulloso de su vástago
que ascendió, primero, a sargento de la Armada Real del Océano, y posteriormente, a capitán de la
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Armada de los galeones de Indias. El 29 de noviembre de 1624 protocolizó su testamento en Cádiz porque
estaba presto para partir a una batalla naval y temÃ-a por su vida. En él declaraba ser soltero y no tener
herederos forzosos, dejando, pues, a su padre como heredero universal. Sin embargo, en sendos juicios de
residencia tomados a los oficiales de la armada de Tierra Firme de 1623 1624 se le impusieron al capitán
Robledo sendas multas de 44.000 y 30.000 maravedÃ-s respectivamente. El notario del Rey, don Gerónimo
de Vargas notificó al juez de Sevilla, Jerónimo DÃ-ez de Arbizu, que ejecutara la sentencia de un total de
74.000 maravedÃ-s contra los herederos del capitán Francisco Robledo Espinosa. Y efectivamente, el citado
juez se personó en casa de Alonso de Robledo, sita en la calle Sevilla, en compañÃ-a del alguacil ejecutor
de Carmona Pedro Sánchez. En Ausencia de Alonso Robledo se procedió al "inventario y secuestro" de los
humildes bienes que se encontraron en su morada.
4.−TIPOS DE INVERSIÓN DEL CAPITAL INDIANO
Como ya hemos dicho, los caudales que remitieron los emigrantes indianos fueron invertidos de muy distintas
formas y tuvieron muy variados beneficiarios. En primer lugar, podÃ-a tratarse sencillamente de una herencia,
es decir, el caudal que dejaban los indianos a sus herederos. Además, se utilizaban las fundaciones pÃ-as,
que podÃ-an ser de dos tipos, a saber: la capellanÃ-a y la obra pÃ-a. La capellanÃ-a no era otra cosa que la
dotación de un capital con cuya renta anual se pagaba una memoria de misas por su titular. La obra pÃ-a, en
cambio, tenÃ-a por objeto la beneficencia, de muy diverso tipo, dotar a doncellas huérfanas para el
matrimonio o para entrar en un cenobio como monja, redención de cautivos, escolarización de pobres,
etcétera.
Y finalmente, encontramos las donaciones que se hacÃ-an normalmente a alguna imagen o a alguna
cofradÃ-a por la que el finado sentÃ-a una especial devoción. Estas donaciones podÃ-an tener un carácter
mobiliario, es decir, podÃ-a consistir en la donación de un objeto, o bien, inmobiliario, consistiendo, en este
caso, en la dotación de una cierta cantidad para la edificación o restauración de algún templo o capilla.
De muchos de estos tipos de inversión tenemos buenos ejemplos en el caso concreto de Carmona, los cuales
analizaremos con detalle en las páginas que vienen a continuación.
A.−LOS CAPITALES DE PARTICULARES
A continuación mostramos un cuadro con las cantidades legadas en los testamentos a distintos vecinos de la
localidad. Conste que no se trata de la cantidad lÃ-quida percibida sino de la legada.
CUADRO I
CAPITALES INDIANOS HEREDADOS
FECHA DEL
LEGADO
1563
1581
1586
1589
1589
1589
1590?
1590?
1601
FINADO
HEREDERO
SUMA
Francisco de la Barrera
Andrés de la Romera
Lucas Ponce
Tomás de Morera
Tomás de Morera
Tomás de Morera
Tomas de Morera
Tomas de Morera
Pedro Romero Tamariz
Pedro de la Barrera
Juan de Vargas Toledano
Ana y Mari Ponce
Pero Núñez
MarÃ-a de Morera
Ana de Trigueros
Antonio de Sosa
Felipa de la Cruz
LucÃ-a Velázquez
487,24
454,60
12,76
20,00
83,11
83,11
166,22
166,22
83,11
4
1601
1601
1606
1606
1606
1606
1612
1612
1612
1613
1613
1619
1621
1633
1648
1648
1648
1650
Pedro Romero Tamariz
Pedro Romero Tamariz
Elvira de Castellanos
Elvira de Castellanos
Elvira de Castellanos
Elvira de Castellanos
Antón de Valladares
Antón de Valladares
Antón de Valladares
Alonso Ruiz
Alonso Ruiz
Antonio de Ojeda
Juan Rubio
Juan López Muñoz
Francisco Navarro
Francisco Navarro
Francisco Navarro
Jerónimo de Tardoya
1726
Manuel de Arce
Melchor de Castroverde
Mariana de Castroverde
MarÃ-a de Urbina
MarÃ-a de Castellanos
Isabel de Castellanos
Isabel de Castellanos
Juana de Palma
MarÃ-a de Cadena
Gonzalo de AlanÃ-s
MarÃ-a Caro
Felipe Sánchez
Juan de Ojeda
Isabel EnrÃ-quez Rubia
Juan Muñoz
MarÃ-a Navarro
Ana Navarro
Juan Navarro
Tomasa de Tardoya
MarÃ-a de Arce y
Céspedes
TOTAL
41,55
41,55
200,00
100,00
100,00
25,00
60,45
60,45
60,45
200,00
¿?
105,79
1.000,00
110
1.696,30
1.696, 30
1.696,30
332,98
13.799,00
22.882,49
Ante todo debemos advertir que no todos los herederos, pese a ser naturales de Carmona, residÃ-an en el
momento de percibir la herencia en nuestra localidad, y, por tanto, no siempre supusieron una inyección de
dinero para la economÃ-a local.
AsÃ-, por ejemplo, Tomasa de Tardoya, que heredó de su padre, Jerónimo de Tardoya, en 1650, 332,98
pesos de oro, en el momento de recibir la herencia se habÃ-a casado con un vecino de Morón de la Frontera
y residÃ-a en dicha localidad. Caso curiosamente similar al de Isabel EnrÃ-quez Rubia que, en el momento de
cobrar su sustanciosa legado, era viuda de un barbero de Morón, llamado Gregorio MartÃ-nez. Sin embargo,
también es cierto el caso inverso, pues, MarÃ-a de Arce no era natural de Carmona y se avecindó en
nuestra localidad a raÃ-z de su matrimonio con el carmonense Antonio Quintanilla y Andrada.
Por otro lado, ya hemos dicho que las cifras expuestas en el cuadro I responden a las cantidades legadas en
principio por los finados, y por tanto, sufrieron rebajas en algunos casos de hasta el 52 por ciento, en concepto
de pago de las gestiones de cobro y de los fletes de transporte. AsÃ-, por ejemplo, Juan López Muñoz,
dejó en su testamento, fechado en la ciudad de Panamá, el 28 de marzo de 1631, como heredero universal a
sus padres, llegando a Sevilla 110 pesos de oro de los que sólo llegaron a cobrar 77 pesos, es decir, un 30 por
ciento menos. Caso parecido es el de Juan de Ojeda quien, como heredero de su tÃ-o Antonio de Ojeda,
fallecido en Guatemala, recibió en herencia 105,79 pesos −350 tostones y 3 reales− de los que tan sólo le
entregaron los oficiales de la Casa de la Contratación 94,52 pesos, es decir, un 10,65 por ciento menos.
Además las demoras en el cobro podÃ-an ser en ocasiones interminables. AsÃ-, por ejemplo, Isabel
EnrÃ-quez Rubio otorgó el 22 de marzo de 1628 carta de poder a favor de Gregorio Ramos para que cobrase
los bienes de su padre en la Casa de la Contratación, pese a que el testamento de este último tenÃ-a fecha
del 27 de febrero de 1621. Aunque el caso más extremo en este sentido fue el de Pedro de la Barrera a quien,
en 1563, le llegó consignado una importante suma de 487,24 pesos, heredados de su hermano Antonio de la
Barrera, muerto en Indias. Sin embargo, tuvo la desgracia de que por aquellos momentos la Corona tenÃ-a
una necesidad urgente de capital y la suma fue confiscada "para el servicio de Su Majestad". El 13 de
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noviembre de 1574 presentó un testimonio solicitando de una vez su abono "porque él es pobre y
necesitado y tiene mujer e hijos y no tiene con qué se sustentar". Más de once años, pues, mediaron
desde que el capital fue legado hasta que se hizo efectiva su cobranza a este lado del Atlántico.
La suma total de capital privado ascendió a 22.882,49 pesos de oro, es decir, más de diez millones de
maravedÃ-s, cantidad elevada en cifras absolutas pero muy modesta teniendo en cuenta que se trata de todo el
capital privado recibido en Carmona en los tres siglos que duró la colonización. La herencia media fue de
817 pesos aunque existen muchas diferencias entre unos legados y otros. AsÃ-, mientras que algunos
recibieron sumas de apenas 12 o 20 pesos, otros cobraron herencias muy superiores a los 1.000 pesos de oro.
Especialmente cuantiosa fue la fortuna acumulada por Manuel de Arce, que la disfrutó en Carmona su hija
MarÃ-a. También notable fue el capital legado por Francisco Navarro, fallecido en Popayán, en 1648. El
caudal total que dejó a su muerte ascendió a 11.841 pesos de los cuales, correspondieron 1.696 pesos y
cuatro maravedÃ-s a cada uno de sus tres herederos carmonenses.
Asimismo cuantioso fueron los bienes dejados a su muerte por Juan Rubio, un rico propietario de estancias,
hatos ganaderos y fincas urbanas que vivió en la ciudad de Trujillo, virreinato del Perú. En su testamento,
protocolizado en dicha ciudad, el 27 de febrero de 1621, designó a su hija legÃ-tima, Isabel EnrÃ-quez
Rubia, fruto de su primer matrimonio con Juana EnrÃ-quez, por heredera universal, pese a reconocer que
tenÃ-a dos hijos naturales, llamados Pedro y Luis Rubio.
También sustancioso fue el capital amasado por Antón de Valladares, fallecido en la localidad de San
Antonio de Suchitepeque, en 1613. En su testamento instituyó numerosas mandas pÃ-as, legando a sus
herederos 1.000 tostones de a cuatro reales −poco más de 302 pesos de oro− de los que poco más de 181
pesos de oro fueron a parar a manos de varios parientes carmonenses.
B.−LAS FUNDACIONES
Ya hemos comentado que las fundaciones podÃ-an ser de varios tipos, a saber: capellanÃ-as, obras pÃ-as y
donaciones. Entrando en las capellanÃ-as hemos de decir que tan sólo hemos localizado tres fundaciones, a
saber: una, en la iglesia de San Pedro, otra, en el monasterio de San Francisco, y finalmente, otra, en la iglesia
de San Bartolomé.
En el templo de San Pedro, Elvira de Castellanos, una de las indianas de origen carmonense que mayor
fortuna amasó en el Nuevo Mundo, dispuso la construcción de una capilla, con su retablo, donde fundar su
capellanÃ-a. La licencia eclesiástica se expidió el 21 de mayo de 1609, procediendo la parroquia a
adjudicar la capilla un mes después, es decir, el 27 de junio de ese mismo año.
Por otro lado, Luis de Valladares fallecido, al igual que su hermano Antón, en San Antonio de Suchitepeque,
en la provincia guatemalteca de Zapotitlán, instituyó inicialmente su capellanÃ-a en la iglesia de San
Pedro. AsÃ- en el testamento protocolizado el 17 de abril de 1611 se establecÃ-a lo siguiente:
"...Dispongo una capellanÃ-a de mil pesos de oro de principal en la iglesia parroquial del señor San Pedro
en la dicha villa de Carmona y sea capellán de ella el pariente más cercano que tuviere por parte de mi
padre o madre, faltando los de la parte del padre, sucedan los de mi madre y a falta de parientes el clérigo
quien quisiere el patrón que fuere de la dicha capellanÃ-a y nombro y constituyo por tal patrón de la dicha
capellanÃ-a a la dicha Isabel de Palma, mi madre, y después de sus dÃ-as al dicho Antón de Valladares,
mi hermano, y sucesivamente por su muerte a la dicha Juana de la Cruz, mi hermana, y si faltaren todos sin
que haya muda del dicho patronazgo por falta de haberse (ilegible) lo sea el pariente más cercano que tuviere
de parte de mi padre y a falta del sucesor de la parte de la dicha mi madre y el último que fuere puedan quitar
y elegir patrón el que le pareciere, siendo persona de buena vida y fama sobre que les encargo... (ilegible)".
Sin embargo, Luis de Valladares cambió rápidamente de opinión, pues, en su codicilo, protocolizado tan
6
solo unos meses después, y concretamente el 26 de enero de 1612, afirmaba lo siguiente:
"Yo dejo ordenado y mandado en el dicho mi testamento que se imponga una capellanÃ-a de un mil pesos de
principal para que en la iglesia parroquial de San Pedro en la villa de Carmona se digan de misas por mi
ánima y de mis padres, lo que rentaren los dichos un mil pesos, según que se contiene en la dicha
cláusula, revocándola como la revoco, es mi voluntad que la dicha renta de mil pesos se imponga en la
parte que fuere más cierta y segura en la dicha villa de Carmona y se instituya la dicha capellanÃ-a en el
convento de señor san Francisco de la dicha villa de Carmona en la forma y manera que pueden y
acostumbran los padres religiosos y prelados de ella porque asÃ- es mi voluntad y lo guarden y cumplan los
patrones de ella que están nombrados en la dicha cláusula..."
Nada tenÃ-a de particular este cambio de última hora, teniendo en cuenta la gran devoción que, tanto Luis
como su hermano Antón de Valladares, sentÃ-an por la Orden Franciscana, en cuyos templos dispusieron la
mayor parte de sus memorias.
Finalmente, Francisco Navarro, en su testamento otorgado en Popayán, el 23 de mayo de 1648, ordenó la
erección de otra capellanÃ-a en el templo de San Bartolomé. Para su financiación destinó 139 pesos de
oro y seis reales de principal, cantidad bastante modesta, al menos en relación a la notable fortuna que dejó
a su muerte. En una de las cláusulas de la capellanÃ-a se preveÃ-a que se rezasen por su alma tres misas
anuales, a saber: una, el dÃ-a de San Francisco, otra, el dÃ-a de los difuntos, y, finalmente, otra, el dÃ-a de
Nuestra Señora de la Concepción. Por capellán designó a su nieto Francisco Navarro, "siendo ordenado
−decÃ-a− y si no un hermano suyo u otro nieto.
Además de la fundación de estas capellanÃ-as hubo otros carmonenses que dejaron misas en las iglesias de
su localidad natal. AsÃ-, Tomás de Morera, estableció en su testamento, otorgado en La Habana, en 1589,
que se le oficiasen diez misas rezadas en la iglesia mayor de Carmona y otras tantas en el monasterio de San
Francisco de la misma localidad. También Elvira de Castellanos, al margen de la capellanÃ-a fundada en
San Pedro, dispuso que se celebrasen 1.000 misas por su alma en templos de Sevilla o Carmona, dejando la
elección definitiva a sus albaceas. De ellas, sabemos que solamente 150 se oficiaron en Carmona,
concretamente en la iglesia de San Bartolomé.
En cuanto a las obras pÃ-as tenemos constancia de al menos dos: una, destinada a la redención de cautivos,
para lo cual Ana de Escobar, difunta en San Juan de Ulúa, destinó 500 pesos de oro. Y dos, la establecida
por Francisco Navarro, en su testamento, fechado en 1648, por el que destinó cierta cantidad para dotar
como monja a su nieta Francisca Navarro, "hija de MarÃ-a Navarro u otra nieta que quisiere ser monja".
Pasando a las donaciones debemos decir que nosotros hemos documentado un pequeño número de ellas
pero, a juzgar por los indicios, sospechamos que debieron ser bastantes más. La mayor parte de ellas
estuvieron destinadas a la Virgen de Gracia, advocación al parecer muy querida por estos emigrantes
carmonenses.
La primera de estas donaciones data de 1586, fecha en la que Tomás de Morera, destinó en su testamento
otorgado en La Habana
100 reales para hacerle una saya a la Virgen de Gracia que está en su "patria". El dato es ciertamente
importante ya que nos confirma la devoción que los carmonenses sentÃ-an por la Virgen de Gracia ya en el
siglo XVI.
Posteriormente, en 1605, la rica indiana ya citada, Elvira de Castellanos, legó en Veracruz 25 pesos de oro
de limosna a la Virgen de la Consolación y otros tantos a la Virgen de Gracia. Además, les dejó dos
preciadas piezas textiles que tenÃ-a en su tienda, "un pedazo de damasco amarillo o blanco y otro colorado o
verde" para la Virgen de la Consolación y "una pieza de raso blanco de china para una casulla y frontal" para
7
la Virgen de Gracia.
Poco más de un lustro después, y más concretamente en 1611, Antón de Valladares hizo otra
donación a la Virgen de Gracia al dejar una manda en su testamento que decÃ-a asÃ-:
"Item, mando que se de la manera siguiente: una lámpara de plata que valga 200 tostones de a cuatro reales
a Nuestra Señora de Gracia que está en la villa de Carmona en el convento de San Jerónimo y que mis
albaceas lo paguen de mis bienes luego que llegaren a los dichos reinos de Castilla".
El cobro de los 200 tostones −unos 800 reales− por parte del monasterio de los Jerónimos se demoró varios
años ya que los trámites fueron largos. Finalmente, en 1615, los cenobitas dieron poder a fray Diego de
Oribe, sustituido en 1616 por fray Juan de los Santos que fue quien finalmente consiguió el cobro de los
mencionados 800 reales en la Casa de la Contratación de Sevilla, ya en el año de 1617.
Pero conocemos otras donaciones que guardan una relación también con la emigración a las Indias.
Precisamente, Gregorio Morera, familia tan Ã-ntimamente ligada a lo indiano, realizó en 1659 la donación
de una cadena de filigrana china que aún hoy
posee la Virgen de Gracia. Una pieza que el donante pudo adquirir personalmente ya que, como comerciante,
anduvo por los confines del Imperio español.
Pero otras muchas donaciones debieron llegar directa o indirectamente a Carmona procedentes del mundo
indiano, pese a que no lo hemos podido verificar documentalmente. AsÃ-, en 1680, Francisco Rivera y Aral
donó un rostrillo de oro con 354 esmeraldas engarzadas que es una de las mejores piezas del tesoro de la
Virgen de Gracia y que es de procedencia indiana. También en la parroquia de San Bartolomé se
custodia un conjunto de tres piezas de orfebrerÃ-a −un cáliz, un copón y un ostensorio−, de procedencia
Hispanoamericana. Presenta la marca de platerÃ-a de la ciudad de Zacatecas en Nueva España, fueron
labradas con posterioridad a 1770 y llegaron a Carmona antes de 1789, estando relacionadas con el estilo del
escultor mexicano José MarÃ-a Rodallega. Aunque no hemos conseguido documentar la escritura, es muy
probablemente que estas piezas de orfebrerÃ-a llegaran a nuestra localidad a través de alguna donación
indiana.
5.−CONCLUSIONES
En esta comunicación nos hemos intentado aproximar
a una parte de ese flujo entre Carmona y América, es decir, el que aquella recibió procedente del otro lado
del océano.
Podemos decir que esta comunicación no ha sido ni exhaustiva ni definitiva pues, como ya hemos afirmado,
hemos trabajamos casi exclusivamente los expedientes de bienes de difuntos, conservados en el Archivo
General de Indias. Para un conocimiento mucho más completo del tema será necesario llevar a cabo en el
futuro un estudio sistemático de las fuentes locales, especialmente de los protocolos históricos de Carmona.
No obstante, esperamos que este trabajo sirva como punto de partida para futuras y mas completas
investigaciones que nos permitan esclarecer en un futuro no muy lejano esta interesante parcela de la Historia
de Carmona.
    VARELA MARCOS, Jesús y otros: Segundo viaje de Colón. Valladolid, Seminarios
Iberoamericanos de Descubrimientos, 1998, pág. 31.
    MIRA CABALLOS, Esteban y Fernando de la VILLA NOGALES: Carmona en la Edad Moderna.
8
Religiosidad y arte, población y emigración a América. Sevilla, Muñoz Moya Editor, 2000, pág. 374.
    Sobre la ganaderÃ-a en Carmona existe un artÃ-culo monográfico aunque dedicado
exclusivamente a la Baja Edad Media. En él se confirma el extraordinario desarrollo de la ganaderÃ-a
local, como apoyo a las labores agrÃ-colas pero también como una forma de aprovechar los baldÃ-os
concejiles y las zonas montuosas. CARMONA RUIZ, Mª Antonia: "La ganaderÃ-a en Carmona durante la
Baja Edad Media", I Congreso de Historia de Carmona. Sevilla, 1998, pág. 283.
    MIRA CABALLOS: Ob. Cit., pág. 341.
    Arellano dedica alabanzas sin igual a su fértil vega de la que afirma, citando a al padre Mariana,
que era "el lugar más fértil, rico y abundante del AndalucÃ-a". También hace alusión a una bonita
frase de Abrahán Ortelio en la que referÃ-a a Carmona como "abundantÃ-sima granja y almacén de toda
el AndalucÃ-a". En otro pasaje afirma, muy significativamente, que Carmona era el "jardÃ-n donde se
recreaba el Rey de España y la vista el Arzobispo de Sevilla". ARELLANO, fray Juan Salvador Baptista de:
Antigüedades y excelencias de la villa de Carmona y compendio de Historias. Sevilla, Simón Faxardo,
1628, fols. 67r y 86r.
    Véase mi trabajo: La Campana: noticias históricas. Sevilla, Muñoz Moya, 1998, pág. 22.
    Lutgardo GarcÃ-a Fuentes, en su estudio sobre esta temática, afirma que la mayor parte del aceite
embarcado para las Indias procedÃ-a del Aljarafe y de la Campiña sevillana "especialmente de Écija y
Carmona". GARCÃA FUENTES, Lutgardo: "El viñedo y el olivar sevillanos y las exportaciones agrarias
a Indias en el siglo XVI", I Jornadas de AndalucÃ-a y América, T. I. La Rábida, 1981, pág. 34. Por su
parte, el profesor Enrique Otte afirma que la Sevilla de los Descubrimientos se abastecÃ-a de cereal
procedente de la Campiña y, concretamente, de Carmona, Écija, Utrera y Jerez. Hernando Colón, hijo
del primer Almirante, llegó a decir de Carmona que era "la mejor villa de AndalucÃ-a". OTTE, Enrique:
Sevilla y sus mercaderes a finales de la Edad Media. Sevilla, Universidad, 1996, pág. 40.
    La concentración parcelaria del siglo XVI ha sido estudiada para el caso de Castilleja de la Cuesta.
Véase HERRERA GARCÃA, Antonio: "Traspasos y concentraciones de unas fincas en Castilleja de la
Cuesta (1563−1635)", Archivo Hispalense Nº 179. Sevilla, 1975. En cuanto a la expansión del viñedo y
el olivar puede verse el trabajo ya citado de GARCÃA FUENTES: Ob. Cit., págs. 19−37.
    Se trata de uno de tantos aspectos importantes de la historia moderna de Carmona que permanece sin
investigar. Es necesario analizar, en el archivo de protocolos, las cartas de compraventa de tierras y examinar
la evolución de los precios, en relación al cultivo que albergaban.
    En su testamento dispuso exactamente 400 misas por su alma, que se debÃ-an oficiar 100 en el
monasterio del Carmen y 300 en la capilla de Nuestra Señora de las Angustias de San Francisco.
Testamento de Juana de Mesa Honesta, Carmona, 23 de septiembre de 1661. AGI, Contratación 442B, N. 5.
Se trata de un traslado, pues, su original se protocolizó ante el escribano público de Carmona Francisco
Fernández Flores, en la fecha citada.
    Poder dado por MarÃ-a Caro a Cristóbal de San Miguel, vecino de Carmona, y a Antonio
Gutiérrez Navarrete, vecino de Sevilla, Carmona, 6 de junio de 1617, ante Gregorio AlanÃ-s. AGI,
Contratación 328, N. 1, R. 7.
    Se trataba de un impuesto esporádico o eventual, de antiguos orÃ-genes castellanos, que gravaba
con un porcentaje las mercancÃ-as que iban o venÃ-an de las Indias a los puertos andaluces. La finalidad de
esta contribución no era otra que reducir el riesgo del transporte marÃ-timo contra "peligros no cubiertos"
por los seguros marÃ-timos ordinarios. DEL VAS MINGO, Marta Milagros y Concepción NAVARRO
9
AZCUE: "El riesgo en el transporte marÃ-timo del siglo XVI", Actas del Congreso de Historia de los
Descubrimientos, T. III, Madrid, 1992, pág. 608.
    Pleito sobre la herencia de MarÃ-a de Arce y Céspedes, Sevilla, 1702−1726. AGI, EscribanÃ-a
1109C.
    Testamento y expediente de los bienes de Juan Muñoz, 1637. AGI, Contratación 393, N. 14.
    En el mismo testamento establecÃ-a el capitán Robledo los motivos que le habÃ-an llevado a
otorgar dicha escritura; decÃ-a asÃ-: que estando "entretenido en la Armada Real del Mar Océano, estante
al presente en esta ciudad de Cádiz, natural de la villa de Carmona, hijo legÃ-timo de Alonso Robledo, mi
padre, que es y vive en la dicha villa y de MarÃ-a de Espinosa, mi madre, difunta, digo que por cuanto yo
estoy para embarcarme en la presente jornada que se está aprestando para la restauración de la bahÃ-a de
Todos los Santos, en la provincia de Brasil, y por los peligros ordinarios que en semejantes viajes suele haber
y tan contingentes los riesgos de la vida porque, si Dios nuestro Señor fuere servido falte la mÃ-a, tener
dispuestas las cosas del descargo de mi conciencia...". Testamento y autos contra Alonso Robledo, 1631. AGI,
Contratación 957, N. 2, R. 9.
    Más exactamente dispuso que heredase su padre con la intención de que reuniese, cobrase y
gozase de todo su capital, pero con la condición de que luego lo repartiese de la siguiente forma, a saber: dos
tercias partes para Sebastiana y MarÃ-a de Robledo, hermanas legÃ-timas de padre y madre. Y la otra tercia
parte otras dos hermanas "de solo padre", llamadas Jacinta y Francisca. IBÃDEM.
    Los bienes inventariados y confiscados en la casa de Alonso Robledo fueron los siguientes, a saber:
Un arca de castaño y dentro lo siguiente: dos pedazos de lienzo casero de a dos varas y media cada uno; dos
piezas de pañuelos con ocho servilletas; otro pedazo de lienzo casero de tres varas; unos calzones de Ruán
con puntas de pita nuevos; un paño de restro (¿?) con puntas de pita y labrado nuevo; tres varas de lienzo
casero; una delantera de cama labrada con hilo azul y aspado; una camisa de mujer nueva labrada de pita; dos
almohadas de hilo azul labradas nuevas; dos tablas de manteles caseros nuevos; tres varas de lienzo casero;
otra tabla de manteles caseros; cinco sábanas de crea y lienzo casero sin estrenar; otro paño de rostro
nuevo, labrado con puntas de pita; un camisón de hombre nuevo labrado y con puntas de pita; otra camisa de
mujer de crea labrada con seda negra nueva; dos paños de rostro, uno con puntas y otro llano; dos varas de
crea en un pedazo; una caÃ-da de cama de grana raÃ-da; cuatro cojines de tres piezas, dos colorados y dos
azules nuevos sin estrenar; una carpeta nueva; otra sábana de estopa nueva; dos sillas nuevas y otras dos
viejas; dos camas de cordeles y en cada una dos colchones; cinco paños catorcenos enteros apuntados
pardos; otro paño pardo catorceno comenzado con veinte y dos varas; tres costales nuevos y de perga; cien
reales en dineros de vellón. Todos los cuales dichos bienes el dicho alguacil ejecutor depositó en poder de
Bartolomé de Orellana y Juan de Fuentes, vecinos de esta ciudad....". IBÃDEM.
    El cuadro procede en su parte esencial de mi trabajo: Carmona en la Edad Moderna..., pág. 355,
aunque ha sido completado con otros documentos, consultados con posterioridad. Las cifras están
expresadas en pesos de oro.
    De esta cantidad se debÃ-an celebrar diversas misas por su alma en el Monasterio de Santo
Domingo de Sanlúcar de Barrameda. La cantidad restante se le entregarÃ-a a sus hermanas Ana y Mari
Ponce.
    Se trataba de dos personas diferentes, madre e hija respectivamente.
    En el testamento del mercader carmonense Alonso Ruiz, dado en la Ciudad de los Reyes el 11 de
marzo de 1613, dejaba 200 pesos de oro de mejora a su hermana MarÃ-a Cara. El resto de su fortuna se
dividirÃ-a en tres tercios entre sus tres hermanos: MarÃ-a Cara, Leonor Cara y Felipe Sánchez. Sin
10
embargo, tan sólo 19 dÃ-as después, revocó el testamento a través de un codicilo otorgado en la
misma ciudad y ante el mismo escribano. En él, mantenÃ-a los 200 pesos para su hermana MarÃ-a, pero
nombraba en exclusiva como heredero universal a su hermano Felipe Sánchez por las buenas obras que
habÃ-a recibido de él y porque tenÃ-a dos hijas "mujeres a quien poner en estado". En el expediente no
consta el inventario de sus bienes ni el cobro del caudal en la Casa de la Contratación por parte de Felipe
Sánchez. Testamento y expediente de los bienes de Alonso Ruiz, 1617. AGI, Contratación 328, N. 1, R. 7.
    Expediente de bienes de difunto y testamento de Juan Rubio, 1628. AGI, Contratación 377, N. 5.
    Es el caso de MarÃ-a de Arce que siendo menor heredó de su padre 13.799 pesos de los que tan
solo llegó a cobrar, después de un azaroso pleito, 6.563 pesos, es decir, un 47,56 por ciento del capital
legado. MIRA CABALLOS: Carmona en la Edad Moderna..., pág. 353.
    El 15 de mayo de 1637, más de seis años después de la muerte de su hijo, se otorgaba carta de
pago a favor de Juan Muñoz. Testamento y expediente de bienes de difunto de Juan López Muñoz, 1637.
AGI, Contratación 393, N. 14.
    Antonio de Ojeda habÃ-a marchado a América en torno al año de 1600. Dejó por heredero a
su hermana Marina de Romero, madre de Juan de Ojeda. Este último, por fallecimiento de su madre, se
convirtió en el heredero universal de su tÃ-o. Estaba casado con Beatriz de Ledesma y era natural y vecino
de Carmona.
    El testimonio de, Antonio Ruiz Navarrete, oficial de la Casa de la Contratación, fechado el 20 de
febrero de 1619 decÃ-a asÃ-: "Item trescientos y cincuenta tostones y tres reales que quitas todas las costas
hasta los poner en la dicha ciudad y puerto de la Veracruz restaron en la dicha casa por bienes de Antonio de
Ojeda, difunto que falleció en esta ciudad el año de seiscientos y quince y por su testamento declaró ser
natural de la villa de Carmona en los reinos de España y dejó por herederos del remanente de sus bienes a
Juan de Ojeda, su sobrino casado con Beatriz de Ledesma, vecinos de la dicha villa, y si fuesen fallecidos, a
sus hijos y herederos como constase por el testimonio de la cláusula de herederos que con cabeza y pies del
dicho testamento se enviará y al pie de él irá la cuenta de do procede esta partida". Proceso por los
bienes de Antonio de Ojeda, 1619. AGI, Contratación 338, N. 1, R. 19.
    Expediente y testamento de Juan Rubio, 1628. AGI, Contratación 377, N. 5.
    Expediente por los bienes de Antonio de la Barrera, 1574. AGS, Consejo y Juntas de Hacienda 122,
N. 16.
    IBÃDEM.
    Testamento de Francisco Navarro, Popayán, 7 de noviembre de 1650. AGI, Contratación 554, N.
2.
    Expediente de bienes de difuntos y testamento de Juan Rubio, 1628. AGI, Contratación 377, N. 5.
    En su testamento se declaraba natural "de la villa de Carmona en los reinos de Castilla, hijo
legÃ-timo de Luis Pérez de Valladares y de Isabel de Palma". Testamento de Antón de Valladares, San
Antonio de Suchitepeque, 18 de octubre de 1612. AGI, Contratación 328, N. 1, R. 6.
    El capital heredado de Antón de Valladares se repartió de la siguiente forma: Bartolomé
MartÃ-nez de Canillo, vecino de San Antonio de Suchitepeque (Guatemala), 100 tostones; una criada suya,
india, natural del mismo pueblo 100 tostones; MarÃ-a Núñez, Inés de Morales y MarÃ-a MexÃ-a,
vecinas de San Juan de Nagualapa (Guatemala), 50 tostones respectivamente; MarÃ-a Pinelo, vecina del
11
pueblo de San Bartolomé (Guatemala), 50 tostones; Juana de Palma, MarÃ-a de Cadena y Gonzalo de
AlanÃ-s, vecinos de Carmona, 200 tostones respectivamente. IBÃDEM.
    En el inventario que se adjuntó al testamento aparecen todos los bienes de la finada que pasamos a
resumir a continuación: en primer lugar, una casa de morada y una tienda en Veracruz, cuyo precio se
estimó en unos 6.000 pesos de oro. Además, la ropa de la tienda asÃ- como los enseres personales se
subastaron en 734 pesos y 2 tomines. En segundo lugar, tres esclavos, un hombre, llamado Antón de Angola,
de unos 20 años, y dos mujeres, Felipa de Conolico, de 20 años, "con una crÃ-a a los pechos", e Isabel
Biáfara, de siete años. Y en tercer lugar, declaró poseer unos 1.000 pesos de oro en efectivo más unos
1.800 o 1.900 pesos de oro más que le eran debidos por personas "de aquÃ- y de islas cercanas". En total
cerca de 10.000 pesos de oro, es decir, unos 4,5 millones de maravedÃ-s. AGI, Contratación 938B, N. 30.
    La capilla, hoy desaparecida, se ubicaba según especificación de la época, entre la puerta
principal y el altar de San Gregorio, "al modelo de dicho altar que está en el hueco de la dicha pared,
haciendo en ella un arco de ladrillo...". Testamento de Elvira de Castellanos, Veracruz, 30 de abril de 1605.
Las obras de arte fueron contratadas los dÃ-as 11 y 12 de agosto. La capilla serÃ-a labrada por el albañil
carmonense Alonso Pérez de Alarás, el retablo por el ensamblador, también de la localidad, Bernabé
RodrÃ-guez y, finalmente, la pintura del mismo por Juan Bautista de Amiens. Todos estos contratos se
localizan en el Archivo de Protocolos de Carmona y están publicados en MIRA CABALLOS: Carmona en
la Edad Moderna..., págs. 140, 222−223 y 233−234.
    Testamento de Luis de Valladares, San Antonio de Suchitepeque, 17 de abril de 1611. AGI,
Contratación 328, N. 1, R. 6.
    IBÃDEM.
    Testamento de Francisco Navarro, Popayán, 23 de mayo de 1648. AGI, Contratación 554, N. 2.
    IBIDEM.
    Testamento de Tomás de Morera, La Habana, 25 de junio de 1589. AGI, Contratación 235, N. 1,
R. 19.
    Testamento de Elvira de Castellanos, Veracruz, 30 de abril de 1605. AGI, Contratación 938B, N.
30. Sobre las fundaciones y donaciones de Elvira de Castellanos véase MIRA CABALLOS: Carmona en la
Edad Moderna..., pág. 357−361.
    La cuantÃ-a le fue entregada al monasterio de Nuestra Señora de las Mercedes de Sevilla.
Testamento de Ana de Escobar, San Juan de Ulúa, 8 de agosto de 1581. AGI, Contratación 256A, N. 1, R.
5.
    Testamento de Francisco Navarro, Popayán, 23 de mayo de 1648. AGI, Contratación 554, N. 2.
    Testamento de Tomás de Morera, La Habana, 25 de junio de 1589. AGI, Contratación 235, N. 1,
R. 19.
    Como es bien sabido la mayor parte de las donaciones documentadas datan de los siglos XVII y
XVIII, siendo además su tesoro y ajuar eminentemente barroco. Al margen del mundo indiano se conocÃ-an
otras muchas donaciones a la Virgen de Gracia, la mayorÃ-a del siglo XVII. Por citar algunos ejemplos
concretos: el 6 de junio de 1623 el regidor Juan Flores de Salazar se concertó con el bordador, de la
collación de San Juan de Palma de Sevilla, para hacer un vestido a la Virgen de Gracia a su costa. Archivo
de Protocolos de Carmona (A.P.C.), EscribanÃ-a de Alonso Sánchez de Escamilla, Carmona, 6 de junio de
12
1623. Y trece años después, es decir, en 1636, el carmonense Pedro Sánchez Escobedo donó a los
Jerónimos una lámpara de plata para que estuviese encendida "de noche y de dÃ-a delante del altar mayor e
imagen de Nuestra Señora de Gracia de la dicha iglesia...". A.P.C. EscribanÃ-a de Gregorio Muñoz de
AlanÃ-s, Carmona, 5 de marzo de 1636, ff. 337 y ss. Sin embargo, hemos de suponer la existencia de
donaciones en perÃ-odos previos que probablemente no han llegado a nuestros dÃ-as. De hecho, sabemos por
un documento de 1685, que la camarera de la Virgen de Gracia tenÃ-a facultad para "vender, trocar y
disponer" las alhajas. Véase mi obra: Carmona en la Edad Moderna..., pág. 28.
    Testamento de Elvira de Castellanos, Veracruz, 30 de abril de 1605. AGI, Contratación 938B, N.
30. Transcrito en Carmona en la Edad Moderna..., págs. 386−391.
    Testamento de Antón de Valladares, Guatemala, 11 de agosto de 1616. AGI, Contratación 328, N.
1, R. 6.
    Expediente de los bienes de difunto de Antón de Valladares, 1616−1617. AGI, Contratación 328,
N. 1, R. 6.
    Concretamente sabemos que el 27 de abril de 1628 se embarcó rumbo a Tierra Firme como
mercader.
    SANZ SERRANO, MarÃ-a Jesús: "El tesoro de la Virgen de Gracia de Carmona", La Virgen de
Gracia de Carmona. Carmona, 1991, pág. 111.
    Sobre dichas piezas puede verse el trabajo de MEJÃAS ÃLVAREZ, MarÃ-a Jesús: "Un
conjunto de plata Hispanoamericana en la iglesia de San Bartolomé de Carmona", Laboratorio de Arte,
Nº 2. Sevilla, 1989, págs. 123−132.−También aparece recogido en otra obra de la misma autora:
OrfebrerÃ-a religiosa en Carmona, siglos XV−XIX. Carmona, 2001, Cat. Nº 158, 178 y 216.
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