Nadie renuncia al goce así nomás. Buenas razones se deben tener para dejar de repetir. Gabriel Moisano La retrospectiva permite ubicar distintos momentos en el análisis de Mauro. Análisis discontinuo que permite leer “momentos” que se corresponden a distintos tiempos subjetivos del paciente, cuestión que posteriormente se podrá interrogar, donde la repetición con diferencia resulta denominador común. Hasta dónde querés? Quiero hasta acá! No más! Pareciera decir Mauro cada vez que clausura su apuesta. Distintos momentos guiados por una pregunta puntual que, apres coup, cobrará sentido a medida que se asocia con la pregunta que inaugura el momento subsiguiente. Es decir, existe cierta lógica entre cada tramo, que representan una serie de acontecimientos discontinuos que por sí solos resultan hechos aislados pero, a medida que se van asociando al tramo subsiguiente se deja advertir un plus de sentido. Es de perogrullo que lo planteado nos introduce al terreno de la repetición. Así, guiado por el saber inconciente, Mauro se aventura en un análisis desconociendo el valor de su acto. Único modo, quizá, en que hubiera podido realizar semejante apuesta. Para ser más justo con Mauricio, quien podría saber a qué atenerse cuando inicia un análisis? Trabajo de arqueólogo, parafraseando a Foucault, donde partiendo de una pieza (cada tramo) se re- construye el resto del esqueleto. La receta requiere de paciencia y lectura precisa que permita no anticiparse a los tiempos subjetivos. 1° tramo (profesión) Por qué consultaba y qué lo mortificaba eran las preguntas que me iban acompañando en el inicio de este trabajo junto a Mauro. Inaugura su análisis en la búsqueda de “orientación” para definir su vocación, cuestión que aparece como pedido. El joven desconocía si había hecho la elección correcta. Tampoco quedaba clara la demanda, pues había iniciado su práctica profesional auspiciosamente. Buen trabajo, buena producción y reconocimiento, eran los “magros” resultados recogidos. Sí. Digo bien al decir “magros” ya que algo de esto le pesaba, sobretodo que le vaya bien y ser reconocido. Qué andaba tan mal? No quedaba muy claro pero algo insistía mortificando a Mauro. O dicho de otro modo, si le iba bien y le gustaba lo que hacía, qué lo motivaba a realizar una consulta? Él esperaba las pruebas (técnicas proyectivas y psicométricas) y yo las utilice para instalar transferencia (transferencia imaginaria), pues, no esperaba ningún dato que me pudiera iluminar, solo que el trabajo de los test permita que éste tímido joven pueda dar curso a la palabra. Luego de realizar un recorrido por “el área humanística”, Mauro puede confirmar su elección de profesor de educación física, pero siempre con la sensación de que era poco pero no se animaba a acceder a “algo más”, como decía. Es poco para él, pero parece que está bien. A medida que transcurrían las sesiones e incluía el bla, bla, bla, mitigaba la angustia. Con esa limosna se conformaba al proponer interrumpir sus sesiones, mientras yo sentía que había perdido su tiempo en mi consultorio y solo había servido para que pase el tiempo, para dar lugar al curso del tiempo. 2° momento (Cambio auto) Acumular dinero no era un problema para este joven profesor de 26 años. Un hombre capaz de acumular y producir plusvalía, más no de sentirse “exitoso” ni relucir cierto brillo. Mi novel experiencia en aquel momento, desconociendo el verdadero valor del pago en el análisis, le impedía a Mauro desprenderse de una porción de “su cosa” en forma de dinero que le permita abrir una ventana a lo real, alcanzando allí la representación que pudiera venir en lugar de lo donado. (1) Silvia Amigo. Clínica de los fracasos del fantasma. Al menos en esta oportunidad no concurría con el bono de la pre- paga, sino que estaba dispuesto a pagar algo por su análisis, pero como sabemos que la resistencia siempre es del analista, lo invito a pagar un poco menos del valor de la consulta porque claro, caía en mis manos por el antecedente de haber estado en esa pre- paga. No se lo podía hacer tan difícil y cobrarle lo que vale!!! Si buscan un ejemplo de la contratransferencia no se me ocurre uno tan claro. Por qué sentía que debía cobrarle menos, ni le brindé la posibilidad de que él planteara una dificultad si es que la tenía, a la vez que obturaba la posibilidad de que lo incluya en su análisis? Qué estaba poniendo en acto “absteniéndome” de cobrarle? El cómodamente aceptaba los términos y yo sentía que lo inhabilitaba a la vez que sentía que oficiaba de asistente social, perdón, trabajador social. Ahora bien, el analista debe jugar su carta. Entonces, o me despedazo masoquísticamente o hago lectura de ese acto. Acumular dinero era la especialidad de la casa. Ahora, ponerlo en valor es otra cosa. Por eso Mauro decide, muy a su pesar, cambiar el auto (a) en una operación que seguía los consejos de familiares y amigos. Para quien no ha sido revestido de valor, un auto nuevo no representa la fuerza del falo en significación sino que “cambiar el auto” se ubica más como una imposición racional que como algo del lado del deseo, por eso es leído como pérdida. Pérdida de qué? De aquello retenido como objeto de la acumulación. Por eso, Mauro no puede lucir ese brillo que nunca le dieron. Así, ese nuevo objeto (auto) no puede ser significado fálicamente. Como si se desconociera al darse una cuota de valor. Y si me quedo sin plata, que hago? Repetía mortificado. Una vez concretada la operación que sirvió para aliviar la tensión de la duda instalada, en vez de tomar “brillo fálico”, de gozar fálicamente de ese objeto, queda él en posición de objeto, gozado por el peso de habilitarse al encuentro de su objeto a, y llora y se angustia confundido. Imperativo de goce superyoico que opera bajo la forma “no me asegure hacer la transferencia del auto que vendí. Seguro va a pasar algo y me va a salir carísimo!”. “No puedo dejar de torturarme con esa idea!”. Y ahora vas a pagar por ello!”. Sí! Goza, goza! El Superyo, en tanto goce del Otro toma al sujeto como mero objeto y lo goza. Goce del Otro que sin mediación significante impone su imperativo “Goza, goza” obstaculizando el camino a todo otro goce que no sea hacerse gozar: sacrificio, martirio, sufrimiento. Funciones diferentes del padre, aquella que se articula como significante en la constitución del Ideal de aquella que sin la mediación de la palabra se instituye en heredera del complejo de Edipo, Superyó. (3) La clínica lacaniana. Más allá del Edipo. José Zuberman. Posicionado como Sujeto se goza del objeto (auto nuevo). Aquí, no se goza de ese auto nuevo. En plena posición de objeto Mauro sufre, es gozado, se martiriza con la idea de tragedia (transferencia). La responsabilidad de “hacer los papeles” queda inscripta del lado del Superyo, “observancia estricta de cada conducta a una moral acorde al Ideal”. Deber- hacer que mortifica a Mauro y se presenta bajo la idea de tragedia, accidente, responsabilidad civil, que, si bien en un punto es cierto que es prudente ser responsable y documentar la operación, la tarea pendiente inscripta del lado del Superyo, en tanto goce del Otro lo toma a Mauro como mero objeto y lo goza. (4) José Zuberman Op. Cit. Clara lectura en términos de economía de goce. La cuestión del goce queda instalada del lado del Otro y evidencia la predisposición masoquista. 3° momento: cambio de casa La idea de irse a vivir solo lo acompaña desde su temprana adolescencia. Distintos motivos justifican su letargo. Ahora, su inteligencia no le permite engañarse y presume que él contribuye en esta miseria que se manifiesta bajo la forma de demora. Más de la cuenta. Inicia la búsqueda y se detiene en los detalles que le garantizan no terminar de quedar conforme con el ambiente. Por fin da con uno que le gusta! Y mucho! Proporcional a su gusto es la angustia que lo invade, lo confunde y el refugio en lo familiar es la respuesta que se le impone como salida posible. A tal punto que no le importa perder la seña dada a la inmobiliaria con tal de dejar de sufrir. Pare de sufrir!!! Parecía resonar la voz del pastor en ese portuñol tan conocido. Si un niño agalmático es aquel que es donado a la vida por su madre y capaz de iniciarse en el lazo social, la presencia imprevista de su madre en mi consultorio permitió confirmar ciertas cosas. Sabemos que una madre preocupada por su hijo es capaz de cualquier cosa. Preocupada por el malestar de su hijo, luego de hablar con él se lanza al encuentro. Sin rumbo preciso, consulta por el barrio donde quedaba el consultorio de Moisano. Sabía que era por la calle Avellaneda pero no muy bien a qué altura, me confía después. Al tanteo, llega al bar de Lito, “La Criollita” donde los parroquianos del lugar, habitués a la bebida y la baraja, muy amablemente, le indican: El Dr. Atiende acá al lado. Esa Señora sí que sabe cómo conseguir lo que quiere, pensé! Su mera presencia sentada en la sala de espera, sin turno y tratando de interponerse al paciente que asistía por su sesión ya eran un buen indicio. Esta señora, perdón, esta “madre”, se banca la incertidumbre de una búsqueda sin garantías y hasta el encuentro con los “amigos de al lado”, cuya mera presencia resulta capaz de persuadir al más pintado. Todo por rescatar un hijo!!! Y por otro lado pensaba: pobre Mauro! A la vez que recordaba la boca del cocodrilo de la que nos habla Lacan el en Seminario 17. Hay una madre en sala. Y de esas que no renuncian tan fácilmente a su falo! De las que tratan de eternizar a su hijo como suplencia de su falta fálica y lo condenan a ocupar el lugar de falo imaginario. - Estoy muy preocupada por mi hijo, Dr! Sé que no tengo turno ni su permiso, pero no pude dejar de venir. Lo vi muy angustiado y me atreví a venir. No le vaya a decir nada, por favor. Él no sabe de mi presencia aquí. - Adelante, por favor, le dije a mí paciente que se sintió desplazada ante la arremetida de la señora. - No la voy a poder escuchar, Sra, porque como verá este espacio está ocupado y su hijo nunca habló conmigo de esto. Tendré que hablar con él sobre su presencia en este espacio. - Le ruego que no le diga nada. Y prometo retirarme. - Buenas tardes. (tratando de ser lo más amable posible). - Por favor, ayúdelo! Gracias. Conmovido quedé, no antes sus palabras, sino ante el esfuerzo inhibitorio por darle una patada en el trasero y expulsarla del consultorio, ante el arrasamiento subjetivo de tinte renegatorio que sentí me proponía. Recuerdo las jornadas de carteles cuando Zuberman parafraseaba a Freud. Decía: “…cómo puede ser que alguien que está analizado no le den ganas de pellizcar esa hermosura o de tirar por la ventana ese maleducado.” 1 No es que hay que purificar el inconsciente del analista para que no sienta estas cosas, como es el ideal de los transferencistas. Esas cosas pasan todos los días. El asunto es que el deseo del analista te lleva a otro lugar. Por eso es eso que decía de Freud: el analista tiene que dar sus pruebas en otro lado: con la mujer que le gusta, con el amigo que le gusta charlar, en algún otro lado tiene que dar sus pruebas para que la abstinencia no sea un rasgo de inhibición, como lo acusaban a Freud en Viena. El analista tiene que dar sus pruebas en otro lado, con la mujer que ama pero no con el analizante. Si un analista no tuviese relaciones sexuales, se puede calentar en sesión y ahí no analiza. Por eso da sus pruebas en otro lugar. Entonces, en otro lugar el analista hace sus pruebas. Y… para sostener el análisis la abstinencia se impone, pero no porque el analista tiene que purificar su ser al punto de no sentir nada que no deba sentir en el lugar adecuado, porque eso no le pasa a nadie. El asunto es que el deseo del analista importe más que el deseo del sujeto en esa ocasión”. Sujeto/ analista Goce del falo que intenta perpetuarse. Si estuvo retenido (no perpetuado) como falo imaginario no habilitado al intercambio que garantiza la significación fálica, ahora Mauro no puede habilitarse, autorizarse a la significación fálica, a gozar del falo, a buscar su vivienda (lo cual representa un corte) e inaugurar una nueva etapa en su vida. Por eso el refugio en la familiaridad del goce, de ser gozado, que se expresa bajo el modo del superyó materno expresado en la imposibilidad de trabajar el más allá que lo tortura. (Por eso a medida que avanza en el camino de la conquista de su objeto a, organiza una idea como modo de caer del lugar fálico). 1 Lacan; Seminario 8. Arrasado por el goce del Otro, lo ubico en la misma serie que la presencia de la madre en el consultorio. No te pido permiso! No te reconozco como sujeto! Invado tu espacio! Me cago en vos! Pero quiero salvarte, eh. Goza, Goza! Justamente, en esa serie me ubico cuando le ofrezco, amablemente, una quita de mis honorarios. Goza, goza! Brindarle la posibilidad de hablar de esto le permitió desvanecer la angustia, que era su objetivo. No quiso ir más allá. Más allá del goce podríamos decir. 4° momento: Un viaje de placer no podía ser la excepción, ya que la lógica de la repetición se impone en tanto el sujeto nunca termina de quedar advertido. Por eso, nadie entendía, él menos, por qué no podía disfrutar junto a sus amigos de la preparación de un viaje al Caribe. Cada paso que daba pronunciaba su angustia y acrecentaba su sensación de pérdida de control. Así, agotado, decide pedir una sesión. Recibo su llamado. Vamos por más! exclamé para adentro, mientras pensaba: de qué goce se trata ahora? En la misma serie de su vocación y el auto, se ubicaba el viaje. No se trataba de visitar una playa paradisíaca, comer manjares, visitar otro país y recorrer el mundo, sino de tolerar una tortura mortificante. Con la sensación de estar a punto de volverse loco acude desesperado tratando de encontrar un sentido maldiciendo su imposibilidad para darse algo valioso. (quizá por eso siempre interrumpe su análisis). Habla de qué le pasa y dice “No entiendo nada!”. No. Le digo. Parece que te desconoces cuando decidís darte un valor (aludiendo a una posición fantasmática). Comprometida su capacidad de goce, solo se pone en juego cuando se trata de ser gozado. Acompaña su angustia un terrible sentimiento de culpa al sentir que darse más de lo que sus padres se dieron no le permite disfrutar. Padres de cuya transmisión, la modestia pareciera marcar un límite. Relata que su padre (mi viejo, como le gusta decir a él) lo abraza y le dice: qué bueno que hagas este viaje y por lo bajo le entrega u$s 100.- y le confía: “los tengo guardados hace tantos años… Ahora tengo algo bueno para darles uso”… Una cuchillada en la espalda! Un asesino serial, el viejo! “Pero qué hijo de puta, che! Mirá lo que te hace! “. Pensé que poner a hablar el viaje, es una vía de acceso al ideal. Vía simbólica que se ubica en contraposición al goce superyoico, y alivia su angustia. Propiciar el complejo encuentro con ese objeto de su deseo. Llegar a Ezeiza fue un martirio. “Necesitaba algo distinto que me motive”. Claro, necesitaba un corte. “Cortar” con algo distinto. Una escena distinta. La costa caribeña fue el escenario propicio. Esas playas, esa arena! El mar tibio y transparente! De a poco saliendo del malestar empezó a disfrutar. Por supuesto que no podía dejar de ser él, entonces como nada le es gratuito debía calcular cada gasto por miedo a quedarse sin $. Así, pierde la posibilidad de ir junto a sus amigos a “El Boliche” la primera noche. Conoce una hermosa venezolana y aplaza el encuentro para ahorrar el dinero de la cena. Finalmente, la última noche, se dijo ¿cuántos viajes como estos me voy a hacer? Y se decide a ir a “El boliche”. Diversión garantizada. Latinas ardientes bailando semidesnudas. Canilla libre. Goza, Goza! Se sentía el lobo de Wall Street. Luego de beber unas cuantas copas arranca con una mexicana para el hotel. “No me importaba nada!” La lleva al lecho amoroso y no va que en el juego previo la penetra “3 segundos sin preservativo”. Bisagra del goce. Lo que estaba inscripto del lado del sujeto inmediatamente se instala del lado del A. Es decir, cambia la modalidad de goce y permuta curvas latinas por la idea contagio HIV, hepatitis de la A a la Z, y cuanta peste se pueda transmitir por esa vía. Amanece borracho y angustiado. Devastado! Cuánto goce acumulado! Y se garantiza regresar como se fue. Angustiado. Viene a sesión y ubica que no puede soportar que le vaya bien en el trabajo; cambiar el auto; cambiar de casa; hacer un viaje ni hacerse cargo de la vida que le dieron armando su propia familia. Serie de la repetición: vocación- auto- casa- viaje- mujer Repetición con diferencia Sí. Cada movimiento donde conmueve algo de tinte familiar es sancionado con angustia. Por eso no puede disfrutar de su trabajo, de un auto nuevo, su primera vivienda independiente, o un viaje al Caribe. Y cuando hablo de “lo familiar” no me refiero a los lazos de parentesco, sino a todo aquello con lo que está familiarizado que le brinda seguridad a la vez que lo acota y le impide armar el más allá del padre; que le impide realizar un corte que le permita quedar advertido y re- situado, que lo habilite a un movimiento en su economía de goce que lo ubique en serie con su deseo. O se podría decir que si confronta al objeto de su deseo se angustia al punto de hacerlo imposible. El carácter retentivo lo ubica en posición de no poder avanzar. Se aísla emocionalmente y no tolera la sensación de pérdida de control, cuestión que prevalece ante aquello que se presente como nuevo. Así, Mauricio padece el no poder decidir nada. Ahora se muestra dispuesto a iniciar un análisis. Cambiar pesos por síntoma a través de palabras que le permitan apostar en serio un cambio de posición donde, advertido respecto a aquello de lo que está hecho, pueda armar algo distinto. “Los ideales, el Ideal del Yo, en tanto se le permite hablarlo, logra despuntar el objeto a que esconde. El sacrificio es renunciar a los objetos que causan al sujeto para lograr la vida eterna o el triunfo del ideal. Allí el Ideal queda subsumido a la ferocidad obscena del Superyó”. “La cuestión de la posición del analista es facilitar ese aprendizaje, de que el sujeto se ubique en línea con su deseo, y pueda gozar y amar al objeto de su deseo.” José Zuberman. Seminario Discurso, Lazo social, clínica. Clase 2°. 2013. Villa Victoria. Mar del Plata. Ahí es donde en el Medioevo se relee lo de la metempsicosis del alma de Aristóteles. Un cuerpo nace y hay espíritus que andan dando vueltas que andan buscando meterse en el cuerpo… es el deseo de los padres. Como le dice Freud a Juanito: mucho antes que vos nacieses, ya estaba preparado tu nombre, tu apellido, tu cuna y muchas otras cosas más que te determinan. Ese es el lugar al que venimos a nacer, por eso somos siempre sujetos del gran Otro. Somos sujetos del gran Otro, estamos sujetados, y todo nuestro trabajo es cómo nos des-sujetamos. Es decir, cómo tomamos nota de a qué estamos sujetados para alcanzar la libertad que nos es posible. Cuando hay una libertad que nos es posible es que nunca voy a poder dejar de ser varón, argentino, vivir en esta época y tener este nombre y apellido. Que hace el límite en lo real de la constitución de cada uno de nosotros. No es que en análisis alguien se hace de nuevo. En la medida en que sabe de dónde viene puede ir rompiendo algunas ataduras y alcanzar la libertad posible y situarse del lado de su deseo. “Entonces el ser no es Sujeto. Acá yo no soy, y éste es el momento de la ruptura más radical de Lacan con el pensamiento cartesiano francés. Soy donde no pienso, porque aquí sí, se juega algo del objeto, algo del goce, soy donde no pienso y pienso donde no soy. Esta es la ruptura radical con toda la filosofía francesa, pienso luego existo, cogito ergo sum del cartesianismo. Justamente es donde soy, donde gozo, no pienso. Nadie tuvo un orgasmo pensando, para decir una cosa cotidiana. Los que piensan no llegan. Y donde soy no pienso y donde pienso no se juega nada del ser, en el Inconsciente no se juega nada del ser. En el Inconsciente voy a mi sesión, hablo, hablo, me encuentro que este es mi deseo pero para conquistar el objeto de mi deseo por lo menos en mi caso, gasté bastante plata entre reconocer cual era el objeto de mi deseo y poder atravesar la barrera de la angustia para alcanzarlo. Y es bastante habitual en el análisis de los neuróticos. Si la cuestión fuese solamente encontrarse con el deseo, las histerias estarían curadas. El asunto es que entre descubrir por dónde camina el deseo y conquistar ese objeto hay un largo camino a transitar”. En esa magia andaba cuando llegó del caribe.