sumario OCTUBRE-2001 En Europa Occidental, los linfomas agresivos del adulto representan prácticamente la mitad del total de linfomas no-Hodgkin (LNH) diagnosticados. A su vez, los linfomas agresivos se dividen en subtipos y el más frecuente de ellos es el linfoma difuso de células grandes B. La principal característica de los linfomas agresivos del adulto es que son curables en un alto porcentaje. Este dato marca la responsabilidad de quien trata este tipo de tumores del sistema linfático, por lo que es necesario actuar con vistas a la curación y no sólo al aumento de la supervivencia. Los especialistas confían en la aportación de los nuevos tratamientos para aumentar los índices de curación Los linfomas agresivos del adulto son curables en un alto porcentaje de los casos, según los expertos L grado de curabilidad en linfomas agresivos del adulto es variable y, en general, se encuentra aproximadamente en alrededor de un 45 por ciento de los casos. Según el doctor José Gómez Codina, del Servicio de Oncología Médica del Hospital La Fe de Valencia, “este porcentaje de curaciones depende, sobre todo, del pronóstico del paciente, en el que los principales factores son el tiempo y las características biológicas del tumor. En cuanto al factor tiempo, el diagnóstico precoz es importante, aunque en algunos casos, los linfomas se desarrollan muy rápidamente y además no hay ningún método validado de diagnóstico precoz, como ocurre con otros tumores. En cuanto a los factores biológicos, los linfomas son muy diversos y heterogéneos. Dependiendo del tipo de linfoma, de la extensión de la enfermedad, de si afecta a unos órganos u otros, etc, el pronóstico será diferente. Pero aún en las peores circunstancias, los linfomas E agresivos del adulto son curables y la actitud del experto debe ser siempre intentar su curación, ya que hay un porcentaje de pacientes que pueden salir adelante”. De cara al diagnóstico de los linfomas agresivos del adulto, se realiza un análisis completo del tumor para conocer su grado de extensión: exploraciones de imagen, biopsias de médula ósea, etc. A partir de ahí, y basándose en parámetros unificados, se establece el estadio de la enfermedad y el pronóstico del paciente. “En los últimos veinte años”, comenta el doctor Gómez Codina, “se ha avanzado poco en lo relativo a las terapias contra los linfomas agresivos del adulto. Aunque se han ido conociendo nuevos datos biológicos sobre la enfermedad, no ha habido grandes novedades en cuanto a tratamiento. La principal arma ha sido y sigue siendo la quimioterapia y, en ocasiones, la radioterapia. A estas opciones vienen a sumarse, poco a poco, nuevas opciones de acción más especí- ficas, los anticuerpos monoclonales, que actúan específicamente contra las células malignas del linfoma”. Hasta ahora, sabíamos que la quimioterapia convencional consigue la curación de un porcentaje de casos de linfomas agresivos del adulto que está entre el 35-45 por ciento. Las nuevas vías de investigación analizan la asociación de la quimioterapia con anticuerpos monoclonales, no con vistas a un aumento de la supervivencia, sino en busca de un aumento de los índices de curación. “Aunque los linfomas no representan un tipo de tumor muy frecuente -se estima su incidencia en algo menos de 10 casos por cada 100.000 habitantes al año, aunque aumentan de forma progresiva-, no por ello hay que bajar la guardia en su terapia. Después de veinte años, parece que ahora podemos ser más optimistas con las nuevas opciones en camino, ya que se espera conseguir con su aplicación un aumento de las tasas de curación del 15-20 por ciento”. 43