campos de concentración y exterminio

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CAMPOS DE CONCENTRACIÓN Y EXTERMINIO
Valentina Orte
En principio, cabe hacer una clasificación entre los campos. Existen campos de prisioneros y campos de concentración
del que los campos de trabajo se consideran una variante y los más terribles, por el refinamiento en la crueldad con los
allí encarcelados, los de exterminio.
Los campos de prisioneros se emplean como centro de detención de militares enemigos en un conflicto En principio,
para tener el estatus de prisionero de guerra, el supuesto PDG debe estar en condiciones como las que indica la ley: ser
parte de un regimiento, vestir un uniforme, banderas e insignias y mostrar sus armas abiertamente. Así,
francotiradores, terroristas y espías pueden ser excluidos. En la práctica, esto no siempre se cumple estrictamente. Las
guerrillas, por ejemplo, pueden no vestir un uniforme o llevar armas abiertamente, pero ahora se les da estatus de
prisionero de guerra si son capturados. Sin embargo, a las guerrillas o a cualquier otro combatiente puede que no se le
confiera el estatus de PDG si intentan pasar por dos tipos, por civil o por militar.
En la Antigüedad, las leyes de guerra autorizaban a ahorcar, degollar o mutilar a los hombres válidos de una ciudad
tomada por asalto; después se admitió que se les redujese a esclavitud, posteriormente se crearon los centros de
internamiento. Como consecuencia de las condiciones deplorables a que eran sometidos los reclusos, obligados
a realizar trabajos forzados, se incrementaron los esfuerzos para mejorar el trato y el procedimiento de los presos. Se
celebraron varias conferencias internacionales, empezando con la Conferencia de Bruselas de 1874, donde las naciones
estuvieron de acuerdo en que era necesario prevenir el trato inhumano de los prisioneros y el uso de armas que
causaran daño innecesario. Aunque no se ratificaron inmediatamente acuerdos por parte de las naciones participantes,
el trabajo continuo resultó en la adopción de nuevas Convenciones que fueron reconocidas como Derecho
internacional, en las que se especificaba la exigencia de que los prisioneros de guerra fueran tratados humanamente.
Naturalmente esto fue puesto en práctica en distinta medida por según qué naciones; algunas otras no lo hicieron en
absoluto.
Aunque a lo largo de la historia los gobiernos han empleado la deportación de población civil como medio de control de
territorios, no es hasta el siglo XVIII que se documentan los primeros casos de grupos de civiles no combatientes
encerrados en campos. El historiador polaco Wladyslaw Konopczynski ha sugerido que los primeros campos de
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concentración se crearon en el siglo XVIII durante la Confederación de Bar , cuando
los rusos organizaron tres campos de concentración en Polonia-Lituania para los
prisioneros rebeldes de Polonia, internados en espera de deportación a Siberia.
No obstante, la expresión inglesa concentration camp se popularizó a raíz de su uso
por las autoridades británicas durante la Segunda guerra de los Bóers en Sudáfica
(1899-1902), que enfrentó al Imperio Británico contra los colonos holandeses
(boers) que se habían establecido siglos atrás en el sur de África. Durante esta
guerra muchos civiles holandeses huyeron de las zonas rurales después de que los
soldados británicos ejecutaran una política de tierra quemada consistente en la
destrucción de granjas boers (quema de viviendas, matanza del ganado), y se
extendió la construcción de blocaos (fortines de madera prefabricados, capaces de
ser desarmados, transportados y vueltos a armar allí donde hiciesen falta). Horatio
Kitchener fue el militar que en la Segunda Guerra Anglo-Bóer utilizara el término
"Campo de concentración" por vez primera para referirse a los centros de
detención británicos. Crearon 45 campos donde se recluyó a la mayoría de la
población civil boer de Transvaal, unas 119.000 personas. También se encerraron
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Asociación de nobles polacos, formada en la fortaleza de Bar (Ucrania, entonces Podolia) en 1768 para defender la independencia interna y externa
de la República de las Dos Naciones contra la agresión del Imperio ruso y contra el rey Estanislao II Poniatowski, uno de los reformadores que estaban
tratando de limitar el poder de los magnates de la República. Entre los fundadores de la Confederación de Bar se nombran a los magnates de Adam
Krasinski, al obispo de Kamenéts, a Kazimierz Pulaski y a Michal Krasinski. A pesar de varias victorias contra los rusos, la Confederación sólo tuvo éxito
en ayudar a precipitar la primera partición de Polonia. Algunos historiadores consideran que la Confederación de Bar fue el primer levantamiento
polaco.
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en él, a no menos de 43.000 africanos, familias enteras que servían a los boers. Realmente eran campos de exterminio
por cuanto que acabaron con un 13,5% de la población bóer, hombres, mujeres y niños, cerca de 20 mil, todos ellos
civiles, que murieron de hambre y mala atención entre 1900 y el final de la guerra en 1902.
A día de hoy, la “Solución Final al problema Boer”, continua siendo apenas conocida por la opinión pública y poco
tratada a nivel académico y periodístico, a pesar del informe presentado por Emily Hobhouse, activista británica quien,
como delegada de la Fundación para Mujeres y Niños Sudafricanos
Damnificados, visitó algunos campos y recopiló información sobre los
problemas que padecían los internos . A su vuelta al Reino Unido publicó
todos los datos en un dossier que indignó a la mayoría de los británicos y
provocó la creación de la Comisión Fawcett, cuyos miembros visitaron los
campos (entre o y diciembre de 1901 y reconocieron todo lo publicado. La
comisión se mostró muy cítiica e instaron a mejorar la alimentación y la
sanidad de los internos, lo que llevó a que la tasa de mortalidad anual
descendiera del 6,9% al 2% hacia febrero de 1902. El sistema de exterminio
aquí era muy simple; simplemente se les dejaba morir de hambre.
Entre 1914 y 1917 las autoridades austrohúngaras crearon en Talergof (en un valle arenoso de los Alpes, cerca de Graz,
en actual Austria) un campo de concentración para la población rusa, cristianos ortodoxos, y rusófila de Galicia
ucraniana, por denuncias de polacos y ucranianófilos locales con el pretexto de supuesta simpatía a la Triple Entente.
Es considerado el primer campo de concentración, según el sentido actual del término, en territorio europeo. El primer
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grupo de lemkos , ucranianos de Bukovina y rusinos estuvieron prisioneros allí desde el 4 de septiembre de 1914. Para
el 10 de mayo de 1917 al campo entraron más de 20.000 personas.
Las primeras barracas comenzaron a construirse sólo en invierno de 1915. Hasta entonces miles de personas estuvieron
a la intemperie en condiciones antisanitarias tremendas. Según uno de los informes austríacos para el 9 de noviembre
de 1914 en el campo se encontraban 5.700 rusófilos de 151 aldeas de la región lemka. Sólo en el primer medioaño del
funcionamiento del campo murieron cerca de 3 mil personas. Según el congresista de los EE. UU. Medill McCormick los
prisioneros eran golpeados y torturados. Aleksandr Makovski en sus memorias atestigua: "Por cualquier inadvertencia
daban bayonetazos hasta la muerte. Cada mañana junto a las barracas se encontraban cadáveres
ensangrentados". Basilio Vávrik, un ex prisionero del campo de concentración, escribe: "La muerte natural en Talergof
era una cosa rara. La muerte violenta desfilaba triunfante por Talergof. No había ningún tratamiento médico"; "Nadie
escuchaba sus llantos, nadie prestaba atención a su martirio; todos los guardianes, todos los celadores, cada alemán y
no sólo alemán, sino cualquiera que deseara, cada soldado, podía mofarse de ellos de un modo más salvaje y cruel". Allí
estuvieron encarcelados personajes importantes. Desde el Presidente de la República Lemko-Rusina entre 1918-1920,
Yaroslav Kachmárchik, dos diputados al Parlamento austriaco, Nikolái Antonévich y Nikolái Glebovitski; un historiador,
poeta y folclorista Basilio Vávrik; Yuri Demiánchik, filólogo y Metodio Trojanóvski, pedagogo.
Dentro de lo que significa para el ser humano estar encerrado en un
campo de concentración, pérdida de libertad, destrucción de su
patrimonio y aún de la propia familia, los campos de concentración en
los Estados Unidos fueron de los menos duros. Alojaron a unas 120 000
personas, en su mayor parte de etnia japonesa, más de la mitad de las
cuales eran ciudadanos estadounidenses y japoneses provenientes de
Latinoamérica que fueron deportados bajo presión del gobierno
estadounidense, en establecimientos diseñados a ese efecto en el
interior del país, durante 1942 y 1948.
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Uno de los cuatro grandes grupos de habitantes en las montañas de los Cárpatos orientales.
Minoría étnica de origen eslavo que habita en la Europa del este, en la zona de los Montes Cárpatos
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El objetivo fue trasladarlos desde su residencia habitual, mayoritariamente en la costa oeste a instalaciones construidas
bajo medidas extremas de seguridad. Los campos estaban cerrados con alambradas de espino, vigilados por guardias
armados, y ubicados en parajes alejados de cualquier centro poblacional. Los intentos de abandono del campo en
ocasiones resultaron en el abatimiento de los reclusos. La medida fue tomada como reacción al ataque de Pearl
Harbor durante la Segunda Guerra Mundial, a la que Estados Unidos se incorporó tardíamente junto a los Aliados que
luchaban contra las Fuerzas del Eje. El Teniente General John L. DeWitt, comandante de la Defensa Oeste de los Estados
Unidos, que fue el encargado de internar a los japoneses étnicos, tuvo que sufrir el asedio de distintos grupos en contra
de los Nisei ("segunda generación", en japonés) que fueron acusados hasta de preparar levantamientos armados y de
realizar labor a favor de la quinta columna en Hawai; rumores desmentidos, confidencialmente, por personas cercanas
al Presidente Roosevelt.
El Congresista Leland Ford pidió que todos los japoneses "fueran colocados en campos de concentración en el interior",
asegurando que los japoneses étnicos naturalizados que realmente quisieron demostrar su patriotismo deberían estar
dispuestos a aceptar este sacrificio. Se desató una gran histeria en contra de los Nisei quienes sufrieron grandes
perjuicios. Unos ciento diez mil, fueron obligados a vender sus viviendas y negocios en ocho días, aunque en algunas
partes este tiempo se rebajó a cuatro días. Al enterarse de esta medida, aparecieron compradores hostiles, que
compraron las posesiones japonesas a precios muy bajos. En aquellos días, los japoneses étnicos poseían un 0.02% de
la tierra cultivable de la Costa Oeste, pero el valor de sus tierras, en promedio, era siete veces superior al del promedio
regional. Cuando a un afectado por la medida se le negaron unos días adicionales para recolectar su cosecha, la
destruyó. Inmediatamente fue arrestado acusado de sabotaje, este fue el mayor caso de sabotaje japonés reportado en
Estados Unidos durante la guerra.
Fueron llevados a centros de reunión en trenes o autobuses, vigilados por guardias armados. Como en la mayoría de los
casos estos centros eran hipódromos, los evacuados tenían que dormir en los establos. Al final de mayo de 1942, los
evacuados fueron instalados en campos rodeados por alambrado de púas. Dichos campos fueron llamados "centros de
reubicación", pero las condiciones de vida allí eran ligeramente mejores que las de los campos de concentración. A cada
familia se le entregaron placas con un número grabado para cada miembro, que fueron utilizadas para identificarse.
Un campo de internamiento fue el de Crystal City en Texas, donde se albergó entre otros a japoneses, japoneses-latinos
y alemanes. En dicho campo los internados recibieron un trato digno por parte de las autoridades estadounidenses. Por
otro lado el campo de Tule Lake estuvo bajo un régimen más severo; se reservó para los descendientes de japoneses y
sus familias que eran sospechosos de espionaje, traición o deslealtad, así como para líderes comunitarios, como
sacerdotes o maestros. Otras familias fueron llevadas a Tule Lake al solicitar ser repatriadas a Japón. En este campo
hubo algunas manifestaciones pro-japonesas en el transcurso de la guerra.
En la primera reunión de gabinete después de la reelección de Roosevelt, se decidió soltar a todos los evacuados que
habían demostrado ser leales. Pero esta decisión tardó un año en llevarse a cabo completamente. A la salida, los
evacuados recibieron un boleto de tren y 25 dólares. El gobierno estadounidense ofrecería compensaciones a las
víctimas a partir de 1951, pero se disculparía sólo en 1988, afirmando que la concentración de prisioneros se debió a
"los prejuicios raciales, la histeria bélica y la deficiencia del liderazgo político". El Presidente Ronald Reagan firmó
además un acta, donde ofrecía 20 mil dólares a las víctimas sobrevivientes.
Durante la guerra, muchos estadounidenses descendientes de japoneses perdieron todas sus posesiones ya que sus
ahorros fueron confiscados por el gobierno al ser considerados "propiedad enemiga". Se estima que se perdieron unos
400 millones de dólares de esta manera, pero después de la guerra, el gobierno solamente devolvió 40 millones de
dólares. Sin embargo, estas devoluciones ocurrieron muchos años después del ataque a Pearl Habor. En el caso de los
clientes del Yokohama Specie Bank, banco estadounidense de origen nipón, los depositantes no recibieron sus ahorros
sino hasta 1969, cuando la Corte Suprema falló a su favor, especificando que la devolución debía realizarse sin intereses
y al cambio pre-guerra.
Es más doloroso el expolio sufrido por los Nisei si recordamos la contribución que pagaron al esfuerzo de la guerra, ya
que una de las unidades más condecoradas durante la guerra fue el 442º Equipo de Regimiento de Combate, que
estaba integrado por japoneses-estadounidenses. En total recibió siete Citaciones Presidenciales de la Unidad, una
Medalla de Honor, 47 Cruces por Servicio Distinguido, 350 Estrellas de Plata, 850 Estrellas de Bronce y más de 3600
Corazones Púrpura, a pesar de que. en algunos casos, la familia de un soldado podía encontrarse internada en los
campos.
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CAMPOS DE EXTERMINIO
Se conoce como totalitarismos a las ideologías, los movimientos y los regímenes políticos donde la libertad está
seriamente restringida y el Estado ejerce todo el poder sin divisiones ni restricciones. El totalitarismo no es
simplemente una forma de gobierno; es una organización en cuanto a las personas que ejercen el poder, toda una
forma de estado, de tipo no democrático que se caracteriza al igual que el autoritarismo en la falta de reconocimiento
de la libertad y los derechos humanos. Todos estos países dominados
por dictadores establecieron campos de concentración y, ascendiendo
un grado en el horror, campos de exterminio, también llamados
campos o fábricas de la muerte. Se tiene la convicción, por la
resonancia que tuvieron, que fueron de exclusividad nazi, lo cual no es
cierto. Es patrimonio de los regímenes totalitarios, solo varían en los
métodos, en las formas para llevar a cabo ese exterminio.
Durante la Segunda Guerra Mundial por la dictadura nazi para asesinar
a opositores al régimen, librepensadores, comunistas, judíos, masones,
mestizos, gitanos, homosexuales, cristianos, Pentecostales, negros,
Testigos de Jehová, discapacitados y enemigos de guerra. A diferencia
de los campos de concentración como Dachau y de los campos de trabajo de esclavos, donde las espantosas tasas de
mortalidad eran consecuencia de la inanición y de los maltratos, los campos de exterminio como Majdanek o
Auschwitz-Birkenau fueron diseñados específicamente para la eliminación de personas. Seis de los siete campos de
exterminio alemanes se construyeron en el actual territorio de la Polonia ocupada y estaban equipados con cámaras de
gas y otros medios.
Se han convertido en sinónimos del horror. Una anécdota al respecto: Con motivo del
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homenaje póstumo que Obama hizo a Jan Karski , entregándole la Medalla de la Libertad,
el presidente estadounidense describió cómo los combatientes de la resistencia lograron
el ingreso de Jan Karski "al gueto de Varsovia y a un campo de la muerte polaco" para
recabar información sobre crímenes nazis. Esa frase de campo de muerte polaco es
ofensiva en Polonia, porque no están dispuestos a consentir que se una su nombre a los
campos, cuando éstos eran nazis construidos en tierra dominada, de modo que el
Ministerio de Relaciones Exteriores de Polonia llamó al embajador de los EE.UU. Stephen
Mull para protestar y exigir una disculpa. Y por supuesto que se ofreció una excusa. Los
EE.UU. recularon, aceptaron su yerro y Mull, dando la cara, hizo hincapié en que la
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Jan Kozielewski Héroe polaco. En noviembre de 1939, fue llevado en un tren a un campo de prisionero de guerra en territorio del Gobierno
General (la parte de Polonia en manos alemanas), Consiguió fugarse y llegar hasta Varsovia. Allí se incorporó al ZWZ – el primer movimiento de
resistencia en la Europa ocupada y un precedente del Ejército Interior (AK). Por aquel tiempo adoptó el nombre de guerra Jan Karski, que después se
convertiría en su nombre legal.
En enero de 1940 empezó a organizar misiones de correo con mensajes procedentes de la clandestinidad polaca al Gobierno polaco en el exilio,
entonces con base en París. Como correo hizo varios viajes secretos entre Francia, Gran Bretaña y Polonia. Durante una de estas misiones en julio de
1940 fue detenido por la Gestapo en los montes Tatra en Eslovaquia. Tras sufrir serias torturas fue transferido finalmente a un hospital en Nowy Sacz,
desde donde se le ayudó a escapar. Tras un breve periodo de rehabilitación regresó al servicio activo en el Departamento de Información y
Propaganda de los Cuarteles Generales del Ejército Interior. En 1942 fue elegido por el Delegado en el Interior del Gobierno Polaco, para llevar a cabo
una misión secreta ante el Primer Ministro Sikorski en Londres, así como con algunos otros políticos polacos e informarles sobre las atrocidades nazis
en la Polonia ocupada. Para reunir pruebas Karski fue introducido en dos ocasiones por dirigentes clandestinos judíos en el Gheto de Varsovia para
mostrarle de primera mano lo que ocurría con los judíos polacos. Disfrazado como guardia ucraniano del campo, documentó lo que pasaba en
el Campo de exterminio de Belzec.
Karski informó de todo ello a los gobiernos polaco, británico y de los Estados Unidos sobre la situación en Polonia, especialmente de la destrucción
del Gueto de Varsovia y el Holocausto en Polonia. También había traído desde Polonia un microfilm con más informaciones desde la clandestinidad
sobre el exterminio de los judíos europeos en la Polonia ocupada por los alemanes. El Ministro de Asuntos Exteriores polaco, Conde Edward
Raczynski, hizo llegar a los aliados sobre esta base, uno de los más tempranos y más precisos relatos del Holocausto. Sin embargo, no tuvieron el
efecto esperado, lo tacharon varias veces de exagerado. En su papel de emisario político para Varsovia viajó a París, Londres, Washington y se
presentó ante la comisión de crímenes de guerra de las Naciones Unidas. Siempre con el mismo mensaje: hay que salvar a los judíos. En Washington
se entrevistó con el presidente Roosevelt al que dijo en persona lo que había visto. Sin embargo los aliados, decidieron no bombardear las vías
férreas que iban a los campos nazis. Por desgracia, nadie quiso creerle y cuando al fin lo hicieron ya era demasiado tarde, al menos para seis millones
de judíos.
Se entiende que los polacos sean particularmente sensibles a cualquier sugerencia acerca de que tengan alguna responsabilidad en los horribles
crímenes cometidos por los nazis cuando sufrieron la ocupación de su país.
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posición de los Estados Unidos es la de reconocer que la responsabilidad por el Holocausto fue exclusiva de la Alemania
nazi.
El comunismo pertenece a la herencia común europea mucho más que el nazismo, por lo que debemos recordar a sus
millones de víctimas, afirma el profesor e historiador Rafael Núñez Florencio quien, en un magnífico artículo sobre los
campos rusos recuerda el exhaustivo estudio que de los mismos hizo Anne Applebaum. Esta escritora muestra el
distinto talante con que abordamos tragedias equivalentes sin mala conciencia. Empezando por los intelectuales,
divididos entre el cruel cinismo de Brecht ante las víctimas estalinianas (“cuántos más inocentes son, más merecen
morir”) y la ceguera voluntaria de Sartre, cuya reputación por cierto sobrevive a su dogmatismo político. Sin que pueda
decirse algo similar de Heidegger, estigmatizado por su apoyo al nazismo. Los que siguen la doctrina comunista actúan
como los monos famosos:” no oyen, no ven, no hablan”. Otros niegan hasta que se produjera el holocausto y achacan el
conocimiento de sus horrores al dinero e influencia judíos. El problema es que cuando se quiere ignorar la Historia, se
está más cerca de repetirla.
El campo de prisioneros de Solovkí (más tarde la prisión Solovkí), la "madre del GULAG", según Aleksandr Solzhenitsyn,
se encuentra en el archipiélago Solovetsky, en el Mar Blanco. En estas Islas ha estado ubicado desde antiguo, el famoso
complejo ruso ortodoxo de los Monasterios de Solovetsky, los cuales sirvieron para repeler numerosos ataques
extranjeros a lo largo de la historia. Por decreto de Lenin, los edificios del monasterio se convirtieron en el "Campo
Solovkí para Propósitos Especiales". Y tanto. Fue uno de los primeros "campos de trabajo correctivos”, un prototipo del
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sistema Gulag cuyo fin era la liquidación de clases”, según Ernst Nolte . Primero la
nobleza, después, la burguesía y finalmente, también los campesinos. No consistía
necesariamente en un exterminio físico sino social aunque generalmente lo que se
produjo fue algo más que el mero exterminio social tratándose en un alto
porcentaje también de un exterminio físico.
En 1926, se convirtió en una prisión, en parte debido a las condiciones que hacían
casi imposible escapar de ella. El tratamiento de los prisioneros originó muchas
críticas en Europa Occidental y los EE.UU. por lo que, después de una limpieza a
fondo del campamento, el gobierno soviético envió allí al escritor proletario
Máximo Gorki para que hiciera un informe, en un intento de contrarrestar estas
críticas. De hecho, Gorki escribió un ensayo muy favorable, en el que elogiaba la
hermosa naturaleza de las islas, evidentemente Gorki no era Emily Hobhouse,
aunque siempre nos quedará la duda sobre cuánto sabía Gorki acerca de las
condiciones reales que siguen siendo un misterio. La prisión fue cerrada en 1939 por la inminencia de la Segunda
Guerra Mundial, ya que el campo estaba situado cerca de la frontera con Finlandia. La Iglesia Ortodoxa restableció el
monasterio en 1992, año en que el conjunto fue incluido en la Lista de Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO.
Dice Anne Appelbaum:” La palabra Gulag denomina al sistema soviético de trabajos forzados en todas sus formas y
variedades: campos de trabajo, de castigo, de criminales y políticos, de mujeres, de niños o de tránsito. Los prisioneros
lo llamaron triturador de carne: las detenciones, los interrogatorios, el transporte en vehículos de ganado, el trabajo
forzoso, la destrucción de familias, los años perdidos en el exilio, las muertes…”
Cuando Hitler comenzaba a construir los primeros campos de concentración, Stalin ya llevaba 10 años de experiencia
en los gulags y millones de exterminados, eso sin tener en cuenta que ya Lenin había establecido un férreo sistema de
control policial y represión contra todo sospechoso de ser contrarrevolucionario. Poco antes de morir, un Lenin muy
enfermo escribía una carta a destacados miembros del partido en la que alertaba del peligro de que el camarada Stalin
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Ernst Nolte nacido en Witten el 1 de enero de 1923 en medio de una familia católica, fue un estudiante de Martin Heidegger. En su libro “Una
controversia alemana”, este historiador alemán expone sus teorías para contextualizar los movimientos fascistas situándolos dentro del marco
histórico de donde surgieron, lo que le condujo a su tesis acerca de la existencia de una guerra civil europea entre 1917 y 1945, personificada en la
lucha entre el nacionalsocialismo y el comunismo bolchevique. Famosa es, a este respecto, su afirmación de que “el gulag precedió a Auschwitz”. Un
nexo causal que despertó indignación, porque se le atribuía un fundamentum in re: que el archipiélago Gulag se haya sacado a relucir en relación con
Auschwitz.
Hay que destacar la concepción que Nolte denomina la “versión histórico-genética de la teoría del totalitarismo”, en pugna inevitablemente con la
concepción judía, sea la versión politológico-estructural de Hannah Arendt, sea la teoría comunista marxista. Una versión esta última que ha
instrumentalizado la obsesión del nazismo y, por ende, del antinazismo, asumiendo la fuerza de una teología. Y que en el fondo, no se ha tratado más
que de un medio para ocultar su realidad a los ojos de la opinión.
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se hiciera con el control político. Efectivamente, en cuanto subió al poder en 1924, se deshizo de los que pudieran
hacerle sombra en el partido Comunista para crear una dictadura más férrea aún que la de Lenin. Con afán de
industrializar el país, utiliza mano de obra gratuita de presos comunes y políticos que son llevados a campos de trabajo
para explotar diferentes industrias. Las instalaciones de estos campos fueron levantadas ya en 1918, operativas en
Siberia como parte del sistema penal en la Rusia Imperial. A principios de 1930 una fuerte política penal soviética hace
crecer significativamente el número de población en los campos de prisioneros. Abrir caminos o canales y explotar
minas eran las tareas más comunes de todos ellos. En 1931–1932, el Gulag tenía aproximadamente 200.000 prisioneros
en los campos, en 1935 aproximadamente 800.000 en campos y 300.000 en colonias (media anual), y en 1939 cerca de
1,3 millones en campos y 350.000 en colonias. Durante la II Guerra Mundial la población desciende ya que muchos
fueron reclutados y enviados a las líneas del frente. Tras la guerra estos campos volvieron a crecer, era frecuente ver a
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supervivientes de los campos nazis enviados al Gulag .
Los gulags, al contrario que los campos nazis, no fueron el método de exterminio de una raza acusada de ser la
culpable de los males de un país, sino un arma de supresión de toda oposición a la política dictatorial de Stalin, ya
fueran rusos, lituanos, judíos, musulmanes, kazajos, blancos, asiáticos, ricos, pobres, campesinos o altos jerarcas del
régimen. La mayoría de los represaliados eran comunistas pero seguidores de Trotsky, ideólogo de un comunismo
opositor.
¿Por qué es tan desconocida la existencia de los bárbaros campos rusos? El país que aspiraba a liderar la lucha obrera
mundial contra el capitalismo debía esconder sus miserias. Igualmente los líderes e intelectuales comunistas de todo el
mundo negaron los gulags, hasta intentaron desacreditar al
mismísimo Solzhenitsyn y todavía tratan de restringir
información. El mantenimiento del totalitarismo en Rusia hasta
hace pocos años ha contribuido a su ocultación. Por otra parte,
el horror nazi fue convenientemente explotado por la
propaganda aliada, tanto americana como la misma soviética, la
misma que durante años ha estado negando la masacre de
Katyn (similar a la que realizaron en Paracuellos de Jarama
(Madrid) durante la guerra civil española). Durante años la
masacre
fue
empleada
profusamente
con
fines
propagandísticos por el Ministerio de Propaganda del régimen
nazi, anunciando su descubrimiento el 13 de abril de 1943,
mientras que la URSS culpaba a las SS en Berlín de la autoría.
Lo cierto es que la URSS, cumpliendo su parte del pacto secreto
Molotov-Ribbentrop, entró entonces en la zona oriental de
Polonia. Los prisioneros que hizo el Ejército Rojo, unos 25.700, fueron repartidos por varios lugares de la actual Rusia,
en los campos de Kozelsk, Ostashkov y Starobels, así como por ciertas prisiones de Ucrania occidental y Bielorrusia.
Pero el jefe de la policía secreta soviética, Lavrenti Beria, en una carta clasificada como ultrasecreta escrita el 5 de
marzo de 1940, recomendó su ejecución calificándolos de “permanentes e incorregibles enemigos del poder soviético”.
En ella se ordena a la NKVD (la policía de Estado soviética, precursora del KGB) “juzgar” a los detenidos en tribunales
especiales, sin contar con su comparecencia y sin acta de acusación, mediante la mera producción de certificados de
culpabilidad y que “se les aplique el castigo supremo: la pena de muerte por fusilamiento”. La firma, estampada con un
lapicero azul de Iosif Stalin, líder supremo de la URSS, junto a la palabra ‘za’, que significa ‘a favor’, rubrica la orden. Las
firmas de otros tres miembros del politburó la acompañan.
A pesar de todos los esfuerzos de los rusos por negarlo, en 2013, el Tribunal Europeo de Derechos Humanos condenó
a Rusia por «no haber ofrecido todas las facilidades necesarias» para investigar adecuadamente la matanza. Las
investigaciones iniciadas en 1990 por Mijaíl Gorbachov, fueron frenadas en 2004 por Vladimir Putin en virtud de una
disposición secreta de la Fiscalía Militar que concluyó que la matanza no fue un acto de genocidio sino un crimen militar
ya prescrito. En abril 2010 Rusia cuelga los documentos en internet.
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Miriam Cantalapiedra: “Del Exterminio Nazi al Exterminio Soviético”
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Los regímenes totalitarios surgidos posteriormente, siguieron con la práctica de los campos de exterminio. Aunque, al
igual que en la URSS, no se tiene una información muy completa, podemos mencionar Rumanía. Una vez cayera el Rey
Miguel I en 1947, un nuevo dirigente del Partido Comunista llegó al poder, Gheorghe Gheorghiu, que proclamó una
república popular que fue extraordinariamente rápida aplicando el manual comunista. En sólo unos meses, los
primeros de 1948, se colectivizó el campo, se nacionalizó la economía y se prohibió el disenso, de modo que eliminó a
lo poco que quedaba de la oposición. Un total de 6.000 oficiales que habían ayudado a la URSS a combatir contra
Alemania fueron purgados, todos los partidos políticos se prohibieron y sus miembros detenidos a excepción de los del
Partido Comunista Rumano. También se hicieron deportaciones en masa a Siberia y millares de personas fueron
ejecutadas, incluido el opositor Iuliu Maniu y curiosamente también los socialdemócratas.
La versión local de la NKVD fue encargada a Alexandru Nikolski quien había decidido abrazar con entusiasmo el
marxismo-leninismo en su variante estalinista. Éste se apoyó en Turcanu quien era, además, un sádico de crueldad
inaudita dispuesto a cualquier cosa para hacer méritos y labrarse un futuro dentro de la revolución. El hombre ideal en
el momento adecuado. Nikolski quería emprender un experimento muy personal de reeducación de presos que le
granjease buena prensa y le hiciese escalar puestos en el Politburó. Tras obtener los permisos necesarios trasladó a
Turcanu a Pitesti, un penal a 100 kilómetros de Bucarest. Allí creó la ODCC (Organización de Prisioneros con
Convicciones Comunistas) cuya única misión era torturar a sus propios compañeros de presidio hasta que, machacados
física y moralmente, se uniesen a ellos.
Es lo que se conoce como “Experimento Pitesti”. El proceso constaba de varias fases:
La primera se llamaba desenmascaramiento externo y consistía en un larguísimo interrogatorio, trufado de torturas,
durante el cual el reo tenía que contar hasta el detalle más ínfimo de su vida privada fuera de la prisión. Desnudo por
fuera y por dentro, el preso pasaba a
la segunda fase del programa: el desenmascaramiento interno. Utilizando el mismo sistema convencional de preguntas
y torturas, se pedía al prisionero que delatase a todos los que, dentro de Pitesti, le habían tratado bien o habían
buscado su complicidad. Esto daba lugar a una retroalimentación continua de las depuraciones. Si cantaba de plano y
satisfactoriamente, le pasaban al
siguiente escalón, denominado desenmascaramiento moral público: en este punto del recorrido debía renegar
mediante insultos de todo aquello que tuviese por sagrado: su mujer, sus hijos, sus amigos o, directamente, Dios. En
este último caso se le obligaba a blasfemar repetidas veces. (Desconozco si Turcanu estuvo en la España comunista
durante la guerra civil, pero conviene aclarar que esos métodos no eran nuevos por cuanto los pusieron en práctica
repetidamente en las numerosas checas que establecieron en el territorio español por ellos dominado).
En 1965, tras la muerte de Georghiu, llegaría al poder en Rumanía un nuevo comunista llamado Nicolae Ceaucescu, que
gobernó junto a su mujer Elena Ceaucescu durante más de 20 años (en realidad muchos dicen que quien mandaba era
ella). Bajo el Gobierno de Ceaucescu, morirían cerca de 1 millón de ciudadanos rumanos debido a las hambrunas que
asolaron el país y a la represión más sangrienta vivida hasta la fecha. La segunda década del gobierno de Ceaucescu se
caracterizó por un régimen cada vez más brutal y represivo. Instauró un riguroso culto a su personalidad, un notable
incremento nacionalista y un total deterioro de las relaciones internacionales con las fuerzas de Occidente, a semejanza
de la Unión Soviética. En esta época disfrutaba de la hospitalidad del jerarca rumano un español, según algunos un
prócer, según otros, el genocida, al menos de los mártires de Paracuellos del Jarama.
En diciembre de 1989 comenzó en Timișoara un levantamiento popular contra el régimen.
El clérigo ortodoxo László Tőkés iba a ser detenido por la
policía secreta rumana, la Securitate, por haber criticado en su
iglesia las prácticas del régimen de Ceaucescu. Un mes antes,
otro clérigo había desaparecido y encontrado muerto en un
bosque cercano a Timişoara. Los feligreses, temiendo por la
vida de Tőkés, se congregaron en su residencia para evitar que
éste desapareciese. A éstos se les unieron algunos ciudadanos
y estudiantes de la ciudad temiendo que se pusiese en peligro
la libertad religiosa. La Securitate, sorprendida por la reacción,
les observó durante toda la jornada sin saber cómo actuar. En
la oscuridad de la noche se vengaron cometiendo numerosos
actos de vandalismo. Cuando los habitantes de Timişoara
descubrieron los destrozos en los comercios de la ciudad,
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salieron a la calle en señal de protesta y se dirigieron hacia la sede del Partido Comunista, a quienes culpaban de la
destrucción. La reacción del ejército y la Securitate no se hizo esperar y abrieron fuego contra los manifestantes
causando los primeros muertos. El ejército se desplegó por toda la ciudad y la Plaza de la Ópera se llenó de carros de
combate, pero a pesar de que el alcalde había decretado la ley marcial, los estudiantes decidieron reunirse en la Plaza
de la Ópera para continuar con las protestas. Muchos de ellos portaban la bandera rumana con un agujero en el centro
ya que habían recortado el escudo socialista, símbolo del régimen y cantaban una vieja canción rumana Deşteaptă-te,
române! (¡Despierta, rumano!), actual himno del país. El ejército empezó a dispararles y los manifestantes salieron
corriendo hacia la Catedral ortodoxa, a unos trescientos metros de la Ópera. Al encontrarse las puertas de la catedral
cerradas y sin posibilidades de refugiarse en el interior, la mayor parte de los manifestantes se concentraron en las
escalinatas. Los carros de combate llegaron enfrente de la iglesia y dispararon indiscriminadamente, muriendo la
mayoría de los que allí se encontraban, unos 4.000 disidentes.
El gobierno de Ceaucescu fue derrocado durante esta Revolución de diciembre de 1989 y el matrimonio Ceaucescu
ejecutado de forma sumaria.
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Otro dictador y genocida fue el camboyano Saloth Sar conocido como Pol Pot, principal líder de los Jemeres Rojos
desde 1960 hasta su muerte en 1998. Fue Primer Ministro de Kampuchea Democrática y pasó a la historia como el
principal responsable del denominado genocidio camboyano que fue la principal razón de la constitución de un tribunal
internacional desde 2006 para juzgar a los líderes supervivientes del régimen.
Una vez conquistado el poder en 1975, Pol Pot llevó a cabo una drástica política de reubicación
de la población de los principales centros urbanos hacia el campo como una medida
determinante hacia el tipo de comunismo que deseaba implantar. Los medios empleados
incluyeron el exterminio de los intelectuales y otros "enemigos burgueses". El resultado de ello
fue la desaparición de entre un millón y medio y dos millones de personas debido a la
malnutrición, los trabajos forzados y las enfermedades mal atendidas en general, pero además
200.000 personas, probablemente más, fueron ejecutadas sin juicio, clasificados como
"enemigos", entre los que se contaban niños, ancianos y personas pertenecientes incluso al
mismo Partido, porque la mayoría de las víctimas pertenecían a la etnia jemer. Jean Lacouture
denominó a este proceso "auto-genocidio". Con los Jemeres Rojos se llevó a cabo un genocidio en donde murió una
cuarta parte de los habitantes de Camboya, cifra no inferior a los dos millones de personas más las secuelas que ello
significó para el país en general. Sus matanzas no se limitaron al suelo camboyano ya que en territorio vietnamita se
llevaron a cabo varias, como la más famosa Masacre de Ba Chúc.
Tras cerca de cuatro años en el poder, los maoístas exterminaron a más de tres millones de camboyanos en nombre de
una emblemática revolución dogmática que tuvo como fin borrar del mapa todas las estructuras anteriores y crear un
individuo autómata enraizado en el pensamiento de los revolucionarios Khieu Samphan y Pol Pot. Tristemente el
genocidio camboyano logró superar las cifras de muertes de las masacres del Apartheid de Sudáfrica.
La estrategia genocida del régimen de los Jemeres Rojos se concentró en destruir toda civilización humana,
retrocediendo al año cero para que todo pueda ser construido de acuerdo a la filosofía de la dictadura. Se evacuó las
ciudades (totalmente destruidas), las zonas urbanas fueron convertidas en cementerios y los campos en centros de
trabajos forzados o de concentración, donde no pudieron sobrevivir, por las condiciones infrahumanas, los más débiles
(niños, ancianos, inválidos, enfermos, mujeres). Se minaron las fronteras, clausurándose los contactos mundiales y se
adoptaron políticas de xenofobia.
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Jemeres Rojos es el nombre con el que fue conocida la organización guerrillera camboyana que, tras la Guerra de Vietnam, la salida de los Estados
Unidos y el derrocamiento del general Lon Nol (que regía una dictadura militar desde 1970), tomó el poder el 17 de abril de 1975, con la caída de
Phnom Penh, fundando la Kampuchea Democrática. Era un sistema de gobierno de características autoritarias que, bajo la apariencia formal de una
república popular de inspiración maoísta, consolidó en la práctica un sistema de economía radicalmente agraria, bajo la consigna de la evacuación de
las ciudades y destrucción de la civilización urbana y su cultura, consideradas burguesas, la reconstrucción social desde los orígenes de la civilización y
la recuperación de la cultura jemer ancestral bajo la dirección de Pol Pot, su principal líder. Además de un férreo control militar sobre la población
civil, sometida en buena parte a un régimen de trabajos forzados y a la aplicación de extensos métodos de detención, tortura y asesinatos selectivos
en masa, bajo la consigna de la llamada búsqueda del enemigo interno.
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Durante el gobierno del grupo terrorista Khmers Rouges (Jemeres Rojos), el tirano Pol Pot dictó las leyes más
draconianas contra las mujeres. El gobierno pro chino lanzó una supuesta ley de igualdad entre el hombre y la mujer.
De hecho, esta propaganda empeoró el marco de desarrollo humano de la mujer camboyana. Agravada en la época de
la guerra civil (refugiados y desplazados), pues la lanzó brutalmente a compartir con el hombre duras faenas agrícolas y
trabajos pesados. No hubo ningún tipo de derechos sociales favorables para las mujeres embarazadas, lactantes,
enfermas, ancianas, niñas o inválidas Todas las mujeres fueron obligadas a trabajar en condiciones de esclavitud bajo la
consigna utópica de construir la Nueva República Maoísta de Camboya. El gobierno polpotiano programó la muerte de
todas las familias relacionadas con el régimen anterior de Lon Nol. Dicha política genocida cayó en primer lugar sobre
las mujeres y niños de los soldados y del cuerpo de administración del antiguo gobierno.
La princesa Sisowath Sovethvong Monivong fue una de las
primeras víctimas del terrorismo polpotiano. Pese a ser
miembro de la familia real camboyana, la princesa fue
sometida a crueles tratos. Después de asesinar a su esposo
y a una de sus hijas, los milicianos de Angka Loeu, armados
de fusiles, ocuparon la casa de la prima hermana del
príncipe Norodom Sihanouk. En los siguientes meses, ella y
sus cuatro hijos fueron trasladados a los campos de
trabajos forzados. Las extensas jornadas de trabajo, de 18 a
20 horas, terminaron con la vida de sus hijos. En medio de
la peor hambruna del Asia del siglo XX, la princesa tuvo que
alimentarse con insectos de los campos agrícolas.
El 7 de enero de 1979, el Frente Unido para la Salvación Nacional (FUSN), apoyado por las tropas vietnamitas, derrocan
al gobierno del Jemer Rojo después de una prolongada lucha civil en Phnom Penh, la capital de Camboya.
Es difícil olvidar la magnitud y el dolor que cobró el mayor genocidio del Tercer Mundo en Camboya, cuna de una de las
joyas milenarias del mundo: la cultura Khmer, así como el silencio de Naciones Unidas, la Administración Carter y otros
poderosos gobiernos del Mundo.
Desde mediados de los ochenta, miles de camboyanos se congregan el 20 de enero de cada año en el Museo del
Genocidio Tuol Sleng para conmemorar el Día Nacional del Odio (protesta y aniversario). Los presentes depositan
coronas y queman incienso en honor a las víctimas del genocidio más grande del Tercer Mundo durante una extraña
campaña de purificación contra las influencias occidentales (la población fue trasladada a campos rurales y obligados a
trabajos forzados a tiempo completo). En febrero de 1996, la Comisión Norteamericana de Investigación sobre el
Genocidio Camboyano confirmó que las cifras dadas por los vietnamitas de 3,3 millones de muertos en la masacre del
gobierno de Pol Pot son bastante ciertas. Sin embargo, se estima que la cifra sea mayor. Sobre todo a raíz de los
recientes descubrimientos de los investigadores de la Universidad de Yale.
Corea del Norte es otro de los estados totalitarios y cerrados al exterior en los que es difícil conocer sus sistemas de
control y detención. Los campos de concentración de Pyongyang -también llamados 'gulag'- son una de las mayores
incógnitas del sistema represivo norcoreano. Fueron creados en los años 60 por Kim Il-sung, el fundador de la República
Democrática de Corea, expandidos posteriormente por su hijo Kim Jong-il y mantenidos por su nieto y actual líder, Kim
Jong-un. Existen 16 campos, seis de ellos dedicados exclusivamente a presos políticos y una decena a delitos comunes y
políticos, donde se estima que hay entre 120.000 y 200.000 internos. Un oficial del ministerio de Exteriores
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representante de Pyongyang en Naciones Unidas ha negado
ante un grupo de periodistas que su Gobierno tenga campos de
prisioneros, sino centros "de trabajo para reformar" a los
detenidos. Según su explicación, se trata de lugares de
"detención donde las personas revisan su ideología y
reflexionan sobre sus actos inmorales". (Otro que practica la
misma táctica empleada en Rumanía o en Camboya, por
ejemplo).
Imágenes captadas por satélite confirman la existencia de
vastas extensiones de terreno, conocidas como 'Zonas de
Control Total', donde se sospecha que miles de personas son
apresadas por motivos políticos e ideológicos. Se cree también,
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por informaciones de los pocos que han arriesgado su vida para escapar y
han conseguido salir del paraíso coreano, que una parte de las atrocidades
que tienen lugar dentro de sus límites consisten en todo tipo de torturas
físicas y psicológicas, ensayos con armas químicas en los internos o
trabajos forzosos durante la mayor parte del día. Afirman también que la
mayoría de los que entran, nunca vuelven a salir. El Consejo de Derechos
Humanos de la ONU constató violaciones "graves, sistemáticas y
generalizadas" en el país y documentó la crueldad a la que estaban
sometidos sus más de 24 millones de habitantes. Sus 372 páginas que
componen el informe, incluyen relatos espeluznantes, como el de niños
encarcelados en los campos de trabajos forzados desde el mismo día que
nacieron.
Hyeonseo Lee, refugiada en Corea del Sur después de pasar por China, narra en su libro “Mi huida de Corea del Norte”,
sus vivencias desde una perspectiva de su pertenencia a la casta de los leales, los menos reprimidos. A diferencia de sus
compatriotas, básicamente confinados en sus ciudades, vivió en varias partes del país. En una de ellas, fronteriza con
China, vivía a los 18 años con su familia, hasta que un día decidió cruzarla nadando por un río helado. Sus
conocimientos del mandarín le permitieron desenvolverse en un país tan cerrado hasta que pudo llegar a Seúl.
“La gente no sabe lo que pasa ni en el mundo ni en el propio país. Las noticias son sólo propaganda. Además hay
muchos espías, no es seguro hablar ni con tu mejor amigo sobre el régimen. No se puede confesar nada íntimo,
importante, porque no se puede confiar en el vecino, ni en el marido o mujer siquiera. Nosotros vimos cómo
desaparecían familias enteras, por la noche. Las enviaban a campos de presos políticos”. Y como ejemplo, cuenta:
“El padre de un amigo mío, por ejemplo. Su hija ganó un concurso de violín, pero el régimen quiso que la segunda, que
venía de una familia importante, se quedara con el primer puesto. A él se le ocurrió decirle a su mejor amigo que el
régimen era injusto. Mi amigo no lo volvió a ver”.
Lee quiere aclarar que no huyó acosada por el hambre, ni por discrepancias con el régimen, sino atraída por la
curiosidad, ese sentimiento que “los habitantes de Pyongyang parecen tener anestesiados” según constata cualquier
visitante. “Es que ser ignorante en Corea del Norte es la manera más segura de sobrevivir”, recalca.
El régimen de Corea del Norte es digno discípulo del régimen que Mao
impuso en China del que tampoco tenemos mucha información. Lo poco
que conocemos es a través de Harry Wu, un chino que pasó 19 años en
los «laogais» (los gulag chinos) con la acusación de haber criticado la
invasión de Hungría por parte de los soviéticos. Todos sus parientes y
amigos fueron obligados a denunciarlo como contrarrevolucionario. Su
madre se negó y, a consecuencia de las presiones a que fue sometida, se
suicidó.
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Los dibujos que se adjuntan son de un prisionero evadido publicado en http://www.abadiadigital.com/dibujos-realizados-por-unrefugiado-tras-escapar-de-un-campo-de-concentracion-de-corea-del-norte/
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En 1992 fundó la LAOGAI RESEARCH FOUNDATION, una organización sin ánimo de lucro que está documentando los
crímenes y violaciones de los derechos humanos cometidos en estos campos de trabajo chinos. Según esta Fundación,
el «laogai» es un sistema de campos de concentración, introducido por Mao Zedong con el objetivo de utilizar a los
prisioneros como esclavos. Se calcula que desde su constitución estos campos han acogido al menos a cincuenta
millones de personas, y dicha Fundación afirma que no existe un chino que no conozca al menos a una persona que no
haya sufrido el internamiento en los mismos. Hay ejecuciones en masa con la consecuente venta de órganos humanos.
Se ha difundido la explotación de niños obligados a trabajos forzados. Los abortos y las esterilizaciones forzadas se
practican ampliamente. Existe un difundido abuso de la psiquiatría como instrumento de opresión política.
Y un hecho que nos recuerda la actuación de los comunistas en nuestra guerra civil: Las diversas Iglesias y comunidades
de creyentes sufren amenazas y represalias, pero el hecho de ser católico las endurece mucho más. Ser creyente era y
es un crimen en China, excepto si se participa en la Iglesia Patriótica oficial controlada por el Partido.
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