La obra está dividida en dos capítulos y un

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La obra está dividida en dos capítulos y un
prólogo. Es una obra corta, de letra grande
y pocas páginas. El estilo es muy retórico, a
la latino (Fray Juan conoce muy bien a sus
clásicos), y hasta raya en lo ridículo. Por
ejemplo, el autor empieza con una distinción
entre lo que se sabe sin conocerse que se
dice, de lo que se sabe conociéndose pero
que no se dice, y de lo que no se sabe ni se
conoce pero se dice. Pareciera que lo hace
a propósito. El tono es por momentos serio,
sermoneador, didáctico incluso; por otros
extraño y humorístico. Pronto nos damos
cuenta del propósito de la obra: amonestar
los defectos morales de la sociedad poblana.
Pero, ¿qué tiene que ver El Muerdequedito
en todo esto? El libro mismo ofrece una
explicación. El Muerdequedito, aclara Fray
Juan, es el seudónimo que adoptará a
través del escrito para “mordisquear” los
vicios de sus lectores, pero de una manera
no tan fuerte como para herirlos y sacarles
sangre, sino quedito, suave, para que les
cale un poco y rectifiquen. El Muerdquedito
se vuelve entonces una metáfora jocosa del
crítico moralista. No es difícil que nos parezca
simpático el padrecito. Su ingenio, aunado a
Alumnos en la Biblioteca Cervantina
un verdadero deseo de transformar la realidad
social de su pueblo, nos pinta el retrato de un
hombre alivianado, pero comprometido, que
busca el bienestar de su rebaño a través del
humor.
Es triste que al parecer nunca se haya
publicado, pues no tuvo más difusión. Por
suerte se puede leer el original en la Biblioteca
Cervantina. Siempre da gusto encontrarse
con una sorpresa así. Los exhorto a que lo
lean, como El Muerdequedito exhortaba a sus
futuros lectores a no hablar de lo que no se
sabe. Y, si a uno le entra la curiosidad o la duda,
es mucho mejor ir, leer y conocer que repetir
lo que se dice de un libro en una reseña.
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