ARS ORGANORUM CICLO DE ÓRGANO HISTÓRICO EN CANARIAS Del 22 al 26 de octubre de 2007 TENERIFE Podemos hacer mucho juntos PROGRAMACIÓN Lunes 22 de octubre 20.00 h. Iglesia del convento de las Catalinas de La Laguna Organista: Luigi F. Tagliavini Martes 23 de octubre 20.30 h. Parroquia de Ntra. Sra. de la Concepción de La Orotava. Organista: Óscar Candendo Miércoles 24 de octubre 19.30 h. Parroquia de Ntra. Sra. de la Peña de Francia del Puerto de la Cruz. Organista: Liuwe Tamminga Jueves 25 de octubre 20.30 h. Parroquia de Ntra. Sra. de la Concepción de Santa Cruz. Organista: Óscar Candendo Viernes 26 de octubre 20.00 h. Parroquia de San Juan de La Orotava (dos órganos) Organistas: Tamminga y Tagliavini Organiza y patrocina: CAJACANARIAS Promueve y Colabora: Real Academia Canaria de Bellas Artes de San Miguel Arcángel Colabora: Obispado Nivariense Directora: Rosario Álvarez Martínez PRESENTACIÓN Este otoño constituye una nueva oportunidad para el público de las islas de reencontrase con la música de órgano. Para ello, es un auténtico privilegio contar en Canarias con un singular patrimonio de instrumentos históricos restaurados que son objeto del conocimiento y la admiración de expertos europeos que no dejan de destacar la personalidad y calidad de sus timbres. Por ello, no es exagerado afirmar que para instrumentistas de auténtico relumbrón internacional, es un privilegio acudir a Canarias para ejecutar sus obras sobre instrumentos bien diferentes. Valoran el hecho de que su música no sonará igual en ninguna otra parte del mundo. En segundo lugar, queremos destacar que la bondad de estos ciclos promovidos por la Real Academia de Bellas Artes de San Miguel Arcángel y patrocinados y organizados por CAJACANARIAS, estriba en el acercamiento de la música culta a públicos de todas las condiciones sociales, en varios casos de localidades alejadas de los núcleos capitalinos, que es donde habitualmente se viene desarrollando la mayor parte de la oferta cultural. Los testimonios que vamos recogiendo de aquellas personas menos instruidas que se sienten entusiasmadas y transportadas por la música que escuchan, quizás por primera vez, son para nosotros de inestimable valor. Y es que la música va tejiendo lazos invisibles entre los seres humanos. En este III Ciclo de Órgano Histórico de Canarias, Ars organorum, tendremos la oportunidad de escuchar a tres excelentes organistas de muy diversa trayectoria. En primer lugar, y siguiendo la línea que nos hemos propuesto de conocer y disfrutar del arte de figuras emblemáticas del órgano, vamos a tener entre nosotros al Dr. Luigi Ferdinando Tagliavini, musicólogo e intérprete italiano de gran reconocimiento internacional, sumamente galardonado (entre otros, es Doctor honoris causa por las Universidades de Edimburgo y Bolonia), que además de interpretar diversos repertorios del Renacimiento y Barroco, nos va a ofrecer junto con Liuwe Tamminga un sugestivo programa de música para dos órganos en la iglesia de San Juan de La Orotava. Por su parte, el organista holandés establecido en Italia Liuwe Tamminga, quien recibió clases de repertorio de Tagliavini, es hoy uno de los organistas más cotizados del panorama internacional, no sólo en su faceta de intérprete individual sino también en aquella de bajocontinuista en prestigiosas orquestas y grupos vocales europeos. Organista titular de la catedral de San Petronio de Bolonia, tiene el privilegio de poder tocar en dos instrumentos italianos de alto valor histórico, tarea que comparte con Tagliavini, con el que ha grabado algunos CDs de música para dos órganos. Y es justamente esta faceta de música para dos órganos y órgano a cuatro manos, entre otras partituras, la que conforman los programas de los conciertos de las iglesias de San Juan de La Orotava -que posee dos magníficos instrumentos barrocos- y de San Vicente de Valleseco, repertorios hasta ahora inéditos para el público de las islas. Y en tercer lugar, será el organista vasco Óscar Candendo, profesor de órgano en la ESMUC de Barcelona y concertista habitual en festivales y ciclos nacionales e internacionales, el encargado de hacer sonar los órganos románticos de las islas. En los instrumentos Walcker de la Concepción de La Orotava y de Santiago de Gáldar ofrecerá repertorios tanto alemanes como franceses, mientras que en el Bevington de la Concepción de Santa Cruz serán los autores ingleses los protagonistas de la velada. Repertorios italianos y germanos barrocos; franceses, ingleses y alemanes románticos y del siglo XX; partituras a dos manos, a cuatro manos y a dos órganos conforman toda una variada gama de obras, estilos, lenguajes, sonoridades y formas interpretativas que vamos a tener la oportunidad de degustar a lo largo de una semana y media muy intensa. Y entre toda esta amalgama de composiciones, quiero destacar ¡cómo no! Continuum de la compositora tinerfeña Dori Díaz Jerez, obra encargada expresamente para este III Ciclo de órgano histórico, que se estrenará tanto en el órgano de la Peña de Francia del Puerto de la Cruz como en el de la Catedral de Las Palmas. Es así como comenzamos a configurar un repertorio organístico canario, algo de lo que carecemos, al no conservarse lamentablemente casi nada del pasado. Esta partitura se suma, pues a la creada (Tiento responsorial en torno a un paso en modo locrio) por el musicólogo y compositor Lothar Siemens para el ciclo de 2006. Los instrumentos en los que haremos la gira musical serán los mismos que en la temporada pasada: iglesias de la Concepción de Santa Cruz y de La Orotava, San Juan de esta última localidad, la Peña de Francia del Puerto de la Cruz y monasterio de Catalinas de La Laguna en Tenerife; mientras que en Gran Canaria nos desplazaremos a las iglesias de San Vicente de Valleseco y Santiago de Gáldar, para finalizar en Las Palmas en la Catedral y en la iglesia de Santo Domingo. Todo un buen itinerario para los amantes del órgano. Rosario Álvarez Martínez Lunes 22 de octubre 20.00 h. Iglesia del convento de las Catalinas de La Laguna Organista: Luigi F. Tagliavini [COMENTARIOS AL PROGRAMA] PROGRAMA Un paseo por la Italia barroca TARQUINIO MERULA (ca.1595-1665) Toccata primi toni et “genus chromaticus” Intonazione cromatica quarti toni Canzon octavi toni BERNARDO STORACE (2ª mitad s. XVII) Toccata y Canzon en Sol Ballo della battaglia BERNARDO PASQUINI (1637-1710) Variaciones en sol menor Pastorale Cuatro Arias Sonata en do mayor DOMENICO SCARLATTI (1685-1757) Sonata en re menor (Kirk. 77) Moderato e cantabile Minué Sonata en sol mayor (Kirk. 328) ARCANGELO CORELLI (1653-1713) 10° Concerto grosso en Do mayor adaptado al órgano como Voluntary (n° 6) por John MARSH (1752-1828) Andante-Allegro (Allemanda)-Adagio-Vivace (Minuetto) DOMENICO CIMAROSA (1749-1801) Cuatro Sonatas: en re menor (Coin 75) en sol menor (Coin 52) en do menor (Coin 49) en sol mayor (Coin 51) ANTONIO VIVALDI (1678-1741) Concierto en re menor op. 4 (“La Stravaganza”) n° 6 en la adaptación del “Anne Dawson’s Book” (c. 1720) Allegro – Largo – Allegro El presente programa nos ofrece una amplia visión de las formas organísticas italianas desde finales del s. XVI hasta casi principios del s. XIX, así como la ‘reinterpretación’ de alguna de ellas por el gusto inglés, el Voluntary. Tarquinio Merula nació (1594) y murió (1665) en Cremona, y entre los distintos puestos que ocupó destaca el de organista de cámara y de iglesia de Sigismundo III de Polonia, probablemente entre 1621 y 1626. Posteriormente regresa a su Cremona natal, ocupando distintos puestos de organista y maestro de capilla hasta que en 1631 fue designado maestro de capilla de Santa María Maggiore de Bérgamo como sucesor de Alessandro Grandi. Más tarde ocupará el mismo puesto en la Catedral de dicha ciudad hasta que en 1646 retorna nuevamente a Cremona como organista de la Catedral, cargo que desempeñó hasta su muerte. Claro heredero de la escuela de composición veneciana, Merula sigue siendo conocido actualmente sobre todo por su producción organística, aunque también es digna de mención su música vocal (motetes, salmos y misas), actualmente menos difundida. Respecto a las formas instrumentales, Merula, compone bajo diferentes títulos como toccata, intonazione, capriccio o canzona. Las tres primeras denominaciones se corresponden con composiciones de forma libre y multiseccional, que permiten al compositor una realización plena de cromatismos, con distintas secciones contrastantes, tanto en ritmo como en carácter y pueden incluir pasajes fugados. En el caso de la Intonazione nos encontramos con una pieza para teclado en estrecha relación con la escuela veneciana. Giovanni y Andrea Grabielli fueron los primeros en utilizar el término para una suerte de preludio basado en acordes mantenidos sobre los que se desarrollan elementos de ornamentación y nunca de gran duración; como el ejemplo de la Intonazione cromatica de quarti toni del presente programa. La Canzona o canzon es un término que designa música instrumental; originalmente se trataba de adaptaciones de chansons o canciones polifónicas. La multiseccionalidad es algo inherente a esta forma, que se sigue empleando en la Italia del s. XVII (Merula, Bernardo Storace o Giovanni Salvatore). Sin embargo a principio de ese siglo, las denominaciones de canzona, sonata o sinfonia eran intercambiables, designando exclusivamente música instrumental. Tal es así, que la sonata del primer Barroco mantiene la característica de la multiseccionalidad, hasta que paulatinamente va reduciendo el número de las secciones hacia el último tercio del s. XVII. Todo lo que se sabe del compositor Bernardo Storace (mediados s. XVII) está contenido en el frontispicio de su única publicación de 1664, “Selva di varie compositione d’intavolatura per cimbalo ed organo”, donde figura que fue vicemaestro de capilla del senado de Messina (Sicilia). Entre las distintas composiciones que contiene el volumen se encuentran dos toccatas, cada una seguida de su correspondiente canzona, que se caracterizan por ser más estáticas que las de sus predecesores, de menor duración y con una armonía más tonal. Junto a ellas, se encuentran variaciones sobre diversas danzas del momento como passacaglia, balli, gallardas y recercadas. Estas mismas formas, pero enriquecidas con variaciones, partitas o fantasías, son la base de la producción para tecla de Bernardo Pasquini (1637-1710), que nació en la localidad toscana de Uzzano, aunque su formación musical tuvo lugar en Ferrara. En 1650 se tiene constancia de su llegada a Roma, donde permaneció desempeñando diversos puestos hasta su muerte. Allí mantuvo siempre un prestigio singular gracias a su virtuosismo como intérprete de teclado (clave y órgano), equiparado en su momento con el violín de Arcangelo Corelli, con quien compartió obligaciones musicales en distintos puestos, como por ejemplo en la ‘Congregazione di S. Cecilia’, como primer responsable de los organistas y el último de los instrumentistas de arco, o en la ‘Academia Arcadia’, donde también ingresó Alessandro Scarlatti en estos años. Compuso bajo el patronazgo de la Reina Cristina de Suecia, así como para los Cardenales Ottoboni y Pamphili; viajó a distintas cortes europeas como a Viena, o acompañando al Cardenal Chigi a la corte de Luis XIV. Su producción musical no se limita al campo instrumental, sino que creó casi una veintena de óperas y otros tantos oratorios, además de medio centenar de cantatas. Sus composiciones para teclado, al igual que sucede con la gran mayoría de sus coetáneos, es en gran medida apta para ser interpretada tanto al clave como al órgano, aunque en determinadas obras se especifica un instrumento concreto. De su colección de 28 sonatas, destaca el hecho de que estén escritas sólo en bajo cifrado, siendo la mitad de ellas para dos claves y las restantes para un único instrumento que se articulan entre dos y cinco movimientos de escasa duración. En torno a Pasquini se desarrolló una escuela importante de intérpretes y compositores para tecla donde destacan alumnos suyos como Francesco Gasparini, Domenico Zipoli, y presumiblemente Francesco Durante y Domenico Scarlatti. Arcangelo Corelli (1653-1713) nació en Fusignano, localidad cercana a Faenza, y se trasladó con 13 años de edad a Bolonia donde estudia violín. Sus destacadas condiciones le permitieron con apenas 17 años (1670) entrar en la Accademia filarmonica y profesores como Giovanni Benvenuti auténticos fundadores de la denominada escuela boloñesa, fueron los que forjaron a este joven talento. Entre 1675-1709 lo encontramos como violinista en Roma y con una carrera ascendente en cuanto a honorarios y reputación. También se le encomienda a partir de 1679 la dirección de la orquesta en un estreno operístico. La reputación de Corelli en Roma viene acreditada por su relación con la Reina Cristina de Suecia, Así, con el tiempo, Corelli, quien ya se había convertido en el violinista más afamado de Roma, entra al servicio del Cardenal Pamphili, a quien dedica su Op. 2 (Sonatas de cámara á tre). No sólo su carrera como violinista y compositor tuvo un notable desarrollo, sino que además destacó como director, tanto de oratorios como de óperas, dirigiendo y tocando óperas de Alessandro Scarlatti. Corelli abandonó sus responsabilidades interpretativas para revisar concienzudamente sus composiciones y realizar ediciones, ocupación que lo mantuvo ocupado entre 1708 y 1713, año de su fallecimiento. Sus muchos años de docencia, sobre todo desde el punto de vista violinístico tuvieron sin lugar a dudas frutos generosos en las figuras de Gasparini o Geminiani. Tradicionalmente ha sido Italia la cuna de la policoralidad y por ello no podía surgir en otro país el denominado Concerto grosso; composición en la que dos grupos de distinto tamaño alternan el discurso musical. En ejemplo coreliano que oiremos en esta ocasión será una adaptación para órgano del inglés John Marsh (1752-1828), publicada como ‘Voluntary’ (pieza principalmente organística improvisada o de composición libre que aparece en diversas fuentes inglesas desde el s. XVI, que también puede estar inspirada en composiciones preexistentes). Algo más joven que Corelli tenemos a Antonio Vivaldi (16781741). Sus inicios musicales vinieron de la mano de su padre, Giovanni Battista, violinista de la orquesta de San Marcos de Venecia, donde el joven sería admitido primero como sustituto de F. Caffi y más tarde como su sucesor. Al parecer también fue alumno brevemente de Legrenzi, pero si esto fuera cierto sólo pudo ser durante poco tiempo, ya que Legrenzi falleció contando Vivaldi 12 años de edad. Pero el aliciente más importante para Vivaldi sería vivir en Venecia. Allí estuvo durante muchos años, aunque interrumpidamente, impartiendo clases y componiendo para L’Ospedale de La Pietá, la más importante de las cuatro instituciones con que contaba la Venecia del momento para jóvenes sin recursos. Se trataba de un orfanato “especializado” en el arte musical, aunque las jóvenes que recibían esta espléndida formación, al salir de allí no podían ejercer como instrumentistas, salvo para el disfrute hogareño. Junto a este enorme banco de pruebas que Vivaldi tenía a su disposición, no debemos olvidar la importancia que tuvo Venecia en el campo operístico, elemento que también sería fundamental para el desarrollo de este género en la literatura vivaldiana. La gran técnica violinística del maestro veneciano, junto con unas dotes musicales excepcionales sería lo que animó a Vivaldi a componer no menos de 500 conciertos para diversos instrumentos, articulados ya en los tradicionales tres movimientos contrastantes. Concretamente el concierto que nos ocupa fue publicado por Vivaldi bajo el op. 4 en 1716 en Ámsterdam y se interpretará en una adaptación realizada para la inglesa Anne Dawson. De Dawson no se conoce información alguna, aunque el volumen a ella dedicado contiene una selección de diversas obras de moda en aquellos momentos en transcripción para teclado. Estas colecciones se realizaban para facilitar a jóvenes estudiantes el acceso a grandes obras del repertorio internacional. Cronológicamente, el siguiente compositor de este concierto es Domenico Scarlatti (1685-1757) anteriormente mencionado. Nació en Nápoles, y como ya se ha dicho, fue alumno de B. Pasquini, entrando con sólo 15 años como compositor, organista y clavicembalista di camera de la Capilla Real napolitana. Su desarrollo profesional lo llevó a Venecia, hasta conseguir el puesto de maestro de capilla de la exiliada Reina María Casimira de Polonia en Roma y otros en la ciudad papal. A la Península El órgano Ibérica viajará en 1719, primero a la corte lisboeta de Joâo V, para en 1728 trasladarse a la corte española, al casar la princesa María Bárbara de Braganza con quien subiría al trono español como Fernando VI. El amplio corpus compositivo de D. Scarlatti se desarrolla en los distintos géneros y formas típicas del momento, pero especialmente destaca en la composición para instrumentos de teclado y particularmente en la forma sonata, que supera el medio millar de obras. La primera sonata programada (Kirk.77), articulada en dos movimientos, se ha conservado tanto para instrumento solístico y continuo, como para instrumento de tecla; la sonata en Sol menor (Kirk.328), en contraposición se presenta en un único movimiento, pero con una escritura que requiere plenamente de distintos planos contrastantes que sólo el órgano en esta época puede aportar. El concierto terminará con cuatro sonatas del compositor napolitano Domenico Cimarosa (1749-1801), que aunque más conocido por su producción operística, de oratorios y cantatas, también realizó incursiones en el terreno instrumental. Su carrera compositiva se desarrolló entre Roma, Nápoles, Florencia, San Petersburgo (maestro de capilla de la corte de Catalina II) y Viena, regresando a Italia, tras cinco años de ausencia de en 1793, para terminar sus días en Venecia. En esta faceta menos conocida destacan unas cincuentas sonatas para teclado, así como dos sinfonías y algunas composiciones camerísticas. Las sonatas de Cimarosa se caracterizan por estar integradas por un único movimiento, que siguiendo la tradición italiana tiene forma bipartita. Lourdes Bonnet Iglesia del convento de las Catalinas de La Laguna Este pequeño instrumento es el más antiguo de los que se conservan en Tenerife. Su origen es alemán. Fue construido en Hamburgo en 1725 por Rudolf Meyer, aprovechando posiblemente una caja anterior de principios del siglo XVII y tubos de Joachim Richborn. Se trata de un positivo de coro con sólo 5 registros y un teclado de 47 notas, sin el Do # 1 y el Re# 1. Sus teclas de boj exhiben un bello festoneado en sus frontis y tienen dimensiones menores a las normales. Las puertas que cierran la tubería de fachada contienen antiguas pinturas de instrumentos musicales renacentistas. Su afinación no es temperada. Su composición es como sigue: Prinzipal Quinte Sesquialtera (partida) Flöte Gedackt 2’ 1 1/3’ 2 h 4’ 8 Martes 23 de octubre 20.30 h. Parroquia de Ntra. Sra. de la Concepción de La Orotava. Organista: Óscar Candendo PROGRAMA Alemania y Francia, los dos grandes polos de la creación organística de los siglos XIX y XX FÉLIX MENDELSSOHN (1809-1847) Sonata, op. 65, III Con moto maestoso Andante tranquilo CÉSAR FRANCK (1822-1890) Cantabile Pièce Héroïque Franz LISZT (1811-1883) Adagio JOHANNES BRAHMS (1833-1897) O Gott, du frommer Gott, Op. posth.122, nº 7 LOUIS VIERNE (1870-1937) Clair de Lune, Op. 53/V OLIVIER MESSIAEN (1908-1992) Transports de joie d’une âme devant la gloire du Christ qui est la sienne [COMENTARIOS AL PROGRAMA] Si por escuela organística entendemos la linealidad pedagógica encarnada entre maestro y discípulo, en la que el discurso estilístico se va nutriendo a medida que la historia exige transformaciones formales e idiomáticas para con este instrumento, Francia abandera una de las más destacadas del panorama histórico internacional. Alemania carece de ella. Esta visión dualista deviene fundamental a la hora de degustar el presente programa. Grandes figuras de la composición gala y germana (o vinculadas directamente con el territorio alemán) entretejen una red de propuestas que nos invitan a un viaje geográfico y temporal, cuyo cuaderno de bitácora se escribe en la bella nave organística de Ntra. Sra. de la Concepción. En nuestra primera parada, nos enfrentamos ya a una propuesta extraordinaria (literalmente, fuera de lo ordinario). Las producciones para órgano de Félix Mendelssohn son sumamente puntuales. Muy a pesar del carácter relativamente aventurero del autor, que le condujo a experimentar (no sólo visitar) las realidades sociales y culturales de Inglaterra, Escocia e incluso Italia (Roma y Nápoles), el inventor rómantico de Bach (padre) prefiere caminar por sendas nacionalistas (e históricas) analizando las entrañas de las producciones de Johann Sebastián Bach, Händel y, en menor medida, de Mozart y Haydn. Este contacto directo con las composición germana condicionó en todos los aspectos a un Mendelssohn que apenas sí se decantó por un sabor latino al que no sucumbió en su periplo mediterráneo. Berlioz dijo de él que tal vez había estudiado la música de los muertos demasiado de cerca. Alejado de toda influencia por la nueva estética sonora romántica, son Beethoven, Weber y el siglo XVIII los referentes donde el autor hunde sus raíces estilísticas. Nuestra nave cambia de rumbo. Nuevo destino: París 1 de octubre de 1878. En este punto, el belga César-Auguste-Jean-GuillameHubert Franck (organista de la iglesia de St. Clotilde y profesor de eminencias como H. Duparc o V. D´Indy) se encuentra sentado delante de un imponente instrumento firmado por el organero Cavaillé-Coll. Estamos en el día de su inauguración. Para este fin, Franck ha compuesto una exquisita serie de 3 piezas (entre ellas el Cantabile y la Pieza Heroica) más atormentadas y complejas que la serie de 6 que abordó en 1864 y que supuso el año de despegue de la música organística en Francia. El Cantabile en si menor, de carácter religioso y sereno sirve de antesala a la Pieza Heroica cuya solidez y vigorosidad se enmarcan en una compleja estructura armónica cargada de modulaciones y cromatismos, perfilada por un enérgico tema con acordes en ostinato. Finaliza brillantemente con la ayuda de un coral, en el más puro estilo de su autor. Tras este viaje catártico, la nave queda capitaneada por un alemán de adopción. Liszt, poseedor de las manos más elegantes del siglo XIX, quien nos conduce hasta la hermosa ciudad de Weimar donde un inquieto polizón, Gottschalk, le invita a tocar los antiguos órganos del perpetuo maestro, Bach. Allí aprovecha para estudiar los preludios y fugas que le ayudan a entender un instrumento que, a pesar de las teclas, no acaba de dominar. Según nuestro polizón Gottschalk, su maestro Liszt es bastante torpe en el manejo de los pedales. De ahí nace el presente Adagio, surgido de la sonata BWV 1017 que su discípulo arregla en 1863. A Liszt le preocupa sobremanera la registración, cree que gran parte del espíritu sonoro del órgano reside en sus múltiples registros, por lo que su música es destacadamente colorista. Sin que nuestro viaje modifique demasiado su rumbo, nos dirigimos hacia puerto seguro: Brahms (Brahms siempre es puerto seguro). Nuevo destino: Viena 1862. Nos encontramos en un recital en el que el propio Wagner asiste como público para escuchar a un Brahms que le sorprende, no exento de cinismo, “por lo que todavía se puede hacer con las antiguas formas”. En nuestro nuevo autor se inicia su interés por el órgano a mediados de siglo, estudiando en profundidad a Beethoven, Händel y Bach (Bach, siempre Bach). Estos referentes nacionalistas contribuyen a que su lenguaje organístico articule magistralmente tanto principios barrocos como románticos. Algunos miembros de nuestra tripulación como el musicólogo Walter Frisch piensan que se pueden denominar tendencias neo-barrocas o neo-clásicas. Lo cierto es que el contrapunto por inversión camina de la mano de las decimonónicas formas expandidas y complejos sujetos cromáticos, que se ordenan a través de una ambigua melodía con alto valor expresivo y premeditado interés formal. Tras la fría Germania, recobramos fuerzas navegando hacia aguas más cálidas. Nuevo destino: París, principios del siglo XX. Allí nos espera un ciego alumno de Franck, un joven Louis Vierne que hará las veces de anfitrión. Sus altas capacidades ante el teclado empujaron en su día a Ch.M. Widor, su tutor, a animarle a un imposible: presentarse a la plaza de organista de la Catedral de Notre-Dame. Tras ganarla en 1900, compone y experimenta con el instrumento hasta 1937, año en el que, durante su recital número 1750, fallece en los mismísimos teclados del órgano. ¿Su herencia?: un lenguaje hijo del pensamiento formal de César Franck, rico armónicamente y con una complejidad contrapuntística que evidencia la disposición de su técnica. Permaneciendo en el puerto virtual de la ciudad de las luces, nuestra nave avanza apenas unos años para finalizar la travesía en 1933 junto al gran maestro organista Olivier Messiaen. A la temprana edad de 26, Messiaen compone L´Ascension, un conjunto de 3 pequeñas piezas para órgano que evidencian la preferencia del autor por el instrumento. Junto a él, grandes partituras como Nativité o Apparition configuran la extensa producción que se despierta a partir de 1928 cuando finaliza El Banquete celeste, obra genuina de 25 compases de la que nacerán casi la totalidad de las piezas para órgano de la década de los 30, entre ellas, Transports de joie d’une âme devant la gloire du Christ qui est la sienne, que escucharemos esta noche. En este tiempo, en el que Messiaen nos invita a experimentar acústicamente con su obra, queda fascinado por un consagradísimo Debussy y un colorista Stravinsky que lo animan a examinar sonoridades extraeuropeas. El inconfundible color messiaen empieza entonces a mezclarse en la paleta sonora del autor. El viaje ha sido el camino. Este cuaderno de bitácora, el testigo físico de una travesía sonora en la que el órgano ha emergido como ente protagónico de una hermosa aventura geográfica y temporal. Roc Laseca El órgano Parroquia de Ntra. Sra. de la Concepción de La Orotava. El órgano de esta parroquia es un instrumento alemán de la casa E.F. Walcker y Cía que fue donado por doña Pilar Casañas viuda de Pérez en 1914. Su gran caja no se adscribe a ningún estilo artístico definido, sino que es meramente funcional. Sin embargo, desde el punto de vista de su estética sonora es un órgano romántico de transmisión neumática, con la consola de mando separada del instrumento y dirigida hacia el altar. Tiene dos teclados manuales de 58 notas y un pedalero de 30 notas. Su composición es como sigue: I Teclado o Gran órgano Principal Fugara Bordón Octava Flauto de chimenea Octava Corneta-Lleno 8’ 8’ 8’ 4’ 4’ 2’ 3-5 hileras Pedal Violón-bajo Sub-bajo Bordón-bajo Cello Bordón-Flauta II Teclado o Expresivo Bordón Diapason Viola Voz celeste Bordón Voz humana Principal Piccolo Lleno Trompeta 16’ 8’ 8’ 8’ 8’ 8’ 4’ 2’ 4h 8’ 16’ 16’ 16’ 8’ 8’ En total tiene 1.488 tubos, a los que se añade el dispositivo del Trémolo, crescendo, diminuendo general, expresión del recitado y 4 combinaciones fijas (P, MF, F y Tutti) Enganches: 1.- Unión del II al I 2.- Unión del I al Pedal 3.- Unión del II al Pedal 4.- Unión de las octavas graves del II al I 5.- Unión de las octavas agudas del II al I, aumentadas con una octava de Flautas. Miércoles 24 de octubre 19.30 h. Parroquia de Ntra. Sra. de la Peña de Francia del Puerto de la Cruz. Organista: Liuwe Tamminga PROGRAMA Un estreno tinerfeño entre obras de tradición alemana JOHANN SEBASTIAN BACH (1685-1750) Preludio y Fuga en mi menor BWV 533a Pastoral BWV 590: Pastorale, Allemanda, Aria, Giga Preludio y Fuga en re menor BWV 539 Erbarm dich mein, o Herre Gott BWV 721 Canzona en re menor BWV 588 Fuga en Do mayor BWV 954 (de Reinken, Hortus Musicus, Sonata VI) JOHANN MICHAEL BACH (1648-1694) In dulci jubilo BWV 751 WOLFGANG AMADEUS MOZART (1756-1791) Contrapunto a 4 sobre Ach Gott vom Himmel sieh’ darein. KV 620b(fragmento terminado por Simon Sechter) JOHANN CHRISTOPH KELLNER (1736-1803) Preludio para Órgano Pleno en Do mayor FRIEDRICH WILHELM MARPURG (1718-1795) Ach Gott vom Himmel sieh’ darein (1793) DORI DÍAZ JEREZ (1971-) Continuum (2007) JOHANN CHRISTIAN KITTEL (1732-1809) Fantasía in Re [COMENTARIOS AL PROGRAMA] La obra para órgano de Johann Sebastian Bach (1685-1750) ocupa un lugar central dentro de su inmensa producción, estando presente la dedicación a este instrumento a lo largo de toda su carrera (algo que no sucede con otras facetas de su música, que se ven favorecidas o perjudicadas en función de las necesidades de los cargos desempeñados como profesional), y ello pese a que su último contrato específico como organista, en Weimar, finalizó en 1717, es decir, cuando todavía le quedaban treinta y dos años de carrera. La amplitud, la importancia y la profundidad de su aportación a la literatura organística no puede ser explicada en un breve texto como el presente, aunque, por fortuna, la celebridad de su figura lo hace también casi innecesario. En su propia época Bach era una leyenda viviente, sobre todo como virtuoso del teclado y como improvisador sin igual (para los más entendidos también como compositor de personalísimo lenguaje), y su influencia en la ejecución y la composición para órgano posteriores a él es una de las más sólidas y duraderas que se han dado nunca en la música occidental. Ya cuando se publicó la noticia de su muerte el texto de la misma, firmado por su hijo Carl Philipp Emanuel y por Johann Friedrich Agrícola, manifestaba con rotundidad que “no tenemos noticia de nadie que haya dominado de tal manera todas las facetas de la música relacionadas con el órgano y con el clave”. Johann Michael Bach (1648-1694), perteneciente a la rama de Arnstadt de la familia Bach, recibió su formación musical de su padre -Heinrich Bach- y de Jonas de Fletin, cuya influencia resulta patente en su numerosa música vocal. Desde los diecisiete años sustituyó como organista en repetidas ocasiones a su hermano mayor, Johann Christoph Bach, tanto en Arnstadt como en Weimar y en Gehren. En esta última ciudad se afincó como organista y organero, además de realizar algunas actividades administrativas en el Ayuntamiento. Su hija pequeña, Maria Barbara, se casaría con su joven primo de Eisenach, Johann Sebastian Bach. Un documento del Ayuntamiento de Gehren se refiere a él como “un ciudadano reservado, tranquilo y muy dotado para el arte”. Su mayor contribución como compositor se encuentra en su música vocal, sobre todo en sus motetes, predominantemente homofónicos pero con pasajes melismáticos y un notable dominio del estilo declamado. Sus obras para doble coro se encuadran en la tradición de Schütz, Scheidt y Praetorius. Su música para órgano sigue el estilo característico de la tradición centroalemana, elegantemente contrapuntística. Wolfgang Amadeus Mozart (1756-1791) es sin duda el autor de la Primera Escuela de Viena que mayor y más profunda relación mantuvo con el órgano. Durante sus viajes de infancia y adolescencia tuvo la ocasión de interpretar en importantes órganos europeos, siendo su habilidad técnica y su capacidad como improvisador muy celebradas, a la vez que conoció el repertorio para el instrumento de diversos países. Asimismo fue organista durante varios años en la catedral de Salzburgo. Posteriormente, y a medida que su estilo como compositor evolucionaba, se interesó cada vez más por las técnicas contrapuntísticas de los maestros alemanes de la primera mitad del XVIII, especialmente por las partituras de Johann Sebastian Bach, cuyo eco se adivina a veces en el personalísimo lenguaje mozartiano cuando utiliza estructuras formales del Barroco tardío, especialmente si se trata de partituras para órgano. En 1791, último año de su vida, Mozart mantuvo una actividad creadora frenética, sorprendentemente enfrentada a una salud cada vez más deteriorada. Debido a ello quedaron algunas partituras inconclusas que posteriormente fueron terminadas por alumnos o estudiosos de su obra, como es el caso de la que se interpreta esta noche. Johann Christoph Kellner (1736-1803), organista y compositor nacido en Turingia, era hijo de Johann Peter Kellner, compositor y uno de los máximos representantes del Estilo Galante, quien junto a George Benda fue responsable de la formación de Johann Christoph. Como autor, su obra está básicamente dedicada al órgano y al clave, con la excepción del singspiel La Alegría Perniciosa, y en ella predomina el Estilo Galante heredero del lenguaje de su padre. El tratamiento homofónico, las claras líneas melódicas y la preferencia de una estructura basada en puntos cadenciales frente a la horizontalidad contrapuntística son elementos recurrentes de su lenguaje. En sus conciertos aparecen algunos rasgos que se desarrollarían en el Estilo Clásico Vienés, sobre todo en lo referido al diálogo entre solista y orquesta, mientras que en su música para órgano es donde permanece, en general, un mayor uso de las texturas contrapuntísticas. En un conjunto de cantatas que se le atribuyen (aunque algunos autores se inclinan por defender que son obra de su padre) aparece también el uso del Empfindsamer Stil (estilo expresivo o, literalmente, sentimental). La inclusión de sus obras en numerosas colecciones del siglo XVIII es un indicador de la popularidad de la que gozó su música durante varias décadas. Asimismo publicó algunos escritos teóricos sobre el arte de la composición. Friedrich Wilhelm Marpurg (1718-1795), compositor, teórico, editor, crítico musical y periodista nacido cerca de Brandenburgo pasó varios años de su juventud en París, ciudad en la que se relacionó con personalidades como Voltaire y D´Alembert, afincándose posteriormente en Prusia, donde a las actividades ya mencionadas sumó varios cargos en la Administración. Sus obras teóricas tienen un fuerte componente didáctico, sin olvidarse por ello de prestar una cuidadosa atención a las corrientes más novedosas de la Música y la Estética del momento. Como compositor, en sus primeros años se dedicó fundamentalmente a la creación de canciones estróficas en la tradición del Norte de Alemania, defendiendo la idea de que la música debía emocionar al oyente mediante la evocación de la Naturaleza en los textos y en los sonidos. Posteriormente se inclinó por unos contenidos menos descriptivos y por la música instrumental, sobre todo para instrumentos de teclado, donde manifiesta una notable influencia de Carl Philipp Emanuel Bach y, en ocasiones y en lo que al órgano se refiere, de Johann Sebastian Bach. La compositora tinerfeña Dori Díaz Jerez (1971) se formó musicalmente en España y en la Manhattan School of Music de Nueva York, ciudad en la que residió hasta 2001. En la actualidad es profesora del Conservatorio Superior de Música de Canarias, mientras que como compositora ha estrenado diversas obras para piano, grupos de cámara y orquesta. Continuum es una obra de encargo para órgano sin pedal, en la cual la idea principal interpretativa es la continuidad en ausencia de pulso. La frase inicial de la obra contiene siete divisiones, a su vez modificadas siete veces a lo largo de la partitura mediante diferentes procedimientos engarzados con puntos cadenciales libres y otros nexos de unión. La interválica utilizada mezcla libremente las disonancias y las consonancias. Johann Christian Kittel (1732-1809) alcanzó una gran celebridad como intérprete y profesor de órgano, siendo considerado en su época como un heredero de la tradición interpretativa de Johann Sebastian Bach (de quien fue alumno entre 1748 y 1750) y a cuyas apariciones públicas en la pequeña ciudad de Erfurt, donde estaba afincado como organista de varias iglesias, solían acudir regularmente notables personalidades de la vida cultural alemana, entre ellas el mismísimo Goethe. Compositor y autor de textos teóricos sobre el órgano, su música conserva influencias del lenguaje contrapuntístico característico de la tradición organística alemana -en ocasiones de clara filiación bachiana, pues el influjo de semejante personalidad en el adolescente que frecuentaba su casa resultó crucial en su visión de la música como fenómeno vital y artístico-, pero al mismo tiempo incorpora las corrientes contemporáneas, siendo el más claro representante de la aplicación del Empfindsamer Stil a la música para órgano, mientras que en sus obras para piano se dibujan con nitidez los rasgos inmediatamente anteriores al Estilo Clásico Vienés. Dr. Pompeyo Pérez Díaz El órgano Parroquia de Ntra. Sra. de la Peña de Francia del Puerto de la Cruz. El instrumento de este templo fue donado por don Bernardo Cólogan Fallón en 1814, a través de una disposición testamentaria. Fue construido por los organeros de Hamburgo J.W. Geÿcke y J.H. Wohlien, quienes lo finalizaron en 1818, siendo inaugurado el 30 Su composición es la siguiente: de agosto de ese año. Tiene dos teclados manuales de 54 notas y un Unterclavier Pedal pedalero de 25. Su tímbrica es ya un Principal 8’ Principal 8’ tanto romántica, a pesar de que su Quinta 3’ Subbass 16’ registración sigue siendo barroca, Octave 4’ Fagot 16’ mientras que su caja presenta la Bordun 16’ sencillez y la elegancia del estilo Oberclavier neoclásico. Gedackt 8’ Está provisto de Trémolo y de Flöte 4’ enganches de los teclados y del Octave 4’ primer teclado al pedal. Mixtur 2, 3 y 4 h Trompete 8’ jueves 25 de octubre 20.30 h. Parroquia de Ntra. Sra. de la Concepción de Santa Cruz Organista: Óscar Candendo [COMENTARIOS AL PROGRAMA] PROGRAMA Britannica o un paseo por la tradición organística inglesa JOHANN ADOLPH HASSE (1699-1783) Concerto III (Walsh, London, 1742) . Allegro . Adagio – Spiritoso JOHN BENNETT (1735-1784) Trumpet Voluntary . Larghetto – Allegro SAMUEL WESLEY (1766-1837) Introduction and Aria cantabile FÉLIX MENDELSSOHN (1809-1847) Sonata op. 65, II (Coventry & Hollier, London,1845) . Grave – Adagio . Allegro maestoso e vivace – Fuga (Allegro moderato) Samuel Sebastian WESLEY (1810-1876) Andante in C EDWARD ELGAR (1857-1934) Vesper Voluntaries, op. 14 Introduction: Adagio– I. Andante II. Allegro III. Andantino IV. Allegretto piacevole–IntermezzoV. Poco lento VI. Moderato VII. Allegretto pensoso VIII. Poco allegro – Adagio, come prima Frank BRIDGE (1879-1941) Allegro marziale (Six organ pieces, III) El órgano es un instrumento cuya sola presencia reclama atención. Su voluminosidad majestuosa y, en algunos casos, su exuberancia decorativa, la disposición de tubos y trompetería horizontal tan sumamente visual, la multiplicidad de voces y pluralidad tímbrica son elementos que acentúan su rotundo poderío. El programa de hoy confiesa la fuerte atracción que sintió la música inglesa hacia este instrumento. Tras la Gloriosa Revolución de 1688 comenzó en Inglaterra una época de prosperidad y bonanza, estabilidad política y optimismo intelectual. Frente al “entusiasmo” fanático de los puritanos (sospechosos de haber sido los causantes de la guerra civil), la nueva mentalidad de artistas, pensadores, escritores y miembros del clero defendía una vía intermedia, asentada en la mesura y la tolerancia. Apoyándose en los preceptos expuestos por Locke en su Ensayo sobre el entendimiento humano (1690), el pensamiento de época afirmó la importancia de la moderación en todos los aspectos de la vida; la contención se convirtió en sinónimo de moralidad. El órgano clásico inglés se desarrolló como un instrumento musical elegante, capaz de expresar estéticamente estos ideales de medida y decoro. El modelo que establecieron el Padre Bernard Smith (ca. 1630-1708) y Renatus Harris (ca. 1652-1724) se convirtió en la base de una nueva escuela nacional de organería que se perfeccionó, pero nunca cambió de manera radical hasta el siglo XIX, cuyo principio fue ofrecer una expresión natural basada en “la dulzura y redondez de los sonidos”. Britannica comienza con un Voluntary de John Bennett (c.17351784). Poco se sabe de este organista y compositor, pero fue uno de los que asumió la máxima de la naturalidad y la expresión comedida. Entre los escasos datos de que se dispone se encuentra que sirvió durante más de treinta años como organista en St. Dionis Backchurch Fenchurch Street, en Londres, donde estaba el último órgano manual triple construido por Renatus Harris. Sus 10 Voluntaries for Organ or Harpsichord fueron publicados en 1758. Los Voluntaries o invenciones al órgano fueron muy populares en la música inglesa del siglo XVIII. Generalmente el voluntary constaba de dos movimientos: el primero, una sobria introducción lenta al estilo italiano, de distinguido aire galante, era seguido por un brillante segundo movimiento, rápido, florido, escrito para órgano o para solo de trompeta, corneta o flauta con acompañamiento, similar en carácter a la sonata del periodo. Otro gran organista inglés del siglo XVIII fue Samuel Wesley (1766-1837), “uno de los grandes músicos genuinos que ha dado Inglaterra”, según Vicent Novello, y, sin duda, el más importante de su generación. Hijo del escritor de himnos metodista Charles Wesley y nieto del predicador anglicano John Wesley, fundador del metodismo en Gran Bretaña, Samuel vivió una etapa crucial en la música inglesa, entre la inmediata generación post-Haendel y el temprano movimiento romántico. Su producción incluye piezas para piano y órgano, música orquestal y de iglesia, glees y canciones; pero también una importante contribución teórica, centrada en la publicación y promoción de la obra de J.S.Bach. Samuel Wesley fue el primer compositor inglés de vena clásica capaz de trenzar en un lenguaje plenamente propio la herencia musical inglesa con la gran tradición europea del momento. La sobriedad coral de Byrd, Bach y Haydn y la expansión orquestal de Beethoven, Weber y Mendelssohn se paladean en una música visionaria de exquisito contrapunto y encantador colorido melódico, capaz de dilatar el perímetro trazado por las constricciones musicales de su día. La tradición musical de la familia Wesley continuó con la obra del hijo de Samuel, Samuel Sebastian Wesley (1810-1876). Como parece lógico en un entorno como el suyo, la formación comenzó desde edad temprana. Las aptitudes del niño le permitieron ingresar como cantor en el Chapel Royal de St. James’s Palace, donde permaneció hasta 1826, cuando obtuvo una serie de puestos de organista en iglesias parroquiales de Londres. Una de sus primeras obras publicadas fue un anthem “O God, whose nature and property” (1831). Aunque comenzaba a ser considerado en la capital, alabado por The Harmonicon como “un compositor no menos agradable que devocional”, Wesley tomó la decisión de cambiar la activa vida londinense por la soledad de la catedral rural de Hereford, atraído por la idea de moverse más libremente. Pero poco de esto encontró allí. Aunque el compositor creía que podría reformar los patrones establecidos, pronto descubrió que necesitaba la aprobación de un coro, que como muchos otros en el país, se consideraba el “mejor de Inglaterra”. Sin embargo, con paciencia y buen hacer logró lo que buscaba dejando Londres. En Hereford compuso “The wilderness”, la primera pieza característica de la música de iglesia de Wesley, síntesis del trabajo desarrollado en Londres y la tradición catedralicia descubierta en su nueva vida provinciana. Entre 1832 y el año de su muerte, Samuel Sebastian fue organista en cuatro catedrales distintas, entre ellas la catedral de Exeter, donde se acentuó su interés hacia la escritura contrapuntística. Fue en estos años, la década de los 30, cuando el lenguaje del compositor encontró un sello enteramente personal. Samuel Sebastian había heredado de su padre la maestría contrapuntística, el respeto por los viejos estilos y la riqueza armónica; a lo que él agregó un apasionado temperamento romántico, muy adecuado para la dramatización del texto bíblico, gracias al enriquecimiento cromático y el libre uso del cromatismo en una eficaz combinación de música, arquitectura y liturgia. La “Merry England” del XVI fue vista desde el continente como “país sin música” durante el XIX. Aunque la ola de patriotismo y fervor nacionalista que se desencadenó en Inglaterra durante las guerras napoleónicas causó una auténtica explosión de música y baladas populares, la rápida expansión industrial a comienzos del siglo XIX no sólo esparció densa humareda sobre la campiña inglesa pintada por Constable; la mente del pueblo también se oscureció. Sin embargo, sí que había música. Ya se ha comentado la sólida presencia de Samuel Sebastian Wesley; pero hubo otros, como John Field o Henry Bishop. Lo que sí es cierto es que no fue hasta fines del siglo XIX cuando la música inglesa comenzó a alborear de nuevo con fuerza, con compositores importantes dentro de la historia musical europea como Hubert Parry, Charles Standford y Edward Elgar. Sir Edward Elgar (1857-1934) fue un músico esencialmente inglés, no solo en lo que respecta a la calidad de su arte sino también a su persona. De nariz aguileña, mentón rotundo y largos la de un músico. Lo cierto es que prefería hablar sobre cosas del campo y no de música. Lo suyo no era una pose. Había nacido en la ciudad de Worcester, donde su padre era organista de la iglesia católica y propietario de una tienda de música. Rodeado de partituras e instrumentos del negocio, el joven Edward comenzó a experimentar la música por su cuenta. En los días cálidos del verano, llevaba manuscritos al campo para estudiarlos: “hay música en el aire, -decía- música alrededor nuestro, el mundo está lleno de ella y simplemente tomas la que necesitas”. Fue en los paisajes de Worcester donde encontró su música, y no en los grandes conservatorios continentales. Aún después de haber ganado fama y reconocimiento prefería vivir en pintorescas poblaciones del oeste de Inglaterra en lugar de instalarse en centros cosmopolitas. Por muchos motivos, sus años como joven violinista en el condado de Worcester fueron los más felices: “la música inglesa es pálida; evade todo”. Emocionalmente Elgar pertenecía al pueblo de Malvern; aprendió mientras componía, ensayaba y tocaba la viola y el órgano. En él arraigó el espíritu tradicional de la música inglesa que alcanzó su cumbre con Purcell, lo que se manifiesta en su poesía y colorido musical y en la elección de los temas para sus composiciones: caballeros andantes del siglo XIV, príncipes de la antigua Britania y personajes de Shakespeare. Como Purcell, que también era católico, una fuerte atmósfera espiritual inspiró al genio de Elgar; su obra revela sosegada tristeza, pero también esperanza y alegría conmovedora. Su música “es maravillosa en su heroica melancolía”, diría Yeats. En 1879 nació en Brighton Frank Bridge. Aunque la vida musical de Frank empezó muy pronto, tocando el violín en orquestas de music-hall dirigidas por su padre, la enseñanza académica comenzó relativamente tarde, a los 17 años, cuando entró en el Royal College of Music para estudiar violín y piano. Concluidos estos primeros estudios en 1903, con los elogios y recomendaciones del más respetado compositor y profesor del College, Hubert Parry, continuó su formación gracias a una beca de composición con el severo Charles Villiers Stanford. No fue fácil la relación con el maestro. Stanford aborrecía a los modernos de entonces; no era su mundo el de Debussy o Strauss, ni siquiera el de Wagner. Empeñado en sofocar la creatividad de Bridge, no pudo, sin embargo, atajar la invención que ya entonces su discípulo mostraba. Pese a que sus primeras composiciones (entre ellas, el Allegro marziale que se interpretará hoy, perteneciente a una de sus Piezas para órgano de 1905) están dentro de un estilo fuertemente marcado por el rigor formal y la sobriedad expresiva, con Brahms y Standford como principales referencias, su primer Cuarteto de cuerda (1906) muestra ya cierta densidad evocadora, mezcla de los vapores románticos tempranos de Schönberg, Zemlinsky y Elgar y la mayor frescura de Dvorák y Smetana, plenamente propia del compositor. En 1911 llegaron aires franceses al estilo temprano de Brigde; la fresca brillantez y las texturas fluidas de Delius, Debussy y Ravel inspiran uno de sus trabajos más importantes de este período, The sea. No obstante la liberación del corsé que Standard impuso no llegaría hasta la década de los veinte. Todo empezó en 1914; al igual que el mundo, también Bridge empezó a “mostrar su lado oscuro”. El compositor tenía 37 años cuando la guerra comenzó. Su espacio encantado de belleza pastoril y visiones estivales empezó a marchitarse. Junto con su esposa Ethel Sinclair, Frank se mudó a Bedford Gardens (Kensington), donde compuso su Segundo Cuarteto. Se trató de un trabajo escrito aparentemente a la sombra de la tragedia y la inhumanidad; hay poco angst en él, como si sus onduladas líneas líricas quisieran borrar angustiosos pensamientos de guerra y dolor. Y es que Bridge osciló, de 1913 a 1917, entre la inocencia del mundo prerrafaelista bucólico que dejaba atrás y la intoxicación de la realidad mecanizada y asesina de la guerra. A partir de 1916 Bridge empezó a reducir los contratos públicos como miembro del “English String Quartet” en favor de las actuaciones privadas. El progresivo retraimiento coincidió con una música más lírica y doliente. Pero no todo fue tristeza en estos duros años. Los Bridge tuvieron la fortuna de conocer a la millonaria mecenas Elizabeth Sprague Coolidge, con la que mantuvieron una relación de por vida. Gracias al patrocinio y la mediación de Coolidge, Bridge fue capaz de crear nuevos trabajos para orquestas americanas; y lo mejor, se pudo dedicar exclusivamente a la composición. Instalados desde 1923 en una cabaña en la villa de Friston, comenzó para la pareja una vida tranquila, rodeados de amigos y momentos agradables. Allí visitó a Frank con frecuencia el alumno más querido, Benjamin Britten. Pero su salud empezó a quebrantarse a partir de 1930. El aroma de las llanuras de Seaford y Eastbourne, Sussex y Friston, la frescura del mar y el encanto del campo seguían presentes en el movimiento, color y la expresividad de los nuevos trabajos, pero este mundo comenzaba a quebrarse. A finales de los 30, el Cuarteto de cuerda nº 4 (1937) es claro ejemplo, la música de Bridge se oscureció. Fanfarrias amargas, sueños de desesperación amargamente severos, naturaleza habitada por búhos y encantamientos, soledad y reflexión se mezclaron con la inquietud de ideas disonantes y atonales; el rigor armónico hizo desaparecer por completo las reminiscencias de la música de salón de la infancia. Una tarde de invierno de 1941, tras intercambiar palabras amistosas como quizá tantas otras veces con un vecino después de un paseo, Bridge dijo que entraba a casa porque se encontraba algo enfermo. Dos horas después murió, sin perturbar ese mismo orden natural de la vida campestv Dos alemanes completan el programa. Dos compositores que pese a su muy diverso estilo encajan en el ideal de mesura, contención y deliciosa naturalidad inglesa comentado. Johann Adolph Hasse (1699-1783) recibió su primera educación musical de su padre, el organista Peter Hasse. Su hermosa voz de tenor le permitió obtener el puesto de cantante en la corte de BrunswickLüneburg, donde también debutó como compositor con su ópera seria Antioco, en 1721. Tras el gran éxito de esta primera obra, el príncipe decidió enviar a Hasse a Italia para que perfeccionase su carrera de compositor. En Nápoles estudió con Nicola Antonio Porpora y entabló amistad con Alessandro Scarlatti, quien le hizo su primer encargo como compositor en Italia: la serenata Marc Antonio e Cleopatra para dos voces, interpretada por dos de los más famosos cantantes italianos, Farinelli y Vittoria Tesi. Il caro Sassone (el querido sajón, como era conocido en Italia) alcanzó gran popularidad después de su exitosa ópera Sesostrate, escrita para la Ópera Real de Nápoles. Como maestro de capilla en Venecia, conoció a la mezzosoprano Faustina Bordoni, con quien se casó en 1730. La pareja recibió una oferta del elector Augusto II de Sajonia para trabajar en Dresde, donde Hasse compuso su obra más famosa, la ópera Cleofide. Después de un nuevo viaje por Italia, Hasse fue a Londres para presentar su ópera Artaserse, que ya había sido estrenada en Venecia en 1730. Durante su estancia en Londres parece que se le instó para que se convirtiera en el rival de Haendel, posibilidad que rechazó, centrándose en la supervisión de los ensayos de su ópera. Hasse compuso música instrumental y religiosa, oratorios, cantatas, serenatas e intermezzi, pero sobre todo es recordado por sus óperas al estilo del “Dramma per musica”, con libretos de Pietro Metastasio. Aunque apenas hoy conocido, Hasse fue sin embargo un compositor reconocido en su día, ejemplo musical de esplendor absolutista. Por entonces, su música sorprendía por su encantadora sencillez y llaneza; el ideal de belleza surgía resplandeciente sin grandes esfuerzos ni efectos. Hoy, su gracilidad y sentido de la felicidad se escuchan con agrado; su contento se disfruta en un tiempo que agradece lo sencillo. Felix Mendelssohn Bartholdy, restaurador histórico de la “Matthäuspassion” de J. S. Bach, mantuvo como su admirado genio de Eisenach una verdadera pasión por el órgano. Tal vez el punto de partida de ambos fuera distinto, pues si para Bach el órgano era algo así como la prolongación de su propia mente creadora y medio de sustento, para Mendelssohn, orquestador nato, llegó a ser el instrumento preferido de teclado. Aunque no se prodigó en actuaciones públicas más que en contadas y memorables ocasiones (muchas en Inglaterra), sin excepción, sus improvisaciones causaban una admiración sin límite. Tal vez, como sugiere Brigitte François-Sappey, intervenga en esta preferencia por el instrumento “de iglesia”, además de su fe (como en el caso de Bach) su vinculación con el idealismo alemán, por oposición al hedonismo francés y la sensualidad italiana. Las primeras obras El órgano Parroquia de Ntra. Sra. de la Concepción de Santa Cruz El órgano de este templo santacrucero es un buen ejemplar de la organería romántica inglesa del siglo XIX. Fue construido por la casa “Bebington and Sons” y se instaló en la iglesia a principios de 1862. Es un instrumento de grandes dimensiones, con una caja de líneas neoclásicas, cuya fachada dispone de cinco campos a diferentes alturas, donde se alojan tubos cantantes y mudos. Todos ellos exhiben una hermosa decoración de temas vegetales estilizados en azul cobalto y dorado, característica de la tradición inglesa y única en los órganos de Canarias. Tiene dos teclados manuales de 56 notas y un pedalero de 25 notas, además de un pedal expresivo para las persianas del 2º teclado. Está dotado de Trémolo, además de 3 enganches (Pedal al I, I-II y Octavas al I) y otras tantas combinaciones fijas (P, F y Ff). para órgano de Mendelssohn datan de 1820 (con sólo once años) y se prolongan hasta 1845, dos años antes de su muerte. Las Sonatas, op.65 son uno de los momentos cumbres, junto con los Tres Preludios y Fugas, op.37. Las Seis sonatas para órgano, op.65 representan su modo de entender el órgano. Así lo explicó en el prefacio a la edición: “entiendo por fortissimo todo el poderío del órgano, y por pianissimo generalmente un juego dulce de ocho pies”. Mendelssohn reivindicó y revitalizó el estudio del contrapunto y las viejas formas musicales con el deseo de dotar a la nueva expresión romántica de solidez estructural. La transparencia polifónica, la redondez del sonido y la extensa paleta gravitan en torno a Bach; la intensificación emocional y el gozo surgen en su espléndida arquitectura, como dice su famoso lied, “auf Flügeln des Gesanges”: (en las alas del canto). Nuria González Su composición es la siguiente: Great Organ Open diapason Stop diapason bass Gamba Claribel Dulciana Flute Principal Fifteenh Twelfth Sesquialtera Cremona Trumpet Mixture 8’ 8’ 8’ 8’ 8’ 4’ 4’ 2’ 2 2/3’ 3h 8’ 8’ 2h Swell Organ Double diapason Open diapason Stop diapason Principal Triplette Fifteenth Cornopean Clarion 16’ 8’ 8 4’ 2h 2’ 8’ 4’ Pedal Open diapason 16’ viernes 26 de octubre 20.00 h. Parroquia de San Juan de La Orotava, a dos órganos Organistas: Liuwe Tamminga y Luigi Ferdinando Tagliavini PROGRAMA El asentamiento de una tradición organística: entre Italia y Alemania GIOVANNI GABRIELLI (1577-1612) Canzon primi toni a 8 (Venecia 1597) (a dos órganos) Canzon La Spiritata (Venecia 1608) (LT) Canzon Sol Sol La Sol Fa Mi a 8 (Venecia 1608) (a dos órganos) Ricercar 1° tono (LFT) GIUSEPPE GUAMI (ca.1535-1612) Canzon La Lucchesina a 8 (a dos órganos) Canzon La Guamina a 4 (LT) GIROLAMO FRESCOBALDI (1583-1643) Toccata prima (2° Libro di Toccate, Roma 1627) (LT) Canzona terza (ibídem) (LT) Toccata “da sonarsi all’Elevazione” (Messa della Madonna (LFT) Canzon a 8 (Venecia 1608) (a dos órganos) JOHANN JAKOB FROBERGER (1616-1667) Toccata III “da sonarsi all’Elevazione” (LFT) Canzon III (LFT) CHRISTIAN ERBACH (ca.1570-1635) Canzon primi toni (a dos órganos) ANÓNIMO Echo super sextum tonum (ms. Altdorf, Suiza) (siglo XVII) BERNARDO STORACE (2ª mitad s.XVII) Ballo della Battaglia (1664) (a dos órganos) MANUEL DE TAVARES (1585-1638) Motete Surge propera a 8 (a dos órganos) JOHANN MICHAEL BACH (1648-94) In dulci jubilo BWV 751 (a dos órganos) ANTONIO VIVALDI (1678-1741) Concerto op.IV (“La Stravaganza”) n° 6 (LFT) adaptado para tecla por un anónimo inglés (Anne Dawson’s Book, 1720) Allegro Largo Allegro Cesario GUSSAGO (ca.1550-después de 1612) Canzon La Leona a 8 (Venecia 1608) (a dos órganos) [COMENTARIOS AL PROGRAMA] Cuando Gillaume de Machaut describió al órgano como el “rey de los instrumentos”, no sospechaba que tres siglos después el órgano viviría una auténtica época dorada en el Barroco. Previamente en el Renacimiento, se había asistido a una progresiva emancipación de la música instrumental con respecto a la vocal, y una república, cuyo poderío económico y militar sólo era comparable a su esplendor artístico, será una de las principales protagonistas. Nos estamos refiriendo a Venecia. Y es que la ciudad de Tiziano, Tintoretto y Veronés estará presente en una noche en la que se tratará de evocar su espíritu. Dentro de la eclosión cultural (favorecido por la actividad de sus imprentas) la Basílica de San Marcos fue el centro de la vida musical veneciana. Sus condiciones físicas, con dos órganos situados en lados opuestos, favoreció una polifonía que tiende a adoptar la forma policoral. Así, la brillantez colorista de sus obras se basa en la plena y variada ocupación de su espacio por parte de los coros divididos. Y es que las innovaciones de esta escuela contribuyen a marcar la transición de la música renacentista al Barroco musical. Ser organista en San Marcos era un honor que alcanzaban unos pocos, Giovanni Gabrielli (1555-1612) accedería a tan ambicioso puesto a partir de 1584. Brillante compositor de música para órgano y para conjuntos instrumentales diversos, gozó de fama en Europa ya en el umbral del nuevo siglo. Había sido discípulo de su tío Andrea Gabrieli, del cual recibió una sólida formación. Y de él escucharemos esta noche una serie de canzonas, que se entremezclarán con las toccatas de otros autores. Éstas eran composiciones para teclado, en estilo libre, idiomático, que emplean acordes plenos alternando con pasajes rápidos de carácter improvisatorio, con o sin secciones en estilo imitativo. Las canzonas, en cambio, son formas polifónicas homogéneas y equilibradas, estructuradas en diferentes episodios contrastantes. Los dos Gabrieli hicieron nacer la idea básica de la toccata como una pieza que iba del ricercare contrapuntístico hasta los pasajes más atrevidos de digitación florida. Sus composiciones forman parte de las primeras piezas para órgano que permitieron trasladar un complejo idioma vocal a la música para teclado. Ya en sus primeras obras Giovanni Gabrieli demostró ser un maestro consumado en la creación de efectos prodigiosos con una textura de voces múltiples. Organista también de San Marcos, además de en Munich, Génova y Lucca, sería en palabras de Zarlino el “eccellente compositore e sonator d´organo suavíssimo” Giuseppe Guami (ca.1535-1612). Su estilo se caracteriza por un tratamiento colorista y por los efectos de los coros enfrentados. Muchas de sus canzonas, diversas en su trabajo antifonal en ocho partes, fueron publicadas en la colección canzonette francés. Esos títulos son muy descriptivos, con referencias a la Guamina, La Brillantina, La Todeschina y la Luchesina. Y es que el gusto veneciano por el color, es patente en la pintura y en la música, como lo demostraría este discípulo de Willaert y Padovano. Alejándonos de la ciudad de los canales, el auténtico genio del teclado fue Girolamo Frescobaldi (1583-1643). A excepción de los seis años que permaneció en Florencia, toda su vida transcurrió en Roma, ocupando desde 1608 el puesto de organista de San Pedro. En las manos de este “gigante entre los organistas” como se le conocía, alumno de Luzzaschi, la toccata se convirtió en un vehículo de expresión de las grandes tensiones afectivas. Con un contraste de dramatismo, calculado, realzado por las disonancias experimentales o durezze que caracterizan su estilo. Éstas tenían distintas finalidades e iban desde la música para la misa (elevación) y preludios rapsódicos a piezas de gran extensión, además de composiciones de carácter propio. Sus canzonas con frecuencia tenían forma de variación cada vez más brillante. El enfoque contrapuntístico de Frescobaldi, quizá reforzado por su visita a Flandes en su juventud, impresionaría a Bach. Toccatas llenas de fuerza con un estilo deslumbrante serían las ejecutadas por Johann Jacob Froberger (1616-1667), alumno de Frescobaldi y organista en la corte austriaca. Estamos ante un autor que viajaría mucho, y fundiría tantos estilos en una creación de voces libres. Sus toccatas tienen una estructura expansiva, poseedoras de un cromatismo imaginativo así como de carrerillas con giros inesperados y pasajes de puro virtuosismo. Sus piezas breves alla levatione son música litúrgica para órgano. Su más alto punto de creación serán sus canzone y risercare para clavicémbalo y órgano, con una clara organización formal. Influenciado por el estilo veneciano, serán muy conocidas en su tiempo las composiciones para órgano y los motetes de Christian Erbach (ca.1570-1635) compositor que trabajaría en la catedral de Augsburgo. El corpus de sus trabajos comprende ante todo toccatas, ricercares y canzonas, aunque otras formas también están representadas en su producción. Por otro lado, la música que ha sobrevivido de Bernardo Storace (2ª mitad s.XVII) se encuentra en Selva di varie compositioni d´intavolatura per cimbalo ed organo (Venecia 1664). Las toccatas de este compositor italiano, vicemaestro de la capilla de Messina, son menos dinámicas y apasionadas que sus predecesores napolitanos y romanos. In dulci jubilo será la pieza que escucharemos de Johann Michael Bach (1648-1694) perteneciente a la tradición de la Alemania Central, así como la canzona La Leona de Cesario GUSSAGO (ca. 1550-después 1612). Sus sonatas de 1608, una de sus primeras colecciones, incluyen piezas de doble coro a la manera de Giovanni Gabrielli, pero su estilo es predominantemente homofónico, con pequeños adornos. No deja de ser paradójico que la expresión más pura y representativa de la cultura musical veneciana del siglo XVIII, Antonio Vivaldi (1678-1741) jamás escribiera piezas para órgano (escucharemos una adaptación al instrumento de teclado), ni ocupara el trono sagrado de la famosa capilla de San Marcos (ejercido por Antonio Biffi). Trabajaría sobre todo en el Hospital de La Piedad, que acogía a niñas huérfanas y las educaba en la enseñanza musical. Con el Barroco tardío llegaría la exuberancia del contrapunto y el estilo de concierto. Vivaldi más que ningún otro compositor de la época se dedicaría a escribir conciertos. En sus colecciones se prestaba a usar títulos caprichosos como La Stravaganza dedicada a Vettor Dolfin, discípulo suyo perteneciente a la aristocracia veneciana. La mayor parte de sus conciertos tienen el esquema tripartito habitual del siglo XVIII: un Allegro, un movimiento lento en la misma tonalidad u otra emparentada, y un Allegro final algo más breve y vivaz que la primera. Los conciertos tuvieron gran influencia en sus contemporáneos y sucesores como Händel y Bach y a él se le debe la forma definitiva y tripartita del concierto solista con la oposición contrastante de solista y tutti. Burney dijo que “del mismo modo que Argos poseía 100 ojos, aquí (en Venecia) sería menester tener 100 oídos”. Il prete rosso murió solo y olvidado. Vivaldi fue el último gran compositor de una ciudad simplemente inmortal, cuyo mayor legado tal vez sea el de nunca dejar de fascinarnos e inspirarnos... Tania Marrero El órgano Parroquia de San Juan de La Orotava Primer órgano: Su composición es la siguiente: Prinzipal Gedackt Quinte Flöte Oktave Sesquialtera Mixtur Dulzian 4 pies 8 “ 3 “ 4 “ 2 “ 2 hileras 3 “ 8 pies Segundo órgano: Su composición es la siguiente: Prinzipal Gedackt Quinte Mixtur Trompete 4’ 8’ 3’ 3 h. 4’ X X Quinte 3’ Oktave 2’ Trompete 4’ Esta iglesia cuenta con dos instrumentos germanos del siglo XVIII. El más antiguo es de 1723 y perteneció al convento de dominicas del Puerto de La Orotava. Es obra de Otto Dietrich Richborn (1674-1729), hijo del prestigioso organero de la Alemania del norte, Joachim Richborn, cuya muerte prematura obligó a Otto Dietrich a ingresar en el taller de otro famoso constructor alemán del momento: Arp Schnitger (1648-1719). Otto D. Richborn construyó varios órganos en Hamburgo que fueron destruidos durante la segunda guerra mundial. De él tan sólo se conservan dos instrumentos. El órgano tinerfeño presenta una fachada barroca de cinco cuerpos, en la que destacan tres torreones semicirculares con bases poligonales y cresterías caladas. La ventana del teclado se abre por la parte posterior de la caja. El teclado tiene 47 notas y carece del Do # y Re# en la octava grave. El segundo órgano fue mandado a comprar en Hamburgo en 1772 por la comunidad de clarisas de La Orotava y llegó a mediados de 1773. La caja de este instrumento posee unas líneas bastante sencillas, pero tiene un remate con una rocalla que señala la impronta rococó. Su teclado es de 51 notas y posee dos registros partidos. LOS ORGANISTAS DIRECTORA DEL CICLO Dra. Rosario Álvarez Martínez Es catedrática de Historia de la Música en la Universidad de La Laguna y vicepresidenta de la Real Academia Canaria de Bellas Artes, habiendo sido presidenta de la Sociedad Española de Musicología (SEdeM) entre 1998 y 2007. Ha desarrollado una gran labor tanto en el campo docente e investigador como en el de la recuperación de patrimonio y difusión musical. Sus investigaciones se han centrado en cuatro ámbitos diferentes: organología e iconografía musical europea y americana de la Edad Media, Renacimiento y Barroco (en el campo de la Iconografía sus trabajos han sido pioneros en España), música de tecla en el siglo XVIII, órganos de Canarias y la música y músicos de Tenerife. Sus numerosos trabajos han sido publicados en revistas especializadas de ámbito nacional e internacional, e incluso un libro suyo sobre Iconografía musical latinoamericana fue publicado por la Secretaría General de la Organización de Estados Americanos en Washington. Es directora de la colección discográfica El patrimonio musical hispano de la SEdeM, colección que ha promovido y que lleva editados 16 Cds con obras inéditas de compositores de varias comunidades españolas. Junto con Lothar Siemens viene dirigiendo desde hace 11 años el proyecto musicológico RALS, encaminado a la recuperación y difusión del patrimonio musical de Canarias, habiendo sido la directora de producción y autora de los libretos de, hasta ahora, 20 CDs de los 41 que se han editado, donde no sólo hay obras de músicos del pasado sino también de autores vivos, cuya labor creadora ha propiciado desde la Asociación de Compositores y Musicólogos de Tenerife (COSIMTE), de la que fue presidenta 12 años. Asimismo junto con al propio Siemens está elaborando la historia de la música en Canarias, cuyo primer volumen ha visto la luz el pasado año bajo el título La música en la sociedad canaria a través de la historia I: Desde el período aborigen hasta 1600. Bajo su asesoramiento y asistencia, el Cabildo de Tenerife ha restaurado nueve órganos históricos, habiendo desempeñado estas mismas tareas en el Cabildo de Gran Canaria en estos dos últimos años y en La Palma, donde se ha restaurado el instrumento más antiguo de Canarias. Es Medalla de Oro de Canarias 2005. El organista y musicólogo Luigi Ferdinando Tagliavini nació en Bolonia el 7 de octubre de 1929 y estudió en los Conservatorios de Bolonia, París y en la Universidad de Padua. Ha sido sucesivamente titular de cátedras de órgano en los Conservatorios de Bolzano, Parma y Bolonia, habiendo impartido cursos de perfeccionamiento en Haarlem, Innsbruck y Pistoia. Desde 1965 ha sido profesor de Musicología en la Universidad de Friburgo (Suiza), de la que es emérito desde el año 2000. Aquí dirigió también el Instituto de Musicología. Ha impartido asimismo numerosos cursos en universidades americanas como profesor invitado. Aparte de una intensa actividad concertística que lo ha llevado por múltiples países de Europa y América, ha realizado una importante labor en el campo de la discografía, habiendo recibido en 1972 y 1973 el “Premio della discografia italiana” y en 1976 el “Schallplattenpreis der deutschen Phono-Akademie”. En 1992 el CD que ha realizado para la casa Tactus junto al organista Liuwe Tamminga en los órganos históricos de San Petronio de Bolonia, dedicado a Andrea y Giovanni Gabrieli obtuvo las distinciones de “Choc de la musique” y el premio “Antonio Vivaldi” de la Fundación G. Cini de Venecia. En 1991 le ha sido concedido el premio “Massimo Mila” de los críticos musicales italianos. Es autor de numerosos trabajos musicológicos, dedicados entre otros a problemas de la praxis ejecutiva, y dirige la revista “L’organo” (Bolonia, desde 1960). Los estudios organológicos y la tutela de los órganos antiguos son el centro de su actividad. Ha estado entre los fundadores, en 1957, de la comisión para la tutela de los órganos artísticos bajo la Superintendencia para los Monumentos de Lombardía. Posee una importante colección de instrumentos de teclado, en la que los clavicémbalos ocupan un lugar importante, habiendo realizado junto a John Henry van der Meer la monografía Clavicembali e spinette dal XVI al XIX secolo, Bolonia, 1986; y el Estado ha patrocinado un CD Ermitage dedicado a “L.F. Tagliavini and his collection of harpsichords”. En 1974 el Ministerio italiano de Instrucción Pública le ha conferido la Medalla de Oro de la Cultura y en 1985 la Asociación de organistas de New York lo ha nombrado “Organista del año”. Asimismo en 1982 el estado de Innsbruck lo ha galardonado con Tiroler Adler en su categoría de oro. Desde 1992 es miembro de la Academia Nacional de Santa Cecilia. En 1996 la Universidad de Edimburgo le concedió el Doctorado honoris causa y el Royal College of Organists de Londres lo ha hecho Miembro honorario. En 1999 ha recibido de la Universidad de Bolonia el Laurea ad honorem en la disciplina de las Artes, la Música y el Espectáculo. Por otro lado, en marzo de 2000 ha sido nombrado ciudadano honorario de la ciudad de Dallas (Texas) y en octubre de ese mismo año se le ha conferido en Pistoia el “Leoncino de oro”. Con ocasión de su 65 cumpleaños se publicó la miscelánea de estudios musicológicos Musicus Perfectus-Estudi in onore di L.F. Tagliavini “prattico e specolativo” (Bolonia, 1995) y en su 70 aniversario Fiori musicologiciStudi in onore di L. F. Tagliavini (Bolonia, 2001). Liuwe Tamminga nació en Frisia (Holanda) y ha estudiado Órgano y Composición con Wim van Beek, Jean Langlais y André Isoir (París). En 1980 ganó el concurso de improvisación de Holanda. Desde hace varios años vive en Bolonia donde se ha especializado en literatura italiana para órgano con Luigi Ferdinando Tagliavini. Organista de la Basilica de San Petronio, donde ha grabado, también junto al maestro Tagliavini. muchos discos dedicados a autores flamencos e italianos con los que ha conseguido premios internacionales. Liuwe Tamminga toca habitualmente con la Orchestra del Settecento dirigida por Frans Brüggen, el Royal Concertgebouw Orchestra y el Concerto Palatino, con cuyas formaciones ha grabado numerosos discos para Philips, Harmonia Mundi, Naxos, Tactus y Bongiovanni. Desde 1996 trabaja con la firma Accent. Por otro lado, su intensa actividad concertística lo ha llevado por toda Europa, Estados Unidos y Japón y es considerado uno de los máximos expertos del repertorio organístico italiano de los siglos XVI y XVII. Es organista titular de la Basílica de San Petronio de Bolonia conjuntamente con Luigi Ferdinando Tagliavini, donde interpretan en los dos magníficos instrumentos de Lorenzo da Prato (147175) y Baldassare Malamini. Ha grabado numerosos Cds, entre los que destacan el de la obra completa de Marco Antonio Cavazzoni (Diapasón de Oro, Premio de la Crítica Discográfica Alemana 2005 y Premio Goldberg 5 estrellas), el de la Fantasía de Frescobaldi (mejor disco del mes Amadeus, marzo 2006), el de “Mozart en Italia” (Premio de la Crítica Discográfica Alemana 2006 y Diapasón 5 estrellas) y la recopilación dedicada a Andrea y Giovanni Gabrieli, realizada junto a L. F. Tagliavini (“Choc de la musique” y Premio Internacional del disco “Antonio Vivaldi” de la Fundación G. Cini de Venecia, 1991). Ha realizado diversas ediciones de música para órgano, como por ejemplo los ricercari de la Musica Nova (1540), obras para tecla de Giovanni de Macque e Pierluigi di Palestrina (Ed. Andromeda), los ricercari de Jacques Bus (Ed. Forni) y música para dos órganos de los maestros italianos en torno a 1600 (Ed. Doblinger de Viena). Oscar Candendo Zabala obtiene los Títulos de Profesor Superior en las especialidades de Órgano, Piano, Clavicémbalo y Música de Camara. Estudia Órgano en los conservatorios de Bayona y Pau (Francia) con B. Carrau y Jesús Martín Moro sucesivamente, concluyendo el Grado Superior con la máxima calificación. Continúa su aprendizaje en la Ecole d’Etudes Musicales Superieures de Toulouse con Michel Bouvard y Jan Willem Jansen como profesores permanentes y diversos maestros invitados: J. Boyer, L. Lohman, J. P. Leguay, S. Szathmary, D. Moroney, etc. Completa su formación en Barcelona con Montserrat Torrent y en la Staatliche Hochschule für Musik und Darstellende Kunst de Stuttgart con Bernhard Haas. En 1992 obtiene el Primer Premio en el Concurso Permanente de Juventudes Musicales celebrado en Sevilla. Al año siguiente, le es concedido el Premio Andrés Segovia y J. M. Ruiz Morales en el XXXVI Curso Universitario Internacional de Música Española de Santiago de Compostela. En 1998 obtiene el Diploma de Postgrado y Especialización del Departamento de Musicología del Consejo Superior de Investigaciones Científicas por haber realizado el Curso de Interpretación de la Música de Órgano del Barroco Europeo impartido por la maestra Montserrat Torrent. Es seleccionado como representante español para asistir al Seminario de Música Ibérica dirigido por Gerhard Doderer, celebrado en Braga (Portugal) y organizado por la Asociación Europea de Juventudes Musicales. Ha ofrecido numerosos recitales en Europa: Internationale Orgeltage Kevelaer, Borken, Orgues d’été à Bordeaux, Festival Internacional de Orgao de Lisboa, Ciclo Internacional de Órgano del Principado de Andorra, Festival Internacional de Música y Danza de Granada, Quincena Musical de San Sebastián, Cicle d’Orgue al Palau, Festival Internacional de Órgano Catedral de León, Festival Internacional de Órgano de Asturias, Auditorio Nacional (Madrid), Capilla de Venerables (Sevilla), Catedral de Sevilla, Palacio Euskalduna, etc. Ha actuado como solista con la Orquesta Sinfónica de Euskadi. Es coautor, junto a Françoise Clastier, de un estudio: Órganos Franceses en el País Vasco y Navarra (1850-1925), publicado inicialmente en la revista Orgues Meridionales de Toulouse, y más tarde, corregido y ampliado, en la Sociedad de Estudios Vascos- Eusko Ikaskuntza: Cuadernos de Sección (Música) 7, 1994. Tras haber cursado el programa de Doctorado Música Española ofrecido por el Departamento de Historia y Ciencias de la Música de la Universidad de Valladolid y haber obtenido el correspondiente Diploma de Estudios Avanzados, en la actualidad trabaja en su Tesis Doctoral sobre el compositor alavés de música sacra, Vicente Goicoechea (1854-1916). Es profesor de órgano en la ESMUC (Escola Superior de Musica de Catalunya) y organista del Coro Easo de San Sebastián. www.cajacanarias.es e-mail:[email protected] Promueve y Colabora: Real Academia Canaria de Bellas Artes de San Miguel Arcángel Colabora: Obispado Nivariense Podemos hacer mucho juntos