STS 7724/2011 - ECLI

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Roj: STS 7724/2011 - ECLI:ES:TS:2011:7724
Id Cendoj: 28079130042011100632
Órgano: Tribunal Supremo. Sala de lo Contencioso
Sede: Madrid
Sección: 4
Nº de Recurso: 4829/2009
Nº de Resolución:
Procedimiento: RECURSO CASACIÓN
Ponente: SEGUNDO MENENDEZ PEREZ
Tipo de Resolución: Sentencia
SENTENCIA
En la Villa de Madrid, a veintidós de Noviembre de dos mil once.
VISTO por la Sección Cuarta de la Sala de lo Contencioso-Administrativo del Tribunal Supremo el
recurso de casación interpuesto por D. Luis Manuel y Dª Susana , representados por la Procuradora de
los Tribunales Dª Ana María García Fernández, contra sentencia de la Sección Tercera de la Sala de lo
Contencioso-Administrativo del Tribunal Superior de Justicia de Castilla y León, con sede en Valladolid, de
fecha 19 de junio de 2009, sobre Reclamación de Responsabilidad Patrimonial derivada de las graves
lesiones físicas sufridas por su hija Covadonga como consecuencia de la atención médica recibida en su
nacimiento.
Se ha personado en este recurso, como parte recurrida la ADMINISTRACIÓN DE LA COMUNIDAD
AUTÓNOMA DE CASTILLA- LEÓN, representada y dirigida por el Letrado de sus Servicios Jurídicos.
ANTECEDENTES DE HECHO
PRIMERO.- En el recurso contencioso-administrativo número 369/2004 la Sección Tercera de la Sala de
lo Contencioso- Administrativo del Tribunal Superior de Justicia de Castilla y León, con sede en Valladolid, en
fecha 19 de junio de 2009, dictó sentencia cuyo fallo es del siguiente tenor literal: " FALLAMOS: DESESTIMAR
el recurso contencioso-administrativo interpuesto por don Luis Manuel y doña Susana , que actúan en su
propio nombre y además en representación de su hija menor Covadonga , contra la desestimación presunta
por silencio administrativo de la reclamación presentada ante la Gerencia Regional de Salud de Castilla
y León (SACYL) en fecha 13 de diciembre de 2002, y sin efectuar expreso pronunciamiento en cuanto a
costas procesales".
SEGUNDO.- Contra dicha sentencia ha preparado recurso de casación la representación procesal de
D. Luis Manuel y Dª Susana , interponiéndolo en base a los siguientes motivos de casación:
Primero.- Incorrecta aplicación del Instituto de la Prescripción normativamente contenido en el artículo
142.5 de la Ley 30/1992, de 26 de noviembre de Régimen Jurídico de las Administraciones Públicas y del
Procedimiento Administrativo Común.
Segundo.- Incorrecta aplicación de la doctrina jurisprudencial aplicable al caso concreto.
Y termina suplicando a la Sala que "...casando la sentencia, para entrando en el fondo del asunto,
estimar la demanda en su día presentada ante el Tribunal a quo, con cuanto fuera procedente en derecho".
TERCERO.- La representación procesal la ADMINISTRACIÓN DE LA COMUNIDAD AUTÓNOMA DE
CASTILLA-LEÓN se opuso al recurso de casación interpuesto de contrario y suplica en su escrito a la Sala
que "...lo desestime, confirmando la resolución impugnada, con imposición de costas a la parte recurrente".
CUARTO.- Mediante providencia de fecha 7 de septiembre de 2011 se señaló el presente recurso para
votación y fallo el día 8 de noviembre del mismo año, en cuya fecha han tenido lugar dichos actos procesales.
Siendo Ponente el Excmo. Sr. D. Segundo Menendez Perez, Magistrado de la Sala.
FUNDAMENTOS DE DERECHO
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PRIMERO.- La Sala de instancia desestima en su sentencia el recurso contencioso-administrativo
interpuesto contra la desestimación presunta por silencio administrativo de la reclamación de responsabilidad
patrimonial presentada ante la Gerencia Regional de Salud de Castilla y León (SACYL) en fecha 13 de
diciembre de 2002. Lo hace al apreciar que el derecho a reclamar había prescrito cuando se presentó dicha
reclamación.
SEGUNDO.- Antes de seguir adelante nos vemos obligados a resaltar por su enorme trascendencia
una circunstancia sorprendente, insólita, que no sin esfuerzo nos abstendremos de calificar, consistente en
que fue al presentar la parte actora el escrito de preparación del recurso de casación (día 16 de julio de 2009),
y no antes, cuando hizo saber a aquella Sala, pese a lo razonado en la resolución expresa que desestimó la
reclamación de responsabilidad, que la misma existía y que había sido dictada el 26 de abril de 2007.
Para comprender la enorme trascendencia y los calificativos que hemos dado a la circunstancia dicha,
basta reseñar: 1) Que el escrito de contestación a la demanda, presentado el 9 de noviembre de 2004,
alegó aquella excepción de prescripción. 2) Que el auto que acordó recibir el pleito a prueba se dictó el 4 de
septiembre de 2007, cuatro meses después, por tanto, de la fecha de la citada resolución expresa. 3) Que
ésta afirma en su fundamento de derecho II que la reclamación se formuló "dentro del plazo que el artículo
142.5 de la Ley 30/1992, de 26 de noviembre, establece". 4) Que la dirección letrada de la parte actora, al
proponer el 2 de octubre de 2007 los medios de prueba de que intentaba valerse, no solicitó la incorporación
a los autos de esa resolución expresa, ni propuso ningún otro dirigido a desacreditar aquella alegación de
prescripción. 5) Que el escrito de conclusiones de dicha parte, presentado el 24 de febrero de 2009, no se
refiere a esa alegación, ni da cuenta tampoco de que exista la repetida resolución expresa. Y 6) Que ni el
escrito de preparación de este recurso de casación, ni el de interposición del mismo, aluden o dan a entender
que esa resolución no hubiera sido notificada a los interesados en tiempo y forma.
TERCERO.- Así las cosas, obligados como estamos a aplicar la ley, hemos de pasar por la alegación
que la Administración hace en su escrito de oposición, en el que niega, finalmente, que podamos tener en
cuenta en esta casación la resolución de 26 de abril de 2007, pues el art. 271.2 de la LEC exige para permitir
aportar después de la vista o juicio sentencias o resoluciones judiciales o de autoridad administrativa, que
éstas hayan sido " dictadas o notificadas en fecha no anterior al momento de formular las conclusiones".
En contra de ello no podemos compartir, por erróneo, el argumento que trae a colación la dirección
letrada de la parte recurrente en el último párrafo del primer motivo de casación, en el que literalmente dice
que "el carácter normativo y rango de la propia resolución, ORDEN DE LA CONSEJERÍA, cobra especial
relevancia y permite su inclusión en el debate, acompañándose a la presente formalización como anexo".
CUARTO.- Con ese obstáculo, pasamos a analizar ya los dos motivos de casación que formula la parte
actora contra aquella sentencia, pues aunque no cita en el escrito de interposición la letra del art. 88.1 de la
Ley de la Jurisdicción en que se amparan, se deduce sin dificultad que ambos denuncian aquello que permite
su letra d).
El primero invoca la infracción del art. 142.5 de la Ley 30/1992, pues, en lo que hace a las secuelas
neurológicas, la Sala de instancia entiende que su alcance se determinó el 11 de enero de 2000, pero, "sin
dar explicación razonada, niega que el tratamiento con toxina botulínica que se implantó en el año 2002
tendente a conseguir la bipedestación y marcha liberada, significara cambio alguno o modificación importante o
sustancial de cara al establecimiento del alcance de las lesiones". Y en lo que hace a los daños oftalmológicos,
cuya determinación sitúa en la fecha del 19 de julio de 2001, da por inútil el informe de 21 de mayo de
2002 al no arrojar cambio significativo, pero éste en ningún momento los considera definitivos o inmutables,
continuándose los tratamientos durante todo el año 2001 y parte del 2002. A juicio de la recurrente, añade el
desarrollo argumental del motivo, "se aprecia la ausencia de una fecha cierta en la que fuera posible determinar
el alcance de todas las lesiones". Dice a continuación que "lo cierto es que los neurólogos, ya desde el primer
momento señalan en sus informes que la evolución y definitiva concreción de las lesiones y secuelas de la
menor no podrán ser determinadas sino tras la pubertad, pudiendo producirse variaciones sustanciales en
el crecimiento". Niega más tarde la existencia en este caso de "daños permanentes", pues las sentencias
de este Tribunal Supremo que cita la de instancia "vienen constreñidas a las denominadas tetraparexias
con parálisis infantil permanente e invariable", que no sufre la menor, deduciéndose de los informes clínicos
obrantes en los autos que su estado no es permanente e invariable y sí continuado y variable. Como es de
apreciar en el elenco probatorio, "continuamente se la ha estado sometiendo a tratamientos de toda índole,
incluidos los quirúrgicos, habiéndose en muchos casos apreciado mejorías que no serían predicables de
una persona afectada de una tetraparexia, paraplejia, etc". "Son pues daños continuados, que, a tenor de la
edad de la menor, todavía hoy, como se ha manifestado, siguen produciéndose". Por ello, afirma después, la
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situación encaja de manera mucho más acertada en otra similar (también con diagnóstico de anoxia cerebral
e importantes daños motores) de la que da cuenta la sentencia de esta Sala Tercera de 28 de junio de 2006,
dictada en la casación 4230/2002, que apreció que los daños de la recién nacida tenían la consideración de
continuados, al hacerse relevantes con el paso del tiempo y el crecimiento de aquélla. Cita como similares y
con iguales pronunciamientos los de las sentencias de esta Sala de 6 de abril de 2004 y 28 de junio de 2006.
Y por último son de ver en aquel desarrollo afirmaciones en las que se lee que "por la cercanía de fechas
que refiere la propia sentencia, la resolución se aparta del establecido criterio de interpretación restrictiva del
instituto de la prescripción"; que la indeterminación del día inicial o las dudas que sobre el particular puedan
surgir no deben en principio resolverse en contra de la parte a cuyo favor juega el derecho reclamado; que la
jurisprudencia exige la fijación de un término a quo claro para el cómputo; o que para estos casos de daños o
lesiones que se mantienen durante un tiempo continuado, habrá que atenerse, pues, al momento en que se
conozcan de modo definitivo los efectos del quebranto producido.
Y el segundo, último de los que se formulan, denuncia en su enunciado la "incorrecta aplicación de
la doctrina jurisprudencial aplicable al caso concreto", pues, insistiendo en lo dicho en el primer motivo,
las sentencias que cita la de instancia "son claramente contrarias e inaplicables al supuesto de hecho de
las lesiones sufridas por la menor... y a sus evoluciones posteriores, al referirse (todas ellas) a parálisis
cerebrales permanentes e invariables asociadas a tetraparexias o paraparexias... y por tanto evaluables en sus
detrimentos, desde el primer momento, pues su carácter de invariables las hace, en sí mismas inevolutivas".
Dichas sentencias, añade, recogen la llamada doctrina de los daños permanentes, que en modo alguno se
han producido en el caso de la menor. Es la doctrina del daño continuado la que habrá de aplicarse, recogida
en las sentencias que en parte, y poniendo fin al desarrollo argumental del motivo, trascribe (de fechas 10 de
marzo de 2005, 28 de junio de 2006, 14 de julio de 2009 y 6 de abril de 2004, dictadas, respectivamente, en
los recursos de casación números 982/2001, 4230/2002, 2346/2005 y 3560/1999).
QUINTO.- Dichos motivos, que plantean en realidad una misma y única cuestión y que por ello
analizamos juntos, como un todo, se integran o construyen con argumentos que conducen, sólo, a convertir
a este Tribunal de casación en Tribunal de instancia, con la obligada consecuencia de su desestimación.
Hemos de resaltar ante todo que esos motivos, como no podía ser de otro modo a la vista del fundamento
de derecho cuarto de la sentencia recurrida, no niegan que ésta haya tomado en consideración el inciso
final del art. 142.5 de la Ley 30/1992, ni niegan tampoco que haya tenido en cuenta la jurisprudencia que,
complementando ese inciso, distingue entre daños permanente y daños continuados.
También hemos de resaltar que no afirman que la norma contenida en ese inciso o la jurisprudencia
que la complementa hayan sido interpretadas erróneamente por aquella sentencia.
Lo que sostienen es, en suma, que esa norma y esa jurisprudencia han sido aplicadas con error al caso
de autos, dado que los elementos de juicio o de prueba de que dispuso la Sala de instancia conducían a que
no quepa determinar aún el alcance de las secuelas que padece la menor.
Plantean, pues, un tema de valoración de la prueba. Pero lo hacen, y esto ya es importante, sin traer
a colación concretos particulares de ella que (1) identifiquen de modo preciso, (2) analicen con detalle y (3)
comparen con los restantes y, en especial, con los que cita la sentencia recurrida cuando aborda la labor
de decidir si el alcance de las secuelas quedó determinado y, si es así, en qué fecha (informe pericial sobre
valoración del daño aportado por los actores al expediente administrativo; informes del servicio de neurología
infantil emitidos por los doctores que menciona; informes oftalmológicos, tanto los que hacen referencia a la
fecha de 19 de julio de 2001, como el posterior emitido el 21 de mayo de 2002; e informes traumatológicos,
el último de 31 de enero de 2001). Y lo hacen, siendo esto lo definitivo, sin que demuestren lo único que este
Tribunal de casación puede controlar en ese ámbito, a saber: que aquella valoración haya de tenerse por
ilógica, irrazonable o arbitraria.
Una valoración como esa no se desprende de lo que aquellos argumentan, pues, de un lado, citan sin
más concreción los informes de los neurólogos, pero sin detenerse en el análisis de los que de modo más
preciso identifica la sentencia; y, de otro, no es por sí sola esclarecedora del problema la circunstancia de
que la menor no padezca una tetraparexia o paraparexia, ya que éstas no son los únicos padecimientos que
dan lugar a daños permanentes, dependiendo su calificación, como permanentes o como continuados, del
diagnóstico que en cada caso singular quepa percibir acerca de si el alcance de las secuelas ha quedado o no
determinado. Ni una valoración como aquélla se deduce de los razonamientos que expone la Sala de instancia
en las letras a), b) y c) del fundamento de derecho cuarto de su sentencia, que termina afirmando, en su último
párrafo, que "nos encontramos ante secuelas que en todo caso desde antes del 13 de diciembre de 2001 -un
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año anterior a la fecha de la reclamación administrativa- habían quedado definitivamente identificadas, estando
determinados los efectos del quebranto y su intensidad, y ello sin perjuicio de los tratamientos aplicados con
el designio de mitigar sus consecuencias, aliviar los padecimientos de la paciente o mejorar su calidad de
vida". No hay ahí dudas sobre el dies a quo, que se resuelvan en contra de la parte no grabada con la carga
de la prueba de ese extremo.
SEXTO.- La desestimación de los motivos de casación alegados comporta la declaración de no haber
lugar al recurso interpuesto y la imposición de las costas procesales a la parte recurrente, según establece
el art. 139.2 de la Ley Jurisdiccional, si bien, como permite el apartado tercero del mismo precepto, procede
limitar su cuantía, por el concepto de honorarios de Abogado de la parte recurrida, a la cifra de trescientos
euros, dada la circunstancia reseñada en el fundamento de derecho segundo de esta sentencia.
Por lo expuesto, en nombre de su Majestad el Rey, y en ejercicio de la potestad de juzgar que emanada
del pueblo español, nos confiere la Constitución,
FALLAMOS
NO HA LUGAR al recurso de casación que la representación procesal de D. Luis Manuel y Doña
Susana interpone contra la sentencia de fecha 19 de junio de 2009, dictada por la Sección Tercera de la Sala
de lo Contencioso-Administrativo del Tribunal Superior de Justicia de Castilla y León, con sede en Valladolid,
en el recurso núm. 369/2004. Con imposición a la parte recurrente de las costas de este recurso de casación,
con el límite fijado en el fundamento de derecho sexto de esta sentencia.
Así por esta nuestra sentencia, que deberá insertarse por el Consejo General del Poder Judicial en
la publicación oficial de jurisprudencia de este Tribunal Supremo, definitivamente juzgando lo pronunciamos,
mandamos y firmamos . PUBLICACIÓN.- Leída y publicada ha sido la anterior sentencia por el Magistrado
Ponente de esta Sala Excmo. Sr. D. Segundo Menendez Perez, todo lo cual yo el Secretario, certifico.
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