Poder Judicial de la Nación

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USO OFICIAL
Juz. 7 Sec. 14
Causa
N°°
1.827/00
“RAMPI
ARGENTINA s/ daños y perjuicios”
P.
c/
BANCO
DE
LA
NACION
En Buenos Aires, a los 12 días del mes de abril del año dos mil once, hallándose reunidos en
acuerdo los Señores Vocales de la Sala III de la Excma. Cámara Nacional de Apelaciones en
lo Civil y Comercial Federal a fin de pronunciarse en los autos “RAMPI P. c/ BANCO DE
LA NACION ARGENTINA s/ daños y perjuicios”, y de acuerdo al orden de sorteo el Dr.
Antelo dijo:
I. El señor P. Rampi inició este pleito contra el Banco de la Nación
Argentina (“el Banco”) para ser indemnizado por los daños y perjuicios causados por su
inclusión como moroso incobrable (situación 5) en la base de datos del Veraz.
Mediante la sentencia de fs. 814/816vta. el señor Juez de primera
instancia hizo lugar parcialmente a la demanda y condenó al Banco al pago de $ 30.000 en
concepto de daño moral, más las costas del pleito y los “intereses legales desde que se produjo
el hecho ilícito” (fs. 816, 2do párrafo, y 816vta.).
II. Ambas partes apelaron el fallo (ver fs. 817 y 820 y autos de
concesión de fs. 820vta. y 820bis vta.). El Banco expresó agravios a fs. 826/828 y la actora lo
hizo a fs. 831/833vta., dando lugar a las contestaciones de fs. 841/842 y 835/840,
respectivamente.
El demandado se queja de la responsabilidad que se le imputó por haber
calificado al actor como deudor moroso. Sostiene que se trató de un error involuntario y que el
mismo fue inmediatamente rectificado tanto a través de cartas-documento a las empresas de
informes comerciales como por medio de una publicación en un diario local (fs. 826/827). Con
relación al daño moral reconocido al señor Rampi, niega su procedencia ante “infracciones de
débitos patrimoniales” así como también que se haya demostrado el perjuicio, recordando que
la situación no perduró más allá de dos meses (fs. 828).
El agravio del actor hace al monto de la condena ($ 30.000 e intereses),
al que considera insuficiente para reparar el daño. Pide que la indemnización sea
ejemplificadora (fs. 831vta.) y recuerda la exposición pública a la que estaba sometido como
consecuencia de su carrera política, el prestigio alcanzado en el ámbito privado por su
profesión de escribano y la repercusión negativa que tuvo la noticia en tales ámbitos (fs.
831/833).
Median asimismo apelaciones contra la regulación de honorarios (fs.
817, pto. II y 820, “Otro si digo”).
III. En el mes de abril de 1998 el Banco Nación incluyó al señor Rampi
en el registro de deudores que envía mensualmente al Banco Central de la República
Argentina (“BCRA”), calificándolo por error en la categoría 5 (deudor irrecuperable). Esta
información fue incluida en la base de datos que llevan las empresas Veraz y Fidelitas. El 15
de septiembre de ese año el actor tomó conocimiento de esta situación por medio de un
artículo publicado en la primera página del diario “Nueva Imagen” de la localidad de Carlos
Casares. Al efectuar el reclamo en el Banco, le informaron que se había tratado de un error y
le hicieron entrega de un certificado (ver documental acompañada a la demanda y reservada a
fs. 62vta.; informativa de fs. 321/322, 432/433 y 467; testimonial de fs. 516/518; confesional
del actor de fs. 513/514 e informe pericial de fs. 327, pto. 2).
IV. Responsabilidad del Banco Nación
Los hechos expuestos en el considerando anterior fueron expresamente
reconocidos por la accionada, quien admitió haber incurrido en un “error”, bien que
involuntario, respecto de la situación financiera del actor. Afirmó, tanto en el responde como
en su alegato, que la información registrad era falsa y que por ello había procedido a
rectificarla mediante cartas-documento y el envío de un CD a las empresas involucradas y al
BCRA con los datos correctos del mes de abril de 1998 (fs. 57vta., pto. II, segundo párrafo,
806/807). La absolución de posiciones del Presidente del Banco Nación y el testimonio del
Administrador de la sucursal de Carlos Casares de esa entidad concuerdan con esa admisión
de los hechos corroborada, por lo demás, en la expresión de agravios (fs. 353/355, 516/518 y
826/830).
No hay negligencia “involuntaria” (art. 512 del Código Civil). Por lo
tanto, una vez reconocido el hecho que causó el perjuicio, la entidad bancaria que motivó la
inclusión de Rampi en la base de datos debe afrontar las consecuencias (arts. 1109 y 1113 del
Código Civil).
La conclusión expuesta me exime de analizar las defensas opuestas por
el Banco las que, por lo demás, atañen a la indemnización reclamada y no a su deber de
responder.
V. Reparación
El actor discriminó los rubros pretendidos de la siguiente manera:
$589.000 en concepto de daño moral y $11.000 por daño emergente (ver segunda ampliación
de la demanda, ptos. II y III, fs. 26/26vta.). El a quo rechazó el daño material y admitió el
moral por la cantidad de $30.000 con más sus intereses. Los dos litigantes cuestionaron el
monto de la condena. Aclaro que la actora no se quejó del rechazo del daño patrimonial por lo
que este aspecto del pronunciamiento quedó firme (art. 271 del Código Procesal).
La cuestión concierne entonces al agravio moral. Se ha dicho que éste
importa la lesión a un interés espiritual, o bien, una modificación disvaliosa del espíritu en el
desenvolvimiento de su capacidad de entender, querer o sentir que surge de una comparación
entre la situación que la víctima tenía antes y después del hecho dañoso (Pizarro, Ramón
Daniel en “Daño Moral” de la Colección Estudios de Derecho Civil de la Facultad de Derecho
y Ciencias Sociales de la Universidad Católica de Córdoba, Alveroni Ediciones, Año 1994,
Capítulo primero, punto II y III, págs. 26 y 28).
En la mayoría de los supuestos es necesaria la prueba de su existencia,
bastando para admitirlo que la lesión espiritual sea concomitante con el hecho de acuerdo a su
naturaleza y a las circunstancias particulares de la causa (esta Sala, causas nº 2218/93 del
28/10/93 y 4547/00 del 8/7/03).
Considero que quien figura injustificadamente en un padrón de deudores
con el calificativo de “deudor irrecuperable” -tal el significado asignado a la categoría “5” (ver
fs. 114, 354, respuesta a la sexta posición y fs. 433)- ve comprometido su honor y prestigio y
merece ser resarcido del padecimiento espiritual experimentado bajo el título de daño moral
(esta Sala, causa nº 5792/01 del 29/9/09). En el sub lite, la publicación del diario “Nueva
Imagen” hizo que la información crediticia falsa del actor haya trascendido las fronteras de las
entidades financieras y los particulares interesados para asentarse en el ámbito público dentro
de la localidad de Carlos Casares (ver fs. 7/8 y testimoniales de fs. 333/341). Esto implicó que
el actor vea afectada no solamente su reputación en cuanto al cumplimiento de sus
obligaciones y contratos frente a terceros, sino también su credibilidad política, sobre todo, en
el ejercicio de cargos públicos.
Para traducir ese sufrimiento en términos económicos, cabe estar a las
circunstancias antes apuntadas, y a otras tantas, relevadas en la causa, a saber: que el señor
Rampi es escribano y titular de un Estudio Notarial en la localidad de Carlos Casares (fs. 209
y 528); que desarrolló una carrera política como intendente de Carlos Casares en dos períodos,
como diputado provincial y, luego, como diputado nacional por la provincia de Buenos Aires
(fs. 221, 236/239 y 345); que goza de un buen concepto en todas las distintas entidades
financieras donde es cliente, incluida la demandada (fs. 172, 203, 208, 220, 222, 227, 230,
562/564, 648 y 674); que la información equivocada se mantuvo en la base de datos del
BCRA hasta el mes de noviembre de 1998 (fs. 58vta.); que las declaraciones testimoniales
dieron cuenta de que el señor Rampi gozaba de muy buena reputación, que su escribanía era
de las más prestigiosas y respetadas del pueblo y que, a raíz del hecho de autos, perdió
credibilidad y confianza entre la gente y sus clientes (fs. 333/341); que al día siguiente de la
aparición de la noticia en el diario “Nueva Imagen”, se publicó una desmentida en el diario “El
Oeste” (fs. 530/532) que, si bien aclaraba la verdad de los hechos, ella puede reparar el daño
en cierta medida pues no todos los que leyeron la primer noticia -titular principal de la primera
página, fs. 7/8- habrán leído la segunda en letra de menor tamaño en la parte inferior derecha
de la página (fs. 51); que los periódicos mencionados son los de mayor circulación en la zona
de Carlos Casares (fs. 11vta., 58vta. y 333vta.); que el Banco Nación entregó al actor una
constancia de su equivocación el día 16/9/98 (fs. 58, pto. 1, 48 y 513/514).
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Al mismo tiempo, hay que tener en cuenta que la facultad que en este
tipo de casos tiene el juzgador para morigerar la indemnización (art. 1069 del Código Civil,
texto según ley 17.711, y art. 165 del Código Procesal) le impone actuar con prudencia al
momento de fijarla, de manera que no sea irrisoria ni, tampoco, exorbitante. Es decir, “no
debe ser tan baja e intrascendente, que importe un verdadero desmedro o una ofensa para lo
justiciable … Ni tan elevada, que parezca extravagante y lleve a un enriquecimiento injusto”
(ver Mosset Iturraspe, Jorge en “Daño Moral” cit. anteriormente, Capítulo segundo, págs. 34,
tercer párrafo, y 38, pto. 5).
Atendiendo a las pautas indicadas, considero que la suma de $30.000
reconocida por el Juez de grado es razonable y se ajusta, además, al criterio que esta Sala
adoptó en casos análogos (causa nº 5762/01 del 29/9/09).
Por todo lo expuesto, propongo que se confirme la sentencia apelada,
con costas (art. 68, primer párrafo, del Código Procesal).
Así voto.
La Dra. Medina, por análogos fundamentos adhiere al voto precedente.
Con lo que terminó el acto firmando los Señores Vocales por ante mí que doy fe. Fdo.:
Guillermo Alberto Antelo - Graciela Medina. Es copia fiel del original que obra en el T° 4,
Registro N° 100, del Libro de Acuerdos de la Sala III de la Excma. Cámara Nacional de
Apelaciones en lo Civil y Comercial Federal.
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