EXCELSIOR Domingo 1 de mayo DE 2016 AJEDREZ ARTURO XICOTÉNCATL H. L. Ternblad, compositor sueco, Svenska Marrask, 1942. con Tc3++, y de no existir la torre negra se proyecta una imagen de mate mediante Ta3 seguido del avance del peón d2. Pero el alfil existe y si 1. Ta3 las negras impiden el cumplimiento del enunciado con 1. ... Te4! Entonces, ¿cómo dar jaque mate en dos movimientos? ====== Mate en dos jugadas. Juegan blancas. El creador de la posición, induce, dada la situación de ahogo del monarca negro, a mover la torre de la tercera fila. Observe, de no existir el Alfil se daría mate [email protected] La solución Hay varias razones por las que el solucionista desea mover la torre a la tercera fila. Lo sugiere la Dama que toca con su visión de rayos X al rey negro, El Ag8 toca también con rayos X la casilla b3. El movimiento clave está muy oculto en la yema de los dedos del solucionista: 1. Te3! Si 1. ... Te4 2. d4++. Si 1. ... d4 2. d3++ el alfil borra la casilla de escape en b3. Si 1. ... Ac3 2. Txc3++. @Expresiones_Exc MARÍA LUISA PUGA (1944-2004) POR VIRGINIA BAUTISTA [email protected] A María Luisa Puga (19442004) le gustaba escribir a las cuatro de la madrugada, “la hora en la que no hay nada que perturbe este acto”, decía, con una pluma Mont Blanc, de preferencia con tinta sepia, en cuadernos que poco a poco convertía en arte-objeto y acompañada por sus infaltables cigarros. La novelista y cuentista repitió este ritual durante décadas para dar vida a su largo y diverso diario personal, vertido finalmente en 327 libretas de distintos tamaños que se resguardan en 12 cajas de plástico, del que nunca se separaba y al que no dejaba leer a nadie, excepto a su hermana Patricia Puga, a quien heredó los manuscritos. “Es como si ese diario fuera mi mamá, a la que recurro para acusar al mundo de todas las cosas que me hacen”, afirmaba la también ensayista y autora de literatura infantil, quien vivió convencida de que más que sus libros serían sus diarios los que la harían famosa. Patricia Puga narra lo anterior y evoca a su hermana como “la mujer más congruente que conozco, de verdad vivió como pensaba, dedicada exclusivamente a la escritura. Fue muy fiel a ella misma, muy verdadera, muy auténtica, nunca se traicionó”. En entrevista con Excélsior, la sicoterapeuta detalla que los diarios de María Luisa, aún inéditos, y que están en proceso de digitalización, condensan no sólo sus sentimientos, sino sus ideas y reflexiones. “En uno de los cuadernos apuntó, por ejemplo, a sus 52 años de edad, que estaba renunciando a cinco cosas: al dinero, a la fama, a ser dama, a la maternidad y al éxito”, comenta quien posee la sucesión testamentaria de la autora de 11 novelas, entre las que destaca Las posibilidades del odio (1978). Detalla que no hay continuidad entre los diarios de la Premio Xavier Villaurrutia 1983, por Pánico o peligro. “De repente escribe sobre la cotidianidad que la rodea, sobre sus amigos o críticas al gobierno, y de repente redacta una reseña de libro, el adelanto de una novela, describe sus proyectos o dibuja. “Su letra es bella, pero a veces no se entiende. Hay un cuaderno cuya portada es una tabla de madera pintada y las hojas son de carpeta con perforaciones y están adornadas con hilos. Cada uno es una pieza de arte”, agrega. Patricia narra que la autora de Antonia (1989) y Nueve madrugadas y media (2003) le confió una mañana que había quemado los primeros 20 años de sus diarios, que empezó a escribir a principios de los años 60 de la pasada centuria. Patricia Puga, hermana de María Luisa Puga. Revelada por sus diarios Fotos: Paola Hidalgo Doce cajas resguardan los diarios de María Luisa Puga. La autora de Las posibilidades del odio y Pánico o peligro, por mencionar dos de sus novelas, dejó un fiel testimonio de su vida, pensamiento y talento literario en una gran cantidad libretas que están hoy en proceso de digitalización 327 LIBRETAS conforman los diarios de Puga. “Cuando le pregunté por qué lo había hecho, respondió que porque ya todo estaba escrito en sus novelas. Creo que ella no estaba consciente en ese entonces de qué tan buena escritora era”, asegura. Además de esa pérdida, narra, del lote de 327 libretas numeradas faltan unos 20 ejemplares. “Isaac Levin, su última pareja, me entregó las cajas seis meses después de la muerte de María Luisa. Él murió el año pasado. Aún espero que esas libretas estén en algún lugar y aparezcan, para que sus diarios estén completos”. ORDEN Y PRECISIÓN En la primera hoja de los cuadernos de María Luisa Puga aparece una especie de menú, es decir, la descripción del contenido con su respectivo signo; así, un rombo antecede alapalabraNovela, un círculo a Diario, y otras figuras geométricas a Proyectos, Lecturas, Artículos, Talleres o Críticas literarias. De tal forma que la autora de unos 24 títulos sólo colocaba, ya en el interior del diario, un rombo, un círculo o el signo que corresponde a lo que escribía. “Falta que un especialista en su obra los lea, porque estos escritos pueden inspirar diversos proyectos, cada tema es un mundo”, señala Patricia. Dice que, en general, los diarios de su hermana echan luz sobre cómo se sintió a lo largo de su vida y cuál era su visión de este mundo que recorrió desde que tenía 24 años de edad, cuando viajó por primera vez a Londres y continuó por Italia, Grecia y Kenia, África. “Comenzando por su amor por el mar, pues tanto nuestra infancia como nuestra adolescencia transcurrieron en Acapulco, tras la muerte de mi madre, y Mazatlán, a donde nos llevó nuestro padre cuando se volvió a casar”, narra Patricia, quien confiesa que aún no ha leído la totalidad de los diarios. En tinta sepia, María Luisa Puga comparte lo que significó para ella regresar a México después de diez años de ausencia, no vivir aquí el movimiento estudiantil de 1968, su lucha en defensa de los pobres e indígenas, su militancia en la izquierda mexicana y su vida en su casa ubicada a orillas del lago de Zirahuén, en Michoacán. Pero también sus malas experiencias amorosas, las decepciones de los amigos que se incorporaron al sistema, su secuestro durante una semana de 1995 y el dolor que enfrentó hacia el final de su vida, cuando padeció artritis y cáncer de hígado, cuenta su hermana. Patricia Puga, quien custodia los diarios desde hace 12 años, está abocada a su mantenimiento y difusión e informa que la investigadora Irma López, de la Universidad de Kalamazoo, Michigan, realiza el primer libro sobre los diarios. “Ella consiguió el apoyo de la universidad para digitalizarlos y los está estudiando”. Dice que otro pendiente que tiene es registrar los diarios ante el Instituto Nacional de Derechos de Autor y lograr que las editoriales que publicaron la obra de María Luisa Puga, como Siglo XXI, Alfaguara y el Fondo de Cultura Económica, acepten reeditarla para que lleguen a los jóvenes lectores. 2: EXPRESIONES Domingo 1 de mayo DE 2016 : EXCELSIOR El búho RENÉ AVILÉS FABILA TRES PARA LLEVAR [email protected] 1. Garro, eternamente calumniada Una joven peruana viaja a España. En medio de su caos trata de sobrevivir, sabe que el recato nunca ha sido su fuerte: bebe, fuma, toma drogas, vive de manera disipada su sexualidad. Es una chica “progre” que se ha atrevido a dejar el terruño para enfrentarse a la vida en otro país; ama los libros y está convencida de que escribiendo buscará sobrevivir. Gabriela Wiener (Lima, 1975) pertenece a esa generación de periodistas que se hicieron en la escuela de la revista Etiqueta negra; también poeta, ha escrito relatos y sobre todo crónicas. Este es su quinto libro y, si hay algo que la distingue, es su completa sinceridad y libertad. Como en un blog, Wiener rescata una serie de textos autobiográficos que la retratan de cuerpo completo; sus historias son las de una mujer —convertida en madre— que revelan más que el cotidiano acontecer de una chica moderna para mostrarse como confesiones de una generación: de una pléyade de hombres y mujeres que no acaban por sentirse adultos, que reservan para el más inmediato plazo una lista de aspiraciones y que somatizan sus más añejos temores y creencias en un rosario de malestares que serán sus achaques futuros. —Luis Carlos Sánchez Ella políticamente era simple, no entendía la maldad del sistema nacional. Se alarmó por las amenazas de Gustavo Díaz Ordaz. I gnoro cuántos artículos he escrito sobre Elena Garro, acaso más de quince. Ha sido una tarea obsesiva, en especial si sumamos conferencias, mesas redondas, programas radiofónicos. Recuerdo mi discurso de agradecimiento en Puebla, luego de recibir la Copia de la Cédula Real de su fundación, donde señalé que su estado natal debería desatar el magno homenaje que requería su grandiosa obra e intensa personalidad. Si Elena en vida padeció persecuciones, calumnias, miserias e injurias, luego de su muerte, su poderosa presencia literaria, poblada de novelas, cuentos y piezas dramáticas de inmensa calidad, que llegaron, incluso, a llamar la atención de dos cumbres de las letras en castellano: Borges y Bioy Casares, ha ido imponiéndose aun a sus enemigos más tenaces. Hace unas semanas, un hombre rencoroso y abominable escribió un par de notas llenas de ofensas. No críticas a su arte literario, iba directo a la persona, a quien le “descubría”, perversiones sin fin. No había cómo responder a páginas calumniosas, ataques personales a la mujer, basados en rumores y chismes que difundieron intelectuales como Carlos Monsiváis y Elena Poniatowska. ¿De qué la acusaban? De haber delatado a los dirigentes del movimiento estudiantil del 1968. Hay que ser idiota o ingenuo para ignorar que el gobierno mexicano, pese a sus mil pifias, tiene en sus manos el historial de sus enemigos. No hablamos del encabezado por Peña Nieto, sino del bestial de Díaz Ordaz. Además, los medios repetían insistentemente los nombres de los líderes. Si Elena, asustada ante el poder, los repitió, fue un acto ingenuo. Que Elena era anticomunista, lo sé. Desde que la conocí, en la embajada cubana, en los inicios de la Revolución de Fidel Castro, supe de su escepticismo por el marxismo. Tenía la testarudez de luchar por los campesinos, algo natural en un país que se ha ensañado con ellos. Que no le simpatizaban las grandes figuras de la cultura nacional. ¿Y por qué razón debería profesarles devoción? Son en general perversos. El asunto del 68 la persigue y falsos izquierdistas la ven como un monstruo, mientras que sus detractores llegaron a Buenos Aires acompañando a Luis Echeverría y luego acudieron a Los Pinos a recibir cálidas palabras de Carlos Salinas. Multitud de fotografías que han circulado en las redes sociales lo prueban. Elena Garro políticamente era simple, no entendía la maldad del sistema nacional. Se alarmó por las amenazas de Díaz Ordaz y luego de permitir la arrebatada carta de su hija a su padre (cuya renuncia a la diplomacia es polémica), ambas huyeron de modo dramático a Europa. Como pudieron sobrevivieron. En París recuperé la relación con ellas. Desde El Búho, en Excélsior entonces, convoqué a darles apoyo, hicimos colectas para ayudarlas, hablamos con dos personajes de aquellos momentos, José María Fernández Unsaín y Emilio Carballido, que las amaban y de esta manera comenzamos el inicio de los trámites (ni pasaporte mexicano tenían) para el regreso. Rosario, mi esposa, y Emilio fueron a hablar con las dos Elenas y de tal manera vinieron unos días a explorar un México enrarecido. Elena fue recibida cariñosamente por un grupo pequeño en Guadalajara; viajamos a Aguascalientes y Monterrey, donde ella habló de su posible regreso. Éste se efectuó meses después, aquí la ayudaría el Conaculta. Pero ya en su patria la pesadilla reapareció y recibía frecuentes ataques, insisto, no a su obra literaria, sino a su persona. La “izquierda” y los lacayos de Paz la señalaron como “traidora”. Quedó confinada en un sórdido departamento en Cuernavaca, sin aire acondicionado y con sus gatos. Murió casi en soledad. La sobrevivió, no por mucho, Helena Paz Garro. Ya ninguna verá que el valor de sus letras es uno de los mayores logros de la literatura mexicana. Muchos han precisado que luego de sor Juana Inés, es ella la mayor escritora. Pienso y lo he dicho públicamente, que cometimos un error al traerla a México. En París hubiera pasado mejor sus últimos años. TÍTULO: Llamada perdida AUTOR: Gabriela Wiener EDITORIAL: Malpaso, España, 2016; 201 pp. 2. Más que interesante resulta la vida de Marga d’Andurain, protagonista de Cautiva en Arabia. Enigmática, inteligente y aventurera son calificativos que describen la personalidad de esta mujer nacida en Francia a finales del siglo XIX. La voz omnisciente que narra este libro nos guía a través de una serie de peripecias que entretejen la tensión argumentativa de esta historia, gracias a un personaje que bien se desempeñó como espía en movimientos bélicos, fue una posible asesina o una mujer burguesa que se relacionaba con la aristocracia. El recorrido de estas páginas nos acerca a países tan diversos como Egipto, España, Francia o Inglaterra. Uno de los grandes aciertos de esta publicación es acompañar el relato escrito con imágenes bien elegidas de Marga en diferentes sucesos de su vida. A pesar de ser una novela bien contada, el personaje supera la expectativa que genera esta biografía novelada. Quedó confinada en un sórdido departamento en Cuernavaca, sin aire acondicionado. Escribí en Excélsior: “Ayer sábado 22 de agosto de 1998 murió Elena Garro. Fallece poco después de su exmarido Octavio Paz. Como era de esperarse ni su deceso fue una conmoción mediática ni el Presidente de la República asistió a sus funerales. Las deudas médicas —supongo— los cubrirá el CNCA, a diferencia de la enfermedad y fallecimiento de Paz, que corrieron por cuenta de la presidencia de Ernesto Zedillo. La vida fue injusta con Elena, pero ella contribuyó para que las cosas siempre fueran difíciles. Nos quedan sus portentosas obras literarias y el recuerdo de una biografía que parece un rompecabezas emocional e intelectual. Algún día aparecerán los críticos que Elena necesita para ser valorada lejos de la relación terrible con Octavio Paz: el poeta que se convirtió en ogro y que nada tuvo de filantrópico, fue un enamorado del poder… “No batallará más para conseguir dinero para oxígeno, medicamentos, la comida de los gatos, las cuentas telefónicas… No fue a los mejores hospitales ni la velaron en el Palacio de Bellas Artes, como a Lola Beltrán, Carlos Monsiváis o a Octavio Paz. Quedó en una tumba modesta. La sobrevive su hija Helena, la que sacrificó carrera y vida por seguir a su madre en un terrible peregrinar, heredera de una tragedia que comenzó hace muchos años, cuando Elena y Octavio se casaron y fueron muy infelices”. ——Alberto Medrano TÍTULO: Cautiva en Arabia AUTOR: Cristina Morató EDITORIAL: Plaza Janés, México, 2016; 415 pp. 3. Las delicias de la vejez, el privilegio y la aventura de vivir, su pasión por los elementos de la tabla periódica, su relación con el judaísmo, la enfermedad y la muerte son los temas que inspiraron los cuatro pequeños ensayos que el escritor y médico británico Oliver Sacks (1933-2015) escribió los últimos dos años de su vida. En febrero de 2015, tras terminar la versión definitiva de su autobiografía En movimiento”, recibió la noticia de que el melanoma que le habían diagnosticado en un ojo había hecho metástasis y ahora le afectaba el hígado. Le dieron seis meses de vida. El renovador de la narrativa médica decidió dedicar sus últimos días a comunicar a través de la palabra escrita su gratitud con la vida, sus amigos y lectores por los momentos compartidos y porque a los 81 años seguía nadando kilómetro y medio cada día. Así, además de nadar, tocar el piano y viajar, redactó los ensayos Mercurio, De mi propia vida, Mi tabla periódica y Sabbat. Este último fue muy importante para él, pues regresó a la esencia de la religión de su padre y de su niñez. El texto se publicó dos semanas antes de su muerte, el 30 de agosto del año pasado. —Virginia Bautista TÍTULO: Gratitud AUTOR: Oliver Sacks EDITORIAL: Anagrama, México, 2016; 61 pp. —— www.reneavilesfabila.com.mx EL RADAR EXPRESIONES [email protected] @Expresiones_Exc RECOMENDACIONES EFEMÉRIDES El libro Un escritor de la Revolución Cerca de cumplir 40 años, Renata inicia su marcha al deterioro a pesar de que su matrimonio marcha bien. BREVE Un día como hoy, pero de 1899, nació el escritor y periodista mexicano Rafael F. Muñoz. Sus vivencias en la Revolución lo inspiran para escribir Se llevaron el cañón para Bachimba y Vámonos con Pancho Villa. Murió el 2 de julio de 1972. El MOMA, listo para reabrir Hoy cumple TIMNA BRAUER CANTANTE AUSTRIACA / 55 AÑOS Orient (1987) y Mozart Anders (1992) son sólo una parte de su discografía selecta. OTRAS PRODUCCIONES Chansons et violons (1997), Songs from Evita (2001) y Der kleine Mozart: Listen and Play CD for Children (2006). TÍTULO: Esa otra orfandad AUTOR: Gabriela Couturier EDITORIAL: Cal y Arena, México, 2016; 270 pp. Víctor Manuel Torres Coordinador Edgar Hernández Editor Paola Rodríguez Coeditora Visual SAN FRANCISCO.— El Museo de Arte Moderno de San Francisco (MOMA) reabrirá sus puertas el 14 de mayo tras una renovación de tres años y 305 millones de dólares con la que busca convertirse en galería de talla global y estrechar los lazos con Latinoamérica y Asia. “Queremos expandir nuestra colección Mario Palomera Diseño geográficamente, explicó el director del museo, Neal Benezra, durante la presentación a la prensa de las nuevas instalaciones. El MOMA de San Francisco se fundó en 1935 y durante años fue el único museo al oeste de Chicago interesado en arte moderno. Exhibirá mil 900 piezas cuando reabra. (EFE) EXCELSIOR : Domingo 1 de mayo DE 2016 EXPRESIONES ADELANTO EDITORIAL Café París El yugo EDUARDO GARCÍA A. [email protected] El peatón de París Esa locura insaciable de la ciudad ha reinado en todos los tiempos. POR CLAUDIO LOMNITZ Especi a l [email protected] Cuando los anarquistas mexicanos hablaban de sus empleos o trabajos, los llamaban “yugos”. Poco después de que Enrique Flores Magón saliera de la cárcel, Rafael García le escribió: “En primer lugar, deseo encarecerte que no gastes tu limitadísimo tiempo en escribirme cartas largas”. Enrique debía cuidar su salud. Era demasiado tener dos “yugos” y mantener al día tanta correspondencia. Rafael continuaba felicitando a Enrique: “Por la ‘espectacular’ ascendencia de ese hueso, te ‘felicito’; nada agradable es yugo alguno, pero menos agradable es andar eternamente en busca de un chupa-huesos y, después de todo, tu yugo no es de lo peor, e indudablemente te dejará provecho”. 32 La tensión entre el trabajo como una imposición externa (un “yugo”) y el trabajo como un antojo (un “hueso”) es la tensión entre la realidad subjetiva del trabajador individual, que necesita, desea y busca un trabajo tan ansiosamente como un perro desea un hueso, y la realidad colectiva de todos los trabajadores, que han sido sometidos a un yugo en tanto clase social. Sin embargo, la tensión también expresa la relación entre la vida en Estados Unidos (un sacrificio impuesto) y la vida para México (un deseo). Entre los militantes, estas contradicciones se resolvían con la ansiosa búsqueda de un yugo para pagar las actividades revolucionarias. Los exiliados revolucionarios mexicanos se llamaban con frecuencia a sí mismos “luchadores” o “gladiadores”, pero su lucha implicaba una vida parecida a lo que las feministas llaman “la doble jornada”: trabajaban en sus yugos durante largas horas y luego usaban el sueldo para sus actividades colectivas y para el regreso. Si eran mujeres, a veces tenían que realizar una triple jornada. Unas semanas después de la muerte de su hermano Ricardo, Enrique le habló a su mejor amigo de su mala salud y atribuyó 32 Rafael García a Enrique Flores Magón, 3/julio/1921. Archivo Enrique Flores Magón (AEFM). Con autorización de Era, publicamos un fragmento del más reciente libro de Claudio Lomnitz sobre Ricardo Flores Magón su condición al desgaste de su doble vida: Llevo ya como un mes de traer un constante dolorcillo en el corazón. Y hay momentos, cuando me fatigo un poco, que me duele tanto y se me escapa el aliento de tal manera que hasta se me hiela el cuerpo y me tiemblan los nervios. Desilusiones, miserias, desengaños, angustias enormes y tristezas hondas en mi doble lucha por la causa y la torta de pan, trabajos excesivos —de día para el amo, de noche para los esclavos.33 A esto se referían Enrique y Ricardo cuando pensaban en sus vidas con una paradoja: eran esclavos de la libertad, una condición que requería una disciplina para soportar el castigo físico y mental, pero también un agudo sentido de la urgencia por emanciparse.34 Ambas fuerzas —esclavitud y emancipación, exilio y retorno— eran inmanentes en la vida cotidiana de estos luchadores. El mexicano, cuento de Jack London que sucede en un círculo social idéntico al de los personajes de este libro, trata de esta poderosa combinación de esclavitud y libertad en las diarias vicisitudes del yugo.35 Es la historia de un enigmático joven mexicano llamado Felipe Rivera que ofrece sus servicios a la Junta revolucionaria en Los Ángeles. Al principio, los miembros de la Junta no confían en él. Es un joven callado y misterioso. “‘Tiene el alma destrozada’, dijo May Sethby. ‘Le han arrancado la luz y la sonrisa. Parece un muerto y sin embargo está terriblemente vivo’.”36 El joven Rivera es un enigma para la Junta, porque nadie sabe nada de su pasado ni de su yugo; nadie sabe qué hace cuando no está trabajando para la Revolución. Cuando estalla la Revolución, la Junta necesita dinero desesperadamente para comprar armas y Rivera misteriosamente se ofrece a traer la enorme suma que se requiere. Es entonces cuando se revela que gana el dinero para la Revolución como boxeador. El cuento de London termina con una pelea profesional, de recompensa monetaria inmediata, en la cual interviene Rivera como un sustituto muy en desventaja. Frente a un contrincante que es un campeón de boxeo al estilo del Great White Hope,37 Rivera exige que sea una pelea en la que el vencedor se lleve toda la bolsa. El público le silba a Rivera y ni siquiera, en su propia esquina del ring, su equipo de asistentes cree en él. Jack London tiene el mérito de haber hecho de la conexión entre esclavitud y emancipación, exilio y retorno, yugo y revolución, el eje de la única historia que escribió sobre los mexicanos revolucionarios de Los Ángeles: “A Rivera se le olvidó su gesto usual de odio. Una imagen de innumerables fusiles lo cegaba. Cada rostro en el público, hasta donde él podía ver, los asientos más caros, se había transformado en un fusil. Y vio la larga frontera mexicana, árida, bañada por el sol y dura, y a todo lo largo de ella vio a las bandas andrajosas que sólo esperaban las armas”. No deja de ser 35 33 Enrique Flores Magón a Rafael García, 28 de diciembre de 1922. AEFM 34 Para un ejemplo del uso autorreferencial de la fórmula “esclavos de la libertad”, véase Enrique Flores Magón a Teresa Arteaga, 3 de julio de 1914. AEFM Jack London, The Mexican [1911], Novels and Stories, Library of America, Nueva York, 1982, pp. 920-44. 36 Ibid., p. 922. 37 The Great White Hope, película estadunidense de 1970, basada en la obra de teatro homónima escrita por Howard Sackler en 1967 [N. de E.]. TÍTULO: El regreso del camarada Ricardo Flores Magón AUTOR: Claudio Lomnitz EDITORIAL: Editorial Era, México, 2016. apropiado que London haya escogido el boxeo, “el odiado juego del odiado gringo”, como el yugo de su personaje. Rivera, escribió London, “despreciaba pelear por un premio; eso le era totalmente indiferente”.38 Sin embargo, el hecho de que Rivera sea un boxeador natural ¿no significa nada? Para Jack London sí, pues la historia decididamente tiene como eje el drama de la pelea y no el drama en el campo de batalla. No cabe duda de que los revolucionarios también se preocupaban por sus trabajos y por su vida en Estados Unidos. En última instancia, éstos eran espacios radicales para el cambio y la autoformación, no siempre aceptados con gusto, pero siempre transformadores. La Revolución tiene un ritmo que es un doble contrapunto: pasado/futuro y presente/futuro. Pasado y presente son fuentes alternativas de posibilidad y de fuerza para el futuro. El personaje mexicano de Jack London está obsesionado por la imagen de sus padres asesinados en 1907 a manos de las tropas del dictador en la huelga de los trabajadores textiles de Orizaba. Este recuerdo es la llama que le da la dureza del acero durante la pelea. Sin embargo, lo que lo vuelve indispensable para la Revolución es su triunfo en “el odiado juego del odiado gringo”. POR QUÉ ESCRIBÍ ESTE LIBRO Exilio y retorno, pureza ideológica y adaptación pragmática, personalismo y rechazo por principio del personalismo. Éstas son las tres parejas de antípodas que conforman este libro. Son las que han estado, también, en el centro de mi relación con México y con América Latina. 38 J. London, The Mexican [1911], cit., pp. 937 y 933. ESCRITOR ANIVERSARIO LUCTUOSO Sabato, “vital y arbitrario” EFE [email protected] BUENOS AIRES.— A cinco años de la muerte del escritor argentino Ernesto Sabato, su hijo Mario lo recuerda como una persona “muy enérgica”, vital y, a veces, algo “arbitraria” que contribuyó a generar un “momento mágico” en la literatura y militó por la vida, la justicia y “los derechos de los más pobres”. En entrevista, el cineasta Mario Sabato aseguró que el impacto y la influencia que tuvo su padre sobre los lectores junto a otros “grandes” autores de su época como Jorge Luis Borges, Mario Benedetti o Pablo Neruda es algo “irrepetible” en la actualidad, cuando el panorama literario es “paupérrimo” en todo el mundo. En este sentido, destacó la “ventaja” que tuvieron los jóvenes de entonces sobre los de ahora al contar con “gigantes” que escribían para ellos, aunque insistió en que no puede juzgar tanto porque se dedica “más a releer” sus cien obras predilectas que a descubrir nuevas creaciones que no le “atraen”. “Es probable que me equivoque”, pero “no creo que aparezca un Nabokov ni un Capote ni un Hemingway.” Tanto Mario como su familia no creen en los certificados de defunción y piensan que el autor de El túnel (1948), fallecido el 30 de abril de 2011 a los 99 años, “está vivo en casa”, por lo que no se sumirán en la tristeza. Por el contrario, lo recordaron con música, pintura y “alegría” en su hogar. Precisamente, esa casa, situada en la periferia de PROSA SÓLIDA Ernesto Sabato tiene tres novelas: El túnel, Abaddón el exterminador y Sobre héroes y tumbas, considerada una de las mejores novelas argentinas del siglo XX. :3 Buenos Aires, es la que en septiembre de 2014 se convirtió en un museo alejado de la “solemnidad” que recibe constantemente la visita de admiradores que “se conmueven” al ver un homenaje a “un hombre cotidiano”, el mismo hombre “que veían en los televisores”. La casa había sido un lugar de encuentro de jóvenes y artistas consagrados “que respiraba alegría y creatividad” hasta que, como recuerda Mario, se enfermó su madre en los años 90 y todo “se rompió en las sombras”. De hecho, a su juicio, su padre “se empezó a marchar ahí”, por lo que tras su fallecimiento decidió restaurar junto a su familia hasta el último detalle de lo que era su hogar “en esplendor” y recuperar “la magia” que desprendía antes. E l peatón de París es y ha sido una figura que atraviesa el tiempo a través de los siglos y sigue tan vigente como nunca, porque se alimenta de la efervescencia permanente de las calles, pasajes, rincones, bulevares y plazas de una de las ciudades más cantadas y descritas del mundo. El escritor LéonPaul Fargue, quien escribió un magnífico libro de crónicas con ese título peatonal en los años treinta del siglo XX, en tiempos de entreguerras, afirmó cuando aún no se sabía nada de la futura conflagración mundial iniciada en 1939, que sin duda los pilotos de aviones bombarderos se negarían algún día a lanzar bombas contra la ciudad al percibirla desde sus alturas, cruzada por la plateada serpiente fluvial del Sena. Según la leyenda, Adolfo Hitler habría ordenado la destrucción de la joya como objetivo final ante la derrota ineluctable y preguntaba iracundo en su búnker a sus subalternos “¿Arde París?”, sin saber que el general encargado de destruirla se negaría a hacerlo. El militar nazi ya se había enamorado como todo el mundo de sus calles, museos, edificios, bulevares, gentes, mujeres, bares y de los lugares de lenocinio de Pigalle, Montparnasse o de los grandes bulevares del norte donde reinaba el Folies Bergère y la danza fenomenal de la negra Josephine Baker. Ese hombre habría sido embrujado como tantos otros militares y soldados ocupantes y cientos de millones de visitantes de todos los tiempos por los colores, las luces intermitentes de caleidoscopio lanzados como haces de pasión sobre cuerpos de divas y por la fiesta permanente y la vida noctámbula que él tal vez agotó entre sudores y risas al lado de los amantes del dancing y el libertinaje heredado de Sade y Casanova, mientras sus subalternos mataban y fusilaban resistentes o enviaban en vagones a familias enteras, ancianos, niños y mujeres judíos, comunistas, extranjeros o gitanos hacia los campos de concentración. Esa locura insaciable de la ciudad ha reinado en todos los tiempos, desde la era del poeta bandido François Villon cuando los borrachines y los malandrines se hacinaban en las puertas de la urbe en espera de un salvoconducto, ya fuera en la Contrescarpe de la rive gauche, a donde se llegaba desde Italia o España, o en la puerta de Saint Denis de la rive droite, a donde se llegaba de los países del norte o del este. Hoy, como hace siglos, esos mismos sitios están llenos de gente que departe hasta la madrugada en los bares junto al abigarramiento de las tiendas de olorosos productos culinarios de diversos orígenes o como en Saint Denis poblados de las prostitutas que ejercen el más viejo oficio del planeta bajo las arcadas o junto a los portalones de sórdidas y sucias callejuelas donde se observan a contraluz sus rostros asiáticos, eslavos o africanos. El peatón de París pue- La fiesta de la de caminar y caminar sin rumbo preciso y por todas capital francesa partes hallará sorpresas, nuevos bistrots o bares, continúa tiendas de todos los orígenes, librerías, sex shops, pese a todo. almacenes de ropa, telescopios, autos de lujo, mapas, muñecas, antigüedades, queserías, pescaderías, licorerías, pasajes de comida hindú, libanesa, china o africana y mil lugares más que conservan a veces desde hace siglos los avisos originales, como ocurre en las añejas calles de Montorgueil o Mouffetard, para sólo mencionar dos de las más famosas. El caminante puede también desaparecer en el barrio de la Goutte d’Or para introducirse a África como si hubiera volado ese mismo día por avión a Senegal, Costa de Marfil, Burkina Faso, Benin, Malí, Camerún, Congo o Angola y perderse en sus meandros exóticos o visitar los diversos barrios chinos, tailandeses o indochinos donde lo asaltará el olor de coco o piña, o de las sopas Pho o la comida libanesa y los aromas de Vietnam, Laos y Camboya. Y en esos lugares podrá disfrazarse con las prendas coloridas de aquellos lejanos mundos o untarse ungüentos y perfumes como ocurre por Barbès, donde proliferan las tiendas de pelucas y los salones de belleza para lindas africanas o en Jean Pierre Timbaud, por Belleville, donde se expenden burkas y chilabas para nostálgicos magrebíes soñadores de medinas o mediorientales bronceados por el imaginario sol mediterráneo cruzado por misiles y bombarderos en plena guerra siria. Todos los escritores locales y extranjeros han cantado y celebrado la ciudad en las distintas épocas y leer sus memorias, diarios, correspondencias o novelas nos confronta a esa permanencia del bazar interminable que ha reinado desde siempre y que se centra en la conversación el vino y la búsqueda incesante del placer. Y lo de hoy es, sin duda, tan similar a lo de ayer, según esas escrituras que nos abren las ventanas al siglo XVII, al Siglo de las luces y la Revolución, al largo y pujante siglo XIX y al XX creador de tantos horrores y maravillas. Al deambular hoy en esta primavera que avanza se constata que después de los atentados del año pasado, perpetrados por los yihadistas neonazis que buscaban acabar con la fiesta pagana, jóvenes y viejos se niegan a dejarse vencer por el terror como sus ancestros de otros siglos. Al verlos agitados a todos en la alegre conversación mestiza, como miles de pájaros cantando en el crepúsculo sobre frondosos árboles, confirmamos que la fiesta de París continúa pese a todo como antes ocurrió en medio de guerras y revoluciones y que la Noche de la rebeldía sigue de pie. Y de repente salen de los bares y bistrots las voces inconfundibles de la Piaf, Georges Brassens, Serge Gainsbourg, Françoise Hardy, Jacques Dutronc —el de la inoxidable canción Paris s’éveille (París se despierta)—, así como la voz rauca del ídolo popular parisino Renaud, quien por estos días renace de sus cenizas tras una década de alcohol, tan ocurrente y frágil como nunca. O sea que olores, perfumes, canciones, belleza, amor y vida siguen firmes y tangibles para el infatigable peatón de París del siglo XXI, que es el mismo de otros tiempos como un Dorian Gray redivivo. 4: EXPRESIONES Domingo 1 de mayo DE 2016 : EXCELSIOR