11183802 09/15/2008 09:50 p.m. A6 Page 6 EL SIGLO DE DURANGO MÉXICO MARTES 16 DE SEPTIEMBRE 2008 Los enfermos deben encontrar la gracia para aceptar, sin temor o amargura, el poder dejar este mundo en la hora elegida por Dios”. Benedicto XVI PAPA FRANCISCO AMPARÁN NARANJO Las asignaturas pendientes (desde 1810) (II) A migos, buen día: Decíamos ayer que, si nos poníamos a pensar (aunque eso es muy penoso; mejor pasar horas esperando que llegue el río), es muy poco lo que hay que festejar por estos días. Se obtuvo la independencia, sí… y perdimos la mitad del territorio, no hemos organizado un Estado funcional hasta la fecha y los pobres siguen siendo una mayoría de la población. Muchos de los problemas que seguimos padeciendo a principios del Siglo XXI los venimos arrastrando desde fines del XVIII. Y no hemos tenido la capacidad, la visión ni la valentía para enfrentarlos y corregirlos. En eso deberíamos de meditar en estos días: en las asignaturas que seguimos teniendo pendientes como nación y como Estado. Von Humboldt y otros viajeros de aquellos tiempos se sorprendían de las enormes disparidades que se podían ver cotidianamente en Nueva España: junto al lujo y las riquezas más espléndidas, la miseria más abyecta. Al lado del esplendor de las obras de Tolsá, indios semidesnudos que seguían viviendo en el Paleolítico. Y lo que más sorprendía a aquellos testigos era que semejante situación era considerada perfectamente normal. Nadie se avergonzaba ni alarmaba por la miseria existente en la Ciudad de los Palacios. ¿Y saben qué? Hoy las cosas están exactamente igual. En un semáforo de Torreón pueden coincidir un automóvil que vale lo que un pobre no ganará en toda su vida, y una persona que mendiga para sobrevivir, analfabeta y sin ningún oficio. Y ello ni siquiera nos incomoda: es parte del paisaje urbano… como los inmensos contrastes lo eran en 1810. Los criollos de aquellos tiempos se quejaban de los monopolios de los peninsulares, que limitaban la competencia, encarecían los productos y obstruían la movilidad social. Ahora seguimos en las mismas: los monopolios (o casi) en muchas áreas siguen aplastando la iniciativa y la competitividad. Peor aún, hoy en día los monopolios se han convertido en vacas sagradas, intocables. Sólo que ahora no los manejan y explotan personas venidas del otro lado del Atlántico, sino gángsters sindicales como Romero Deschamps. Y lo peor es que nos dicen que ese negocio es de nosotros. Al menos en el siglo XIX no se hacían ilusiones. Cuando Hidalgo gritó “¡Muera el mal gobierno!” no se refería al de España (dado que no había gobierno legítimo en la península) sino al de la camarilla que controlaba al Virrey y la Audiencia. ¿Y hoy? Alimañas como Ulises Ruiz y Mario Marín pasean sus vergüenzas sin ningún recato, y son más intocables que los parianeros de 1810. ¿En qué país independiente decente se permitiría que esos tipos gobernaran a nadie? En ninguno que se considere, precisamente, decente. Pero no se agüiten. Disfruten el desfile. Éste, amigos, éste es nuestro país. Que tengan un buen día. SERGIO SARMIENTO JAQUE MATE Grito de Dolores “Viva la Virgen de Guadalupe! ¡Muera el mal gobierno! ¡Viva Fernando VII! Palabras probables del grito de Dolores M ucho nos dicen acerca de una nación sus mitos y héroes fundacionales. Rómulo y Remo, amamantados por una loba, constituyen el mito de inicio de una Roma que conquistaría todo el “mundo conocido”. En México, uno de nuestros mitos fundacionales es un confuso “grito de Dolores” y su personaje protagónico, un cura llamado Miguel Hidalgo y Costilla. No conocemos en realidad las palabras que pronunció el cura Hidalgo en esa madrugada del 16 de septiembre en el pueblo de Dolores, Guanajuato. Sabemos, sin embargo, que Hidalgo no hizo un llamado por la independencia de México. El movimiento que él encabezaba buscaba preservar la independencia de España frente a las tropas francesas de Napoleón Bonaparte. Hidalgo quería, es cierto, un mejor gobierno en la Nueva España, pero bajo una corona española restituida legítimamente a Fernando VII, quien la había asumido tras la abdicación de su padre Carlos IV con el motín de Aranjuez de 1808. Hidalgo, nacido en Corralejo, Guanajuato, en 1753, era hijo de una acomodada familia de españoles. Miguel se hizo sacerdote; uno de sus hermanos, José María, fue militar y combatió la rebelión de Miguel. Dotado de gran inteligencia, Hidalgo se distinguió como teólogo y por su conocimiento de las ideas de la Ilustración francesa, pero también por su vida disipada. Pese a ser sacerdote, tuvo cuando menos cinco hijos con tres mujeres: Manuela Ramos Pichardo, Josefa Quintana Castañón y Bibiana Lucero (http://familiahidalgopena.blogspot.com). La Inquisición lo enjuició en su juventud, pero no por sus ideas sino por faltas a la moral. Las propiedades de su familia fueron expropiadas por el virrey José de Iturrigaray en 1807 para financiar las aventuras militares de Carlos IV. Manuel, el hermano menor de Hidalgo, perdió la razón y la vida en 1809 ante la expropiación de sus bienes. Miguel se incorporó a la conspiración de Querétaro, en la que participaban el corregidor de esa ciudad, Miguel Domínguez; su esposa, la corregidora Josefa Ortiz de Domínguez; y los militares Ignacio Allende, Juan Aldama y Mariano Abasolo. El grupo lo seleccionó como líder de una rebelión que debía comenzar el 1ro de diciembre de 1810. Cuando la conspiración fue descubierta, Allende e Hidalgo optaron por adelantar el levantamiento, el cual se inició con el grito de Dolores en la madrugada del 16 de septiembre. Hidalgo fue un líder titubeante de una rebelión que rápidamente se nutrió de efectivos. Tomó Celaya y Salamanca sin resistencia. En Guanajuato, tras capturar violentamente la alhóndiga de Granaditas el 28 de septiembre, sus tropas saquearon la ciudad y llevaron a cabo una sangrienta matanza de civi- les y militares. Ésta fue la primera de varias matanzas y saqueos que siempre dejaron inquieto a Hidalgo. En las siguientes semanas Hidalgo tomó Valladolid (Morelia) y Toluca. En el monte de las Cruces derrotó, sufriendo muchas bajas, a un contingente realista mucho menor al suyo. Se encontraba así a las puertas de la ciudad de México, pero con un ejército disminuido. Trató de negociar con el virrey Francisco Xavier Venegas, quien rechazó su iniciativa. Decidió no intentar la toma de la ciudad de México y se retiró al Bajío, donde tenía mayor fuerza. Sin embargo, el ejército realista, reorganizado, empezó a registrar triunfos frente a los insurgentes. Hidalgo fue derrotado en Aculco y se retiró a Guadalajara, donde fue vencido en la batalla de Puente de Calderón. Allende empezó a cuestionar el liderazgo de Hidalgo, pero ambos se dirigieron a Estados Unidos, buscando apoyo. Fueron traicionados y capturados en Acatita de Baján, Coahuila, y trasladados a Chihuahua. Hidalgo fue ejecutado el 30 de julio de 1811. Tenía 58 años de edad. Hidalgo es hoy considerado el padre de la independencia de México, sin nunca haber expresado el deseo de lograr este objetivo. Quien por primera vez estableció ese propósito para una rebelión reducida a simple guerrilla fue José María Morelos en el Congreso de Chilpancingo de 1813, pero el verdadero padre de la independencia fue Agustín de Iturbide, quien tras pelear contra los insurgentes forjó un pacto con Vicente Guerrero para declarar la independencia de México. Iturbide, sin embargo, ha sido virtualmente borrado de la mitología histórica mexicana por haber sido conservador y por haberse declarado emperador. El gobierno mexicano ha tratado siempre de ajustar el grito de Dolores a sus propósitos políticos. Con Porfirio Díaz la ceremonia de conmemoración se pasó al 15 de septiembre por la noche, para hacerla coincidir con el cumpleaños del presidente. El grito se nos presenta hoy con un “¡Viva México!” que es cuando menos anacrónico. Ningún presidente se atrevería a empuñar en la actualidad un estandarte de la Virgen de Guadalupe y a gritar vivas a favor del monarca español. EJÉRCITO El 16 de septiembre es el verdadero día del ejército. Ni siquiera Andrés Manuel López Obrador, con su “Al diablo con las instituciones” y su bloqueo del Paseo de la Reforma del 2006, se atrevió a obstaculizar el tradicional desfile militar. A pesar del papel que se le ha exigido asumir en la lucha contra el narcotráfico, y el inevitable desgaste que esto ha generado, el ejército sigue ocupando el primer lugar en las encuestas dentro de las instituciones nacionales. MIGUEL ÁNGEL GRANADOS CHAPA PLAZA PÚBLICA Entre la risotada y el pasmo S on hechos graves en sí mismos, pero su importancia se abultará de establecerse nexos causales entre ellos. Se trata de acciones violentas de la delincuencia organizada, que de ese modo se burla de las acciones gubernamentales, lanza una risotada ante la presunta revitalización del combate en su contra. No hay, sin embargo, en la realidad tales acciones, pues las autoridades parecieron darse por satisfechas al firmar el Acuerdo Nacional por la Seguridad, la Justicia y la Legalidad y desde el 21 de agosto impera en ellas el pasmo, salvo en tratándose de secuestros, terreno en que las detenciones se han multiplicado. Entre el 6 y el 12 de septiembre ocurrieron tres acontecimientos estremecedores. En la madrugada del viernes seis se enfrentaron poderosas bandas delincuenciales en Arcelia, Gro. Se tirotearon, presumiblemente, grupos de narcotraficantes locales, los Pelones, con Zetas llegados de Tejupilco, estado de México, en disputa por el control de la zona. Durante varios días la población padeció el temor de que se reanudara el furioso tiroteo ante el cual las autoridades locales prefirieron no intervenir. Sólo varios días después llegaron militares y agentes federales que una semana después detuvieron a once personas por su participación en la balacera. En un segundo acontecimiento, el martes 9, 25 presuntos narcomenudistas fueron “levantados” en la colonia El Olivo, de Huixquilucan, el profusamente poblado municipio adosado al F, según informaron “fuentes de la procuraduría mexiquense”. (Reforma, 13 de septiembre). El viernes doce, en fin, en el tercer acontecimiento de que hablamos, se hallaron en el camino a Chalma, no lejos de La marquesa, parajes mexiquenses muy concurridos, los cadáveres de veinticuatro personas, muchas de ellas con señales de haber sido golpeadas y aun torturadas. Todos murieron de un solo balazo en la cabeza. La mayor parte de las víctimas fueron al parecer ultimadas lejos del lugar del hallazgo, aunque allí fueron ejecutadas algunas más. Cuando el sábado 13 se conoció la detención de once personas en Arcelia, de inmediato se las supuso responsables de la matanza de La Loma, en el valle del Conejo, ya que desde la noche del viernes autoridades locales y federales vincularon la violencia ocurrida en Guerrero con las ejecuciones consumadas en el estado de México. Al parecer, sin embargo, la matanza de 24 personas se vincula más con el “levantón” a 25 presuntos narcomenudistas ocurrida el martes nueve. A esa dirección encaminan los primeros indicios, pues el domingo catorce fueron identificadas cinco personas, cuya desaparición había sido denunciada días atrás. A primera vista, sin embargo, ninguna de ellas se dedicaba a ninguna actividad. Eran, al contrario, jornaleros que llegados a Huixquilucan desde Hidalgo, Oaxaca y Veracruz se afanaban por sobrevivir como peones de campo en las etapas de siembra y de cosecha, y como albañiles en otras épocas del año. No puede descartarse que hubieran sido reclutados para la venta de drogas al detalle y por eso se les privó de la vida, pero también es posible que se les hubiera confundido y por eso sufrieron la suerte de otros presuntos involucrados en ese ruin negocio. Estos sucesos parecen corresponder, de una u otra manera, a los desplazamientos de bandas de un territorio a otro y las consiguientes batallas por el control de los mismos. Ésa es, al menos, la convicción oficial. La matanza del 12 de septiembre, según el procurador Eduardo Medina Mora, es parte de “la disputa que, sobre todo en esta región, mantienen organizaciones de delincuencia organizada”. Esa batalla comarcana, así como la que ocurre “entre bandas del crimen organizado en todo el país, es un motivo de preocupación central parta nosotros” (Reforma, 14 de septiembre). Si hay preocupación, ocupación parece no haberla. La batalla de Arcelia transcurrió sin que las policías del municipio y del estado de Guerrero figuraran ni siquiera como espectadoras. Fueron el Ejército y la Policía Federal, no la PGR, las corporaciones que detuvieron una semana después a algunos de los participantes en la violenta querella. Omisiones semejantes deben ser imputadas a la procuración de justicia mexiquense, en cuyo territorio ha prosperado la banda que se denomina a sí misma La Familia, surgida en Michoacán y que se caracteriza por comunicar los propósitos de sus actos delincuenciales, ya sea con recados explícitos o con otros simbólicos, como la decapitación. Como prueba de sus operaciones en el estado de México, “de mayo a agosto pasado, en 13 hechos distintos que han arrojado un total de 18 ejecuciones, este grupo criminal ha dejado mensajes en los cuerpos de sus víctimas. “Entre los casos más sobresalientes se encuentra la ejecución de Braulio Hernández, escolta de Cuitláhuac Ortiz, director operativo de la Policía Ministerial de Toluca, ocurrido el 11 de julio. Junto al cadáver fue encontrado un mensaje que decía: ‘Con La familia no se juega, vayan preparando el traje con el que se van a morir”. (Reforma, 14 de diciembre). La averiguación de la descomunal matanza de 24 personas está a cargo de la Procuraduría federal. La declaración de su titular Medina Mora sobre la matanza más que brutal se produjo no en el terreno de los acontecimientos, sino al cabo de una ceremonia oficial, la recordación de los Niños Héroes. Cierto es que antes hubo reunión de emergencia del Gabinete de Seguridad. Pero es hora de trabajo, no de festejos. UN DÍA COMO HOY 1977 Muere la soprano María Callas. 1963 Un terremoto causa decenas de miles de víctimas en Irán.