Cárcel de Ramo Verde, 5 de julio de 2014 Estimado profesor Mires

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Cárcel de Ramo Verde, 5 de julio de 2014
Estimado profesor Mires,
Le escribo esta carta desde mi celda en Ramo Verde con la esperanza que le pueda
llegar a sus manos; esperanza incierta, ya que una de las violaciones a las que
estamos sometidos los presos políticos en Venezuela es a la violación a la
correspondencia. No sólo buscan leer todo lo que entra y sale, han llegado al punto de
confiscarnos correspondencia en las tantas requisas a las que hemos sido expuestos.
Pero hablarle sobre nuestras condiciones de reclusión no es lo que me motivó a
escribirle esta carta. La motivación es darle directamente mi punto de vista sobre lo
que ha ocurrido y sigue ocurriendo en Venezuela. Le escribo a usted por la
admiración y respeto que le tengo a su trabajo académico y también como una forma
de agradecerle la permanente atención que le presta al complejo proceso venezolano.
Armar el rompecabezas de lo que ocurre en nuestro país no es fácil, pero siendo
usted un armador paciente y meticuloso de todas las piezas espero pueda contribuir
en algo con esta reflexión.
El 22 de marzo, cuando cumplía un mes y unos días en prisión, tuve la oportunidad de
leer un artículo suyo titulado “No es el gobierno, es el sistema”. Ese artículo lo leí, lo
volví a leer y lo guardé. Le di importancia a ese escrito porque en su título está
resumida nuestra lucha. No es Maduro, es el sistema; no es el gobierno, es el
sistema. Algo similar a la famosa frase durante la primera campaña de Bill Clinton, “Es
la economía, estúpido”. Es el sistema. En Venezuela es el sistema antidemocrático,
corrupto, ineficiente y nutrido artificialmente por la bonanza petrolera desde hace ya
una década.
Hoy es 5 de Julio, Día de la Independencia en nuestro país. Celebramos el hecho de
que un grupo de venezolanos, luego de tres días de deliberación, decidieron
declararse independientes y soberanos. No tenían el poder; el territorio y sus
instituciones todavía dependían de España, de la España tomada por Bonaparte, pero
dependían de otros. Y sin tener el poder ni la fuerza, pero sí el compromiso y el sueño
de la libertad y la independencia, decidieron asumir el riesgo de declararse
independientes. Había comenzado entonces la lucha que daría muchos años, vidas y
dificultades antes de hacerse una realidad. Hoy 5 de Julio volví a leer un artículo suyo
en donde afirma que nuestra propuesta de La Salida al desastre, la salida
precisamente de la trampa del sistema, fue inoportuna.
Respetuosamente difiero de usted usando sus propios argumentos. Es el sistema, no
el gobierno, lo que debemos cambiar. Y ése fue nuestro llamado en enero y febrero
de este año, y por ese llamado, por las palabras que dije al llamar a un cambio de
sistema, hoy estoy preso. Honrosamente preso, puesto que mantengo en mayúsculas
cada una de las palabras que me trajeron hasta Ramo Verde.
Nuestra propuesta siempre ha sido popular, democrática y constitucional. La protesta
es un derecho pero no un fin en sí mismo, es un medio para un fin, siendo el fin el
cambio del sistema por las vías que ofrece la Constitución venezolana. Lo dijimos
siempre: protestemos y hagamos de la indignación con el presente y de la esperanza
de un mejor futuro la fuerza necesaria para abrir alguna de las compuertas que
contempla la Constitución para un cambio de sistema, un cambio que como usted ha
descrito en varias oportunidades es justificado cuando no hay legitimidad del
desempeño democrático.
De las opciones que permite la Constitución, hemos optado por proponer la
convocatoria de una Asamblea Constituyente que sirva como punto de encuentro para
un verdadero encuentro y diálogo nacional que, más allá de tener una nueva
Constitución, tengamos un nuevo pacto social que todos estemos dispuestos a
promover y defender. En su artículo de hoy, usted dice que no hay la fuerza para una
convocatoria de este tipo, punto con el cual también respetuosamente difiero. A
diferencia de todas nuestras constituciones previas a la de 1999, la Constitución
vigente en Venezuela le da la opción al pueblo a convocar por la vía de la iniciativa
popular a un proceso Constituyente. La Constitución no se queda en el enunciado
sino que delimita claramente cómo puede ser esta convocatoria, con el 15% de los
electores inscritos decididos a firmar tal solicitud el Estado está en la obligación de
activar un proceso Constituyente.
Allí está la opción para que sea el pueblo, la ciudadanía de manera directa, tenga la
posibilidad de cambiar el sistema. Fácil no es, claro que no, como tampoco fue fácil la
conquista de la Independencia en el siglo XIX o la conquista de la democracia en el
siglo XX. Pero lo que sí es cierto es que si no comenzamos hoy, nunca llegará el
mañana en que podamos efectivamente instalar una democracia vigorosa y fuerte que
tenga como principal compromiso y aspiración la conquista de Todos los Derechos
para Todas las Personas, una verdadera democracia social entendida desde el
derecho de cada venezolano y la obligación del Estado de garantizar que todos
seamos dueños de nuestros derechos.
Sé que esta propuesta es idealista y como tal ha entrado en el terreno de la fatalidad
del pragmatismo. Pero le pregunto a usted, ¿qué proceso de cambio profundo, de
cambio de sistema, no ha estado precedido por el sueño idealista de quienes deciden
enfrentar el autoritarismo para cosechar libertad y democracia?
Un proceso Constituyente con el apoyo de millones de Venezolanos que plasman su
firma sin miedo es una oportunidad para poner el debate donde tiene que estar, en la
búsqueda de un cambio profundo hacia la democracia.
Ante la encrucijada en la que nos encontramos tenemos la obligación de alzar la
mirada y soñar con una mejor Venezuela, una Venezuela de paz, bienestar y progreso
que hoy está negada para casi la totalidad de los Venezolanos, una negación que fue
la mecha que encendió la indignación de los jóvenes que salieron y seguirán saliendo
a la calle a protestar por un mejor futuro.
Nos toca asumir riesgos, ya que sin riesgos no habrá victoria y la victoria que
proponemos es para todos los Venezolanos, incluyendo a quienes nos adversan y
oprimen.
Estimado profesor Mires, me despido de usted con mucho respeto y admiración
esperando poder tener respuesta suya ante las inquietudes que aquí expongo.
Un fuerte abrazo.
Fuerza y fe.
Leopoldo López
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