If Pedro became the president

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TRIBUNA
Por Miguel Ángel Aguilar
‘If Pedro became the president’
A
través del presidente del Congreso de los Diputados, como marca el apartado I del
artículo 99 de la Constitución, el Rey ha propuesto al socialista Pedro Sánchez (en adelante Pedro) como
candidato a la Presidencia del Gobierno.
El propuesto ha aceptado serlo y ha pedido cuatro semanas para negociar con las
restantes fuerzas parlamentarias los apoyos que le permitan obtener la confianza
de la Cámara en una segunda votación
convocada 48 horas después de constatarse la insuficiencia de la primera, donde le bastaría la mayoría
simple.
Veamos enseguida
que el Grupo Parlamentario Popular parece aferrado a ofrendar el no de
sus 122 diputados, salvo
si fuera el caso de investir a su propio candidato Mariano Rajoy. Importante saber que el artículo 80 del Reglamento del Congreso establece que las votaciones no
podrán ser interrumpidas por causa alguna. Cuestión distinta es que sin respeto al
horario ni a las costumbres y estando precisamente en esa tesitura con la votación
en marcha, el 23 de febrero de 1981 se
produjera la irrupción del teniente coronel de la Guardia Civil Antonio Tejero y
sus valientes, uniformados con armas largas amenazantes hacia los inermes y que
se hiciera imposible su continuación.
Tengamos también en cuenta que el artículo 85 del Reglamento del Congreso en
su apartado 2 preceptúa que las votaciones para la investidura del presidente del
Gobierno serán “públicas por llamamiento” y que a tenor del artículo 86 en
la “votación pública por llamamiento”, un
secretario nombrará a los diputados, que
estos responderán “sí”, “no” o “abstención” y que el llamamiento se hará por orden alfabético de primer apellido, comenzando por el diputado cuyo nombre
sea sacado a suerte y que el Gobierno y
la Mesa votarán al final.
En esas condiciones el descuelgue del
diputado libre pensador respecto a la posición fijada por su grupo se hace muy improbable y si acabara prevaleciendo la disciplina dentro de cada uno de ellos, Pedro necesitaría que la disciplina supusiera el añadido a sus 90
escaños de al menos
otros 33 para que el sí
superase los 122 del no
garantizados. Pero, además, Pedro tendría que
garantizarse la abstención o ausencia de los
otros 105 restantes o alternativamente un reparto numérico que sumara entre los presentes
en la sesión al menos un
escaño más a favor de
los que voten en contra.
Estos días todo está siendo atado y bien
atado para que salgan las sumas de muy
difícil composición para que el candidato acabara siendo investido y no sólo
embestido. Pero en caso de investidura
contra pronóstico, if Pedro became the
President, removerlo requeriría adoptar
una moción de censura que habría de
incluir un candidato a la Presidencia del
Gobierno. O sea, que tendería a durar
los cuatro años de la legislatura. Su Gobierno tendría dificultades para promover nuevas leyes pero a cambio podría
inducir el cambio más importante, el de
las actitudes. Veremos. l
Estos días todo
está siendo
atado y bien
atado para que
el candidato
sea investido y
no sólo
embestido
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15–21 de febrero de 2016. nº 1142
tendía “precipitar los tiempos”, consciente
de que al día siguiente el PSOE celebraba
un comité federal en el que se preveía una
rebelión de los barones contra Sánchez. Pero, según Simón, Podemos sabe que “su oferta es inasumible” por parte del PSOE. Y más
si abre la puerta, como hacía la semana pasada, a que Podemos e IU tengan más ministros que los socialistas.
La oferta es tanto más sorprendente si se
tiene en cuenta que Iglesias ha venido defendiendo desde las elecciones municipales
y autonómicos que Podemos no entraría a
formar parte de un gobierno que no presidiera. No ha sucedido ni en la Comunidad
Valenciana, donde forma parte del acuerdo
a tres bandas con PSOE y Compromís, pero
no ha entrado en el Ejecutivo, ni en Aragón,
donde los resultados entre los socialistas y
Podemos fueron muy parejos, como en las
generales. Además, no hay que olvidar que
de puertas para adentro Iglesias siempre ha
sostenido que un gobierno de coalición con
el PSOE sería “el final de Podemos”.
Además, está la cuestión del referéndum
en Cataluña, sobre la que si a Iglesias le entraran las dudas sobre su carácter fundamental
a la hora de negociar un Ejecutivo de coalición con el PSOE, ya están ahí los diputados
de En Comú Podem para recordárselo. La
cuestión del ‘derecho a decidir’ ha sido la
bandera con la que la lista encabezada por
Xavi Domènech, hombre de confianza de
Ada Colau, se hizo con la victoria en las elecciones del 20-D. La alcaldesa, que ha puesto en marcha un nuevo proyecto político, una
Barcelona En Comú de ámbito catalán, no
está dispuesta a renunciar al espacio político que ha ocupado defendiendo esta solución para la crisis catalana. Y hoy por hoy parece algo inaceptable para los socialistas.
Podemos va a tener complicado argumentar un ‘no’ a un Sánchez que va a esgrimir el programa social que ha hecho público. Un programa que incluye medidas como el ingreso mínimo vital, la subida del salario mínimo, o una reforma fiscal progresiva, pero que al mismo tiempo es lo suficientemente vago como para dejarse cierto
margen de acción. Aunque, por otro lado,
Iglesias va a poder tirar de argumentos como las reticencias a la derogación de la reforma laboral o el fichaje de Trinidad Jiménez por Telefónica. l
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