¿Adónde va Nicaragua? A Iaakov Taut Cuando nos conocimos allá por el año 1974, la primera sensación que tuve fue la de admiración, admiración por la vida dedicada a un solo objetivo. Cuando invocaste el nombre del socialismo sentí que me encontraba ante la continuación viviente de Marx, Engels, Lenin, Trotsky y muy especialmente de Rosa Luxemburgo, a quien recordabas en tu memoria fresca y lúcida de cuando, siendo un niño, la habías escuchado. Aun puedo recordar tus vibraciones y tu emoción al relatármelo. Sentí que las palabras de la revolucionaria alemana flotaban en el ambiente, las habías hecho tuyas y ahora las transmitías tal cual las habías transmitido en tu larga travesía del desierto, enarbolando las banderas desplegadas del marxismo revolucionario que entregabas contento a una nueva generación que surgía. Durante diez años compartimos alegrías y frustraciones. La amargura y la impotencia con el golpe de Estado en la Argentina en 1976; también la inmensa alegría cuando nos encontramos, a lo lejos, el 19 de julio de 1979, que los “muchachos” derrocaban a Somoza. Cuando nos despedimos, aquel 3 de octubre de 1984, no pudimos contener las lágrimas, pero se estableció un tipo de pacto entre nosotros, el de seguir contra viento y marea, seguiríamos bregando por un mundo reinara el amor y no maduraría el fruto de la discordia. Por eso querido Iankl, aunque no hayas podido participar activamente en el libro, tus ideas estuvieron presentes en cada línea en cada página y aunque tal vez no estés de acuerdo con todo lo escrito, este libro es tuyo, es mío, es nuestro. Porque sobre todas las cosas , lo que seguirán uniéndonos serán los pueblos – que como el nica – luchan por su libertad. Prólogo. Como sandinista y latinoamericano, satisface saber que no solamente la derecha o el sectarismo izquierdizado alimentan el debate sobre la revolución latinoamericana sino también una crítica revolucionaria, solidaria y militante en la lucha, y rigurosa en el análisis histórico. Podemos estar de acuerdo o no con las apreciaciones que el autor de ¿Adónde va Nicaragua? Tiene sobre la revolución sandinista, pero nos parece acertado y reconfortante que los señalamientos se hagan en el marco de la teoría marxista y en el contexto de la revolución latinoamericana. Y eso por la sencilla razón de que el camino que recorre el proceso nicaragüense está todavía escoltado por las naturales contendientes de una lucha, aun no sofocada, ni por las intervenciones militares imperialistas ni por el derrotismo disidente de antiguos militantes de izquierda, ambos incrédulos, frente a la marcha de la propia revolución. Desde los primeros capítulos, los factores analizados son abordados no desde la descripción fáctica y ventajosa de una revolución que triunfa, sino desde el optimismo que explica las causas que la hicieron posible. No escapa al análisis la correlación que existe en entre la revolución Sandinista, por un lado y el abandono de viejas estrategias revolucionarias, por otro lado. Hay en ello una alusión y una crítica, a veces directa, a veces indirecta, a las concepciones tradicionales de la lucha; sin ánimo de denigrar o desmoralizar, sino de contagiar y avanzar en cada uno de los procesos. Asimismo, encontramos el perfil, respetuosamente tratado, de una estrategia que revela, en primer lugar, las nuevas banderas revolucionarias en la lucha por el poder, revelando a la vez la derrota del modelo de dominación ideológica del imperialismo. Efectivamente, los movimientos guerrilleros de la década del ’80, a los cuales pertenecen el proceso nicaragüense, el salvadoreño, el guatemalteco, el colombiano, el peruano y el chileno, muestran lo obsoleto del escudo de contención y contrainsurgencia implementado por el imperialismo norteamericano. El contenido y la forma revolucionaria que han adquirido por ejemplo los conceptos de soberanía, unidad, democracia, y la nueva opción cristiana por los pobres, han borrado la efectividad de a demagogia burguesa que antaño enarbolaba el imperialismo. La bandera revolucionaria de la soberanía, de la independencia y la liberación nacional ha conjurado el gastado argumento de que los revolucionarios latinoamericanos somos unos agentes apátridas del bolchevismo internacional; la bandera revolucionaria de la unidad, las alianzas y el pluralismo ha naturalizado el discurso divisionista y reaccionario de que los revolucionarios latinoamericanos somos unos sindicalistas resentidos, incapaces de incluir al resto de las clases, los sectores y las reivindicaciones sociales en cualquier proyecto alternativo. La bandera revolucionaria de la democracia y los derechos humanos ha echado por tierra el caballito de batalla con que la reacción sancionaba fácilmente a los revolucionarios latinoamericanos, acusándonos de izquierdistas fanáticos, enamorados de la dictadura vertical y deshumanizada al estilo stalinista. Y por último, pero no menos importante, la bandera de la teología de la liberación mantiene desmovilizada la vieja cruzada contra el ateísmo comunista. La Revolución Sandinista sintetiza el fracaso de la estrategia norteamericana y burguesa basada en una propaganda axiológica, donde el que no está con el imperio está en contra de imperio está contra todo el mundo. No se evita en este libro, sino que incluso se la aborda de frente, la discusión sobre el carácter de la Revolución Sandinista. Y lo que primero que se pone sobre el tapete es la relación entre revolución y socialismo, descartando la ilusión de quienes piensan en la posibilidad de una salida democrático - burguesa de las revoluciones, sobre todo de aquellos que no pudiendo impedir las revoluciones se empeña luego en buscar cómo neutralizarlas. En los diferentes capítulos se muestra cómo la revolución es punto de partida y componente inevitable del socialismo, independientemente de las dificultades y valladares estructurales para su construcción en nuestros maltrechos países. Salta a la vista que procesos como el de la ruptura política con el imperialismo, la nacionalización del poder económico extranjero, la organización popular, la reforma agraria, la autonomía étnica y sobre todo, la orientación popular de la gestión política, social militar y diplomática, no serían disponibles si el poder, en vez de estar en manos de la revolución, estuviese en manos de la burguesía y el imperialismo, por muy progresista que ésta fuera. Finalmente, quisiéramos mencionar algo que nos parece meritorio, a pesar del alarde que muchos sociólogos hacen de su exclusión, que es el análisis de las revoluciones en general y de la Revolución Sandinista en particular, dentro de la lucha de clases por las cuales transitan. Salta a la vista en el trabajo de Pedro Brieger que la Revolución Sandinista no fue solamente una revolución contra la dictadura somocista, sino también contra las pretensiones del imperialismo y de la burguesía interna para sofocarla, neutralizarla o desvirtuarla. Y si eso fue así durante el momento insurreccional, no es diferente durante estos diez años de consolidación del poder popular. Ciertamente no ha habido tarea revolucionaria donde el sandinismo no haya chocado con la burguesía y el imperialismo, la contrarrevolución tiene sello nacional e internacional, imperial y oligárquico –burgués. De la misma manera que ésta lucha de clases alinea sectores dentro y fuera de la fronteras nicaragüenses, en los gobiernos, organismos internacionales, clases, sectores sociales y pueblos en general, cada uno tomando partido a favor o en contra de la misma; y todo esto no es más que la expresión de una confrontación entre interese diferentes les guste o no les guste a los arrepentidos de la lucha revolucionaria o a los demagogos del poder reaccionario. Otra cosa es que la lucha ahora transite por los espacios y en todas las manifestaciones de la vida: la causa no es la desaparición de la lucha de clase, sino el crecimiento cualitativo de la revolución. Una prueba digan de mencionarse, y que aparece explícitamente tratada en este libro, es la problemática de la familia patriarcal como estructura cuestionada por el movimiento revolucionario de las mujeres nicaragüenses, mostrando al machismo como aliado del capitalismo y de toda forma de explotación y de dominación social. ¿Adónde va Nicaragua? dependerá pues de la posición y de la acción emprendida interna y externamente por las fuerzas sociales en pugna; si la reacción se ocupa a diario de interpretar, explicar y orientar según sus intereses, a nosotros nos compete hacerlo de acuerdo a los nuestros, en forma revolucionaria y, sobre todo pensando en los revolucionarios latinoamericanos que a diario emprenden el relevo por la revolución y el socialismo. Orlando Nuñez Director del Centro de Investigación y Estudios de la Reforma Agraria (CIERA) Managua, Nicaragua Introducción “Mi venganza personal será el derecho de tus hijos a la escuela y a las flores. Mi venganza personal será entregarte Este canto florecido sin temores. Mi venganza personal será mostrarte La bondad que hay en los ojos de mi pueblo Implacable en el combate siempre ha sido Y el más firme y generoso en la victoria . Mi venganza personal será decirte Buenos dias sin mendigos en las calles Cuando en vez de encarcelarte te proponga Te sacuda la tristeza de los ojos. Cuando vos aplicador de la tortura Ya no puedas ni levantar la mirada. Mi venganza personal será entregarte Estas manos que alguna vez vos maltrataste, Sin lograr que abandonaran la ternura. Y es que el pueblo fue el que más te odió Cuando el canto fue lenguaje de violencia. Pero el pueblo hoy debajo de su piel Rojo y negro tiene erguido el corazón” Tomás Borge