Estudios Latinoamericanos 4 (1978), pp. 221-232 La presencia de la emigración polaca en América Latina y la política cultural de Polonia en este continente. 7DGHXV]àHSNRZVNL* 1. Consideraciones preliminares. El profesor Umberto Melotti tituló su proyectada ponencia ¿Hay una política cultural italiana en América Latina? No tiene importancia ninguna el hecho de que el informe en cuestión no fuera presentado durante el coloquio de Berlín Occidental**. Lo importante es lo que si en el caso de Italia un científico italiano consideró indispensable utilizar el signo de interrogación, yo, al presentar la analógica política polaca en el pasado, debería (como veremos) poner como mínimo cinco signos de interrogación. Sin embargo no lo hice (y les aseguro a todos que no es una manifestación de megalomanía nacional) porque el problema que enfoco – como lo indiqué en el título – esta estrechamente ligado a la política cultural del Estado polaco con las comunidades de origen polaco que estan presentes en América Latina. Pues no podemos poner en tela de juicio la presencia polaca en este continente. El problema de relación y la correlatividad entre la existencia de una «comunidad de emigrantes», de determinado país, y la explotación, la «colonización cultural» y la «europeización» del país latinoamericano de asentamiento, por parte del país europeo de origen de los emigrantes en los siglos XIX y XX, es decir, en el * Traducido del polaco por Carlo Humberto de Leon Ponencia preparada en 1973 para el coloquio internacional «Sociología del desarrollo y desarollo: dependencia y estructuras del poder» (Berlín Occidental – noviembre de 1973). La publicación de los materiales del coloquio en español, alemán e italiano no se realizó. A pesar de que pasaron ya cinco años, publicamos el informe opinando que el texto sería de alguna utilidad para el lector latinoamericano. ** período nacional de la historia de Latinoamérica, es una cuestión digna de interés y detenida atención. ¿Cuales son los problemas que sobresalen dentro del marco de investigaciones de esta relación? Por supuesto, son numerosos, aunque, se antepone en primer plano lo que llamaría indoctrinación cultural (la asimilación del contenido y la forma de la cultura europea como «mejor» y «superior», a costa del desarrollo de su propia cultura latinoamericana, abierta – lo que es obvio – a las influencias extranjeras, pero original e irrepetible). Creo que el sometimiento al «imperialismo civilizado» correspondió a diferentes formaciones culturales de América Latina: la indoamericana, afrolatinoamericana y latinoamericana (criolla). Generalmente la penetración y colonización cultural europea en América Latina, en los últimos 150 años (especialmente hasta 1914), obtuvo sus mayores éxitos en el seno de esta tercera formación (y posteriormente por intermedio de ésta, en las dos formaciones restantes) primordialmente porque su transmisor más importante en el terreno «criollo», especialmente después de 1850 - 1870, fue la numerosa y a veces masiva emigración de Europa. Desde este punto de vista, propondría dividir a los pueblos emigrantes del Viejo Continente en las siguientes categorías: 1) españoles y portugueses (la continuación popular de la conquista por los pueblos de la Europa atrasada o mejor dicho «de categoría B»); 2) ingleses y franceses (poco numerosos, «de élite», representantes de las metrópolis coloniales y neocoloniales); 3) alemanes (emigración numerosa, bien organizada y estrechamente ligada a la «vieja Patria», al mismo tiempo «de élite» y popular, en parte – pero no siempre – representante de potencia y ambiciones imperiales); 4) italianos, polacos, yugoslavos, ucranianos y otros (generalmente emigración popular, con deficiente preparación escolar; sus países no pertenecen a las potencias o son pueblos sin Estado propio). Por supuesto, parece que en dependencia de la categoría – es decir, específica política, socio-profesional y cultural – el papel de los grupos de emigrantes asentados en América Latina en la política de sus países de ascendencia, es muy diferente. 2. Polonia burguesa (1918 -1989). De las consideraciones preliminares es hora de pasar a las cuestiones polacas que son las que nos interesan ahora. En los años 1825-1870, la emigración polaca a América Latina era bastante limitada, tenía carácter político (especialmente refugiados, luchadores por la independencia que habían combatido contra los tres repartidores de Polonia – Rusia, Prusia y Austria), provenían de la «intelligentsia» de origen noble. Su símbolo es la eminente figura de Ignacy Domeyko. Los años 1870–1914 constituyen el período de la emigración polaca masiva. Los emigrantes – más de 100 mil personas representaron la capa del campesinado pobre, se dirigieron hacia el sur del Brasil (en mayoría a los Estados de Paraná y Santa Catarina) y mucho menor hacia la Argentina. Aproximadamente el 90% de los polacos asentados en América del Sur eran campesinos. Los factores económicos decidieron que, después de haber conquistado su independencia Polonia, en 1918, persistiera la emigración, aunque en menor intensidad que antes (a la Argentina más de 100 y al Brasil aproximadamente 60 mil). En este mismo período salieron de Polonia pequeños grupos (a veces contaban centenares y a veces miles de hombres) hacia México, Cuba, Costa Rica, Colombia, Uruguay y Bolivia. Una considerable parte de esta emigración en busca de trabajo a los países mencionados (hasta 90-95%) estaba formada por la población de origen judío, y en parte, por los ucranianos (provenientes de los terrenos polacos). La emigración polaca, especialmente la del Brasil, recibió con entusiasmo la reconstrucción del Estado polaco en 1918. Obtuvo su propia asistencia consular, apoyo de Varsovia para sus organizaciones, y con eso el sentimiento de un valor superior y de la dignidad nacional. Pero en la práctica de los veinte años, desde 1918 hasta 1939, la comunidad polaca en el Brasil (en parte también la de Argentina) con la existencia del Estado polaco no solamente consiguió sino también perdió algo. A la larga perspectiva – aunque parezca paradójico – salió perdiendo. La comunidad polaca, un grupo étnico económicamente débil, que representaba un bajo nivel cultural y educacional, en comparación con los italianos y sobre todo con los alemanes, mal organizada interiormente (divisiones políticas), hubiera conseguido mucho más al acercarse a la comunidad «viejobrasileña» y a otros grupos de emigrantes. Mientras tanto, pudiendo satisfacer sus postulados culturales (defensa de la lengua materna, sistema escolar propio, periódicos, diversas formas de contactos con Polonia, etc.) mucho mejor que antes de 1918, las comunidades. polacas en Brasil y Argentina se inhibieron, crearon una atmósfera de «ghetto», se apartaron de la vida política y cultural latinoamericana. A la larga distancia, este aislamiento era insostenible, y en Brasil empezó a romperse después del famoso decreto de Getulio Vargas (1938), el que embestía – y con certeza – contra los grupos y organizaciones de emigrantes alemanes e italianos que constituían una verdadera «Quinta Columna» para los pueblos de América Latina, pero acabó también con las organizaciones de los polacos, quienes lo sintieron fuertamente, pues eran ciudadanos pasivos pero leales al Brasil. Los polacos de América Latina no eran en ninguno de los casos transmitores de los bienes culturales brasileños a Polonia, pues por una parte los habían absorbido muy poco, y por otra parte, en Polonia se daba casi única y exclusivamente importancia a los alcances culturales propios de la emigración polaca (teatros, conjuntos de baile, etc.). La política cultural del gobierno polaco (el conjunto de instrucciones y la práctica consecuente) con los países de América Latina donde vivían en masa los polacos, prácticamente no existía, diferentemente de la expansible política italiana y sobre todo alemana que disponía en el extranjero de mayores posibilidades de organización y cuadros políticos. Así pues, no se trata de la recepción de la cultura polaca en el Brasil, o de la brasileña en Polonia. El Ministerio de Relaciones Exteriores de Varsovia tenía, con respecto a la cultura brasileña, una postura más que todo despectiva. La cultura polaca debía desarrollarse únicamente en el seno de la comunidad polaca, y florecer para apartar claramente a los polacos del contexto socio-cultural brasileño. En la política cultural polaca se toma en cuenta a la emigración casi sólo en el aspecto de «exportación de cultura». Esto no concernía solamente al Brasil, sino también a la Argentina, donde tenazmente se esforzaron por «mantener el carácter polaco» de la emigración y no se esmeraron en difundir la cultura polaca. Las autoridades estatales polacas, en forma delicada y moderada, pero algunas organizaciones políticas y asociaciones sociales de derechas, en forma clara, exigían colonias para Polonia, pronunciándose de que el Estado marítimo debía ser un Estado colonialista. Uno de los proyectos conceptivos del Ministerio de Relaciones Exteriores de 1936 que apoyaba la continuación de la emigración ultramarina decía: «para la posición imperial de Polonia es indispensable la obtención de un factor de influencias políticas en los terrenos extraestatales, pero el objetivo, a larga distancia, es la obtención de la soberanía sobre los nuevos terrenos, fuera del único territorio soberano, hasta ahora, en la cuenca del Vistula». Algunos funcionarios (la cuestión nunca fue seriamente discutida a alto nivel) concebían la obtención de la llamada Nueva Polonia, es decir, el Paraná para Polonia. Se puede encontrar, tenue además, eco de las concepciones coloniales polacas en la prensa argentina, la que criticaba las aspiraciones «polaco-japonesas» de colonizar los terrenos no explotados en otros países. Todo esto, en escala de la gran política internacional, no tenía gran significado, especialmente al compararlo con planes de los países del Eje. Si, por ejemplo, una parte de la opinión pública argentina se impacientaba, era porque temían a los proyectos de los países efectivamente poderosos (p. ej. concepciones alemanas frente a Patagonia). Todos los sueños y químeras imperialistas y colonialistas los abandonaron los polacos poco antes de estallar la Segunda Guerra mundial. La Polonia que durante varios años se acercó a algunos países totalitarios, a finales del año 1938 y comienzos de 1939, se encuentra directamente amenazada de muerte por la Alemania nazi. Sin desistir de la continuación de la activa política de emigración, la diplomacia polaca busca acercamiento con las autoridades brasileñas y argentinas, al mismo tiempo aparecen las primeras iniciativas del acercamiento de Polonia y de la emigración a las fracciones progresistas y antifascistas de los pueblos latinoamericanos, teniendo en mente, entre otras concepciones, la cooperación en el campo cultural y no la imposición de concepciones culturales de tipo colonial. 3. La Segunda Guerra mundial. El grupo socialmente más activo y políticamente consciente de los polacos de América Latina se opuso a la propaganda fascista y profascista local y a la proveniente de Europa. Un grueso número de miembros de la comunidad polaca se enroló voluntariamente al ejército polaco que luchó en Europa Occidental. En los años 1941 – 1944 bajo los estandartes polacos había aproximadamente 2000 personas. 1200 provenían de la Argentina, donde las autoridades fueron afables al reclutamiento. Casi 600 llegaron a Inglaterra del Brasil, donde las autoridades de acuerdo a la legislación, ponían serias dificultades al enrolamiento, lo que condujo a la realización de viajes ilegales. Los polacos también lucharon en Italia en filas brasileñas. Aproximadamente 200 personas llegaron también a Gran Bretaña del Uruguay, Paraguay, Bolivia, Venezuela y otros países latinoamericanos. Los voluntarios polacos tenían distinciones especiales, llevaban a la par del emblema polaco las banderas del Brasil y de la Argentina. Salvo algunas decenas de muertos, estos soldados, después de la guerra, volvieron a sus casas en América. Con su comportamiento los polacos latinoamericanos continuaron las tradiciones de sus antepasados quienes en el siglo XIX lucharon, también en América, de acuerdo con el lema «Por vuestra y nuestra libertad». Viendo en sus adecuadas y modestas proporciones el papel de los voluntarios polacos, hay que subrayar que su actitud ejemplo brillante – constituyó una aportación a. la creación de la conciencia social antifascista y democrática, es decir, a la profundización de la corriente humanista y progresista en la cultura politica de América Latina. 4. Polonia Popular (1944/45 – 1978). En el período posterior a la Segunda Guerra mundial tuvieron lugar dos cambios fundamentales que condicionan el carácter totalmente diferente de la relación entre la existencia de la emigración polaca y la política cultural de Polonia con América Latina. Primero, a causa de los cambios revolucionarios surge un Estado de nuevo tipo – la República Popular de Polonia, y una nueva sociedad – la nación socialista polaca. Segundo, las mayores comunidades polacas en América Latina (la brasileña y la argentina), por una parte han logrado una profunda evolución en el campo de la aculturación y asimilación (el definitivo paso de la comunidad de polacos del Brasil, pasando por la comunidad de brasileños polacos para llegar a la comunidad de brasileños de origen polaco), y por otra, han sido reforzados por aproximadamente 30 mil emigrantes de los años 1945 – 1950 (la llamada emigración militar), formados por un gran porcentaje de «intelligentsia», lo cual tuvo también gran influencia en el aspecto cultural de la «vieja emigración». Vale la pena dar el número actual de grupos y comunidades de origen polaco en América Latina, es decir los datos estadísticos de los años 1970 – 1973, tomando en consideración diferentes cálculos. El mayor grupo de origen polaco es, por supuesto, la comunidad polaco-brasileña. Su número se estipula variamente: de 450 a 863 mil personas. Al citar estas cifras tengo en mente los cálculos polacos realizados en el Brasil y en Polonia, en los que no se tomó en cuenta el criterio jurídico-formal, sino el étnico, y que estos cálculos, toman en consideración tanto las personas nacidas en Polonia como en el Brasil que representaban diferentes generaciones y estadios de asimilación. Actuálmente, en Polonia se considera generalmente que la comunidad polono-brasileña cuenta 450-500 mil personas, de las cuales aproximadamente 37% vive en el Estado de Paraná y, otros grupos numéricamente importantes, en Rio Grande do Sul y Santa Catarina. En la Argentina el número de personas de origen polaco se calcula en 120-140 mil (Misiones, Buenos Aires, Rosario y Mendoza). En los demás países de América Latina el número de polacos y judíos polacos es muy reducido: Uruguay – aproximadamente 8 mil, México – 5 mil, Venezuela – 2500 y en otros países de 10 a 1000 personas. Al analizar la historia de la emigración contemporánea polaca en América Latina y la historia de la política polaca, especialmente la cultural con estos países, debemos diferenciar claramente dos períodos. El primero comprende los años 1944/45 – 1956 y el segundo 1957 – 1973. El primero habría que dividirlo, a la vez, en dos subperíodos (1944 – 1948 y 1949 – 1956). El primer período, en la parte oeste del Atlántico, se caracteriza por el fortalecimiento numérico de la emigración polaca. La nueva emigración (asentada principalmente en la Argentina y apenas en segundo orden en el Brasil y en Venezuela) contaba con un alto porcentaje de «intelligentsia», la que, como ya sabemos mantenía una postura negativa a la recién surgida Polonia Popular. Durante cierto tiempo, ante todo en la época de la «guerra fría», esta nueva emigración tuvo gran influencia en la actitud y comportamiento de toda la comunidad polaco-latinoamericana. Al mismo tiempo, la emigración como una totalidad, se integró inevitablemente en el pueblo del país de asentamiento (por lo general la «intelligentsia» más rápido que los campesinos). Al observar estas cuestiones, desde la orilla este del océano, con los ojos de la dirección política de la Polonia Popular debemos manifestar que al principio (1945 – 1948) se cuidaba casi única y exclusivamente de mantener relaciones diplomáticas con el mayor número de Estados del Nuevo Mundo; después (1949 – 1956) toda la actividad polaca disminuyó rápidamente, sufrió, junto con la «guerra fría», una congelación, entre otras cosas, a causa de las barreras impuestas por los gobiernos de anticomunismo extremo de América Central y del Sur. En este período y en estas condiciones era difícil de hablar de cualquier política cultural claramente determinada y consecuente por parte de Polonia, aunque ya entonces una cuestión se había decidido definitivamente – la Polonia Popular se apartaba de los intentos de aprovechar a la emigración para fines colonialistas (en el sentido directo e indirecto, material y espiritual). Concentremonos en el período de los últimos quince años y puntualicemos los rasgos principales que caracterizan a la política cultural polaca con América Latina. Ante todo, Polonia rechaza su antiguo apoyo al aislamiento («ghettoismo») de los agricultores polacos que residen en América del Sur, acepta y apoya la integral «latinoamericanización» cultural de los antiguos ciudadanos polacos, sus hijos y nietos residentes en el Brasil, Argentina y demás países, subraya la necesidad de una completa lealtad de las personas de origen polaco a sus patrias americanas, le satisface su avance socioeconómico, político y cultural. Se puede asegurar que la República Popular de Polonia no abrió ni abre camino a sus intereses (en el sentido de aspiraciones de expansión neocolonialista en mayor o menor grado encubiertas) con ayuda de sus ciudadanos-emigrantes y sus descendientes, pues no tiene ningunos intereses de este tipo. El pueblo y las autoridades de Polonia son de la opinión de que los lazos emocionales y culturales entre las personas de origen polaco y su vieja patria deben ser mantenidos y apoyados. Por ello, la Polonia Popular desea mantener lazos culturales, ante todo, con los brasileños y argentinos de origen polaco, se esfuerza en organizarles visitas y viajes turísticos a Polonia. En los últimos quince años ha aumentado en Polonia el interés social por la suerte de las colonias polacas en el extranjero. En forma activa desarrollan su actividad las asociaciones que facilitan el establecimiento de los lazos de la vieja emigración con Polonia, han surgido y se desarrollan centros de investigación de la «presencia polaca» en el mundo contemporáneo en sus diversos aspectos (la Academia de Ciencias de Polonia, las universidades, en particular la Universidad Jagelona de Cracovia). En los últimos tiempos, los grupos de ascendencia polaca, especialmente en el Brasil (en menor grado en la Argentina, donde ha perdurado en el medio de la «intelligentsia» una fuerte resistencia a la aceptación del sistema político de la Polonia actual), se convierten, cada vez en forma más activa, en transmisores de la civilización polaca hacia América Latina colaborando en el campo de la cultura con las autoridades y las sociedades polacas y brasileñas (argentinas y otras). Por supuesto, con mayor impulso se propaga la lengua, la cultura y la ciencia polaca en las regiones pobladas por antiguos colonos polacos, pero las acciones de difusión de la cultura polaca no se limitan sólo a estas regiones. Durante la organización de diversos eventos, exposiciones, visitas de escritores (como por HMHPSOR -DURVáDZ ,ZDV]NLHZLF] \ 0LFKDá 5XVLQHN FLHQWtILFRV periodistas y conjuntos artísticos, las autoridades polacas y las sociedades socio-culturales nunca se olvidan de la «geografía de la presencia polaca» en determinado país. Las comunidades de origen polaco y especialmente sus organizaciones e instituciones culturales (por ejemplo la Biblioteca Ignacy Domeyko de Buenos Aires) se convierten, cada vez en mayor grado, en transmisores y un importante factor de propaganda de los alcances de la cultura polaca en los países de América Latina. Las celebraciones del Milenio del Estado Polaco en los años 1958 – 1966, el centenario de la emigración polaca al Brasil (1971), el año de Copérnico (Kopernik) mostraron no sólo a la emigración polaca, sino también a los pueblos latinoamericanos, las tradiciones seglares y las notables conquistas de la cultura y ciencia polacas. En forma muy activa ha trabajado y trabaja por la divulgación y popularización de la cultura polaca entre los brasileños la Sociedad Tadeusz .RFLXV]NR\OD8Qão Juventus. Es interesante el hecho de que la actividad de propaganda cultural realizada por las misiones diplomáticas polacas cuando las celebraciones del Milenio del Estado Polaco, despertó entre la emigracjón polaca ya asimilada de algunos países con pocos emigrados de ascendencia polaca (México) un nuevo interés por Polonia y su cultura. Esto es comprensible; pues dentro del marco de la propagación de la cultura polaca, la Republica Popular de Polonia populariza y propaga también la gran aportación de los grandes polacos al bagage de lá cultura universal (Copérnico, Mickiewicz, Chopin) lo que hace renacer y despierta el orgullo nacional en la conciencia de las personas de origen polaco. Marginalmente se podría lanzar la hipótesis de que los triunfos de los pianistas latinoamericanos durante el VII Concurso Internacional de Piano «Federico Chopin» de Varsovia en 1965 no fueron éxitos casuales de una argentina y un brasileño (Marta Argerich y Arturo Moreira-Lima), es decir, de los ciudadanos de países con numerosas comunidades de origen polaco. Igualmente, no es una cosa casual – independientemente de los sistemas políticos – que el intercambio comercial polaco-brasileño sea intensivo en los últimos tiempos y que su valor constituye el 50 % o más del intercambio de Polonia con toda América Latina. El mejor conocimiento mútuo, entre otras cosas, a causa de la presencia polaca en los países mencionados, fecunda en diversas ramas. Es necesario advertir la existencia de dos barreras, que últimamente tienden a desaparecer, las cuales dificultaban los contactos culturales entre Polonia y los pueblos de América Latina. La primera es la barrera político-ideológica elevada en América Latina y que consistía en la tendencia a reducir, por parte de los gobiernos de numerosos países de este continente, las relaciones con Polonia, condenándolas al intercambio comercial y cuidadosamente, sin magnitud ninguna, al intercambio cultural. Polonia, después de la Segunda Guerra mundial firmó cuatro convenios de intercambio cultural. Uno de ellos, fecundamente realizado, es el convenio con Cuba socialista, los dos restantes, fueron firmados con México (1970) y con Venezuela (1973). Es característico que en los tres países arriba mencionados no existe ni existió una numerosa emigración polaca. Mientras tanto, el convenio con el Brasil, tan importante, está prácticamente congelado. Segundo, la posición socio-cultural de las comunidades de origen polaco, especialmente en el Brasil y Argentina continúa siendo no muy elevada. Sin embargo es necesario subrayar que la aportación económica y civilizadora de los colonos polacos en el desarrollo del sur del Brasil, no es pequeña (rechazo las opiniones extremas: la polaca tendenciosamente glorificadora y la no polaca, en la mayoría de los casos brasileña, tendenciosamente negativa). En el último decenio aumenta lentamente el significado político y cultural de la «intelligentsia» de origen polaco en la República Federal del Brazil (especialménte en el Estado de Paraná); hay que citar a Z. =LHPELVNL WHDWUR : 5RPDQRZVNL OLWHUDWXUD YDULRV SURIHVRUHV XQLYHUVLWDULRVHQWUHRWURVHOIDPRVRHQWRPyORJR&]HVáDZ%LH*DQNR 5. El futuro: la delineación de perspectivas. El principio básico del ulterior desarrollo de las relaciones culturales polaco-latinoamericanas, en el amplio sentido de su concepción, es el apoyo de Polonia socialista a la coexistencia pacífica y a la cooperación en escala global. Solamente en las condiciones de una paz estable y duradera se puede pensar, lo que es obvio, en el enriquecimiento de las formas de cooperación y la confianza entre los pueblos. Sin embargo, no es conveniente olvidar de que en el futuro, mucho más que ahora y que ayer, la política cultural significará propaganda cultural y propaganda en general, y que la rivalidad ideológica, y la lucha por la transmisión de determinados contenidos culturales, no neutrales en lo político, se continuarán desarrollando incesantemente. ¿Tendrán las comunidades de origen polaco en América Latina que cumplir un papel mayor en el desarrollo de las relaciones culturales entre la Polonia Popular y Latinoamérica? Es necesario considerar que sí. Se puede suponer que: 1) continuará el avance socio-económico y cultural de las comunidades de origen polaco en el Brasil, Argentina y otros países, lo que indudablemente facilitará el cumplimiento de su papel como «estaciones transmisoras» en el intercambio cultural (incluyendo el deporte); 2) debido a que el interés por la cultura de la antigua Patria crece generalmente, en el grupo étnico ya asimilado, en la tercera o cuarta generación, esto tendrá, en un futuro próximo, una influencia positiva en la actividad cultural creadora (cultural receptora y cultural-emisora) de los descendientes de los antiguos polacos. Creo que una creciente importancia en las relaciones culturales tendrá el aumento de los contactos personales, no institucionales, apoyados por las autoridades de la Polonia Popular (por ejemplo el turismo en grupos organizados), sino verdaderamente voluntarios y espontáneos. Estos contactos son, ante todo, las visitas a Polonia individuales o en grupo de personas de ascendencia polaca (conocen Europa a través de Polonia o entre otros países, a través de Polonia). En el marco de estos viajes, los ciudadanos de los países latinoamericanos no solamente conocerán la cultura polaca y transmitirán sus valores a sus pueblos respectivos, sino también conocerán el contenido, las formas, las experiencias, buenas y malas, antiguas y nuevas de la actual cultura socialista de Polonia y de los países socialistas de Europa Central. Los contactos personales, la migración de personas e ideas enriquecen también, amplían los horizontes culturales y despiertan el interés de la Polonia Socialista por las experiencias de contenido humanista de Latinoamérica. Ya en la actualidad algunas ramas artísticas latinoamericanas despiertan gran interés de Polonia (la literatura, el ciné y el urbanismo). Para despertar este vivo interés actual, y que tiene grandes posibilidades de profundización y enriquecimiento, un papel relevante jugo la existencia y el desarrollo de la más variada literatura polaca: las obras científicas, la prensa, los reportajes y las memorias sobre los polacos en América Latina y, a la vez, sobre las civilizaciones latinoamericanas. Vale la pena mencionar que, por ejemplo, a la colonización polaca en el Brasil se han dedicado, hasta ahora, más de 400 libros. Ya que hablemos, aunque en forma marginal, del cine, hay que añadir que la cinematografía polaca constituirá en las exportaciones de Polonia a América Latina un importante reglón. Indistintamente si existe o no, en determinado país, un grupo de personas de origen polaco, Polonia desea, en el futuro, activar su política cultural con América Latina (se iniciarán los esfuerzos para conseguir la firma de convenios de intercambio cultural con el Perú y la Argentina). Se puede presumir que una gran parte de la política cultural polaca seguirá siendo guiada por el Estado y sus agencias especializadas. A pesar de ello, aunque los contactos no formales ya mencionados se abren camino lentamente, se aspira a multiplicarlos para conseguir una «desestatalización» de la política cultural polaca en el sub continente latinoamericano. Bibliografía. Emigracja polska w Brazylii. 100 lat osadnictwa [Emigración polaca en Brasil. 100 años de colonización], Warszawa 1971; . *DUGROLVNL Imigração e colonização Polonesa no Rio Grande do Sul, «Enciclopedia Rio-grandense», Vol. V; . *áXFKRZVNL 0DWHULDá\ GR SUREOHPX RVDGQLFWZD SROVNLHJR Z %UD]\OLL >/RV materiales para el estudio de emigración polaca en Brasil, Warszawa 1927; K. Groniowski: Emigracja zarobkowa w Brazylii 1871 – 1914 [Emigración económica en Brasil, 1871 – 1914@:URFáDZ Z. 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