Frank Sinatra en La Habana - Lettres de Cuba

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Frank Sinatra en La Habana
Por Rafael Lam
Número 02, 2016
Francis Albert Sinatra (Frank) “la voz”, el timbre y la atmósfera de la música
estadounidense, uno de los artistas más polémicos de los tiempos modernos, fue el
cantante que más generaciones escucharon. Sobrevivió el rock and roll, el mambo, al
chacha chá, al pop, al beat, al rock sinfónico, la pachanga y la salsa.
Al artista norteamericano se le celebró su centenario (12 de diciembre de 1915-14 de
mayo de 1998). Vino a La Habana dos veces: en 1946 y 1951. La primera visita tiene
relación con el encuentro de los principales capos de familias de la mafia. El manto
formal para la reunión de tal envergadura fue el viaje que realiza el cantante como
invitado de un millonario italiano para recibir un homenaje en los exquisitos salones del
Hotel Nacional de Cuba.
Al encuentro asistirían un grupo de admiradores del famoso cantante. Lucky Luciano
dijo:
“Si alguien hubiera preguntado, había una razón aparente para semejante
reunión. Se celebraba para honrar a un chico italiano de New Jersey llamado Frank
Sinatra, el cantor que se había convertido en ídolo de los adolescentes del país. Había
volado a La Habana con sus amigos, los Fischetti, a conocer a su amigo Charlie Luciano
y durante la semana se daría una gala en su honor (…) Frank era un buen chico y todos
estábamos orgullosos de él, del modo en que había llegado al estrellato.” (Enrique
Cirules, El imperio de La Habana, Casa de las Américas, La Habana, 1993 pp. 68-69).
La conferencia de los mafiosos en el Hotel Nacional de Cuba concluyó en vísperas del
último día del año 1946, con una celebración por todo lo alto. Se reservó una gran sala
del hotel, el Casino Parisién, y la buena comida y mejor bebida –desde champán francés
hasta whisky escocés de marca y criollo ron– estuvo libre de consumo. Una de las más
afamadas orquestas habaneras fue contratada; con bailarinas y figurantes de la nómina
de los célebres cabarets Tropicana, Sans Soucí y Montmartre.
Y cual inesperada y agradable sorpresa, ya cerca de la media noche, las luces se
apagaron, se iluminó un pequeño escenario y, ante murmullos aprobadores y
estruendosos aplausos apareció la más prometedora de las estrellas ascendentes en el
firmamento de la canción norteamericana: Sinatra.
“Canté, comentaba luego, como sólo puedo hacerlo cuando estoy entre amigos, hasta
que la voz no me dio para más… hasta enronquecer”, afirmaría luego el cantante italonorteamericano. (Oscar Pino Santos, Complot, Nuestro Tiempo, S.A., 1992, p. 181)
Uno de los dependientes del servicio de habitaciones de Sinatra y de otros mafiosos en
el Hotel Nacional fue Jorge Miguel Jorge, que contaba en 1946 con 22 años. El
dependiente reveló a Granma Internacional, durante una entrevista en su apartamento de
El Vedado, que Sinatra para cuidarse las espaldas, no se registró en el hotel. Ocupó la
habitación 214 y se comunicaba con los mafiosos a través de la suite del 213 al 211.
Pidió al hotel que nadie lo importunara.
“Tomaba mucho Whisky de primera –consigna Jorge Miguel Jorge– Cutysarky
Smugler. Comían mucho canapé (pan con anchoa, cremas con caviar); bistec americano,
con muchas ensaladas y salsa rusa. Le habían preparado también a seleccionar:
pechugas de flamenco, estofados de carey, asados de tortuga, langostinos de Cojímar,
ostiones de Sagua, chuletas de venado”.
El tiempo que ellos estuvieron en la instalación hotelera de la capital cubana nadie tenía
conocimiento de lo que allí sucedía. Eran considerados hombre de negocio. Todos los
pisos estaban ocupados, cada uno traía su guardaespaldas. Sinatra, ni se registró.
Cuando regresa a Estados Unidos, una revista norteamericana divulga que el cantante
había comido con la mafia en La Habana. Sinatra lo demanda por 50 mil dólares y gana
la querella; porque justamente no había prueba fotográfica, ni testimonial.
El músico y compositor Senén Suárez trabajó en Tropicana desde 1948 hasta 1958.
Según relató a este cronista, Sinatra visitó Tropicana en 1951, pero cuando lo
descubrieron, rápidamente se marchó.
Ciertamente existen pocas fotos de sus visitas, contamos con una foto de Sinatra con el
periodista Don Galaor, de la revista Bohemia y la que presentamos en esta crónica, en el
mítico bar habanero Sloppy Joe´s.
En 1951 Sinatra se casa con Ava Gardner, pasa la luna de miel en Miami y de allí se
llega nuevamente hasta La Habana, El Hotel Nacional muy reservado, se caracterizaba
por eso y acogió de nuevo al artista. Jorge Miguel Jorge nuevamente atiende a Sinatra y
queda asombrado con la bella mujer que trae el cantante.
Octavio Benedino Sánchez Oñaguirre (Cotán), trovador natural, cantó en el Floridita a
Frank Sinatra y Ava Gardner. “Yo toqué para ellos, también para Libertad Lamarque
(actriz de Argentina) y Lauren Bacall (estrella estadounidense). Creo que Ava Gardner
era un poquito más bonita que Libertad Lamarque. Todos eran amigos de Papá
Hemingway y le rendían tributo”. (Víctor Manuel Valdés, José Antonio Más, Un acorde
llamado Cotán, La Gaceta de Cuba, La Habana, marzo-abril, 2003, p. 53).
Tomando en cuenta que Frank Sinatra era un hombre de éxito, en 1958, operaba su
propia compañía de películas, y tenía la intención de trasmitir semanalmente programas
de televisión hacia los Estados Unidos desde el Hotel Monte Carlo de La Habana. Pero
todo quedó ahí, la historia fue otra.
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