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RUMANÍA
Par IOAN LAZAR
La aparición y los inicios del cine en Rumanía están relacionados, como en muchos
otros países del mundo, con Francia. La primera proyección cinematográfica se celebró en
Bucarest, el 27 de mayo de 1896, en la redacción del periódico en lengua francesa
«L’Indépendance roumaine». Menos de cinco meses después del histórico acontecimiento que
tuvo lugar en París, cuando el 28 de diciembre de 1895, en el sotano del Grand Café, en el 14
del boulevard des Capucines, nació el cine, en el «pequeño París», como se conocía a Bucarest
en aquella época, se pudo presenciar L’Arrivée d’un train en gare de la Ciotat de Louis
Lumière.
La programación de películas francesas prosiguió desde aquel momento y durante los
siguientes años se añadieron escenas tomadas en Rumanía. Estas últimas se debieron a un
director de fotografía francés, Paul Menu, que filmó el desfile del 10 de mayo de 1897 en
Bucarest, a petición del periódico «L’Indépendance roumaine». El cine rumano había nacido y
muy pronto estaría representado en Cannes.
En el otoño de 1946, durante la primera edición del Festival (cuya inauguración en 1939
había sido aplazada a causa del estadillo de la Segunda Guerra Mundial) se presentaron dos
películas rumanas: el mediometraje Floarea reginei (Immortelle des neiges) de Paul Calinescu y
el cortometraje documental Rapsodia rustica de Jean Mihail.
Presente por primera vez en Cannes en 1956 con Surubul lui Marinica (Marinica's
bodkin), Ion Popescu-Gopo regresaría al año siguiente con Scurta istorie (A short History), un
cortometraje de animación que le valió la primera Palme d’or a Rumanía. Miembro del Jurado
de los cortometrajes en 1961, Gopo regresó de nuevo a la Selección con Sapte arte (The seven
arts, 1958), De dragul printesei (The princess in love, 1960) y S-a furat o bomba (Han robado una
bomba,
1962),
un
largometraje
que
mezcla
ficción
y
animación.
En la misma época, otra referencia del cine rumano, Victor Iliu, participó en la Competición de
los largometrajes con La Moara cu noroc (The mill of good luck, 1957).
A finales de los años 50, la confirmación de las buenas relaciones culturales con Francia
quedó demostrada por medio de coproducciones entre ambos países. En 1958, Louis Daquin
participó en Competición con Ciulinii Baraganului (Baragan thistles), adaptación de la novela
homónima de Panait Istrati, escritor de origen rumano afincado en Francia. Cinco años más
tarde, en 1963, la adaptación cinematográfica de otro libro de éxito de Panait Istrati, extracto
del ciclo «Copilaria lui Adrian Zografi» («Infancia de Adrian Zografi»), se materializó en una
nueva coproducción rumano-francesa, Codin, dirigida por Henri Colpi, que ya había logrado la
Palme d’or en 1961 con Una larga ausencia (Une aussi longue absence). Esta adaptación no pasó
desaparecibida, y recibió los galardones al mejor guión y el premio de la Comisión Superior
Técnica.
Los años 60 aportaron importantes reconocimientos para el cine rumano. La edición de
1965 concedió el premio al mejor guión a la película de Liviu Ciulei, Padurea spanzuratilor (The
lost forest), inspirada en la novela homónima del escritor Liviu Rebreanu. El año siguiente,
Rumanía estuvo de nuevo representada con una adaptación del mismo escritor, Rascoala
(Blazing winter), dirigida por Mircea Muresan. La película obtuvo el premio «Opera Prima».
En 1966, en Cannes Jeunesse, tuvo lugar la primera participación de uno de los más
grandes cineastas rumanos, Lucian Pintilie. Su primera película, Duminica la ora sase (Sunday at
six), obtuvo el Grand Prix del festival paralelo dedicado a los cineastas jóvenes. Tres años más
tarde, fue un documental el que se llevó el equivalente a la Palme d’or del cortometraje. De este
modo, Cântecele Renasterii (Renaissance songs), dedicada al coro de fama internacional
«Madrigal» (cuyo director era Marin Constantin), le valió el Grand Prix a su director, Mirel
Iliesiu.
La década concluyó con un nuevo éxito rumano en Cannes: Reconstituirea (La
Reconstitution, 1970) de Lucian Pintilie.
En los años 70, las películas rumanas estuvieron ausentes de la competición pero
participaron en otras secciones. Una creación sobresaliente, Nunta de piatra (Les Noces de
pierre), una de las colaboraciones más interesantes de la época, firmada por Mircea Veroiu y
Dan Pita, se proyectó en 1973 en la Semana de la Crítica. Y en 1974, Dincolo de nisipuri (Beyond
the sands) de Radu Gabrea figuró en el programa de la Quincena de Realizadores.
Hubo que esperar hasta 1992 para que el cine rumano regresara a la Costa Azul, con la
selección fuera de competición de Balanta (The oak) de Lucian Pintilie, que atrajo la atención de
la crítica sobre un cineasta de talla europea y sobre el valor de los actores rumanos. Los papeles
principales fueron interpretados por Maia Morgenstern (que regresaría en muchas otras
ocasiones a Cannes) y Razvan Vasilescu. Entre 1994 y 1996, Rumanía estuvo representada tres
años consecutivos en la Competición de Cannes. Pintilie regresó en 1994 con O vara de neuitat
(Un été inoubliable) y en 1996 con Prea târziu (Demasiadp tarde), mientras que Senatorul
melcilor (The snails' senator), dirigida por Mircea Daneliuc compitió por la Palme d’or en 1995.
En la misma época, conviene destacar la participación de la primera película de Nae
(Nicolae) Caranfil, E pericoloso sporgersi (Don't lean out the window, 1993), en el programa de la
Quincena de Realizadores, así como la presencia en el Festival de la coproducción francorumana Trenul vietii (El tren de la vida) de Radu Mihaileanu, cineasta de origen rumano.
La primera década del tercer milenio dio origen a la impresionante afirmación de una
nueva ola de cineastas rumanos. La inauguración de este periodo excepcional correspondió a
Cristi Puiu, cuya primera película, Marfa si banii (Le Matos et la Thune, Quincena de
Realizadores,
2001),
captó
la
atención
de
la
prensa
mundial.
En 2002 tuvo lugar la primera participación en Cannes de Cristian Mungiu, con Occident,
aplaudida en la Quincena de Realizadores. Durante esta década, que ha sido una de las más
prolíficas en cuanto a la aparición de jóvenes autores rumanos de cine, también asistimos al
regreso a la Croisette de Lucian Pintilie. Considerado como uno de los maestros de la nueva
generación, presentó Niki Ardelean, colonel în rezerva (Niki and Flo) en la Quincena de
Realizadores en 2003. Un año más tarde, un cortometraje del joven director Catalin Mitulescu,
titulado Trafic, se alzó con la Palme d’or.
En 2005, Moartea domnului Lazarescu (La muerte del señor Lazarescu) de Cristi Puiu
obtuvo el premio Un Certain Regard. Durante estos años, las producciones rumanas gozaron de
una acogida especialmente entusiasta en Cannes. El primer largometraje de Catalin Mitulescu,
Cum mi-am petrecut sfarsitul lumii (Cómo celebré el fin del mundo, 2006), llevó al jurado de la
sección Un Certain Regard a crear un premio de interpretación para su joven actriz, Dorothea
Petre (una novedad en la historia de la sección). Ese mismo año, por primera vez, la Caméra d’or
se concedió a una película rumana. A fost sau n-a fost (12:08 East of Bucharest) atrajo la
atención de los medios cinematográficos de todo el mundo sobre otro cineasta de la nueva ola,
Corneliu Porumboiu, sin duda el más creativo de su generación. La confirmación no se hizo
esperar. La segunda película de Porumboiu, Politist, adjectiv (Police, adjective), presentada en
2009 en la sección Certain Regard, se alzó con el Prix del Jurado y el Prix FIPRESCI.
Se trata de una década plagada de premios para el cine rumano. La consagración de la
nueva ola culmina con la concesión del premio más importante, la Palme d’Or, a Cristian Mungiu
por 4 luni, 3 saptamani si 2 zile (4 meses, 3 semanas y 2 días). En 2007, se proyectó en Cannes
otra película rumana, California Dreamin’. Su autor, Cristian Nemescu, acababa de fallecer
prematuramente en un accidente de tráfico. La película se alzó con el Prix Un Certain Regard.
2008 marca otra año de referencia para el cine rumano. «Megatron» de Marian Crisan
recibió la Palme d’or del cortometraje. En 2009, Cea mai fericita fata din lume (La chica más feliz
del mundo) de Radu Jude fue el primer título rumano proyectado en el marco del ACID.
Finalmente, casi una década después de su primera selección, Cristi Puiu regresó con Aurora
(Aurora, un asesino muy común), programada en la sección Un Certain Regard, que recibió el
mismo año otra película rumana firmada por una camarada de generación: Marti, dupa Craciun
(Martes, después de Navidad, 2010) de Radu Muntean.
Si bien los dos primeros años de la segunda década de este siglo no han hecho otra cosa
que confirmar los talentos descubiertos, no se puede ignorar la introducción de nuevas
temáticas. Desde la obsesión de la revolución que desembocó en la caída del régimen de
Ceausescu (finales de 1989) hasta las nuevas realidades, la transición ha sido lenta. Los motivos
de Amintiri din Epoca de Aur (Historias de la edad de oro, Un Certain Regard), título de una
película coral producida y parcialmente dirigida por Cristian Mungiu en 2009, han dejado paso a
otras preocupaciones.
Cristian Mungiu cosechó un nuevo éxito en 2012, cuando su película Dupa dealuri (Más
allá de las colinas), adaptada de los libros basados en el asunto de Tanacu de Tatiana NiculescuBran, cosechó dos premios importantes: el premio al mejor guión y el premio a la mejor
interpretación femenina, concedido ex-aequo a las dos intérpretes principales: Cosmina Stratan
(Voichita) y Cristina Fluture (Alina). Merece destacar también la reputación de los directores de
fotografía rumanos, en especial la contribución de Oleg Mutu, cámara en la película Más allá de
las colinas de Cristian Mungiu, así como en V Tumane (En la niebla) de Sergei Loznitsa en 2012.
Aunque el cine rumano ha estado bien representado a lo largo de toda la historia del
Festival, no cabe duda de que la iniciativa de su presidente, D. Gilles Jacob, de crear la
Cinéfondation, así como L’Atelier, ha favorecido a partir de los años 2000, la exposición de un
número creciente de jóvenes cineastas rumanos en los inicios de sus carreras.
PAR IOAN LAZAR es doctor en Ciencias del Arte por la Universidad Paris Ouest Nanterre con
la tesis «El análisis estilístico del cine» (2002), crítico cinematográfico y autor de varias obras
dedicadas a la historia y a la teoría del cine. Es autor de la monografía «Cannes de los rumanos»
(2010), donde se abordan en profundidad las películas rumanas que han participado en el
Festival entre 1946 y 2010. Ese mismo año, Cristian Mungiu organizó la primera edición de un
certamen cinematográfico especial, bajo el título genérico «Las películas de Cannes en
Bucarest», con Thierry Frémaux, Delegado general del Festival, como invitado de honor.
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