aspectos psicosociales del sida: estigma y prejuicio

Anuncio
ASPECTOS PSICOSOCIALES DEL
SIDA: ESTIGMA Y PREJUICIO
ROBERTO CASTRO-PÉREZ, LIC. EN SOC., M. I . P.
Castro-Pérez R.
Aspectos psicosociales del SIDA: estigma y
prejuicio.
Salud Publica Mex 1988; 30: 629-634.
Castro-Pérez R.
Psychosocial aspects of AIDS: stigma and
prejudice.
Salud Publica Mex 1988; 30:629-634.
RESUMEN:
como la lepra o la tuberculosis en otras épocas,
es una enfermedad que, por un lado, refuerza algunos
prejuicios ya existentes de parte de los "normales" y,
por otro, estigmatiza socialmente a sus víctimas. Además, esta enfermedad ha contribuido a politizar -a hacer
públicos- aspectos tradicionalmente privados, como el
contexto de la relación amorosa -homosexual o heterosexual-, que es una de las principales formas de transmisión de la enfermedad. La transmisión del SIDA supone
actos privados con consecuencias públicas. Las políticas
,
sociales orientadas a combatirlo suponen, a la inversa,
actos públicos que tienen un impacto en la esfera de lo
privado. Junto a este vínculo de lo público con lo privado, se ha abierto un espacio para que ciertos prejuicios
y estigmas se acentúen. Consecuentemente, los enfermos
El SIDA,
( )
i
ABSTRACT:
as formerly leprosy or tuberculosis, is an illness
that, on one hand, reinforces some prejudices already
existing in "normal" or sane people, and, on the other,
it is a disease that socially stigmatizes its victims.
Additionally, AIDS has contributed to politicize -that is,
to make public- some traditionally private aspects, as
the context of the loving relationship -homosexual or
heterosexual-, which is one of the main ways of
transmittad. The transmission ofAIDS involves privateacts
with public consequences. The social policies orientated
to combat it involve, on the contrary, public acts with
an impact on private life. Besides this link of what is
public with what is private, it seems that a space has been
opened for the reinforcement of certain prejudices and
stigmas. Consequently, people affected by AIDS must
AIDS,
(1 )Jefe del Departamento de Ciencias Sociales y Educación para la Salud, Escuela de Salud Pública de México, Instituto Nacional de Salud
Pública, México.
JULIO-AGOSTO DE 1988, VOL. 30, No. 4
62 9
ASPECTOS PSICOSOCIALES DEL SIDA: ESTIGMA Y PREJUICIO
de SIDA sufren una doble marginación: biológica, por lo
incurable de su mal, y social, por los prejuicios y estigmas que recaen sobre ellos. La investigación sociopsicológica y educativa debe contribuir a eliminar esta última.
suffer a doble sort of discrimination: a biological one,
given the fatal character of such a disease, and a social
one, given the prejudices and stigmas it carries. An
i mportant task for the psycho-social and educative
research is to significantly contribute to diminish the
latter.
Palabras clave:
Key
SIDA, estigma, prejuicio
words: AIDS, stigma, prejudices
Solicitud de sobretiros: Roberto Castro-Pérez, Francisco de P. Miranda 177.6° piso, Unidad Plateros, C.P. 01480, México, D.F.
T
al como lo evidencian numerosos testimonios científicos y
de prensa, y diversas estimaciones epidemiológicas, el SIDA es una enfermedad cuya incidencia
tiende a aumentar considerablemente. Como ha
sido señalado en reiteradas ocasiones, es el largo
periodo asintomático en que puede vivir una persona infectada, y el tiempo también previsiblemente largo que aun habrá de transcurrir antes
de que contemos con una vacuna efectiva para
combatirlo, lo que ha convertido al SIDA en un
problema prioritario de salud pública en los últi mos cinco años.
Consecuentemente, no es difícil imaginar que
un problema como el SIDA, que afecta cada día a
un mayor número de personas y contra el que
aun poco se puede hacer, presente características
sociológicas de particular importancia, sobre todo en lo que se refiere a la respuesta social que
se ha generado para combatirlo.
En efecto, se ha dicho que el amor y la política son las dos formas extremas de las relaciones
sociales (Paz O. Observaciones no publicadas). El
primero transcurre entre la pareja, en la alcoba,
privadamente. La segunda, en cambio, involucra
no a la pareja sino al grupo, transcurre no en la
alcoba sino en la plaza y no es privada sino pública. Un primer rasgo sociológico importante e
interesante de esta enfermedad, es que el SIDA ha
contribuido a politizar -es decir, a hacer públicos- aspectos que tradicionalmente se habían
63 0
mantenido en el ámbito de lo privado, lo íntimo
y lo personal: el contexto de la relación amorosa, homosexual o heterosexual, que es una de las
principales formas de transmisión de este mal, si
bien no la única.
La politización de aspectos que hasta hace poco se mantenían como asuntos privados queda
de manifiesto, por ejemplo, con el carácter que
asumen las medidas de salud pública implementadas en relación con el SIDA. Las diversas campañas oficiales tendientes a impulsar el llamado
"sexo seguro", la distribución masiva de preservativos y el llamado a la población en general a
que mantenga relaciones con pocas o, de preferencia, con una sola pareja sexual, son una muestra de ello.
Se trata de medidas de salud pública publicitadas a través de prácticamente todos los medios
de comunicación, destinadas a producir cambios
sin precedentes en la conducta íntima de los individuos. El SIDA, pues, ha sacado a la plaza pública aspectos otrora muy personales.
SIDA,
La transmisión del
entonces, supone en
buena medida la existencia de actos privados con
consecuencias públicas y sociales. Las políticas
sanitarias orientadas a combatir la propagación
de la enfermedad suponen, a la inversa, actos
públicos con impacto dentro de la esfera de lo
Pero las políticas de salud en torno al SIDA no
son la única forma de respuesta social que ha ge-
privado.
CASTRO-PEREZ, ROBERTO
nerado esta enfermedad. Junto a aquéllas, otras
formas de respuesta social -objeto también de
un profundo interés sociológico por sus posibles
consecuencias- han aparecido. Una de ellas es la
creciente marginación de la que están siendo objeto los enfermos de SIDA; si se repasa la historia
de las enfermedades, la marginación de la que
hablamos recuerda -por sus semejanzas- a la sufrida antiguamente por aquellos que padecían
lepra, tuberculosis o cólera. El SIDA, como estas
últimas, es una enfermedad que, por un lado,
refuerza algunos prejuicios ya existentes de parte de los "normales" o sanos y, por otro, estigmatiza socialmente a sus víctimas.
De esta manera, simultáneamente al puente
que tienden las medidas sanitarias y que vincula
lo público con lo privado, parece abrirse un espacio importante para que ciertos prejuicios y
estigmas se acentúen.
¿Por qué el SIDA, a diferencia de otras enfermedades contemporáneas también incurables, se
asocia tan estrechamente a un cúmulo de prejuicios y estigmatiza hasta la marginación a sus víctimas? ¿Cuáles son los mecanismos que explican
esta acción social? ¿Qué repercusiones puede tener la propagación de este fenómeno, y cómo se
compara, en términos de su gravedad, con la expansión de la enfermedad misma?
El concepto de prejuicio puede ser definido'
como una aversión o actitud hostil hacia una
persona que pertenece a un grupo, y que se genera por la sola pertenencia de esa persona a
dicho grupo, y por lo tanto se presume que comparte las cualidades objetables adscritas a éste.
Los dos elementos básicos de un prejuicio, entonces, son, por una parte, una actitud negativa
hacia alguien, y, por otro lado, una creencia
sobregeneralizada (y por , lo tanto errónea) a
propósito de ese alguien o del grupo al que pertenece.'
Es propia del prejuicio su condición refractaria a las evidencias contrarias. Es decir, en el prejuicio no es la actitud negativa una consecuencia
JULIO-AGOSTO DE 1988, VOL. 30, No. 4
de una creencia determinada, sino que generalmente ocurre a la inversa: son las creencias las
que se adaptan y se amoldan a la actitud negativa. En otras palabras, la racionalización es una
cualidad distintiva del prejuicio: pueden cambiar
las creencias, pero tienden a mantenerse las actitudes. No se actúa según se cree sino que se cree
según se actúa.
El caso de los enfermos de SIDA es ilustrativo.
En un principio se pensó en ciertos círculos que
se trataba de una enfermedad exclusiva de los
homosexuales. Esto, aparentemente explicaba
una acentuada aversión hacia ellos. Pero aunque
las evidencias científicas muestran que es sólo un
accidente que la enfermedad se haya difundido
más entre homosexuales y que el mayor crecimiento de la misma se dará en los próximos años
entre los heterosexuales, la actitud de rechazo
hacia los primeros y de condena hacia los enfermos de SIDA tiende a mantenerse y a reproducirse. No obstante tales evidencias, persiste la
actitud de considerar a todo homosexual como
una inminente víctima del SIDA y a todo enfermo de SIDA como un muy probable homosexual.
Algunos autores' han distinguido cinco grados de prejuicio, dependiendo de su intensidad.
Ya que el prejuicio es ante todo una actitud negativa, esta diferenciación por grados atiende básicamente a los tipos de actitudes que una persona
o un grupo de personas puede adoptar.
El primer grado es la anti-locución o rechazo
verbal. En el caso de los homosexuales y de los
enfermos de SIDA, este grado de prejuicio parece
ampliamente generalizado en la población. El segundo grado es el esquivamiento o la tendencia a
evitar a una persona. El tercer grado es la discriminación propiamente dicha, o la tendencia a
excluir (del trabajo, de la escuela, de un lugar
público, etc.) a ciertas personas.
Los siguientes dos grados de prejuicio están
estrechamente vinculados con actitudes altamente agresivas y, por ende, son más peligrosos que
los tres anteriores. En efecto, el cuarto grado tie631
ASPECTOS PSICOSOCIALES DEL SIDA: ESTIGMA Y PREJUICIO
ne que ver con el ataque físico y el quinto con el
exterminio de una persona o un grupo.
Una somera revisión de la prensa en los últimos meses permite identificar testimonios de
personas que, enfermas de SIDA, han sido objeto
de alguno o varios de los cuatro primeros grados
de prejuicio mencionados, incluyendo el ataque
físico. Será interesante que investigaciones ulteriores traten de establecer correlaciones entre el
grado de prejuicio ejercido y las características
del grupo prejuiciado, a efecto de poder implementar asimismo estrategias diferenciales para
abordar el fenómeno.
Pero, como lo hemos señalado, el SIDA no
sólo refuerza prejuicios sino que además estigmatiza a sus víctimas. El estigma ha sido definido por Goffman como "un atributo de un individuo que produce en los demás, a modo de
efecto, un amplio descrédito. El término estigma, entonces, hace referencia a un atributo profundamente desacreditador".2 El mismo autor
ha distinguido tres tipos de estigmas:
Primero, los que tienen que ver con deformidades y enfermedades físicas. En esta categoría
se inscriben los leprosos, los sifilíticos, los mutilados y, al parecer, también los enfermos de
Segundo, los que son percibidos como una fal-
SIDA.
ta de voluntad o como resultado de pasiones antinaturales o de creencias rígidas o falsas. En este
grupo se incluyen a los ex convictos, drogadictos, alcohólicos, prostitutas, homosexuales, desempleados, etcétera.
Y tercero, los que se asocian a una raza, nación o religión, transmisibles por herencia y contaminadores por igual de todos los miembros de
una familia. Aquí se incluye a los judíos, negros,
indios, etcétera.
El caso de los enfermos de SIDA es, en consecuencia, doblemente patético, pues son portadores de dos de, las tres clases posibles de estigma:
se les estigmatiza en cuanto enfermos y en cuanto homosexuales.
632
Al hablar de prejuicio y estigma, entonces, hacemos referencia a cuatro modalidades sociales
diferentes: se puede ser un prejuiciado, o se puede ser un estigmatizado, o se puede ser ambas o
ninguna. Lo que importa enfatizar es la condición diferencial de ambos roles: mientras que los
prejuicios se ejercen activamente en dirección a
los otros, los estigmas se sufren pasivamente, son
i mpuestos por los otros.
"El manejo del estigma -dice Goffman- es
un rasgo cultural general de la sociedad, un proceso que se produce donde quiera que existan
normas de identidad. El rol del normal y del estigmatizado son partes del mismo complejo." 2
Por eso, el normal y el estigmatizado no son personas sino, más bien, perspectivas.
¿Cuáles son los elementos que permiten conformar una perspectiva cultural que estigmatiza
a los enfermos de SIDA?
Esta, más que una simple pregunta, es un problema de investigación, sobre el cual deberá trabajarse a profundidad en los próximos años. Es
posible, sin embargo, formular preliminarmente
algunas hipótesis.
Posiblemente las razones de la estigmatización
de los enfermos de SIDA, y del cúmulo de prejuicios que existen en torno a esa enfermedad, guarden estrecha relación primero, con las características de la enfermedad; segundo, con las características de los grupos hasta ahora más afectados,
y tercero, con las características de los grupos
prejuiciados.
En relación a las características de la enfermedad, puede señalarse en primer lugar que se trata
de un fenómeno estrechamente asociado a lo sexual y ésta es una materia tradicionalmente "sensible" en nuestra cultura, aun cuando no se trate
de enfermedades propiamente dichas. Las controversias que aún despierta la planificación familiar son una muestra de ello.
En segundo lugar se trata de una enfermedad.
En otras palabras, se trata de un fenómeno que
además de ser sexual es mórbido: es una enferSALUD PUBLICA DE MEXICO
CASTRO-PEREZ, ROBERTO
medad venérea. Estas han estigmatizado a sus
templar también la situación de los enfermos en
víctimas en los últimos siglos, porque se les aso-
tanto que individuos: ellos son objeto de una do-
En tercer lugar, algunos autores3 opinan que
entre nosotros existe una tendencia cultural a
psicológica -en tanto que son conscientes de lo
cia a una vida sexual desordenada, fuera del matrimonio y, por lo tanto, inmoral.
ver con rechazo los líquidos corporales (como la
sangre, el sudor, la orina, la saliva y el semen) y
a considerarlos como fuentes de contaminación.
Esta tendencia podría estarse acentuando cuando se ha comprobado que por lo menos dos de
ble estigmatización -en tanto que enfermos y
en tanto que presumiblemente homosexuales- y
deben, por lo tanto, sobrellevar una doble carga
incurable de su enfermedad y asimismo del rechazo social de que son objeto.
CONCLUSION
mente portadores del virus del SIDA.
Y en cuarto lugar, el SIDA es una enfermedad
Podemos señalar, en síntesis, que el SIDA ha
generado simultáneamente por lo menos dos tipos de respuestas sociales susceptibles de una
es posible implementar una cura física ni médica, los grupos sociales, o parte de ellos, tienden a
cación públicas, por un lado, y los prejuicios y el
estigma, por otro. Ambas respuestas comparten
esos fluidos (la sangre y el semen) son efectiva-
hasta ahora mortal. Posiblemente, ahí donde no
recurrir al último recurso disponible antes de
abandonarse al carácter incontrolable del fenómeno y desarrollan, así, una suerte de terapia social. Esta estaría dada por las necesidades de
localizar un "chivo expiatorio" y marginarlo socialmente, a efecto de sentir que con él se margina también a la enfermedad misma.
En relación con las características de los gru-
pos hasta ahora más afectados por la enfermedad, podríamos aventurar que, en el caso de los
homosexuales, se trata de un grupo más suscepti-
ble que otros de ser escogido como "chivo expiatorio", pues generalmente han contado con una
baja estima social. Lo mismo podría decirse de
aquellos que por consumir drogas intravenosas
adquieren la enfermedad.
cuidadosa reflexión: las medidas de salud y edu-
su origen y su finalidad aparentes. Pero en el fondo, ambas resultan incompatibles en sus resultados.
Los prejuicios y los procesos de estigmatiza-
ción son también actos públicos y sociales estrechamente vinculados con la esfera de lo privado.
En efecto, la segregación que sufren los enfermos
de SIDA
es una manifestación pública de rechazo
por actos que ocurrieron en privado. Al igual
que las políticas, estas manifestaciones contribuyen a politizar -a hacer públicos- aspectos tradicionalmente íntimos y. personales. Pero a diferencia de ellas, no contribuyen a detener la propagación de la enfermedad sino que la favorecen,
no permiten la identificación de posibles agentes
de contagio sino que la inhiben, y no contribu-
Finalmente, en cuanto a las características de
yen a la reintegración de los enfermos a la nor-
formación de que disponen, y otra en relación
Si los prejuicios son, por definición, refracta-
los grupos prejuiciados, cabría explorar en dos
direcciones: una, en relación con el tipo de in-
malidad sino que, a la marginación biológica de
estos últimos, añaden la social.
quizás con el tipo de actitudes que, respecto a
otras materias, guardan tales grupos, a efecto
rios a las nuevas evidencias, ¿qué estrategias de
educación pública será necesario seguir para
variables.
La investigación psicosocial en torno a los pre-
SIDA deberán orientarse también a esclarecer es-
de identificar posibles correlaciones entre estas
juicios y estigmas asociados al SIDA debe con-
JULIO- AGOSTO DE 1988, VOL. 30, No. 4
combatirlos?
Los esfuerzos de investigación en torno al
ta cuestión.
633
ASPECTOS PSICOSOCIALES DEL SIDA: ESTIGMA Y PREJUICIO
REFERENCIAS
1.
2.
Allport GW. The nature of prejudice. New York: Doubleday
Anchor Books, 1958: 8.
Goofman E. Estigma: la identidad deteriorada. Buenos Aires:
Amorrortu Editores, 1986: 12, 152.
634
3.
Nelkin D, Hilgarther S. Disputed dimensions of risk: a public
school controversy over AIDS. Milbank Mem Fund Q 1986;
64: 139.
SALUD PUBLICA DE MEXICO
Descargar