Qué ofrecen las energías renovables para el suministro nacional?

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abril-junio-08
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¿Qué ofrecen las
energías renovables
para el suministro
nacional?
Jorge M. Huacuz Villamar
L
as tecnologías que convierten las energías renovables (solar, eólica,
biomasa, oceánica, geotermia y otras) en electricidad, calor o potencia
mecánica, han avanzado de manera significativa en las últimas dos
décadas: su eficiencia y confiabilidad han mejorado, sus costos de ciclo de
vida han disminuido y los mercados donde se comercializan se han expandido. Por ejemplo, la capacidad total de aerogeneradores instalados en el
mundo es ya cercana a los 100 mil megawatts (MW), mientras que hace
quince años, apenas había unos 1,500 MW instalados; además, en 2007 las
ventas globales de generadores fotovoltaicos (FV) alcanzaron los 2,826 MW,
en un mercado que no existía hace 20 años (Solarbuzz report,2008).
Las energías renovables ofrecen un número de beneficios que van más allá de proveer energía,
por ejemplo, su aplicación masiva representa nuevas fuentes de empleo a lo largo de toda la
cadena industrial para su fabricación y aplicación; propician un ambiente más limpio y seguridad energética, entre otros. Con base en esto, la mayoría de los países de la Organización
para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), así como naciones en desarrollo,
han establecido metas para dichas fuentes de energía en sus planes energéticos. Muchos de
estos países también han fomentado el desarrollo de industrias locales de energías renovables, entrando agresivamente en este nuevo mercado de tecnología energética. En contraste,
México ha permanecido casi inactivo en este campo, y se encuentra a la zaga de los países
de la OCDE, en términos de aplicaciones prácticas de las energías renovables, así como en
los programas de infraestructura necesarios para fomentar su desarrollo. En consecuencia, la
brecha entre México y otros países de desarrollo similar, como India, Brasil y China, se hace
cada vez más grande.
Se reconoce que México cuenta con un vasto potencial de energía renovable, sin embargo, con excepción de la geotermia y las grandes hidroeléctricas, ese potencial permanece intacto. Son muchas las razones que
generan este panorama, entre las que destacan que el petróleo y los
combustibles fósiles aún son abundantes; el consumo eléctrico per-capita
aún es bajo; la preocupación por el medio ambiente no ha alcanzado la
prioridad que debería tener en la sociedad mexicana; el costo de las energías renovables se percibe aún muy alto comparado con la energía convencional, y los subsidios directos e indirectos que distorsionan el mercado de
la energía en México. No obstante, conforme la economía del país crezca
se incrementarán los niveles de vida y las preocupaciones ambientales,
entonces también crecerá la necesidad de más energía, que además sea
limpia.
Desde hace varios años, el Instituto de Investigaciones Eléctricas ha realizado actividades
tendientes a incrementar la disponibilidad de
información oportuna y confiable para el desarrollo de proyectos; una de estas actividades es el
desarrollo de un sistema de información geográfica, otra es el trabajo conjunto con una red de
universidades e instituciones nacionales en una
iniciativa llamada Laboratorio Nacional para la
Evaluación de los Recursos Energéticos Renovables en México.
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Mientras tanto, México necesita trazar una estrategia para aprovechar sus recursos energéticos renovables. En este sentido, las actuales reservas de petróleo pueden ser utilizadas para
energizar la transición hacia una base energética más limpia y sustentable; también pueden
ayudar a ganar tiempo para que la industria nacional entre al negocio de las nuevas energías,
no sólo como usuarios, sino también como productores, e incluso exportadores, de las tecnologías asociadas. La renta petrolera también puede usarse para crear infraestructura (humana,
técnica e institucional) necesaria para soportar la transición hacia una nueva base energética-tecnológica. Sin embargo, conforme el tiempo pase y no se emprendan acciones firmes, la
oportunidad pudiera perderse.
La situación actual de las energías renovables
Históricamente ha sido poco el interés por la aplicación
de las nuevas energías renovables en México, pero en
los últimos años la situación ha empezado a cambiar,
ya que el número e importancia de los actores que las
promueven y apoyan ha crecido; el marco institucional
y regulador ha mejorado, y una diversidad de proyectos
se encuentran en diferentes etapas de desarrollo. A
pesar de esto, no se ha progresado con la rapidez que
se desearía, por razones que se tratarán más adelante
en este artículo.
Actualmente, las energías renovables representan alrededor del 10.1% de la oferta interna bruta de energía
en México (Secretaría de Energía, 2007). Poco menos
de la tercera parte viene de la leña, utilizada en áreas
rurales para cocinar y/o calentar viviendas.
Otras aplicaciones masivas de la energía solar que no
se reportan en el balance energético nacional, por
la dificultad de contabilizarlas, o bien, por su bajo
perfil tecnológico, son : la producción de sal mediante
lagunas de evaporación en las salinas de Baja California
y otros estados del país, así como el secado a cielo
abierto de productos agrícolas o de ropa.
Cerca del 25% de la potencia instalada en el sector
eléctrico está cubierta por grandes centrales hidroeléctricas, plantas geotérmicas y una primera central
eólica (http://www.sener.gob.mx). Las aplicaciones de
la energía solar fotovoltaica y otras formas de energía
renovable tienen contribuciones aún muy limitadas.
Para el año 2012, el Programa Sectorial de Energía
(PROSENER) establece una contribución del 26% de las
energías renovables a la capacidad total de generación
(Secretaría de Energía, 2007) y dado que la contribución
actual es ya cercana a esta cifra, es oportuno pensar en
las implicaciones de escenarios con una mayor penetración de estas formas de energía.
Recurso energético
Los recursos energéticos renovables de México son abundantes, sin
embargo, la disponibilidad de información detallada sobre los sitios específicos en donde se encuentran es muy limitada (salvo para el caso de las
grandes hidroeléctricas y las geotérmicas de alta temperatura), y usualmente no es de buena calidad para apoyar proyectos comerciales. De la
información disponible (Hernández et al, 1991) se deriva que la radiación
solar en el territorio nacional tiene una densidad promedio anual de
5kWh/m2-día. También existen mediciones en campo que indican que el
recurso eólico económicamente explotable en la actualidad es cercano a
los 5 mil MW, pero de acuerdo con especialistas podría llegar a 15 mil MW,
conforme las mediciones avancen (Borja et al, 1998). El potencial microhidroeléctrico no se conoce en su totalidad, algunos estudios en cuencas
indican que podrían aprovecharse al menos 3,550 MW (Comisión Nacional
para el Ahorro de Energía, 2002).
Se estima que el límite técnico para generar electricidad con biomasa es
de aproximadamente 23,500 MW, equivalente a cerca del 50% de la capacidad total de generación en México, sin embargo, el potencial que podría
explotarse comercialmente es sustancialmente menor, tal vez un 10% ó
15% de esta cifra (IIE Report to the World Bank, 2005). Cabe señalar que la
energía existente en los 11 mil km de costa con que cuenta el país (mareas,
corrientes, oleaje, gradientes térmicos, biomasa, etc.), podría ser una fuente
importante para el suministro nacional, pero lamentablemente no se ha
realizado ningún trabajo sistemático para evaluarla.
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Desde hace varios años, el Instituto de Investigaciones Eléctricas (IIE) ha realizado actividades
tendientes a incrementar la disponibilidad de información oportuna y confiable para el desarrollo de proyectos, esto lo ha logrado a través de mediciones en sitio o por medio de modelos
matemáticos usados en técnicas indirectas. Una de estas actividades es el desarrollo de un
sistema de información geográfica (http://genc.iie.org.mx/genc/index2.html); otra es el trabajo
conjunto con una red de universidades e instituciones nacionales en una iniciativa llamada
Laboratorio Nacional para la Evaluación de los Recursos Energéticos Renovables en México,
con apoyo económico del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (CONACYT) y del IIE. Entre
los productos de esta iniciativa, se encuentran los estándares que se han elaborado para el
aseguramiento de la calidad de la información que integrará las bases de datos nacionales,
además, se están elaborando mapas de los distintos recursos conforme se avanza en las mediciones y el desarrollo de modelos.
Inventario de proyectos a la fecha
En México, el inventario de tecnologías nacionales para el aprovechamiento de las energías
renovables es casi nulo; la mayoría de los proyectos de este tipo son modestos, ya que están
obstaculizados por una visión limitada del potencial de negocio, débiles vínculos entre la
industria y los centros de desarrollo tecnológico, así como escasos fondos para la investigación, el desarrollo de tecnologías y proyectos demostrativos, por lo que permanecen en una
etapa embrionaria. Son pocos los proyectos comerciales que utilizan tecnología desarrollada
en el país o internalizada exitosamente. La mayoría de los proyectos de gran escala para la
producción de electricidad con energías renovables se basan en tecnología importada. La
misma situación acontece en la pequeña escala, donde el mercado fotovoltaico ha crecido con
base en módulos importados.
Tecnología Fotovoltaica
En nuestro país, la electricidad verde se encuentra en su primera etapa de desarrollo, por lo
que a la fecha son pocos los ejemplos que pueden citarse. En algunas comunidades rurales
se han instalado sistemas fotovoltaicos e híbridos para llevar servicios básicos a comunidades
remotas y sin acceso a la red. En total se han instalado unos 20 MW de capacidad en aplicaciones diversas (Huacuz et al, 1998, Word Bank 2002, Agencia Internacional de Energía, 2005).
El Área de Energías no Convencionales del IIE ha apoyado los programas gubernamentales
de este tipo, mediante el desarrollo de procedimientos, métodos de selección de sistemas y
tecnologías, y la implantación de esquemas de aseguramiento de calidad. De la misma forma,
ha sido pionera desde hace diez años en la investigación de sistemas fotovoltaicos conectados
a la red eléctrica, lo que ha llevado a la instalación de sistemas piloto en varias partes del país,
tanto en el ámbito domiciliario como en el comercial (González et al, 2007). La información
obtenida de estos proyectos ha servido de base para los trabajos de la Comisión Reguladora
de Energía (CRE), que en septiembre de 2007 emitió una resolución mediante la cual aprueba
la instalación de estos sistemas en la modalidad de “medición neta”, es decir, permite que los
excedentes de la generación fotovoltaica en una casa o edificio comercial se inyecten a la red,
haciendo que el medidor gire en sentido contrario a como lo hace cuando se toma electricidad. De esta forma, al final del período de medición, el usuario solamente paga la diferencia
entre la electricidad que tomó de la red y la que le inyectó.
Tecnología termosolar
Es posible aprovechar la luz del sol mediante tecnología de espejos concentradores para
producir calor, el cual puede utilizarse para generar electricidad, o bien, como fuente de
energía para algún proceso industrial. Con base en esto, el Área de Energías No Convencionales del IIE desarrolla prototipos de las tecnologías de canal parabólica y de plato parabólico.
De la primera se han instalado dos unidades piloto para producción de calor, una se encuentra
en una lavandería industrial en la ciudad de Torreón, Coahuila, y la otra en una planta armadora
de automóviles en la ciudad de Cuernavaca, Morelos. El primer prototipo de plato parabólico
con capacidad de 10 kW está en construcción y pronto entrará en fase de pruebas.
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El alto nivel de insolación que tiene México es un gran potencial para la producción masiva de
electricidad mediante concentradores solares, sin embargo, todavía se requieren de incentivos
para competir con otras alternativas convencionales. Por ello, desde hace varios años, el Fondo
para el Medio Ambiente Global (GEF, por sus siglas en inglés) a través del Banco Mundial, ha
pretendido financiar una planta solar a concentración, acoplada a una central de ciclo combinado a gas, con el objetivo de mostrar las ventajas de utilizar la energía solar para el ahorro de
combustibles. En este contexto, la Comisión Federal de Electricidad (CFE) solicitó a Energías
No Convencionales del IIE, realizar estudios para la integración de estas tecnologías, pero por
razones desconocidas las licitaciones emitidas para la construcción de la central, no han arrojado resultados positivos.
El biogás y los rellenos sanitarios
Utilizar la basura municipal como fuente de energía para la generación
eléctrica tiene ventajas de tipo energético, ambiental y económico. La
primera aplicación se realizó en una planta piloto de 20 kW, en el relleno
sanitario de Santa Cruz, en la Ciudad de México, construida en 1991 por
el IIE, en colaboración con Luz y Fuerza del Centro (LyFC) y la CFE (Instituto de Investigaciones Eléctricas, 1991). Para el año 2003 entró en operación la primera planta de tamaño comercial, con 7.4 MW de capacidad, la
cual utiliza biogás del relleno sanitario ubicado en el municipio de Salinas
Victoria, Nuevo León. Para su ejecución, contó con una aportación económica complementaria del Fondo Mundial para el Medio Ambiente (GEF) a
través del Banco Mundial (The World Bank). En el presente, la electricidad
que produce esta planta se utiliza para alumbrado público y otros servicios municipales, como el transporte eléctrico en el área metropolitana de
Monterrey.
Por encargo del Gobierno del Distrito Federal, Energías No Convencionales
realiza actualmente estudios tendientes al aprovechamiento del biogás
producido en el relleno sanitario de Bordo Poniente. La caracterización
energética del relleno indica la posibilidad de instalar una central de 60 MW
con el biogás ahí producido. Asimismo, por encargo de la CFE, se evalúa el
potencial de generación al utilizar la basura de diez ciudades de tamaño
medio en el interior del país.
Los biocombustibles
A pesar de la reciente publicación de la Ley de Fomento de los Biocombustibles, el rumbo de estos energéticos todavía no está definido. El tema
central es el impacto que pueda tener el uso de insumos como el maíz, la
caña de azúcar o las semillas oleaginosas, para la producción de bioetanol
o biodiesel, en la cadena alimenticia.
En relación con el biodiesel, Energías No Convencionales obtuvo recursos
del CONACYT para formular la integración de la cadena productiva, e identificar los potenciales actores nacionales, desde la investigación científica hasta la comercialización y uso del combustible, a partir del Jatropha
Curcas, arbusto de origen mexicano que produce semillas oleaginosas. Otra
forma de producir biodiesel es a partir de grasa animal de desecho, tal y
como lo ha llevado a la práctica una empresa de Monterrey, la cual utiliza el
combustible para su flotilla de vehículos, lo que representa un interesante
ejemplo de las posibilidades que ofrecen los biocombustibles en el país.
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Otros residuos municipales, agrícolas e industriales son
de igual forma una fuente potencial de energía, tal es
el caso de la materia orgánica en las plantas de tratamiento de aguas negras municipales, como Dulces
Nombres en la ciudad de Monterrey, la cual produce
suficiente biogás para abastecer el 60% de los requerimientos de combustible de una central de generación
de 9.2 MW de capacidad. De igual forma, la planta de
tratamiento de agua Monterrey IV produce 1.6 MW
con el biogás que ahí se genera. En Ecatepec, Estado
de México, se aprovechan los residuos de una empresa
productora de jugos de frutas para producir biogás y
generar 1 MW de electricidad.
Por su parte, cuencas lecheras, porcinas y avícolas
producen cantidades importantes de materia orgánica con la que crean su propia electricidad e incluso
la exportan a la red. Lamentablemente, el aprovechamiento de estos recursos no ha pasado de la etapa
demostrativa o de estudios de factibilidad, aunque se
espera que estas aplicaciones se hagan más comunes
debido a los altos costos actuales de los combustibles
fósiles.
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Energía eólica
La producción masiva de electricidad con la fuerza del viento comienza
a ser una realidad en México. Luego de un período de más de diez años
en los que la potencia total instalada en todo el país apenas llegaba a
2.5 MW, en el año 2006 la CFE puso en operación una central con 83 MW de
potencia en la región de La Ventosa, Oaxaca, y actualmente está licitando
otra de 101 MW. Asimismo, la Comisión Reguladora de Energía (CRE) ha
otorgado permisos por unos 2,500 MW para la construcción de centrales
cuyo fin es el autoabastecimiento eléctrico de empresas industriales
privadas, de las cuales dos (una de 80 MW y otra de 250 MW) se encuentran en construcción.
Pequeñas centrales hidroeléctricas
Se estima que en el país existen unos 45 MW en pequeñas centrales hidroeléctricas de propiedad privada, sin embargo, no hay información detallada
sobre su ubicación específica, capacidad individual o estado operativo.
En el sector gubernamental, la CFE y LyFC poseen cerca de 58 pequeñas
instalaciones hidroeléctricas interconectadas a la red, en 9 diferentes
estados del país, con capacidades menores de 5 MW y son tan antiguas,
que menos de la mitad se encuentran funcionando, siendo su capacidad
total menor a 40 MW.
En años recientes se han construido tres proyectos con capacidad total de
52 MW en los estados de Guerrero y Jalisco; otros cuatro de 28 MW están
en construcción en Puebla, Oaxaca, Guerrero y Sonora. Una ventaja económica en este tipo de proyectos, es que la mayoría utiliza embalses originalmente construidos con propósitos agrícolas.
Elementos de apoyo al mercado
Para dar sustentabilidad al mercado de las nuevas tecnologías energéticas se requieren normas técnicas, procedimientos de certificación, manuales de buenas prácticas para la réplica de proyectos, guías para el desarrollo, seguimiento y monitoreo de proyectos, etc., sin embargo, la disponibilidad de tales elementos en México es todavía
muy limitada.
La economía de nuestro país está bastante desarrollada, ya que cuenta con las capacidades necesarias para apoyar
la implementación de las energías renovables, aunque un buen número de ellas requieren ser ampliadas y/o
actualizadas en el contexto de la nueva dimensión energía-ambiente, que incluye instrumentos como el Mecanismo de Desarrollo Limpio y la Economía del Carbono.
El conocimiento acerca de las oportunidades de negocio en el campo de las energías renovables debe acrecentarse entre las compañías consultoras y de ingeniería, al mismo tiempo que se desarrollan las capacidades para
la identificación, desarrollo e implantación de proyectos. En este contexto, el sistema bancario nacional tampoco
cuenta con mecanismos para financiar inversiones en energías renovables.
El marco legal en materia de energía, contenido en los artículos 27 y 28 de la Constitución Política de los Estados
Unidos Mexicanos, no considera a las energías renovables dentro del conjunto de bienes nacionales, como lo son
el petróleo y la hidroelectricidad; en consecuencia, las leyes secundarias no contienen lineamientos para fomentar
su aplicación. Por otro lado, la Ley del Servicio Público de Energía Eléctrica obliga a la CFE y a LyFC, a adquirir las
opciones de menor costo nivelado de energía sobre el período estimado de vida útil de las centrales de generación, para el suministro del servicio público. Pocas son las tecnologías de energía renovable que pueden competir
bajo este criterio con las tecnologías convencionales, por lo que la mayoría de las aplicaciones mencionadas anteriormente se están dando en el contexto del autoabastecimiento de electricidad, nicho que está siendo incentivado mediante un conjunto de instrumentos ad hoc, creados por la CRE (Comisión Reguladora de Energía, 2001).
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Como parte de la misión del IIE de promover y apoyar la innovación en el ámbito del sector eléctrico nacional,
el Área de Energías No Convencionales lleva a cabo dos importantes iniciativas con apoyo económico del GEF, a
través del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), denominadas Plan de acción para remover
barreras a la implementación comercial de la energía eólica en México (GEF, 2003) y Pequeños sistemas fotovoltaicos conectados a red. Como resultado de la primera, se ha construido el Centro Regional de Tecnología
Eólica en La Ventosa, Oaxaca (http://planeolico.iie.org.mx/iiepnud.htm), lo que constituye un elemento importante
para el desarrollo nacional de esta tecnología. En resumen, ambas iniciativas buscan jugar un papel importante en
la economía nacional.
Perspectiva futura
Las energías renovables ofrecen al país beneficios potenciales que van más
allá del suministro energético, ya que son benignas con el medio ambiente
y pueden ayudar a resolver problemas recurrentes de muchas ciudades,
como es el caso de la basura que puede ser utilizada para generar electricidad, o bien, plantar Jatropha curcas para producir biodiesel y ayudar a
recuperar suelos degradados. Además, las energías renovables de origen
local son muchas veces la única fuente para proveer servicios de electricidad a comunidades remotas, sin embargo, hasta la fecha existe poco
trabajo sistemático para pronosticar su penetración, para evaluar los
impactos de su implementación masiva en México, y tampoco se han
implementado programas nacionales para su fomento.
La protección del medio ambiente global no ha sido suficiente para
impulsar el desarrollo nacional de las energías renovables, a pesar de que
México ratificó en 1993 la Convención Marco sobre Cambio Climático de
las Naciones Unidas y el Protocolo de Kyoto en el año 2000 (UNAM, 2002).
Es un hecho que el desarrollo de estas fuentes de energía podría beneficiar económicamente a México en el marco del Mecanismo de Desarrollo Limpio, o bien, protegerlo en caso de que al renovarse el Protocolo
de Kyoto en el año 2012, se le impongan obligaciones para reducir sus
emisiones de gases con efecto invernadero.
A excepción de los instrumentos regulatorios aprobados por la CRE para
el autoabastecimiento de electricidad, el incipiente marco legal tampoco
ha sido un motor eficaz para este desarrollo. Como prueba está que desde
el año 2005, la pretendida Ley para el Fomento de las Energías Renovables
(LAFRE) ha sido objeto de aprobaciones parciales y discusiones sin resolución en el H. Congreso de la Unión de México. Por otro lado, la Ley para el
Fomento de los Biocombustibles, aprobada a principios de 2008, aún no
tiene un rumbo claro, ya que existe una controversia entre la producción
de alimentos y la producción de combustibles a partir de productos de
consumo humano, como el maíz y la caña de azúcar.
La creación de nuevos negocios para el uso de los energéticos renovables
y la producción de los bienes para su transformación, podría constituirse
en el gran motor que impulse estas nuevas fuentes de energía. El suministro de electricidad o de combustibles en México, ha estado siempre en
el dominio del sector público, el resto de la población mexicana ha jugado
solamente el papel de consumidores, o en el mejor de los casos, de concesionarios de la distribución de gas y gasolina. Cabe destacar que la existencia de tecnología para el aprovechamiento de las energías renovables
abre posibilidades de nuevos negocios, como la venta o renta de sistemas
fotovoltaicos, el cultivo de plantaciones energéticas y el diseño y fabricación nacional de turbinas eólicas, por mencionar algunos.
Y mientras que el precio de los combustibles fósiles siga en aumento y se
difundan las nuevas tecnologías energéticas, la sociedad irá descubriendo
los nichos de oportunidad que las energías renovables ofrecen para la creación de nuevos negocios y fuentes de trabajo.
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En este contexto, cada sector de la economía puede
tener distintas motivaciones para adoptar estas energías La motivación en el sector eléctrico podría ser la
necesidad de capacidad adicional de generación; en
el sector hidráulico, el suministro, tratamiento y reutilización de agua requiere cantidades importantes de
electricidad, por lo que el costo y la seguridad energética podrían ser una motivación importante para
la introducción de turbinas hidroeléctricas que recuperen energía en las secciones descendientes de los
acueductos, al igual que el uso de turbinas eólicas para
bombear el agua a las áreas de consumo de mayor
altura, como es el caso de la ciudad de México; en el
sector rural, la producción de energía mediante plantaciones o el aprovechamiento de los residuos agrícolas y
pecuarios podrían convertirse en una nueva actividad,
lo que significaría incrementar la actividad económica
en uno de los sectores menos favorecidos del país. Por
ello, los aspectos económicos y de desarrollo humano
pudieran ser los impulsores de la actividad en este
sector (Huacuz, Martínez, 1995). En el sector industrial,
el principal impulsor para el uso de las energías renovables es el económico, como lo demuestran los grandes
proyectos eólicos que actualmente están en desarrollo
y los requerimientos de calor de proceso, asociados a
los altos precios del gas natural, representan un nicho
adicional para la aplicación de las nuevas energías en
este sector. Hay que señalar que los problemas políticos, económicos y ambientales pueden forzar a los
ayuntamientos y a los gobiernos estatales a utilizar la
basura para generar electricidad.
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Los obstáculos
La introducción masiva de las energías renovables en
México no será una tarea fácil. Para que esto ocurra, será
necesario remover barreras que actualmente existen
(Huacuz, 2001). Como ya se mencionó, el actual marco
legal y regulatorio no es favorable para su implementación. Las crecientes expresiones políticas de apoyo a
estas nuevas formas de energía deberán traducirse en
cambios institucionales y del marco de referencia, a fin
de que haya condiciones de equidad para la participación de estas fuentes.
Aspectos fundamentales como la definición de reservas
territoriales, la reglamentación en la tenencia de la
tierra y la necesidad de definir criterios respecto al otorgamiento de concesiones para el aprovechamiento de
estas fuentes de energía, son temas pendientes en la
agenda nacional, así como también lo es la necesidad
de revisar y reubicar en el campo de la inversión, los
múltiples subsidios otorgados al consumo de energéticos convencionales.
Por el lado del sector eléctrico, la generación distribuida puede ser percibida como riesgosa en un sistema
eléctrico centralizado, dados sus posibles impactos en
la integridad, seguridad y calidad de la red. A pesar de
este contexto, las empresas del sector han dado importantes pasos hacia la adopción de estas tecnologías,
sin embargo, es de primordial importancia reinterpretar mediante técnicas modernas, como la teoría de
portafolios y otras, el concepto del mínimo costo, que
actualmente se utiliza para comparar entre sí, tecnologías de generación.
Hay mucho por hacer a fin de fomentar una sana industria nacional para el suministro local y de exportación
de tecnologías para el aprovechamiento de las energías
renovables. Entre otras cosas, está colaborar de manera
más estrecha entre la industria manufacturera y los
centros de Investigación y Desarrollo (I+D), así como
desarrollar recursos humanos en el tema.
También se requieren esfuerzos adicionales para
mejorar las bases de datos, avanzar los modelos de
predicción y expandir la cobertura geográfica de
las estaciones de medición, de tal manera que los
proyectos comerciales no se detengan por falta de
información confiable y oportuna sobre los recursos
energéticos renovables disponibles. Con el mismo
propósito, las empresas locales deben asimilar y poner
en práctica estándares, especificaciones técnicas y
métodos avanzados de ingeniería, y para crear capacidades locales es importante desarrollar en el país
proyectos piloto y demostrativos de diversas tecnologías, al tiempo que se asimilan las lecciones aportadas
por la experiencia internacional. Además, se percibe
que entre los empresarios nacionales hay desconocimiento acerca del mercado potencial de las energías
renovables.
Finalmente, se requiere una efectiva coordinación
entre las distintas dependencias de los tres niveles de
gobierno (federal, estatal y municipal), así como entre
otros actores nacionales e internacionales que operan
en el país, a fin de que puedan aprovecharse de manera
integral los beneficios de la implantación masiva de las
energías renovables, sin embargo, la falta de coordinación representa una importante barrera a una dinámica
actividad de éstas energías en México.
A manera de conclusión
México se encuentra en una encrucijada respecto a las energías renovables: por un lado, el país tiene todos los
elementos necesarios para convertirse en un importante usuario y desarrollador de la tecnología. Además, dada
su ubicación geográfica y los instrumentos de política exterior con que cuenta, también podría convertirse en un
importante exportador de la misma, sin embargo, la noción de que somos un gran país petrolero, con frecuencia
nubla la visión de largo plazo de muchos compatriotas, incluyendo funcionarios gubernamentales y líderes industriales, por lo que a menos que se haga un esfuerzo consciente por cambiar esta situación, las oportunidades
(económicas, sociales, políticas, ambientales y de otro tipo) podrían perderse, ya que la ventana de oportunidad es
muy estrecha, dada la rapidez con que se mueven otros países.
Entre las acciones a tomar están la implementación de una política agresiva en relación a las energías renovables y
la introducción de una variedad de cambios técnicos y no técnicos, en el mercado energético nacional. También es
preciso identificar claramente las barreras que inhiben el progreso en este campo e implementar estrategias que
las eliminen en el corto o mediano plazo.
De igual forma se deben crear capacidades adicionales y nueva infraestructura (humana, técnica y física) para identificar y aprovechar los nichos de oportunidad donde estas energías son técnica y económicamente viables (hasta
ahora, las pocas oportunidades que se han abierto en el mercado nacional han sido aprovechadas por empresas
extranjeras), por ello es necesario introducir mecanismos que aseguren la igualdad de oportunidades en la aplicación de estas energías, bajo reglas transparentes y equitativas con otros recursos energéticos.
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Se debe incrementar la conciencia de los usuarios en torno a la energía, construir nuevas capacidades en las entidades públicas, privadas y sociales, reforzar o crear centros de intermediación tecnológica y establecer nuevos servicios financieros.
En pocas palabras, se debe crear una nueva cultura energética nacional.
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JORGE M. HUACUZ VILLAMAR [[email protected]]
Ingeniero Químico, graduado con Mención Honorífica
en la Facultad de Ciencias Químicas de la Universidad
Nacional Autónoma de México (UNAM). Cuenta con
grados de Maestría y Doctorado en Ingeniería Física
por la Universidad de California, San Diego, Estados
Unidos. Fue profesor-investigador en el Instituto Tecnológico de Tijuana. Desde febrero de 1980 trabaja en
el IIE, donde se ha desempeñado como investigador,
jefe de proyecto, coordinador de especialidad y jefe de
Departamento, fungiendo actualmente como Gerente
de Energías No Convencionales. Fue Presidente de la
Asociación Nacional de Energías Solar. Durante aproximadamente 8 años coordinó los trabajos de la Red
Iberoamericana de Electrificación Rural con Energías
Renovables, del Programa Iberoamericano de Ciencia
y Tecnología para el Desarrollo. Es miembro del Grupo
de Trabajo en Energías Renovables de la Agencia Internacional de la Energía y del Comité Ejecutivo de varios
“Acuerdos de implementación de la misma Agencia”.
Es miembro del Grupo de Expertos en Energías Renovables de la Comisión de Cooperación Ambiental de
América del Norte. Ha publicado artículos y capítulos
de libros sobre el tema de Energías Renovables.
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J. Huacuz and A. Martinez, Renewable energy rural electrification. Sustainability aspects of the Mexican programme in practice, Nat. Res. Forum, 19, No. 3, August 1995.
J. Huacuz, RE in Mexico: Barriers and Strategies, Renewable
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