Chulín y el Dragón

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Chulín y el Dragón
Chulín es un perrito muy simpático y juguetón, le gusta mucho jugar con sus
pelotita.
Un día descubrió que en casa había un dragón, no sabía por dónde había
entrado, pero estaba en casa rugiendo y comiendo todo lo que había por el
suelo. Chelín pensó que se iba a comer su pelotita, así que la cogió con su
boca y se metió bajo la cama de sus dueña pero… ¡hasta allí metió el dragón
su cabezota y su cuello largo!.
Chelín salió corriendo y saltó sobre el sofá, buscando un efugio más alto, peo
también allí encontraba el dragón cosas que comer.
-Por fin!, el dragón ha dejado de rugir, ya no tiene hambre.- se dijo Chulín.
A partir de aquel horrible día en el que Chulín vio al dragón tragón, se lo
encontraba muy a menudo por casa, siempre igual, rugiendo y comiendo las
basuras del suelo y del sofá; encima el dragón solo salía cuando su ama
estaba en casa, hasta un día le pareció que su ama se reía de él cuando él
intentaba escapar del dragón con la cola entre las patas, ¿sería acaso que el
dragón tenía poderes mágicos y la había hipnotizado?
Cuando estaba solo en casa permanecía atento, no fuera a salir de su guarida
y comerse su pelotita, o lo que era peor… ¡ a él!
Harto del dragón, un buen día se fue a buscar la guarida de aquella bestia, se
fijó en una puerta que solía estar cerrada, esta vez estaba abierta, metió
primero el hocico y olisqueó, olía a detergentes y a todas esas cosas que su
amita usaba para limpiar y que a él le olían tan mal, empujó la puerta con la
cabeza y entró. Era una habitación pequeña y oscura, poco a poco sus ojitos
fueron acostumbrándose a la oscuridad y pudo ver que había muchos botes,
cajas, revistas, zapatos, escobas, ¡hasta unos patines! y… ¡Oh! no, de repente
Chulín se quedó paralizado, como de piedra.-“No puede ser, es él, ¡está aquí!.
Si era él, en una estantería no muy alta dormía el dragón. Se fue acercando a
él muy despacio, se armó de valor y saltó sobre el cuello del dragón
agarrándolo con fuerza, tiró de él tan fuerte que cayó al suelo junto con un
montón de botes de pintura y de detergente. Del golpe el dragón se reventó y le
salieron las tripas, Chulín lo mordía y salían pelusas, polvo, migas de pan,
pelos y todas esas porquerías que solía comer cuando se paseaba por la casa.
Chulín movía la cabeza de un lado a otro hasta dejarlo bien muerto. Después
cogió su pelotita y se fue a su cestita, estaba orgullosísimo de su hazaña:
seguro que su ama se ponía requetecontenta.
se oyó la puerta, era ella, saltó de su cesta y se fue a recibirla retorciéndose de
contento y meneando la cola como nunca, pero…cuando su dueña lo vio lleno
de pintura y pelusas y el desbarajuste del trastero, pegó un grito que se oyó en
Australia, su ama no sabía si llorar o darle una paliza.
Al rato Chulín estaba metido en la bañera, cosa que odiaba, todo enjabonado y
perfumado, pero contento porque había acabado con aquel dragón.
A la mañana siguiente Chulín soñaba con grandes praderas donde corretear,
sin tener que preocuparse de coches o perros grandes que se pelearan con él,
de repente un ruido lo despertó.-“¿Ese sonido?”.- Fue a mirar y …¡Oh, no! No
podía ser, era él, ¡el Dragón!.
Se fue a su cestita y metió la cabeza debajo de sus patitas delanteras,
mientras…su ama pasaba el aspirador como si nada.
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