Inmunomodulación

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Parte XV
Inmunomodulación
59
Inmunomodulación
Este capítulo comprende:
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Definiciones
Fases de la respuesta inmunitaria
Fase de reconocimiento
Fase de activación
Fase efectora
Fármacos inmunomoduladores
Fármacos inmunoestimulantes
Fármacos inmunosupresores
Inmunización pasiva mediante anticuerpos
Citocinas recombinantes: una nueva forma de inmunoestimulación
Discrasias sanguíneas inmunomediadas
Opciones terapéuticas
1053
1054
• Parte XV —Inmunomodulación
l Definiciones
La inmunidad es la función o conjunto de acciones
mediante las cuales el organismo a través del sistema
inmunitario se protege de los diferentes microorganismos o parásitos que causan enfermedad; sin embargo,
en ocasiones el sistema inmunitario genera reacciones
excesivas o contrarias a la homeostasis sin razón aparente
(p. ej., lupus, pénfigo, etc.) o en respuesta a agentes no
causantes de enfermedad. La sustancia capaz de inducir
inmunidad se denomina antígeno (Ag); las células y las
sustancias del organismo que confieren la inmunidad
constituyen el sistema inmunitario, y su actividad coordinada proporciona inmunidad; un estado de defensa se
denomina respuesta inmunitaria o inmunorreacción.
l Fases de la respuesta inmunitaria
El mecanismo por el cual el sistema inmunitario reacciona ante la amplia gama de antígenos que ingresan al
organismo y la manera en que intenta destruirlos son
prácticamente los mismos en todos los vertebrados, independientemente de su naturaleza, aunque existan variaciones en el tipo de células y sustancias inmunitarias que
predominan en las diferentes fases de la respuesta.
Primero, al ingresar un antígeno induce reacciones del sistema inmunitario. Esto constituye la inmunidad innata, que se refiere al ataque contra el agente
agresor por una primera línea defensiva con capacidad
destructora, constituida por neutrófilos, macrófagos,
células citolíticas o “asesinas“, linfocitos productores de
citocinas naturales y proteínas diversas como las defensinas de sistema del complemento. Estos elementos se
activan y actúan de manera local al detectar la presencia
de invasores químicamente distintos de los componentes
normales de los organismos superiores.
Después sobreviene la inmunidad específica, que
se compone de tres fases: un proceso de identificación
del antígeno o fase de reconocimiento, una reacción
en cadena de amplificación de la capacidad defensiva
o fase de activación y la destrucción del agresor o fase
efectora.
La comunicación entre las células se lleva a cabo
a través de los llamados mediadores del sistema inmunitario, entre los que destacan las citocinas, moléculas
proteínicas con funciones de regulación de la respuesta
inmunitaria y de actividad efectora (proinflamatoria).
Fase de reconocimiento
Los organismos superiores han desarrollado un excelente sistema de discriminación entre las estructuras
propias del organismo y las ajenas. Este sistema da una
gran especificidad a la respuesta inmunitaria, y por tanto
permite disminuir el daño que el sistema inmunitario
causa a los tejidos propios y lo capacita para elaborar
una respuesta que optimiza la destrucción del antígeno.
Este reconocimiento se produce debido a que en el organismo existen multitud de clones de linfocitos T y B, que
disponen de receptores en su superficie capaces de identificar cientos de millones de determinantes antigénicos
distintos. Los receptores de reconocimiento antigénico
son receptores TCR en los linfocitos T y anticuerpos
de superficie (BCR) en los linfocitos B. Los linfocitos
rastrean el organismo y se sitúan en lugares estratégicos para detectar la presencia de estos determinantes
antigénicos. Los antígenos interactúan con el receptor
de alguno de los clones linfocíticos y los activan; estos
antígenos se pueden localizar extracelularmente (para
atacar, p. ej., bacterias extracelulares) e inducir la inmunidad humoral, o estar dentro de una célula del huésped
(virus, bacterias intracelulares) e inducir la inmunidad
celular.
Existen tres poblaciones celulares capaces de reconocer un antígeno: dos de ellas son linfocitos T o células
T (clasificados como CD4 y CD8), que participan en la
inmunidad celular, y la tercera son los linfocitos B o
células B, que desencadenan la inmunidad humoral.
Fase de activación
Tras el reconocimiento del antígeno se produce la activación linfocítica. La activación supone la proliferación
y diferenciación de uno o varios de los tres clones de
linfocitos específicos. Una característica común a la activación de cualquier linfocito es que requiere al menos
dos señales inductoras: la del antígeno por un lado y
otra que procede predominantemente de los mismos
linfocitos T. Éstos son, por lo tanto, células clave para
la activación de cualquiera de las tres poblaciones de
linfocitos específicos, puesto que también contribuyen
a la activación de los linfocitos Tc y de los linfocitos B.
Gran parte de esta activación se genera por mensajes a
través de las citocinas, por ejemplo la interleucina 2 (IL2). Ésta ejerce un efecto autocrino, pues actúa sobre las
propias células productoras e induce su proliferación y
diferenciación. Además, la IL-2 y otras citocinas generadas por los linfocitos T activados son las responsables de
la activación de otras células T (Tc) y de los linfocitos B.
Conviene destacar asimismo al interferón gamma (IFNγ), que participa también en la activación de linfocitos
T y B. Por último, la IL-1 producida por los macrófagos
durante la presentación de antígeno contribuye a la activación de las células T.
Fase efectora
En la fase efectora, los linfocitos ya diferenciados promueven la destrucción del antígeno. La eliminación del antí-
Capítulo 59
geno se produce mediante diversos mecanismos en función
del tipo de inmunidad (humoral o celular) y del tipo de
célula T activada. Las células plasmáticas producen y liberan anticuerpos específicos de antígeno (factores humorales) que, junto con la acción de mediadores inmunitarios,
activan su destrucción por los macrófagos y el sistema del
complemento. Las células Tc son capaces, por sí solas, de
lisar las células portadoras del antígeno en cuestión. Los
linfocitos T, una vez activados, producen citocinas que activan a su vez elementos destructores del antígeno.
l Fármacos inmunomoduladores
Las sustancias inmunomoduladoras son fármacos que
tienen la capacidad de mejorar o disminuir las funciones
del sistema inmunitario; pueden ser inmunoestimulantes
o inmunodepresores. Los primeros se utilizan para favorecer la respuesta en enfermedades infecciosas, tumores,
inmunodeficiencias primarias y secundarias, fallo en las
transferencias de anticuerpos (calostro) y en muchos
otros casos. Los fármacos inmunosupresores están indicados para mitigar la respuesta inmunitaria en caso de
rechazo de órganos trasplantados, enfermedades auto-
Cuadro 59-1.
Inmunomodulación
• 1055
inmunitarias (pénfigo, lupus eritematoso, escleroderma,
etc.), dermatitis atópica, alergias y otras enfermedades
inmunomediadas, como el pannus, la queratoconjuntivitis seca, etcétera.
La inmunoestimulación se requiere cuando a pesar
de funcionar con normalidad, la actividad natural del
sistema inmunitario no es suficiente para reducir la carga
infectiva (infecciones recurrentes) o cuando puede considerarse una medida terapéutica coadyuvante (como
en la terapia del cáncer) para restituir el potencial del
sistema inmunitario. Existe un campo dinámico de investigación experimental para encontrar inmunomoduladores químicos.
Fármacos inmunoestimulantes
Productos bacterianos y fúngicos
Se considera que las bacterias, los hongos y sus derivados
son inmunoestimulantes naturales y se les atribuye la
capacidad de inducir la actividad del sistema inmunitario. Se utilizan a menudo como coadyuvantes de otras
modalidades terapéuticas y por supuesto en la vacunación (cuadro 59-1).
Algunos productos obtenidos de microorganismos y su efecto farmacológico
Familia
Fármaco
Efecto farmacológico
Productos bacterianos
y fúngicos
Bacilo de Calmette-Guérin
(BCG)
Muranildipéptido (MDP)
L-MTP-PE
Lipopolisacáridos (LPS)
Especies de Propionibacterium
Glucanos
APC (macrófagos), células NK y linfocitos B
Activa macrófagos (APC y fagocitosis)
Activa macrófagos (APC y fagocitosis)
Activa macrófagos y linfocitos B
APC, fagocitosis, activa linfocitos Tc y B
Fagocitosis
Factores tímicos
Timosinas
Maduración de timocitos a linfocitos T
Fármacos sintéticos
Levamisol
Isoprinosina
Maduración y actividad de linfocitos T, fagocitosis y
quimiotaxis
Proliferación de linfocitos T; actividad de Th, Tc, NK,
fagocitosis y quimiotaxis
Anticuerpos
policlonales
Anticuerpos específicos
Desencadenan la fase efectora de la inmunidad
específica contra varios antígenos
Citocinas
recombinantes
Interleucina 2 (IL-2)
Interleucina 1 (IL-1)
Interleucina 12 (IL-12)
Interferón gamma (IFN-γ)
Activa linfocitos Th (proliferación), Tc (lisis) y B
Activa linfocitos Th
Proliferación de monocitos
Activa macrófagos, linfocitos y células NK, aumenta la
expresión de MHC II
Anticuerpos
monoclonales
Anticuerpos específicos
Desencadenan la fase efectora de la inmunidad
específica contra un antígeno (p. ej., tumoral)
Vacunas
Antígenos
Desencadenan la inmunidad específica (fases de
reconocimiento, activación y efectora)
Factor estimulante de colonias de granulocitos
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• Parte XV —Inmunomodulación
Inmunoestimulantes sintéticos
Levamisol. Es un antiparasitario de amplio espectro
con actividad inmunomoduladora. Se le ha utilizado en
casos de inmunosupresión inducida por dexametasona
en bovinos. En dosis de 1-2.5 mg/kg, incrementó de
manera significativa la respuesta blastogénica de los linfocitos a mitógenos en bovinos tratados con dexametasona.
Al igual que las hormonas tímicas, el levamisol
induce la maduración de los linfocitos T. Además, restablece la actividad de los linfocitos T y de los fagocitos
(quimiotaxis y fagocitosis). También se ha descrito la
capacidad del levamisol de inducir un incremento del
contenido de inmunoglobulinas en el calostro de las
yeguas y vacas tratadas con dosis bajas pero por largos
periodos (p. ej., 1 mg/kg VO por 15-30 días). El levamisol fue el primer agente químico que se descubrió que
ejerce un efecto inmunomodulador en varias especies,
a nivel de células T y macrófogos. Su eficacia depende
de la dosis, la enfermedad y la inmunocompetencia
del huésped. Parece ser que el incremento en la actividad inmunitaria ocurre en las células cuya función se
encuentra alterada; sin embargo, no afecta la respuesta
inmunitaria primaria a la vacunación ni altera los mecanismos innatos de inmunidad.
El levamisol en dosis de 1.25-5 mg/kg induce inmunoestimulación contra coccidios en pollos de tres semanas pero no en los de seis semanas. Su aplicación vía
SC en dosis de 2-5 mg/kg incrementó la estimulación
inducida por fitohemaglutinina de los linfocitos de la
sangre periférica en pollos de 5-12 semanas. En cerdos
se ha sugerido que el levamisol estimula el desarrollo de
células T. En bovinos, reduce en grado significativo la
fiebre de embarque, incluso con una sola dosis. In vitro,
el levamisol incrementa la blastogénesis de los linfocitos
inducida por mitógenos. Se sabe también que activa los
macrófagos de la glándula mamaria in vitro. Se informa
asimismo de una reducción significativa en la incidencia de mastitis bovina (9.6 contra 3.7%), muertes fetales
(24.8 contra 4.8%) y endometritis (24.3 contra 6.4%)
con la administración semanal de levamisol (2 mg/kg)
por seis semanas durante el periodo seco, aplicando la
última inyección dos semanas preparto.
Imotiol. Se ha encontrado que el dietilditiocatomato
sódico, o imotiol, restablece la proliferación de los linfocitos T y mejora la producción de interleucina 2 en
ratones inmunosuprimidos con ciclofosfamida.
Avridina. Es una amina lipoide que induce la actividad del factor de necrosis tumoral en ratones y seres
humanos. En bovinos, la avridina sola o incluida en liposomas mejora la actividad de linfocitos y neutrófilos en
animales normales e invierte la supresión de la función
de los neutrófilos en el ganado tratado con dexametasona.
Indometacina. Es un inhibidor irreversible de la
ciclooxigenasa (cox-1 sobre todo). En cultivo celular de
monocitos de sangre periférica de porcino que contiene
linfocitos y monocitos, este analgésico incrementa en
más de 30% la respuesta blastogénica al PHA.
Derivados del ácido ascórbico. En bovinos, el ácido
ascórbico en dosis elevadas (20-40 mg/kg) vía SC tiene
la tendencia a revertir o prevenir en cierta medida los
efectos inmunosupresores de la dexametasona sobre la
función de los neutrófilos y macrófagos alveolares. Uno
de sus derivados sintéticos es la metilfurelbutirolactona,
que induce a los linfocitos responder a la estimulación
antigénica o policlonal para producir más linfocinas,
incluyendo interferones e interleucinas. También amplifica la producción de anticuerpos en respuesta a antígenos específicos.
Briostatinas. Éstas son un grupo de lactonas macrocíclicas aisladas de ciertos organismos marinos. Tienen
efecto citostático para líneas tumorales transformadas
in vitro y aumentan de manera significativa la síntesis de
interleucina 2 e interferón gamma.
Muramil-dipéptido. Estimula al sistema reticuloendotelial e incrementa la resistencia inespecífica a infecciones y tumores.
Isoprinosina. En estudios experimentales, la isoprinosina induce una acción proliferativa de los linfocitos
T y parece que este efecto es responsable de su potencial inmunoestimulante. Además, modula la actividad
de IL-1 e IL-2 y potencia su producción, así como la
quimiotaxis y la fagocitosis por parte de los fagocitos.
Estos efectos parecen ser consecuencia de su capacidad
de incrementar la producción de RNA y de proteínas
(probablemente citocinas) en células del sistema inmunitario afectadas por una infección viral.
Macrólidos. Eritromicina, roxitromicina y claritromicina incrementan de manera significativa el desarrollo de los macrófagos alveolares; la azitromicina y la
eritromicina estimulan la fagocitosis, la quimiotaxis y
la actividad citocida contra Candida albicans, la concentran en los macrófagos alveolares y leucocitos polimorfonucleares y son activos contra el desarrollo bacteriano
intracelular.
Aunque se ha informado que la fosamina puede
reducir la producción de anticuerpos, es posible que
ejerza un efecto positivo sobre fagocitosis, quimiotaxis y
lisis bacteriana. Asimismo, cefotaxima y ofloxacina inducen un incremento de la actividad de los macrófagos
alveolares.
Cuando existen problemas de mastitis es común utilizar fármacos que inhiben la respuesta inflamatoria (glucocorticoides) a través, en parte, de un decremento de la
actividad de los neutrófilos. Sin embargo, cuando se utili-
Capítulo 59
zan agentes antiinflamatorios no esteroideos como ácido
acetilsalicílico y flunixina producen un incremento en la
fagocitosis aun a concentraciones elevadas. Estos efectos
estimulantes de la fagocitosis se han atribuido a inhibición
de la producción de prostaglandinas, ya que éstas ejercen un efecto inhibitorio sobre la fagocitosis, por lo que
cuando son inhibidas se evita el efecto antifagocítico.
Uno de los problemas principales en el tratamiento
antimicrobiano de las mastitis en los bovinos es que
algunos antibacterianos son moderadamente eficaces y
requieren un tiempo prolongado de retiro para no dejar
residuos. La ineficacia de los antibacterianos está relacionada, en parte, con la capacidad de supervivencia de
las bacterias en células fagocíticas o en células accesorias
de la glándula mamaria. Sin embargo, se ha utilizado
otro grupo de sustancias inmunomoduladoras como las
citocinas para coadyuvar la acción de los antibacterianos empleados en el tratamiento de la mastitis, ya que
activan las células fagocíticas contra las infecciones, por
ejemplo las causadas por S. aureus.
Existe una gran variedad de enfoques experimentales destinados a mejorar la respuesta inmunitaria. De
hecho, la industria farmacéutica mundial está más dedicada a encontrar inmunoestimulantes de gran potencia que a la búsqueda de nuevos antimicrobianos. Esto
permite visualizar lo importante que puede ser para su
efecto clínico ponderar las capacidades inmunomoduladoras de los antimicrobianos. Debe recordarse que se
ha señalado que aunque muchos antimicrobianos curen
una enfermedad, pueden hacer más susceptibles a los
animales a otros agentes infecciosos posteriores.
Factor estimulante de colonias
de granulocitos-acemanano
Es un inmunoestimulante que se usa en las siguientes
dosis en perros y gatos:
• 1 mg/kg semanal IP por más de seis semanas, seguido
de inyecciones mensuales por un año.
• En casos de fibrosarcoma: 2 mg intratumoral. Se
recomienda administrarlo por seis semanas antes de
la cirugía. La extracción del tumor deberá realizarse
en la cuarta a séptima semanas, y después se iniciará
el tratamiento de radiación.
Fármacos inmunosupresores
Dada la relevancia de los linfocitos T en la fase de
inducción de la respuesta inmunitaria, el fomentar farmacológicamente su actividad supone un método de
inmunoestimulación, bloquearla supone una estrategia
inmunosupresora y a menudo se requiere modular la
respuesta inmunitaria de los animales. La gran mayoría
de los fármacos inmunosupresores actúan en la fase de
activación de la respuesta inmunitaria reduciendo la pro-
Inmunomodulación
• 1057
liferación de linfocitos mediante uno y otro mecanismos
(cuadro 59-2).
Efecto de los antibacterianos
sobre el sistema inmunitario
La inmunomodulación se puede considerar una alternativa al uso crónico de antibióticos en pacientes con
pioderma recurrente. Para ello, se han utilizado diferentes compuestos como levamisol, cimetidina e interferón
alfa, con resultados variables, algunos efectos colaterales
y costos elevados. Por otro lado, también se ha empleado
el lisado de Staphylococcus aureus, el cual se aplica vía
SC en dosis de 0.5 ml dos veces/semana durante 10-12
semanas, con respuestas relativamente favorables.
Tacrolimus
En algunas nuevas terapias en dermatología en seres
humanos se emplea tacrolimus (macrólido de 23 átomos producido por Streptomyces tsukabaensis) por vía oral
como un agente inmunosupresor para trasplantes, al
igual que la ciclosporina. Se usó primero en el trasplante
de hígado y posteriormente en el de otros órganos, y
en fechas recientes para el tratamiento de la dermatitis
atópica como colirio, en casos de pannus en perros por
inhibición de la migración de fibroblastos y decremento
de señales inflamatorias. Bloquea la desgranulación de
los mastocitos reduciendo las reacciones inflamatorias
y alérgicas, y se le ha usado con éxito en alopecia areata
y psoriasis. También se ha informado de su eficacia en
casos de fístula perianal canina, lupus eritematoso discoide y pénfigo eritematoso.
El tacrolimus suprime los linfocitos T activados al
inhibir la calcineurina, además de inhibir la síntesis de
las citocinas proinflamatorias. Se le considera 10-100
veces más potente que la ciclosporina.
Pimecrolimus
Es un derivado ascomicina-macrolactama, de acción
semejante al tacrolimus, con menor efecto irritante,
pero la misma eficacia.
Imiquimod
Por lo general es de aplicación tópica. Disminuye la
tasa de queloides, enfermedades neoplásicas como el
carcinoma de células escamosas en gatos, así como la
queratosis actínica y la enfermedad de Bowens. Se aplica
dos o tres veces por semana. También se utiliza en casos
de virus del papiloma canino, herpes felino y sarcoides
equino. Puede ser muy irritante.
Azatioprina
Se recomienda en casos de enfermedades autoinmunitarias, y se le considera la última opción en el manejo
de la dermatitis atópica.
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• Parte XV —Inmunomodulación
Cuadro 59-2.
Fármacos inmunosupresores; efecto farmacológico
Familia
Fármaco
Efecto farmacológico
Fármacos que
se fijan a las
inmunofilinas
Ciclosporina A (CsA)
Inhibe la transcripción génica de citocinas (p. ej., IL-2) en
linfocitos T (bloquea su proliferación)
Inhibe citocinas de linfocitos T
Inhibe citocinas de linfocitos T
Glucocorticoides
Prednisona, dexametasona
Inhiben la transcripción de citocinas en linfocitos T y
macrófagos
Citostáticos
Azatioprina
Ciclofosfamida
Micofenolato de mofetilo
Leflunomida
Inhibe la proliferación celular
Inhibe la proliferación celular
Inhibe la proliferación de linfocitos T y B
Inhibe la proliferación celular
Anticuerpos
antilinfocito
Anticuerpos policlonales
Antitimocíticos
Desencadenan la fase efectora de la inmunidad específica
contra linfocitos
Anticuerpos
monoclonales
Muromonab (OKT3)
Anticitocinas y
antirreceptores
Destruye células CD3+ (linfocitos T)
Neutralizan o destruyen moléculas del sistema inmunitario
Hiposensibilización
Alergenos
Invierten la respuesta de tipo IgE a IgC (de Th2 a Th1).
Disminuyen la reactividad al alergeno
Tacrolimus
Sirolimus
Incrementa la liberación de interleucina 16, de factor de necrosis tumoral alfa, de prostaglandina E2 y de
interferón gamma; incrementa la actividad de los linfocitos T y en particular de las células citolíticas.
Puede ser útil en perros y gatos que presentan
fibrosarcoma y están siendo sometidos a tratamientos
de cirugía y/o radiación. También ha sido eficaz en el
tratamiento de la leucemia viral felina, en la cual incrementa apetito, hematócrito, hemoglobina y número de
leucocitos. También se ha usado en gatos para el síndrome de inmunodeficiencia, en dosis de 2 mg/kg vía
IM o 100 mg/kg vía oral.
No se ha determinado su cinética, pero siendo un
polisacárido extraído de la sábila Aloe vera (con aloctina A
y aloctina B), es posible que sufra cierto grado de degradación digestiva y sean las fracciones glucosídicas las que se
absorban y ejerzan su efecto inmunoestimulante. Éste es
su principal efecto, y ya ha sido probado en diversos modelos clínicos y experimentales. Tiene efecto antitumoral y
antiviral, induce aumento de la actividad mitogénica de los
linfocitos, unión a la alfa 2-macroglobulina humana y activación de complemento por la vía alternativa; promueve
el desarrollo celular y posee actividad antiinflamatoria.
Se ha visto que aumenta la velocidad de diferenciación
de dendritas. Sin embargo, aún no se detalla la secuencia de
sucesos que ocurren cuando se utiliza este polisacárido.
En cuanto a sus efectos colaterales, sólo se presenta
un malestar pasajero dependiente de la dosis. No se ha
informado acerca de interacciones.
l Inmunización pasiva mediante
anticuerpos
La inmunización pasiva supone la administración de preparados de inmunoglobulinas o anticuerpos (Ac) poliespecíficos o bien de inmunoglobulinas específicas para un
determinado patógeno. Los Ac se administran por vía IM
o IV y tienen semividas de entre tres y cuatro semanas. La
mayor contraindicación de estos preparados es la aparición de reacciones alérgicas y la posible transferencia de
microorganismos patógenos al receptor durante su administración. Se han purificado Ac del plasma generados
de manera natural contra el virus de la leucemia felina
(FeLV). También se han administrado inmunoglobulinas humanas intravenosas (hIVIG) para tratar con cierto
éxito la anemia hemolítica autoinmunitaria canina. Se
cuenta además con suero antitetánico y anticuerpos contra el parvovirus canino.
l Citocinas recombinantes:
una nueva forma
de inmunoestimulación
Las citocinas recombinantes son el resultado de la producción in vitro, mediante la técnica de DNA recombinante, de mediadores proteínicos que pueden ser
Capítulo 59
idénticos a los sintetizados de manera natural por células
del sistema inmunitario durante la inmunorreacción.
l Discrasias sanguíneas
inmunomediadas
Opciones terapéuticas
Tanto la anemia hemolítica inmunomediada (AHI)
como la trombocitopenia inmunomediada (TI) son respuestas de hipersensibilidad tipo 2 en las que el sistema
inmunitario señala los eritrocitos o plaquetas respectivamente para su destrucción, más a menudo mediada
por la actividad fagocítica mononuclear. En teoría, lo
mejor sería la supresión sólo de aquellos aspectos de la
inmunidad que causan la destrucción de las células san-
Inmunomodulación
• 1059
guíneas, dejando las otras inmunorreacciones intactas;
sin embargo, al momento esto aún no es posible, ya que
en la mayoría de los casos estas enfermedades todavía
se tratan con agentes inmunosupresores, que suprimen
tanto las respuestas benéficas como las dañinas. Además de la inmunosupresión, el tratamiento de la AHI y
la TI debe incluir terapia de apoyo y la prevención de
complicaciones.
En el caso de la anemia hemolítica autoinmunitaria,
el tratamiento estándar incluye aplicación de dosis elevadas de un glucocorticoide de acción intermedia, por
ejemplo, prednisolona (2-4 mg/kg/día) en perros; en
gatos se requiere del doble de esta dosis. Algunos clínicos
recomiendan iniciar la terapia de inmunosupresión con
dexametasona, aunque no hay suficiente información al
respecto. También se recomienda cambiar la terapia a
la vía oral lo más pronto posible.
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